Se despertó a las 4 de la mañana, no podía dormir, miró por su ventana y vio que había estado nevando toda la noche y que seguía nevando, iba a ser un día tranquilo, cuando nevaba siempre eran días tranquilos en el hospital, salió de la cama y sintió que el frío lo atravesaba. No tenía ganas de hacer nada más que quedarse en su cama, sin estar muy alerta se fue a bañar, tuvo un largo baño de agua caliente, después de todo era temprano y no tenía que entrar hasta las 7, Carter tomó desayuno y luego se fue hacia el garaje, hacía frío ahí abajo, se metió a su auto, tomó las llaves y prendió la calefacción.
Entró al E.R. con una taza descartable de café que había comprado por su casa, fue buena idea pedir el café más grande que había pues todavía le quedaba bastante y estaba caliente. Entró al ascensor, le tocaba operar temprano esa mañana, iba a operar con Peter, pues iban a sacar órganos para ser donados y ese era un trabajo que debía de ser hecho rápido y se necesitaba gente hábil. Primero dejó sus cosas en su oficina, él no era un de los cirujanos más importantes como Lizzie, Robert o Peter, pero ahí iba, tenía responsabilidades y Romano lo había recompensado con una oficina, a él realmente no le importaba, pero no se podía quejar, tener su propia oficina era bueno.
Se encontró con Peter mientras que se estaba lavando, a ambos les gustaba estar listos a la hora, detestaban estar tarde pues sabían que ellos no eran los únicos ocupados ese día. Como siempre, una vez que comenzó a correr el reloj, ambos trabajaron lo más rápido y lo mejor que podían, no por querer salir rápido, sino para retarse a ellos mismos, la operación estaba programada para 3 horas y así lo tenían pensado.
Mientras tanto, en el E.R. no había nada interesante, mucho frío, hacía mucho frío como para que la gente salga de sus casas y provoque accidentes y los hagan trabajar, lo mismo era para Psiquiatría, todos sus pacientes estaban dormidos, ninguno tenía ni ganas ni fuerzas como para pelear un rato, dar problemas o estar siendo analizados, así que Lucy había bajado al E.R. para buscar unos libros que había dejado en su locker, pero al final terminó quedándose pues la doctora DeRaad le había dicho que tenía que aprovechar el tiempo libre que tenía para que trabaje duro las 36 horas.
Cuatro horas, habían pasado cuatro horas desde que Carter y Peter habían comenzado a operar, todo iba bien hasta la segunda hora, pero surgieron complicaciones para sacar los riñones y el hígado, así que se quedaron cuatro horas, estaban cansados, menos mal que ambos tenían horas libres antes de sus respectivas operaciones, habían comenzado a las 7 y ya eran las 11 de la mañana, Carter tenía su siguiente operación en la tarde. Se fue a su oficina, estaba cansado y lo último que quería en ese momento era encontrarse con algún otro doctor afortunadamente no se encontró con nadie y se quedó tranquilo en su oficina, a eso de las 12, llamó su abuela.
-Doctor Carter, lo llaman por la línea 3 –dijo Jesse su secretaría
-Gracias, ahora mismo lo atiendo –dijo Carter y contestó la línea tres
-Carter, parece que te nos has desaparecido –dijo una voz media molesta y media bromeando
-Lo siento Gamma, es que de veras que no he tenido tiempo
-¿Puedes venir a cenar esta noche?
¿Ah? Bueno, creo que sí, mi turno acaba a las 7, sí, estaré ahí a eso de las 8
-Entonces te espero, no quiero que llegues tarde
-No te preocupes Gamma, voy a llegar ahí puntal, como siempre
-Entonces, hasta la noche Carter
Adiós Gamma
Carter pasó el resto de su tiempo libre en su oficina, pensando que el único día que podía salir antes y descansar lo iba a pasar con su abuela, no era que no quería, sino que era que él había estado con mucho trabajo últimamente y lo que realmente prefería era descansar en su casa.
Cuando llegó a la una, Carter ya estaba listo para operar, no fue nada del otro mundo pues neurología era su especialidad, sin embrago, había algo que lo retaba. Parecía que era el hecho de que cada operación era diferente, nunca iban a haber dos operaciones iguales cuando se trataba del cerebro, cada persona tenía su propia forma de reaccionar y por más simple que haya sido la operación, siempre estaba ese peligro de que el paciente no despierte.
