VI

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Era su sesión número quince.

Él realmente se sentía bien. Además de las náuseas, y los cambios radicales de humor debido a su embarazo, podía decir que estaba en una zona confortable.

Harry, ¿cómo te fue en la semana?

Bien. Detesto el trabajo administrativo, pero sé que en este momento es lo mejor para mí y para el bebé.

¿Has pensado en algún nombre? —Preguntó Scholmo.

No mucho realmente. Sabe, a mí me llamaron James como mi padre, y no sé qué tanto influye el nombre en la vida de una persona, ¿se agrega carga emocional innecesaria?

Bueno, eso es muy cierto. Muchas veces, nuestro nombre viene a forjar las piedras angulares de nuestra vida, dependiendo del deseo con el que se piensa en el bebé.

En ese caso, lo mejor será pensarlo con cuidado —dijo Harry—. Sólo quiero que él sea feliz.

Muy bien. ¿Y cómo estás con Liam?

Tiene dos semanas que le dije lo del embarazo, y me cuida demasiado bien para tener presente que él bien podría no ser el padre.

¿A qué te refieres con que te cuida demasiado bien?

Bueno, me consiente demasiado. Entre semana, prepara las comidas que me llevo al ministerio, y durante las tardes y fines de semana, está todo el tiempo pendiente de mí y del bebé. —Harry sonrió, aunque era un gesto forzado—. Incluso, decidió detener sus estudios en Irlanda para quedarse hasta saber si es su hijo o no.

¿Y eso cómo te hace sentir?

No sé, pienso que está deteniendo su vida en vano. Es decir, apenas somos algo como amigos o compañeros, pero no quiero darle falsas ilusiones, y él ha tomado un papel muy responsable… —dijo mientras acariciaba su vientre—, fue por mi egoísmo que sucedió todo, y lo peor es que no me arrepiento. ¿Eso no me hace ser el malo?

Ser el malo o el bueno es algo muy relativo, Harry. No podemos determinar aquello, pues juzgamos con base a nuestra experiencia de vida, a nuestros valores. Lo importante es cómo te sientes tú con respecto a ello, qué harás con tus errores; lamentarte, o utilizarlos como vía para aprender y cambiar.

Harry pensó que eso no era tan fácil como escucharlo, pero si en el pasado, logró determinar que realmente Snape no era tan malo y Dumbledor no era tan bueno como él los tenía conceptualizado, tal vez podría dejar de autocompadecerse y tratar de tener una buena relación con Liam, después de todo, ha demostrado ser una persona muy agradable.

Además, él no tuvo injerencia en la decisión de Liam. Pero sí necesitaba hablar con él respecto a ello.

¿Él qué piensa de Draco? ¿Ha externado algo en particular?

Sólo me preguntó si ya le había comentado de esto…

¿Y lo hiciste?

No…

¿Y si Liam no es el padre? ¿Cuál es tu siguiente movimiento?

Aun si Liam resulta no ser el otro padre… no estoy seguro de si quiero que Draco se entere de esto…

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Harry se sentía demasiado confundido, y si pudiera, dejaría todo lo que tenía por un momento de paz para poder aclarar sus ideas.

Desde el día anterior, las cosas fueron tensas, pues tuvo que explicarle a Marie y Dudley que, si bien Liam podía ser el padre de su bebé, también Draco tenía oportunidad de serlo —se vio en la necesidad de explicarles que justo la madrugada anterior de terminar con Draco, tuvo sexo con él—. Ellos, de inicio, no lograron comprender sus acciones, pero decidieron no juzgarle y le apoyaron incluso más ahora.

Nunca tendría como agradecerles tanto.

Además, estaba el tema de Draco, quien no se había intentado comunicar con él, y hasta ese punto, no sabía si aquello representaba algo benéfico o no para sus circunstancias. Claro que le facilitaría la vida, pero aun con todo lo que pasó, si Draco era el padre de su hijo, sabía que tendría derecho a verle y convivir con él; y Harry no tendría el corazón para negarlo.

Pero también estaba Liam, con quien tuvo sexo a escasos días de terminar con Draco y todo basado en el despecho, pero quien era el otro posible padre de su hijo.

Al día siguiente de tener sexo con alguien que recién conoció, se sintió culpable, porque él no era así, él no se involucraba sólo por un deseo carnal y banal; pero fue tan fácil hacerlo, tan sencillo insinuársele y dejar que Liam hiciera el resto.

