Si Me Besas - Fic
- ¡¿T-Tu eres el hijo de Naruto Uzumaki?! - Cuestionó muy alarmada, a lo que el pequeño solo asintió con una gran sonrisa.
Cap. 7 – Kawaki Uzumaki
- ¡Si, me llamo Kawaki! - Respondió muy feliz aquel pequeño al otorgarle una tierna sonrisa.
- ¿Cómo dices que te llamas? - Cuestionó la Hyuga mientras se acercaba muy sonriente a él.
- Ka-wa-ki. - Dijo estrofa por estrofa muy alegre. - ¡Me llamo como el gran campeón internacional del box! ¡Quien tuvo todos los juegos seguidos sin perder ningún round! ¡El mejor del mundo! - Exclamó muy feliz mientras un color carmín cubrían sus mejillas. - O bueno… eso es lo que mi papi decía. - A completó orgulloso de su pequeña anécdota.
- ¡Ah, órale! - Exclamó la Hyuga sin mucho afán. - ¡Y yo me llamo Hi-na! - Comentó tal cual el pequeño lo había hecho con ella. - Como la modelo más famosa del mundo. Ya sabes, mi mami decía que éramos muy igualitas, pero claro… ¡Yo soy mejor! - Comentó irónicamente ante aquel pequeño azabache quien solo la veía muy confundido, pues realmente no sabía exactamente que era una modelo, al menos no como ella se refería, ya que las modelos que conocía eran las conejitas de su abuelo.
- Ahora que recuerdo… - Se dijo para sí mismo el pequeño al recordar lo que su abuelito le había encomendado.
…
- Kawaki, cuando tengas oportunidad consíguele una novia a tu padre, y si es hermosa mucho mejor. - Dijo seriamente el peliblanco mientras un color carmín cubría su rostro.
- ¿Hermosa? - Cuestionó confundido el pequeño azabache.
- ¡Si, como esta chica! Jujuju - Respondió abriendo su típica revista mientras señalaba a la más proporcionada de todas las que posaban.
…
- No está mal… al menos se parece a la chica que me mostró mi abuelito. - Sedecía al analizar a la ojiperla de pies a cabeza. - ¡Pero la que se quede con mi papi tendrá que gustarle las peleas como a él! - Se dijo muy animado. - Oye… ¿Puedo preguntarte algo? - Cuestionó de repente el pequeño azabache, acaparando la curiosidad de la Hyuga.
- ¿Qué? - Contestó ella intrigada por lo que le diría el pequeño.
- ¿Te gusta pelear? - Preguntó inocentemente.
- ¿Qué si me gusta pelear? ¡No! ¡No me gusta pelear! - Dijo haciendo que al pequeño se le opacara la mirada de tristeza, cosa que no pasó de desapercibido para la ojiperla. - Obvio no me gusta pelear. Bueno… ¡Me encanta pelear! Sobre todo con un nomo que vive en mi casa y que tiene cara de gusano. - Decía haciendo que el pequeño abriera los ojos de par en par de la gran impresión y que una sonrisa de oreja a oreja se le formara de felicidad al haber encontrado a la novia perfecta para su queridísimo padre. - Bueno, te digo… ¡Todo el día andamos a la greña, pero obviamente yo siempre gano! - Dijo muy sínica refiriéndose a su hermana menor, Hanabi.
- Oye… - Dijo el pequeño ya más alegre de poder comenzar a hablar de su padre con ella.
- ¿Qué? - Cuestionó la ojiperla otra vez.
- Mi papi antes boxeaba… - Comentaba para que ella se impresionara de lo fuerte que era su padre.
- ¿Ah sí? Que padre. - Respondió sin mucho afán la ojiperla, pues aquella información ya la tenía de sobra.
- ¡Y es muuuuy fuerte! - Exclamó el pequeño con el fin de que ella estuviera interesada en su padre.
- ¡Órale! - Exclamó la Hyuga sin mucho interés, cosa que el pequeño pudo percibir.
- ¡Y le gusta a muuuuuchas mujeres! - Aquel comentario del pequeño fue con la intención de que ella se pusiera celosa.
- ¿Ah, sí? ¡Wow! - Dijo desinteresada, pero por dentro estaba muy molesta, - ¡¿Qué?! ¿Acaso me estoy sintiendo celosa? ¿Por él? N-No… ¡No! ¡Él está guapo, si! ¿Pero sentir celos por él? ¡Nah… por favor! Aparte… ¿Cómo sé que el pequeño diablillo no me estará mintiendo? - Pensó la ojiperla mientras analizaba aquella situación. - Y… ¿Cómo sabes? - Cuestionó no queriendo aparentar mucho interés por saber la verdad.
