Capítulo IV: El Secreto de Sanae
En cuanto la vocecilla que había tratado de detener a Kuro calló, Sanae despertó asustada.
-¿Quién anda ahí? –exclamó ella, respirando agitadamente.
-¿Qué pasa cariño?
-No… sólo fue una pesadilla… -y la tranquilidad volvió a la casa Ozora. Pero todo pareció tan real… Y la voz que oyó al final, la que había musitado mamá, ¿de dónde había salido? Sanae no lo entendía al principio.
Y todo lo entendió como si le hubiesen dado una bofetada.
Esa vocecilla vino de adentro de ella.
Esa voz tan delicada y misteriosa…
Era la voz de su primer hijo, o hija.
"Dios mío, estoy… estoy embarazada" –se dijo Sanae, ya sin poder dormir. Se levantó con cuidado y entró al baño, donde había un espejo de cuerpo entero. Pero Sanae no se imaginaba 'pipona' mientras se observaba.
"¿Cómo haré para decirle a Tsubasa? Conociéndolo… Va a comenzar con un QUÉ estruendoso; eso es seguro ¬¬. Después lo va a negar, pero más tarde va a alegrarse. No; va a enloquecerse ¬¬U. De aquí en adelante las cosas van a estar un poco más locas que de costumbre, y eso que el mundo ya anda patas arriba."
Regresó a la habitación, y contempló a su esposo dormido. ¿Cómo fue que ella se enamoró de él?
Sanae lo sabía con claridad, al contrario que Tsubasa.
Todo había sido ya hace unos once años. Ella era la líder de los porristas de la escuela primaria pública de Nankatsu. Ella, la impasible y dura Nakasawa Sanae, que no tenía pelos en la lengua para insultar a alguien, o para animar incluso al patético (esa es la palabra más justa por desgracia) equipo de fútbol.
O al menos lo fue hasta aquel día en que apareció un muchachito de su misma edad, con un balón en los pies.
Era Ozora Tsubasa, un chico recién llegado a Shizuoka.
Al principio ella no lo trató muy amablemente, pero después de demostrar su innata habilidad para el deporte rey, su opinión sobre el chico nuevo cambió por completo.
Eso… Una sonrisa amplia y sincera, y unos ojazos negros que siempre brillaban de entusiasmo.
Fueron creciendo, y ese sentimiento que ella guardaba creció con ella, sin dudar que ella cambió del todo su modo de ser. Se había vuelto una chica dulce, tranquila y eficiente, una excelente asistente de equipo…
…Y al principio una aliada, después un Arcángel… y el último. Para rematar, corrió con un golpe de suerte, con un TREMENDO golpe de suerte, pues el muchacho que le gustaba, alias Ozora Tsubasa, alias el Kami no Tsukai, en medio de la más dura batalla le había pedido que fuera su novia si lograban salir vivos de esa. Lograron salir vivos de esa…
… Y he aquí el presente: ahora esperaba un hijo, o una hija de él… Un, o una chiisai Ozora.
"Dios, cómo amo a este hombre…" –y dándole un suave beso en la frente, la joven volvió a dormirse.
Mientras, en Francia, Wataru estaba profundamente dormido. Al principio soñaba con cosas frívolas, pero después una cara desgraciadamente conocida apareció en sus sueños.
"Tiempo sin verte, Arcángel del Odio. ¿O debería decir ex-Arcángel?Ciertamente las cosas cambian. Tú y los demás han cambiado, aunque yo no… Para fortuna mía. He venido a terminar lo que ustedes empezaron y dejaron inconcluso por culpa de sus emociones, y sí, de sus amigos. ¿No les había dejado muy en claro que TODOS, sin incluirlos a ustedes iban a morir, empezando por los Arcángeles Blancos? ¿Acaso aquellos detestables seres reblandecieron sus corazones y los volvieron a la normalidad que ustedes detestaban? Pues quizás haga algo más que terminar lo que ustedes comenzaron. Te lo aseguro: van a saldar la deuda que ustedes tienen conmigo por haberles enseñado todo…con sangre."
-¡NOOOOOOOOOOOOOO! –Wataru se despertó bañado en sudor. No podía creerlo; Kuro había regresado por él y los demás.
