66 No tenemos elección – año 6


Regulus irrumpió en la sala común de Slytherin, más enfadado de lo que ninguno de sus compañeros había visto nunca al joven, habitualmente más tranquilo y sosegado. Cerró la puerta de la sala de golpe, haciendo temblar algunos de los retratos de la pared y provocando que varios de ellos se burlaran en señal de desaprobación. Al pasar por la chimenea, las brasas casi consumidas se convirtieron en potentes llamas. Con gruñido agravado, se arrojó en el sillón vacío.

—Qué carácter, Back —dijo Rudolphus suavemente, sin levantar la vista de un ejemplar del Profeta—. Uno podría pensar que estás empezando a imitar a tu patético hermano.

—Vete a la mierda, Lestrange —pronunció Regulus, con los ojos puestos en el fuego que tenía delante—. Vete con Bellatrix. No tengo tiempo ni ganas de ocuparme de ti.

—Tu querida prima ha decidido desquitarse de sus penas con algunos objetos quebrantables en las cocinas. Dijo algo sobre romper tazas de té. —El chico de séptimo año pasó la página con un suspiro ausente—. De verdad espero que no vuelva a espantar demasiado a los elfos domésticos. —Levantó la vista finalmente para mirar a Regulus—. ¿Y qué hay de ti? ¿También estás hirviendo de ira por una herencia insignificante?

Regulus resopló y rodó los ojos.

—No tengo la necesidad. Con Sirius fuera del camino, soy el heredero de la familia. No podría importarme menos lo que Alphard me dejó. —En parte eso era mentira. Le importaba mucho sobre lo que su tío le había dejado, y estaba bastante satisfecho con ello y con la nostalgia que le producía. Los días de jugar a Merlín con su hermano en los jardines de su tío abuelo eran una época mucho más sencilla, que ahora le parecía una vida completamente diferente.

Durante una fracción de segundo en el pasillo, Regulus había tenido la oportunidad de echar un vistazo a esa vida y sintió esa chispa de conexión que solía ser tan fuerte entre él y Sirius. Esa chispa se apagó de inmediato con el doloroso recuerdo de que, literalmente, ahora estaban en lados opuestos del Mundo Mágico.

Subiéndose la manga, Regulus miró con incertidumbre la marca que aún le dolía en el brazo. A punto de cumplir los dieciséis años, era el más joven en recibir el espeluznante símbolo de una calavera con una serpiente saliendo por la boca. La 'Marca Tenebrosa', como la llamaban el círculo interno, tenía por objetivo identificarlo como seguidor de Lord Voldemort, y también era una forma de que el propio Señor Tenebroso se comunicara con ellos. No había sido necesariamente su elección. De hecho, cuando sus padres anunciaron su deseo de que se uniera a sus primos, incluso su tía Druella y su tío Cygnus habían expresado su preocupación de que fuera tan joven.

Sus padres dejaron muy claro su razonamiento. No se arriesgarían a tener otra vergüenza para la familia, y si Regulus se unía a las filas del Señor Tenebroso, no sólo se aseguraba su lealtad a sus creencias, sino que también pondría el nombre de la familia en buena posición una vez que el Señor Tenebroso obtuviera todo el poder. Para Regulus, era como si le hubieran puesto un collar y una correa para que no pudiera escaparse, aunque él lo quisiera.

Siempre se había considerado a sí mismo neutro cuando se trataba de política. Él tenía, después de todo, apenas quince años. Aunque nunca estuvo del todo de acuerdo con los valores que su familia tanto apreciaba, no era precisamente el rebelde descuidado, empeñado en ser visto y oído, como lo era su hermano. Sin embargo, supuso que si Lord Voldemort iba a ser quien garantizara la seguridad para él y su familia, valía la pena enmascarar sus propios sentimientos indeterminados.

-o-o-

Cuando Sirius no se presentó a Defensa Contra las Artes Oscuras, los demás supusieron que la reunión que había tenido en el despacho de Dumbledore se estaba alargando.

—¿Estás seguro que no mencionó algo sobre hechizar a algún Slytherin o cambiar los ingredientes de las pociones de Slughorn por especias de la cocina de nuevo? —Remus le preguntó a James mientras los dos seguían mirando periódicamente el reloj de la pared y la puerta del aula, esperando que Sirius entrara en cualquier momento.

