Amistades y desencuentros

Durante los días que le separaban del fin de semana, las órdenes que James recibía de Rookwood no eran en exceso desagradables. Debía acompañarla como perrito faldero a todas partes, Sirius opinaba que era porque ella disfrutaba luciéndole delante de las otras alumnas. También tuvo que hacer sus deberes y cargar con su mochila siempre que compartiesen clase. Incluso le usó para completar un par de venganzas, algo en lo que James era experto, y obtuvo tan buenos resultados que Claudia le dio la noche del viernes libre.

- Está siendo muy amable, para ser slytherin – respondió James a la pregunta de Sirius durante el desayuno del sábado – Claudia es ambiciosa, rebelde y vengativa pero no es básicamente mala -.

- Ten cuidado con ella, hermano – aconsejó el atractivo gryffindor – Nada bueno puede salir de esa Casa -.

- Tienes demasiados prejuicios, Sirius – dijo Remus – Es un hecho comprobado que al Sombrero Seleccionador se le va la olla de vez en cuando, así que no puedes juzgar a la gente por la Casa a la que pertenecen -.

- Exacto, mira a Bertha Jorkins -. James señaló con un gesto a la cotilla número uno que habitaba en Ravenclaw - ¿Dónde le ves la inteligencia para estar con los aguiluchos? -.

- Hablando de, Bertha pilló el jueves a Florence Horwood dándose el lote tras los invernaderos con uno de la Casa de las serpientes – comentó Peter – Una huffle y un sly¿curioso, no? -.

- Vi cuando la llevaban a la enfermería, creo que por el maleficio de viruela – apuntó Remus – Pobre, todos esos granos debían picar un horror -.

- Eso le pasa por cotilla¿quién le manda estar persiguiendo y espiando a todo el mundo, se lo merecía -.

- Lo dices porque fue la que informó a Guinevere, que a su vez habló con Thea, sobre que andabas enrollándote con Haddock – sonrió James – Te advertí que la Sala de Trofeos no es tan segura como parece -.

- Yo no le veo la gracia – gruñó Sirius.

- Yo tampoco -. Remus frunció ligeramente el ceño – Prometiste que dejarías de colarte bajo las faldas de medio colegio porque te gustaba Thea -.

- Una cosa no tiene que ver con la otra -.

El licántropo resopló hastiado y fue a sentarse con Selinda, Guinevere y Anne en la mesa Ravenclaw.

- A veces Remus es un mojigato -.

- Pero tiene razón, Sirius -. James divisó a Claudia saludándole desde la entrada del Gran Comedor. – Tengo que irme, mi ama me llama – añadió con una sonrisa irónica – Os veo en las Tres Escobas para comer¿vale? -.

- Pásalo bien con la señorita víbora -.

Era un día espléndido. El inminente verano se dejaba sentir y muchos alumnos habían optado por ropa muggle en lugar de las farragosas túnicas del colegio para ir a Hogsmeade. James encontraba especialmente cómodos los vaqueros, eso y una sencilla camiseta de manga corta granate. Claudia, ignorando los comentarios con respecto a su inapropiado vestuario, llevaba un vestido de sicodélicos estampados acampanado sin mangas por encima de la rodilla.

- La familia de mi madre son muggles y mi padre no es muy extremista con los temas de raza, así que me he criado en contacto con ambos mundos – explicó la muchacha cuando James preguntó al respecto – Sin embargo, no me gusta la gente no mágica -.

- ¿Por qué? -.

- Odian lo que no comprenden... -. Claudia pareció recordar algo desagradable – Pero no quiero hablar de eso. Es nuestro último día de diversión antes de empezar con la racha de exámenes, así que debemos pasarlo muy bien. ¿Qué te apetece hacer, James? -.

- Necesito pasar por Zonko – decidió tras echar un vistazo al entorno -, ando escaso de material y a Sirius a veces se le olvida comprar algunas cosas -.

- De acuerdo, primero Zonko, y luego me acompañarás a comprarme ropa -.

- ¿Ropa? -.

- No pongas esa cara, ya sabes que debes servirme sin rechistar -.

James metió las manos en los bolsillos y echó a andar hacia la tienda de bromas.

- James -.

- ¿Eh? -. Se giró para encontrar a Claudia cruzada de brazos, muy enojada.

