Ya tenía la costumbre de publicar los sábados... pero como el último capítulo terminó como... wow, y este no es tan largo... me adelanté :)


56 Entre Nosotros – Año Seis


Remus saltó, casi cayéndose de la cama mientras se alejaba rápidamente de Sirius. Se limpió la boca con el dorso de la mano y sintió que iba a vomitar al ver el rojo brillante que manchaba su piel.

Sirius se incorporó lentamente, haciendo una mueca por el dolor en su cuello.

—¿Remus…?

Remus temblaba violentamente, su respiración salía en jadeos temblorosos y miraba a Sirius con ojos muy abiertos y horrorizados.

Sirius levantó una mano para tocar con cautela el lugar en su cuello donde Remus le había mordido. Estaba dolorido y pegajoso por la sangre, pero eso era lo último que le preocupaba. Tragó con fuerzas, mirando a su novio que había entrado en pánico.

—Remus… Está… está bien —dijo cuidadosamente, alzando la otra mano hacia él.

Remus se estremeció.

—N-no. —Retrocedió sobre sí mismo, sacudiendo la cabeza—. Sirius, yo… ¿Qué he…? No… —Sus dos manos se dispararon hacia arriba, agarrando con fuerza su pelo mientras las lágrimas salían de sus ojos.

—Está bien, Moony —dijo Sirius nuevamente, desesperado por detener el espiral de emociones que en ese momento parpadeaban e el rostro del otro chico—. Estoy bien…

—¡No está bien! —soltó Remus—. ¡Mierda, te he hecho daño! ¡Te he mordido, Sirius! Y estás sangrando. —Respiraba demasiado rápido, casi hiperventilándose. Sirius lo agarró por los hombros.

—¡Oye! Deja de hacer eso, ¿de acuerdo? No es para tanto. Mira, no es tan profundo ni nada. Fue un accidente, sólo te pusiste un poco brusco…

—¡No pude controlarme! —gritó Remus angustiado, negándose a mirar a Sirius—. No lo entiendes…

Sirius frunció el ceño, sus ojos se entrecerraron ligeramente.

—¿Crees que no entiendo lo que es perder el control y hacerle daño a alguien? —preguntó, con un poco más de frialdad de la que quería—. Casi hago que te maten a ti, a James y a Snape el año pasado porque perdí el control. —Acarició suavemente la mejilla del otro chico—. Remus. —Le obligó a mirarlo a los ojos—. No hiciste nada malo, cariño. Estoy bien, tú estás bien… fue un accidente.

Remus lo miró fijamente, su cuerpo seguía temblando por el terror.

—Soy un monstruo.

—Eres humano —dijo Sirius firmemente, sosteniendo la mirada angustiada de Remus con su propia mirada segura.

—¡Te mordí, Sirius!

—¡Con tus dientes humanos, Remus! —Suspiró y se acercó más, atrayendo a Remus entre sus brazos a pesar del ruido de protesta que hizo. Apoyó sus labios en la parte superior de su cabeza—. No es como que me hayas mordido con luna llena y me hayas convertido o algo así. Te entusiasmaste demasiado en la cama, le puede pasar a cualquiera. Yo podría haberte hecho lo mismo… —Sonrió y acarició la mejilla de Remus bromeando—. Puedo, si quisieras empatar el marcador, ya sabes…

—¡No es divertido, Sirius! —protestó Remus, alejándose de él. No podía soportar estar tan cerca. El olor de la sangre de Sirius, aún fresca de su cuello, era fuerte—. Algo está mal conmigo… —dijo en voz baja, envolviendo sus brazos alrededor de sí mismo—. No es sólo esta noche. He tenido problemas para controlar estos… estos impulsos… —Se estremeció—. Ha sido así desde que volvimos a la escuela.

Sirius estaba en silencio. Su corazón dolía mucho más que la marca en su cuello mientras observaba el torrente de odio a sí mismo que invadía a Remus.

—Debí habértelo dicho —admitió Remus avergonzado—. Debí haberte dicho que estaba teniendo estos sentimientos… podríamos haber descubierto cómo detenerlos… o al menos cómo mantenerte a salvo… de mí. —De nuevo, el estómago de Remus se revolvió. Se relamió los labios y tuvo una arcada al sentir todavía el sabor de la sangre de Sirius en su boca.

