N. de A.: (La autora se esconde detrás del teclado de su ordenador en un intento por sobrevivir a las pedradas de sus lectores por desaparecer tanto tiempo)
Lo sientoooo ToT, entre la falta de tiempo y mi afición por Naruto he dejado muy abandonaditos mis fics en otras secciones. Por ello, quiero dedicar el capi a todos los que habéis esperado con más o menos paciencia la actualización, a mis lokas de BCN, Alcalá y México y a Fran porque fue su cumple y no le felicité antes por perra y no mirar los avisos del mail.
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Libertad a medias
El duelo de Sirius y Snape pronto fue de dominio público, aunque afortunadamente no llegó a oídos del profesorado. El rebelde gryffindor siguió con un terrible humor de perros por su ruptura con Althea, a la mínima que alguien le provocaba ya tenía la varita en la mano y el maleficio en la boca, por lo que se pasaba casi todas las tardes castigado. Remus ya no sabía qué hacer y el hecho de que James se hubiese vuelto autista de la noche a la mañana tampoco ayudaba.
- ¿Que hace qué? -.
Remus jugueteó con su cena, sin ocultar su agria expresión a la pelirroja.
- No habla con nosotros. Sólo le vemos en clase, durante las horas libres desaparece hasta la hora de dormir. Sé que es Rookwood quien le ha impuesto ese aislamiento, pero yo sólo no puedo hacer nada -.
- Sirius sigue enojado -.
- Ha pasado a la siguiente fase, deprimirse – ironizó Remus – No me importa reconocer que James es nuestro líder, porque en cuanto a él le pasa algo el grupo se desmorona. A Peter le da confianza, a Sirius le centra y a mí... – bajó la voz - me hace olvidar que soy diferente. Estoy a punto de sufrir pesadillas imaginando lo que puede estar tramando Rookwood para mantener a James alejado de su Casa tanto tiempo, y el estrés de los exámenes no ayuda -.
- Sólo quedan diez días para que termine el pacto de servidumbre – le recordó Lily, intentando animarle – Tú concéntrate en sacar buena nota, agobiándote no vas a conseguir nada -.
- Chicos... -.
Remus sintió un brusco tirón en su túnica, iba a regañar a Peter porque casi le tira el agua por encima, cuando descubrió aquello que contemplaba su regordete amigo junto con medio colegio... y entonces sí que se le cayó la copa de la mano.
- ¿Qué pasa con...? -. Lily se giró en el asiento y el aire se congeló en sus pulmones.
¿¡Claudia y James besándose en plena entrada al Comedor?
Althea, que había pasado casi toda la cena hablando con Deyanira, agarró a Lily de la mano derecha al sentir como la ira y los celos nublaban el juicio de su mejor amiga. Lily echaba chispas; ella había recibido el primer beso de James y ahora él creería que se lo había dado esa arpía slytherin.
- Lily, tranquila – susurró Thea – Respira hondo. No pasa nada -.
- Seguro que Rookwood le ha ordenado que lo haga – añadió Remus.
James y Claudia fueron cada uno a su mesa. Los gryffindors murmuraban cuando su exitoso buscador tomó asiento. Sirius miró a su mejor amigo como si acabase de tragarse un saco de bubotuberculos.
- ¿Eres idiota o es que compartes genes con pelo grasiento? ¡has besado a una slytherin! -.
- ¿Y? -. James sonreía mientras se servía patatas en su plato – Es una chica estupenda -.
Sirius se estiró por encima de la mesa y tomó el pulso a James, le observó las pupilas y comprobó su temperatura... para luego arrearle un collejazo.
- ¡Ay, ¡animal! -.
- No pareces estar bajo los efectos de un filtro amoroso... ¿en tu familia hay algún caso de gilipollez congénita? -.
- Deja de decir burradas, Sirius -.
- Dejaré de decirlas cuando tú dejes de hacerlas, ¿acaso tengo que recordarte que a ti te gusta otra persona? -.
- Me gustaba, tiempo pasado, ahora estoy con Claudia -. James dio un trago de su copa – Ella no me lanza maldiciones y se ríe con mis chistes -.
- Hermano, esa víbora te ha hecho algo y pienso averiguar el qué -.
- Perderás el tiempo, pero haz lo que quieras -.
Un destello. Sirius juraría que había visto algo en los ojos de su amigo, apenas durante un segundo, algo inquietante. Contempló el anillo de plata y frunció el ceño.
