Los personajes pertenecen a la asombrosa Stephenie Meyer. La historia salió de mi loca cabeza. No se puede publicar en ningún otro lugar sin mi autorización.
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Emmett estaba nervioso. Se había pasado la última hora evaluando los pros y los contras (francamente ninguno de los 'contras' tenía sentido realmente), pero al final, él sabía que solo era temor de intentar algo con alguien nuevo.
Así que, aquí se encontraba. Sentado en medio de la moderna cafetería, intentando prestar atención al suave jazz que sonaba de fondo para calmar sus nervios. La primera interrogante había sido si debía pedir algo antes de que llegara el cobrizo. Decidiendo que sería la primera cosa por hacer juntos, solo se sentó a admirar el establecimiento.
Se alegraba de las paredes de cristal que rodeaban la elegante cafetería, de esta forma, sería capaz de ver llegar al cobrizo. Claro que, también significaba que Edward podría verlo de igual forma en cuanto se acercara.
Fue justo eso lo que sucedió unos minutos después. Emmet no perdió detalle en la desordenada cabellera cobriza que se abría paso entre la pequeña multitud de la calle. Edward parecía distraído, perdido en sus pensamientos, así que Emmett se tomó su tiempo mirándole.
Cuando Edward entró al establecimiento, Emmett levantó su mano para llamar su atención. La sonrisa del joven doctor fue deslumbrante cuando llegó a la altura del moreno.
— Deberíamos ir a pedir algo, muero de hambre. — fue lo primero que dijo el cobrizo. A Emmett su voz le sonó suave y dulce en sus oídos.
Ambos caminaron hasta la barra principal donde se encontraban los baristas y los cajeros, así como el par de cocineros que se encargaban de preparar los snacks ligeros.
Cada uno pidió. Emmett decidiéndose por un refrescante concentrado de café con extra hielo y un sándwich sencillo. Edward, siguiendo su instinto, ordenó un café con caramelo y un baguette de pollo, acompañando todo con un smoothe de mango.
Antes de que Emmett alcanzara su bolsillo trasero, Edward le extendió el efectivo total a la chica de la caja. Emmett lo miró confundido.
— Mi compensación por llegar tarde. — comentó Edward con una sonrisa tímida.
Emmett solo alcanzó a asentir ligeramente, no era habitual que las personas se ofrecieran a pagar por la comida. Él hubiera esperado que Edward ofreciera dividir la cuenta.
Se recorrieron al otro extremo de la barra para esperar sus órdenes. Emmett miró hacia su mesa para asegurarse de que su suéter seguía en el mismo lugar. Aprovechando el movimiento para pensar en algo qué decir.
— Me sorprendió tu llamada. — dijo Edward, tomando la iniciativa. — No suelo dar mi número, no creí que llamarías...
Emmett tamborilero con los dedos unos momentos. ¿Había hecho mal en llamarle?
— En realidad, fue cosa de Bella... — intentó excusarse. Edward sonrió como si el pelinegro le hubiera dicho algo hermoso.
— Supongo que tendré que agradecerle cuando la vea. — rió entre dientes, bajando un poco la cabeza de forma tímida. — ¿Cómo está, por cierto?
La charla fue más o menos fluida, sobre todo cuando se envolvía alrededor del estado de Bella. Edward no se atrevió a preguntar más a fondo por temor a que Emmett se incomodara de nuevo. Prefería mantener las cosas relajadas.
La forma en la que Emmett hablaba de su hermana era fascinante. Ninguno se molestó en cortar la charla cuando su orden les fue entregada y tuvieron que caminar de regreso a su mesa (con un ahora entusiasmado Emmett guíando el camino).
Al parecer, Emmett era el orgulloso hermano de una talentosa diseñadora de interiores, con un gran potencial. El cual había logrado que ambos reunieran el dinero suficiente para comprar un pequeño estudio y usarlo como despacho. Claro, el chico parecía no aceptar ningún crédito por dicho éxito, y eso a Edward le hablaba de la sencillez y el enorme corazón del Moreno.
— Y, amm... ¿estabas ocupado cuando te llamé? — preguntó Emmett luego de que su discurso se detuviera. — Sonabas algo... desorientado. — sonrió graciosamente.
Edward bebió de su smoothe sin prisa, sintiendo como la fría bebida llegaba hasta la parte trasera de su paladar y se deslizaba por su garganta.