"¡Por eso me dio ese ataque de dolor! Claro… Si cuando uno como Arcángel Negro ya controlaba sus poderes y le daba un ataque de dolor, era sin duda señal de cosas por venir, aunque nunca se sabía con exactitud qué. Sólo se podía atenerse a lo peor. Eran presentimientos, nada más."
Pero un presentimiento sincero rara vez falla y además, ¿por qué Kuro había aparecido así en medio de sus sueños?
Eran muchas dudas las que rondaban en la cabeza del joven periodista. Pero no podía seguir filosofando; tenía que madrugar, y contarle a Azumi de esto, pues era la única persona con la que podía contar en ese instante.
Amaneció en Europa y anocheció en Japón. Por un lado los que andaban en Shizuoka y Tokyo habían tenido una larga y tediosa jornada, mientras que los que recién se despertaban tenían la mira puesta en lo que vendría.
Tsubasa y Sanae se despertaron cansados, pues la noche les pareció eterna y con muchas pesadillas y sucesos.
-Buenos días, querido –dijo la joven mientras hacía el desayuno para los dos.
-Días… -respondió él, antes de reprimir un bostezo. –Mala noche, ¿verdad?
-Je, estoy de acuerdo contigo. Se me hizo eterna. Por cierto, querido… -Sanae estaba a punto de darle a noticia a Tsubasa, pero la alarma del reloj de pulso de Tsubasa comenzó a sonar.
-¡Rayos! Me tengo que ir, cariño. Nos vemos en la noche; recuerda que tengo que ir a la universidad –y como un rayo Tsubasa salió corriendo con los maletines, dejando a Sanae con la noticia colgando.
-Adiós pues… Oo
Tsubasa salió corriendo, preocupado. Aunque solía ser bastante puntual, el cansancio había hecho mella en él, haciendo que él se levantara tarde, y al parecer Sanae también pasó mala noche.
"Por cierto, querido… Cuando ella dice eso, es señal de un comentario importante. Me pregunto qué será lo que me quería decir." –el joven quedó picado por la curiosidad. ¿Qué iba a decir su dulce esposa?
Pero escuchó el reloj de una iglesia cercana dar un campanazo y el futbolista apretó el paso.
Mientras tanto, en Francia, Wataru estaba en la zona de computadores de la universidad, escribiéndole a Misaki lo sucedido; era su deber como amigo y ex-Arcángel.
-Misaki-kun: ¿Cómo vas con tu rehabilitación? Espero que mejor; las muletas no te van… para nada, aunque de hecho a nadie le sientan bien.
Escribo para advertirte algo: Van a haber muchos problemas para ti y los otros Arcángeles. Si recuerdas al Guía Blanco, entonces imagínalo, pero negro y con ganas de hacer el mal, obsesionado con el Nuevo Génesis. No tengo ni la más mínima idea de lo que vaya a hacer, pero TEN MUCHO CUIDADO.
Avísales a Jinko, Shinobu y los demás si puedes. Te agradecería en el alma ese favor.
Un saludo, y cuídate,
Wataru
PS: Llama a Azumi de vez en cuando, ¿sí? Ella se preocupa por ti –así rezaba el mensaje enviado.
"Espero que este mensaje llegue a tiempo" –pensó el joven de los ojos dispares, y en esas alguien le tapó los ojos.
-¿Quién anda ahí? –preguntó en francés.
-Adivina –respondió alguien en japonés.
-Kuro…
-No. ¿Quién es Kuro? –y al fin Wataru reconoció la voz y las manos.
-Azumi-chan… Por poco y me das un infarto uuU .
-Ah, no era mi intención. ¿Por qué estás con esa cara?
-Nací con ella –respondió Wataru, sarcástico. ¬¬
-¡No! Me refiero a esa casa de preocupación, tonto.
En susurros, el ex-Arcángel le dijo lo que soñó a la joven, quien demostró alarmada ante ello.
-¿Le avisarás a Misaki-kun?
-Ya lo hice. Le acabo de enviar un correo electrónico –pero Azumi palideció.
-¿Qué pasa?
-¿Y si es demasiado tarde? ¿Y si quien me dices ya lo atacó?
Wataru comprendió de inmediato la preocupación de Azumi, pero trató de mostrarse optimista.
