Capítulo IX: Unidos En La Lucha

Capítulo dedicado a Yato Acevedo, que en paz descanse

Tsubasa y Sanae estaban felices en Barcelona; Tooru y Wataru estaban conversando por teléfono; los que vivían en Japón dormían a pierna suelta… Y Kojiro estaba reflexionando sobre lo que le había contado Rairyuu.

"Las cosas van de mal en peor; al parecer ya atacaron a Tsubasa, Taro y a Ishizaki, pero a la vez los Arcángeles Negros están de regreso. ¿Podremos confiar en ellos?" –como saben, Hyuga siempre ha sido más bien desconfiado aunque no lo demuestre. Seguía en la misma actitud, tumbado en su cama con las luces apagadas, pues para él era más fácil pensar en la oscuridad. Sin embargo, no encontraba del todo las conexiones entre los Arcángeles y Contraarcángeles.

"Tsubasa y Santana, lo comprendo, al igual que Misaki-kun y Pierre; no por nada son rivales por el mismo sueño. Pero, ¿por qué Santana atacó a Ishizaki, que ni siquiera lo conoce bien? Y sin embargo no sé quiénes más sean los Contraarcángeles… Aunque sí tengo la corazonada."

También recordó que Rairyuu le comentó algunas cosas sobre Takeshi, Kazuki y Ken…Pues los amigos son los amigos.

Ken andaba en Yokohama, Takeshi había decidido hacer un peregrinaje al monte Fuji y Kazuki (Rairyuu no lo llamaba por su apodo) estaba en Kobe. Todos ellos andaban bien, pero ninguno sospechaba del secreto que tanto Kojiro como el joven de los mechones rubios guardaban celosamente.

-En todo caso, será mejor estar preparado para saber a qué atenerme; nunca se sabe con esto de ser el Arcángel del Fuego.

Sin embargo, Kojiro comenzó a reflexionar sobre aquello: Ser el Arcángel del Fuego.

"Fuego… Sí, cómo no. Lo único que tengo de fuego fuera de mi ataque es mi signo. Además de ello, sigo siendo el mismo… No. Eso no es verdad. Dejé de ser el mismo Hyuga Kojiro desde los quince años. Claro, antes era sencillamente el capitán del equipo, y mi mayor preocupación era vencer a Tsubasa, pero cuando el Arcángel del Trueno me atacó, todo cambió por completo. Tsubasa seguía siendo mi rival, pero a la vez era mi aliado. Debía aprender a controlar los poderes que tenía dormidos… Y ni qué decir de las batallas. Por suerte no había muertos. Sin embargo, todo eso parece un juego de niños al lado de lo que vivimos ahora; somos ya adultos, y aunque nuestros poderes se han oxidado, valga el chascarrillo, tendremos que volver a como antes. Por lo que he oído, los Contraarcángeles son mucho más poderosos que nosotros… Y si nos costaba trabajo luchar con Rairyuu y los demás, luchar contra Santana y los nuevos enemigos va a ser casi un suicidio."

Claro, no lograba imaginar lo que iba a pasar en los siguientes días, y tampoco se dio cuenta de cuándo se quedó dormido mientras reflexionaba. Sin embargo, comenzó a soñar. Primero eran cosas irrelevantes, como suele pasar, pero de repente vio a un ser de alas negras, como de gárgola… Y una figura tan claramente femenina que daba miedo. Se veía a sí mismo luchando contra alguien cuya cara no lograba distinguir, pero de inmediato el ser de alas de gárgola atacó con una velocidad imposible… Y se vio muerto.

En ese instante se despertó, asustado.

-¿Qué demonios…? ¿Quién era ese ser de las alas de demonio? Esto no me agrada nada –y Hyuga tomó su teléfono, pero lo pensó dos veces. No podía llamar a alguien siempre que pasara algo malo.

"Debo dejar la mala costumbre de llamar a alguien cada vez que pasa algo. Sin embargo, lo que vi no me gusta para nada. Entonces, ¿debo llamar a Tsubasa o no?"

Sin embargo, el impulso de informar pudo más y marcó el número de teléfono; ya se lo sabía de memoria. Timbró una, dos, tres veces, hasta que le contestó una voz conocida.