—Oye —dijo Sirius suavemente, su mano deslizándose sobre la de Remus para cubrirla, el pulgar acariciado con cuidado sus nudillos—. Lo resolveremos. Lo prometo. —Le ofreció una pequeña sonrisa, pero Remus apartó la mirada. Suspiró—. ¿Por qué no vas a limpiarte, de acuerdo? Te sentirás mejor. Yo me ocuparé de mí mismo. No es tan malo como crees…

—Dejará una cicatriz —murmuró Remus, lucía asqueado consigo mismo mientras se levantaba para ir al baño—. Con luna llena o no… Te mordí. Rompí la piel. Es una mordida mágica… Si alguien la ve… ellos… —Dejó salir otra respiración letra y temblorosa—. Sabrán que has estado con alguien como yo.

Para la sorpresa de Remus, una sonrisa de oreja a oreja se dibujó en el rostro de Sirius, quien ladeó la cabeza desafiantemente.

—¿Crees que me importa? —Sirius se levantó también, enrollando sus brazos alrededor del cuello de Remus, juntando sus frentes—. Te amo, Remus. Nunca me avergonzaría de ti. A la mierda lo que cualquiera pueda pensar. Y, además… —Llevó una de sus manos al pecho de Remus, recorriendo ligeramente una cicatriz con la punta de los dedos. Sonrió con orgullo—. Las cicatrices son jodidamente badass*, ¿eh?

Remus rio suavemente, con los ojos caídos y moqueando un poco.

—Estás loco, sabes…

Sirius asintió con la cabeza.

—Lo sé. —Le dio un beso en los labios, sin importarle que su propia sangre seguía ahí, seca y pegajosa—. Ve a bañarte. Lo resolveremos, Remus. Sea lo que sea que está pasando contigo… Vamos a estar bien. —Contuvo la respiración mientras Remus se tomaba un momento para dejar que todo lo que estaba diciendo calara en él.

—De acuerdo. —Remus asintió, forzando una de las más débiles sonrisas—. Supongo que… saldré en un minuto —murmuró, caminando hacia el baño. Sirius esperó hasta que la puerta estuviese cerrada y pudiese escuchar el agua correr antes de ir al espejo.

Mierda —jadeó, inclinando un poco la cabeza hacia atrás para examinar la marca justo debajo de su nuez de Adán. Ya no sangraba activamente, al no haber sido muy profunda, pero sin duda dejaría un moretón. De hecho, una vez que realizó un rápido hechizo de limpieza y desinfección para deshacerse de la sangre seca, vio que ya empezaba a ponerse morado. Ahora que había conseguido evitar que Remus se desgarrara mentalmente, al menos por el momento hasta que pudiera formular un plan adecuado, admitió para sí mismo que, de hecho, era muy dolorosa… y le daba miedo. Pero no había ninguna posibilidad de que dejara que Remus lo supiera.

Rebuscó en su baúl el pequeño botiquín que normalmente llevaba a la Casa de los Gritos durante la luna llena y sacó un par de frasquitos de pociones, dándose una palmadita en la espalda por haber aprendido todo lo que podía sobre la magia de los sanadores. Se sentó con las piernas cruzadas en el suelo en frente del espejo y comenzó a aplicar un poco de la poción curativa sobre la marca, siseando mientras su piel ardía y se cosía lentamente. Remus tenía razón, por supuesto. Ya podía ver una débil cicatriz plateada bajo lo morado.

Tendría que encontrar la forma de esconderla. Al menos su uniforme escolar la escondería, pero sus usuales camisetas con cuello en v…

Había dicho en serio aquello sobre no importarle lo que la gente pensaba, pero el problema real era que si la gente de la escuela viera la marca en él y reconocieran lo que significaba, todos ya sabían que Remus era su novio…

Y allí iría el secreto de Remus.

Gruñó por la frustración. Era su propia culpa, la verdad. Había presionado a Remus, sabiendo que su comportamiento en los últimos tiempos había sido un poco extraño. Se había aprovechado del estado de Remus una vez más, utilizándolo para satisfacer sus propios deseos. Soy un ser humano despreciable.

La pregunta ahora era, ¿qué iba a hacer al respecto?

