Inuyasha no podía creer lo que acababa de oír, la noticia había hecho arder sus adentros y lo desgarraba suavemente, haciendo el dolor más intenso de lo que él creía humanamente posible. Sango lo observaba con los ojos bañados en lágrimas, sin poder contener su tristeza, esto no sólo afectaba sus sentimientos, sino también su plan de reaparecer, ahora había una pequeña persona involucrada en esa maraña de emociones. El joven tomó una silla y la lanzó contra la pared despedazándola, lágrimas comenzaron a desbordarse de sus orbes azules, la muchacha se acercó lentamente a él y le puso la mano en el hombro.

-Tienes que controlarte- dijo entre sollozos – por el bien de todos- su hermoso rostro reflejaba el penetrante sufrimiento que experimentaba, el muchacho se volteó y la miró a los ojos.

- Lo siento- fue capaz de musitar, el silencio atronador de la habitación era agobiante, pero ya habían experimentado esa clase de sensación anteriormente, ahora sólo tenían que ser fuertes.


Ya había pasado un mes y medio, y Kagome aún no podía creer que iba a tener un bebé, una vida estaba desarrollándose dentro de ella, y esto la embargaba de inmensa felicidad, desde el momento en que lo supo, su vida sufrió un cambio positivo, Miroku era mucho más atento con ella, no es que no lo fuera antes de esto, pero ahora en verdad sentía que era su esposo y no su mejor amigo, había resultado ser verdad que un hijo une a dos personas de una manera tan especial. Además ya había dejado de tener sueños sobre Inuyasha, ahora sólo tenía tiempo para su bebé y su esposo, esa era su vida y estaba más que satisfecha con ella. El sonido del timbre la sacó de sus pensamientos, se dirigió a la puerta y la abrió, un gigante ramo de flores la miraba atentamente, y el rostro de un apuesto hombre aparecía tras de él.

- Para la mujer más hermosa del mundo- dijo con voz solemne, Kagome lo miró divertida, nunca se cansaría de esa clase de mimos, incluso su familia había ido a visitarla cuando se enteraron, todos estaban muy felices, Shippo que ahora ya era un adolescente también les había expresado su alegría, pero al parecer algo le molestaba, pero no quiso hablar de eso con nadie, Kagome sospechó que tendría algo que ver con Inuyasha y por esa razón no ahondó más en el tema.

- Debes dejar de gastar nuestro dinero en estas cosas- dijo Kagome tomando las flores para ponerlas en agua – Debemos ahorrar dinero para los gastos que vendrán con el niño- Miroku se acercó a ella , y rodeó su cintura con sus brazos, hundiendo su rostro en el suave cabello de Kagome y aspirando su embriagante aroma.

- Tú sabes que te encantan estos detalles- dijo el ojiazul susurrándole tentadoramente al oído, últimamente, se habían vuelto más íntimos, en todos los sentidos posibles. Kagome no resistió un segundo más y besó a Miroku apasionadamente, envolviendo sus piernas alrededor de su cintura, sentía como el deseo la hacía arder, él la llevó hasta la habitación y la cena que habían acordado para esa noche, quedó postergada.


Kagomesalió a comprar algunas cosas que les hacían falta en el departamento, la verdad es que no tenía mucho que hacer en casa y la inspiración no acudía a ella cuando se sentaba frente a su instrumento de trabajo, así que tendría que aprovechar el tiempo en cualquier cosa.

El supermercado estaba casi vacío, probablemente debido a que la mayoría de las personas trabajaban por la mañana, pero de esa manera era mejor, todo era más tranquilo, mientras buscaba su paquete de leche habitual.

Recordó una conversación que tuvo con Miroku, acerca de tratar de comer más saludablemente por el bebé, el único problema es que en el pasillo había toda una gama de productos diferentes, leche de soya, leche con vitaminas extras y muchos más.

Kagome decidió hablarle a su esposo para que le aconsejara cual comprar, sacó su teléfono móvil y marcó el número del hospital donde él trabajaba, al mismo tiempo, cogió un envase de leche de soya para leer la etiqueta nutricional, cuando al fin contestaron, le informaron que Miroku estaba atendiendo una emergencia y no podían interrumpirlo, ella se disculpó y pidió que le avisaran cuando se desocupara. De repente escuchó que alguien le hablaba.

- Disculpe¿va a comprar esa leche de soya?- dijo una voz conocida, Kagome no pudo contener su sorpresa, se volvió y se encontró con los ojos avellana de Sango – Es la última que queda-

- ¡Sango!- el grito había escapado de su boca antes de que pudiera controlarse, todo el supermercado se había vuelto para observarla, incluso la mujer la miraba con preocupación.

- ¿Se siente bien?- le preguntó suavemente. Kagome no podía creer que no la reconociera, su emoción se desvaneció al instante y fue reemplazada por la decepción.

- Lo siento, la confundí con otra persona. Aquí tiene- dijo suavemente, acercándose para entregarle el envase, pero antes de que pudiera hacer algo la vista se le nubló y todo se volvió oscuro.


La mujer de cabellos azabaches abría los ojos con lentitud, su vista comenzaba a acostumbrarse a la luz de la habitación, el rostro de Miroku apareció frente a ella y le sonrió dulcemente.

- Tienes una extraña manía por los desmayos¿verdad?- dijo dándole un beso, Kagome no pudo evitar devolverle la sonrisa.

-¿Qué sucedió¿Cómo llegué aquí?- preguntó débilmente, se encontraba en su habitación, al parecer ya había anochecido.

- Los empleados del supermercado llamaron a una ambulancia del hospital y cuando te atendieron, me avisaron y te traje- Kagome todavía recordaba qué le había provocado el desmayo, una mujer muy parecida a Sango, pero no era ella, no había motivo para preocupar a Miroku con tonterías.

- Sí, supongo que no me he estado alimentando bien- dijo a modo de disculpa – Pero sé que tu cuidarás de mí, y me ayudarás a mejorar… del mismo modo que curaste mi corazón- susurró acercándose a su esposo para darle un beso.

Bueno ahí está el 3er capítulo de la historia, no sé si continuarla...eso dependerá de cuántos reviews me dejen.