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Cuando Harry le dijo que iba a ser padre, Liam se alegró infinitamente por él, aunque se preguntaba en qué momento comenzó a salir con una chica.

«Felicitaciones, Harry… si hay algo que pueda hacer por ti, lo haré con gusto.» Dijo ingenuamente mientras palmeaba la espalda del más bajo… fue hasta que vio la cara sorprendida de Harry que sabía que había algo de lo que él se estaba perdiendo.

En el instante en que le recordó aquella noche que compartieron juntos, y Harry le informó que él era el gestante, Liam no tardó en conectar puntos para deducir quién era el otro padre del feto.

No podría negar que, en un inicio, fue una noticia chocante; muy poco tiempo para digerir que en el mundo mágico los magos podían quedar en cinta y sobre todo, asumir una paternidad que él —y evidentemente la otra persona no planearon—.

Harry le explicó que era porque Draco y él estaban intentando tener un hijo, y él bebía una pócima para aumentar las posibilidades… las cuales él creía escasas o nulas ya que tenían meses en tratamiento.

«Todo esto es tan repentino.» Liam agitaba la pajita de su cappuccino, llevaba más de media hora ahí y apenas lograba procesar las palabras de Harry, su café ya estaba frío, al igual que sus ideas. «¿Puedes darme un poco de tiempo? Necesito pensar.»

Tuvo que tomarse un par de días para digerir la buena nueva; hizo y recibió llamadas de su abuela y su madre, discutiendo todo en torno a la inesperada paternidad que se le ha presentado. Si bien, él siempre optó por tener una vida simple, con sus respectivas libertades, eligiendo el camino sencillo para evitar lo más que pudiera las complicaciones, podía decir que verdaderamente se sorprendió al enterarse que existía la posibilidad de que fuera padre.

Fue un shock inicial. La negación llegó a su mente, pero se recompuso y casi de inmediato, sintió correr por sus venas el amor a una pequeña persona que aún no podía siquiera sostener en brazos.

Fue tan feliz cuando pudo contárselo a Marie y ella, con lágrimas en los ojos, le prometió ser la mejor madrina para su bebé. Esa noche, fue de cocteles divertidos junto a Duddley y Marie, brindando por la noticia tan hermosa en medio de ese mar de incertidumbre en la que nadaba constantemente la mirada de Harry; claro, intentaba con todo su corazón retirar, aunque sea un poco, el velo de tristeza que cubrían aquellos ojos verdes tan misteriosos y hermosos que le impactaron desde que los vio por primera vez.

Seguido de esa noche de juerga y diversión jugando Monopoly, de dedicó a investigar sobre crianza, se inscribió a revistas de maternidad y comenzó a hacer un diario sobre todo lo que pasaba con Harry y los cambios que había en su vida diaria… claro, tuvo que agregar una página en grande sobre lo desconcertante que había sido conocer a Draco Malfoy, el otro posible padre del bebé Potter.

Dicha noticia no la tomó tan ligera como la segunda.

Siempre había sido de sangre liviana, conectaba con la mayoría de la gente e incluso muchas personas le llegaron a decir lo ingenuo que era siempre —sorprendentemente, la mayoría de sus ex parejas se lo decían al momento de terminar la relación—, pero sin duda, Draco Malfoy era todo un enigma para él, y ni todo el tiempo y buena voluntad lograban cambiar el rostro de pocos amigos que tenía el otro en seguida de verlo.

Lo toleraba por Harry y el bodoque, también porque era demasiado cansado tratar con una persona con tan poca seguridad como la que era Draco cuando él se acercaba demasiado a Harry. Durante todos esos meses, reiteradas veces comentó que estaba ahí por el bebé, esperando que naciera y se demostrara quién es el padre; y, aunque él no lo fuera, sabía que el cariño que surgió por el bebé que crecía en Harry era genuino, y ni Draco Malfoy y su lengua afilada podría arruinarlo.