— No mentía al decir que no esperaba tu llamada. — Edward sonrió. — Se supone que mi turno terminaba ayer al medio día, pero hubo un accidente múltiple en la autopista y urgencias se llenó de un momento a otro. — Emmett escuchaba atentamente. — Hubo un autobús escolar involucrado, así que teníamos muchos adolescentes heridos. Yo... no podía no hacer algo. — su mirada se detuvo en la ventana, pero en lugar de mirar a algo fijo, era claro que su mente estaba a cientos de kilómetros. — Mi amigo Garrett también se quedó a ayudar y cuando por fin se despejó el área ya era muy noche. — regresó su atención al presente frente a él. — No es fácil para unas seis personas acomodarse en una litera.
Ambos soltaron una pequeña risa, compartiendo el chiste, Edward usó ese pequeño silencio para darle otra mordida a su baguette.
La pasión por el trabajo fue una de las primeras cosas que Emmett encontró sorpresivamente parecidas entre ellos. Y descubrió que la cadencia de su voz era particularmente suave y paciente.
— ¿Suelen haber muchos accidentes? — Preguntó Emmett, solo para poder seguir escuchando el suave tono de su voz. Edward bebió más smoothe.
— Algunas veces. Es bastante al azar, de echo. — respondió Edward pasando sus manos por el vaso de plástico, humedeciendo sus palmas por la fría superficie. — Solía quedarme algunas noches cuando era interno, ahora no necesito hacerlo, solo... pasó.
Emmett estaba por agregar algo, pero fue interrumpido por un poco de jaleo fuera del establecimiento.
Ambos enfocaron su atención en el exterior del establecimiento, notando la joven pareja que discutía acaloradamente enfrente. Se trataba de una vistosa pelirroja de cabello rizado y un rubio corpulento que estaba parado frente a ella de manera algo agresiva. Algunas de las personas que pasaban a su alrededor intentaban alejarse lo más posible para evitar quedar entre fuego cruzado de exclamaciones y miradas.
— ¿Los conoces? — Preguntó Emmett al ver al cobrizo tensarse.
— Me parece que sí. — dijo Edward con voz baja. — Es Victoria, una de las nuevas internas en el hospital, y si no me equivoco, ese de ahí debe ser James, su novio.
— ¿Deberíamos acercarnos? — Preguntó de nuevo Emmet con duda.
— No lo sé. — confesó Edward, aún tenso.
La pareja se puso en pie en el instante en que notaron cómo victoria intentaba alejarse de James y este la tomaba del brazo de forma brusca. Parecía que Victoria empezaba a quejarse en el momento en que ambos alcanzaron la puerta de entrada.
— ¿Hay algún problema? — Dijo Edward de forma grave a modo de saludo.
— Sigue caminando. — dijo James sin siquiera mostrar la intención de mirarles, aun dándoles la espalda, sin embargo, Victoria sí que lo vio, su rostro perdió algo de color al momento en que notó que se trataba de Edward presenciando el embarazoso momento.
Sin dejarse amedrentar, Edward colocó rápidamente una mano sobre el hombro de James intentando atraer su atención. Al fin, James volteó el rostro y la miro con profunda ira.
— ¿Y tú quién eres? ¿Te conozco? — Gruñón James ahora soltando el brazo de Victoria. — Acaso, ¿también me engañaste con este? — Encaró James a Victoria colérico.
— James, ya te dije que nada pasó, tienes que dejar de actuar de esta forma. — Suplico Victoria. — Estamos en público, por favor. No hagas esto. — susurró, esta vez de forma más baja.
— No sé de quién estés hablando amigo... — Empezó Edward. — Pero, necesitas dejar a Victoria e irte. — Emmett sólo se quedó de pie detrás del cobrizo sin saber muy bien si entrar en la discusión o quedarse al margen. — No queremos que esto escale más, así que te daré la oportunidad de irte tranquilamente o tendré que llamar a la policía. — Continuó diciendo Edward sin soltar el hombro de James.
El rubio pareció más iracundo una vez que comprendió las palabras de Edward.
— Yo no sé quién te crees que seas, pero mi relación solo es asunto mío y de Victoria.
— James sólo vete. Como te dije ayer por teléfono, ya no quiero saber más de ti. — Dijo Victoria ahora mirando a Edward con ojos agradecidos.
— Esto no se va a quedar así. — dijo James — Tú no me puedes dejar así porque sí.
Edward, enfurecido por lo que estaba escuchando empujó no tan levemente a James intentando que se alejara de su amiga. Este, en lugar de ceder e irse por donde había venido tomó por el cuello a Edward mirándolo con ojos de locura.
— Te juro que sí me llegó a enterar que estuviste cerca de Victoria... te mataré con mis propias manos. — Susurro James muy cerca del rostro de Edward, el cobrizo incluso pudo oler el leve aroma de colonia que envolvía el cuerpo del rubio.
