Capítulo Primero
Adrien recordaba perfectamente y a detalle aquel día, poco más o poco menos siete años atrás, en el que conoció a Marinette Dupain-Cheng, su mejor amiga y un pilar muy importante en su vida. No, vaya que decir eso sería un gran eufemismo. La verdad es que el rol de Marinette en la vida de Adrien es bastante complejo de explicar, describir o entender, porque además de ser bastante fundamental, elemental y todos los adjetivos posibles que alguien pueda imaginar para "importante", también podría ser muy confuso y difícil de realmente abarcar en toda su totalidad sin pasar horas hablando sobre cómo se formó su lazo a lo largo de siete años de amistad que Adrien atesoraba con todo su corazón.
Pero, afortunadamente, se puede resumir en una frase.
Ella lo es todo para él.
Sin embargo, hay que aclarar algo, él nunca había pensado en ella románticamente... Al menos no desde hace mucho tiempo.
De acuerdo, quizás durante su adolescencia Adrien tuvo cierto enamoramiento platónico con Marinette, pero solo fue eso, un leve enamoramiento muy platónico y ligero. Por lo tanto, eso había quedado en el pasado, muerto y enterrado, ya no estaba más. Adrien decidió que sea así cuando se convenció y terminó por aceptar con resignación de que sería imposible que algo surja entre ellos, no cuando era evidente que el recuerdo de Luka difícilmente la abandonaría.
Él jamás tendría una oportunidad, jamás la tuvo, incluso desde ese día en que la conoció él ya había perdido cualquier posibilidad de aspirar a algo más con Marinette.
Con una sonrisa nostálgica mirando por la ventana las gotas de la lluvia deslizarse recordaba ese día una vez más.
Era tan extraño cómo es que, aunque recordaba muy bien cómo fue desde el principio y cada detalle, se le hacía muy duro recordar cómo se sentía ser él antes de Marinette; porque la vida sin Marinette se le hacía algo impensable, imposible de imaginar por más que alguna vez así haya sido.
Tanto era así que más de una vez, aunque le diera pena admitirlo, se preguntó no irónicamente, cómo es que pudo vivir tranquilo sin ella en su vida.
Imposible de comprender, no tenía ni idea de cómo era, no lo recordaba y tampoco tenía muchas ganas de hacerlo, sin embargo, algo que sí recordaba, algo que hasta ahora tiene presente y hasta puede sentirlo mientras se sumerge en sus memorias, era la sensación en su pecho cuando sus miradas se encontraron por primera vez.
Adrien como siempre se había levantado muy temprano para prepararse para la escuela, era el primer día de clases de su segundo año en la escuela François Dupont y estaba realmente emocionado por reencontrarse con sus amigos una vez más. Se bañó, se vistió y bajó al inmenso comedor de su mansión para tomar el desayuno. A pesar de la soledad y frialdad de aquel desayuno, Adrien no paraba de sonreír, después de todo, no solo sería su segundo año como estudiante sino como super héroe de París, bastante loco, realmente.
Ser Chat Noir era fantástico, realmente, porque a pesar de todos los problemas y la gran carga de salvar a París y al mundo, él había descubierto mucho de sí mismo gracias a la máscara y conoció por primera vez la verdadera libertad, una adictiva y absoluta libertad que difícilmente podría llegar a aspirar sin esta.
Eso descontando lo maravilloso que es para él tener a Plagg en su vida, su querido pequeño gran amigo adicto al queso.
Al llegar a la escuela se adentró al salón de clases y saludó con alegría a sus mejores amigos, Alya, Nino y Alix.
— ¡Hola, chicos! —sonrió nervioso ante sus miradas.
— ¡Agreste! —Alix amplió los ojos y alzó las cejas para luego alzar el pulgar con una expresión divertida de aprobación— Bonito cambio de estilo, eh.