-Hola, casa de la familia Ozora. Habla Tsubasa

-Tsubasa, soy Hyuga.

-Hyuga-san… Supongo que ya te contaron lo que ha pasado.

-Sí. Rairyuu ya me lo dijo. Sin embargo, yo tengo un mal presentimiento.

-¿Cómo es eso? Estás teniendo presentimientos a menudo.

-Estaba dormido y comencé a ver algo que me dejó helado.

-¿Qué fue?

-Una mujer, o eso creo, con alas de gárgola, o de demonio. Bueno, no es por ser presumido, pero me vi luchando contra alguien más, y de repente el demonio que vi me atacó y… me mató.

-¿Qué dices? ¿Te viste muerto?

-Así es… Así que tengan mucho cuidado si ven a una mujer con alas de demonio. Y creo que fui muy claro, ¿verdad?

-Como el agua, Hyuga-kun.

Rato después, sin poder dormir (y eso que durmió como una o dos horas Oo), Hyuga decidió salir a dar un paseo para aclarar su mente. Sin embargo, para ser casi mediados de primavera sintió mucho frío.

"Esto no me agrada nada. Mediados de primavera y hace frío… ¿O será que el Arcángel del Hielo anda por aquí?"

-Hyuga… Tiempo sin verte –dijo una voz detrás de él… Una voz que ponía al 'Tigre' furioso.

-¿Qué haces por aquí, Hino?

-Vaya manera de saludar a un amigo.

-Me parece que sobra aclarar que no eres mi amigo.

-Entonces, ¿con cuántos dedos de la mano puedes contar a tus amigos, Hyuga? Tú alejas a todo el mundo. Si no con tu cara, con tu forma de ser.

-Cómo te atreves… -y Hyuga intentó darle un puñetazo al uruguayo-japonés, pero su golpe dio en un enorme escudo redondo con una afilada punta en el centro… Un escudo de Shijin.

-Je, eres tan impulsivo que no ves lo que atacas –dijo Hino, sonriendo macabramente mientras Hyuga se masajeaba la mano adolorida.

-¿Qué dices?

-Vaya que eres bien idiota. ¿No te das cuenta? Te conozco casi por completo.

-¿Qué tan seguro estás de eso?

-Tan seguro como de que soy un Contraarcángel, Hyuga Kojiro –y tanto las alas como las marcas bajo los ojos de Hino aparecieron.

"¡Un Contraarcángel! Que nadie salga lastimado, que nadie lo note ni lo recuerde… Que nadie fuera de Hino y yo esté involucrado en esta situación."

Ya saben cuán ágil es la mente de Hyuga, y por suerte se formó la barrera. Una vez completada, las alas y las dagas del moreno futbolista se revelaron, y comenzaron la pelea, aunque ya saben quién tenía la desventaja.

-Me das lástima, Hyuga. No eres ni la mitad de fuerte que mi dedo meñique.

-No me busques que me vas a encontrar… ¡Tormenta de Fuego! –Hyuga atacó a Hino, pero el escudo de éste repelió el ataque fácilmente.

-Por favor… ¿A eso le llamas un ataque? Yo te enseñaré lo que es un ataque. ¡Armagedón! –Ryoma colocó dos de sus dedos entre sus cejas, se concentró y una ráfaga oscura salió de sus dedos cuando llevó bruscamente su mano hacia el lado, como apartando algo invisible. El ataque dio de lleno en Kojiro, quien cayó al suelo.

-Rayos… Aún estoy muy oxidado, y Ryoma es muy fuerte… -se dijo, tratando de ponerse en pie.

-¿Ya te das por vencido?

-¿Olvidas con quién estás hablando? –y Kojiro de un salto arremetió con sus dagas contra Hino, quien a pesar de escudarse tras su arma no pudo evitar el ingenioso ataque del Arcángel del Fuego. ¿Cómo le hizo? Pues Hyuga aparentó atacar desde arriba, sabiendo que Hino quedaría descubierto por debajo, y cuando parecía que iba a atacar, se teletransportó y atacó directo a la espalda del Contraarcángel, y aunque se golpeó la cabeza con el borde del escudo, no le importó.

