Capítulo VII: El Regreso de Unos Viejos Amigos

Mientras tanto, Ishizaki y el resto del Jubilo Iwata estaban en medio de un arduo entrenamiento, aunque el día tenía amenazas de lluvia; el cielo estaba gris pizarra.

-No dan ni pizca de ganas de entrenar bajo este cielo –dijo un jugador del equipo.

-Para nada… No sea que nos caiga un rayo y quedemos fritos –dijo Urabe, a manera de broma, pero Ishizaki le dio una mirada de reproche de inmediato.

-No digas esas cosas, Urabe… No es algo risible –Ryou estaba ceñudo esa mañana debido a lo que habían hablado con Shinobu y los demás. Sin embargo…

-¡Dejen de parlotear y comiencen a entrenar! –gritó uno de los asistentes técnicos del equipo.

Más tarde, Ishizaki estaba tomando un ligero almuerzo (no tenía mucha hambre en realidad…Oo), cuando alguien dijo su nombre.

-¿Eh? Ah, hola, Wakabayashi-kun… -dijo el Monkey Boy al ver a su amigo.

-Hola. ¿Te enteraste?

-¿De qué? Sabes que el noventa y nueve por ciento de las veces soy el último en enterarse de todo.

-Pues hoy en la madrugada Misaki-kun… -y el resto lo susurró para que la demás gente no le escuchara.

-Anda… Así que todo este barullo comenzó.

-Sí. Y me pregunto si algo le habrá pasado a Tsubasa y Sanae.

-¿Por qué?

-Lo que te dije me lo dijo Misaki-kun esta mañana, y si uno de nuestros enemigos es Pierre, es decir, un viejo rival de Taro, no me imagino quién podría estar detrás de Tsubasa o Anego.

-Sanae, viejo…

-Eso.

-Sólo se me ocurre una persona con la que Tsubasa no se lleva bien, y no es Hyuga.

-¿Quién, Ishizaki-kun?

-Pues si nos referimos a viejos rivales, podría decir que podría ser Carlos Santana.

-¿El guitarrista?

-¡No seas tonto! Me refiero al otro Carlos Santana. Al futbolista.

-Vaya… ¿Quién diría que al fin usas tu cerebro? –dijo Genzo sarcásticamente, recordando la época en que él y Ryou eran rivales en el fútbol por sus escuelas.

-No molestes, cabeza hueca.

-Vaya geniecito…

-En fin. Lo que dije es lo único que se me ocurre… En todo caso, una vez que sea una hora decente para llamar, llamaré a Tsubasa-kun para preguntarle cómo van las cosas en ese lado del charco.

-Claro… A esta hora es de madrugada. Calculo que podrías llamarlo a las… -Genzo revisó su reloj, que estaba en hora alemana. -… seis de la mañana hora de España.

-¿Y eso es aquí qué horas?

-Las dos de la tarde.

-Vaya complicación… Bueno, ya lo dije y lo haré, en dos horas

-¿Dos horas?

-Claro. Son las doce del día, aunque no lo parezca.

Mientras tanto, Kai estaba almorzando en la Preparatoria Nankatsu, donde estudiaba. Sus amigos estaban bastante contentos, pues estaban por ganar el torneo local de fútbol, pero él estaba bastante ceñudo.

-Oye, Kagei, ¿qué te pasa, viejo? Pareciera que estuvieses de duelo –dijo uno de sus compañeros del equipo.

-Sólo ignórame. No estoy realmente de humor.

-¿Y eso?

-Es algo personal.

-¿Acaso te dejó tu novia? ¿O Mito peleó contigo?

-Sabes tan bien como yo que no tengo novia, que Komichi y yo no peleamos porque somos amigos, y por favor deja de molestarme –respondió Kai, con puñales en los ojos.

-Bueno, bueno… No tienes que matarme, Kagei.

Pero Kai no respondió. Estaba muy preocupado, aunque no sabía que Misaki había tenido que salvar a uno de los Arcángeles Negros. Pero otra vez sus presentimientos estaban latentes, aunque no de manera dolorosa.

Se levantó de su mesa, recogió los implementos de su almuerzo y se fue al salón, que estaba casi desierto; una chica de lentes estaba allí leyendo.