James se encogió de hombros.

—A mí no.

No fue hasta que Sirius también se perdió Encantamientos y Herbología que de verdad se preocuparon.

Agachándose detrás del invernadero, Peter sacó el mapa.

Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas.

Los tres chicos miraron al mapa, buscando el nombre de Sirius en cualquiera de los despachos de los profesores, donde podría estar recibiendo continuos sermones sobre comportamiento o cumpliendo algún tipo de detención durante todo el día.

—¡Allí! —dijo Remus, señalando el punto de Sirius en el dormitorio y repentinamente se sintió preocupado—. Me pregunto por qué se devolvió al dormitorio…

James sacó del bolsillo trasero su espejo.

—¿Padfoot? —No hubo respuesta y Remus tomó el espejo de las manos de James. Algo no se sentía bien.

—¿Pads? ¿Sirius, estás ahí?

Nada.

—Tal vez esté durmiendo —sugirió Peter, mirando de Remus a James, los tres se sintieron extrañamente ansiosos. No era propio de Sirius escabullirse de la clase sin que uno de ellos participara en algo más divertido. Que se quedara solo en el dormitorio era muy extraño, y sobre todo que no contestara a su espejo doble.

—Nos toca Pciones —James suspiró—. ¿Nos la saltamos y vamos a ver cómo está?

—Vayan ustedes dos —dijo repentinamente Peter, haciendo que Remus y James lo miraran interrogantes—. Se verá raro si ninguno de nosotros va. La luna será en menos de una semana, le diré a Sluggy que Remus se sentía enfermo y que tú tuviste que llevarlo a la enfermería.

James asintió y palmeó la espalda de Peter.

—Buen hombre, Wormy. Bien pensado.

Peter sonrió con orgullo, como siempre hacía cuando los demás le decían que había hecho algo útil.

Remus suspiró y le dio a Peter una sonrisa de disculpa.

—Oye, Pete, ¿te molestaría…?

—Tomaré notas por ti, Moony. No te preocupes, sólo asegúrense de que Padfoot esté bien.

Visiblemente relajado, Remus le sonrió al más bajo.

—Eres el mejor, amigo. Gracias.

—Aquí —dijo James, ofreciéndole el espejo a Peter—. En caso de que esté algo mal y necesitemos decírtelo.

Peter se metió el espejo en su bolsillo y le pasó a James el mapa para que pudieran evitar a cualquier profesor en el camino de vuelta al dormitorio. Cuando la campana para la clase sonó, Peter se dirigió a las mazmorras para Pociones con unas rápidas palabras de buenos deseos para Sirius, y James y Remus se fueron en la dirección opuesta a la Torre de Gryffindor.

-o-o-o-

Sirius se había envuelto en las mantas de la cama de Remus, con la cara enterrada en las almohadas intentando apartar de su mente todo pensamiento sobre su hermano menor.

Hubo un momento allí, y Sirius sabía bien en el fondo que Regulus lo sintió también, donde los años habían desaparecido y eran ellos nuevamente. Hermanos. Pero fue un momento fugaz. Se fue tan rápido como había llegado. Ciertamente ya no eran hermanos. De hecho, se sentían más como desconocidos.

No lo necesitas. Pensó Sirius para sí mismo, sus ojos picaban con las lágrimas que luchaba para evitar que cayeran. Regulus tenía razón en algo, James es mi hermano. Tengo una familia.

No pudo evitar que su mente vagara por lo que él y James habían escuchado durante las vacaciones sobre aquel Señor Tenebroso y lo que él y sus seguidores le estaban haciendo a las familias de sangre limpia que se negaban a unírseles. Sintió que su cuerpo temblaba involuntariamente y se envolvió aun más en su manta. Sabía a ciencia cierta que Narcissa y su prometido, Lucius Malfoy ya habían jurado su lealtad a ese hombre, había oído a Bellatrix hablar de ello hacía más de un año. Estaba seguro de que Bellatrix aprovecharía la oportunidad en cuanto se le presentara, si es que no lo había hecho ya…

Se preguntaba cuánto tiempo más tomaría antes de que estos llamados Mortífagos se lo propusieran a Regulus. Era tan joven y tan ingenuo y débil ante las exigencias de papá y mamá, iría sin pensárselo dos veces tal y como se lo habían dicho. Sus padres estarían tan orgullosos, por supuesto.