Ryoma cayó de bruces, pero sonreía.

-Bravo, bravo, Hyuga. Debo admitir que ese fue un muy buen ataque. Sin embargo, ¿no sientes algo corriendo por tu cuero cabelludo?

-¿Cómo dices? –y Hyuga se pasó la mano por donde se había golpeado. Sintió algo caliente entre sus dedos.

"Sangre… Entonces el arma de Hino no es sólo la punta del escudo, si no también el borde… No conté con ello, pero no se me olvidará a la próxima."

Hyuga retrocedió dos o tres pasos, fingiendo estar mareado, mientras mentalmente le ordenaba a su cuerpo curarse de la herida de la cabeza. Después, raudo como el rayo se barrió e hizo caer a Ryoma otra vez. El Escudo de Shijin del Contraarcángel uruguayo-japonés cayó lejos de Ryoma, y Hyuga se abalanzó sobre él.

-No eres tan fuerte sin tu escudo, ¿verdad?

-Ya quisieras tú. ¡Armagedón! –y el ataque de Hino mandó volar a Hyuga, que a pesar de todo logró recuperar estabilidad en el aire y contraatacó con su Tormenta de Fuego. Pero como saben, todavía nuestros amigos no recuperan todo su poder, y Hino desvió de un puñetazo el ataque.

-Bueno, ya calmé mis ansias de pelear, Hyuga… Hasta la próxima –y Hino desapareció. ¿Qué hay de nuevo en esto? Nada; a Hyuga le pasó lo mismo que a Tsubasa, Taro y Tooru.

-Odio cuando esto pasa… Definitivamente tengo que recuperar mis fuerzas… A como dé lugar.

A estas alturas, no diera la impresión de que los Contraarcángeles fueran tan fuertes, pues hay que recordar que sólo estaban en 'misiones de reconocimiento', como dirían. Sin embargo, los Arcángeles (tanto Blancos como Negros) habían luchado con todas sus fuerzas, y les había costado muchísimo trabajo luchar, bien porque hasta ahora habían recuperado sus poderes, bien porque estaban recordándolos.

¿Acaso los Contraarcángeles tendrían un punto débil? ¿Habría una manera de detener el terror que Kuro estaba por causar?

Sólo serían vencidos si los Arcángeles Blancos, y los Negros se unen, dijo Shiro a Natsuko.

Ya Ishizaki lo comprobó en su batalla contra Santana, donde recibió la ayuda del Arcángel de la Oscuridad.

Y los demás deberían comprobarlo muy pronto, pues de lo contrario el resultado podría ser la muerte.

Mientras tanto, Shinobu estaba en su apartamento, donde vivía con su novia. Ambos dormían por respeto en habitaciones diferentes, pero en ese instante él estaba mirando por la ventana de su habitación, con su iPod encendido.

"¿Por qué no puedo dormir? Hay algo que me tiene muy inquieto… Pero no sé qué es" –el joven pensaba, mientras le bajaba un poco el volumen a la canción. Miró la hora en su reloj; eran pasadas las cinco de la mañana.

-Caray, si ya es de mañana… Será mejor comenzar la jornada entonces.

-Shi-chan, ¿no has podido dormir? –dijo la novia de él, soñolienta a través de la puerta.

-No, amor… Mejor ve a dormir tú; aún es muy temprano –respondió el Arcángel del Caos, abriendo la puerta.

-Trata de dormir también; recuerda que tu trabajo es nocturno.

-Lo sé, pero hay algo que me tiene inquieto.

-¿Algo relacionado con tu discoteca?

-No. Algo de mi pasado.

-¿Qué es?

-No puedo contártelo, amor.

-Bueno, si tanto insistes –y después de un fugaz beso la joven se fue a su habitación.

-Gracias por entenderme, amor… -y sin embargo Shinobu decidió teletransportarse a Vitalis; algo malo estaba por suceder.

Una vez apareció en la pista de baile del recinto, Shinobu tuvo cuidado de no activar la alarma transformándose en una mosca.

"Sé que algo va a pasar, pero ¿dónde y cuándo?"