-Hola, Komichi-chan –dijo él al entrar, pues la joven era su más cercana amiga (algo como Sanae para Tsubasa, sólo que ninguno está enamorado del otro :P)

-Kai-kun… ¿Qué te pasa? Andas con un humor de mil demonios.

-La gente que comienza a murmurar a tus espaldas…

-Pues diera la impresión que algo catastrófico fuera a pasar.

-Algo así –respondió Kai, sentándose en su puesto. "Vaya percepción que tienes, amiga."

-Si tienes algo que contar, hazlo. No le diré a nadie.

-Me temo que ni tú puedes saberlo, amiga. Es algo muy personal…

-Bueno. No insisto.

Komichi y Kai se habían conocido cuando el chico entró a la secundaria Nankatsu. Él había aprendido muchos de sus movimientos en el fútbol gracias a sus amigos y la chica era parte del equipo de tenis de la escuela, pero aunque practicaban diferentes deportes, eran excelentes amigos. La gente murmuraba que dizque eran novios, pero ello no querían serlo.

-En todo caso, te recomiendo que no desquites tu mal humor conmigo, Kai. No te hecho nada como para que me respondas con dos piedras en la mano. Por cierto, ¿supiste que ayer Vitalis estaba cerrado?

-Sí –dijo Kai. –Lo sé porque el dueño de Vitalis es amigo mío.

-Veo… Y yo que quería tomar una soda con helado ayer…

-No están mal, pero conozco un lugar donde los hacen mejores.

Sí; se refería a la heladería Demizu, la de la familia de Sanae. Sin embargo, Kai no habló más, hasta que comenzaron las clases otra vez, y después el entrenamiento de fútbol.

-¡Pásala, Kagei!

-¡Va! –pero después de pasar el balón, al antiguo Mensajero de las Sombras le acometió un ataque de dolor tal como antes.

Claro, al ver al muchacho en el suelo se detuvo la práctica y se lo llevaron a los casilleros.

-Anda, Kagei, reacciona –dijo el entrenador, agarrándole el brazo. Pero tal como vienen, los ataques se van, y Kai quedó ahí recostado en la banca, agotado.

-Entrenador… No se preocupe; estaré bien… -aunque la verdad era otra; Kai había tenido un presentimiento como los de antes, cuando sin saberlo era el Mensajero de las Sombras.

-Pero Kagei… Si tienes esos ataques, ¿no sería conveniente que fueras al médico? –dijo uno de sus compañeros.

-No… Ya fui, y no tienen causa justificada. Sólo puedo aguantar y esperar. Vamos, no pierdan el tiempo, que tenemos un partido importante muy pronto. Ya los alcanzo.

Los compañeros del equipo se fueron a entrenar, mientras Kai se quedó ahí.

"Tal como antes… Mis presentimientos han regresado. Pero esta vez lo vi claramente… Vi a un ser de negro, junto a varios seres oscuros, y vi al Kami no Tsukai listo para la batalla… Y lo más raro de todo… A Imawano-san y los demás dispuestos a luchar también, incluyéndome. ¿Acaso los Arcángeles Negros, y el Mensajero de las Sombras van a volver? Y si es así, ¿de qué lado estaremos?" –pensó el joven, mientras recuperaba sus fuerzas. Sin embargo, escuchó que se acercaba alguien y se enderezó. De inmediato entró Komichi, asustada.

-¡Kai-kun! Me habían dicho que habías sufrido un ataque… ¿Fue uno de esos ataques de los cuales me hablaste?

-Sí, Komichi-chan. Y me temo que como antes, tengo un maaaaal presentimiento.

Entretanto, Ishizaki ya había hablado con Tsubasa, y le había comentado lo que le había pasado a Taro y Wataru. El Kami no Tsukai se había mostrado alarmado, y para rematar confirmó las sospechas de Ryou. En estos momentos, el defensor del equipo japonés estaba de regreso en su casa, pensando en todo lo que sabía y lo que tendría que decirle a los otros.

"Tsubasa ya luchó, y contra el mismísimo Santana… Ninguno de nosotros la va a tener fácil, si mis sospechas son ciertas. Veamos, si Santana atacó a Tsubasa, y Misaki luchó contra Pierre… Entonces tendría que figurármelas para saber quién sería el rival de Hyuga y de Wakabayashi, aunque faltaría alguien más… De quien no tengo idea."