O eso creía, hasta que llegó de ese viaje a Irlanda y Harry Potter volvió a ser el Harry Potter que conoció recién terminó con Draco. Llegó un día antes de lo previsto, ya era tarde, cerca de las 5pm, pero no quería esperar al siguiente fin de semana; por lo que tomó la decisión de ir a Grimmauld Place a ver a su amigo y al bebé, quería corroborar que todo marchara bien —esperaba que Draco no se enterara de la visita extraordinaria que hacía—, pero estaba claro que eso era lo que menos importaba en ese momento, porque ver a Harry abrirle la puerta, luciendo ojeras, y negándose a mayor interacción de la necesaria, encendió sus alarmas.

«Lo siento Liam, yo… necesito tiempo sabes.» Harry no lo veía a los ojos, volvió a ser ese manojo de nervios que conoció hace no mucho; recordó la mirada triste que tenía, incluso cuando estaban teniendo sexo. «No sé si deba decírtelo, pero estoy molesto y triste contigo, creo que no me sintió tan bien que te fueras de esa forma.»

Con una sonrisa —aunque no muy sincera— se despidió y comenzó a caminar por la vereda, sintiendo que, eventualmente, la casa desaparecía detrás de él. Lo entendió perfectamente, sabía que había cometido el error de marcharse sin previo aviso —aún más si consideraba que conocía el estado mental frágil de Harry—; incluso cuando intentaba hacer las cosas con cuidado, manejar todos los cambios que tuvo su modo de vida, era cansado en algunas ocasiones.

Era humano después de todo; estaba muy lejos de la perfección.

Y aun cuando Harry y él sólo eran amigos, sabía que le había herido con sus acciones. Estaba dispuesto a remediarlo, disculparse y trabajar más en él.

Pero aún tenía que hacer una parada.

Continuó caminando hasta llegar a un boulevard donde poder tomar un taxi. No había querido intervenir, la relación entre Harry y Draco era algo que sólo ellos podían resolver, pero vaya que hablaría por el bien del bebé.

—A las afueras de Wiltshire, por favor.

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Al llegar, el taxista le vio con rostro preocupado, ya que el lugar parecía desierto, no había una calle a kilómetros y pronto oscurecería. Con una sonrisa, lo despachó con una generosa propina y vio el coche partir a lo lejos.

Volteó su rostro hacia la mansión que lucía abandonada, una construcción tan vieja que le resultaba aún fascinante a sus ojos. Intentó concentrarse para hacer lo que pretendía, no sabía si resultaría, pero necesitaba intentarlo por el bien de todos. Caminó en línea recta, ignorando la maleza que se erguía ante él, como si se tratara de un muro para proteger el terreno; ignoró las espinas que rasgaban sus jeans y la ansiedad que resultaba sentir animales desconocidos correr cerca de sus piernas.

Faltaba poco para llegar a los pies de la mansión, casi podía jurar que, si entrecerraba los ojos un poco, podía observar algo moviéndose a un par de metros de él.

Tal vez podía ser la falta de aire, y la poca comida ingerida en las últimas 24 hrs.

Sacudió su cabeza, intentando mantenerse sereno. Inhaló y exhaló un poco de aire antes de continuar la locura que haría.

—Malfoy, sé que estás ahí… —gritó hacia la casona, y sólo vio a un par de pájaros volar lejos—. Necesitamos hablar, es urgente.

No sabía si realmente la idea que tuvo iba a funcionar; recordaba a Harry, Ron y Hermione hablar mucho sobre Draco, de cómo era un mago de sangre pura, y que en antaño solía despreciar a los muggles como él —aunque lo poco que lo conocía, nunca le hizo algún desdén respecto a eso—, pero no descartaba que, con Harry lejos, Draco podría intentar algo más que sólo una mala cara.

Por ello, se sorprendió cuando apareció el rostro serio de una mujer a centímetros de su cara; lucía mayor, quizá de la edad de su madre, su cabello era negro como el ébano y tenía un distintivo mechón de cabello decolorado.

