59 No enseñan eso en la escuela – año seis
Habían pasado tres semanas desde lo que ellos llamaron "la Mala Luna". Ninguno de ellos pensó que algo pudiera sacudir la dinámica del grupo como lo había hecho la broma de Sirius el año anterior, pero parecía que habían pensado mal.
Había sido como si Remus hubiese desaparecido completamente de la noche a la mañana. Aparte de las clases, donde estratégicamente se sentaba al lado opuesto de sus amigos en el salón, con sus ojos fijos en el pergamino o el texto delante de él, no estaba en ningún lugar. Ya no estaba en las comidas, y ya ni siquiera estaba durmiendo en el cuarto.
Estaba volviendo a Sirius loco.
Apenas comía, y si dormía, usualmente lo hacía en la forma de perro y debajo de la cama de Remus, aunque dos veces James despertó en medio de la noche para encontrarse con una gran cabeza peluda negra al lado de su almohada.
Si no estaba fumando cigarrillos en cadena en el tejado, estaba vagando por los pasillos con la esperanza de encontrarse con Remus. Nunca lo hacía, así que en su lugar descargaba su frustración con cualquiera que lo mirara mal. No hace falta decir que volvió a su antiguo horario de detenciones.
James había tomado la decisión ejecutiva de ocultar el mapa de Sirius.
—Claramente no quiere que lo encuentren, Padfoot. Dale su espacio.
—Es jodidamente ridículo —Sirius gruñó, poniéndose la chaqueta de cuero y sacando los cigarrillos del bolsillo—. ¡Le he dado espacio! Han pasado semanas y ni siquiera le he hablado una palabra. Tampoco es como si pudiera, considerando que prácticamente se ha ido y se ha mudado. —Cerró su baúl de una patada con una fuerza innecesaria—. Quiero decir, si ya no quiere estar conmigo, ¡bien! ¿Pero tiene que marcharse y dejarnos a todos? Se supone que somos una familia, los cuatro, ¿no es cierto? ¿No fue esa la promesa que hicimos? ¿Sin importar qué? —Respiró profundamente y se pasó una mano por el pelo.
—Probablemente sólo esté intentando hacer la transición más fácil para ti, amigo —sugirió Peter gentilmente.
—Sí —James estuvo de acuerdo—. No será tan sencillo para ninguno de ustedes volver a ser amigos después de…
—No. Joder, no —Sirius gritó, cruzando la habitación hasta la ventana y la abrió para que entrara el aire frío de diciembre—. No tenemos que volver a ser nada porque esto es jodidamente estúpido, ¡y él se dará cuenta de eso! —Se subió al alféizar de la ventana y colgó las piernas por el lado. Se sentó allí durante unos segundos y suspiró—. Sólo tenemos que averiguar qué le pasa, y luego podemos trabajar para solucionarlo, ¿no?
James y Peter intercambiaron una mirada. Querían creer que eso era verdad. Querían que Sirius lo creyera. Pero también querían ser realistas. Para empezar, no había mucho en la biblioteca de Hogwarts sobre los hombres lobo que no hubiesen leído completamente ya, y nada parecía ser comparable al comportamiento de Remus.
—No te preocupes, Sirius —dijo James finalmente—. Lo resolveremos, amigo. Siempre lo hacemos.
Sirius se sentó por un segundo más sin decir nada antes de deslizarse desde el alfeizar hasta el techo.
James se sentó pesadamente en su cama y se frotó las sienes. Odiaba ver a Sirius tan molesto después de cuánto había mejorado de aquella espiral descendente el año anterior. Y la ausencia de Remus les estaba pasando factura a todos.
—Iré a investigar a la librería de nuevo, ¿quieres venir? —Se levantó y abrió su baúl para sacar el mapa y la capa.
Peter sacudió la cabeza.
—Vas por tu cuenta esta vez. Le prometí a Emmeline que estudiaría con ella.
—Joder —James gruñó—. Oh, por un demonio. Olvidé que le dije a Mary que la llevaría a Hogsmeade esta noche.
Peter se encogió de hombros.
