68 Tu persona – año seis
Por casi seis años, había un hecho que cada estudiante de Hogwarts había visto ser puesto a prueba cada vez:
Lily Evans odiaba a James Potter.
En primer año, fue el hábito insufrible de James de tener que vencer a Lily en cada pregunta en clase o corregirla en los detalles más pequeños sólo para probar de que él era tan inteligente, y si no más, que ella. Para el tiempo que iban en tercer año, estaban en una competencia constante por ser el mejor de la clase, lo que era molesto para Lily ya que Potter y sus amigos raramente eran vistos estudiando, aparte de Remus por supuesto. Sin embargo, había empezado a disfrutar del desafío y, en cambio, odiaba a Potter por su descarado acoso a Severus Snape.
La amistad de Lily y Severus terminó abruptamente cuando el Slytherin la había llamado "Sangre Sucia" en frente de media escuela, y ella nunca lo perdonó y nunca lo haría. Potter, a pesar de todos sus hábitos irritantes, se había calmado bastante después de aquello y Lily incluso llegaría a llamarlo amigo en estos días. Pero había algo en él que la hacía sentir muy incómoda…
Nadie sabía esto mejor que Marlene, Dorcas y Mary, porque ellas solían ser las destinatarias de las quejas de Lily. Era bastante obvio para las tres chicas que lo que su amiga sentía hacia el travieso capitán de Quidditch ya no era desprecio, sino enamoramiento, aunque Lily no se diera cuenta por sí misma.
Y fue por eso que cuando Mary comenzó a salir con James, Dorcas y Marlene estuvieron muy confundidas…
—Déjame ver si entiendo —dijo Marlene críticamente, mirando a Mary con el ceño ligeramente fruncido.
—Debe ser un desafío para ti. —Mary sonrió, pero Marlene la ignoró.
—¿James, "Sal conmigo Evans" Potter te invitó a salir y tú dijiste que sí?
Mary asintió.
—Correcto.
—¿Aun cuando todos saben en la escuela que Lily, una de tus mejores amigas, está loca por él? —agregó Dorcas.
Mary le dedicó una sonrisa cómplice a las chicas, y sus ojos se desviaron por la sala común donde Lily estaba sentada con la nariz enterrada en un libro, tratando claramente de ocultar que se reía de lo que Potter y Black discutían animadamente a unos metros de ella.
—No todos en la escuela lo saben…
Marlene y Dorcas se dieron cuenta y sonrieron.
—¡Mary McDonald, eres una astuta! —Rio Marlene, rodeando a su amiga con un brazo—. Tomando una hoja del propio libro de Potter, ¿verdad?
—Supongo que podrías decir eso.
No pensó que tomaría mucho antes de que James o Lily finalmente cedieran y admitieran que sentían algo por el otro, pero aquí estaba siente meses después y todavía saliendo con James Potter. No era que tuviese quejas, James era de verdad muy divertido. Era entretenido y bastante agradable, si no un poco ridículo algunas veces, pero siempre se aseguraba de hablar bien de él si sabía que Lily estaba al alcance de sus oídos. Lo único que había olvidado tener en cuenta era lo testarudos que podían ser tanto James como Lily. Con el fin del año escolar acercándose rápidamente, tal vez era el momento de poner fin a su plan.
-o-o-o-
—… Y de nuevo, ¿cuál es la razón por la que necesita tan desesperadamente una poción para el crecimiento del cabello, Sr. Potter? —preguntó el Profesor Slughorn, levantando una ceja escéptica al estudiante de sexto año en frente de él, quien llevaba una tranquila expresión de inocencia.
—Ah, bueno, verá, profesor, prometí que no daría nombres, ella está avergonzada, entenderá —explicó James—. Pero una de las chicas de tercer año dejó que su amiga le cortara el cabello y fue un completo desastre, como podría imaginarse. Niñas adolescentes, ¿eh? —Sonrió, mirando mientras el profesor mordía el cebo, el anzuelo y todo—. Simplemente le mortifica salir de la Sala Común, así que me ofrecí a ayudar.
—¡Bueno, eso fue muy gentil de usted, Sr. Potter! No veo por qué no. —Buscó entre los cajones de su escritorio y le ofreció a James la llave del almacén—. Sólo asegúrese de cerrarlo una vez que termine.
—¡Absolutamente! —James accedió alegremente—. ¡Gracias, profesor!