Como si de un instinto de supervivencia se tratase Emmett se adelantó empujando rápidamente a James haciendo que este se tropezara hacia atrás casi cayendo sobre su trasero.
— Ninguno te quiere aquí por lo visto, haznos un favor a todos y vete. — Gruñó ferozmente Emmett, se volvió a ver a Edward y notó que éste se frotaba el cuello, notando rápidamente las marcas rojas que tenía alrededor.
Ahora enfurecido con el rubio desconocido, Emmett se preparó para darle otro golpe, sin embargo James fue más rápido intentando taclearlo sin lograrlo del todo y, en su desesperación, acercó su rostro muy cerca del hombro de Emmet dando una fuerte mordida. Emmett gritó sin poder creer lo que estaba pasando en ese momento.
¿Cómo es que había pasado de un almuerzo tardío muy agradable con el chico que le gustaba a esto?
Edward, ahora en pánico con muchos jaloneos y varios golpes de su parte logró separar a James de Emmett. En el fondo se podían escuchar los llantos y gritos de auxilio de Victoria. Algunos guardias de seguridad de la plaza habían entrado para ver qué era el alboroto. Fueron éstos los que apresaron a James y lo llevaron a un centro de detención que tenían dentro de la plaza, asegurando que en breve llamarían en la policía para que se llevarán al rubio. Victoria tuvo que ir con ellos, de esta forma la denuncia sería legítima y podrían presentar cargos contra James.
Una vez que Victoria le aseguró a Edward que estaría bien ahora que ya todo había sido controlado, el cobrizo se volteó hacia su compañero el cual había tomado asiento en una de las sillas que permanecían fuera del establecimiento. Algunas mesas que estaban puestas para que las personas disfrutarán de la brisa que el día tenía. No esperaba la expresión de dolor Emmett, sin embargo se acercó rápidamente.
— ¿Qué pasa? ¿Te lastimó?
— No lo sé. — Respondió Emmett titubeante la mano que estaba sosteniendo su propio hombro se deslizó hacia abajo exponiendo la tela de su camisa que, ya sea rota en algunos lugares y echa girones en otros, debajo se podía ver una mancha carmesí que se extendía lentamente.
En pánico el cobrizo empezó a tartamudear intentando ayudarle a levantarse. Sin hacer más preguntas, ni decir nada más los condujo hasta el estacionamiento subiendo los zambos en su coche y condujo rápidamente al hospital.
Durante todo el camino, la mente de Edward no pudo parar de pensar en las posibilidades que tendría con Emmett si esa herida se infectara. ¿Le negaría una segunda oportunidad si esa herida resultara peor de lo que parecía? Las heridas con cualquier contacto con fluidos ajenos debían ser tratadas con mucho cuidado.
Entraron apresuradamente por el estacionamiento y, Edward tenía que admitir que usó su status dentro del hospital para que despejaran una camilla de forma rápida. Despidiéndose rápidamente, corrió hasta la habitación de los internos por su bata (debía usarla por protocolo del hospital), llamó a una enfermera para que le mandara los materiales que le enlistó, regresando rápidamente al lado del grandote, empezó el cuidadoso proceso bajo la atenta mirada de Emmett.
— Nada salió como yo quería… — estaba diciendo Edward ajustándose la bata inmaculadamente blanca, intentando pasar con toda la delicadeza posible un algodón humedecido en alcohol sobre la obra expuesta herida del moreno. — Ya es sabido por el personal que Victoria tenía una relación problemática, pero sólo habíamos oído algunas cosas de James, nunca lo había conocido, no creí que fuera así de malo.
— Al menos me alegra que ahora esté tras las rejas. — Dijo Emmett empáticamente. — Además, creo que esta será una buena anécdota para contar en el futuro, ¿no crees? — Edward sonrío. — Digo, al menos tengo la suerte de contar con un doctor personal. — Emmett río entre dientes.
— Personal… — dijo Edward con una sonrisa coqueta. — Y a tu total disposición.
— Sí — agregó el moreno. — Eso podría funcionar…
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Al fin terminé el capítulo! Me obligué a mí misma a escribir este capítulo por ser el Pride Month jajaja al menos quería celebrarlo con este capi n.n
Ya saben, dejen un lindo comentario y pasen por nuestro lindo grupo de Facebook 'Twilight Over The Moon'. Sé que no he actualizado muy seguido, pero el otro día hice un live explicando el porqué de mi ausencia.
Gracias por su paciencia!
¡Nos leemos pronto!