-Si algo atacó a Misaki-kun, estoy seguro de que él lo venció, o lo vencerá; al fin y al cabo, él es muy fuerte, aunque no lo aparente.
-Lo dices como si lo supieras… Oh, cierto, lo sabes.
-Claro que lo sé… Y no entremos en esos detalles; no podemos de hablar ello tan libremente.
-Sí… -sin embargo, Azumi se veía muy preocupada. –Sólo espero que ese mensaje llegue a tiempo, y con eso podamos salvar más vidas de las que podamos incluso imaginar.
-Aunque eso no depende de nosotros. Tan sólo somos simples espectadores.
-Si tan sólo hubiera una manera de poder ayudar a Misaki-kun y los demás…
-La mejor manera de ayudarlos, Azumi-chan –dijo Wataru, tomando a Azumi por los hombros y mirándola directamente a los ojos. –Es teniendo fe en ellos y darles nuestro apoyo pase lo que pase…
-Porque al fin y al cabo son Arcángeles.
Entretanto, Genzo ya estaba en Shizuoka, molido. Por suerte aún estaba la casa de su familia allí, y se encontraba en ese instante durmiendo, pues más tarde se encontraría con dos de sus compañeros de batalla… Y alguien más.
El pobre durmió incómodamente en el avión, y al llegar a Narita de inmediato hizo el trasbordo para Shizuoka. Pero tan cansado estaba, que ni siquiera se dio cuenta de la ráfaga de cámaras tomando fotos de él.
El cansancio era absoluto en él. Ni siquiera escuchó el reloj que había programado para despertarse una hora antes, y eso que ese reloj sonaba muy duro.
Sin embargo, no fue hasta que la sirvienta de turno entró a la habitación y despertó a Genzo tal como lo había pedido que él abrió los ojos.
-Gracias, Shizuko… -y Genzo se apresuró a darse un baño y cambiarse de ropa. Después de ello salió a reunirse con las personas que habían citado al arquero.
Más tarde, al llegar al café…
-Hola, Wakabayashi-kun –dijo Taro al llegar el arquero. –Tiempo sin verte.
-Sí, supongo.
-Debería ser yo quien dijera eso, Misaki-kun –afirmó Ishizaki, tratando de aguantar la risa que amenazaba con salírsele. -¿Qué más, Wakabayashi-kun?
-Ya saben… Odio esos viajes tan largos en avión… -y reprimió un bostezo.
-Como si no lo supiéramos. Cada vez que nos toca viajar a otro país uno siente que se va a quedar de piedra.
-Lo dices como si fueras un experto, teniendo en cuenta que has viajado poco por el extranjero, Ishizaki-kun –dijo Misaki.
Pero en esas llegó Jinko, agitada, seguida de Shinobu.
-¿Llegamos tarde? –preguntó el dueño de Vitalis. –Necesitamos advertirles algo.
-Jinko-san, Kurobane-san… -Ryou los saludó tranquilamente. -¿Qué los trae por aquí?
-Lamento decirles que se avecina una catástrofe –dijo Jinko, ajustando sus gafas.
-¿A qué te refieres, doctora?
-Necesitamos que vengan con nosotros de inmediato –dijo Shinobu. –Es sobre el asunto que comenzó cuando ustedes estaban en la secundaria.
Misaki, Wakabayashi e Ishizaki se miraron entre sí.
-Te refieres al asunto de los Arcángeles, ¿verdad? –preguntó Misaki.
-Más certero no puedes ser.
-Vamos, muchachos. No hay tiempo que perder –y los tres futbolistas siguieron a la doctora y al gerente, aunque Genzo se encargó de llevar en la espalda a Misaki y Ryou llevaba las muletas.
Llegaron a Vitalis, que ese día estaba cerrado, junto con Kai, con quien se habían encontrado. Sin embargo, Shinobu abrió el establecimiento e hizo pasar a los demás a su oficina.
-Shinobu-san, es raro que hoy tengas el lugar cerrado… -admitió Kai. –Pero, ¿cuál es el problema?
-Bien saben todos que antes éramos de bandos muy distintos hace ya unos años, por una razón que no es necesaria explicar. Pero, ahora tenemos que aliarnos tanto los Arcángeles Blancos como los que fuimos los Arcángeles Negros.
-¿Y eso? ¿Por qué? –preguntó Ryou, picado por la curiosidad.
