CAPÍTULO 8. Tarde en el centro comercial


Comentarios de los reviews:

Maria Violet: Bueno, es que la historia llega hasta el festival cultural. Leyendo sinopsis de otros fics, me dieron una idea de la que partió todo para resolver esta pareja y dar pie a alguna más XD. Así que voy a hacer mi versión del festival ^o^. Por cierto, yo también soy de las que odia ir de compras. ¡Qué horror! No podía con ello »_« . Yo era de las que les decía a mis amigas que me llamaran cuando terminaran XD. Y de las novelas ligeras, sólo la tercera está entera. Las otras dos están incompletas y sólo puedes leer por blogs un par de capítulos, nada más u_uº.

Y por último, sobre lo que dices de que te guste que hablen de cosas cotidianas... Acabas de tocar mi fibra sensible, así que contendré mis deditos. Pero por si en este fandom se me ha olvidado avisarlo, yo escribo romance, no magia ¬_¬º. Las personas no se enamoran porque sí, se enamoran en el proceso de conocerse. Y la forma de conocerse es interactuando entre ellos dos. Escribo escenas cotidianas entre personajes porque es lo que tiene que haber en una historia romántica de verdad. Así que aquí encontrarás unas cuantas ^_^º

Abby Elric: Yo reviso el capítulo desde el panel de usuario, y ahí no me ha dado nada al ojo :-S . Pero sí que es cierto que me he encontrado a veces fallos al pegar el capítulo. Me intentaré fijar más ;-D

Hati-chan: ¡Ponte al día con el manga, que no cuesta nada! De todas formas, si ya sabes de qué van los arcos, tampoco te voy a contar mucho nuevo. Pero para qué arriesgarse ;-P . Sobre Todoroki, reconozco que a mí me encantan los personajes poco expresivos. Se puede hacer un montón de cosas con ellos. La gente tiende a pensar que si no son expresivos es porque no sienten. Pero ¡para mí es al contrario! Pueden tener emociones muy fuertes que, en vez de expulsarlas y quitárselas de encima, se las tragan todas hasta que se les enquistan. El manga es un formato que hace más complicado recrearse en las emociones de un personaje, así que cuando hago un fic, yo me pongo a hurgar que da gusto ^o^

Kim Ishida: Gracias, espero que te siga gustando el resto ;-D

Y bueno, os dejo ya con el siguiente capítulo. Espero que os guste ;-D


CAPÍTULO 8. Tarde en el centro comercial

Definitivamente, no se había esperado ese desarrollo de la tarde. Yaoyorozu estaba pletórica. No había otra palabra para ello. Iba de escaparate en escaparate mirando todo como si fuese una niña pequeña. Era una faceta interesante de la siempre responsable subdelegada de la clase.

Y tenía que reconocer que eso era lo que le mantenía entretenido en el arduo trabajo de patearse todo el centro comercial. Era increíble que las mujeres no se cansaran.

Pero Yaoyorozu estaba feliz y él se encontraba bien con eso. Incluso sin la charla que tuvieron habría sabido que no era habitual para ella ir de compras con alguien. A ratos sentía como si hubieran regresado a la tienda de Kamino. Le señalaba y le preguntaba su opinión sobre todo, con la diferencia de que él no era Iida, así que no podía entusiasmarse tanto con ella. El comportamiento de ambos le había sorprendido. Los dos habían estado eufóricos por la cantidad de cosas que había en la tienda y sus precios, hasta el punto de llegar a pensar que se habían olvidado de Bakugo*.

Y ese excesivo entusiasmo era el que le hacía pensar si Yaoyorozu no habría tenido también una infancia solitaria. Había visto que le emocionaba poder quedar con la gente, ya fuese en un grupo de estudio o ir a algún sitio con los compañeros. Y pensó que quizás no había tenido una buena relación con sus antiguas compañeras y de ahí su efusividad cuando realizaba actividades cotidianas con los nuevos.

—¡Ta-chán! —dijo de pronto Yaoyorozu corriendo la cortina del probador—. ¿Qué te parece? ¡A que es precioso! —agregó al tiempo que daba una vuelta sobre sí misma—. Y este color me favorece.

Dio varios giros más mientras se miraba por todos lados ayudada por el espejo del probador. No sabía si le favorecía o no porque no entendía de esas cosas, pero era evidente que el rojo le gustaba.

—Todo te queda bien —repitió por enésima vez.

—No comprendes la mecánica de esto. No me puedo fiar de tu criterio si a todo me dices que está bien —se quejó—. Me tienes que decir si algo me queda mal.

—La ropa es ropa. Sólo sirve para taparse —alegó él.