- Aclaremos algo antes de nada, ya que no pillas las indirectas; quiero que sonrías, que me hagas reír y te portes de manera cariñosa y atenta conmigo – ella le dedicó una mirada maliciosa – Para empezar vas a darme un beso para disculparte por dejarme atrás -.

- ¿Qué? -. James abrió mucho los ojos y las gafas le resbalaron hacia delante, como siempre que algo le sorprendía sobremanera.

La slytherin se señaló la mejilla.

- Estoy esperando -.

El chico se veía ligeramente incómodo, muy consciente de la cantidad de gente que pululaba por las calles de Hogsmeade, pero recordó que si no obedecía empezaría a darse de cabezazos contra el primer muro que encontrase. Al final, se encogió de hombros y depositó un sencillo beso en el rostro de su dueña.

- Ha debido ser traumático, tranquilo, luego te compraré un helado para compensar el mal trago – bromeó Claudia, dándole un par de palmaditas en la cara.

Aquello hizo que James soltara una sonora carcajada y le diera otro beso por propia iniciativa.

- Que sea de fresa -. Le guiñó un ojo al tiempo que le ofrecía un brazo – Cuando usted guste, señorita Rookwood -.

Satisfecha con el cambio de actitud del gryffindor, la jovencita se cogió del brazo y echaron a andar hacia la tienda.

Entre parte del público que asistió a la simpática escena, se encontraba alguien que no la encontró para nada divertida. Los verdes iris se clavaban con tanta intensidad en la pareja que desapareció dentro del concurrido Zonko que Remus temió por la vida de ambos.

- Lily -.

- ¡Qué? -.

El enojo de la pelirroja aumentó al ver la expresión de su amigo.

- Arrancarme la cabeza de un mordisco y asesinar a Rookwood en medio de un ataque de celos no es buena idea –.

Peleada con Thea, Lily había acudido a Hogsmeade en compañía de Remus que no parecía tener ganas de ocupar el mismo espacio vital que Sirius. Iban a comprar tinta y pergamino para los exámenes cuando se tropezaron con la pareja de buscadores.

- ¿Celos¿qué celos? -.

- Lily, por favor... -.

Ella apretó los puños y salió corriendo. No eran celos. Sentir que cada uno de aquellos besos y sonrisas habían sido como puñaladas en el estómago no eran celos. Querer arrancarle de cuajo la trenza a Claudia no eran celos. No, porque si fueran celos significaría que quería a James y ella no le quería... quizás le gustase un poco, pero no le quería.

Se sentó en un murete de piedra, a la sombra de unos árboles, observando el ir y venir de magos y brujas. Remus tardó un rato en aparecer, con una bolsa en la mano y caminando despacio pues aún se resentía de su última transformación. Sin pronunciar palabra, se sentó junto a la ofuscada pelirroja y le ofreció una cajita con figuritas de frutas escarchadas. Ella cogió un centauro de manzana y se lo llevó a la boca.

- Las cosas no son como deberían, siempre se complican -. Lily siempre acababa compartiendo sus pensamientos con el licántropo, pues le inspiraba una serena confianza – Tú y Thea enfadados con Sirius, yo enfadada con Thea, James anda con Claudia, casi he perdido por completo la relación con mis amigas de Raven y Huffle, y... soy un desastre -.

- No lo eres -. Remus tomó un troll de pera – A veces las cosas van mejor y otras veces peor, sólo eso -.

- ¿Optimismo, Lupin? – se burló ella.

- ¿Y por qué no? -. Se encogió de hombros bajo esa camisa que le quedaba demasiado grande – Estoy explorando los beneficios de mirar la parte llena del vaso en lugar de la vacía, ya sabes, me gusta investigar -.

- ¿Algún resultado? -.

- Es pronto para saberlo, pero no va del todo mal -.

La sonrisa se formó en los labios de la muchacha casi sin que ella fuera consciente. Remus asintió entonces como ante una gran verdad y siguió comiendo tranquilamente.

- Hola chicos -.

Eran Susan y Lucy, la segunda arrastrando por el brazo a la primera.

- Hola -. Lily no sabía muy bien qué decir - ¿Planes para el día de hoy? -.

- No pensar en los exámenes – dijo Lucy -, misión imposible con la señorita Kindlys lamentándose a todas horas por lo mal que lleva DCAO y Pociones. Lupin¿tus amigos y tú aún dais clases particulares? -.