-Ustedes tenían a un Guía Blanco que les enseñó lo que saben con respecto a sus poderes, y que bueno, ya saben… -dijo Jinko, dudando de terminar la frase.
-Sí, sabemos que murió.
-Pues nosotros, a excepción de Kai, también tuvimos un Guía, o mejor dicho, un manipulador de almas.
-¿Una especie de Shiro, pero Oscuro?
-Kuro es su nombre. Decimos que era el Guía que nos apadrinó y nos descubrió, pero en realidad a través de nosotros quiso realizar su ambición: el Nuevo Génesis. Además, estoy segura que no nos enseñó todo lo que deberíamos saber.
-Me sorprende que a pesar de haber perdido esos poderes que poseían, aún sepan todo eso –dijo Genzo. –Debo confesar que aún siendo un Arcángel, había olvidado que lo era, y había olvidado mis poderes.
-Yo también –admitió Misaki. –Creo que de tanto tiempo de no tener una sola batalla debo estar muy oxidado con respecto a eso de mis poderes.
-Y yo –confesó Ryou.
-No los culpo –dijo Kai.
-¿Cómo dices?
-No los culpo. Es decir, ustedes al menos tuvieron más tiempo de conocer a fondo sus poderes, y creo que por eso los olvidaron. Yo no alcancé a dominar mis poderes por completo, y eso que ni estaba bajo mi voluntad, ni duré más de una noche con ellos.
-Y sin embargo lo recuerdas todo.
-Quizás nosotros sellamos eso en el subconsciente porque no queríamos recordarlo –dijo Taro, preocupado.
-Es normal. Uno no quiere recordar todo el tiempo las cosas malas que ha pasado o que ha hecho –dijo Jinko.
-Volviendo al tema por el cual les traje aquí, me temo que Kuro piensa utilizar a otras personas para cumplir con su objetivo –interrumpió Shinobu, serio.
-¿Cómo? –dijeron todos los presentes.
-Me temo que como nosotros perdimos la batalla, y por ende nuestras fuerzas provenientes de la oscuridad, el odio y ya saben el resto, entonces se ha propuesto crear a alguien que nos reemplace a los Arcángeles Negros.
-¿Y cómo sabremos que es verdad eso? Recuerda que tendremos que volver a empezar; hemos olvidado todo –dijo Genzo.
-Ahí es donde están contra el reloj. Quisiera poder decir que todos tendremos la batalla, pero ya saben que somos simple humanos ahora.
-Lo único con lo que podremos ayudarles es con lo que sabemos –dijo Jinko. –Quizás no sea mucho, pero es la única manera de poder hacer algo por el planeta que una vez casi destruimos.
Y a Taro se le prendió el bombillo.
-Shinobu-san, ¿tienes conexión a Internet aquí?
-Por supuesto.
-¿Me permitirías revisar un momento mi correo electrónico?
-Adelante, aunque no sé para qué.
-Tengo la corazonada que un viejo amigo nuestro tiene algo para decirnos.
Misaki se sentó frente al computador de Shinobu, se conectó a Internet y entró de inmediato a su correo. En efecto, el mensaje de Wataru había llegado.
-Bingo.
Después de leerlo dos o tres veces, Taro apagó el computador otra vez, y tomó sus muletas otra vez.
-¿Y bien? –preguntó Ishizaki.
-Tal parece que Wataru tiene el mismo presentimiento. No tiene idea de lo que pasará, pero sabe que de seguro Kuro está tras esto.
Se hizo el silencio en la oficina, hasta que Ishizaki abrió la boca.
-¿Saben qué significa esto? –preguntó.
Los demás se encogieron de hombros.
-Significa que es hora de avisarle a la única persona que nos puede ayudar a través de todo esto.
-¿Te refieres a…? –dijo Jinko, mirando directamente al Monkey Boy.
-Sí; es hora de avisarle a Tsubasa de esto. Creo que él es el único que puede hacer algo al respecto.
Y bueno, Ishizaki-kun tiene toda la razón.
-Pero, ¿alguien tiene idea de cómo comunicarse con él en este momento? –preguntó Kai, quien en realidad admiraba mucho a Tsubasa.
