55 Halloween 1976 (parte 2) – año seis


N/A: Advertencia: este capítulo tiene contenido sexual y menores de edad bebiendo alcohol.

A Queen le pertenece la letra de Good Old-Fashioned Loverboy.


¿Qué está mal conmigo?

Lily dio un largo sorbo a su tercer trago, fuertemente aderezado y ciertamente delicioso, mientras contemplaba la abarrotada sala común.

La fiesta, como todo lo que se proponen los Merodeadores, era ruidosa, enérgica y próspera. La sala común estaba repleta de lo que sin duda eran todos los alumnos de Gryffindor, además de una gran cantidad de Hufflepuffs y un puñado de Ravenclaws. La música sonaba a todo volumen en el tocadiscos. El sonido de las voces combinadas de Marlene y Sirius ebrios, se elevaba por encima de todos los ruidos de la fiesta mientras interpretaban de forma bastante entretenida, y ligeramente desafinada, la canción Somebody to Love de Queen, para la vergüenza de Dorcas y Remus.

Algunas chicas de primer año seguían chillando después de haber metido la mano en un cuenco de Ratones de Helado sólo para descubrir que había una rata viva entre los dulces, la que rápidamente corrió por las mesas y desapareció. Ahora las chicas, reclutando a la alumna mayor más cercana, la Hufflepuff Emmeline Vance, para que les ayudara, buscaban frenéticamente al roedor mientras Peter, que parecía haber aparecido de la nada, buscaba también pero divertido y con una sonrisa claramente orgullosa.

Y, sin embargo, por encima de toda la conmoción (y del dúo excesivamente dramático de Sirius y Marlene), Lily no podía dejar de mirar a Mary a través de la habitación.

Mary llevaba su cabello rubio rojizo y brillante recogido en una coleta alta y alejada de su pálido, ligeramente pecoso y redondo rostro. Llevaba un vestido de terciopelo negro con medias blancas hasta la rodilla y un par de zapatos negros. Llevaba muy poco maquillaje, sólo un poco de brillo que la hacía parecer como si fluyera a la luz de la chimenea, una suave sombra púrpura que hacía resaltar sus ojos marrones, y un lápiz labial rosa. Estaba muy bonita esa noche. No es que Mary no fuera siempre bonita, pero tenía un aspecto diferente mientras se reía de Marlene y Sirius con su brazo enlazado al de James Potter.

Potter, Lily notó, no estaba mirando a los dos imitadores ebrios de Freddie en lo absoluto. Estaba mirando a Mary reír, y le estaba sonriendo a ella. Aparentemente él pensaba que ella estaba bonita también.

Bueno, qué bien entonces. Pensó para sí misma, alejando la vista del par. Ya era hora de que Potter se quitara de mi cabello y se volviera el problema de alguien más.

Levantó su vaso hasta los labios y frunció ligeramente el ceño, descubriendo que de hecho ya estaba vacío.

—Maldición —murmuró. Se volteó a mirar la mesa donde estaba el cuenco de ponche. Tenía el presentimiento de que si se levantaba y caminaba hacia allá, el alcohol que, sin dudas Sirius había echado en el refresco, empezaría a hacer efecto. Podía sentir el calor en sus mejillas.

—¿Te diviertes?

Lily casi cayó de su silla.

—¡Merlín, Remus! —Se agarró el pecho—. ¡No sabía que estabas detrás de mí!

Remus rio y se apoyó en sus codos en la alta mesa en la que Lily estaba sentada.

—Lo siento. Parecía que estuvieses en tu propio mundo. Sé cuánto has tenido de ese ponche. —Le sonrío con complicidad. El mismo tipo de mirada de "puedo ver a través de tus mentiras" que usaba cuando los estudiantes más jóvenes eran sorprendidos fuera de los límites e intentaban darle todo tipo de excusas—. Sólo quería asegurarme de que estuvieras bien.

—Estoy bien —dijo Lily, su voz yendo en una octava más alta. Se aclaró la garganta y se dijo a sí misma que el calor en su rostro seguía estando relacionado al alcohol—. Lo siento. —Le sonrió—. Estoy bien, Remus. ¿Por qué no lo estaría?

Remus se encogió de hombros, tomando un trago de la botella de cerveza que sostenía.

—Sentada aquí sola, la mirada perdida en la distancia con esta apariencia de frustración en tu rostro como si no pudieras entender alguna ecuación complicada de Aritmencia. Es una fiesta, Lily. Mézclate.