- Aquello fue un castigo, Tonks – apuntó suavemente Remus -, aunque a mí no me importa echaros una mano con DCAO. Para Pociones deberéis buscar a otro, mi intervención sólo conseguiría bajaros la nota, soy pésimo en esa asignatura -.

- Sería estupendo, yo no consigo superar el terror que me inspira mi boggart y Susan tiene un serio problema con los hombres lobo... ¿Lupin, estás bien? -.

La última afirmación había provocado que Remus se atragantase con uno de los dulces; Lily, no sin cierta diversión, le palmeó la espalda y conjuró agua que salió de la punta de su varita para que el chico bebiese.

- Lupin, si vamos a ser una molestia podemos preguntar a otros -. Susan se movía entre la vergüenza y la preocupación por el aspecto enfermizo del muchacho.

- No... no es problema – replicó él, esbozando una débil sonrisa – El lunes podemos quedar después de clase, si os viene bien -.

- Estupendo – aplaudió Lucy – Por cierto¿pensáis quedaros aquí vegetando todo el día? -.

- Tenemos que comprar material – dijo Lily.

- Pues vamos -. La hufflepuff agarró a la pelirroja del brazo y la bajó del murete.

- Y luego podemos ir a por un refresco a las Tres Escobas –. Susan se sonrojó levemente antes de añadir – Creo que Lupin no podrá quejarse de la compañía -.

- No pensaba hacerlo – rió él – Podría ser peligroso dado que estoy en minoría -.

Así se pusieron en marcha hacia las tiendas, Lucy contándole a Lily todo el culebrón de Florence; Susan y Remus divagando acerca de las tribus de hombres lobo europeas.

Sirius vio entrar al curioso cuarteto en la papelería justo cuando él y Peter abandonaban la tienda de quidditch. Era triste pasar el último día de esparcimiento de ese curso sin tus mejores amigos, sobre todo porque Peter no era la compañía más estimulante del mundo.

- Es todo muy raro – opinó el ratonil muchacho -, eso de no estar los cuatro juntos -.

- Nos reuniremos en las Tres Escobas; Claudia dejará libre un rato a James y ya sabes que Remus no es capaz de estar enfadado demasiado tiempo – dijo Sirius con su acostumbrada seguridad – Hasta entonces busquemos algún entretenimiento -.

- Black -. Deyanira soltó un instante la mano de Olivier para acercarse a su compañero de equipo – Althea anda buscándote, creo que tenía prisa por hablar contigo -.

- Eso es que ya se le ha pasado el enfado – sonrió él.

- Yo no estaría tan segura, Black, en su lugar yo te habría dejado claras unas cuantas cosas hace tiempo -.

- Demos gracias entonces porque sea Mercury y no yo quien sale contigo -.

Deyanira puso los ojos en blanco y regresó con Olivier.

- Salir con un chico le está reblandeciendo el carácter, antes me habría soltado unas cuantas burradas – comentó Sirius.

- Oye, si vas a ir con Willow yo me voy con Remus y las chicas, paso de convertirme en sujeta velas – dijo Peter y fue corriendo a la librería.

Sirius no presentó ninguna objeción al respecto. Se miró en el cristal del escaparate, acomodando su pelo para que le cayese un poco sobre los ojos en un look ligeramente desenfadado. Como James, él también lucía ropa muggle: vaqueros y polo color índigo, aunque ahí acababan las semejanzas. Cruzó la plaza silbando, contento al percibir todas las miradas femeninas del entorno posadas en él, eso significaba que estaba listo para hablar con su bonita vidente.

Thea, Selinda, Guinevere y Anne conversaban alegremente, sentadas en unas piedras a las afueras del pueblo, cada una con un gran helado. Las bolsas de las compras de la mañana descansaban en el suelo.

- Dos meses tampoco dan para mucho – decía Anne – Haces un viaje y en cuanto regresas te toca ir a comprar los libros para el curso siguiente. A veces tengo complejo de presidiaria -.

- Lo vuestro son vacaciones, así que no protestéis, que a mí me toca proseguir con mi instrucción en Delfos -.

- Sí, pobre -.

- Algún año nos tienes que invitar a visitarte, dicen que los griegos son muy guapos – dijo Guinevere, desencadenando risitas cómplices.

- Es un mito, no hay ni más ni menos chicos guapos que en otros países – negó Althea – Aunque hay algunos que se merecen una estatua en el museo -.