—Entonces ve con Mary. La biblioteca seguirá aquí más tarde. De verdad deberías ir y pasar un buen rato. No puedes poner tu vida en alto porque Padfoot y Moony no pueden pasar un año escolar sin romper. —Sonrió, tratando de aligerar un poco el ambiente.
James levantó la mirada hacia él y frunció el ceño.
—No es sobre la ruptura de Pads y Moony, Worm. Algo pasa con Remus. ¿No te preocupa?
—Por supuesto que me preocupa. —El humor en la voz de Peter desapareció al optar un tono más serio sobre el asunto—. Pero hemos estado en la biblioteca un millón de veces y seguimos sin encontrar nada. Además, hay un montón de libros sobre licantropía que faltan en los estantes. Eso significa que alguien más los sacó. ¡Probablemente Remus! Piénsalo, Sirius jamás te oculta nada, pero no te dijo sobre esto. Querían solucionarlo solos. Es sobre ellos. —Se deslizó de su cama y se sentó junto a James—. Sé que no te gusta ver a Sirius tan… mal de nuevo, y que sientes que necesitas arreglarlo para él. Y para Remus también. Pero tienes permitido tomarte una noche libre de ser el héroe, Prongs. —Le dio un pequeño golpe en el hombro—. Sal con Mary.
-o-o-o-o
La puerta del dormitorio de chicas de sexto año se cerró con demasiado ruido, haciendo que Lily diera un salto. Puso el marcapáginas en el libro de la biblioteca que había estado leyendo y asomó la cabeza por las cortinas de la cama.
—¿Mary? —Frunció el ceño, no habiendo esperado ver a la chica hasta algunas más horas y mucho menos luciendo tan decepcionada.
Mary se las arregló para esbozar una pequeña sonrisa, acomodándose tímidamente un mechón de cabello detrás de la oreja.
—Lo siento, Lil. No quise cerrar la puerta tan fuerte. ¿Estabas estudiando?
Lily sacudió la cabeza, mirando a la otra chica, preocupada.
—Oh, no, para nada. Sólo estaba leyendo. —Sin mirar, rápidamente metió el viejo libro debajo de su almohada—. ¿Estás bien? ¿Creí que tenías planes con Potter?
Mary asintió, frotándose la nuca, bajando la vista. Rebotó sobre sus talones torpemente un par de veces antes de suspirar y dejarse caer a un lado de su cama, mirando a Lily.
—Volvió a cancelar. —Sus ojos se fijaron en su regazo mientras empezaba a enroscar aquel mechón de pelo permanentemente suelto alrededor de su dedo índice—. Sé que no aprobabas que saliera con él en primer lugar, así que no quiero que pienses que sólo es cualquier idiota… Bueno, digo, no más de lo que ya crees, por supuesto. Porque de verdad es muy dulce y divertido cuando estamos juntos, en serio, Lily.
Lily abrió la cortina hasta el final y se sentó en el borde del colchón mientras escuchaba a Mary, le sonreía y asentía para que continuara.
—Por supuesto, Mary —dijo ella—. Mira, yo no… ya no, eh… odio a Potter. —Rio—. Es sólo que, sé que puede ser un poco idiota y no quería ver que te lastimaran, eso es todo. No es que no lo apruebe.
Los hombros de Mary se desplomaron hacia adelante en señal de alivio.
—Qué bueno. Admito que por un tiempo pensé que de verdad estabas molesta conmigo por eso.
Lily se sonrojó por la culpa. Su comportamiento había sido bastante embarazoso al principio, pero había empezado a acostumbrarse a la idea. Mary parecía feliz cuando pasaba tiempo con Potter, y eso era todo lo que Lily podía desear.
—Lamento haberte hecho sentir así, Mary.
—No, está bien… Quiero decir, aquí estoy, ¿verdad? Me hirió, tal como dijiste que lo haría. —Mary resopló, dejando descansar sus codos en las rodillas y el mentón en sus manos.
—Bueno —continuó Lily—, ¿cuál fue su razón para cancelar?