Quiso aclarar las cosas con Liam, ser verdaderamente sincero, y la oportunidad se presentó ese mismo día; al parecer, desde que Marie estuvo embarazada de Annie, ellos dos dejaron de salir a fiestas o clubes a divertirse, y esto solo fue lo que necesitaban para encargar una niñera y arrastrar sus cuerpos al primer pub que vieran disponible.

Harry y Liam sólo bebían y charlaban; él sonreía y volvía a darle otro trago a su tarro de cerveza. Estaba contento, realmente feliz. Pero tenía que ser sincero.

El otro día me preguntaste que cuál era mi historia. —La sonrisa de Harry desapareció—. Te mentí, Liam. La persona en quien más confié, me traicionó.

¿Traición? —Liam bebió otro trago largo—. ¿Te refieres a infidelidad?

Si.

Oh.

Liam bebió otro trago y Harry se sintió la peor persona del mundo.

Caray —dijo Liam despeinando su ya de por sí, rebelde cabellera—. Qué putada.

Justo por eso es donde estoy ahora —contestó Harry.

¿Y de eso cuánto tiempo? —Preguntó Liam, y su rostro se veía verdaderamente intrigado. Harry sabía que le preguntó nuevamente porque el día anterior, le dio una versión de los hechos totalmente diferente.

Hace seis días. —Harry comenzó a jugar con el tarro de cerveza. Ya no bebía, y solo meneaba viendo aparecer y desaparecer la espuma. No podría juzgar a Liam si decidía salirse en ese momento.

Increíble —exclamó y Harry alzó la ceja—. Bueno, yo recuerdo cuando mi novia me terminó hace dos años. No salí de mi casa como en un mes y mira, estás aquí, en un pub muggle tratando de divertirte porque te arrastró la esposa de tu primo y sonriendo aun cuando no tienes ganas de hacerlo.

Si, bueno… quisiera realmente hacer eso. —Por un momento, no dijo nada debido al ruido, pero siguió—. Pero ya sabes, la vida continúa.

Liam y Harry ya no dijeron nada, y sólo voltearon a ver a los Dursley, quienes comenzaron a quejarse porque ya no había más botellas de whisky para poder seguir bebiendo.

No necesitas hacerte el fuerte, Harry —dijo Liam mientras prendió un cigarrillo—. Sí, la vida continúa y toda la mierda que quieras, pero si necesitas llorar, debes de hacerlo. Eres un mago muy poderoso, pero sigues siendo humano. No eres inquebrantable…

Harry se sentía feliz, pues Liam nunca le reprochó algo, y aunque le insistió que le dijera su perspectiva, el otro sólo le sonreía y le decía que todo hijo merece crecer con sus padres si se encuentran en las mejores condiciones para criarlos. Liam decidió detener su doctorado en Irlanda para poder seguir con él, porque su probable hijo era lo que más le importaba en ese momento.

Si decía que eso no le conmovió un poco, sería un completo cretino y mentiroso.

El trabajo en el Ministerio era tranquilo por lo general. Desde que pasó lo de Draco, decidió darse de baja de misiones hasta no sentirse mejor emocionalmente —no quería que sucediera accidentes que podrían costarle al Ministerio—, y cuando se enteró de su embarazo, tuvo que comunicarle a Robards que su baja sería indefinida. Por lo que ahora, se dedicaba a la parte administrativa de los Aurores, se volvió el contacto interno con las diferentes áreas y se encargaba de entrenar a los nuevos reclutas.

Habían perdido un buen elemento en campo, pero ganaron a alguien invaluable dentro de lo burócrata. Era eficiente la mayor parte del tiempo —siempre que las náuseas no le jugaran en su contra—, pero justo ese lunes, un día después de ver a Draco y de hablar con su sanador, que al parecer, decidieron hacer una redada y ahora estaba atascado de papeleo hasta el cuello. Ron se ofreció a ayudarle a terminar lo más pronto posible, y Harry aceptó, hasta que vio que era cerca de las siete de la noche, que decidió despacharle de su oficina.

—Ron, muchas gracias por ayudarme, yo puedo continuar desde aquí.

—¿Estás seguro? —Preguntó Ron apretando el puente de su nariz. Harry se compadeció de él, tuvo turno de noche y se quedó con él hasta ese momento, casi 24 horas sin dormir.

—Si, todo está bajo control. Sólo tengo que llenar unos informes y ponerlos en las entregas de mañana.

—Te tomo la palabra, Hermione debe estar vuelta loca con la mudanza —dijo Ron levantándose; se estiró un poco para destensar los músculos—. Te veo mañana, descansa. Dale mis saludos a Liam.