Sirius gruñó, sintiendo que se le revolvía el estómago al pensarlo. Tal vez podría ir a ver a Pomfrey y pedirle una poción para dormir. Le vendría bien un pequeño descanso…

Tan perdido en la niebla de su propia mente, no escuchó el chirrido de la puerta del dormitorio al abrirse lentamente y cerrarse. Tampoco escuchó los dos pares de pies que cruzaban la habitación. Así que se sobresaltó al oír la voz preocupada de James llamándolo.

—¿Padfoot?

Consideró no responderle, dejar que James pensara que estaba durmiendo y así él pudiera seguir revolcándose en su propia miseria.

—Sabemos que estás ahí, amigo —continuó James.

—Debe estar dormido —dijo la voz de Remus, sonando ansiosamente. Sirius cerró sus ojos con fuerzas cuando las cortinas fueron abiertas cuidadosamente y el colchón se hundió bajo el peso de Remus sentándose en el borde.

—¿Pads? —Remus preguntó suavemente, una de sus manos apoyada en el bulto de mantas que ocultaba a su novio. Suspirando fuertemente, Sirius comenzó a removerse. Sacudió la cabeza de entre las mantas, sacudiendo también su pelo de la cara, ahora estático y despeinado, lo que hizo que Remus sonriera suavemente con diversión antes de volver a su expresión de preocupación anterior.

—¿Qué demonios pasó? —preguntó James mientras él se sentaba también en la cama—. ¿En qué tipo de problemas pudiste…?

—No estoy en problemas —murmuró Sirius, sacudiendo la cabeza y manteniendo la vista abajo—. Mi tío abuelo falleció. —Olfateó y se frotó su roja nariz con la manta.

—Oh… —James y Remus intercambiaron miradas, claramente inseguros de cómo reaccionar viendo que Sirius no era para nada un fan de la mayoría de su familia. Sirius se mordió el labio, obligándose a continuar.

—Era mi tío favorito. Era muy bueno conmigo… él… —Entonces cayó en la cuenta, había estado tan metido en lo de Regulus que lo había olvidado casi por completo y sintió que se le hinchaba el pecho al decirlo en voz alta por primera vez—. Me dejó una maldita fortuna en su testamento…

Tanto los ojos de James como los de Remus se agradaron y sus bocas se abrieron aun más.

—Cerca de 104.000 galeones… —Sirius apenas susurró las palabras por la sorpresa.

—¿Qué?

Sirius asintió, llevándose una mano por el cabello y forcejeando cuando dio con algunos nudos. Acercó las piernas a sí mismo.

—A Bellatrix y a Regulus no les hizo ninguna gracia. Dijeron que el dinero le pertenecía a la familia y no a un traidor a la sangre como yo.

Remus se arrastró hasta el otro lado del colchón para sentarse detrás de Sirius, tirando de él para que se sentara en su regazo y empezó a pasar suavemente los dedos por los mechones oscuros, desenredándolos y alisándolos. Era muy reconfortante.

James sacudió la cabeza con el ceño fruncido.

—No dejes que te molesten, Sirius. Te lo mereces. Claramente tu tío pensó que eras la mejor opción, eso es todo lo que importa.

Todo su cuerpo comenzó a relajarse mientras que Remus peinaba su cabello en una trenza apretada.

—Sí, lo sé. —Suspiró—. Es sólo que… Hubo este momento fugaz con Regulus… —Les explicó lo que había pasado en el pasillo después de la reunión con Dumbledore, y cómo Regulus se había comportado como si Sirius lo hubiese quemado repentinamente.

—Lo lamento mucho, cariño —dijo Remus, besando la parte trasera de su cuello y asegurando la trenza con una liga de pelo que tenía Sirius en la muñeca. Sirius sacudió la cabeza.

—Está bien. No… no quiero seguir pensando en eso, ¿está bien?

—Por supuesto —Remus estuvo de acuerdo.