Saliendo del despacho de Slughorn y dentro del laboratorio de pociones con una sonrisa de superioridad, James se guardó en el bolsillo la pequeña ampolla que el profesor le había dado para obtener la cantidad de poción necesaria para ayudar a la chica imaginaria y sacó de su túnica un vaso mucho más grande. Después de todo, necesitarían mucha más pociones para que obtuviese el efecto deseado en varios Slytherins que fueron cuidadosamente seleccionados en vez de una sola chica con un mal corte de pelo.
Un bufido divertido procedente de su espalda casi le hizo derramar la poción y se giró para ver a Lily Evans de pie en la puerta del almacén, con los brazos cruzados y una sonrisa de complicidad.
—Potter.
—Evans.
Lily miró la ampolla que James estaba descorchando.
—Ya veo que tus intenciones no son buenas.
—Ni idea de qué hablas, Evans —dijo James con una sonrisa—. Estoy ayudando a una joven chica en apuros, si necesitas saber.
—¿Esa es la mentira que le contaste a Slughorn? —preguntó Lily.
—¿Cierta prefecta me dará detención si digo que sí?
Los ojos esmeraldas se detuvieron en los de color avellana, ambos con una mirada desafiante antes de que Lily se encogiera de hombros.
—No —dijo finalmente—. Pero, ¿podrías moverte, por favor? Necesito algunas semillas de enebro.
Haciéndose a un lado, James dejó que Lily se dirigiera a los estantes para buscar sus ingredientes. Observó cómo se ponía de puntillas y alcanzaba uno de los estantes más altos, con las puntas de los dedos apenas rozando el tarro de semillas y él negó con la cabeza.
—Aquí, toma —murmuró él, extendiendo su propio brazo. Justo cuando Lily estaba a punto de protestar, sus dedos se rozaron y ambos se congelaron. James sintió que se le calentaba la cara cuando el color rosa subió por las mejillas de Lily y no pudo evitar lo bonita que le hacía ver.
Somos amigos. Pensó con firmeza. No voy a arruinar esto.
—¿James?
Se escuchó un fuerte golpe cuando el frasco cayó al suelo, rompiéndose y esparciendo las semillas por todas partes. Lily y James se apartaron de un salto como si se hubieran electrocutado y Mary se quedó de pie en la puerta, observando con una cara completamente inexpresiva.
—M-Mary. —James se llevó una mano por el cabello nerviosamente—. ¿Eh… qué haces…?
—Se suponía que íbamos a comer en Hogsmeade —le recordó Mary con suavidad—. Hace una hora atrás. Cuando no pude encontrarte, Sirius dijo que estarías aquí.
Joder.
—Lo lamento —dijo James con honestidad—. He perdido completamente la noción del tiempo. —Miró los cristales rotos y las semillas de enebro esparcidas por el suelo y miró a Lily con culpabilidad—. Déjame…
—No —dijo Lily rápidamente, evitando hacer contacto visual con los dos—. Está bien, Potter. Yo puedo limpiar esto. Vete.
—¿Estás segu…?
—James, vete.
James dudó por otro segundo. Sintió como si había algo más que le gustaría decir o hacer, pero no estaba seguro de exactamente qué y entonces con un suspiro siguió a Mary fuera del laboratorio de pociones y hasta el pasillo. Ninguno de los dos dijo una palabra mientras salían de las mazmorras y James, por todo lo que había hecho alguna vez, nunca se había sentido tan culpable como se sentía en ese momento, y no había hecho nada más además de dejar que el tiempo se le escapara. El silencio lo estaba matando.
—Mary…
—Está bien, James —dijo Mary. Dejaron de caminar y ella se giró para mirarlo. No parecía molesta, pero entonces ella raramente lo hacía y James estaba seguro de que le había dado muchas razones para estarlo—. Para ser completamente honesta, la razón por la que quería salir hoy era… bueno, quería hablar contigo sobre…
—Estás rompiendo conmigo, ¿verdad? —murmuró James, sintiendo su estómago dar un vuelco mientras Mary le daba una triste sonrisa. Dio unos pasos hacia él y tomó su mano, dándole un suave apretón.
—De verdad eres una persona maravillosa, James, en serio. Me alegra que tuviéramos el tiempo que tuvimos, pero creo que ese tiempo se acabo, ¿no crees?
James no respondió, no estaba seguro de lo que debía decir. ¿Debía pelear para que se quedara? ¿No sería lo que ella querría? Eso fue lo que Sirius y James hicieron cuando tuvieron esas separaciones ridículas…
Pero esto no era lo mismo. Ella y él ciertamente no eran Sirius y Remus, y para ser completamente honesto, James no quería pelear la verdad.