-Así que es verdad lo que Santana me dijo… Ustedes están de vuelta –dijo una voz muy conocida para Shinobu, detrás del Arcángel convertido en insecto.

-Kuro… -y rápidamente se convirtió en humano, con su látigo en la mano y sus alas extendidas.

-Aún no me cabe en la cabeza que ustedes se hayan dejado derrotar por el imbécil del Kami no Tsukai… Y yo que me esmeré en enseñarles todo.

-Eso es mentira, Kuro; tú no nos enseñaste todo, y bien que lo sabes.

-¿Qué tan seguro puedes estar de eso?

-Bastante desde que gracias a Tsubasa nos libramos de tu influjo.

-Tsubasa… Sí. El Kami no Tsukai no ha cambiado de nombre desde hace eternidades… Bueno, eso demuestra que el destino y el futuro son inmutables –dijo Kuro, rascándose la barbilla con uno de sus huesudos dedos.

-¿Es eso una especie de chiste?

-Respóndeme una cosa: ¿Cómo crees que sería este presente si ustedes junto al Kage no Tsukai hubiesen vencido?

-Por todo lo que sé, habría sido un infierno. Sólo la oscuridad y el mal reinando en un mundo desierto… Eso no me atrae para nada. Escucha bien, Kuro. Este mundo, y este presente es lo que todos queremos en realidad… Todos excepto tú.

-Te has vuelto arrogante, Arcángel del Caos.

-No; soy sencillamente sincero.

-¿No te han enseñado a respetar a tus mayores? –y el ser de negro liberó una ola de energía que Shinobu no pudo evitar.

-Je, tú exigiendo respeto… Eso sí que es nuevo. ¡Principio de los Tiempos!

-Crees que eso va a detenerme… ¡Tenebris Aeternam! –la capa de Kuro se había convertido en una inmensa ráfaga de energía oscura, engulléndose el ataque de Shinobu.

"Kuro tiene más fuerza de lo que imaginaba… Si alguien puede venir a ayudarme, que lo haga ahora" –el joven dueño de Vitalis hizo aparecer su traje de Arcángel, más presto a luchar. Sin embargo, Kuro ni se inmutó.

-Vaya pérdida de tiempo… Sin embargo, juré que pagarían su deuda con sangre… ¡Tenebris Aeternam!

-No caigo en el mismo error dos veces. ¡Principio de los Tiempos! –Shinobu utilizó su ataque para desviar el de Kuro y de inmediato voló a ras de piso, atacando a Kuro con el látigo de Caos. Sin embargo, el ataque no surtió efecto.

-Me subestimas, Arcángel del Caos… Bien sabes que tu ataque jamás me hará daño.

-¡Pero quizás esto sí! ¡Grito de las Sombras! –Kai, con el traje del Mensajero de las Sombras había llegado. El ataque del joven dio de lleno en Kuro, mandando a volar al Guía Negro.

-¡Kai-kun!

-Perdón por llegar tarde… Estaba dormido cuando presentí lo que pasaba.

-El Kage no Tsukai… Aquel cuyo destino era hacer que la Tierra cayera bajo el…

-Bajo el manto de la Oscuridad y todo eso… Bla, bla, bla. Sé que no duré más de una noche con mis poderes, pero sé quién eres, qué quieres y no voy a permitirlo, Kuro.

Maldiciendo, Kuro se levantó, y de la nada aparecieron dos katanas en sus manos.

-No digan que no se lo buscaron –y en un revuelo de tela Kuro atacó con sus espadas a Shinobu y Kai. El primero no pudo evitar el ataque, pero el segundo lo esquivó hábilmente.

-Eres muy ágil para ser un novato.

-Novato… Podré serlo, pero soy algo más que un Arcángel. No me subestimes.

-¿Qué tan seguro puedes estar de ello?

-Si fuera un Arcángel, ¿no creerías que ya me habrías conocido de mucho antes? Ni siquiera sabías donde estaba yo y por eso habías enviado a los Arcángeles Negros a buscarme. ¿O acaso has vivido tanto que tiene telarañas en el cerebro?