- Porque la que me estaba cuidando, Ayame-chan dice que se quiere casar con mi papi. - Respondió felizmente el pequeño al lograr que la Hyuga se interesara en el tema.
- ¿Enserio? - Preguntó muy contrariada.
- ¡Si y dice que es guapo! Y más sin ropa… - Comentó alegremente. - Oye… ¿Mi papi es guapo? - Preguntó haciendo que la Hyuga se empezara a ruborizar del solo hecho de imaginarse al rubio sin nada que lo cubriera.
- ¡¿Qué?! - Exclamó nerviosamente. - ¡¿Qué si es guapo?! ¡Por supuesto que es guapo! Es un,,, ¡KYAAAA! ¡¿Pero qué diablos estoy pensando?! - Se recriminaba internamente y pronto vio al pequeño azabache, quién la veía muy curioso por su repentina reacción a su pregunta. - Jajaja… ¡No, por supuesto que no! ¡No es guapo! - Exclamó mientras trataba de ocultar su sonrojo.
- Bueno, pues creo que no lo has visto bien. - Replicó alegremente el pequeño azabache. - Por que otras dicen que sí. - Comentó dándole una sonrisa traviesa.
- Jajaja… ¡Qué dices! - Reía la Hyuga nerviosamente ante el pequeño, por tener pensamientos impropios hacia el padre de éste.
…
Hiashi Hyuga se encontraba preocupado mientras daba vueltas por toda su oficina con el único fin de pensar muy bien en una solución, para arreglar el problema que se avecinaba con todos sus socios y accionistas.
- ¡No puede ser, maldita sea! - Gritaba, - ¡¿Por qué justo ahora tenía que renunciar esa sabandija?! - Se decía muy furioso. Pronto la puerta de su oficina se abrió dejando ver a su hermano gemelo.
- Hiashi… ya me contaron. - Dijo muy preocupado el otro castaño.
- ¿Ahora que vamos a hacer Hizashi? ¡Esa sabandija se llevó todas nuestras ideas con la competencia! Ahora todo se nos viene encima. ¡Tenemos que buscar a una persona apta para el área de mercadotecnia, pero ya! - Decía muy preocupado el castaño mayor.
- Tiene que ser alguien con muchas ideas frescas, innovadoras… y únicas. - Agregó el otro Hyuga pensando en una posibilidad de quién podría ser apto para aquel puesto vacante.
- ¡Neji! - Dijo rápidamente el hermano mayor.
- No… no lo creo. Neji es muy serio y no sabrá llevar las demandas del consumidor, más bien estaba pensando en…
- ¿Hinata? - Dijo Hiashi no muy convencido de aquella opción, sin embargo su hermano le sonrió mientras asentía con la cabeza.
- Pienso que ella estaría muy apta para esa área, digo… mientras sale de su doctorado podría tomárselo como una práctica para cuando tome las riendas de la empresa. - Comentó muy efusivo haciendo que su hermano dejara de dudar.
- Tienes razón Hizashi… quiera o no, tendrá que hacerse cargo de la empresa junto con Neji. - Dijo Hiashi. - Además creo que le gustará esa área… verá a Sasuke en todas las juntas que tenga la empresa con los accionistas. - Decía alegremente. - Tendré que decírselo, solo espero que acepte. - Comentó feliz de haber encontrado una solución a su problema.
….
El rubio llegaba al lobby para recibir a quien lo esperaba y de paso escaparse para saludar a su hijo, quién también se encontraba ahí… esperándolo.
- ¿Kawaki? - Se dijo extrañado al no ver a su pequeño por ningún lugar del lobby. - ¿Dónde está Kawaki? - Pensó muy alarmado al ver que nadie estaba en el lobby, ni su hijo y ni la persona quien lo buscaba.
- Ayame… ¿Dónde está Kawaki? - Preguntó manteniendo su cordura dependiendo de un hilo. Aquella chica se quedó sin saber qué decir. - Ayame, ¡¿Dónde está Kawaki?! - Explotó al ver que ella no decía nada.
- Yo… n-no se… ¡Déjame preguntarle a la recepcionista que quedó en mi ausencia! - Dijo angustiada al ver que efectivamente, el pequeño azabache no se encontraba por ningún lado.
