57 La lección de amor de Lily – año seis
Se estaba poniendo extraño.
Como si ver a Mary sonriendo y agarrada del brazo de James Potter en la fiesta no hubiera sido lo suficientemente extraño, el día siguiente fue simplemente bizarro.
En el desayuno, Mary apenas le dio una mirada a las chicas antes de pasar a un lado de ellas sólo para tomar el asiento a un lado de Potter, el que usualmente era ocupado por Black, quien no se había molestado en aparecer en lo absoluto, al igual que Remus.
No era que le molestara a Lily, en serio. Eso sólo que ella se cuestionaba los motivos del chico seriamente. Aunque Marlene y Dorcas no parecían compartir sus preocupaciones.
—Casi suena como si estuvieras celosa —sugirió Marlene ese día más tarde en Pociones cuando Mary fue compañera de Potter.
Lily se burló y sacudió la cabeza, aplastando lo que más pudo su bezoar.
—Potter me ha acosado y molestado por más de cinco malditos años. ¿Y un día se levanta y decide invitar a salir a una de mis mejores amigas? Suena más como si Potter estuviese tratando de ponerme celosa. —Deslizó sus ingredientes en el caldero, sonriendo con orgullo cuando surgió un suave resplandor amarillo—. Eso, además de que Mary se supone que es mi pareja. ¿Dónde está Black? Normalmente él es el que está con Potter… no te ofendas, Peter —agregó rápidamente al chico sentado frente a ella.
—Sirius y Remus, eh… ellos se divirtieron mucho en la fiesta, creo —explicó Peter, sus llorosos ojos azules pegados a la hierba de trigo que intentaba cortar cuidadosamente en trozos uniformes—. No se han levantado esta mañana. Pero que conste, te agradezco que te juntes conmigo, Lily. —Se mordió el labio nerviosamente—. Sé que no soy tan bueno…
Lily le sonrió cálidamente y sacudió la cabeza.
—No te preocupes, Peter. Aquí, hay una forma más fácil para cortar eso. Te mostraré…
Estaba feliz de tener un periodo libre ese día y había decidido pasarlo en el único lugar que estaba segura no se encontraría con Potter y Mary. Se refugió en el rincón más alejado de la biblioteca, sacó un libro muggle de su bolso y se relajó en su silla.
—Evans.
Apenas había lo había abierto en su página marcada cuando escuchó el siseo de su nombre. Miró alrededor, parpadeando por la confusión al no ver a nadie ahí.
—¡Evans!
—Eh… ¿hola? —Miró detrás suyo. Nada.
Lentamente se dio la vuelta y casi saltó cuando se encontró cara a cara con Sirius Black.
—¡Sirius! —gritó, golpeando al chico en la cabeza con su libro—. ¿Qué demonios intentabas hacer, darme un ataque al corazón? —Recuperando el aliento y recomponiéndose, se sentó un poco más recta— ¿De dónde diablos has salido de todos modos? Y… —Hizo una pausa, frunciendo el ceño ante su inusual forma de vestir—. ¿Por qué estás usando una bufanda?
Sirius la miró fijamente por un momento, mordiendo ansiosamente su labio entre sus dientes y luciendo como si estuviese contemplando seriamente exactamente lo que quería decir.
Finalmente suspiró.
—Necesito tu ayuda. —Sus ojos encontraron con los de ella de manera suplicante—. Y necesito que me prometas que no le dirás nada a nadie sobre esto.
-o-o-o-o-
—¿Adónde vamos? —preguntó Lily mientras Sirius la arrastraba rápidamente por los pasillos, agachándose de vez en cuando detrás de una armadura para evitar a un profesor cuya clase podía no haber terminado por el día.
—Algún lugar privado —respondió Sirius vagamente. Apenas le prestaba atención a ella, sino que se concentraba en intentar pasar desapercibido.
—Bueno, ¿por qué no sólo volvemos a…?
—¡Shhh! —Le tapó la boca con una mano cuando pasaron a las profesoras McGonagall y Sprout. Una vez que se fueron, Sirius tiró bruscamente del brazo de Lily, metiéndola en un armario y cerrando la puerta tras él.
Lily frunció el ceño e irritada, puso las manos en las caderas.
—Muy bien, ¿me dirás ahora qué es lo que está pasando ya que no pudiste decírmelo en un lugar común? No sé, como la sala común o tu dormitorio…
De nuevo, Sirius suspiró y le dio una mirada de disculpa.
—Lo siento. Es sólo que… le prometí a Remus que no dejaría que nadie supiera lo que está pasando… pero no creo que podamos solucionar esto nosotros solos.
Todo el comportamiento de Lily se suavizó.
—Oh… —murmuró, recordando lo que Remus había dicho sobre algo personal pasando con él… algo que posiblemente tenía que ver con su licantropía—.¿Está bien?
Sirius se rascó la nuca, reajustándose la incómoda bufanda que estaba usando.
—Eh… lo está. Por ahora… físicamente al menos… —Se relamió los labios. Lucía tan distinto al Sirius Black que Lily estaba acostumbrada a ver. Lucía asustado e inseguro, demasiado preocupado e incluso un poco perdido—. Anoche… —Su voz se quebró y aclaró la garganta, tratando de esconder lo emocional que de verdad estaba—. Bueno, ya nos viste con Remus anoche… Nos fuimos antes para… bueno, ya sabes… —Levantó la mirada hacia ella para estar seguro de que entendía. Ella asintió para confirmar—. Bueno… Quiero decir, a veces puede volverse un poco… rudo… cuando la luna llena está cerca, y eso está bien, brillante, la verdad… Pero esta vez… bueno, perdió el control.