— ¡Hermano! —exclamó Nino una vez salió de su estado de sorpresa y le sonrió de oreja a oreja extendiéndole la mano para hacer su saludo— ¡¿Qué es esto?! ¡¿Acaso viniste a asesinar nenas?! —Adrien negó con la cabeza riendo ligeramente avergonzado— ¡Cuidado chicas, el depredador Agreste está fuera de control! —anunció.
— ¡Nino, para, asustas al solecito! —Alya rodando los ojos le dio de golpes con su revista para luego mirar a Adrien con una sonrisa de madre orgullosa— Te ves bien, Adrien, estoy feliz por ti.
Adrien suspiró y abrazó a sus amigos, la verdad es que este era el primer día en el que iba a la escuela como él mismo, porque había decidido que iba a defender la identidad que él mismo escogió por sobre todas las cosas, incluso la voluntad de su padre.
Adrien en la actualidad suspira mirando el anillo que Félix le dio el verano anterior a ese día, quién lo diría, ese anillo en sus manos había sido la explicación de muchas cosas. Tal vez por ese gesto, él se negaba a sospechar que su primo era realmente el nuevo villano que poco tiempo acaba de surgir, aquel contra el cual él y Ladybug luchan en estos tiempos.
Se pusieron al día, bromearon, y Adrien supo ver en la mirada de Alya, quien ahora sabía que era Scarabella, su compañera de batallas, que había mucho sobre qué discutir en la patrulla de esa noche cuando casualmente se topó el tema de los akumas y las sospechas sobre quién podría ser Le Papillon.
— ¡Adrienbuuuuuu~! —el grito de Chloé interrumpió la amena conversación que mantenían los amigos y pronto Adrien sintió cómo ella se abalanzaba a su cuerpo.
— Hola, Chloé —le saludó, intentando sonreír, de verdad intentando, hasta que su mirada se cruzó con la de Alix.
— ¿Pero qué traes puesto? —ella le miró ligeramente disgustada pero sin dejar de colgarse de su cuello— ¿Ahora eres emo? —frunce el ceño— Sabía que te haría mal hablarle a Juleka, no, no, Adrienbu, esto...
— Chloé, por favor, antes de seguir con esta conversación, deja de colgarte de mí, ¿bien? —su voz no dejó de ser amable y su expresión era cordial pero su mirada era firme.
Chloé se notaba que había sido tomada con la guardia baja, Alix y Alya rieron por lo bajo y Nino se preparó para escuchar un horroroso berrinche, pero no sucedió porque la rubia estaba demasiado sorprendida para eso.
— Bueno —aplaude y suelta una larga exhalación con una media sonrisa y se cruza de brazos mirando a Chloé—... Comencemos por esto, Chloé, realmente aprecio tu amistad pero yo no soy un accesorio tuyo ni nada parecido, no soy una especie de trofeo ni mucho menos voy a seguir dejando que intentes hacer de mí lo que quieras solo porque somos amigos desde pequeños...
Chloé lo miró mucho más desconcertada que antes si es que eso fuera posible y él suavizó su mirada, su expresión se dulcificó y puso una mano en su hombro.
— En verdad quiero ser tu amigo, Chloé, y si estás dispuesta a tomar mi amistad bajo las condiciones que ya te dije estaré muy feliz de seguir siéndolo...
— Pero... ¡¿Pero qué es todo esto, Adrien?! —ella se comenzó a enfurecer tomándolo de los brazos con fuerza.
— Lo sabes muy bien, Chloé —él suspiró sacándose de encima las manos de Chloé con delicadeza pero también con delicadeza—. Y por favor, deja de abalanzarte sobre mí y tocarme de esa manera, no me siento cómodo...
Chloé iba a decir algo pero la señorita Bustier entró con una gran sonrisa y, roja de colera, Chloé se sentó a lado de Sabrina. Adrien sabía que las cosas no serían fáciles pero también sabía que dentro de todo Chloé tenía un mejor corazón que el egoísta y cruel que se esforzaba en hacer parecer que tenía. Adrien también vio a Lila mirarlo y reprimió las ganas de poner los ojos en blanco, porqie sabía que pronto ella se acercaría con quién sabe qué planes en su mente. Había cedido demasiado con Lila y era momento de parar, eso era lo que tenía por seguro Adrien en su mente.