El rubio volteó a ver a todas partes muy desesperado e histérico de no encontrar a su hijo aguardando ahí, como le habían dicho que estaría. Salió lo más rápido que pudo hacia donde estaban los guardias de seguridad del hotel para preguntar si habían visto a su hijo, pero al parecer ninguno se había percatado de su salida.
Pronto se acercó hacia las recepcionistas que hablaban y se veían muy preocupadas.
- ¿Y mi hijo? ¡Ayame, mi hijo! ¡¿Dónde está?! - Decía muy histérico al llegar con aquellas chicas. Ambas no decían nada, se miraban la una a la otra muy preocupadas, mientras que el rubio estaba muy impaciente por saber alguna respuesta.
Sentía que su alma abandonaba su cuerpo con la sola idea de que alguien pudiera llevarse a su pequeño hijo.
- Eh… N-Naruto… él… é-él e-estaba allá… hablando con una señorita… - Respondía la recepcionista en turno mientras señalaba hacia el lobby. Ella estaba muy temerosa de saber que probablemente tuviera la culpa de la desaparición del pequeño azabache.
- ¡¿Qué señorita?! - Cuestionó muy contrariado al no saber a quien se refería su compañera.
- L-La que vino a buscarte Naruto… - Contestó Ayame tímidamente.
- ¡¿Quién?! ¡Dime! ¡¿Dónde están?! ¡¿Quién era?! ¡Dime por favor! - Pedía muy desesperado el rubio, pero ambas solo se miraban sin siquiera poder responderle.
- ¡Y-Yo no sé Naruto! Se fueron caminando tranquilamente… yo pensé que se conocían… tu hijo le hablaba muy alegre, parecía muy feliz con ella. - Respondió la recepcionista muy atareada por aquella situación. - ¡Perdón Naruto! No sé más… - Decía muy afligida aquella chica.
El rubio salió rápidamente de ahí con la única ilusión de ver a su hijo por lo menos a unos metros de distancia del hotel; pero al llegar a la calle sus ilusiones se apagaron rápidamente.
- Kawaki… - Se decía muy desesperado mientras veía por todos lados y se dejaba caer en cuclillas en signo de desesperación y de no saber que hacer.
…
- Sasuke, ¿A qué debo tu llamada? - Cuestionó muy alegre la rubia mientras empezaba a peinar su larga cabellera con sus dedos.
- Ino… tu eres la mejor amiga de Hinata. Dime una cosa… ¿Ella aún siente algo por mí? - Preguntó sin más aquel azabache al otro lado de la línea.
- Umm… no sé… - Decía muy despreocupada aquella rubia. - Quizás si me cuentas por qué te interesa tanto, pueda responderte. - Sentenció muy decidida de sacarle toda la verdad. Pues si bien se había enterado, aquel azabache había terminado con la pelirrosa porque se rumoraba que él seguía sintiendo algo por la Hyuga. Sin embargo, nadie sabía a ciencia cierta qué era lo que en realidad le pasaba a aquel azabache. Esperó por unos segundos para escuchar por lo menos alguna respuesta, pero no la obtuvo y decidió hacerlo a su modo. - Sasuke… supe que aún sientes algo por ella. ¿Eso es cierto? - Preguntó muy curiosa.
- Si… es cierto, Ino. - Respondió sin más aquel azabache.
- ¡Kyaaaaa! ¡No puedo creerlo! ¡Hinata se va a poner contenta con esto! - Exclamó muy feliz la rubia. - ¡Es obvio que si Sasuke! Hinata aún siente algo muy fuerte por ti. - Declaró sonriente.
…
- ¡Wuuuooooaaaaa! ¡Te volví a ganar! ¡Perdedor! ¡Perdedor! ¡Perdedor! - Cantaba una y otra vez la ojiperla tal cual niña pequeña se tratase, al ganarle al pequeño azabache en un juego de maquinitas.
Ambos estaban dentro de un lugar que tenían juegos para niños… se divertían mientras se acababan todos los dulces que habían comprado al salir del hotel.
- ¡Nooooooo! - Exclamaba el pequeño al perder la partida ante una "chica", pues su orgullo no le permitía perder ante ella… el pequeño se encontraba sin ninguna preocupación más que ganarle a su rival en el juego.
- Jajaja ¡A que no te esperabas eso! ¿Verdad? - Exclamaba efusivamente feliz aquella ojiperla.
- ¡Me hiciste trampa Hina-chan! - Recriminó dulcemente aquel pequeño al hacer un puchero y cruzar sus pequeños bracitos en signo de molestia.
- ¡Ja! ¿Quieres la revancha Kawis? - Preguntaba muy desafiante la ojiperla.