- Te ayudaré, como que me llamo Sirius Black -.
Dicho esto, el rebelde gryffindor se levantó y abandonó el Gran Comedor. Remus y Peter no tardaron en salir tras él.
- ¡Sirius, Sirius! -.
- ¿Qué? – inquirió él , sin dejar de andar con pasos apresurados.
- Somos un equipo, ¿recuerdas? -.
Se giró para toparse con la sonrisa de Remus y la cara indecisa aunque curiosa de Peter.
- Tú tampoco te crees el numerito de la parejita feliz, ¿eh? -. Sirius esbozó una media sonrisa.
- Ni por un momento – afirmó Lupin - Si algo sé es que James es demasiado gryffindor como para salir con una chica que no sea de su propia Casa y, mucho menos, de Sly -.
- Necesitaremos la Capa, conozco un libro muy útil pero está en la Sección Prohibida -.
- No tenéis que entrar allí -.
Los tres gryffindors se giraron para encontrar a Lily, con gesto siniestro, y a Althea, que procuraba ignorar la presencia de Sirius.
- ¿Qué quieres? – preguntó Sirius, frunciendo el ceño.
- Ayudar – dijo la pelirroja – En uno de los libros que me presta Flitwick hay un encantamiento que puede bloquear los efectos del anillo de control -. Entrecerró sus brillantes ojos esmeralda – Si Potter no se quita el anillo puede fingir que sigue bajo el poder de Rookwood y devolverle el golpe -.
- Suena bien, ¿no? – sonrió Peter.
- ¿Y tú qué sacas de todo esto, pelirroja? – interrogó Sirius, perspicaz.
- Ayudar a Remus, anda desquiciado por todo el asunto y no quiero que las notas de mi mejor amigo empeoren... además me siento en parte responsable, yo acepté el trato de Claudia, de no ser por mí James no habría perdido ante ella en el partido -.
- ¿Puedes realizar el encantamiento esta noche? -. Remus apoyó una mano en el hombro de Lily, su expresión era de profundo agradecimiento.
- Por supuesto, no hay problema – asintió ella – Os espero en la Sala Común, bajad a avisarme cuando James se haya dormido -.
Sirius echó un último vistazo a la silenciosa Thea antes de marcharse con sus dos compañeros.
- Odio cuando me mira así -. La vidente se abrazó a sí misma – Me tiemblan las piernas -.
- Cara de perrito abandonado made in Black -.
- ¿En serio puedes bloquear la maldición del anillo? -.
- Lo sabremos en breve – sonrió Lily.
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- Claudia -.
La chica alzó el rostro de su cena, acababa de sentarse a su lado la Reina de Slytherin. Rosalind hizo mutis por la izquierda ante la sola mirada de Bellatrix.
- ¿Qué quieres, Black? -.
- Por favor, Rookwood, la ingenuidad no es un defecto que abunde en nuestra Casa, así que no te hagas la idiota -. La voz de Bellatrix resultaba espléndida en sus matices, e igualmente peligrosa.
- Quieres información sobre Potter -.
- Más específicamente sobre lo que hay entre él y tú -.
Claudia sonrió ladinamente. Dos podían jugar al mismo juego.
- Todo el mundo lo sabe, sería una lástima que fueras tan idiota de no conocer los detalles -.
- No juegues conmigo, niñita, te aseguro que no es buena idea ofenderme -. Bellatrix le cogió brevemente de la barbilla y sonrió dulcemente, tan dulce como un bombón envenenado – Habla -.
- Es mi mascota, mi capricho – contestó Claudia, maldiciéndose al notar un leve temblor en su voz. – Dentro de diez días el anillo perderá su poder y dejará de obedecerme -.
- ¿Y el beso? -.
- Sólo es para fastidiar a Evans -.
Bellatrix entrecerró los ojos, grises y fríos como pedernal.
- Interesante. Esta noche nos reuniremos unos amigos en la Sala Común, a eso de las doce, me encantaría que te unieras a nosotros -.
- Ah, allí estaré -.
- Espléndido -.