Harry sólo asintió y se despidió de él con una sonrisa. Cuando escuchó el ruido de la puerta cerrarse, decidió cambiar por completo toda la fachada de orgullo y suspiró cansado por ello; era mentira que faltaba poco trabajo, apenas podía concebir que tendría que transfigurar el sofá de su oficina en una cama y acostarse ahí.

Merlín, siquiera había cenado algo.

Un sonido fuera de su ventana le despertó de su letargo; la silueta de un animal lo hizo levantarse con prisa y abrió la cortina para recibir a la lechuza que compró hace poco, cuando se enteró que estaba embarazado, Hermione le exigió que necesitaban estar en comunicación continua, y él accedió a comprarse una lechuza café con franjas blancas, era poco más grande que Hedwing, y le puso de nombre Allister.

Allister dejó sobre la barra un pequeño paquete que Harry desenvolvió y sacó lo que había dentro; un emparedado de atún, manzana cortada y un sobre de una infusión.

Harry sabía de quien provenía ese regalo.

Una nota venía debajo de todo.

«Ron me dijo que estarías aún en la oficina, espero que esto ayude a pasar una buena jornada.

Dale las buenas noches de mi parte al bodoque.

Liam.»

—Te ves contento. —La voz que Harry escuchó lo descolocó por completo, pero seguía manteniéndose tranquilo por fuera—. A pesar de todo el trabajo que dice Ron que tienes.

—¿Qué necesitas, Malfoy? —Preguntó Harry tomando su cena, puso la tetera a hervir y se sentó en el escritorio.

—Sólo venía a decirte que quiero ser parte de la vida de mi hijo.

—¿Acaso no viste el pensamiento que te di? —Harry le vio con el ceño fruncido— ¿No fue suficiente prueba?

—Lo único que sé, es que hay cinco malditos días de diferencia entre la última vez que tú y yo tuvimos sexo la noche anterior de la fiesta de gala y… eso.

El silencio imperó entre ellos. Ambos se veían fijamente a los ojos, sin dar tregua un poco a descansar de la carga emocional que se decían sin palabras. El silbido del agua al punto de ebullición los sacó del transe y Harry, con su varita sin magia, trajo la tetera y se preparó la infusión que le envió Liam.

—¿Qué quieres de nosotros?

—Sólo la oportunidad de saber si es o no mi hijo. Una prueba de paternidad, mágica o muggle, la que elijas está bien por mí —respondió Draco, relajando un poco sus hombros.

—Bien… —dijo Harry, escribió una nota en un pedazo de papel y lo ató en la pata de la lechuza, le dio un bocadillo y ella partió hacia el cielo nocturno. Después de ello, volteó a ver nuevamente a Draco—. La prueba de paternidad será realizada cuando nazca.

—¿Por qué no cuando entres al séptimo mes? —Harry alzó la ceja. Se veía que Draco se preparó antes de llegar con él.

—Es invasivo para el bebé en cualquiera de los dos casos —respondió con total tranquilidad, muy diferente a la tensión que sintió apenas vio que Draco entró a su oficina—. Es un embarazo delicado, y no quisiera que se complicara más de lo necesario. Tómalo o déjalo.

—De acuerdo.

Harry asintió y regresó su mirada hacia la infusión de té, dando un pequeño sorbo y apenas probó un poco, se relajó por completo. Probó un poco de la manzana y el bicho en él, se movió gustoso se al fin ser atendido.

—¿Te sientes mal? ¿No te estás presionando demasiado?

—No realmente —respondió en automático—. La sanadora me dijo que, mientras no estuviera en periodos prolongados de estrés, podía continuar con mis labores diarias.

—Ya veo.

Nuevamente, el silencio se asentó entre ellos. La barrera invisible de la distancia que puso Harry estaba haciendo mella en la poca o nula comunicación que podían expresar; pero si Harry quería hacer las cosas bien —por él y su hijo—, comenzaría por la última persona en quien pensó que lo haría.

—Malfoy… seré sincero contigo —dijo Harry dejando de lado su cena a medio comer—. No estoy seguro de si esto es una buena idea, pero si Liam está cerca de nosotros, es justo que tú también lo estés como posible otro padre.

—Bien —susurró Draco y Harry pudo casi ver cómo las venas en su frente se saltaban y él sabía que era por el coraje contenido.

—Debemos de ser lo más maduros posibles con esta situación hasta que todo se esclarezca. No voy a permitir que ni tú ni él comiencen una guerra. —Harry le decía todo esto lo más serio y tranquilo que podía; aunque si era sincero consigo mismo, le preocupaba más Draco que Liam—. Yo me encargaré de hablar con Liam y decirle lo mismo que te estoy diciendo a ti.