Mary suspiró, riéndose suavemente.
—Oh, siempre es lo mismo. Sus amigos lo necesitan para esto o esto otro. —Rodó los ojos—. Bueno, no es que pueda culparlo esta vez. Todos saben que Sirius no ha estado muy bien desde que Remus terminó con él…
—¡Remus terminó con Sirius! —Lily jadeó por la sorpresa, sus ojos se agrandaron.
Mary frunció el ceño.
—¿No sabías? Pasó hace semanas. Nadie sabe por qué, los cuatro lo han mantenido muy en secreto. Pero el rumor dice que Remus incluso ya no está durmiendo en el dormitorio. ¿Pensé que tú y Remus eran cercanos?
—Lo… lo somos —dijo Lily suavemente, aún sorprendida—. Es sólo que no lo he visto mucho…
No lo había hecho. Incluso en las rondas, sólo la saludaba rápidamente antes de irse por su cuenta. Lily intentaba darle su espacio, sabiendo sobre lo que había pasado en Halloween entre Sirius y él. Pero si la situación había empeorado lo suficiente para que Remus haya terminado la relación, debía ser mucho peor de lo que pensaba.
Lily se levantó bruscamente, tomando su bolso y arrojando varios libros de su mesita de noche, junto con el que había escondido debajo de la almohada.
—¡Lo siento, Mary! Me acabo de acordar de algo… de prefectos… demasiado importante. Volveré más tarde. —Se colgó el bolso al hombro y salió corriendo de la habitación, dejando atrás a una Mary muy confundida.
Lily se apresuró por las escaleras hasta la sala común, saltándose varios escalones y posiblemente por primera vez en su vida, se sentía aliviada de ver el revoltoso cabello negro de James Potter, justo cuando estaba a punto de salir por el retrato.
—¡Potter! —lo llamó, corriendo hacia él—. ¡Potter, espera!
James se detuvo y miró por sobre su hombro hacia ella. Una ceja se arqueó por la confusión.
—¿Evans?
—Necesito hablar contigo —dijo ella, quedándose sin aliento.
Los ojos color avellana de James se entrecerraron.
—Mira, Evans, si es sobre mí plantando a Mary esta noche. Me disculpo, no quise lastimar sus sentimientos pero yo…
—No es sobre Mary —Lily lo interrumpió, abriendo su bolso y sacando un libro—. Es sobre Remus y Sirius.
Le pasó un ejemplar polvoriento y maltratado de Corazón Humano, Hocico Peludo.
James se quedó boquiabierto y miró rápidamente a su alrededor para asegurarse de que no había nadie más al alcance de su oído. Se inclinó más hacia ella.
—¿Cómo sabes lo de…?
—¿Lo de Remus? Lo descubrí el año pasado —se apresuró en explicar, haciendo un gesto de despreocupación. Levantó un poco más la cabeza—. Sé más de lo que crees, Potter.
James la miró por un momento, su boca se había formado en una delgada línea. Miró el libro.
—¿Tú eres la que sacaba libros de Licantropía de la biblioteca?
Ella asintió.
—Sí. Sirius me pidió ayuda para esconder la… —Hizo un gesto hacia su garganta y James asintió con la cabeza, entendiéndole—. Luego de eso, comencé a leer tanto como pude. Quería ayudar.
—¿Has encontrado algo? —preguntó James, su voz permanecía severa pero sus ojos se volvieron esperanzadores, rezando en silencio para que Lily dijera que sí y se resolviera el misterio.
Lily se mordió el labio.
—No exactamente… pero… creo que tengo una idea que podría apuntar en la dirección correcta. Sólo necesito entrar a la zona restringida.
Una lenta sonrisa se dibujó en el rostro de James y Lily sintió que se le daba vuelta el estómago, aunque no estaba segura de si era por miedo o por algo completamente distinto.
—¿De verdad quieres ayudar, Evans? —preguntó James.
Ella tragó.
—Sí, por supuesto.
—¿Y no te importa romper un par de reglas en el proceso? ¿Sin hacer preguntas?