La hermosa slytherin regresó a la parte de la mesa donde se congregaban los mayores. Claudia no conseguía dejar de temblar; para disimular retomó sin hambre su cena, adquiriendo una pose a medio camino entre el enojo y el hastío. Como aquello no le convencía ni a ella misma, decidió abandonar el Gran Comedor; fue al incorporarse cuando, por accidente, su vista recayó en Snape, descubriendo la misma expresión que ella debía lucir en ese instante. Los ojos oscuros dejaron de contemplar a la pelirroja, pero Claudia ya había sumado dos más dos.
Salió del Comedor para reunirse con James al pie de la escalinata de mármol.
- ¿Ocurre algo? -.
Rookwood no pudo evitar una mueca sorprendida. Allí estaba James, sentado en un escalón como ella le había ordenado, sin poder hablar con nadie de su Casa y fingiendo ser su enamorado por esas mismas órdenes, y aún así parecía mostrar una genuina preocupación por ella. ¿Por qué no podía quererla a ella en lugar de a Evans?.
- ¿A qué te refieres? -.
- Tengo cierta experiencia a la hora de saber cuando alguien no se siente bien o sufre sobrecarga de problemas, pero se niega a reconocerlo – dijo el chico, limpiando sus gafas antes de volver a ocultar sus últimamente apagados ojos castaños tras ellas de nuevo – Toda la energía que tenías cuando llegamos a cenar se ha volatilizado -.
- Es un asunto privado – gruñó disgustada.
- Los asuntos privados con Bellatrix no pueden ser nada bueno, Claudia -.
La chica dio un respingo involuntario.
- Me voy a dormir, estoy molido -. James se levantó y le dio un sencillo beso en los labios a su dueña.
- James -.
- ¿Sí? -.
- ¿Tú... me odias? -.
Pensativo, James se llevó una mano tras la cabeza.
- Supongo que no, podré estar más o menos enfadado por el numerito que me has montado de no hablar con mis amigos y eso, pero es difícil odiar realmente a alguien, eso creo – concluyó con una ligera sonrisa.
- ¿No odias a nadie, ¿ni siquiera a Snape? -.
- Ni siquiera a pelo grasiento – reconoció el muchacho – No le soporto, es el ser más despreciable que conozco, pero de ahí a odiarle hay bastante... creo que más bien le compadezco. ¿Algo más? -.
- No, nada, buenas noches -.
- Hasta mañana -.
Claudia tomó el camino de las mazmorras hecha un lío. James subió hacia la Torre Gryffindor; estaba deseando que pasasen los últimos diez días de su condena, echaba de menos a sus amigos, sobre todo las payasadas de Sirius, además su hermano estaba hecho picadillo tras su ruptura con Willow.
Con sonrisa desganada, cruzó la Sala Común y subió a su dormitorio; no miró a sus amigos y agradeció que esta vez no le acosaran a preguntas, se metió tras las cortinas de su cama, donde se desplomó y quedó instantáneamente dormido.
- ¿Estás seguro? -.
- Que sí, Remus, que está dormido -.
- Ya sabes que es un poco noctámbulo y... -. El licántropo guardó silencio ante la mirada amenazante de Sirius – Bajaré a por Lily -.
- Eso, baja -.
Remus apareció en la Sala Común con su pijama de rayas. Lily se giró en el sofá al escuchar las pisadas, llevaba su bata verde oscuro y un libro descansaba sobre sus piernas.
- ¿Ya? -.
- Sí, y será mejor que nos apuremos, Sirius está de un insoportable humor de perros hoy -.
Lily saludó con una sonrisa a Peter y a Sirius cuando entró en la habitación, no podía evitar ponerse algo nerviosa al entrar en un sitio que le estaba vedado.
- ¿Dónde está? – susurró ella.
- La de las cortinas echadas – señaló Peter.
Apartando un poco la tela, Lily echó un vistazo. James dormía boca abajo, sin gafas, con su pelo despeinado, y un puño relajado sobre la almohada junto a su rostro, parecía encontrarse en perfecta armonía con el universo igual que un niño pequeño. "Adorable" fue la palabra que acudió a la mente de Lily, aunque la borrase a la misma velocidad.
- Bueno – susurró sin mirar a los otros -, ahora no me interrumpáis; el encantamiento no es sencillo y no me apetece cometer un error y acabar en el hospital -.
- Tranquila, estaremos quietos – prometió Remus, e hizo a sus compañeros sentarse en el suelo a cierta distancia para no agobiar a la pelirroja.