Yaoyorozu resopló y se metió de nuevo en el probador.

—No le hagas ni caso —le susurró de pronto un joven que llevaba varias prendas de mujer en el brazo—. Tu estrategia es la correcta. Si a una novia le dices que algo le queda mal, eres hombre muerto.

—¿Cómo? —se extrañó.

—Pero un consejo —le dijo en tono confidente obviando su confusión—, la próxima vez no le digas lo de que la ropa es ropa. Eso le resta valor.

—No es mi novia —declaró.

—Pero quieres que lo sea, ¿cierto?

—No —respondió desconcertado—. Es sólo una compañera de clase.

—¿Y la estás acompañando de compras sin motivo? —cuestionó asombrado más alto de lo debido—. ¿Eres un santo o qué?

—Hiroki, ¡te he oído! —gritó una voz desde uno de los probadores.

El joven se tensó y se dirigió al probador del que provino la voz. Corrió un poco la cortina para meter la cabeza y ya sólo escuchó algo acerca de llevar dos horas de pie y su necesidad de sentarse.

Shoto miró las dos bolsas que tenía a sus pies. Nunca había ido de compras «femeninas»; ni siquiera con su hermana. Siempre había estado recluido en ese aspecto. Así que tampoco había estado muy pendiente de las connotaciones que traía pasearse por un centro comercial con una chica.

Y, por supuesto, era la primera vez que iba acompañado en exclusiva por una.

¿Todo el mundo daba por hecho que si un chico y una chica iban de compras tenía que ser porque eran novios? Empezaba a hacérsele evidente que no era una leyenda urbana y que los hombres sólo consideraban acompañar a una mujer para esas tareas si había una relación de por medio.

En cambio, él nunca se paraba a pensar en esas cosas. No se preguntaba si dos personas eran pareja, amigos, primos o hermanos. Tenía demasiado desapego de las opiniones o actos de la gente. Aquello era algo que había dejado de preocuparle hacía mucho.

Entonces, volvió a correrse la cortina del probador y apareció una Yaoyorozu más seria que lo que había estado hasta el momento. Ni siquiera le miró a los ojos, y salió con diligencia hacia la barra de dónde había descolgado el vestido. Shoto tuvo que salir tras ella con las bolsas que se dejaba en el vestidor. Y cuando salieron de la tienda se dio cuenta de dos cosas: una, que no le dirigía la palabra; y dos, iba a su lado, pero a dos pasos de distancia de él.

—Yaoyorozu, ¿no vas a comprar ese vestido?

—Quizás debiéramos volver al internado —respondió, en cambio.

—Te estabas divirtiendo…

—Lo siento, no me había dado cuenta —continuó en su propia conversación tras detenerse en medio del pasillo.

—¿Sobre qué?

—No estoy acostumbrada a salir por ahí, así que no pensé en lo que podríamos dar a entender.

—¿Esto es por lo que ha dicho el tío del probador? —se sorprendió él. Se acercó hasta ella y la apartó de en medio del pasillo hacia un extremo. Y cuando vio que bajaba más la cabeza, soltó un suspiro—. No debería preocuparte lo que piense la gente; se vive mejor.

—¿A ti no te importa?

—¿El qué? ¿Que piensen que somos novios? —expuso con un deje de burla. Si ni siquiera le había inquietado una pizca que pudieran acabar difundidas sus fotos con Bakugo**, esto muchísimo menos—. Hay muchas cosas peores que el hecho de que piensen que tengo una novia bonita e inteligente… aunque eso último no lo pueden saber —matizó al final pensativo.

Yaoyorozu por fin le miró, con sus mejillas sonrojadas, y después sonrió.

—¿Así que la gente piensa que vas con una chica bonita?

—¿Acaso no te has dado cuenta de cómo te miran?

—¿Quiénes? —preguntó confundida.

—Los chicos —contestó como si fuese evidente, y suspiró de nuevo—. Jamás había visto a tantos mirar en mi dirección.

Yaoyorozu gimió mortificada y se llevó las manos a la cara para ocultarse. Pero era la verdad. Nunca había visto a tantos tíos mirar en su dirección y sabía perfectamente que no era él la causa. De hecho, estaba bastante seguro de que, si no se le había acercado alguno a esas alturas, era por estar él a su lado. Era evidente que Yaoyorozu no salía mucho o ya tendría más de una experiencia con chicos intentando ligar con ella por la calle. En Kamino, sin ir más lejos, la asaltaron un par de hombres y eso que iba acompañada por cuatro compañeros de clase.