Ella suspiró, mirando con anhelo su vaso vacío.

—¿Lily…? —La voz grave de Remus sonaba tanto entretenida como preocupada.

—Lo siento —murmuró—. Está vacío.

Lo escuchó resoplar y supo sin tener que mirarlo que estaba rodando los ojos.

—Ahora, eso sí que es un problema, ¿verdad? —Le ofreció su brazo y ella lo tomó. Cuando se puso de pie, se sorprendió gratamente de que no tuvo un mareo tan fuerte como pensaba. De todas formas se apoyó contra el hombro de Remus mientras caminaban por la habitación hacia el cuenco con ponche.

Un par de chicos de segundo año se habían congregado alrededor de la mesa de refrigerios se congelaron cuando vieron acercarse a los dos prefectos.

—Es una fiesta, muchachos. Estamos fuera de servicio —dijo Remus—. Sin embargo, les sugiero enormemente que vuelvan a pensar antes de encender esos fuegos artificiales… Puede que no estemos enviando a nadie a detención esta noche, pero eso llamaría la atención de McGonagall. Y no querrán enfrentarse a la molestia de sus compañeros de clase si la fiesta se interrumpe y toda la casa queda en detención, ¿eh?

Una expresión de culpabilidad pasó por el rostro de los chicos y murmuraron una disculpa cuando Remus les tendió la mano y renunciaron a los explosivos de mala gana.

Remus esbozó una sonrisa de suficiencia mientras observaba a los estudiantes menores salir corriendo, con una cara de derrota y decepción.

Lily rio suavemente.

—Eres tan bueno en eso.

Remus se rio también y sacudió la cabeza.

—He vivido con James y Sirius ya por seis años. Siempre puedo notar cuando alguien está planeando explotar algo. —Miró alrededor por un momento— Oye, Pete.

A unos metros de distancia, Peter detuvo la sesión de besuqueo con Emmeline para mirar a Remus.

—¿Sí, amigo?

Remus sonrió.

—Atrápalo. —Lanzó los fuegos artificiales que le había quitado a los de segundo año a su amigo, quien los atrapó pero le dio una mirada inquisidora—. Sólo no dejes que Sirius los tenga a menos que me lo digas a mí primero, ¿sí?

—De acuerdo. Nada de explosivos para Padfoot, lo entiendo. —Peter sonrió, se disculpó con Emmeline y se dirigió a la habitación para esconderlos.

Lily miró mientras Remus se ocupaba de servirle un vaso. Ella agradeció suavemente.

—Estoy sorprendida de que no estés allá mirando el show de Sirius. —Asintió hacia donde Sirius y Marlene seguían cantando, agregando movimientos de baile ridículos a su performance.

Una extraña mirada pasó por el rostro de Remus y él se relamió los labios mientras sus ojos se cruzaban brevemente con su novio. Quizás había sido su imaginación pero pensó que lo había visto estremecerse.

—Eh… —Remus volvió a mirar el cuenco de ponche—. Necesitaba alejarme por un momento, supongo.

Lily frunció el ceño.

—¿Está todo bien entre ustedes dos?

—Sí. —Fue la voz de Remus la que se quebró esta vez y dejó de fingir—. Eh, quiero decir… estamos bien, en serio. Es sólo que creo que yo… estoy pasando por algo personalmente. Eso es todo. No es algo que él haya hecho.

—¿Algo con lo que te pueda ayudar? —preguntó Lily, sintiéndose realmente preocupada con lo ansioso que Remus se había puesto de repente.

Él negó con la cabeza.

—No creo. Supongo que tiene que ver con… ya sabes.

—Oh —dijo Lily con suavidad, sus ojos se desviaron hacia la ventana donde la luna casi llena brillaba en el cielo nocturno. Remus se aclaró la garganta para llamar su atención y le entregó su trago. Ella lo aceptó sin decir nada.

—¿Puedo preguntarte algo? —Remus preguntó después de algunos momentos, sus ojos siguiendo su mirada, la que en algún punto había encontrado nuevamente a Mary y a James. Ya no estaban mirando a Marlene y a Sirius, pero hablaban suavemente entre ellos y estaban demasiado cerca para ser considerado casual—. ¿Lil?

Lily se sacudió.

—P-por supuesto, Remus. Lo que sea. —Le sonrió.

