Los personajes pertenecen a la asombrosa Stephenie Meyer. La historia salió de mi loca cabeza. No se puede publicar en ningún otro lugar sin mi autorización.

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No puedo con un bote más, pensaba Emmett después de meter el quinto bote de pintura que necesitarían.

Ahora que Bella necesitaba mantenerse en reposo por culpa de su pie, Emmett debía acarrear todos los materiales dentro de lo que pronto sería su oficina. Era todo un logro para ellos haber conseguido juntar suficiente para el depósito del lugar, el negocio había ido viento en popa desde su primer año y, Renee les había exigido que encontraran un lugar. Al parecer, estaba harta de que los mellizos maltrataran su enorme comedor a causa de los planos y las maquetas para la que solían usarla.

Soltó un resoplido fastidiado, dejándose caer al suelo, usando la pared detrás de él para recargarse.

— ¿Y…? — empezó Bella sonriendo traviesamente. — ¿Llamaste al doctor sexy?

Emmett rodó los ojos, el día anterior había sido una avalancha de emociones. Para él, había pasado mucho tiempo desde la última vez que se había interesado en alguien. Durante la universidad se había concentrado en aprender cualquier cosa que dijeran sus profesores. Aunque sus padres no habían tenido tanta suerte con Bella.

— No sé, Bella. No sé nada de él. — miró a su hermana sentada indefensamente en la silla que habían sacado de su casa sin que su madre se enterara.

— Ese es el punto, tonto. — la castaña rodó los ojos. — La tensión sexual era latente. — susurró con complicidad coqueta.

Con trabajo, el grandote se puso en pie para ocultar su sonrojo. No había manera de que su hermana supiera eso, pero sí había sido una sorpresa ser atendidos por semejante espécimen de hombre.

— La próxima semana. — no supo si la promesa era para Bella o para sí mismo. — Tenemos mucho que hacer estos días.

— No seas ermitaño. — Bella se inclinó para buscar algo en la mochila de Emmett. — Debemos terminar con tu celibato auto impuesto. — viendo su oportunidad, buscó el número del doctor sexy y oprimió la pantalla para marcar.

Un par de timbrazos sonaron.

¿Hola? — sonó la voz amortiguada y ronca de Edward. El cuello de Emmett le dolió por lo rápido que volteó a ver a su hermana.

— ¡Hola, Doc! Soy Isabella, nos conocimos ayer cuando me ayudaste con mi incómodo accidente. — dijo entusiasmada Bella, complacida por haber conseguido hablar con Edward.

— ¿Qué demonios piensas que estás haciendo? — exclamó el moreno en pánico. Bella puso un dedo sobre sus labios, indicándole a su hermano que guardara silencio.

Edward tardó unos segundos en responder.

Ah… Bella, sí. Hola. — un suave suspiro sonó. — ¿Todo está bien? ¿Has tenido problemas con tu pie?

El corazón de los mellizos se apretó con ternura al notar la preocupación de Edward por la castaña.

— Estoy lo mejor que puedo estar. — comentó alegremente Bella. — Escucha, te llamo del celular de Emmett. — miró hacia su hermano, quien había empezado a mover excesivamente sus brazos, intentando detenerla.

El grandote se acercó cuando su hermana le indicó y esta le empujó el teléfono contra su oreja para que él se hiciera cargo.

— Ho-hola, Edward. — Emmett parecía tener problemas con el habla, justo en eso momento.

Otros segundos de silencio pasaron.

¡Hola, Emmett! — la anteriormente ronca voz de Edward, de pronto parecía totalmente alerta y entusiasta. Emmett se sonrojó de nuevo. — Yo… amm… no pensé que escucharía de ti tan pronto. — el moreno se avergonzó, seguramente ahora parecía un desesperado. — Es decir, me alegro de que hayas llamado.

— Escucha, lamento que Bella te llamara. Estoy seguro de que tienes cosas qué hacer. Ella puede ser bastante impulsiva. — Isabella abrió los ojos como platos al escuchar las palabras de su hermano.

¿Qué estás haciendo? Leyó Emmett en los labios de Bella. Le alzó la mano para evitar que siguiera.

¿Qué…? — la voz de Edward titubeó. — Bueno, yo creí…

— No seas idiota, idiota. — farfulló Bella.

A la mierda.

— Si, bueno. Hablaba con Bella hace unos minutos… y… — que tonto, seguramente tendría planes. Alguien como Edward debería tener una lista de espera dentro de su bolsillo.

¿Quieres salir hoy? — replicó Edward, sintiendo que perdía su oportunidad.

Ambos hermanos se congelaron, una sonrisa explotó en la cara de Bella. La castaña empezó a aplaudir. Las palabras de Emmett no lograban hilarse y formar frases coherentes.

— ¡Si! — gritó Bella emocionada.

— Yo… — Emmett se sentía extraño, por un lado, estaba entusiasmado de poder conocer al guapo cobrizo que había atendido tan cuidadosamente a su hermana. Pero, tanto tiempo sin haber estado con alguien… lo ponía nervioso.

Dame un segundo. — pidió el joven médico, a eso le siguieron algunos ruidos, como ropas siendo movidas y una que otra murmuración amortiguada. Lo más notorio fue una maldición de parte de una grave y profunda voz, detenida por un ligero portazo. ¿Estaba con alguien?Lo lamento, no tengo idea de qué hora es… pero tengo tiempo libre después del mediodía.

Emmett checó su reloj de pulsera, 11:35am. Miró sus ropas, concluyendo en que se veía decente para un almuerzo tardío. Tomó la decisión.

— ¿Te veo en la cafetería que está cerca del hospital? ¿A las… doce treinta? — le sorprendía la urgencia con la que quería volver a ver al cobrizo.

Claro, claro… — ahora la voz le llegaba ansiosa. — ¿Cuánto falta para eso? — resopló con humor y un dejo de disculpa.

— Casi una hora. — Era una situación extraña, ¿Edward estaba con alguien más? Ahora Emmett se sentía algo mal por imponerse. — Si tienes algo que hacer podemos posponerlo para otro día.

¡No! — Emmett sonrió ante el tono. Tal vez ambos estaban igual de emocionados. — E-es es que se suponía que hoy era mi día libre, pero anoche llegaron muchas personas y decidí dormir en el hospital. Terminamos algo tarde, fue bastante incómodo porque solo hay dos literas y somos seis personas en esta área… — la diarrea verbal de Edward casi tranquilizó a Emmett. Edward había tenido que quedarse en el hospital, seguramente era la razón de todas las voces y los ruidos de fondo.

— De acuerdo… dejaré que sigas tus asuntos. Te veo en una hora en la cafetería. — le interrumpió, no queriendo que se mortificara más.

Después de algunas afirmaciones del cobrizo, se despidieron y colgaron.

— Entonces… ¿adiós a la sequía? — canturreó Bella, satisfecha consigo misma.

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Ya sé que es poquito jaja y según yo iba a poner la cita completa… pero no se deja escribir! Así que mejor primero les subo este pedacito y así ya no me siento mal por tardar tanto en actualizar e.e

Gracias por ser pacientes conmigo.

¡Nos leemos pronto!