CAPÍTULO 6. Lo que es correcto
Comentarios de los reviews:
Maria Violet: No sé si te he entendido bien, pero lo de los Drama CD no es de ninguna web. Es material extra que se añade como CD en algunos de los tomos manga. Así que técnicamente, esas escenas han ocurrido. Por tanto, si Todoroki y Yaoyorozu no acaban siendo canon, es porque el autor quiere mofarse de los lectores, pues todo lo está encaminando en esa dirección ¬_¬º.
En cuanto a la historia, espero poder reflejarles bien porque, al fin y al cabo, me estoy metiendo en un terreno personal que no hemos visto »_«. Pero se intentará. La historia me está saliendo relativamente rápida (tengo ya una docena de capítulos más escritos, aunque hay saltos en la continuidad T_T, por lo que tampoco me atrevo a publicarlos más rápidos por miedo a pillarme con el primer salto -tras el capítulo 10-). Pero espero terminarlo pronto, que no me deja tiempo para otras historias XD
PD: El Drama CD de Bakugo y Todoroki a mí me hizo reír un montón, pero también pensé que ese escenario debía ser la base de un montón de fics de esa pareja que deben de pulular por aquí ^_^º. Pero para este fic, con lo que me quedo es con la impasibilidad con la que se lo toma Todoroki. Siempre me ha parecido un personaje al que parece no afectarle el qué dirán. De hecho, ya lo mencioné en un capítulo. Y ese Drama CD sólo me lo confirmó *o*
En fin, os dejo con el siguiente capítulo. Espero que os guste ;-D
CAPÍTULO 6. Lo que es correcto
Éste era el problema de tener una clase por la que sentía cierta simpatía: más trabajo. Era lo que Aizawa pensaba mientras pasaba fotografías por satélite de las instalaciones de la UA.
Y todo se debía a las cantidades ingentes de orgullo que tenían algunos de esos alumnos.
Resopló y descartó una foto que habría valido perfectamente en circunstancias normales, pero que, para su desgracia, no era el caso.
—Creo que aquí podría hacer algo —comentó Cementos, el cual se encontraba en otro ordenador revisando más fotos—. No me llevaría más de un par de horas reformarlo.
Aizawa se levantó de su sitio y se dirigió hacia su compañero para observar el lugar que había elegido.
—En realidad, no se necesita nada elaborado, así que sólo tardaré un rato en acondicionarlo —comentó el hombre a la vez que señalaba el punto despejado entre varios edificios—. Después sólo tendríamos que trasladar algunas decoraciones de otros lugares y, con eso, parecerá que el sitio era así desde un inicio.
—Por la ubicación y esa distribución podría servir —comentó Aizawa.
Justo en ese momento, se oyeron varios golpes en la puerta y él se acercó para abrirla.
—Yaoyorozu —dijo en tono neutro—. ¿En qué puedo ayudarte?
—Profesor Aizawa, quería hablar con usted.
—Iré a por un café —comentó Cementos levantándose de su sitio—. ¿Queréis algo?
—No, gracias —contestaron los dos a la vez.
Cementos los dejó en la sala de profesores y pudo ver cómo Yaoyorozu miró con suspicacia la cafetera que había allí.
—Le gusta más el café de la cafetería —respondió a su pregunta no formulada, a pesar de saber que sí se había marchado para dejarlos hablar con tranquilidad.
—Profesor, ¿puedo confiarle algo y que no salga de aquí? —preguntó titubeante.
Aizawa la invitó a dirigirse con un gesto a su escritorio. Él se sentó en su silla y apoyó las manos cruzadas sobre la mesa.
—Si tiene que ver con el colegio, estoy obligado a informar a la dirección.
—No, no es algo así —corrigió ella al momento, manteniendo su porte recto en la silla—. Entiendo que tenga que informar a otros profesores, pero me gustaría que no llegara al resto de alumnos.
—¿Sobre qué quieres hablar? —la instó.
—Es sobre Todoroki —contestó—. Creo que está algo susceptible por todo lo que ha pasado y no quiero que se meta en problemas por falta de juicio.
