Los personajes pertenecen a la asombrosa Stephenie Meyer. La historia salió de mi loca cabeza. No se puede publicar en ningún otro lugar sin mi autorización.

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Un par de años antes…

Edward estaba terminando su primer mes como doctor de planta en el hospital de alta especialidad. Su desempeño durante su servicio había sido tan bueno que le habían ofrecido un puesto, a lo que sin dudarlo aceptó. Sus compañeros habían tomado de buen modo su contratación definitiva.

Pensando en cómo haría la cena esta noche, se dedicaba a llenar varios reportes en el escritorio de recepción. Constantemente le pedía el espacio a la señora Cope, la recepcionista, que le dejara usar su escritorio durante la comida. Aún no se le asignaría una oficina privada hasta que tuviera más antigüedad. Era cuestión de tiempo.

Si hago el pollo, tendré comida para el resto de la semana, pensaba el cobrizo, garabateando sobre el formulario.

— Por favor, necesitamos ayuda.

Edward alzó la cabeza de forma automática. Lo primero que vio fue al chico de cabello rizado y negro, enorme. En sus brazos traía a una chica de apariencia bastante frágil, lo que más resaltaba era su largo cabello caoba y su muy irritada expresión. Al ver la momentánea expresión de dolor en su rostro y la preocupación del joven, Edward dejó su papeleo a un lado y tomó una silla de ruedas que siempre se encontraba al lado del escritorio.

— Buen día, soy el doctor en turno, Edward Cullen. ¿Podría contarme lo que sucedió? — preguntó Edward con voz tranquila, urgencias le había enseñado que, si los pacientes te ven alarmado, ellos también lo estarán.

Al llegar cerca, el cobrizo hizo señas para que el gran chico pusiera a la castaña en la silla. Esta se dejó caer con un resoplido.

— Bella, ella... estábamos... y luego no la vi... y yo... no sé... — mientras el joven se atragantaba con las palabras, Edward miró más detenidamente a la chica.

No parecía haber nada grave, tal vez una torcedura de tobillo, tenía algunos raspones en el brazo. Por la ropa deportiva de ambos, Edward supuso que fue un accidente mientras se ejercitaban.

— De acuerdo, grandote. Vamos a tranquilizarnos. ¿Por qué no me cuentas tú lo que sucedió? — comentó el cobrizo, intentando aligerar el ambiente.

Se apuró a empujar la silla hasta la camilla más cercana.

— Estábamos corriendo por un sendero, en el parque. Había un tronco pequeño en el suelo, pero estaba cambiando la música en mis auriculares y tropecé.

Edward se felicitó a sí mismo por un segundo, al resultar que su teoría era correcta.

— Bien, veamos qué tenemos. — comentó alzando fácilmente a la chica, Bella se recordó, y sentandola ahora en una camilla. Comenzó a revisar el tobillo, ya inflamado — parece que, afortunadamente, no está roto, solo debe ser una torcedura. Estoy seguro que se ve peor de lo que es realmente. Te pondré un ungüento ligero y vendaré el tobillo para que no se lastime más, ¿de acuerdo?

Alzó la mirada a tiempo para observar a ambos jóvenes asentir con la cabeza. Fue hacia la pequeña isla con suministros básicos que estaba en el centro de la zona y tomó un tubo de crema para el dolor y un par de vendas.

Regreso de manera eficiente y arrastró un pequeño banco hasta la camilla, de esta forma podría mover el tobillo sin incomodar más a la chica.

— Entonces, ¿siempre hacen ejercicio? — en realidad no tenía verdadero interés, pero la charla siempre servía para calmar los ánimos.

— Desgraciadamente. Cada mañana soy arrastrada por el grandote. — dijo Bella con fastidio. Edward miró al mencionado, quien se había acercado y miraba atentamente los movimientos de Edward con brazos cruzados. ¿Novio celoso? — Pero la verdadera pregunta es: ¿siempre has estado aquí? — terminó de decir la castaña con una sonrisa.

Edward se la devolvió algo divertido. Ya se había visto en estas situaciones antes.