Lily desenfundó la varita y sostuvo el libro abierto con la otra mano. Respiró hondo un par de veces, concentrándose. Alzó el brazo y empezó a trazar amplios círculos en el aire con la varita, al tiempo que empezaba a pronunciar palabras con una voz que no parecía la suya.
O la go la
Del día al día
O oiche go oiche
De la noche a la noche
Dan y dwr, galwaf i.
Desde lo profundo de las aguas, te convoco.
na scéalta nach mbeidh a brón'
por el dolor que no volverá a ser.
La primera vez que lo recitó, la varita creó un rastro de luz rojiza; la segunda, ella misma empezó a resplandecer; la tercera, hizo girar la varita sobre el durmiente de manera que todo el halo se concentró sobre el anillo, la plata se incendió como si estuviera en llamas durante un instante y luego todo quedó en calma. Lily cayó de rodillas, pálida y exhausta.
- ¿Te encuentras bien? -. Remus parecía haberse materializado a su lado.
- Sí, no es nada -.
James se removió en sueños a causa del pequeño alboroto. Lily se apoyó en Lupin para levantarse y huyó trastabillando de la habitación antes que nadie reaccionara.
- ¿Ocurre algo, chicos? – gruñó James medio amodorrado.
- Nada, sigue durmiendo, mañana hablamos – dijo Sirius, agachándose para tomar el libro que Lily había dejado caer en su repentina fuga.
- Genial – dijo él y se dio media vuelta quedándose dormido casi al instante.
Peter cerró la cortina de la cama y miró interrogante a sus amigos.
- ¿Ha funcionado? -.
- Lo sabremos mañana – contestó Remus.
Sirius ojeaba el ajado volumen de Encantamientos, muy serio.
- ¿Sirius? – se extrañó el licántropo.
- Le llevaré esto a Evans, seguro que está afuera o en la Sala esperando -.
- Puedo llevárselo yo -.
- No Remus, déjame a mí, quiero darle las gracias por su ayuda -.
- Como quieras -.
El atractivo gryffindor no andaba desencaminado. Nerviosa, Lily aguardaba al pie de las escaleras retorciéndose las manos; se mostró sorprendida al ver que era Sirius el que aparecía y no Remus.
- Ten, esto es tuyo -.
- Gracias -. La chica tomó el libro y lo estrechó entre sus brazos, aliviada – Flitwick me mataría si... -.
- No es de Flitwick -.
Lily evadió los ojos de Sirius. Él era demasiado inteligente y ella no sabía mentir bien, así que prefirió callarse.
- ¿De dónde has sacado ese libro? – preguntó Sirius, implacable.
- No es de tu incumbencia – dijo, recurriendo a su escudo de insolencia.
- Evans, esos son Encantamientos de alto nivel, es más, muchos están prohibidos por el Ministerio -.
- No puedo decírtelo – musitó Lily; ¿cómo explicarle que ese era el regalo que Snape le hizo por su cumpleaños?.
- ¿No puedes o no quieres? -.
- ¡Black! – protestó ella.
- Tranquila, pelirroja -. Sirius esbozó una media sonrisa – Has ayudado a mi hermano, sólo por eso olvidaré mi descubrimiento -.
- ¿Descubrimiento? -.
- Hay una dedicatoria anónima en la primera página, "De un amigo a una amiga, feliz cumpleaños", un poco insulsa desde mi punto de vista -.
El rostro de Lily se ensombreció.
- Sí, fue un regalo, ¿y qué? -.
- Eso quiere decir que no quieres que conozcamos la identidad de esa persona... ¿es algún admirador y no quieres que James le destroce? – rió el chico – Entonces debe ser de otra Casa, quizás... -.
- Sirius, por favor... – suplicó ella, asustada de su línea de argumentación.
Esa seriedad. El rebelde gryffindor sintió aún más curiosidad, pero no le gustaba ser cruel, al menos no con Evans y no esa noche.
- Ya te he dicho que no te preocupes, tu secreto está a salvo, ni siquiera se lo contaré a Remus -.
- Gracias, supongo – suspiró Lily.
- Por cierto, eres buena, no se equivocan cuando te consideran una genio en Encantamientos, no muchos magos o brujas podrían realizar ese hechizo -. Hizo un gesto de despedida con la mano y remontó las escaleras – Hasta mañana, pelirroja -.
- Ah, hasta mañana -.
Lily regresó a los dormitorios de chicas, entendiendo un poco mejor por qué Thea pudo enamorarse de Sirius.