- ¡Claro, pero esta vez te ganaré Hina-chan! - Respondió el pequeño al agarrar otra vez los controles de la máquina.
- ¡Ja! Ya quiero verlo, ¡Perdedor! Jajaja - Respondía la ojiperla mientras reía sin ninguna malicia más que jugar con aquel niño, pronto su celular empezó a sonar y miró quien era. - Kawis, espérame y no hagas trampa. - Pidió al sacar su celular de su bolsillo de mano.
- Esta bien, Hina-chan. - Respondió el pequeño mientras veía como aquella chica se alejaba de ahí para hablar con quién sea que la estuviese llamando.
- ¡Qué quieres Ino! - Contestó la ojiperla sin mucho afán.
- ¡Adivina quién me acaba de hablar para preguntarme por ti! - Exclamó muy feliz aquella rubia.
- ¡No, no sé quién rayos te habló! - Respondió sin ganas la ojiperla, pues tenía un asunto pendiente con un pequeño azabache que la estaba esperando para su revancha.
- ¡Sasuke! ¡Me dijo que está muy arrepentido y que quiere volver contigo! ¡¿No es eso genial?! - Comentó la rubia muy alegre, sin embargo la ojiperla solo se quedó callada mientras sentía cómo un escalofrío recorría su cuerpo con tal afirmación.
…
- ¿Va enserio tus sentimientos hacia Hinata? - Preguntó Neji al escuchar lo que le decía el azabache; pues minutos antes había llegado a la mansión Hyuga y ahora se encontraba sentado en la sala principal mientras hablaba con el ojiperla.
- Si Neji… quiero volver a intentarlo con ella. - Se limitó a responder el azabache. Neji analizaba seriamente al Uchiha que tenía enfrente, él no creía ninguna pizca de lo que le decía aquel pelinegro, pero al recordar el estado en que se encontraba su prima, se dijo que quizás el regresar con el azabache sería lo mejor que le pasara a ella.
- Bien, solo espero que si Hinata decide regresar contigo, sepas valorarla mejor esta vez… porque si no, Uchiha-san… juro que te arrepentirás de haber nacido. - Amenazó el castaño muy enojado al recordar lo que le había hecho el azabache a su prima.
- No te preocupes Neji, nada malo pasará esta vez. - Sentenció el Uchiha.
…
Ya estaba muy desesperado, pues si bien ya había pasado más de medio día desde que su hijo había desaparecido… por su parte, el gerente del Hotel le había dicho que se podía tomar el día libre hasta que tuviera noticias de su pequeño hijo.
El rubio se encontraba en el departamento que compartía con su hijo, junto a él estaban las personas que más lo apreciaban y cada una le ofrecían su apoyo incondicional como podían… su abuelo, su abuela y su mejor amiga, pero al rubio nadie lo podía consolar, le angustiaba mucho no saber nada de su pequeño hijo. Realmente no sabía que más hacer, estaba desesperado pues ya había hablado con la policía y estos le habían dicho que no se podía dar un reporte de secuestro o extravío si por lo menos no tenía 24 horas de desaparecido. Desilusionado y triste se dejó caer en uno de los sillones que tenía en su departamento mientras varias lágrimas salían de sus azulinos ojos.
- Kawaki… - Se repetía tristemente al no poder hacer nada, se sentía impotente y furioso consigo mismo.
- Cálmate hijo… - Decía el peliblanco mientras le ponía una mano sobre el hombro. Él al igual que el rubio también estaba muy preocupado por su pequeño-ero, triste y abatido dejó caer unas cuantas lágrimas al igual que su nieto.
- J-Jiraiya… - Dijo entrecortadamente el rubio. - Si le pasa algo a Kawaki, yo… - Decía sollozando no aguantando el dolor que traía en su pecho.
- Calma Naruto. - Habló su abuela al ver el estado tan deplorable que se encontraba su nieto. Ella llegaba a donde estaban sus dos hombres más queridos, quería hacer algo para ver una vez más a su pequeño, ella le había jurado a su hijo en pleno lecho de muerte que protegería a su nieto y ahora se reprochaba el estar fallando a su promesa. También se acordó de la promesa que le había hecho a la esposa del rubio, proteger a su pequeño bebé… y una vez más se lamentaba el estar fallando. - Naruto… perdóname… yo… - Decía no conteniendo las lágrimas. Lloraba junto a su nieto y su esposo, quienes se encontraban muy destrozados.
- Naruto… ¡Animo, sé que pronto aparecerá! ¡No pierdas las esperanzas! - Dijo animadamente una pelirrosa quien se encontraba ahí, acompañando a su vecino y mejor amigo, en su pesar.