—¿Te molesta que James le haya pedido salir a Mary hoy? —Estaba de nuevo esa mirada de Lupin-sábelo-todo—. Entretenme, necesito una distracción. —Su voz retumbó en su pecho mientras sus ojos se fijaban de nuevo en Sirius. Estaba bailando de forma bastante provocativa, y claramente lo hacía a propósito para llamar la atención de su novio. En el fondo de su mente, Lily se preguntaba cómo se las arreglaba el chico para moverse con esos vaqueros tan ajustados.

Remus respiró hondo y se obligó a mirar a Lily en su lugar.

Ella suspiró, tal vez era el alcohol que había consumido o quizás Remus tenía algún tipo de habilidad psíquica para forzar a las personas a decir la verdad…

—Lo hace —admitió suavemente, bajando la mirada al líquido en su copa.

—¿Por qué? —preguntó Remus.

Ella sacudió la cabeza.

—No lo sé. —No era una mentira. De verdad no tenía idea de qué era lo que le molestaba de toda la situación.

Remus se tomó un momento para considerar su respuesta.

—¿Quisieras que le pidiera que no continuara con eso?

Lily se atragantó con su ponche.

—¿Qué? —Tosió—. N-no. ¿Por qué? Potter puede salir con quien quiera, ¡obviamente! No es como que quiera salir con él o algo.

Remus levantó una ceja.

—¿En serio?

—Por supuesto que lo digo en serio —insistió firmemente—. No seas ridículo, Remus. ¿Potter y yo? ¿Podrías imaginarlo? —Se rio por la idiotez que era eso—. Además, ¿no crees que ya he tenido muchas oportunidades para salir con él? Si yo hubiese querido, eso ya habría pasado.

Remus asintió con la cabeza, una pequeña sonrisa jugueteó en sus labios.

—De acuerdo. Por supuesto. —Se encogió de hombros—. Sólo preguntaba porque… —Se detuvo abruptamente, sus palabras atrapadas en su garganta y sus ojos agrandándose. Lily frunció el ceño y siguió la línea en su mirada.

—¿Qué…? ¡Oh…!

-o-o-o-o

¿Qué está mal conmigo?

Pensó Remus con desesperación cuando Sirius se acercó a él, con sus afilados ojos grises fijos en él y una sonrisa diabólica en el rostro. La canción había cambiado, pero Sirius, siempre siendo el centro de atención, seguía cantando.

Puedo bajar las luces

Y cantarte canciones llenas de cosas tristes

Podemos hacer el tango sólo para dos

Normalmente, Remus encontraría tal tipo de demostración completamente vergonzosa. Sirius no era un extraño con los dramas, obviamente, pero Remus usualmente no tenía problemas con cambiarlos completamente o apagarlos, encontrando un placer culpable en el puchero de decepción que sacaría del otro chico. Pero incluso mientras se decía a sí mismo lo ridículamente cursi que era el pequeño juego de seducción de Sirius, se encontró incapaz de moverse o incluso de respirar mientras Sirius se acercaba.

Puedo dar serenata y tocar suavemente

En las cuerdas de tu corazón

Ser tu Valentino, sólo para ti

Remus tragó con fuerza más allá del nudo en la garganta, el calor le subió por el cuello hasta las mejillas cuando Sirius lo empujó, con muy poco esfuerzo, contra la pared de la sala común. Todos los miraban. ¿Cómo no iban a hacerlo?

Ooh, amor. Oh, amante

¿Qué estás haciendo esta noche, muchacho?

Enciende mi alarma, enciende mi encanto

Es por eso que soy un buen amante a la antigua

Remus podía sentir cómo temblaba, luchando por controlar el impulso de cambiar sus posiciones e inmovilizar al otro chico mientras Sirius se apretaba acaloradamente contra él, su cuerpo demasiado perfecto moviéndose contra el suyo al ritmo de la música.

Oh, déjame sentir los latidos de tu corazón

(Van más rápido, más rápido)

Oh, ¿puedes sentir el calor de mi amor?

Ven y siéntate en mi caliente asiento de amor

Por supuesto que Sirius se había girado ahora, asegurándose de apretar su culo contra Remus, tan maravillosamente resaltado por esos malditos vaqueros ajustados. Si esto continuaba, Remus iba a tener un problema humillante más grande que la sala común podría ver… o peor. Cada fibra de su cuerpo vibraba con la necesidad de tirar a Sirius al suelo y…

—Sirius —gruñó suavemente, sus manos moviéndose para agarrar las caderas del chico que se balanceaban con una presión casi explosiva—. Suficiente.