- Gracias -.

Las cuatro muchachas se voltearon para descubrir a un sonriente Sirius acercándose, cámara lenta, melena al viento. Es un verdadero problema enojarse con un chico que te altera las hormonas de manera tan poco saludable. Thea sabía que estaba mirándole embobada, pero lo de sus amigas era mucho peor, estaban al borde de ponerse a babear hasta morir deshidratadas y eso fue lo que le ayudó a reaccionar.

- Piérdete Black – gruñó Thea, imitando a la perfección el tono de voz de Deyanira.

- Danforth dijo que querías hablar conmigo -.

- Supongo que ahora es tan buen momento como cualquier otro -. La joven pitonisa se incorporó, dejó su helado en manos de Selinda y encaró al atractivo gryffindor – Ya no soy tu novia -.

- ¿Qué? -. Aquello sí que no se lo esperaba Sirius.

- Además de ligón compulsivo, eres sordo e idiota. Repito: tú y yo ya no estamos juntos, ni salimos, ni somos novios ni nada que se le parezca -. Le cogió una mano y le puso allí el colgante del cisne – Aquí tienes, para que se lo regales a una de tus conquistas -.

- Pero Thea... -.

- No quiero más disculpas Sirius, no quiero que prometas cosas que no puedes cumplir. Te he dado más oportunidades que días tiene el calendario y estoy harta, así que, hasta que no se te pase el síndrome de enrollarte con todo aquello que use falda, a mí ni me mires -.

Sus tres amigas estallaron en aplausos y vítores. Sirius apretó el colgante en su puño, lanzó una sombría mirada a su nueva ex novia y dio media vuelta para regresar a las calles de Hogsmeade.

- Thea, eres mi heroína, jamás creí que vería a alguien rechazar a Black – comentó Guinevere.

- ¿Thea? -. Selinda se levantó y fue junto a su compañera, para descubrir sus ojos amatista anegados en lágrimas.

James miró añorante la soleada calle, le sorprendió ver pasar a Sirius con gesto hosco como si pensara descuartizar a alguien.

- James¿qué te parece? -.

El muchacho devolvió su atención al interior de la tienda de ropa, donde hacía más de dos horas que Claudia se probaba túnicas y vestidos. Ahora llevaba una vaporosa túnica verde lima que se ceñía con una cinta más oscura.

- Ya te lo he dicho, da igual lo que lleves puesto, te ves bonita – sonrió él.

- Sólo lo dices por obligación -. La slytherin se cruzó de brazos – Te ordeno que me digas la verdad de lo que estás pensando -.

- Eres muy bonita y todo te sienta bien, pero llevo aquí más de dos horas y mi cerebro empieza a resentirse como para ser más creativo en los elogios – respondió James – Por Merlín, Claudia, vamos a tomar unas cervezas o un helado -.

Ella cedió ante las suplicas de su desconsolado esclavo. Pagó aquellas prendas que más le gustaban y le endosó las bolsas al muchacho que, a pesar de convertirse en mula de carga, se mostró feliz de salir de allí.

- Potter... James... -.

La pareja de buscadores aguardaron a que Selinda llegase a su altura, sin aliento y su regordeta cara roja por una prolongada carrera.

- ¿Habéis visto a Lily? – jadeó.

- No, ni señal de ella en toda la mañana. ¿Ha ocurrido algo? – se interesó James.

- Cosas de chicas – respondió evasiva – Si la veis, decidle que salga del pueblo por la calle de la heladería y me busque, hasta luego -.

- Hasta luego... -. El chico la observó hasta que se perdió en una esquina.

- Los leones a veces tenéis comportamientos de lo más raro, es obvio que algo ha tenido que pasar para que busque a Evans de esa manera – comentó Claudia - ¿Quieres ir a curiosear? -.

- No es mala idea -.

Los buscadores no se percataron de las gélidas miradas que recibieron mientras subían la calle.

- Es una ofensa -.

- Una traición -.

- ¿Y tú no dices nada? -.

Snape alzó la mirada de las monedas que estaba contando, echó un vistazo a Potter y Rookwood, y volvió a centrarse en sus ahorros.

- Patéticos – gruñó – En vez de berrear como dos críos, deberíais estar intentando ganaros a Rookwood para tener acceso a Potter -.

Wilkes y Avery fruncieron el ceño. No les gustaba su avinagrado compañero, pero contaba con la protección del ausente Malfoy y de Lestrange.