—Eres un muggle —dijo ella sin dudarlo. No necesitaba ser un genio para saber que ella se trataba de la madre de Draco.

—Necesitamos hablar. —Liam se mantuvo con la espalda recta, y midió sus palabras—. Se trata de Harry Potter.

Los ojos de la mujer se abrieron un poco más, lucía verdaderamente sorprendida. Cerró los ojos un momento y volvió a abrirlos, regresando al rostro estoico que lo recibió. Pocos segundos después, apareció justo a su lado Draco Malfoy, quien le veía con el ceño fruncido y más molesto de lo usual. Casi enseguida, la imagen de aquella mujer se fue desvaneciendo por completo.

—Te crees muy valiente al venir a la mansión Malfoy siendo tú sólo un muggle. —Draco hizo desaparecer toda la maleza con sólo un chasquido de dedos y Liam se sintió verdaderamente agradecido de ver sus botas viejas por primera vez en años—. ¿Apelas a que no te haré nada por ser conocido de Potter?

Liam mantuvo un rostro serio a pesar de la provocación; aprendió —con sólo verlo— que Draco era del tipo que lucía agresivo, pero reaccionaba cual cachorro herido, y las dos respuestas eran atacar, o huir. En él, resultaba evidente a cuál se inclinaba.

—¿Realmente amas a Harry? —preguntó Liam siguiendo las líneas de su plan, aunque era evidente que pisó una mina al ver cómo el rostro de Draco pasó de la mofa a la ira total en fracción de segundo. Sería un vil mentiroso decir que no temió por su vida.

—Eso no tiene ninguna relación contigo —dijo Draco luciendo enfadado. La sonrisa socarrona se esfumó, al igual que la ligera pasividad en sus acciones. Liam tenía la varita de Draco apuntando directamente a su mandíbula.

—Eso mismo te respondería si me preguntaras. —Liam enterró la cobardía en lo profundo de su mente, quería tenerla muy lejos de su presente, al menos por el momento—. Y con esto, que quede claro, no significa que esté enamorado de Harry.

Fueron quizá segundos, pero para él, fue sentir que pasaron horas con la mirada inquisidora de Malfoy sobre su persona, así como la varita por cerca de su garganta; pronto, Draco retiró la pose agresiva y sólo quedó el hombre serio frente a él, recargado en una pierna mientras guardaba su varita en el bolsillo de su gabardina negra.

Nunca dejaría de sorprenderle la magia.

—¿A dónde quieres llegar? —Era natural la pregunta de Draco, aunque era genuino el decir que no creía haber llegado tan lejos como para pensar en una respuesta a tal interrogante.

Ahora, sólo quedaba confiar en su instinto de supervivencia.

Por él y por el bebé.

—No sé en qué te afecta saber que soy el posible otro padre del bebé, porque acéptalo, aunque intentes verte como alguien seguro, escuchaste a la doctora decir que tengo las mismas probabilidades de ser el padre del bebé que tú y eso te da miedo—. Sus palabras eran tajantes, como el momento en que presentó su tesis de la licenciatura, aunque ahora sus sinodales parecían un par de niños en comparación a eso. Draco se veía cada vez menos iracundo y más confundido, no quería decir mucho, pero necesitaba hacer lo necesario para que todo mejorara entre los cuatro—. Lo que pasó entre Harry y tú no es de mi incumbencia, así como lo que sucedió entre él y yo tiene que ser poco relevante para ti. Supéralo, estuvimos con Harry en tiempos distintos y tu actitud sólo está haciendo las cosas más pesadas para todos…

—¿Todos? —La voz de Draco tenía un tono preocupado.

—Por supuesto, tú, Harry, el bebé y yo, ¿acaso no te has preguntado cómo se siente Harry después de todas sus discusiones? Termina con angustia y esta claro que las cosas, en lugar de resolverse, siguen aumentando —Liam se había quedado callado todo ese tiempo, pero parecía que sólo necesitaba desahogarse—. Piensa en el bebé, todo él depende de cómo se sienta Harry todo el tiempo.