Aquella chica era una amiga de la infancia del rubio, había conocido a la mamá del pequeño y siempre había sido muy buena amiga de la familia. Cuando ella pasó los peores momentos de su vida, el rubio siempre estuvo ahí apoyándola en todo lo que necesitara y ella se sentía en deuda por todos esos días en los que el rubio la había animado… sin embargo, pensaba que el rubio sentía algo más de afecto hacia ella, pues estaba el hecho de que su abuelo siempre le había dicho que ojala y ella fuese algo más que una amiga para el rubio… Si bien ella también sentía algo más por el rubio, pero nunca se lo había dicho… hasta que conoció a Sasuke Uchiha, su perdición.
- Sakura tiene razón, Naruto. - Comentó la rubia con una sonrisa triste mientras trataba de limpiarse las lágrimas. - No te preocupes, él va a aparecer. - Dijo tratando de parecer fuerte ante aquella situación.
Desde afuera del departamento se escucharon unos pasos, tacones y risas… dos personas caminaban muy felices y sonrientes, despreocupados de aquellos minutos que se convirtieron en horas.
- Jajaja ¿Ya vez? ¡Te dije que te ganaría! - Exclamó muy alegre el pequeño azabache mientras daba unos brincos de felicidad por su gran cometido.
- Ah no Kawis, eso no se vale. - Contestó la ojiperla mientras hacía un puchero. Ella iba agarrada de la mano del pequeño azabache. - ¡Claramente te gané veinte mil veces! - Exclamó con cierta ironía para no darle la victoria completa al pequeño pelinegro. Pronto el niño paró su trayectoria enfrente de una puerta mientras le sonreía ampliamente. - ¿Aquí vives? - Preguntó la ojiperla mientras estaba lista para tocar.
- ¡Si! - Respondió muy alegre el pequeño.
…
- ¡Es Kawaki! - Dijo el rubio muy exaltado parándose de inmediato de donde estaba sentado y limpiándose rápidamente las lágrimas que había derramado para aproximarse a la puerta.
…
- ¡Pero admite también que te gané! - Replicó la ojiperla.
- ¡No, no, hacías trampa Hina-chan! - Decía aquel niño no dándose cuenta de que se abría la puerta del departamento para dejar ver a cierto rubio parado viendo aquella escena muy estupefacto.
- ¡Ah no! ¡Hubiera barrido el piso contigo! Solo que se me acabó el cambio. - Contestó muy feliz la ojiperla mientras el rubio la veía con mucha furia al enterarse por sus propios ojos que en todo el tiempo en que su hijo había desaparecido estaba nada más ni nada menos que con ella… "Hinata Hyuga"
- ¡KAWAKI! - Exclamó muy enojado el ojiazul mientras alzaba a su pequeño hijo para cargarlo en sus brazos.
- ¿Qué? - Contestó despreocupadamente el pequeño azabache, mientras abrazaba a su padre.
- Estaba muy preocupado por ti. - Susurró el rubio dándole un tierno beso sobre su mejilla y luego dirigió sus ojos hacia la ojiperla y la miró muy furioso. - ¡¿Qué diablos hacías con mi hijo?! - Exclamó muy enojado.
- ¡Papi! ¡Papi! ¡No la regañes! ¡Es mi amiga! - Defendía muy eufórico aquel pequeño pelinegro mientras hacía ademanes para que su padre lo bajara de sus brazos.
- No te preocupes Kawis, deja que se enoje. Lo importante es que tú y yo la pasamos increíble. - Decía despreocupada la ojiperla sin darle importancia al cuestionamiento del rubio, quien la veía muy confundido al verla dirigirse a su hijo con cierta complicidad en cada una de sus palabras, como si de una amiga de años se tratara.
- Estas cosas no se hacen. - Dijo el rubio un poco más calmado pero aún así seguía molesto, ya que la Hyuga ni tan siquiera le había avisado de que tenía a su hijo.
Por su parte, Hinata solo roló los ojos y dio un gran suspiro, pronto posó sus ojos en quienes se encontraban detrás del ojiazul; una rubia, un peliblanco y una chica pelirrosa a la que conocía perfectamente.
- ¡¿Y esa que hace aquí?! ¡¿Uzumaki la conoce?! - Se decía muy alterada al toparse con esos ojos jades que la miraban entre confundida y enojada.
- ¡Te estoy hablando! - Exclamó muy dolido el rubio porque la ojiperla no lo tomara en cuenta.