- Tengo que comprar -.

Los dos slytherins dejaron que se marchase. Snape tampoco apreciaba a sus "amigos"; aborrecía su compañía, sus constantes discusiones sobre "el grupo", la limpieza de sangre y Voldemort. Su semblante se tornó más lóbrego aún al recordar el entierro de su madre, la concentración de magia oscura por metro cuadrado fue tal que bastó para ponerle enfermo; todos aquellos magos y brujas de impecables linajes, con los corazones tan negros como los ropajes que vestían, sólo él estaba allí para acompañar a la difunta mientras los demás se concentraban en discutir de política y las futuras acciones a emprender por los mortífagos. Fue su presentación en sociedad, su padre le exhibía como la gran promesa dentro de la organización y él no tenía otro remedio que bloquear sus emociones, escudarse tras la máscara de acritud y desdén; una máscara que, sin que él se diera cuenta, empezaba a calar en su interior convirtiéndose en su nuevo yo.

Abrió la puerta de la vieja librería y casi empotra a un muchacho bajito. Bastó una mirada amenazante para que Pettigrew saliera disparado a esconderse entre las estanterías. Snape empezó a curiosear entre los ajados libros a la caza de algo que mereciera la pena comprar. Tomó un grueso volumen sobre nigromancia, revelando al otro lado una espesa melena pelirroja; maldijo en silencio¿por qué tenía que tropezarse con ella a todas horas?.

- Mala elección -.

Lily levantó sus ojos verdes del libro de hechizos y sonrió a través del hueco dejado por el libro.

- ¿Por? -.

- Anticuado, nunca compres nada de Emma Grundey -.

- Ya lo sé para la próxima -. Lily devolvió el libro a su sitio.

Snape retrocedió para tomar un ejemplar que le había llamado la atención y se lo ofreció a la muchacha.

- Compilación de Hechizos de Vania Velikovsky – leyó ella antes de ojear un poco las páginas – Impresionante, no conozco ni la mitad de lo que hay aquí. Gracias -.

- Sólo hazme un favor, usa unos cuantos con Potter -.

Aquel arranque de sentido del humor resultó inesperado. Lily emitió una espontánea risita que hizo sonreír brevemente al sombrío slytherin, momento que escogió Remus para aparecer seguido de Peter. El joven licántropo pretendía encontrar a Lily para evitarle el mal trago de toparse con los insultos del slytherin, lo que menos podía imaginar es contemplar semejante escena¿tan buenas migas habían hecho esos dos durante el baile?. Peter, vista la situación, hizo mutis por la izquierda y decidió esperarles fuera de la tienda.

- Hola Snape – saludó afablemente.

- Lupin – correspondió con sequedad el otro, a todas luces molesto con la interrupción.

- ¿Has encontrado algo que te guste? – le preguntó Remus a Lily, en un intento de capear el incómodo momento.

- Éste es genial, ya que no he dado con nada de Luanna -.

- ¿Luanna¿la druida? – interrogó el slytherin.

- Ajá¿la conoces? -.

- Un poco; no sabía que andarás inmiscuyéndote con la magia druídica -.

Lily meditó la contestación; por un lado no quería revelar ante Lupin que Snape había sido quien la llevó a la enfermería tras el incidente con los slytherins, por otro no quería que Severus se enterase de su investigación acerca de los poderes que desató en aquella ocasión.

- Dumbledore me prestó un libro de Luanna, ya lo he terminado y ando buscando otro -.

- No hay otro – dijo Snape.

- En pleno medioevo no es raro que no pudiera escribir más libros, era muy costoso hacer una tirada de ejemplares porque había que copiarlos – comentó Remus.

- Me refiero a que el libro que tiene Evans es el único libro de Luanna – precisó el slytherin, demasiado sorprendido para mostrarse desagradable – Por las referencias que conozco de él, es como una especie de diario. Se guarda en la biblioteca privada del Wizengamot y jamás se saca de allí -.

Lily se había quedado blanca de la impresión. Era consciente que el diario era muy valioso, aunque jamás imaginó que lo fuese tanto; ahora se alegraba de esconderlo cada noche y nunca llevarlo fuera de la Torre Gryffindor.

- ¿Qué trata el libro para que sea tan importante? – preguntó Remus, picado por la curiosidad.