—¿Qué podemos hacer para alejar tu mente de eso? —preguntó James. Sirius se quedó callado mientras meditaba algunas opciones. Cosas como inundar las mazmorras con té para molestar aun más a Bellatrix, o hechizar a Mulciber para que cantara Dios Salve a la Reina cada vez que intentara decir 'sangre sucia' se le pasaron por la cabeza. De alguna manera, no parecían muy satisfactorias.

—¿Quieren emborracharse en las Tres Escobas? —dijo finalmente.

James sonrió.

—Suena perfecto. Tú pagas, ¿verdad? Con todo ese dinero no debes tener idea en qué gastarlo.

Sirius resopló y rodó los ojos, pero asintió.

—Sí, yo pago. —Pateó las mantas para sacárselas y besó a Remus en la mejilla antes de salir de su regazo. Remus le sonrió, pero el brillo no llegó a sus ojos, los que seguían bañados por la preocupación.

—¿Estarás bien, Padfoot?

Sirius asintió.

—Por supuesto. Todos estaremos bien. No tenemos elección, ¿verdad?

-o-o-o-

—¡Muy bien, todos ustedes, cálmense! —gritó Rosemerta por encima de la ruidosa charla de los ochos jóvenes estudiantes de Gryffindor que estaban sentados en la cabina de la esquina de Las Tres Escobas—. Son cinco botellas de whisky de fuego. —Puso las botellas delante de Sirius, James, Remus, Marlene y Peter—. Y tres vasos de hidromiel. —Se dirigió a Lily, Dorcas y Mary—. ¿Algo más?

Sirius le sonrió a la bruja con un guiño coqueto.

—¿Qué más está ofreciendo, Rosemerta?

—No te gustaría saberlo, Black. —La camarera le sonrió maliciosamente antes de irse a atender a sus otros clientes. Por debajo de la mesa, la mano de Remus apretó suavemente el muslo de Sirius de una manera discretamente posesiva que hizo que las mejillas de Sirius se calentaran.

Aclarando su garganta para distraerse de la mano de su novio que ahora vagaba por su pierna, Sirius levantó la botella de whisky de fuego.

—Por mi difunto tío Alphard. Sin el cual, todos ustedes tendrían que emborracharse con sus propios galeones esta noche. —Sonrió.

—¡Exacto! —James y Peter vitorearon mientras todos levantaban sus copas.

—Gracias por invitarnos, Sirius —dijo Dorcas después de engullir casi todo el vaso de hidromiel—. Aunque lamento lo de tu tío.

Sirius se encogió de hombros, jugando con la etiqueta de su botella.

—Creo que a todos nos vendría bien una noche de fiesta. Tendremos el Asesoramiento Profesional, después de todo.

—Eso suena tan… de adultos —dijo Lily con asombro—. Asesoramiento Profesional. —Sacudió la cabeza—. Después de eso ya no sólo será diversión y juegos, ¿verdad? Realmente estaremos trabajando para nuestro futuro.

Marlene se estremeció y dio un largo trago a su propia botella.

—Alguien… quiero decir… ¿alguien ha pensado en ello? ¿En lo que quieran hacer?

Todos los demás se miraron con la misma expresión de incertidumbre. Nadie dijo nada.

—Bueno —dijo Lily, finalmente rompiendo el hielo—. Todos sabemos lo que Potter será.

—¿Oh? —James le sonrió—. ¿Y qué sería eso? ¿Un imbécil por profesional? Vamos, Evans, sólo dilo…

Lily se rio y rodó los ojos.

—Tú eres un imbécil, Potter. De verdad espero que nadie vaya a pagarte por ser uno mayor…

—¡Ministro de Magia! —se rio Marlene—. Ese es un imbécil profesional.

Todos se rieron con ello pero Lily sacudió la cabeza.

—De hecho, iba a decir que Potter probablemente terminaría siendo un Jugador Profesional de Quidditch.

La sonrisa burlesca de James se desvaneció ligeramente y un leve rubor cayó sobre su rostro.

—¿De verdad? ¿Eso crees, Evans?

Lily se encogió de hombros, dando un sorbo a su hidromiel.

—He oído que había algunos exploradores en su último partido contra Ravenclaw. —Le miró por debajo de sus largas pestañas—. Sólo podría suponer que estaban allí por ti.