—Creo que la situación supera las consecuencias, sí.
James sonrió, con un brillo travieso en los ojos.
—¿Lo juras solemnemente?
Lily parpadeó, totalmente confundida.
—Eh… ¿sí?
—Excelente —dijo él bruscamente, una vez más dándole un vistazo a la sala común para asegurarse de que estaban solos. Una vez que confirmó que no había nadie cerca, sacó algo de su bolso y antes de que Lily pudiese cuestionarlo, sintió que ella y James eran envueltos con un material ligero y suave.
—¿Qué es esto? —preguntó, sintiéndose increíblemente extraña estando de pie en la sala común con lo que parecía ser una manta extremadamente suave sobre su cabeza.
James se rio.
—Es una capa de invisibilidad.
—¿Una qué? —Lily jadeó por la sorpresa, un poco más alto de lo que pretendía y James se estremeció.
—La primera regla de la invisibilidad, Evans… no hagas ruido. No tiene sentido pasar desapercibido si se te oye en todo el castillo, ¿no?
Lily frunció el ceño e hizo un sonido por la indignación, ganándose una mirada de advertencia de James. Puso los ojos en blanco y le indicó con la mano para que los guiara.
Era una sensación muy extraña caminar por los oscuros y familiares pasillos a un ritmo anormalmente lento para permanecer cubriera por la capa de James Potter. Varias veces un profesor o un prefecto se cruzaban con ellos, sin darse cuenta de su presencia, y Lily respiraba agudamente, con el corazón palpitando fuerte mientras luchaba contra el impulso de correr y esconderse, recordándose a sí misma que, de hecho, era invisible.
James, por el otro lado, estaba totalmente relajado. Prácticamente se deslizaba por los pasillos como si fuera su elemento natural. Era como si conociera cada rincón y cada piedra del castillo tan bien como a sí mismo. De vez en cuando agarraba a Lily por el codo y la arrastraba detrás de una estatua o a un rincón oscuro para evitar a Filch o algún fantasma de la casa.
Asomándose por una armadura tras la que se habían escondido, evitando por poco el curioso olfateo de la Sra. Norris, James ladeó la cabeza hacia la izquierda y le hizo un gesto a Lily para que la acompañara.
Lily no se movió. Frunció el ceño y señaló la dirección opuesta. ¿A qué estaba jugando? La biblioteca estaba por el otro lado.
—Sólo confía en mí —el chico murmuró con una sonrisa arrogante.
—¿Pero…?
James hizo una mueca y negó con la cabeza.
—Sin preguntas, Evans. —Le guiñó un ojo—. Lo juraste.
Suspiró derrotada. Lo había jurado, y suponía que Potter y sus amigos habían pasado suficientes años a escondidas por el colegio como para saber lo que hacían.
—Está bien, por donde dices, entonces —accedió.
James se alejó hacia la izquierda, manteniéndose cerca de la pared, pasando una mano por las piedras. Lily observó con interés y curiosidad cómo el rostro de James se volvía muy concentrado. Su ceño fruncido, la nariz ligeramente arrugada, y la punta de la lengua se asomaba por la comisura de los labios. Nunca se había tomado un momento para mirarlo tan de cerca, y se encontró a sí misma sonriendo mientras lo observaba. Estaba tan distraída que no se dio cuenta de que James se había detenido en seco y chocaron con un suave—: ¡Uff!
James resopló y la miró con una ceja alzada.
—¿Estás bien, Evans?
Lily sintió que se cara se calentaba y se sacudió.
—Eh, sí. Por supuesto. Lo siento, me… tropecé.
La sonrisa de James se amplió.
—Si no te conociera mejor, pensaría que sólo quieres agarrarme el culo. —Se rio—. Está bien, Evans. Sé que el campo de quidditch me ha hecho algunos favores.
Lily rodó los ojos.
—Oh, sí. Me atrapaste. Idiota. —Se alegraba de que estuviese oscuro y que James no pudiera ver lo rojo que se había vuelto su rostro—. ¿Entonces por qué nos hemos detenido?