Sin embargo, sonó su teléfono, y Ryou se apresuró a contestar.

-¿Hola? Habla Ishizaki.

-Hola, Ryou-chan.

-Hola, cariño. ¿Cómo van tus clases?

-Bien, pero estoy aburrida. ¿Por qué no salimos a algún lugar?

-Me parece buena idea, y más porque hace rato no salimos. ¿Nos vemos en el cine?

-Vale… Tengo ganas de ver algo romántico.

Ryou suspiró resignadamente. Siempre que iban a cine, Yukari quería ver una película lacrimógena, mientras que a él le gustaban más algunas donde hubiese algo de acción. Pero él amaba a Yukari, y por eso se sacrificaba en ese aspecto por ella.

-Bueno, trata de averiguar qué películas hay en cartelera. Nos vemos después.

A sabiendas que quizás Taro o Genzo pasarían por su casa para preguntar si había hablado con Tsubasa, el Arcángel de la Tierra dejó un mensaje pegado en la puerta de su apartamento: "Salí al cine con Yukari. No me demoro. Ishizaki."

Ya iba en camino hacia el cine, cuando algo le golpeó en la espalda, tumbándolo.

-¿Qué rayos…? –murmuró Ishizaki mientras se volteaba, y no fue pequeña la sorpresa al ver que había alguien conocido detrás de él.

-Vaya… No has cambiado nada, hombre mono…

-Pero, ¿qué rayos haces aquí?

-Digamos que… Vine a dar un "saludo."

"Demonios… Ahora es cuando uno necesita refuerzos…" –y con lo que no había contado él era con que esa noche… iba a haber un eclipse lunar.

-Anda, ¡luchemos! –dijo quien estaba ahí.

-No, gracias. Tengo una cita que cumplir… Y si no llego, perderé a una chica muy valiosa, viejo.

-¿Y qué va a importar perderla, si mueres y el Nuevo Génesis sucede? Todo el mundo va a morir; ese es el destino que ustedes no quieren aceptar. ¡Ahora prueba mi Apocalipsis!

Sí; era Santana el que estaba ahí. Pero con lo que no contaba era que el Monkey Boy hizo alusión a su apodo; de un brinco evitó el ataque, y lo contrarrestó con su Furia de la Tierra.

-Veo que no eres un tonto, ¡pero eres muy débil! –y con las kathars atacó a Ryou de lleno. El Arcángel de la Tierra no había alcanzado a formar la barrera antes, pero mientras estaba en el suelo, haciéndose el inconsciente lo logró, y de otro salto se levantó y sacó su hacha.

La batalla seguía adelante, y poco a poco se iba haciendo de noche, pero ni el Arcángel, ni el Contraarcángel cedían un milímetro. Entretanto, Yukari seguía esperando a Ryou, y eso que ya era tarde para ver la película que quería ver.

-¿Dónde estará Ryou? Sé que es impuntual, pero no tanto –se dijo la joven, mientras seguía esperando, pero se encontró con una conocida de Ryou: Jinko. Aunque al principio le daba mala espina por lo que le había contado Kumi, ahora la conocía un poco mejor y le parecía buena persona.

-Ah, Nishimoto-san… Hola –dijo la doctora, cansada después de un duro día de trabajo.

-Ah, hola, Jinko-san.

-Oye, ¿de casualidad no has visto a Ishizaki-san?

-No, y eso que habíamos quedado de encontrarnos aquí para ver una película.

Sin embargo, Jinko palideció.

-¿Pasa algo? –preguntó Yukari inocentemente.

-No, no es nada. Adiós –y la doctora salió corriendo. Mientras iba en pos del Arcángel de la Tierra, sacó su celular y llamó a Shinobu, contándole lo que Taro le había dicho, y su mal presentimiento.

-…iré a ver dónde anda Ishizaki-san; creo que debe estar a punto de perder, y necesita ayuda, aunque no pueda hacer gran cosa al respecto.