- Esta bien, sorry. - Contestó sin más la Hyuga al verlo directamente a los ojos, y fue cuando se dio cuenta que aquellos zafiros habían sufrido mucho la ausencia de su pequeño hijo. - ¡Opps! Creo que… no… ¿O sí? Pareciera como si Uzumaki hubiera llorado. - Se dijo al ver sus ojos llorosos.
- Esto no se arregla con solo pedir perdón. ¡No sabes lo angustiado que estaba al no saber nada de mi hijo! - Respondió molesto al escuchar su respuesta. - ¡Se nota que no le toma ni la más mínima importancia a esta situación! - Pensó un tanto enojado, queriendo gritarle o desquitarse con algo.
- Mira, Uzumaki… la verdad es que no quiero pelear. Lo único que te quiero decir, y por lo cual vine hasta acá, es para decirte es que si tu problema es el dinero, lo podemos arreglar. ¿Ok? O si tienes algunas condiciones que hacerme para poder trabajar conmigo… ¡Perfecto, lo hablamos! - Exclamó queriendo terminar con toda esa situación que se estaba poniendo más tensa de lo normal.
- ¿Ya hablamos de esto, no? - Respondió el rubio un tanto irritado mientras bajaba a su hijo de sus brazos.
- Si… - Contestó la Hyuga sin muchos ánimos. – Pero…
- ¿Lo hablamos? - Interrumpió para que se le grabara en la cabeza que él no quería trabajar para ella.
- ¡Hablamos, si! - Repitió muy enojada al notar que él era igual o más terco que ella; pero al darse por vencida, sin querer se encontró con esos par de ojos azabaches que la miraban con tristeza y pronto se le ocurrió una idea para que el rubio aceptara. - ¿Pero sabes? ¡Tú no puedes seguir trabajando como jefe de seguridad de ese lugar! ¿Ok? O sea, ¡Tienes un hijo que cuidar! O sea, ¡Tienes que velar por su seguridad! - Exclamó muy convincente. - O sea Uzumaki, ¡Déjame explicarte que cuando me encontré a tu hijo estaba solo, hambriento, descuidado y desesperado! Aparte, ¡O sea mira! - Dijo tomando de la cara al pequeño para que su padre lo viera. - ¡Vele la cara! ¡Déjame decirte que está muy mal tener a un niño así de descuidado! O sea, si tú trabajaras para mí, tendrías un niño feliz. Él tendría donde comer, donde vivir, donde dormir, donde jugar… ¡O sea, estará bajo un techo calientito! - Explicó desesperada, obteniendo toda la atención de los dos Uzumakis. - ¡Y no solo eso! Bueno… ¡Tendría excelentes amigos y hasta un perro maravilloso con el cual jugar! – Dijo al acordarse de los empleados de su casa y del perro que uno de ellos portaba. - ¡Es un perrito súper divertido! Yo sé que te encantaría jugar con él Kawis. - Decía mientras miraba al pequeño con una gran sonrisa.
- ¡¿Un perro?! - Replicó muy emocionado al voltear a ver a su padre con muchos destellos en sus pequeños ojos. - ¡Papi, yo siempre quise un perro! ¡Papi yo quiero un perro! ¡Yo quiero un perro! - Decía una y otra vez el pequeño pelinegro.
- Kawaki, cálmate por favor. - Susurraba el rubio al no saber qué hacer ante los brincos que daba su hijo.
…
- Esa es… ¿Hinata Hyuga? ¡¿Pero que hace ella con Kawaki?! ¿Acaso la conocen? - Pensaba muy aturdida la pelirrosa al ver aquella escena en donde se encontraba la ojiperla con el rubio y su hijo.
- ¿Sakura? - Llamó la rubia. - ¿Pasa algo con aquella chica? - Preguntó muy curiosa al ver que la ojijade no le quitaba la mirada de encima a aquella ojiperla que estaba con su nieto.
- ¿La conoces? - Esta vez fue el peliblanco quien preguntó al notar que la pelirrosa fruncía su ceño y miraba muy enojada a aquella hermosa dama.
- Si. - Respondió secamente la pelirrosa al no quitar la mirada de la ojiperla. - Es Hinata Hyuga. - A completó muy furiosa al recordar lo que días antes la ojiperla le había hecho.
…
- Si, pero como tu padre ya no quiere hablar del trabajo que le ofrezco… ¡Entonces Ciao! - Se despidió sin más la ojiperla para ya no molestar más al rubio y a su hijo.