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James despertó al alba. Extraño. Últimamente, desde que portaba el anillo, su necesidad de dormir había aumentado y casi había que sacarle a patadas de la cama. Una lástima haber despertado tan pronto, recordaba retazos de un sueño: la imagen de Lily en el centro de un resplandor rojo dorado.
Abandonó el lecho y fue a darse una ducha, para después cambiar su ropa arrugada por una muda limpia. Se sentía distinto. Ligero. El espejo le devolvió una sonrisa entre soñadora y pícara que hacía casi un mes que no veía.
- Parece que funcionó -. Sirius estaba apoyado en el marco de la puerta, medio dormido, con su pijama negro y el escudo de armas de los Black a la izquierda de la camiseta; a parte de eso, parecía muy contento.
- ¿Funcionar, no entiendo -.
- Me hablas, eso es que conseguimos bloquear la maldición del anillo -.
James parpadeó, miró el aro de plata que seguía en su dedo, y sonrió ampliamente.
- ¡Hermano! -.
- ¡Waaaah! -.
Sirius se encontró tirado en el suelo con James encima suyo riendo a carcajadas.
- ¡Socorro, ¡Jamie quiere violarme! -.
- ¡Animal! -.
- Desbordáis energía – bostezó Remus.
- ¡Soy libre! -.
- Ya lo vemos, James, pero no hace falta que nos dejes sordos – protestó Peter.
- Aparta -. Sirius se lo quitó de encima de un empellón -, que pesas más que un dragón en brazos -.
- ¿Cómo lo hicisteis? – preguntó el risueño buscador.
- Eso es lo de menos – dijo Remus.
- Cierto, ahora debemos concentrarnos en vengarnos de Rookwood por tenerte secuestrado, abducido, pisoteado... -.
- Ya, Sirius, que no fue para tanto -.
Remus y Sirius le observaron perplejos.
- Va a ser que a éste le ha gustado lo de ser un esclavo y todo – comentó Peter desde su cama.
- ¿Por qué no quieres vengarte? Jooooo -.
- No seas tonto, Sirius, ahora que puedo volver a hablar con vosotros me da igual terminar la condena, además así chincho un poco a Evans -.
- Jamie, te recuerdo que ella es slytherin, aquello que has jurado repudiar, torturar y combatir hasta tu 7º año y más allá -.
- No juré tal cosa, quizá con respecto a Snape, pero nada más -.
- A Lily le va a dar un jamacuco – pensó Remus – Eso, o mata a James o a Claudia... o a ambos... y luego suicidio; típica historia de amor y violencia, perfecta para la página de sucesos de El Profeta -.
- Vamos a desayunar – concluyó el de gafas.
- Por fin algo coherente – celebró Peter – Hoy toca bizcocho -.
Bajaron a la sala común por separado, para mantener la ficción de que James seguía sin hablarles. Ellos entraron al Comedor, mientras él esperaba sentado al pie de la gran escalinata.
Claudia llegó tarde, con la expresión y el aspecto de quien ha sobrevivido a una catástrofe; ojeras, palidez y hombros caídos.
- Hum, ¿tú almohada se sublevó anoche? -.
- Casi no he dormido... tengo que hablar contigo -.
Buscaron un aula vacía. El chico se apoyó en la puerta, a caballo entre la curiosidad y la preocupación.
- James, voy a liberarte -.
- ¿Qué? -.
- Ha ocurrido algo... yo... ellos... mira, soy tan slytherin como el que más... pero... no puedo... -.
- Para -. James la sujetó por los hombros, sintiendo el temblor de la chica – Claudia, por Merlín, ¿qué te han hecho? -.
- Nada... aún -.
- Por quien habló ayer contigo y por cómo estás ahora me hago una ligera idea de lo que puede estar sucediendo – sonrió tranquilizador – No me cuentes nada, Black y Lestrange de seguro conocen formas nada agradables de saber si has abierto la boca. Obedéceles y no te preocupes por mí, no soy ningún niñito de primero -.
- Pero... -.
- Claudia, confía en mí -.
La slytherin parpadeó sorprendida. Potter estaba demasiado seguro de sí mismo, sabía que eso significaba que algo se le escapaba, pero la falta de sueño y el miedo le impedían razonar con claridad.
- Como sea, espérame en la puerta de las mazmorras después de cenar -.