Pero con lo que no contaba ni Jinko, ni los demás… Era que el eclipse había comenzado, y Tsubasa, en ese instante, en España, estaba recordando su conversación con Ishizaki…

-Si ya comenzaron las batallas, y esto de Santana y Pierre no es coincidencia, entonces lo que más necesitaremos serán aliados, o refuerzos… Y por suerte Shinobu y los demás están más que dispuestos a ayudarnos… -se decía el joven mientras entrenaba con el equipo, y dijo las palabras justas y necesarias. –Que por favor los Arcángeles Negros regresen, pero que esta vez no olviden que el destino lo forja uno mismo…

Y en Francia, Alemania y Japón comenzó un milagro.

Wataru estaba estudiando; Tooru estaba revisando planos; Rairyuu estaba practicando su estilo de lucha; Kai estaba con Shinobu conversando en Vitalis y Jinko seguía corriendo, pero a cada uno le dio un ataque, tal como en el pasado, y cuando cesó… Ya ninguno era el mismo de antes.

-¿Qué pasó…? –dijo Wataru, mientras Azumi lo arrastraba otra vez fuera del salón.

-Te dio otro ataque.

-No me digas… Puedo sentirlo; puedo sentir mis viejos poderes de vuelta.

-¿Qué? Eso quiere decir que otra vez eres…

-Sí, pero esta vez mi misión no es destruir, si no proteger –dijo Wataru, cuyo cabello cambió de color.

-Wa, Wa, Wataru-kun… -Azumi señaló aterrorizada el cabello del joven.

-¿Qué pasa?

-Tu, tu cabello… Ya no es negro…

-No te sorprendas, Azumi-chan. Eso sólo significa que en este instante no soy el Wataru que conoces –y para rematar el joven se puso de pie sin problemas. –Podré ser lo que soy, pero esta vez mis fuerzas no serán parte del susodicho Nuevo Génesis, si no que lucharé hasta el final para proteger a este planeta y a la gente que quiero.

Todo esto lo dijo en susurros… Y al ver a Wataru de pie sin problemas, con el cabello castaño y aquella energía que venía de la oscuridad pero que iba a luchar por la luz, Azumi recordó por qué le había gustado Wataru desde la primera vez que lo vio.

Entretanto, en Alemania Tooru pasaba casi por lo mismo, pero su secretaria no se había dado cuenta. Sentía el poder que tenía antes recorriendo sus venas, y para probarlo se convirtió en un lobo, todo esto sin que Brigitte le viera.

-Como diría la gente, he volteado la página.

Rairyuu, quien estaba solo en su apartamento, sintió que su antigua velocidad y agilidad estaban de regreso, y lo demostró con creces al ver que logró abrir un agujero en la bolsa de entrenamiento que tenía en su habitación. Sin embargo, evitó que se regara la arena con sus poderes; clara señal que el Arcángel del Trueno estaba de regreso.

Shinobu y Kai, quienes estaban no precisamente dentro de Vitalis, si no en la oficina también pasaron por el cambio, pero para Kai quizás era más nuevo que para los demás, pues deben recordar que sólo pudo ser el Kage no Tsukai por una noche… Y el torrente de poderes que invadió su cuerpo lo dejó atónito.

-¿Qué, qué pasa? –dijo él, mientras veía lo que le pasaba.

-El Mensajero de las Sombras regresó… -dijo Shinobu, al ver que a Kai le aparecía la Espada de Caronte en las manos, mientras que él también pasaba por el cambio, y en su caso, el cambio más notorio era que ya no necesitaba las gafas oscuras, pues en realidad las usaba porque sus ojos eran sensibles a la luz.

-Sin embargo, esta vez Kuro no se saldrá con la suya –dijo Kai, con la voz del Kage no Tsukai, que ahora era la suya propia (cambió de voz poco tiempo después de la Batalla Final), y estaba muy seguro de lo que decía.

Y ni qué decir de Jinko, que una vez cesó el ataque, corrió a un callejón y se teletransportó hacia donde sentía que estaba el Arcángel de la Tierra. Tal como lo presentía, Santana tenía acorralado a Ishizaki. Ambos estaban bastante heridos, pero Ishizaki se llevaba la peor parte.

-¡Fuego Negro! –el recién regresado Arcángel de la Oscuridad atacó a Santana y apartó a Ishizaki de ahí.

-¿Cómo…? ¿Eres tú? –dijo el Arcángel de la Tierra, sorprendido. -¡No me digas que viniste a acabar conmigo!