Aunque Mary seguía sonriéndole.
—No soy tu persona.
James frunció el ceño, confundido.
—¿Qué?
—Tu persona —repitió Mary—. Tu alma gemela, si crees en eso. Creo que tú lo sabes, James. Creo que todos lo saben… bueno, casi todos. —De nuevo, James no tenía respuesta excepto mirar a la chica frente a él sin poder decir una palabra. Mary se puso en puntitas y besó su mejilla—. Ella entrará en razón eventualmente —le susurró al oído y James casi dio un salto hacia atrás, con los ojos bien abiertos.
—¿Q-qué? ¿Quién?
Mary se rio y sacudió la cabeza.
—Eres un tipo inteligente. Lo descubrirás. —Le guiñó un ojo—. Nos vemos. —Y lo dejó allí parado, completamente desconcertado.
-o-o-o-
—Merlín, ahí estás, amigo. Te has ido por todo el maldito día —dijo Sirius, deslizándose para hacerle un sitio en la mesa de Gryffindor, donde la cena ya había aparecido en los platos delante de ellos—. ¿Conseguiste la poción? —agregó en un tono más tranquilo.
—Eh… sí, la tengo —dijo James, hundiéndose en el asiento junto a su mejor amigo.
Remus frunció el ceño.
—¿Estás bien, James?
—Sí —James dijo brevemente, empujando el puré de patatas alrededor de su plato—. ¿Por qué?
—No pareces muy entusiasmado con la idea de darle a los Slytherins tres metros más de pelo —aportó Peter, luciendo preocupado—. Y estuviste desaparecido todo el día. ¿Qué pasó?
James suspiró. No había caso en ocultarlo de ellos.
—Mary rompió conmigo.
Sirius, Remus y Peter intercambiaron una mirada que James decidió ignorar.
No soy tu persona. Creo que lo sabes, James. Creo que todos lo saben… bueno, casi todos.
—Lo lamento, Prongs —finalmente dijo Remus, luciendo compasivo—. Te gustaba mucho.
James se encogió de hombros.
—Supongo. Estoy bien, en serio. Quiero decir… sabía que no era algo que iba a durar para siempre. Sólo siento que lo he estropeado todo, ¿saben? Siempre olvidando o cancelando planes con ella y todo eso…
—¿Estaba molesta? —preguntó Sirius, su boca aún llena con la comida, lo que hizo que Remus rodara los ojos y sacudiera la cabeza ante la falta de modales de su novio—. No parecía molesta cuando hablé con ella. ¿Por qué sacudes la cabeza, Moony?
—Nah, no fue una ruptura complicada ni nada por el estilo. De hecho, ella estaba planeando romper antes de que se me olvidara la comida de hoy. Pero estamos bien. Somos amigos, sin rencores.
—Qué bien —dijo Sirius, pasando el brazo por encima del hombro de James—. Entonces deja de hacer pucheros y piensa en la cantidad de grasa que el viejo Snivelly va a arrastrar cuando tenga todo ese pelo de más después. Vamos, amigo. Es la última broma del año.
James rio y asintió con la cabeza.
—Sí, tienes razón. Gracias, Pads.
Sirius continuó hablando sobre los planes, exitosamente distrayendo a James de los pensamientos sobre Mary Mcdonald y Lily Evans y sólo se detuvo brevemente cuando la lechuza de la familia de Remus dejó caer un sobre en el regazo de su novio.
—No es hora de correo… —Peter frunció el ceño—. ¿Está todo bien, Moony?
Remus se encogió de hombros.
—Probablemente sea que mi padre está repasando, er… los arreglos para mí este verano. —Su cara se volvió ligeramente rosada y bajó la mirada—. Me he hecho demasiado grande para el sótano… —Los Merodeadores hicieron una mueca y Remus negó con la cabeza—. No pasa nada. No es para tanto. —Forzó una sonrisa para ellos y, de mala gana, los demás volvieron a su conversación.
—Así que me las he arreglado para conseguir la contraseña de la sala común de Slytherin y todo lo que tenemos que hacer es…
¡Clang!
El sonido del tenedor de Remus cayendo pesadamente sobre su plato hizo que los otros tres chicos saltaran y lo miraran. El hombre lobo se había puesto pálido y le temblaban las manos mientras sus ojos bien abiertos miraban con horror la carta que tenía en las manos.
—¿Qué pasó?
Remus no dijo nada y Sirius rápidamente tomó una de sus temblorosas manos entre las suyas.
—¿Remus, estás bien?
—…M-mi mamá está enferma.