- Allí estaré -.
Se fueron a sus respectivas clases sin desayunar. James tenía Hª de la Magia, perfecto desde cualquier punto de vista. Sacó pergaminos y pluma, dibujo rápidamente un mapa bastante completo de las mazmorras, aún les faltaba terreno por explorar pero las zonas más utilizadas las conocía de memoria. Sus neuronas se pusieron manos a la obra, fraguando uno de sus afamados planes.
Esa tarde, los otros tres gryffindors de 4º encontraron a su colega esperándoles en la habitación con el suelo lleno de pergaminos garabateados en diversos colores.
- ¿Te ha entrado la vena artística? – inquirió un socarrón Sirius.
- Algo así – James se encogió de hombros – A tu primita y a su perro faldero se les ha hecho la boca agua pensando alguna maldad que implica a Claudia y el poder que tiene sobre mí -.
- Ya decía yo que estaban tardando – suspiró él.
- ¿Cuál es el plan de contraataque? – preguntó Peter, contemplando los papeles.
James esbozó una sonrisa. Remus se estremeció. Ese gesto era el mismo que tenía cuando se le ocurrió lo de las doxys, lo que significaba que alguien o algunos acabarían en la enfermería.
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Claudia tenía órdenes de conducir a James a una mazmorra concreta después de cenar. Iluminaba el camino con la varita, escuchando a su espalda los pasos del gryffindor y la melodía que tarareaba por lo bajo. Frunció el ceño; definitivamente James estaba demasiado tranquilo, casi feliz, y ella juraría que se contenía para no llevar una estúpida sonrisa en la cara todo el tiempo.
- Tienes un plan de los tuyos en mente – afirmó Claudia en voz baja.
- Estoy preparado para todo, incluso por si aparece Voldemort -.
- Shh -. La slytherin emitió un siseo ahogado – No deberías pronunciar ese nombre tan a la ligera -.
- A mí no me va eso de andar con rodeos, además es un tostón usar quién-tú-sabes o quién-no-debe-ser-nombrado. ¿Por qué no se inventarían algo más breve? -.
- Un día harás que te maten por idiota -.
Por fin se detuvieron ante una mohosa puerta. Claudia percibió por el rabillo del ojo como una fugaz sonrisa cruzaba el rostro de James, del tipo "voy a hacer una de las gordas". Con un suspiro, se armó de toda su dignidad slytherin y empujó la madera.
- Llegas tarde -.
- Exagerado, sólo unos minutos -.
James examinó el amplio espacio lleno de cacharros y mobiliario inservible que se apilaba en los rincones, apenas iluminado por un par de antorchas; procuró entrar lo más despacio posible, antes que cerraran la puerta a su espalda. Sin duda allí estaba la elite de Slytherin: los sumos monarcas Bellatrix y Lestrange, y sus súbditos, de los que cabían destacar a Snape y Nott. Doce... no pudo evitar una mueca de inquietud, no imaginaba que habría tantos, el plan aún era factible aunque mucho más dificultoso de realizar.
- Rookwood – le fue fácil incluir una nota de preocupación en su voz.
- Mis amigos solicitaron conocer personalmente a mi mascota -. Claudia mantenía perfectamente la compostura.
- Pensaba que ellos ya tenían una -. James miró burlonamente a Snape.
- ¡Serás...! -.
- Suficiente, Severus – le cortó Lestrange – Rookwood, no parece que le hayas enseñado modales -.
- Un mes no da para tanto, además estaba más interesada en otros aspectos suyos y no precisamente la educación – sonrió la chica.
- Entonces, te echaremos una mano – dijo Bellatrix – Ordénale que obedezca a todo aquel que se encuentra presente -.
Claudia asintió.
- James, ya has oído, ahora sirves a todos los que están aquí -.
- Como tú mandes – gruñó James.
- Black, antes de nada, ¿podríamos "jugar" un poco con él? – interrogó Snape, en un tono que James consideraba más propio de un verdugo medieval que de un estudiante.
- Como no puede hacer nada contra Sirius, pretende desquitarse conmigo el tío -.
- Mientras no le mates, creo que no hay problema – sonrió la reina de Sly.
Claudia dejó que la relegaran a un segundo plano. Buscó un sitio donde sentarse, porque las piernas no cesaban de temblarle. Ella era slytherin, es decir, orgullosa, inteligente, egoísta, vengativa y tramposa, pero nunca una torturadora o asesina en potencia.