- Luanna era una druida empática con la naturaleza, cuenta sus teorías de cómo la magia se conecta con nuestras emociones – resumió Lily.

- Es ridículo, una soberana estupidez -. Snape rodeó la estantería para hablar cómodamente con los dos gryffindors – No se puede dominar la magia de esa forma. Un arranque de miedo o ira puede ayudar a un mago a focalizar su poder, pero aún así los resultados son siempre impredecibles; por ese motivo se crearon las varitas, como elemento de canalización y control, se usan incluso con los Hechizos No Verbales -.

- Algunos druidas no usaban varitas – objetó Lily.

El slytherin hizo un gesto desdeñoso.

- Unos inútiles pacifistas que fueron arrasados por los muggles, o acabaron por disolverse ante los magos y brujas que adoptaron la varita y consiguieron hacer frente durante toda la Edad Media a las persecuciones -.

- Esa es una visión muy cruda – dijo Remus.

- Es la verdad, por mucho que los muggles intenten enmascararla con cuentos de princesitas y caballeros que luchan contra dragones -. Snape agarró su libro de nigromancia y se encaminó hacia el mostrador para pagar – Fue una masacre. Cuando los guerreros celtas ya no pudieron protegerlos, los druidas murieron defendiendo sus bosques sagrados ante los invasores, familias enteras. Hay narraciones que hablan que hubo una noche en que la lluvia dejó de ser agua para convertirse en sangre -.

Lily se estremeció al imaginarlo.

- En serio¿qué tipo de padres educan a su hijo en las matanzas de siglos pasados? – comentó el rubicundo gryffindor.

- Supongo que muchos de los que defienden la sangre limpia usarán como excusa para su odio ese tipo de hechos históricos -.

- Es estúpido, la Historia está para aprender de ella y no para usarla como arma -.

- ¡Lily, por fin! -.

Los dos gryffindors dieron un bote del susto que se llevaron. Selinda estaba en la puerta acompañada de Peter.

- ¿Qué pasa? -.

- Es Thea, sé que habéis discutido pero creo que tu compañía la hará bien, ha roto con Black -.

- Oh, demonios -. Lily soltó el libro de hechizos – Llévame con ella -.

Remus agarró a Peter del cuello de su túnica al ver que pensaba seguir a las chicas.

- No, mi pequeño amigo, tú y yo buscaremos a Sirius para encargarnos que no haga una tontería de las suyas -.

- Ha tenido tiempo más que de sobra para hacer unas cuantas – gruñó Peter.

- No tanto, Sirius primero se deja dominar por el enfado, grita y destroza algunos muebles, es después cuando busca objetivos humanos – razonó el licántropo.

- Me niego a presentarme como objetivo -.

Lupin sacudió la cabeza. A veces Peter podía ser exasperante.

Para entonces, Selinda y Lily llegaban al lugar dónde la primera dejó a Thea con las ravenclaws, sólo que se habían añadido dos personas más: James, marginado socialmente con un montón de bolsas a varios metros de las chicas, y Claudia arrodillada junto a Thea despotricando acerca de los tíos siendo apoyada por Guinevere y Anne.

- Llega la caballería – bromeó James, que encontraba encantadora la blusa y falda hippies de la chica – A ver si pones algo de orden, Evans, me temo que a Rookwood le ha salido la vena feminista justiciera -.

- Para empezar no tendríais que estar aquí – replicó Lily.

- Tranquila, que yo no tengo la culpa del estado de Willow -.

- No, lo tiene tu amiguito Sirius, alias "me tiro a todo lo que pueda usar vestido" -.

- He hablado seriamente con él al respecto, y Remus también – afirmó James ceñudo – Nosotros no podemos hacer más, es su vida -.

- Podríais probar a caparle, a ver si se le reducen las hormonas -.

James soltó una carcajada que desencadenó burbujitas en el estómago de Lily.

- Ah, no, ese placer se lo dejo a tu amiga pitonisa -. Le guiñó un ojo – Althea me cae muy bien y el comportamiento de Sirius no tiene excusa -.

La pelirroja optó por no seguir la conversación y se acercó a su mejor amiga. Thea miraba al infinito con la cara mojada por las lágrimas, demostrando que, a pesar de todo, seguía queriendo a Sirius. Cualquier rastro del enfado entre ambas se borró al instante, cuando Lily abrazó a Thea y está se echó a llorar escondiendo el rostro en su hombro.