—Pues que sepas que a ti también te miran un montón de chicas —contratacó entre sus manos.

—Bueno, mi quemadura llama mucho la atención —repuso desentendido.

Yaoyorozu bajó levemente las manos, lo suficiente para descubrir sus ojos y mirarle extrañada.

—¿Lo dices en serio? —sonó muy perpleja a sus oídos.

Shoto se llevó la mano izquierda hasta la cicatriz y pasó sus dedos por encima de ella.

—Es muy llamativa.

—¿Crees que te miran por eso?

—¿Y por qué iban a hacerlo, si no?

Momo se quedó con los ojos y la boca abierta después de eso. Era sorprendente que no fuese consciente de su propio atractivo. Aunque, si lo pensaba bien, quizás esa cicatriz era la que le había hecho inmune a la opinión de la gente. Cuando era pequeño debieron afectarle los comentarios de sus compañeros. Los niños siempre eran muy crueles; ella podía dar fe de ello. Pero estaba segura de que debió llegar un día en el que decidió ignorar lo que le dijeran. ¿No había dicho algo como: «así se vive mejor»? No le extrañaba que en la actualidad fuese tan desprendido en ese aspecto.

—Eres un chico atractivo —le dijo con patente inquietud—. ¿No eres consciente de ello?

—¿Con esta cicatriz? —cuestionó escéptico.

—Incluso con esa cicatriz —confirmó.

Todoroki la miró con un semblante sorprendido que aumentó en una escala bastante alta su nerviosismo.

—¿Te parezco atractivo? —soltó a bocajarro.

Ahora sí que no sabía dónde meterse. Se puso muy roja, lo pudo notar por el calor abrasador de su rostro.

—No sólo me lo pareces a mí, ¿sabes? —intentó evadirse, mirando a cualquier parte menos a él. Esa conversación era muy bochornosa.

—Así que somos la envidia del centro comercial… —ironizó ante su mirada esquiva—. Qué inesperado…

¿No la había creído?, se sorprendió. Aunque, visto de otra forma, quizás fuese la salida de ese pozo de mortificación en el que había caído. No quería seguir en esa conversación.

—Ya… Esto… Entonces, ¿nos vamos?

—¿No querías ese vestido?

—Ahora mismo sólo quiero irme —gimió.

Y como Shoto vio que Yaoyorozu no se movía, lo hizo él.

—Voy a por él. Ahora vuelvo.

—¡¿Qué?! ¡No, espera! —Yaoyorozu cogió las bolsas del suelo y le siguió entre la gente hasta ponerse a su altura—. No lo voy a comprar.

—Entonces lo haré yo. —Ella le miró atónita y él optó por encogerse de hombros—. Es tu cumpleaños; estoy en mi derecho de regalarte algo.

—Pero…

Momo le vio dirigirse hasta la barra donde estaba el vestido y coger el que había dejado sólo unos minutos antes.

—Es éste, ¿no? —le preguntó mostrándole la etiqueta para que comprobara que realmente era el que se había probado. Momo asintió y él lo descolgó para llevarlo a la caja.

—Ya lo compro yo —le dijo según llegaron donde la empleada, al tiempo que intentaba arrebatárselo de las manos.

Sin embargo, Todoroki lo alejó de su alcance y se hizo cargo del pago.

—Has perdido tu oportunidad. Ahora es mi regalo. —Y le habló a la empleada—. ¿Puede envolverlo?

—¿No es para ella?

—Sí.

La mujer los miró con mucha… mucha extrañeza, y Momo se dio la vuelta para no verla. Que Todoroki no sintiera vergüenza por lo que acontecía a su alrededor, no implicaba que ella no la tuviera.

Y la escena que estaban dando a la cajera era digna de cotillearla después con sus amigos.

—Esa mujer ya tiene anécdota para contar cuando vuelva a casa —gimió mientras salían de la tienda.

—¿Por qué te importan esas cosas? Ni siquiera sabes quién es y puede que no la vuelvas a ver nunca —comentó él.

—No tengo tu capacidad para ignorar lo que dice la gente.

—Sólo es cuestión de ponerse… —replicó al descuido.

Momo le observó con atención tras soltar esas palabras. Entonces, tenía razón, pensó desconcertada. En el pasado, Todoroki había hecho el esfuerzo consciente de anular el efecto de las habladurías de la gente, hasta el punto en que, en la actualidad, era capaz de ignorar lo que pudieran decir sobre él.

Eso le dejó una sensación extraña en el cuerpo. La infancia de Todoroki no debió ser muy agradable si había acabado con esas protecciones a su alrededor.