Por supuesto, él no tenía su punto de vista. Todoroki era un chico más racional y centrado de lo que ella suponía. Sin ir más lejos, esa misma mañana su clase había tenido un entrenamiento con los tres grandes de la UA y se había quedado al margen sin mayores aspavientos.
—¿Y de qué problema hablamos?
A Yaoyorozu le costó contestar, como si se planteara si seguir o no. Pero finalmente, habló:
—Quiere entrenar por su cuenta. O, mejor dicho, quiere hacerlo fuera del horario de clases —matizó.
—No puede utilizar sus habilidades sin supervisión. Puede ser peligroso.
—No, en realidad, no quiere entrenar la magnitud de sus singularidades, sino más bien… cosas técnicas —terminó.
—¿Como cuáles? —instigó, pero esta vez, Yaoyorozu sí se mostró más reacia a hablar—. Soy vuestro profesor; mi labor es ayudaros a convertiros en héroes.
—Es que no es algo mío —se defendió.
Aizawa inspiró hondo y soltó el aire poco a poco. Era una extraña lealtad la de esa chica. Estaba dividida entre hacer lo correcto e informar a los profesores de algo que se saltaba las normas y mantener el secreto de su compañero.
Así que decidió sacarla de su miseria.
—Voy a serte claro. Los vigilantes os vieron y me informaron de dónde estabais. —Yaoyorozu jadeó y abrió los ojos por la sorpresa—. En realidad, me avisaron por Todoroki. Llegué allí justo antes que tú. Y si no estáis castigados los dos en este momento es porque te oí intentar convencerle de ponernos al tanto.
—Lo siento —se disculpó ella al tiempo que bajaba la cabeza.
—No lo sientas. Sólo os iba a dar el día de hoy para que hicierais lo que teníais que hacer —soltó sin miramientos.
—Pero Todoroki no lo hace con mala intención. No es algo peligroso.
—Como te he dicho, os oí. Sé cuál es el problema; no hace falta que le defiendas.
Yaoyorozu perdió su porte recto sobre su silla y Aizawa intentó contener su tono. Su intención no era reprenderla, pues estaba haciendo justo lo que tenía que hacer. Pero al ser una estudiante tan modélica, no debía estar acostumbrada a esas situaciones.
Y ya llevaba dos en poco tiempo.
Suspiró.
—Sinceramente, me parece bien que haya detectado esa debilidad y quiera eliminarla. Pero lo que no me parece bien es que no nos informe de ello. Estamos aquí para ayudaros.
—Creo que está algo sensible por el hecho de no haber conseguido su licencia provisional —empezó ella—. Además, no va a poder hacer las prácticas con profesionales. Supongo que por eso no quiere que nadie se entere.
Sin embargo, él estaba más convencido de que la palabra correcta no era «sensible». Estaba dolido en su orgullo, y de ahí que se estuviera lamiendo las heridas oculto en un rincón.
Pero precisamente por ser un momento complicado para el chico, iba a evitar comportarse con la insensibilidad que le caracterizaba. Podía hacer más mal que bien si le reprendía o le obstaculizaba el camino en el que otros ya le habían dejado atrás.
—Debería entrenar esa faceta cuando hacemos las prácticas de clase.
—Pero prefiere utilizar ese tiempo para usar las capacidades máximas de sus singularidades.
—Lo sé —corroboró Aizawa—. Aun así, sería conveniente que no practicara a la vista de cualquiera. Aunque no los veas, los vigilantes están atentos a todo.
Yaoyorozu se tensó en cuanto registró en su totalidad el cariz de su propuesta.
—¿Nos va a ayudar a que entrenemos por la noche? —inquirió muy sorprendida.
—Como decías, no es algo peligroso —alegó el hombre—. Lo que él quiere hacer no se aleja mucho de lo que puedes hacer tú con tus matrioshkas. Pero, a diferencia de otros alumnos, Todoroki no puede entrenar su particularidad en baja intensidad dentro de su habitación.
—Es cierto —estuvo de acuerdo ella—. Ya sea por dejar todo humedecido o bien porque la habitación es pequeña y pueda quemar algo por accidente, él no puede hacer entrenamientos de bajo nivel tan fácilmente.