—Me parece perfecto. —La ironía destilaba por la lengua venenosa y herida de Draco, pero Harry prefería no involucrarse con ello. No era su responsabilidad de cualquier forma.

—El jueves es mi cita con la sanadora, eres bienvenido a asistir.

—¿A qué hora?

—A las seis de la tarde, en San Mungo.

—Ahí estaré minutos antes.

—De acuerdo. Que tengas buena noche.

—Igualmente Harry, buenas noches.

Después de eso, Draco aún permaneció en su oficina, parado frente a él, un par de segundos más, quizás el minuto más largo de la vida de Harry; pero sólo de acercó a él y dejó sobre el escritorio un pequeño paquete —que Harry nunca vio que trajera en las manos— y se retiró sin decir una sola palabra más.

Cuando escuchó el sonido de la puerta cerrarse, Harry apretó los labios y se levantó para recogerlo, lo abrió y se dio cuenta que había un trozo de tarta de melaza y un costal con hierbas medicinales —reconoció inmediatamente el sello de la cadena de boticas de Draco—.

Harry se recargó en su silla y echó la cabeza hacia atrás.

Ahora tenía dos cenas.

Dos posibles padres de bebé.

Y dos compulsivos cuidándole día y noche.

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Draco estaba nervioso. La sesión anterior, logró cerrarla comentando el recuerdo que Harry le dio como prueba, y aunque aún sentía vestigios de magia primitiva aflorar por ello, lograba controlarse a tiempo; Anna le pidió que, durante esa semana, reflexionara sobre lo que había debajo de toda esa ira que sintió al ver la escena de Harry teniendo sexo con alguien más.

Claro que él estuvo pensando en sus ratos libres y antes de dormir qué significaba todo aquello, y aunque tenía una vaga idea —como lo era el sentirse desplazado—, no era lo suficientemente fuerte como para aceptarlo por sí solo.

Señor Malfoy, Anna ya está disponible, por favor pase —dijo la recepcionista con una sonrisa.

Draco sólo se levantó de la salita de espera y caminó hacia la entrada, le contestó con un ligero movimiento en su cabeza y pasó nuevamente a su momento personal.

Pasa, Draco.

Hola, Anna.

¿Cómo te fue en la semana? —Preguntó ella colocando una taza de té frente a él. Olía a menta y sandía, un aroma que refrescó mucho sus ideas.

Bien.

Anna le vio alzando una ceja.

De acuerdo… ¿hay algo que me quieras decir?

Sólo… me sentí extraño por terminar nuestra conversación la sesión pasada como lo hicimos.

¿Qué estabas pensando de ello?

Sólo… ¿no te da curiosidad por qué Harry me dio ese pensamiento? Además, no fue lo único, él me mostró desde la primera vez que conoció a Liam, y cuando tuvieron unas citas juntos y después la escena del sexo, ¿por qué no sólo mostrarme la escena donde están… ahí?

¿A ti te da curiosidad?

No, bueno… un poco —respondió y bebió un sorbo de té—. Hasta ahora que te platiqué, no encuentro una razón por la cual hizo eso.

¿Por qué piensas que lo hizo?

Él quería herirme. Quería mostrarme que era muy feliz con Liam.

¿Estás convencido que él quería hacerlo?

Draco abrió los ojos. Realmente, no estaba del todo seguro que fueran las intenciones de Harry.

No, tal vez es sólo es que yo quiero que estemos en los mismos términos. Él me ve con Louis, yo lo vi con Liam.

¿Crees en la Ley del talión?

No sé cuál sea esa ley…

Si tú te acostaste con alguien más, para ti es justo saber que Harry lo hizo. Y crees que, con eso, ya están "bien" —dijo Anna señalando con sus dedos la duda en la palabra—. Una donde ambos están equilibrados en acciones, pero lastimados.

Draco vio hacia la ventana. No podía creer que Anna supiera lo que pasaba por su mente, pues él realmente creía que una vez que vio que Harry se acostó con otra persona, él le perdonaría y con un poco de esfuerzo, podrían regresar juntos.

Nada más alejado de la realidad…

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N/A: Lamento haberme desaparecido dos o tres semanas... pero aquí andamos, de vuelta al ruedo. No pienso abandonar esta historia que, de alguna forma, me ha ayudado a sanar en cuestiones personales. ¡Espero que les siga gustando el fic! Y esa nueva sorpresita, de Draco reclamando a Harry unos derechos... bueno, cuestionables, pero entendibles.

Gracias a todos por los comentarios y favoritos *corazón* Son muy especiales para mí. Gracias por seguir esta historia.

Besos de manzana canela.