Sirius se giró nuevamente entre sus manos para mirarlo, una sonrisa satisfecha jugaba en sus labios.

—¿Por qué? Me has estado ignorando por horas. Tenía que llamar tu atención de alguna forma, ¿no? —Seguía moviéndose con la voz de Freddie Mercury.

—Oh, sí has llamado mi atención —dijo Remus amenazadoramente. Su voz sonaba distante y extraña en su propia cabeza. Sin embargo, eso no pareció importarle a Sirius. Se acercó más y sus labios rozaron la oreja de Remus.

—Te está encantando, Moony. Sólo déjate llevar y disfrútalo por una vez.

Remus dio una mirada alrededor rápidamente. Todos parecieron haber vuelto a sus asuntos. Marlene se las había arreglado para llevar a Lily a bailar con ella, habiendo perdido a Sirius como su compañero y sin poder convencer a Dorcas de acompañarla. Sin ya ser el centro de atención, Remus tomó la barbilla de Sirius y lo besó bruscamente y con mayor fuerza de la que pretendía.

Contrólate. Pensó firmemente. Pero su voz mandándose a sí misma, dijo—: Arriba. Ahora —de forma rasposa contra los labios de Sirius.

Sirius gimió, alejándose ligeramente para sonreírle a Remus de manera triunfante.

—No sé qué se te ha metido últimamente, pero es increíblemente sexy. —Tomó la muñeca de Remus y tiró de él con ganas hacia las escaleras y hacia el dormitorio, cerrando la puerta tras ellos. En cuanto el cerrojo de la puerta hizo clic, Remus empujó a Sirius contra la pared y continuó el ataque contra su boca.

Sirius soltó un gemido de sorpresa, pero rápidamente se convirtió en un fuerte gemido de placer cuando las caderas de Remus chocaron insistentemente contra las suyas. Sirius empezó a tantear el botón de los vaqueros desteñidos de Remus hasta que éste le mordió bruscamente el labio inferior, tomó las dos muñecas con una mano y se las inmovilizó por encima de la cabeza.

Esto no era extraño para Sirius. A sólo tres días de la luna llena, había llegado a acostumbrarse al lado más rudo y dominante de Remus. Y aunque sabía que a Remus le incomodaba un poco permitirse comportarse, a lo que él consideraba una forma animal, Sirius no podía evitar disfrutarlo.

Mucho.

Tanto así que a menudo se mofaba y provocaba al hombre lobo hasta que conseguía sacar ese lado de él. Descubrió que era bueno para Remus ceder a esos impulsos y que intentar contenerse tanto probablemente no era saludable. Sirius confiaba en Remus, y quería que él confiara en él también. Era un humano después de todo. No lo lastimaría.

Remus ya le había quitado la camiseta negra a Sirius y la había lanzado a un lado. La mano que no tenía las muñecas del más bajo aseguradas recorrió el pecho de Sirius, dejando marcas rojas vibrantes de las que Sirius secretamente estaría orgulloso a la mañana siguiente cuando las viera en el espejo antes de su ducha.

Sirius arqueó la espalda, sus caderas se meneaban para encontrar fricción con las de su novio mientras sus labios y lenguas continuaban deslizándose sensualmente juntas, tragándose cada gemido y jadeo del otro.

Remus abrió el botón de aquellos vaqueros ridículamente ajustados que Sirius llevaba sin vergüenza alguna, sin duda porque sabía exactamente lo que le hacían al hombre lobo, y se los bajó bruscamente por debajo de sus delgadas caderas. Sin ropa interior, por supuesto. Probablemente no habrían cabido bajo esa maldita tela tan ajustada a la piel de todos modos… Le costó unos segundos más bajárselos por las piernas y Sirius casi se tropezó al intentar quitárselos.

—Eh, lo siento —murmuró Sirius tímidamente cuando por fin consiguió deshacerse de la pegajosa tela de los vaqueros.

Remus se deshizo rápidamente de su propia ropa y se apretó de nuevo contra él, acariciando la rasposa barba de su mandíbula y dejando que sus manos recorrieran todo el cuerpo de Sirius.

—No sé por qué insistes en llevar cosas tan incómodas de todos modos…

Sirius se rio, fundiéndose en el tacto.

—Porque te hacen actuar de esta manera cuando me ves en ellas…

Remus gruñó suavemente contra su oreja.