—No. Y por eso no me opongo a que pueda realizar este tipo de actividades en otro lugar —comentó—. El problema viene si otros alumnos le ven. Con independencia del motivo, sólo verán el pretexto para poder hacer ellos lo mismo.
—Entiendo.
—Voy a buscar un lugar donde podáis entrenar tranquilos y dejar aviso de que estáis allí con permiso. Te enviaré la ubicación al móvil.
—Gracias, profesor.
—Las cámaras os grabarán de todas maneras —la advirtió—, así que no utilicéis vuestras singularidades de la forma para la que no estáis autorizados.
—No, por supuesto —confirmó Yaoyorozu animada.
Dando por terminada la charla, se levantó del sitio e hizo una ligera reverencia.
—Le veo en clase, profesor. Gracias de nuevo.
Aizawa la observó atento dirigirse hasta la puerta. Estaba bastante seguro de que Todoroki no se enteraría de que aquella conversación había sucedido. Le había dejado bien claro que no quería que nadie se enterara. De ahí que tuviera que buscar un lugar para ellos que le permitiera a la chica adornar sus explicaciones en cuanto a la vigilancia del sitio.
Pero tampoco quería que se quedara sin el reconocimiento de haberse armado de valor e ir hasta donde él para avisar de sus planes, desoyendo en el proceso los deseos de su compañero.
—Yaoyorozu, dile a Todoroki que te dé las gracias a ti. Si no fuese porque has venido, hoy se habría quedado fuera de la repesca para las licencias.
Yaoyorozu se quedó rígida, con la mano cogiendo con fuerza el pomo, y apenas alcanzó a murmurar un escueto «sí» antes de salir de la estancia.
Pocos segundos después, entró Cementos por la puerta… sin café.
—La he visto marcharse —expuso como si necesitara un motivo para aparecer justo después de que Yaoyorozu se fuese—. ¿Ha venido por lo que decías?
—Sí, así que tienes trabajo por hacer. —Aizawa se levantó y se acercó al ordenador en el que aún se podía ver la imagen de un edificio en forma cuadrada con un patio vacío en el interior—. Sería adecuado poner algunos tipos de columpios. Son elementos propios de un patio interior de una urbanización, así que no desentonarían. Y podría usarlos para sus prácticas.
Cementos se acercó con una ligera sonrisa en el rostro y se sentó ante su ordenador.
—Es la primera vez que te preocupas tanto por una clase.
Aizawa suspiró con cansancio ante el comentario picajoso de su compañero.
—Más bien, es la primera vez que una clase tiene el potencial necesario para que me preocupe.
— * —
El lugar que les había buscado el profesor Aizawa era perfecto: un patio infantil dentro de una urbanización. Yaoyorozu volvió a mirar la imagen que le había enviado al móvil esa tarde mientras esperaba que Todoroki se reuniera con ella. Había muchísimas cosas que podría utilizar para su entrenamiento. Y lo mejor de todo: era viable que no tuviera mucha vigilancia, que era la explicación que iba a darle. No se tendría que enterar de que había hablado con el profesor a sus espaldas.
—Yaoyorozu —la llamó Todoroki en cuanto cruzó la puerta del complejo de dormitorios. Momo se levantó al verle—. ¿Qué es eso de que has encontrado el sitio perfecto?
—Pues lo que quiere decir: que he encontrado el sitio perfecto. —Momo sonrió emocionada mientras le enseñaba la pantalla de su móvil—. He estado mirando el mapa de la UA y he encontrado este lugar. Los vigilantes pasan por el exterior, así que no entran dentro.
Todoroki se acercó a ella y tomó su móvil para verlo mejor.
—¿Cómo que no entran dentro?
—No lo hacen. Como es un patio interior, no lo revisan.
—¿En serio? —Se asombró. ¿No confería eso un problema de seguridad?, pensó.
—Lo he comprobado: no entran. Así que, si pasamos la seguridad externa, podremos estar tranquilos dentro.
—¿Estás segura?
Momo asintió con énfasis. Por supuesto, era mentira. Pero si se mostraba segura en sus argumentaciones, había más probabilidades de que Todoroki lo diera por válido.