- Nota mental: ¡jamás vuelvas a hacer una maldita apuesta en lo que te resta de vida! – se auto regañó interiormente - ¿Cómo he acabado en esta situación? Yo sólo quería quedarme con Potter y hacer morder el polvo a Evans? -.
El chico de gafas la miró un instante y le guiñó un ojo. Si sobrevivían a esa noche pensaba matarle por pasárselo tan bien mientras ella estaba aterrada.
- Bien, ¿qué queréis que haga? – preguntó James, cual decorador de interiores – Sabotear a Gryffindor, atacar a un profesor, el quidditch terminó así que no es una opción -.
- Eres un estúpido fanfarrón, Potter -.
- ¿Por qué, pelo grasiento? – sonrió él, divertido.
- Porque ahora no tienes a tus amiguitos para que te protejan como siempre, cobarde traidor de sangre – replicó Snape – Estás solo -.
James se quitó las gafas, las limpió con la manga de su túnica, volvió a ponérselas y dirigió a los slytherins una mirada de autosuficiencia que hubiera matado a las de su club de fans.
- ¿Seguro? -.
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- Lily, para ya -.
La pelirroja apartó los ojos de los pupitres vacíos que los cuatro gryffindors de 4º deberían estar ocupando para mirar a su amiga.
- Thea, ¿qué habrá pasado, lo que nos ha contado Susan en el desayuno me tiene preocupada -.
- Supongo que es inevitable asociar a nuestros compañeros con la palabra "explosión" -.
- Si la sintieron los de Hufflepuff debió ser algo serio -. Lily hablaba bajito mientras copiaba los ingredientes que Alfred ponía en la pizarra – También faltan Claudia y Severus -.
- Seguramente se les fue la mano a todos -. Thea frunció el ceño al ver uno de los ingredientes, odiaba cortar lombrices – En el caso de que hubiera sucedido algo realmente grave, yo lo habría sentido -.
- ¿En serio? -.
- Al menos creo que no ha muerto ninguno -.
- Odio cuando te levantas con ese humor negro – gruñó la pelirroja – Hoy las lombrices te las cortas tú -.
- Skilitsa -. (perra)
- Tu madre por si acaso -.
- Señoritas -. El profesor de pociones las miraba molesto – Las chácharas para después de clase, dos puntos menos para Gryffindor -.
- Menos mal que eres su favorita – musitó Deyanira desde el pupitre de atrás.
Lily resopló y empezó a preparar el mejunje del día.
Estaba demostrado que una Lily enojada era una Lily descentrada; al finalizar la hora su poción, en lugar de ser verde lima, era morada y eructaba pompitas. Alfred le impidió fregar el caldero, tenía que llamar al Departamento de Misterios para que analizaran esa cosa.
Dejaron al profesor Myther mirando anonadado el potingue fashion, mientras Lily agarraba a Thea y la arrastraba hacia el lugar donde acababan casi siempre los chicos: la enfermería.
- ¡Lil, calma, que me arrancas el brazo! – protestaba la vidente – No sabía que James y los otros te importasen tanto -.
- Por mí como si han descuartizado a Potter, pero, si por su culpa Remus ha salido herido, le monto y le vuelvo a descuartizar yo misma -.
Llegaron a las puertas de la enfermería y entraron, para ser expulsadas instantáneamente y sin contemplaciones por madam Pomfrey. Las dos chicas intercambiaron una mirada de "lo flipo".
- La ventana – decidió Lily.
- Presiento que nos vamos a meter en un lío – musitó Thea, siguiéndola al exterior del castillo.
- No seas agorera -.
- ...le dijeron a Casandra -.
Lily frunció el ceño pero no replicó. Thea se llevó una mano a la frente a modo de visera, echando una significativa mirada a la ventana en cuestión, apenas a diez metros de altura. La pelirroja no le permitió soltar otro jocoso comentario, desenfundó la varita y sonrió.
- No por nada soy un genio en Encantamientos -.
Se golpeó las manos y los pies a la voz de "ventriski aracnidum", repitiendo el mismo proceso con su amiga.
- Sígueme -.
Con facilidad, Lily se pegó a la pared y empezó a trepar cual Spiderman. Thea soltó una carcajada.
- Eres una caja de sorpresas incluso para mí, Lil -.