- Le he dejado, Lil -.

- Lo sé, Selinda me lo ha contado -.

- Le di muchas oportunidades... -.

- Lo hiciste -.

- Pero seguía yéndose con otras chicas... no podía soportarlo... las miradas, los comentarios... -.

- Es un cerdo -. Lily miró al público asistente - ¿Os importa dejarnos solas? -.

- No hace falta ser desagradable, nosotras hemos estado haciéndole compañía hasta ahora – replicó Claudia – Y es probable que entendamos mejor a Willow, ya que tú tienes tanta facilidad para romper con los chicos y quedarte tan feliz -.

- ¿Qué has dicho? -.

Claudia había visto cómo la expresión de James se iluminaba sólo con ver a Lily; odiaba no obtener de él la misma reacción, esas sonrisas pícaras que parecía reservar para fastidiar a la pelirroja.

- Lo que oyes, usas a los tíos y luego los tiras, no soportas saber que no puedes controlarlos – entrecerró los ojos -, y no controlar una situación es algo que te saca de quicio, Evans -.

- No soy yo la que ha recurrido a subterfugios para cazar a un chico -.

- Ni yo la que se ha liado con uno de los amigos del tío que me gusta porque no puede tenerle a él -.

¡Plaf! La bofetada casi hace caer a Claudia al suelo, se llevó la mano a la mejilla enrojecida como si no pudiera creerse lo que acababa de pasar. James, que no había conseguido oír nada, estaba flipando en colores; ¿esas dos no eran pseudoamigas, y mira que podía ser agresiva Evans, por Merlín, que alguien le explicase la mentalidad femenina porque él se daba por perdido.

- Coge a tu perrito faldero y vete de aquí, antes que empiece a recurrir a la magia, víbora – amenazó Lily.

- Esto te costará caro, Evans, muy caro -.

La slytherin giró sobre sus talones e hizo que James recogiera las bolsas para marcharse. El chico se despidió con un gesto de la mano y fue tras su dueña intentando sonsacarle el por qué del guantazo.

- Ha sido una locura Lily – rió Thea, hecha una pena tras la llorera -, pero también ha sido tremendamente divertido -.

- Esa lagarta intentará hacerte daño – asintió Guinevere.

- Procuraremos estar alertas a cualquier cosa -. Anne se encogió de hombros – Quien sabe, quizás por fin sirva de algo que Jorkins pertenezca a nuestra Casa -.

- Gracias chicas... volvamos al pueblo; Susan y Lucy iban a reservar mesa en las Tres Escobas y deben estar preocupadas por nuestra tardanza – decidió Lily.

- Hum¿el grupo reunido de nuevo? – sonrió Selinda.

- Siempre que consigamos que Kath salga del club de Gobstones y separemos a Nira de Olivier más de cinco minutos -.

- De la boca de Mercury, querrás decir, Lily – ironizó Thea.

Las cinco amigas rieron y emprendieron camino a las Tres Escobas.

Justo en la otra punta del pueblo, un atractivo muchacho renegaba en voz baja y daba ocasionales patadas a un inocente árbol, el mismo que hasta hacía poco aporreaba como si quisiera arrancarlo de cuajo del suelo. Era imposible, Thea no podía haberle dejado, no a él.

- Vaya Black¿acaso quieres que Hagrid te adopte, por eso te comportas como una bestia descerebrada? -. Snape esbozó una maliciosa sonrisa ante la iracunda mirada gris – No, cierto, éste es tu estado natural -.

Una presa. Sirius se apartó el pelo de los ojos con un brusco movimiento de cabeza, la misma velocidad de su mano al tomar la varita de la parte posterior de sus pantalones. Snape lo esperaba, por eso los maleficios se cruzaron en el aire, chisporroteos luminosos que pasaron desapercibidos ante la intensidad del brillo solar. Ambos chicos conocían un escandaloso reparto de maldiciones y no dudaron en usar las más dañinas.

- ¡Repeldio! -.

El encantamiento impacto en los combatientes lanzándoles a más de cinco metros el uno del otro y sin posibilidad de acercarse.

- Ni se os ocurra usar la varita, cualquier maleficio se volverá contra vosotros – advirtió una serena voz.

- Esto no es asunto tuyo, Remus – gruñó Sirius.

Snape se incorporó con la túnica negra desgarrada en algunos puntos, revelando cortes y moratones. Más grave parecía la quemadura en su brazo izquierdo.