- Adiós… - Respondió tristemente el pequeño azabache mientras movía la mano en forma de despedida.
- Bye… ¡Pero no te preocupes Kawis, fue un gusto conocerte! Espero que algún día juguemos otra vez para que te vuelva a ganar jajaja… - Comentaba alegremente para después agacharse hasta la altura del pequeño y darle un tierno beso en la mejilla para terminar de despedirse. - Ok, bye. - Se despidió sin voltear a ver al Uzumaki.
El rubio quedó algo sorprendido al ver la forma tan cariñosa con la que Hinata Hyuga se dirigía hacia a su pequeño hijo. Ambos se quedaron parados sobre el marco de la puerta mientras la veían alejarse.
- Papi… - Llamó el pequeño Kawaki para tener toda la atención de su padre. - Será lo único que te pida, ¿Sí? - Decía tristemente. - Trabaja con ella… trabaja con Hina-chan… - Suplicaba ante la mirada incrédula del rubio.
- Kawaki… - Suspiró pesadamente para luego posar su mirada hacia donde se había perdido la ojiperla. - Al parecer… no eres el monstruo que yo creí que eras. - Se dijo mientras sonreía hacia sus adentros.
- ¡Kawaki! ¡Que alegría verte! - Exclamó efusivamente la pelirrosa mientras se acercaba hacia ellos.
- ¡Hola Sakura-chan! - Saludó alegre el pequeño azabache.
…
Hinata llegaba a su casa, y lo primero que vio al entrar en ella, fue al Uchiha sentado en la sala de su mansión. No quiso hacerle caso y subió rápidamente las escaleras que conducían al segundo piso de su casa para dirigirse hacia su recámara.
- ¿Qué pasa, no vas a saludar? - Preguntó descaradamente el azabache, parando la trayectoria de la Hyuga.
- ¡Y ahora qué quieres Uchiha! - Respondió irónicamente la ojiperla mientras le miraba muy enojada al verle acercarse a ella.
- Terminé con mis aventuras… por ti. - Respondió el azabache mientras subía los escalones de aquellas escaleras para estar más cerca de la Hyuga.
- ¡Ah! ¿Y qué quieres que haga? ¿Qué aplauda? ¿Qué llore? ¿Qué ría? ¡Eres un estúpido! - Exclamó sin más al voltearse lista para subir de nuevo.
- Hinata, he comprendido que te amo. - Dijo tomándola del brazo para que ella no subiera.
- ¡Ja! ¿Tan rápido se te va el amor por las demás? ¿Eh? Dime Uchiha, ¿Cuánto piensas durar esta vez conmigo? ¿Dos días? ¿Un mes? ¡¿O hasta que te encuentres a otra zorra que te mueva el piso?! - Replicó muy enojada zafándose de su agarre.
- Hinata por favor… - Pidió el Uchiha muy desesperado.
- ¿Sabes qué Uchiha? - Decía la ojiperla volteándose para verlo directamente a los ojos. - ¡Olvídate de mí! ¿Sí? ¡Olvídate de que existo! - Exclamó.
- ¿Por qué me hablas a si? ¡Qué te pasa! Pensé que tú también sentías lo mismo que yo. - Replicó enojado.
- ¿Sabes por qué te hablo así? - Contestó la Hyuga muy dolida mientras derramaba unas cuantas lágrimas. - ¡Porque estoy cansada! ¡Estoy cansada de sufrir! ¡Cansada de esperarte! ¡Cansada de rogarte!… ¡Cansada de tanto llorarte! ¿Y sabes de lo que estoy muy, muy cansada?... ¡De sentirme tan poca cosa para ti! - Exclamó al formársele un nudo en la garganta y pronto sus ojos empezaron a empañarse de muchas lágrimas. - Yo, Uchiha-san… ¡Yo, Hinata Hyuga merezco ser feliz! ¡Porque yo se amar! ¡Yo se querer! Y… ¡No tengo necesidad de sufrir tanto! - Exclamó demasiado dolida, al darse cuenta de que se había enamorado realmente de aquel azabache.
- Hinata…
. ¡No! - Gritó callándolo al momento para no escucharlo más. - No… ya no Uchiha. - Dijo subiendo rápidamente las escaleras ante el llamado del azabache.
- ¡Diablos! No… no voy a perderte Hinata… ¡No ahora! - Se dijo frustrado con su situación.