-La verdad no tengo idea –dijo Taro. Ni Ryou, ni Shinobu, ni Jinko tenían idea de cómo hacerlo, pero Genzo por suerte tenía un as bajo la manga.
-Tengo dos propuestas: Primero, llamar a la casa de él en Barcelona y hablar con Sanae, o dos, llamarlo al celular.
-¿Tsubasa-kun tiene celular? –preguntó Misaki, enarcando una ceja.
-Hace poco consiguió uno –y Genzo buscó el número de su amigo, pero no le contestaron. Después intentó marcar a casa de los Ozora, y por suerte alguien contesto.
-¿Hola? Casa de la familia Ozora.
-¿Anego? Soy yo, Wakabayashi.
-Ah, hola, Wakabayashi-kun. ¿Qué sucede?
-Me temo que necesito hablar con Tsubasa de urgencia.
-Lo siento… Pero él se fue a la universidad, y después de eso tiene entrenamiento porque el sábado viaja a La Coruña.
-¿Y el celular? ¿Por qué lo tiene en buzón?
-Se le descargó y lo dejó aquí.
-Entonces hazme un favor, y es crucial: dile que se avecinan graves problemas… Y que se prepare otra vez para la pelea, porque tal parece que un ser más maligno que los Arcángeles Negros, con perdón de los presentes, va a atacarnos.
-Te refieres a la antítesis de Shiro, ¿verdad?
-¿Cómo lo saben?
-Tsubasa volvió a tener premoniciones… Y además Hyuga también lo presintió. Anoche él nos llamó avisándonos sobre el mal presentimiento que tenía.
-¿En serio? Eso significa entonces que los únicos que no sabrían son… -pero Wakabayashi se quedó en blanco. Él se encargaría de avisarle a Tooru, pero, ¿faltaba alguien?
-Faltarían Tooru y Rairyuu –dijo Shinobu al fondo.
-Faltarían dos de los ex-Arcángeles Negros. En todo caso, estén alertas, ¿de acuerdo?
-Está bien. Adiós
-Adiós –y Wakabayashi colgó. –Al parecer están al tanto de todo.
Se oyó un suspiro general de alivio en la oficina.
-Pero, ¿cómo lo saben? –preguntó Kai.
-Tsubasa-kun por ser el Mensajero de los Dioses tiene la habilidad de tener premoniciones, aunque es un método muy doloroso el que tiene. Cada vez que va a pasar algo, le da un ataque –dijo Ishizaki.
-¿Tal como nos dio a nosotros? –preguntó Shinobu, asombrado.
-¿Cómo dices?
-Nos dimos cuenta de que iba a pasar algo malo porque a cada uno de nosotros, excepto a Kai, nos dio un ataque de dolor, pero no podemos predecir cosas; sólo son meras sospechas.
-Pues Anego… Digo, Sanae, sólo me dijo que había vuelto a tener premoniciones, pero no dijo ni cuándo, ni qué vio él.
-Y eso es raro en ella, porque estamos hablando de su esposo –dijo Jinko.
-Bueno, será mejor dejarlo hasta aquí, muchachos. Al fin y al cabo no tenemos la eternidad entera para intentar hacer algo al respecto, y faltan varias personas por informar lo que nosotros sabemos, más lo que saben Wataru y Tsubasa –dijo Shinobu. -¿Quién se va a encargar de avisarle a Tooru?
-Yo lo haré –dijo Genzo inmediatamente.
-Toca confirmar las sospechas de Wataru, así que déjenmelo a mí, les avisaré a Wataru y a Azumi, que es nuestra aliada en Europa.
-¡Pensé que sólo Herman sabía eso!
-Ya lo ves, Wakabayashi-kun, que no es así.
-¿Quién le avisa a Rairyuu y a Hyuga?
-Yo le avisaré a Ikazuchi –dijo Jinko. –Y le pediré el favor a él de que le avise a Hyuga.
-Bien. Entonces hasta aquí lo dejamos, y espero que la próxima vez que nos veamos, sepamos con certeza lo que esté sucediendo.
-Está bien. Adiós –y cada quien se fue por su lado, con una auténtica cara de preocupación.
¿Pero acaso la prevención sería suficiente contra aquellos seres malignos, de los cuales cuatro conocían casi por completo a los Arcángeles Blancos?
Y sin contar al ser oscuro que estaba siendo creado…