- Continuaremos otro día, Black, has tenido suerte que tus amiguitos te hayan rescatado – dijo el slytherin antes de marcharse.

- ¡Suerte la tuya, pelo grasiento! -.

La verdad es que Sirius no había salido mucho mejor parado del encuentro. Aferraba su hombro derecho y un feo corte le cruzaba la frente; Peter contemplaba las heridas con una mezcla de pavor y admiración.

- En cuanto te dejamos solos te metes en líos, Sirius – suspiró el licántropo - ¿Cómo has acabado batiéndote en duelo con Snape? -.

- Me ha llamado bestia descerebrada -.

- Te dejas provocar con demasiada facilidad -.

- Hay factores que tú desconoces -.

- Que Willow rompa contigo no significa que tú le rompas la crisma al primer slytherin que te cruces -.

Durante un segundo Sirius se quedó pasmado para, al siguiente, empezar a despotricar mezcla en inglés y francés.

- ¿Sabes, ahora mismo creo que "bestia descerebrada" coincide perfectamente con lo que eres -.

- Remus, no empieces con los sermones en plan madre, es lo último que necesito para terminar de arruinar el día -.

El rubicundo muchacho tuvo que hacer acopio de toda su paciencia para no arrearle un puñetazo a su amigo.

- Un sermón no basta para expresar lo que pienso – le espetó por fin – Eres el ser más infantil sobre la faz del planeta¿sabes lo que te puede pasar por usar la varita fuera del colegio para pelear, significa la expulsión directa -.

- No si no me pillan -.

Peter hizo una mueca de dolor solidarizándose con el golpe que acababa de recibir Sirius, sobre todo porque le dio de lleno en el hombro lesionado. Silenciosas lágrimas de agonía escaparon al control del chico, que se dobló sobre sí mismo sujetándose el hombro como si se le fuese a caer.

- Perdona Sirius, no era mi intención – se lamentó Remus.

- Lo sé – gimió él – Snape me lo dislocó con un maleficio... pero yo le achicharré el brazo -.

- Vamos al médico, deben colocarlo cuanto antes -. Lupin se giró hacia su otro compañero – Peter, ve a las Tres Escobas e informa a James para que no se inquiete. Nosotros acudiremos en breve -.

- De acuerdo -.

Sin embargo, Peter no halló ni rastro de James en las Tres Escobas. Comprobó la hora... era la correcta.

- ¡Peter! -.

Por encima de las cabezas del atestado local, el chico alcanzó a descubrir a una pelirroja llamándole subida a un taburete. Se abrió paso hasta llegar a ella, para encontrarla rodeada por su grupo de amigas al completo.

- ¿Dónde has perdido a Remus? – preguntó Lily.

- Sirius se ha peleado con Snape y Remus le ha llevado al medimago con el hombro dislocado. ¿Habéis visto a James? -.

- No – respondió Susan, echando una suspicaz mirada a la pelirroja que parecía a punto de echar humo. – La última vez que le vimos estaba con Rookwood -.

- Si le veis contadle lo que ha pasado – solicitó el regordete muchacho antes de salir del local – Daré un vuelta a ver si le encuentro y luego iré a la clínica -.

El grupo de chicas se giró hacia Lily en diversos grados de interrogación.

- ¿Se puede saber qué rollo te traes con Potter? -.

- Ninguno, Lucy -.

- Lily le gusta a Potter, y él a ella, pero como también es un idiota descerebrado del estilo a Black pues prefiere mantenerle apartado... cosa en la que ahora yo la apoyo incondicionalmente – explicó Thea – Los chicos son todos iguales, hormonas con patas, y nosotras tontas por quererles -.

- Hay un dicho por ahí que dice que se nos creó hermosas para que ellos nos amasen e idiotas para poder amarles – sonrió Susan.

Lily recordó el beso de James y esbozó una tonta sonrisa. ¿Qué intentaría Claudia contra ella, o peor ¿le haría algo a James?.

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N. de A.: Perdón por el retraso, ando de lo más ocupada y diversificada XP. Estoy trabajando en tres fics al tiempo y me ha llegado la temporada de exámenes. Avisar por aquí que, como ya no se puede contestar a los reviews, he creado un diario virtual para seguir haciéndolo, la dire está en mi profile. Un saludo a todo el mundo.