La expresión de James se volvió más seria y concentrada una vez más mientras volvía a centrar su atención en la pared. Se rascó la barbilla, pensativo, y entrecerró los ojos mientras examinaba la pared.
—Debería ser… —murmuró lentamente, levantando ambas manos—. Este. —Colocó ambas palmas sobre una de las piedras frías y grises y emitió un pequeño gruñido mientras empujaba. Antes de que Lily pudiera preguntar qué estaba haciendo, se congeló.
Se quedó boquiabierta y miró asombrada cómo parte de la pared desaparecía por completo ante sus ojos, revelando un túnel estrecho y negro.
—¿Qué mierda…?
—Ooh, qué lenguaje para la pequeña Señorita Prefecta, ¿eh? —se burló James, mirándola por encima del hombro.
—Por favor, Remus dice palabrotas casi cada dos palabras y lo sabes.
—Ah, sí, pero James no es solamente un Prefecto. Es un canalla corrupto que juega a ambos lados de la ley. —Soltó un fuerte suspiro—. Ese chico me hace sentir orgulloso. Ha llegado tan lejos. —Se limpió una lágrima imaginaria de los ojos y Lily se encontró sonriéndole con cariño.
El pasillo oculto era lo suficientemente ancho como para que tuviesen que apretujarse, pero tuvieron que caminar en una sola línea. Estuvo tan oscuro una vez que la pared se giró detrás de ellos, que Lily no podría ver su propia mano frente a ella. Era difícil seguir a Potter y permanecer oculta debajo de la capa cuando se sentía como si estuviera ciega. Una mano en su muñeca la hizo saltar y jadear.
—Lo siento —murmuró James, levantando su brazo y colocando su mano encima de su hombro—. Aquí. El contacto facilita que permanezcamos juntos. Olvidé lo malditamente difícil que es tomar este atajo con otra persona… especialmente si nunca han estado por aquí antes.
—¿Cómo lo encontraste? —preguntó Lily, hablando lo más bajo que pudo.
Sintió que James se encogía de hombros.
—En segundo año, creo… Sirius lo encontró mientras corríamos de Filch. —Sus hombros se sacudieron en una risa silenciosa—. Acabábamos de maldecir el lápiz labial de su prima Narcissa para hacerla besar al chico que estuviese más cerca cada vez que alguien dijera "Sangre sucia."
Lily de verdad sonrió.
—Qué inteligente. ¿Así que el rumor de que Narcissa Black besó a Slughorn era cierto?
—Cien por ciento cierto —James dijo con orgullo—. Había estado diciendo algunas cosas desagradables a Sirius sobre ser un traidor a su sangre y por asociarse con la gente equivocada. Llamó a Remus con un montón de cosas… Sirius casi la noqueó, probablemente lo hubiese hecho si no lo hubiese detenido y dicho que podríamos devolvérsela de una mejor forma sin que nos dieran detención por golpear a una chica en la cara.
Lily estuvo de acuerdo.
—Eres un buen amigo… la forma en la que proteges a Sirius… es lindo.
James se encogió de hombros.
—Alguien tiene que cuidar de ese imbécil o hará que lo maten, o… no lo sé, que lo encarcelen. —Rio y ella sonrió—. Haces un buen trabajo en cuidar de tus amigos también —dijo James, aunque había un ligero tono en su voz.
—Eh, ¿supongo? —No estaba segura cómo se suponía que debía responder. No había sonado como un cumplido.
James se aclaró la garganta, incómodo.
—Lo siento… eso fue… —Suspiró y se llevó una mano por el pelo—. Olvídalo.
—No —insistió Lily, acercándose—. ¿Qué es?
James se tomó un momento para pensar antes de volver a suspirar.
—¿Odias que esté saliendo con Mary?
De nuevo, Lily sintió que su rostro se sonrojaba y que su corazón daría un salto a su garganta. Tragó con fuerzas.
—¿Q-qué? Por supuesto que no. ¿Por qué…?
—Porque crees que soy algún tipo de imbécil que no le importan los sentimientos de los demás —dijo James con amargura— ¿Qué fue lo que me llamaste esa vez? ¿Un "bravucón arrogante"?
