Los personajes pertenecen a la asombrosa Stephenie Meyer. La historia salió de mi loca cabeza. No se puede publicar en ningún otro lugar sin mi autorización. *Leer nota al fina*

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— Te lo digo, Ed. La próxima vez que esa zorra intente robarme un proyecto, le arrancaré sus pelirrojas extensiones…

El cobrizo dejó que Bella siguiera con su discurso colérico mientras le daba vueltas a las verduras que estaban a punto de hervir. Miró hacia atrás, sobre su hombro, con una ligera sonrisa bailándole en los labios. La castaña se inclinaba sobre la gran mesa de granito, al centro de la amplia cocina. Se había robado algunos trozos de zanahoria que Edward estaba cortando no hace mucho tiempo.

— Que lastima… esa calidad de extensiones debió haberle costado una fortuna… — casi dejó salir una carcajada cuando vio cómo el rostro de Isabella se desencajaba de la impresión. Regresó su atención hacia la sopa que estaba haciendo, hasta que de un momento a otro un trozo de zanahoria a medio comer se impactó contra la parte trasera de su cabeza.

— ¿De qué maldito lado estás, Cullen? — exclamó la caoba, iracunda.

— Creo que deberías… — las palabras del cobrizo perdieron fuerza cuando se escuchó el característico sonido de su gran camioneta.

Decidiendo que la sopa podía estar sola hasta quedar en su punto, Edward procedió a tomar las piezas de baguete que había cortado hace unos minutos, las colocó en una charola y caminó al refrigerador para sacar la mantequilla con especias que siempre usaba. Untó rápidamente las piezas y empujó toda la bandeja dentro del horno eléctrico que había al otro lado de la cocina.

Le dio un rápido vistazo a su ropa.

Su turno en el hospital se había retrasado unos minutos, pues uno de sus pacientes se había movido con demasiada brusquedad y sus puntos se habían reventado, no hubo más opción que volver a coserlo al momento. Por lo que solo había tenido tiempo de quitarse la bata blanca.

Las mangas de su camisa negra habían sido arremangadas hasta sus codos y desabrochada en los primeros tres botones, se había dejado los pantalones de vestir también negros, y cambiado los zapatos de vestir por sus pantuflas negras que siempre usaba al estar en casa.

—¡Cariño, ya estoy en casa! — se escuchó la estridente voz de Emmett desde la entrada, seguida por un ligero portazo. Edward lanzó un bufido por lo bajo con una pequeña sonrisa, miró a Bella quien se reía ligeramente, caminando lentamente hasta la entrada de la cocina. Casi choca con la gran figura de Emmett, quien venía cargando con su usual mochila y el gigantesco tubo en el que solía guardar sus planos. — Enana, si sigues apareciéndote de esa forma terminaré aplastándote.

Isabella le dio un golpe juguetón sobre el pecho mientras de estiraba para darle un ligero beso en los labios.

A primera vista, nunca podrías imaginarte que eran mellizos, eran totalmente opuestos. Mientras Bella era toda fragilidad y gracias, con curvas suaves debajo del vestido verde de tirantes, Emmett era todo musculo y encanto. De alguna manera lograba que el traje de etiqueta no reventara debajo de su bien trabajo cuerpo. El aspecto profesional y duro contrastaba cómicamente con sus expresiones juguetonas y llenas de vida.

Como las expresiones que estaba haciendo precisamente en este preciso momento al notar la valoración de Edward. Cuando el cobrizo de fijó en su cara, el pelinegro no tardó en dedicarle un guiño y una gran sonrisa, que dejaba ver un tierno hoyuelo en su mejilla izquierda.

—Si no entraras en estampida, nadie saldría herido. — respondió Bella, devolviendo la atención a ella.

—Muero de hambre. — fue lo único que respondió Emmett. Se tomó un momento para olfatear el ambiente, lanzando un gruñido de aprobación. — Dejaré esto y vuelvo. — añadió señalando su equipo de trabajo y, dedicándole otro guiño a Edward, corrió por las escaleras.

Bella se estiró para alcanzar tres cuencos que estaban guardados en el estante superior. Caminó hasta llegar a un lado de Edward y le dio un empujón juguetón con la cadera antes de acercarle los cuencos para que él los llenara con sopa.

Este le dedicó una sonrisa ladina mientras tomaba el primero. Escuchó a la castaña moverse con familiaridad por toda su cocina, sacando cucharas, servilletas y vasos con desenvoltura. Acomodó todo en la mesa de la cocina, donde solían comer los tres juntos un par de veces a la semana.

Desde pequeños Bella y Emmett habían sido muy unidos, así que la menor (por tres segundos como siempre se empeñaba en recordarle al grandote) había decidido comprar un pequeño apartamento a veinte minutos de la casa. De esta manera podrían juntarse en cualquier momento.

¡CLAP!

Al estar perdido en sus pensamientos, llenando casi mecánicamente los cuencos con la sopa, Edward se sorprendió al sentir el sonoro e intenso golpe que Emmett le había dado en el trasero.

—¡Emmett! — gruño el cobrizo. No podía frotarse la zona que ya empezaba a arder por el golpe, pues estaba sosteniendo dos cuencos de sopa. Por lo que solo atinó a darse la vuelta y fulminar al pelinegro con la mirada.

El mencionado solo mostró sus relucientes dientes en una enorme sonrisa mientras le quitaba de las manos la sopa caliente a Edward. Emmett ayudó a Bella a terminar de preparar la mesa, e incluso se las arregló para sacar los panes, ahora tostados y con un delicioso olor a mantequilla y especias, del horno. Con maestría abrió un cajón detrás de él para sacar una ligera red de goma, la cual colocó sobre la superficie de granito de la mesa, para poder colocar la bandeja caliente.