Lily frunció el ceño.
—¿Perdió el control? ¿Cómo es eso?
Sirius dudó por un segundo, sus dedos temblando al encontrar la tela rasposa enrollada alrededor de su cuello. La desenredó lentamente.
—¡Oh, Sirius! —Lily jadeó mientras el cuello del chico estaba expuesto, junto a la oscura marca púrpura que claramente era una mordida… y para nada como todos esos chupones que la mayoría de los otros estudiantes exhibían en el castillo—. Remus debe estar destruido.
Sirius asintió.
—Lo está y se está castigando a sí mismo. Es por eso que no quería hacer esto de vuelta en el dormitorio, finalmente logré que se relajara lo suficiente para pedir ayuda. Se estaba enfermando sobre ello anoche. —Se llevó una mano por el cabello y tragó pesadamente—. Aparentemente ha estado teniendo problemas para controlarse a sí mismo en… esa manera… por meses y estaba demasiado avergonzado y terco para decir algo. Estaba tratando de encargarse de él mismo como el idiota que es. —Sacudió la cabeza, rodando los ojos.
Lily se mordió el labio, mirando a Sirius y sintiéndose terrible por él. Obviamente estaba muy preocupado con todo el asunto. Pero no porque Remus lo había herido, eso parecía ser la última cosa en su cabeza. Estaba preocupado por el otro chico. Tenía dolor al saber que Remus estaba sufriendo y que él no podía hacer nada para mejorarlo.
—¿Sabe alguno de ustedes por qué pasó?
—No. —Sirius se inclinó contra la muralla—. Siempre ha sido cuidadoso sobre controlarse a sí mismo, controlando la parte de su cerebro que no es… que no es humana… —la última parte la dijo en voz baja y estremeciéndose.
—Lo siento —dijo Lily suavemente—, admito que no sé mucho sobre hombres lobo además de lo poco que aprendimos en Defensa. Esa mordida… —Intentó escoger sus palabras cuidadosamente—, quiero decir… ya que él no estaba transformado cuando te mordió… ¿tú no…?
—¡No! —dijo Sirius rápidamente, sus ojos agrandándose—. No, no es nada como eso. Es sólo que… bueno, es por eso que necesitaba tu ayuda. Verás, dejará una cicatriz y… como dije, Remus… bueno, los dos, la verdad… no queremos que nadie sepa lo que pasó, para nada. —Sus mejillas enrojecieron—. Eres muy buena en encantamientos y las chicas conocen todos esos hechizos para ocultar las manchas y cosas así… yo, eh… me preguntaba si podrías… —Señaló con un gesto salvaje el cuello.
—¡Oh! —dijo Lily, finalmente entendiendo lo que intentaba decir—. Eh, sí. Sí, por supuesto. No debería ser tan difícil de cubrir… —Sacó la varita de su cinturón. Se detuvo—. Pero… ¿qué hay de Remus? ¿Qué van a hacer? Tiene que decirle a alguien. A McGonagall, Pomfrey o Dumbledore… tienen que saber lo que está pasando antes de que hiera a alguien. —Miró con atención la mordida en el cuello de Sirius—. Antes de que realmente hiera a alguien.
Sirius no dijo nada inmediatamente, pero Lily podía notar que él sabía que tenía razón, pero eso tampoco era tan sencillo.
—Vamos a resolverlo —dijo, dándole a Lily una mirada que le dijo que no discutiera.
—De acuerdo —Lily accedió, dando un paso para acercarse e inspeccionar la marca. Conscientemente tuvo que impedir que se estremeciera una vez que la vio mejor. Debió ser doloroso. Tocó con cuidado la punta de su varita—. Celaverimus maxima.
El moretón púrpura desapareció y Lily metió la mano en su bolsa, sacando el pequeño espejo compacto. Lo abrió y se lo ofreció a Sirius. Lo tomó, sus hombros se desplomaron hacia adelante con alivio al ver la piel intacta allí.
—Gracias, Lily —dijo en voz baja, forzando una sonrisa que no se encontró con sus ojos—. Lo apreció. —Nuevamente se mordió el labio inferior—. Es sólo que yo… no podía soportar ver la mirada en su rostro al mirarme y ver… —Dejó salir un suspiro tembloroso—. Necesito protegerlo de sí mismo. Necesito resolver esto antes de que decida que es demasiado peligroso y me deje. No puedo perderlo. No lo haré —terminó con vehemencia.
Lily nunca consideró salir con alguien antes. Nunca había estado muy interesada en alguien, y sentía que era un gasto de tiempo y esfuerzo si la gran meta no era el matrimonio o al menos un compromiso de por vida. Pensaba que a su edad, eran demasiado jóvenes para encontrar algo de ese estilo, ¿así que para qué iba a molestarse?
Viendo a Sirius, y escuchando lo apasionado que hablaba sobre proteger y seguir con Remus, al chico que amaba, Lily se dio cuenta que estaba equivocada. El amor llega a ti en tiempos extraños, en lugares extraños y no siempre de la manera que esperas… y cuando pasa, será mejor que pelees por ello.
—Te ayudaré.