Hubo una pausa incómoda y Mary intervino.

—Sirius no va a necesitar Asesoramiento Profesional. —Su voz era una octava más alta de lo habitual—. Con todo el dinero que tiene ahora, ¿eh? Probablemente renunciarás a un trabajo de verdad y te dediques a ser modelo de ropa interior o algo así.

Sirius se rio con fuerza y Marlene sacudió la cabeza.

—No. Sólo será un groupie de David Bowie y viajará alrededor del mundo siguiendo sus giras.

—Sólo si tú me acompañas, Marls. —Sirius sonrió, tomándose el resto de su whisky.

—¡Já! —Marlene se burló—. En tus sueños, Black. Yo estaré en mi propia gira, muchas gracias. Seré famosa.

—¿Con qué? —Dorcas resopló—. ¿Esa gárgara que llamas cantar? Te he escuchado en las duchas.

—¡Accidentalmente había tragado agua, maldita! Ahora, ¡deja eso o jamás serás mi mánager! —Se defendió Marlene, cruzando los brazos y luciendo lastimada hasta que Dorcas se inclinó sobre ella y besó sus labios que se habían formado en un puchero.

—¿Qué hay de ti, Pete? —preguntó James, sus mejillas estaban rojas por el trago—. ¿Qué hay en tu futuro, eh?

Peter tarareó pensativo y Remus se excusó en silencio para ir a pedir otra ronda para todos en la barra.

—No sé —dijo, encogiéndose de hombros—. Me gustaría hacer algo importante. Algo grande.

Sirius golpeó la mesa con el puño, haciendo que todos saltaran, y sonrió señalando a Peter.

—Un súper espía.

Peter levantó una ceja y se rio.

—¿Un súper espía, Padfoot?

—¡Sí! Ya sabes, como ese del que tú y Rem hablan… ese hombre muggle que usa un traje y consigue a todas las chicas… Eh…

—¿James Bond? —Lily proporcionó, sus labios se curvaron hacia arriba mientras miraba a Sirius batallando por el nombre.

—Sí. Ese, el guapo que de verdad se ve en buena forma —Sirius divagó, claramente empezando a sentir los efectos de su bebida—. De todos modos, eso es lo que Peter debería hacer. —Remus había regresado y Sirius tomó amablemente otra botella de whisky que él sostenía mientras se pasaban el resto—. Piénsalo. —Apuntó con su varita a la tapa de la botella para quitarlo y bebió un gran trago, limpiándose la boca con el dorso de la mano y bajando la botella—. Eres inteligente, sabes cómo escabullirte sin ser detectado, eres un maldito buen mentiroso cuando necesitamos inventar coartadas para salir de los problemas. Además, si tu historial con Emmeline es algo a tener en cuenta, no eres tan malo con las damas. Así que ahí tienes, un Súper Espía.

Peter resopló.

—Sigue bebiendo, Pads…

—Entonces, hay un Jugador profesional de Quidditch, un groupie de Bowie. —Lily sonreía mientras los enumeraba y los señalaba a todos a su paso—. Una famosa por vaya Merlín a saber por qué. —Marlene resopló y murmuró algo sobre su talento excepcional de canto—. Y el nuevo James Bond… Qué grupo de jóvenes brujas y magos tan exitosos somos.

—¿Y tú, Evans? —dijo Sirius mientras se acercaba y abría el brazo para que Remus se sentara cómodamente a su lado—. ¿Qué serás tú?

—Escribirá para El Corazón de Bruja —dijo Mary—. Y podrá entrevistar a todos esos magos guapos y famosos.

Sirius asintió con entusiasmo.

—Oye, no te olvides de nosotros los pequeños cuando te ahogues con los boletos a conciertos gratis y esas cosas, ¿de acuerdo?

—Oh, por favor. —Lily se rio—. Ese no es mi futuro. Escribir artículos tontos para la prensa…

—Ministra de Magia —interrumpió James, sacando su brazo del hombro de Mary para señalar a la pelirroja con su botella de whisky.

—¿Ahora a mí me llamas una imbécil profesional, Potter? —Lily preguntó con una sonrisa divertida y una ceja alzada.

James, sin embargo, sacudió la cabeza.