—Por cierto… —dijo de pronto él a la vez que se detenía y miraba el paquete envuelto en su mano—. Esto es para ti. Felicidades.

Momo lo cogió algo aturdida por lo irreal de lo ocurrido durante los últimos quince minutos. Era como si hubiera sido arrastrada en un torbellino emocional, mientras que él parecía tan tranquilo como un día de picnic. ¿Acaso no le afectaba nada?

Miró el paquete que tenía en sus manos. Todoroki había hecho que la dependienta arreglara el vestido en un envoltorio de regalo, con su lazo y su etiqueta de «Felicidades» incluido. Y aparte de su mirada extrañada, no había abierto más la boca ante el hecho de estar envolviendo para regalo un vestido que ella misma había elegido y le había visto pagar. Desde luego, Todoroki tenía sus rarezas, pero aquello la había dejado perpleja.

Sin embargo, sonrió mientras lo sostenía contra su pecho y suspiró. Era el primer regalo que le hacía un chico que no fuese de su familia, aunque dicho regalo se hubiese originado de una forma tan abrupta.

—Gracias.

—No hace falta que me las des. No me ha sido difícil elegirlo.

Momo sacudió levemente la cabeza en negación y decidió darle por imposible por ese día. Ya había tenido bastantes sorpresas por su parte.

—No importa… Gracias de todas formas.


Notas del fic:

* Este evento se cuenta en el Drama CD del centro comercial en Kamino. Habla de lo que ocurrió mientras buscaban disfraces que ponerse antes de ir en busca de Bakugo.

** Este evento aparece en el Drama CD del asesino de la unión. Es un villano que tiene por sigularidad «pegar físicamente» a la gente (en plan pegamento). Se topa con Bakugo y Todoroki y los junta en posiciones comprometedoras, les saca fotos y los amenaza con publicarlas en Internet para destruir sus reputaciones. La reacción de Todoroki a esto fue pasar olímpicamente de lo que hiciera, lo que me terminó de confirmar que Shoto es inmune a los comentarios insidiosos de la gente.


— * —


Fin del Capítulo 8

28 Octubre 2018


Notas finales:

Esto ya son percepciones mías sobre cosas que pasan en el capítulo. La más sencilla: la relativa al aspecto de Todoroki, de la cual nunca ha dado indicios de preocuparse.

Yo no sé si es porque pasa del tema o no es consciente de ello, pero yo me inclino a pensar que es lo segundo. Aunque en el manga se da a entender que Todoroki es atractivo, yo entiendo que la cicatriz que marca su cara le haga replanteárselo. Una cicatriz por quemadura no es bonita, ¿vale? Además, cuando era crío esto tuvo que traer cola porque los niños son muy crueles ¬_¬º (y que, por cierto, me da una base para explicar por qué no le afectan las opiniones de los demás). Por eso no creo que tenga la percepción de ser actractivo para las chicas. No estoy diciendo que se considere un adefesio que tire para atrás, sino que no se considera la clase de chico que atrae a las chicas físicamente.

Eso por un lado. Luego vamos con Yaoyorozu, la cual tampoco parece tener una percepción sobre su atractivo. Jamás se ha mostrado vanidosa y parece considerar su cuerpo físico más como un instrumento para su singularidad que otra cosa. No tiene ni un reparo en quedarse desnuda delante de un chico después de usar su particularidad, así que tampoco parece preocuparle cómo la ven ellos en cuanto a aspecto. Por eso no creo que sea demasiado consciente de su atractivo hacia los chicos y con ella también he tirado por esta vía.

Y esto último me lleva a la otra paradoja relatada, y es el hecho de que no se dé cuenta de que la miran. DOY FE de que esto pasa. La experiencia de Todoroki la he vivido yo cuando conocí en una quedada a una de mis amigas de Internet que es espectacular la chavala. Era impresionante la cantidad de tíos que miraban en nuestra dirección. Una barabaridad, y la tía ni se enteraba. Y cuando le preguntabas cómo era posible que no se diera cuenta, ella te decía que no lo percibía. Y es cierto. Con el paso del tiempo (y ante mi mayor escepticismo), dejé de ser consciente de ello cuando quedaba con mi amiga. Al convertirse en algo habitual, tu cerebro deja de reconocer la anomalía de ser el centro de atención. Yo habría puesto la mano en el fuego a que jamás dejaría de darme cuenta de que todo dios nos miraba, pero de verdad que tu cerebro lo obvia O_o.

Así que de ahí viene esa escena en la que ella no lo percibe por la costumbre, mientras que para él es una anomalía que le pone alerta.

Espero que os haya gustado el capítulo :-D

¡Saludos!