-No seas idiota, Arcángel de la Tierra. Podré ser un Arcángel Negro, pero mi destino ya no está bajo el yugo de Kuro, así que ya puedes figurártelas.

-Vaya, así que ahora los Arcángeles Negros han regresado. ¡Bien deberían saber que el Guía Negro piensa hacer que paguen su deuda con sangre! ¡Apocalipsis!

-¡No molestes! ¡Fuego Negro! –y el ataque de Santana fue desviado.

-Cierto que los Arcángeles Negros tenían más experiencia y nivel que nosotros –se dijo Ishizaki, avergonzado. –Pero no voy a quedarme atrás.

-Bien dicho. ¡Ataquemos a la vez!

-¡Me parece bien! –y Jinko y Ryou atacaron a la vez con sus armas, dejando a Santana malherido.

-Ganaron por hoy… -y el Contraarcángel desapareció. Los ganadores de la pelea volvieron a la normalidad y Ryou disipó la barrera que formó.

-¡Oh, no! ¡Yukari me va a matar! –dijo Ryou una vez miró la hora.

-Corre; ella aún sigue en el cine –dijo Jinko.

-Gracias, Jinko-san –y el joven corrió, aunque no se había curado de sus heridas.

Entretanto, en la casa Ozora (en Shizuoka), Daichi estaba haciendo sus deberes, mientras Natsuko bordaba unos manteles. Sin embargo, el chico no estaba solo; aunque nadie lo podía ver (a excepción del mismo Daichi), Shiro, aún muy débil estaba ahí.

-Shiro-san… ¿Crees que mi hermano esté bien? –dijo Daichi en susurros, pues no quería que su madre se diera cuenta.

"Eso espero… Es la única esperanza que tenemos."

-¿Es impresión mía, o hace algo de frío aquí? Voy a cerrar la ventana.

Daichi se levantó y cerró la ventana de su habitación, pero no pudo evitar ver que la luna estaba a punto de desaparecer.

-¡Cielos! ¡Un eclipse lunar!

Sin darse cuenta, el menor de los Ozora (por ahora) había gritado, y Natsuko se sobresaltó. Sin embargo, ella miró a través de la ventana, y recordó lo que Shiro había dicho.

"Sólo lo harán… En la luna negra… Si el Tsukai así lo… quiere…"

-Me pregunto si Tsubasa pensó en que necesitarían aliados… Si es así, entonces me sentiré más segura… Aunque espero que la "luna negra" signifique un eclipse.

-¡Mamá! ¿Ya viste el eclipse?

-Sí, Daichi. Pero no te desconcentres; tienes que terminar tus tareas.

-Pero si ya terminé, mamá.

-¿En serio? –pero el timbre de la casa los sorprendió.

-¡Yo voy! –Daichi corrió a abrir la puerta, para encontrarse con Misaki. –Hola, Misaki-kun. ¿Cómo estás?

-Mejor, gracias. ¿Y tú?

-También.

-Misaki-kun –dijo Natsuko, bajando las escaleras, mientras el joven ya estaba en la sala. -¿Cómo vas con tu rehabilitación?

-Mejor. Imawano-san es una excelente doctora.

-¿Sabes si ha pasado algo extraño últimamente?

-Pues…

-No te preocupes; ya sé que mi hermano es un superhéroe –dijo Daichi. –O bueno, no tanto un superhéroe como una especie de salvador divino.

-¿Cómo es que…?

-Daichi ya sabía algo y no tuve más remedio que decirle –aclaró Natsuko.

-Bueno… Pues tuve que luchar otra vez.

-¿Cómo? Si a duras penas puedes caminar, creo.

-Gracias a esto –y con cuidado el Arcángel del Agua desplegó sus alas.

-¡Cielos! –exclamó Daichi, sorprendido.

-No te sorprendas; Tsubasa-kun también tiene. Y hace poco me llamó uno de nuestros aliados, Wataru. Me dijo que los Arcángeles Negros están de vuelta.

La expresión de Natsuko era de sentimientos encontrados.

-¿Y qué dijo?

-Dijo que aunque había recuperado sus poderes, esta vez no estaba en contra, si no a favor de nosotros.