—No —dijo con un tono serio—. Todo lo contrario. Creo que serías genial. Hemos tenido suficientes imbéciles en la oficina… Es tiempo de que tengamos a una persona inteligente que no aguantaría la mierda de nadie. Esa eres tú.

El rostro de Lily se tornó del color exacto de su cabello mientras ella y James se miraban fijamente desde el otro lado de la mesa por demasiado tiempo. Lily fue la primera en notarlo y desvió la mirada rápidamente. Luego se ruborizó y bajó la vista, forzando una sonrisa a una Mary que lucía un poco desconfiada.

—Mary probablemente…

—Una sanadora —la rubia les informó sin dudar, sus ojos se veían más duros que de costumbre y sus dedos rodeaban con fuerza el borde de su vaso de hidromiel. Luego se sonrojó y bajó la mirada con timidez—. Yo… quiero ser una sanadora, la verdad.

Una vez más, el resto se miró entre ellos, esta vez sintiéndose ligeramente incómodos. Sirius miró a James, que estaba ocupándose de un hilo suelto en la manga.

—Vaya —dijo Lily en voz baja, sentándose de nuevo en su asiento—. Eso es realmente maravilloso, Mary. ¿De verdad has pensado en ello?

Mary asintió.

—Sí. —La sonrisa había regresado a su rostro—. Eh… incluso he pasado algunos periodos libres en la enfermería con Madam Pomfrey. Mi madre es una enfermera, algo así como una sanadora muggle, así que… siempre me ha interesado.

Sirius pateó a James por debajo de la mesa, sacándolo de su aparente aturdimiento.

—¡Oh! Eso… eso es genial, Mary. —Le besó en la mejilla—. Será genial para cuando me golpee y magulle durante un partido de quidditch y puedas curarme, ¿eh?

Los demás siguieron bromeando sobre todas las lesiones que tendrían a lo largo de los años y cómo Mary sería su chica de cabecera. Sirius, sin embargo, estaba demasiado distraído por lo tranquilo que había estado Remus, sentado a su lado. Acarició el hombro del hombre lobo.

—Estás muy callado.

Remus tomó una fuerte bocanada de aire, pero no se movió.

La mano de Sirius encontró la suya y entrelazó sus dedos, apretando suavemente.

—Oye, Moons. —Besó justo debajo de su oreja—. Vuelve con nosotros, cariño. Se nota que estás lejos en alguna parte.

Remus dejó salir temblorosamente l aire de sus pulmones.

—Es sólo que…

—Ya sé —respondió Sirius. Sí sabía. Sabía exactamente lo que estaba en la mente de Remus, y que lo hechizaran si fuese tan tonto para dejar que el odio a sí mismo y las dudas de Remus se apoderen de él. Volviendo su atención al grupo, Sirius sonrió y acercó a Remus a él—. Claro que todos sabemos que nuestro pequeño Remus va a ser profesor, ¿eh?

—Oh, Remus, serías un profesor maravilloso! —Lily le sonrió mientras los demás asentían y murmuraban su entusiasta acuerdo.

Fue el turno de Remus de sonrojarse y negó con la cabeza.

—Lo… Lo dudo, en serio. Pero gracias.

—Tonterías —dijo Dorcas—. Le darías una paliza al profesor Zahorsky en Defensa Contra las Artes Oscuras. Lo corriges en clase todo el tiempo.

Remus sonrió con ironía y jugueteó con su botella de whisky medio vacía.

—Gracias… —murmuró.

Sin embargo, no era sólo Remus. Había una pesadez general en el aire que los rodeaba a todos, incluso mientras reían y bromeaban entre ellos.

Crecer había sido una especie de sueño hasta ahora, y aun así ahí estaban, esperando tomar aquellas decisiones mientras la amenaza de la guerra se cernía sobre ellos. Los sueños de la infancia, como formar parte de un equipo profesional de Quidditch o viajar por el mundo con diferentes bandas de rock, no encajaban en un mundo en el que se esperaba que la mayoría, si no todos, lucharan. Si el Mundo Mágico tenía tantos problemas como el padre de James y el Profeta parecía creer que tenía, daría igual lo que quisieran ser. No tendrían elección. Serían soldados.