¿Debería decirles a James y a Peter? No quería que ninguno de ellos se preocupara, otra vez, sobre su relación con Remus y el drama que parecían incapaces de evadir. Por el amor de Merlín, ¿podría él y Remus solamente ser felices por un maldito minuto sin que el infierno se desate?

Suspiró y cuidadosamente se pinchó la marca en su garganta con un dedo. Al menos la hinchazón estaba bajando.

El reflejo de Remus apareció detrás de él en el espejo, con los rizos castaños aún húmedos por la ducha y vistiendo una camiseta con unos pantalones de deporte holgados. Sirius sonrió tan convincentemente como pudo, poniéndose de pie de un salto y girándose para mirarlo.

—¿Te sientes algo mejor? —preguntó, tratando de sonar lo más normal posible y no permitir que su novio viera lo ansioso que estaba él mismo.

Remus se encogió de hombros.

—Un poco. —Estaba mintiendo, Sirius podía notarlo. Sus ojos, aún demasiado amarillos estaban pegados a la mancha morada en el cuello de Sirius.

Sirius se aclaró la garganta para llamar su atención.

—Oye —murmuró, sonriéndole un poco—, mis ojos están aquí arriba, sabes.

Otra risa forzada del chico más alto y Sirius suspiró.

—Vamos a recostarnos, ¿sí? Luces como si fueras a caerte. —Alcanzó la mano de Remus.

Él lo dudó, mordiéndose el labio.

—Sirius, quizás… sólo por ahora, hasta que descubra lo que está pasando… tal vez podrías dormir en tu propia…

—Como si fuese a hacerlo —se rehusó Sirius, agarrando la mano del hombre lobo—. No dejaré que "lo descubras", ¡porque eres una mierda cuidándote a ti mismo cuando se trata de cosas como estas! No puedes sólo quedarte lamentándote por esto y sintiendo lástima por ti mismo, Remus. —Lo condujo hasta la cama que compartían, la que seguirían compartiendo—. Te conozco. Estarás despierto toda la noche volviéndote loco por la culpa. Falta poco para la luna llena, necesitas descansar o te pondrás enfermo.

—Pero, Sirius…

—¡No, Remus! —Suavemente, pero con firmeza, empujó al chico para que se sentara en la cama—. Lo que pasó esta noche queda entre nosotros. Como pareja. Vamos a manejarlo juntos. —Se sentó a un lado de él— Te amo. Y si hay algo malo contigo, lo hace mi problema también. Así que simplemente no te dejaré solo. Dormiré como Padfoot si eso te hace sentir mejor, pero jamás dejaré tu lado cuando me necesites. ¿Lo entiendes?

Para el final de la pequeña disertación de Sirius, Remus se quedó con la boca abierta. Parpadeó un par de veces y finalmente asintió.

—Sí —dijo en voz baja, sus ojos cayendo a su regazo nuevamente—. Yo… tienes razón. Lo siento.

Sirius sonrió de manera triunfal.

—Bien. —Volvió a subir a la cama, apoyando la cabeza en las almohadas y extendiendo un brazo a modo de invitación—. Ahora, ven aquí y abrázame, idiota.

La primera sonrisa real apareció en el rostro de Remus y con cuidado se subió a la cama, acurrucándose a un lado de Sirius y dejando descansar la cabeza en su pecho. Sirius sacó su varita y las cortinas se cerraron a su alrededor. Los dos estuvieron en silencio por un momento. Los dedos de Sirius acariciaban suavemente el pelo de Remus mientras éste trazaba perezosamente algunas formas en el pecho y estómago de Sirius, ambos se esforzaban por no dejar sus que sus energías se volviera demasiado ansiosas de nuevo.

—Sirius —dijo Remus luego de un rato.

—¿Sí?

—Yo… —Suspiró—, no quiero que James ni Peter sepan.

Sirius respiró profundamente, dejando salir el aire lentamente.

—Tampoco yo. —Besó la parte superior de la cabeza de Remus—. Como he dicho, esto queda entre nosotros. Vamos a superarlo juntos, Moony. Lo prometo.


N/T: badass: quise dejarlo en inglés porque suena mejor que cualquier traducción (?) Pero es algo así como, "impresionante" o "rudo".