Lily se mordió el labio, dejando caer su cabeza por la vergüenza.
—Mira, James…
—No, está bien…
—No está bien —discutió Lily—. Yo estaba…
—No —repitió James firmemente—. Está bien. Sí era un bravucón arrogante. —Su caminar se había ralentizado y Lily se preguntó si se acercaban al final del túnel—. Fui un imbécil con ciertas personas, y encima fui un molesto dolor en el culo para ti… pero no heriría intencionadamente los sentimientos de una chica. Me… me gusta bastante Mary, de hecho.
De repente, Lily se sintió muy incómoda, como si el túnel se hiciera más pequeño, obligándoles a ella y a James a estar cada vez más cerca cuando no deberían estarlo. Le costaba respirar.
—¿En serio? —logró decir.
—Sí —dijo James con sencillez—. Es una buena chica. Es divertida… no hechiza mis calzoncillos para hacerme un calzón chino cada vez que le digo que tiene bonitos… atributos…
Incluso en la oscuridad, Lily pudo darse cuenta de que James la miraba de forma acusadora. Se rio.
—Lo siento por eso.
—Lo hecho, hecho está. Me lo merecía —admitió James. Luego, después de un momento, dijo—: ¿Puedo preguntarte algo?
—Sí…
—¿Está enfadada porque le he cancelado? —preguntó con seriedad—. De verdad no era mi intención, es sólo que con todo lo que está pasando con Remus y la forma en la que está volviendo a Sirius tan loco, yo sólo… olvidé que tenía planes con ella. Estoy demasiado preocupado por ellos… Aunque sí me siento como un imbécil por haberla dejado plantada.
Lily estaba ligeramente sorprendida cómo James de verdad sonaba que lo sentía. De verdad le gustaba Mary. Se sintió culpable por haberlo acusado de sólo salir con la otra chica para ponerla celosa. Suspiró.
—Creo… que lo superará. También le gustas mucho.
James exhaló aliviado.
—Genial. Gracias. —Entonces dejó de caminar—. Casi llegamos. Sólo tengo que… —Sintió que James alcanzaba algo detrás de él y sacó lo que debió ser su varita. Sus pensamientos se confirmaron cuando murmuró en voz baja—: Lumos. —Y un suave brillo brotó de la punta.
Podía ver ahora que estaban de pie frente a un callejón sin salida, otra pared de ladrillos como la que había desaparecido para permitirles entrar en el pasillo secreto. James empujó la pared tal y como hizo antes, sólo que esta vez los ladrillos no desaparecieron, sino que se abrieron como una puerta sobre una bisagra. Lily resopló para ella, recordando los clichés de las películas de misterio que ella y Petunia veían cuando eran más jóvenes, las que siempre implicaban castillos con puertas disfrazadas de paredes que conducían a laboratorios o cámaras secretas. Sin embargo, no esperaba que esta pared convertida en puerta les llevara directamente a donde querían ir, y jadeó (posiblemente por vigésima vez esa noche) cuando salieron del oscuro túnel y entraron en el rincón más alejado de la sección restringida de la Biblioteca.
—Vaya —pronunció, completamente sorprendida.
James se giró y le sonrió.
—Te dije que confiaras en mí.
—Mis disculpas, Potter. Intentaré no volver a dudar de ti. —Ella igualó su sonrisa con una propia.
—Nah —dijo James, sacudiendo su cabeza y volviendo a cerrar el pasillo secreto (una estantería por este lado, por supuesto)—. Encontrarás más razones para dudar de mí, estoy seguro. Ahora, entonces —dijo, frotándose las manos—, ¿dijiste que tenías una idea que podría apuntar en la dirección correcta?
Oh, pensó Lily, recordando de repente por qué habían emprendido esta extraña aventura en primer lugar.
—Sí, cierto. Bueno… es sólo una corazonada, si no te molesta…
—Oye, una corazonada es más de lo que Pete, Sirius y yo tenemos —razonó James.