— Llevo algunos meses en urgencias.

— Bueno, demonios. Te aseguro que habría notado que estabas aquí.

Edward no detuvo su trabajo con las vendas, confundido por el comportamiento de la chica. ¿No venía con su novio? Dios no permitas que el musculoso y guapo novio me golpee.

— Es un departamento muy ocupado.

— ¿Será que tienes muchos compromisos? ¿O uno en particular? ¿Deberíamos revisar tu agenda?

Edward respiró hondo poniéndose en pie, intentó con todas sus fuerzas no mirar a la castaña y concentrarse en tomar el frasco de algodones con alcohol para limpiar los raspones de los brazos. Tomo una esponjosa y húmeda bolita con unas pinzas y se atrevió a checar de reojo al chico.

Era muy guapo, y gigantesco, Edward no podía recordar haber visto a alguien de ese tamaño y sus músculos se le hacían imposibles de resistir.

Estas en el trabajo.

Con un parpadeo empezó a limpiar el brazo, ahí fue cuando habló:

— El hospital siempre absorbe mi tiempo, no se trata de nada en particular. Aunque me parece que nuestras agendas tendrán problemas en... congeniar.

Bella soltó una carcajada, parecía encantada, en realidad.

— En realidad, no hablaba de mí. — Edward miró a la sonriente castaña y ella le señaló al chico detrás de ella.

Al sentir la mirada del castaño, Emmett fue incapaz de controlar el fuerte sonrojo que inundaba su cara.

La mente de Edward se puso en blanco, ¿la chica... Bella, se había dado cuenta tan rápido? ¿Acaso el chico...?

Estas en el trabajo.

Con un carraspeo incómodo, Edward sacó su cuadernillo de recetas, anotando lo que Bella necesitaría comprar para que su tobillo mejorara.

— Tendrás que tomar un anti inflamatorio por un par de días, también pondré un ungüento que ayudará a que los raspones no dejen cicatrices. En la receta está el número del hospital, ellos me pasarán la llamada si llegas a tener alguna duda. — Edward no veía la hora de tener su propio despacho.

Ayudó a Bella a sentarse de nuevo en la silla de ruedas, en recepción ya les esperaba una enfermera, ella llevaría a Bella hasta su auto, o a la salida del hospital, dependiendo de cómo hubieran llegado allí.

De pronto, una loca y para nada profesional idea cruzó por su mente.

Estas en el trabajo.

A la mierda.

— ¡Disculpa! — exclamó el cobrizo, llamando la atención del grandote. Este volvió la mirada y su rostro se sonrojo de nuevo. Acercándose, Edward sacó una tarjeta de presentación y garabateó rápidamente su número de celular personal en la parte de atrás. — Si necesitan una consulta... o si quieres quedar alguna vez... bueno, aquí está mi número... — le tendió la tarjeta de forma algo temblorosa.

El chico lo miró a los ojos con algo de vergüenza y, con una sonrisa de lado, tomó el papelito y lo guardó en su bolsillo trasero. Con un asentimiento se dio la vuelta y caminó un par de pasos antes de detenerse y voltear de nuevo.

— Emmett Swan. — dijo escuetamente extendiéndose una mano. Su profunda voz penetró en el cerebro de Edward. Y nunca volvería a salir.

Se dieron la mano con una sacudida. El momento pareció durar una eternidad.

Emmett sonrió ampliamente al ver que ahora era el turno de Edward para sonrojarse.

Se dio la vuelta y salió definitivamente del hospital.

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No sé cuándo subiré este capítulo jaja solo espero que lo disfruten! Espero estén pasando unas lindas fiestas en compañía de sus seres queridos.

Gracias a las chicas que aportaron para este capítulo! Me dieron una maravillosa idea de cómo podría ser el primer encuentro de Edward y de Emmett(:

No olviden dejar un lindo comentario. Tampoco olviden pasarse por nuestro super exclusivo y hermoso grupo de Facebook 'Twilight Over The Moon'.

¡Nos leemos pronto!