—¿Y dónde queda esto?
—No muy lejos. Es un lugar del campo de prácticas urbano.
—Es un escenario —dedujo él. La UA se preocupaba mucho de representar lugares y entornos reales para que practicaran en base a ellos.
—Eso es.
Vio a Todoroki ampliar la imagen de la pantalla con sus dedos y, poco después, asintió conforme.
—Quiero ir a verlo.
—Me lo imaginaba… —dijo divertida.
Existía un toque de queda a partir del cual los alumnos no deberían estar fuera de sus dormitorios. Pero mientras no se rebasara esa hora, los estudiantes podían pasear por las instalaciones sin problema. Sin embargo, a pesar de no estar quebrantándolo, se pusieron en marcha sin llamar la atención, pues preferían no levantar sospechas.
No les costó mucho encontrar el edificio. Había más con forma de rascacielos rectangular, pero aquél era el único que dos calles perpendiculares lo rodeaban por cada lado y podía verse su carácter cuadrado. Ése era el que debía tener el patio interior.
Todoroki se puso delante de ella cuando espió tras una esquina y la alejó hacia atrás un brazo de distancia.
—¿Pretendes protegerme?
—Si están vigilando la zona, con que me meta yo en el lío es suficiente. —Después se giró para mirarla con fijeza—. Si alguien nos ve, vuelve a los dormitorios sin mirar atrás.
De modo que sí intentaba protegerla. El día anterior había hecho algo similar, como si no fuese capaz de cuidarse ella sola. Imaginaba que lo hacía de forma inconsciente; al ser un problema suyo, no quería generarle uno a ella. Pero le dejó una espina clavada en su autoestima. Quería convertirse en una heroína; ella protegería a los demás, no al revés.
—No nos van a descubrir… —murmuró tan bajo que incluso dudó que Todoroki la escuchara.
—No importa. Prométemelo.
Se suponía que los vigilantes estarían al tanto de su presencia por allí, así que los ignorarían. No tendrían problema por esa parte, así que su escenario planteado no iba a ocurrir. De modo que, tras verle tan serio cuando le pidió que le dejara atrás, sólo pudo asentir. Porque no iba a decirle, por nada del mundo, que había traicionado su confianza a las primeras de cambio.
Todoroki volvió a revisar a su alrededor y por fin los instó a moverse rápido hasta el edificio. Se había preparado para tener que abrirla forzando la cerradura, pero para su sorpresa, la puerta del portal estaba abierta.
—Esto no me lo esperaba —reconoció también Todoroki.
—Si lo piensas bien, es sólo una decoración —improvisó ella—. Nadie vive aquí.
No tenía ni idea de si los demás edificios también estaban abiertos o ése se lo habían dejado a ellos para que pasaran. Pero puesto que no se iban a poner a comprobar el resto de edificios circundantes, ese argumento era tan válido como cualquier otro.
Una vez dentro, pudieron recorrer los pasillos con más tranquilidad, hasta que dieron con la puerta que daba al exterior.
—Vaya… —murmuró sorprendida Yaoyorozu al verlo.
Era un patio enorme. La foto no hacía justicia a la extensión. Y había multitud de columpios de distintos tipos. Todoroki podría utilizarlos para ensayar sus múltiples giros. Era el lugar de ensueño de cualquier niño pequeño y, puesto que ninguno podría darle uso, se convertiría en el patio particular de uno más grande.
—Este sitio es perfecto… —comentó perplejo Todoroki a su lado—. Tengo todo lo necesario para practicar sin problemas.
—¿Verdad?
—Sí… Muchas gracias, Yaoyorozu —dijo solemne.
Cuando Momo dirigió su atención a él, Todoroki la miraba con una gratitud que la hizo sentir culpable. Aquel sitio no lo había buscado ella; era fruto de haberle contado al profesor sus propósitos. Y por eso, ante la incomodidad que le produjo ese pensamiento, esquivó sus ojos para fijarlos en los columpios.
—No hay de qué.
— * —
Fin del Capítulo 6
14 Octubre 2018