Pocas veces media el peligro, pero vaya que esta vez necesitaba pensar muy bien cómo iba a decir las cosas, lo último que quería era despertar aún más la molestia de un Malfoy, quien, contrario a sus expectativas, parecía estar pensando en todo lo que le decía.

Bien, al menos no moriría ese día.

—Harry y tú son tan parecidos —susurró esperando que el otro no le escuchase, claro que creía que Harry pensaba algunas veces en todo menos en el bebé, y aunque lo entendía, no podía dejarlo pasar por alto—. Intenta ser menos egoísta, tal vez así sea más digerible para todos convivir.

Pasaron un par de minutos, y sólo quería que ese encuentro terminara. Ya había dicho todo lo que quería, por lo que no veía más caso estar ahí; apenas iba a darse la media vuelta, para caminar hasta encontrarse con un medio de transporte, cuando el carraspeo de Draco le detuvo.

—¿De verdad no tienes interés en Harry? —Preguntó Draco, aunque logró distinguir una veta de esperanza en su voz.

—¿Crees que podría mentirte? Podrías fácilmente sacarme la verdad con sólo darme de tomar un poco de brebaje de la verdad —respondió Liam con una sonrisa, aunque la duda en el rostro del otro le hizo alzar los hombros—. Así le decíamos al jugo que la abuela nos hacía beber para confesar travesuras.

—Eso no —dijo Draco sacudiendo su mano—, sobre lo otro.

Liam sonrió aún más. Era innegable la química que nacía entre Harry y él. Era absurdo negar que Harry le resultaba atractivo, así como asegurar que nunca encontró a Harry observándole de arriba abajo cuando andaba sin camisa arreglando cosas en la pequeña casa de los Dursley; incluso, tal vez, podía jurar que, si Draco y Harry nunca se hubiesen conocido y su encuentro con Harry se hubiese dado en mejores circunstancias, ellos serían una pareja muy feliz, de las mejores, ya sea en el mundo muggle o en el mágico…

Pero la realidad era otra.

Draco era importante para Harry. Liam era un amigo especial.

Y él sólo quería hablar en ese momento para poder liberar un poco la carga en su corazón.

Una mentira piadosa no le hace mal a nadie.

—Harry es alguien increíble… —Liam miró al cielo, observando las estrellas que apenas comenzaban a distinguirse al caer el ocaso—. Pero, sólo hay una persona aún más especial para mí en este momento…

Liam las manos en los bolsillos de su chaqueta de cuero y sacó una pequeña pulsera de oro blanco, la cual tenía grabado un trébol de cuatro hojas y la besó con cariño. Su abuela lo había hecho este fin de semana usando su anillo de bodas, era un talismán de la fortuna, y él esperaba que el bebé lo usara por siempre.

Aún si era suyo o no.

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N/A: ¡Hola, hermosas creaturas! Aquí, Cadiie reportándose al fic después de un par de meses... lamento la demora, pero ey, que ya estamos en las últimas, y sí, porque ya sólo nos quedan dos más el epílogo ;) Por lo que, ¡en el siguiente episodio ya se revelará quién es el padre del bebé Potter!

¿Emocionados? Cuéntenme sus teorías, por favor... ¿quién creen que sea el padre? ¿Quién desean que sea el padre?

Ojo aquí, que el curso del fic no se verá afectado por sus comentarios, porque el fic se pensó desde principio a fin incluso antes de publicarlo, sólo me gusta leer sus hermosos reviews, que me hacen tan feliz por ver la buena acogida que tuvo este bebé fic, mi segundo long fic Drarry.

¡Besos de cerveza! que adoro escribir de madrugada, bebiendo alcohol mientras escucho a mi esposo mezclar canciones y tocar la guitarra, yeah!