Una vez que los tres estaban instalados en sus respectivos asientos, Emmett procedió a devorar todo el cuenco de sopa, y solo dejaba de hacerlo cuando se estiraba para tomar una pieza de pan.

Acostumbrados a sus modales en la mesa después del trabajo, Edward y Bella continuaron la charla que no había podido terminar.

—Creo que deberías de hablar con el cliente, si el trato lo había hecho contigo, no entiendo cómo Tanya pudo meter sus manos.

Isabella detestaba, no… odiaba a la nueva diseñadora de la compañía. Los mellizos siempre habían amado los grandes edificios y las mansiones antiguas, por esta misma razón, habían decidido hace muchos años formar su propio despacho de arquitectura y diseño. Emmett era el encargado de todas las obras de construcción y diseños arquitectónicos, mientras que Isabella "tomaba el lienzo y lo embellecía", como solía decir. Al contrario de Emmett, Bella se había finalmente decidido por ser diseñadora de interiores, lo cual le daba mucha ventaja a Emmett en los negocios. Eran un equipo excelente.

—¿Denali te sigue dando problemas? — preguntó Emmett con curiosidad, tal parecía que su capacidad de hablar había regresado gracias al segundo tazón de sopa.

Bella rodó los ojos y procedió a contarle a su hermano la historia de cómo Tanya Denali había convencido a otro de sus clientes que trabajara con ella en lugar de Isabella. Los tres se sumergieron en un análisis completo y exhaustivo de la situación por la que estaba pasando Bella en el trabajo.

—¿Qué te parece si hablo con ella? Una sacudida la bajará del pedestal en el que se haya subido. — había concluido Emmett. Al ser el dueño "legal" del despacho, tenía el derecho de decidir quién entraba y quien salía de la compañía.

—Si no hubiera intentado todo, te diría que no, pero… — Isabella negó con la cabeza, llevándose a la boca el último pedazo de pan que le quedaba.

A estas alturas, los tres habían terminado de comer y se habían mantenido en sus lugares para continuar la charla. La dinámica entre los tres siempre era agradable y fluía con facilidad.

—¿Debería poner café? — preguntó Edward, apilando los cuencos y levantando las cosas de la mesa de forma lenta. Siempre era agradable hablar durante la tarde con una buena taza de café.

Isabella negó con la cabeza. Sacando su teléfono celular del bolsillo de su vestido y mirando la hora.

—Tengo un compromiso en treinta minutos, en algo lejos, así que debería irme ya. — reflexionó la castaña. — Gracias por la comida, Ed. Todo estuvo delicioso.

Edward le sonrió satisfecho y se acercó a la chica para envolverla en un abrazo y dejarle un beso en el tope de la cabeza.

—Ten cuidado al manejar, ¿de acuerdo? — susurró el cobrizo, a lo que la castaña asintió sonriéndoles amorosamente.

—Adios, grandote. — exclamó, al darse la vuelta y darle un abrazo similar a Emmett.

—Saluda a Black de mi parte. — le picó el pelinegro con la travesura bailando en sus ojos. Bella se separó bruscamente y sus mejillas se tiñeron de un tierno color rosado. — Avísame cuando estés en casa. — añadió Emmet con una risita, jalando juguetonamente el cabello de su hermana.

—Eres insufrible. — murmuró esta por lo bajo. Tomó su bolso de mano y caminó a la salida.

Ambos chicos la siguieron con diversión, la vieron salir y se despidieron con un movimiento de manos mientras la castaña salía por la calle montada en su auto.

Edward lanzó un suspiro, pensando en lo maravillosa que era su vida justo en este momento.

Un par de fuertes brazos lo rodearon desde atrás con lentitud, él colocó sus manos sobre los antebrazos de Emmett, volviendo a suspirar. El pelinegro, quien era solo un par de centímetros más alto que Edward, se inclinó para hundir su nariz en las hebras doradas y cobrizas e inhaló profundamente.

Edward se separó un poco para poder mirar a Emmett a los ojos, la brillante mirada azul del pelinegro repasó las facciones del rostro de Edward de forma lenta. Sin soltarlo, dio un par de pasos dentro de la casa, cerrando la puerta y colocando a Edward frente a él, rodeándolo de nuevo. Este le devolvió el gesto, rodeando la cintura del joven arquitecto.

Emmett se inclinó de forma amorosa y rozó su nariz contra la del cobrizo juguetonamente.

—Te tocan los platos… — susurró Edward, dejando un casto beso sobre los labios de Emmett, lo esquivó cuando este intentó apretarlo más para profundizar el beso, pero Edward logró escabullirse del abrazo de manera rápida.

Se dirigió a las escaleras riendo entre dientes al escuchar el bufido de su novio, seguido de los pasos en dirección a la cocina.

Si, la vida es bueno, pensó Edward al entrar a su despacho con una ligera respiración.

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Ay, ya! No pude aguantarme jajaja se supone que iba a publicar esto hasta el miércoles… pero estoy demasiado emocionada XD no tengo llenadera! Pero pues quería contarles un poco de cómo serán los oneshots de esta historia… es parte de un challenge que encontré en internet… y no se… jajaja me inspiró hacerlo (es la primera vez que hago un challenge de estos, espero salga bien)… así que, como dice el título, son 30 días (no necesariamente diario) y cada cap va a tener una palabra que será el tema del shot jijiji ¿qué les parece?

No olviden pasarse por mi grupo super hermoso de Facebook 'Twilight Over The Moon' (el link también está en mi perfil), tampoco olviden dejar un comentario lindo si les gustó o alguna sugerencia si no les gusto jeje

¡Nos leemos pronto!