Cuando llegaron a la ventana echaron un vistazo, en previsión de ser sorprendidas por Madam Pomfrey, seguramente ser pateada desde una ventana era más incómodo que serlo desde una puerta. El panorama las dejó boquiabiertas: primero porque la enfermería sufría un serio caso de overbooking, y segundo porque casi todos los presentes padecían de un extraño caso de piedritis aguda, es decir, diferentes partes de sus cuerpos aparecían fusionados con bloques de lo que no podían ser otra cosa que fragmentos de las paredes del castillo.
- Lil, ¿ves lo mismo que yo? – gorjeó la vidente, al borde de un severo ataque de risa.
- Por una vez creo que sí -.
Fue Peter quien reparó en la presencia de las chicas, las saludó con una mano – la otra era un bloque pétreo – y se levantó de la camilla para abrirles el cristal.
- Ey, Pete, ¿qué ha pasado? – inquirió la morena, saltando al interior y ayudando a Lily a hacer otro tanto.
- La pelea de anoche se complicó un poco – se rascó la cabeza, pensativo – Pero mejor que te lo expliquen los otros, porque yo no termino de entender cómo hemos terminado así -.
- ¡Oh, mi hermosa dama viene a visitarme! – celebró Sirius – La tuya también Jamie -.
Thea parpadeó sorprendida, pues sí que le había cambiado el humor a Black desde el día anterior. El rebelde gryffindor presentaba el mismo efecto pétreo, pero su caso era más grave al ocupar casi toda la parte izquierda de su cuerpo.
- Hola chicas – saludó James desde la camilla vecina, petrificado de cintura para abajo.
- ¿Qué pasó anoche? – preguntó Lily, muerta de curiosidad a su pesar.
- Ah, bueno, la cosa se resume en doce a cuatro -. Se atusó el indomable pelo – Los mayores de Sly intentaron tenderme una trampa, pero yo ya me había liberado del poder de Claudia -. Tic en la ceja de Lily que pasa desapercibido – El caso es que los chicos me siguieron para protegerme y acabamos en batalla campal -.
- Alguien utilizó el Petrus, pero chocó contra el Metamorphus y creo que con un contrahechizo y no sé cuantas maldiciones más -. Sirius estaba radiante – Hubo una explosión. Lo siguiente que recuerdo es despertar aquí con mi espléndido cuerpazo así -.
- ¿Y Remus? –.
La hilaridad de los muchachos se fue a pasear ante la pelirroja en modo agresivo.
- Ya sabes que su salud es un poco delicada y Madam Pomfrey le tiene apartado de nosotros... dice que le causamos estrés, que un día le mataremos, y bla, bla, bla... – sonrió Sirius.
- Antes que nos mates – interrumpió James, al percibir que la chica estaba a punto de pasar al modo "aniquilación total" -, quiero que sepas que Remus se encuentra integro, es el único que reaccionó a tiempo y convocó un encantamiento de protección -.
- Es el único con un poco cerebro de los cuatro, si no fuera vuestro amigo no tendríais ni media neurona entre los tres – suspiró Thea – Aunque a este paso se echará a perder por convivir con vosotros -.
- Aquí el único que corre peligro de perder neuronas es pelo grasiento – Sirius señaló una camilla sin reprimir la hilaridad – Personalmente, creo que le sienta rematadamente bien -.
La cabeza de Snape ahora era un sólido bloque de granito. Thea estalló en carcajadas, mientras Lily se llevaba una mano a la cara a medio camino de la consternación y la risa.
- Mc Go, mister Iceberg y Dumbledore van a llamar al Departamento de Reversión de Accidentes Mágicos, así que estaremos a punto para los exámenes de la semana que viene – comentó James.
- Por desgracia – musitó Peter.
- Luego vendrán las vacaciones, anímate -.
- Un día vas a conseguir que te maten por una estupidez – opinó Lily.
Thea sintió un escalofrío.
- En eso coincides con Claudia – bromeó el chico de gafas.
Los ojos verdes localizaron a la slytherin casi en la otra punta de la enfermería; estaba tumbada boca abajo, con la espalda de piedra, y les observaba con el ceño fruncido. Lily intuía que Rookwood aún no había hecho más que empezar a darles problemas.
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N. de A: Los reviews contestados en mi page del Livejournal, dadme tiempo porque son un wevo y estoy actualizando deprisa y corriendo.