— Buenos días, chicos, hoy quería anunciarles que tenemos a una nueva estudiante recién llegada a la ciudad desde China, su francés es bueno pero todavía le falta un poco de...
Adrien no terminó de escuchar la introducción de la profesora cuando sus ojos se encontraron con los de una chica que tímidamente espiaba desde la puerta a la clase.
Azul, un bello azul lo cambió todo, y de algún modo, dentro de él, algo le dijo que había descubierto su nuevo color favorito.
Adrien ríe ante el recuerdo con una sensación agridulce y entonces lee de nuevo aquel diario en sus manos.
... Sus ojos, sus preciosos ojos verdes me capturaron en ese momento en el que me atrapó en sus brazos y yo solo supe en ese preciso momento que jamás querría que ese instante se detuviera. Por un momento fue así. Dicen que cuando conoces al amor de tu vida el tiempo se ralentiza hasta que en cierto punto se detiene, lamentablemente, el universo siempre tiene que mantener su balance, y por eso luego de detenerse en una parpadeó el tiempo comienza a fluir el doble para compensar la lentitud pasada. Él me sonrió, me dejó parada en un lugar seguro, se arrodilló y me besó la mano, para mi sorpresa, me dijo «No te preocupes, ahora estás a salvo princesa» y se apresuró a irse pero yo le retuve «¡Espera!», grite, él me sonrió y me dijo «Todo estará bien, mi compañera y yo nos encargaremos de todo, te lo prometo», me sonrió tomándome de ambas manos, tratando de transmitirme seguridad y yo me derretí con ese gesto, «Ahora ve con tu familia, no es muy seguro aquí», solo entonces, con sus palabras, noté las voces aterradas de mamá y papá llamándome, me giré y los vi haciéndome señas para que me apresure a esconderme con ellos, pero me volví de inmediato temiendo que él ya no estuviera conmigo, viendo de este modo que él estaba por irse. Me sonrió una vez más a la distancia y me dijo con una graciosa reverencia «Me despido por ahora, fue un placer conocerla, princesa». Sabía que estaba muy sonrojada en ese momento, sentí un nudo en mi garganta, un millón de mariposas revoloteando por mi estómago y mis pulmones reclamar por falta de aire. Pero nada de eso se comparó a la desesperación que sentí al ver que ya se iba y yo no había dicho nada más que una simple frase, el desperado "espera". Aparte de eso no había hecho más que mirarlo como una completa idiota. Era terrible y no podía dejarlo así. «¡Un momento! Ah... Muchas gracias por salvarme...» me quise golpear por lo tonta que soné, su sonrisa tierna no lo hizo mejor. «Es lo que los caballeros hacen cuando su-una princesa está en problemas, no es nada», me dijo él girándose para irse, y entonces yo ya me había acercado lo suficiente como para tomarle tímidamente la mano, él se giró sorprendido pero tomó mi mano igualmente. «¿Quién... Eres?», le pregunté de pronto cuando nuestras miradas se encontraron. Él parecía desconcertado, pero pronto su expresión cambió a una divertida y curiosa. «Qué descuido... Me presento, soy Chat Noir». Él llevó de nuevo mis manos a sus labios y les dio un beso. Entonces nos miramos, con su mirada esmeralda sentí como si me hubiera hechizado, y quizás así fue. Quedé en un trance del que solo desperté porque parecía que él me iba a decir algo, pero entonces una explosión lo arruinó todo y rápidamente, luego de hacer una reverencia, se fue. Dejándome con una sonrisa que hasta ahora no se me borra del rostro al pensar en él, se había robado mi corazón en un solo instante.
"Si tan solo..."
Adrien detuvo ahí su pensamiento y suspiró aparentando los ojos, no tenía sentido ir por ahí, no importaba ya, eso quedó en el pasado.