—No tienes ni la pequeña idea de qué me hace actuar así. —Ni siquiera yo sé qué es lo que me está haciendo actuar así… Pensó ansiosamente. Sólo era un eco, al fondo de su mente y apenas era coherente a través de toda la niebla lujuriosa y el instinto crudo y depredador que normalmente sólo sentía cuando era lobo.

Una de sus manos se acercó para darle un apretón en el culo a Sirius y dio un paso atrás.

—Súbete a la cama.

Sirius fue felizmente sin dudarlo. Le dio un gran show al subirse lentamente en la cama de Remus y estirándose en ella, apoyándose en sus codos y sonriéndole al hombre lobo. Para Sirius, esto era normal, un juego sexy. No tenía absoluta idea del poco control que Remus tenía en ese momento y qué tanto estaba luchando para conseguir aunque fuese un poco de ese control. No entendía que en los últimos meses, cada vez que Remus tiraba de él para ir a alguna sala desierta para revolcarse o se hundía en sus rodillas debajo de las gradas de Quidditch para saborearlo, era porque literalmente no podía resistirse. Necesitaba sentir, tocar, oler, saborear, follarse a Sirius en esos momentos o sentía que de verdad iba a morir.

Probablemente debió haberle dicho a Sirius lo que estaba pasando…

Pero no había querido admitirlo. Se sentía demasiado… primitivo. Inhumano…

Se quedó en el borde de la cama, con los ojos hambrientos de ver el magnífico espectáculo que era Sirius Black, ofreciéndose tan voluntariamente para él.

Tómalo, exigió la voz grave y gruñona que Remus solía meter en el rincón más profundo y oscuro de su cabeza.

Remus se arrastró por encima del cuerpo de Sirius, quedándose sobre él y mirando fijamente sus ojos grises llenos de lujuria. Se lamió los labios cuando las caderas de Sirius se movieron para encontrar las suyas. Remus sonrió.

—Ansioso, ¿verdad?

Sirius rio.

—¿No lo estoy siempre? —Movió sus caderas burlescamente—. Vamos, Moony. Soy todo tuyo…

Algo sobre lo que Sirius había dicho llevó a Remus al límite. Sus ojos se entrecerraron y alargó la mano, agarrando un puñado del largo pelo de Sirius y tirando de su cabeza hacia atrás, dejando al descubierto su hermosa y pálida garganta y haciéndole gritar suavemente por la sorpresa.

—¿De verdad lo eres? —gruñó Remus, agachando la cabeza para lamer la columna de la garganta del otro chico y joder, literalmente podía oler la sangre de Sirius. Lo mareaba, casi borracho de deseo y hambre.

Sirius gimió como respuesta, sus manos agarrando las sábanas debajo de él.

—Sabes que lo soy, Remus —dijo temblorosamente.

Hazlo. La voz llenó la cabeza de Remus nuevamente y desesperadamente quería alejarla. Quería que se detuviera. Este no era él.

Pero sí eres tú.

Deslizó la mano libre entre sus cuerpos para acariciar y provocar a Sirius entre las piernas y se deleitó con la forma en que su novio se arqueaba ante su contacto.

Quieres esto. Quieres probarlo.

—Remus… —gimió Sirius cuando los dedos de Remus entraron a su cuerpo.

Está tan deseoso.

Remus le mordisqueó suavemente el cuello, su aroma era demasiado fuerte y tentador…

¡Hazlo!

—¿Remus…? —La voz de Sirius vaciló un poco cuando los dientes de Remus volvieron a atrapar su piel, un poco más afilados de costumbre.

Márcalo. ¡Hazlo tuyo!

La mano en el cabello de Sirius se apretó y volvió a tirar su cabeza hacia atrás, Remus gruñó antes de hundir sus dientes en la pálida y cremosa carne.

Sus sentidos estaban sobrecargados. Le zumbaban los oídos y su mente estaba completamente en blanco. Todo a su alrededor parecía haberse detenido, o al menos se movía muy lentamente.

El sabor a cobre de la sangre hizo que todo volviera a la realidad.


Comentario Traductora no relacionado a este momento wow: Agh, olvido que en esta plataforma no puedo responder reviews anónimos... pero quería agradecerle a una persona que comentó hace poco porque de verdad hizo que me dieran más ganas de seguir con esta traducción! Sé que como estuve mucho tiempo sin continuar, mucha gente debió dejar de interesarse o de leerlo, pero ahora al menos ya estoy de regreso... Así que eso, gracias a lxs que aún leen esta historia ❤❤