—Bueno —murmuró Lily pensativa, caminando lentamente por el pasillo de los libros y examinando cuidadosamente sus lomos—. La cosa es que no hay mucha literatura sobre licántropos adolescentes… —Mientras caminaba, arrastraba un dedo largo y delgado por los estantes esperando tomar el título una vez que lo encontrara.
James se rio.
—¿Qué? ¿Te refieres a la pubertad de los hombres lobo? Sí, estoy bastante seguro de que no enseñan eso en la escuela.
Lily estuvo de acuerdo, asintiendo con la cabeza.
—La verdad es que eso es exactamente lo que quiero decir. —Cogió un libro de la estantería y hojeó las páginas—. La cosa es que la mayoría de los hombres lobo no fueron mordidos hasta que fueron adultos. Y la mayoría de los niños que lo fueron, bueno… —Dejó de hablar y James hizo una mueca. Los ponen a dormir—. Por lo que no hay mucho en lo que basarse sobre lo que sucede cuando un joven hombre lobo llega a la mayoría de edad.
James frunció el ceño, parpadeando por la confusión.
—¿Qué quieres decir?
Lily continuó hojeando el libro que sostenía.
—Como dije, no puedo decirlo con certeza… Me baso principalmente en lo que conozco de los lobos reales y en algo de mitología, sin embargo…
—Los mitos se basan en hechos. —James terminó su pensamiento exacto—. Hechos que se tergiversaron durante años y años hasta que se utilizaron simplemente como entretenimiento o para dar una lección a los niños.
Lily se sonrió.
—Exactamente.
—Entonces… ¿qué mito de los hombres lobo estamos insinuando que es tan real como para que Remus repentinamente pierda la cabeza cada vez que está cerca de Sirius? —James frunció el ceño, estirando el cuello para ver mejor lo que Lily estaba leyendo.
La pelirroja pasó rápidamente unas cuantas páginas más y sus ojos se iluminaron.
—Este. —Inclinó el libro para que James lo viera—. Emparejamiento. Los lobos tienen pareja, James. Y según las leyendas y los mitos, los hombres lobo también.
James balbuceó y se movió con incomodidad.
—Eh, bueno. —Se aclaró la garganta—. Eso… eh…
Lily alzó una ceja.
—¿Estás bien?
—Eh… —James dejó salir una risa nerviosa y se rascó la nuca—. Sí, es sólo que… quiero decir, estamos hablando de mis dos mejores amigos y… su vida sexual.
Lily resopló.
—¿Esperas que me crea que Sirius y tú no hablan sobre sexo?
—¡Por supuesto que lo hacemos! Pero, quiero decir… esto… toda la cosa del emparejamiento… es sólo que eso… parece un poco, ya sabes, personal, ¿supongo? Íntimo…
Lily asintió, volviendo a mirar la página.
—Creo que es bastante dulce. Ya sabes, una vez que pasas la agresión y la posesividad que viene al principio…
James la miró fijamente, poniendo una cara de casi disgusto.
—Eres una chica extraña, Evans. —Miró por sobre su hombro—. Eh… Entonces, ¿Remus seguirá actuando como un maldito maniático cada vez que esté cerca de Sirius para siempre o…?
Lily suspiró.
—No sé. No lo creo. Pero ni siquiera sé si es la respuesta correcta. Sólo es la cosa más cercana que tenemos. —Cerró el libro y lo metió a su bolso junto a otros más que tomó de la estantería—. Tendremos que leer de esto tanto como sea posible antes de llegar a alguna conclusión, por supuesto.
—Sí —James estuvo de acuerdo. No parecía tan emocionado como Lily se sentía. Se mordió el labio, mirando la expresión ansiosa del otro chico.
—¿Potter?
—Estoy bien… Es sólo que espero que tuviésemos más que sólo una corazonada y algunos mitos.
—Lo descubriremos, James. —Lily le sonrió de forma tranquilizadora, poniendo una mano suavemente en el hombro—. Estarán bien.
—Eso espero.
—Lo harán —insistió Lily—. Te tienen a ti después de todo.