…
Llegó a su recámara y se soltó a llorar, desde que Naruto Uzumaki había llegado a su vida, ya no recordaba aquellas noches de dolor y sufrimiento… pero al ver nuevamente al azabache, escucharle decir que la amaba, había provocado en ella un sinfín de emociones confusas… Lloró amargamente al recordar los momentos vividos con el azabache, pero lloró aún más al recordar la forma en la que la había humillado al dejarla.
Cansada se dejó vencer por el sueño, ya no quería saber nada, ni de nadie.
…
La noche pasó, dando paso al día siguiente. El rubio había tomado una decisión importante en su vida.
- Entonces… ¿Irás a verla? - Preguntó muy feliz el pequeño azabache al escuchar la conversación que su padre sostenía con su bisabuelo.
- ¿Eh? ¡Ah!… ¡Kawaki! ¡Ya estas despierto! - Exclamó el rubio muy sorprendido de verlo ahí parado con sus ojos llenos de ilusión.
- ¡Papi, dime si no escuche mal! - Decía el pequeño haciendo un tierno puchero.
- ¡Si Kawaki, tu padre irá a pedirle trabajo a esa gran Diosa! - Comentó el peliblanco al acordarse de quien era esa tal "Hinata Hyuga".
- ¡Ero-senin! - Reprendió el rubio al escuchar cómo se refería a ella… a su pequeño tormento.
- ¡Si, es grandiosa! - Replicó el pequeño inocentemente ajeno a los pensamientos de su bisabuelo.
- Jijiji… ¿Ya ves? ¡Hasta el pequeño-ero lo acepta! - Exclamó divertidamente el peliblanco.
- ¡Ero-senin! ¿Qué te dije con enseñarle esas cosas a mi hijo? - Regañó el rubio un poco avergonzado.
- ¿Eh? - Decía el pequeño muy confundido por aquella situación.
- Bien… - Suspiró el rubio. - Iré a darme una ducha y ya salgo para presentar mi renuncia al Hotel. - Comentó parándose pesadamente de la mesa en donde se estaba tomándose un café matutino al lado de su abuelo.
- ¿Y bien ero-peque? ¿Qué tal la muchacha? - Preguntó el peliblanco una vez que su nieto se había perdido de la vista de ambos.
- ¡Tal y como tú me dijiste abuelito! ¡Soy todo un descubridor! ¿Verdad que sí? - Cuestionó alegremente el pequeño pelinegro al darle una enorme sonrisa de felicidad.
- ¡Hiciste un muy buen trabajo ero-peque! - Exclamaba muy alegre el peliblanco al revolverle los cabellos a su bisnieto. - Pero ya no vuelvas a irte sin avisar… ¿Vale? - Pidió muy triste mientras lo abrazaba.
- Jejeje… ya no abuelito. ¡Lo prometo! - Respondió el pequeño correspondiendo dicho abrazo.
En su interior, Jiraiya daba gracias a la vida por traerle de vuelta a su pequeño nieto sin que tuviera ningún rasguño, daba gracias en el fondo de su corazón por que podía abrazar una vez más a su pequeño-ero.
…
Pasó el tiempo, Naruto se había despedido de su abuelo y su hijo, el día sería largo para él, pues aparte de presentar su renuncia al Hotel, debía de ir hacia donde vivía su pequeño tormento para pedirle el puesto que ella tanto le rogó y que él tanto rechazó. Se miró en el espejo una vez más… iba de traje, tenía que estar presentable para pedirle trabajo a los Hyugas.
- Bien, me voy… ¡Deséenme suerte! - Exclamó un tanto nervioso mientras se encaminaba hacia su destino.
- ¡Suerte papi! - Respondió muy alegre el pequeño azabache al ver a su padre alejarse de ahí.
- ¡Que te vaya muy bien hijo! - Gritó el peliblanco al despedir a su nieto con una gran sonrisa, pues sin duda él sabía de antemano que su nieto empezaba a sentir algo más por aquella chica de ojos luna.
Continuará…
Realmente pido disculpas por no actualizar tan seguido, estoy pasando por una etapa de rebeldía escritorial (?) ~Ni siquiera sé si esta palabra exista~ :P jajaja, nah… mentira, es que no se… me iba a tomar un break de corto plazo que no sé en qué momento pasaron los días muy rápidos y en vez de no actualizar por un par de días, se convirtió en un par de semanas jajaja sorry :c ~soy muys descarada :'D asdfasdfadsfsdf~~~ en fin, trataré de actualizar esto rápido porque yo ya quiero NaruHina TuT… no sé si ustedes también lo quieran :'D jijijijijiji~ ¡Gracias por leer y gracias por el apoyo incondicional que le dan a este y mis demás fics! ¡Los adoro!