La respuesta de Kuro fue una arremetida contra Kai, quien ya con dificultad logró detener el ataque con la Espada de Caronte. Kuro retrocedió y volvió a atacar, pero Kai no corrió con suerte; las katanas hirieron el brazo izquierdo de Kai y su costado.

-¡Kai! –gritó Shinobu, volando a salvar al joven Mensajero de las Sombras. –Kai-kun, ¿estás grave?

-No lo sé, pero no voy a dejarme rendir.

-Pero estás bastante lastimado.

-Estas heridas son como las que recibí cuando luchamos contra Tsubasa-kun y los demás. Además, estoy seguro que Kuro no está usando toda su fuerza para no delatarse. Y aparte de eso… -Kai dejó escapar unas carcajadas por lo bajo. –Kuro no quedó sin heridas.

-¿Qué dices? –y Shinobu vio que la Espada de Caronte había atravesado a Kuro.

-Bravo, bravo… Por fin alguien que logró herirme, por primera vez en mi larga vida… Sin embargo, ¡esto te pertenece! –como si fuera empujado por una mano invisible, la espada de Kai voló hacia los jóvenes, pero Shinobu logró evitar el ataque llevando a Kai en brazos. La espada se clavó en el suelo, y el Guía Negro desapareció.

-Kai-kun, ¿cómo te encuentras? –preguntó Shinobu, tumbado en el suelo de Vitalis.

-Estas heridas tiene solución, creo. ¿Tú cómo te encuentras, Shinobu-san?

-Agotado. Hacía mucho tiempo no luchaba así.

-Claro… Yo nunca había luchado así… Fuera de la única batalla que tuve.

-No te culpo.

-¿Cómo hago para curar mis heridas?

-Sencillamente concéntrate en eso, y verás.

-Vale –y el joven se concentró en curar sus heridas, al igual que el ex–D.J.

Rato después cada quién se teletransportó a su respectiva habitación, y sin embargo ni el hermano menor de Kai (el mayor ahora vivía en otro lado), ni la novia de Shinobu supieron que ellos habían estado fuera de sus habitaciones.

Shinobu cayó sobre su cama y concentró las pocas energías que le quedaban para curar sus heridas, y después de eso cayó dormido.

"Bendito cansancio…" –fue lo último que alcanzó a pensar. Entretanto, Kai se hizo el dormido cuando Yuu abrió su puerta.

-Kai, despierta, Tienes que ir a clases, hermano.

-Ya lo sé –dijo, fingiendo estar aún dormido, y se levantó a regañadientes.

Ya en Europa todos dormían, y en Japón amanecía. Kai y Daichi fueron a sus respectivas escuelas. Shinobu dormía, pues saben que su trabajo es nocturno. Jinko fue al consultorio para tratar a Taro, quien se veía mejor, pero no lo suficiente. Natsuko comenzó a hacer oficio desde temprano, pues Koudai iba a llegar muy pronto desde Australia, y Rairyuu también acudió a la universidad. Genzo estaba dedicado a la escritura de su cuento, pero aún no estaba del todo satisfecho con el resultado.

Sin embargo, ni Jinko, ni los demás sabían aún de la batalla de Shinobu y Kai contra Kuro, pero no tardarían en saberlo, al igual que las batallas de Tooru y Kojiro.

Aún así… Aún faltaba por revelarse todo el horror que se iba a desatar…

En todo caso, Jinko estaba supervisando los ejercicios de Misaki, aunque ambos estaban en silencio. Ella se veía muy cansada, y él no tanto, pero igual se había dedicado a recuperar sus poderes.

-¿Sabías que el hermano menor de Tsubasa está enterado de todo esto? –dijo Taro, rompiendo el hielo.

-No… ¿Quién se lo dijo?

-Pues Natsuko, la madre de Tsubasa y Daichi le contó todo, pero al parecer Daichi, es decir, el hermano menor, ya sabía algo, aunque no me explico de dónde.

-Yo creía que Tsubasa-kun había hecho que los demás juraran silencio.

-No es para tanto, Imawano-san. Sencillamente Tsubasa-kun le pidió a su madre que no le contara nada si a su padre, ni a su hermano. Pero ya Daichi sabía algo.

-Ah… -dijo Jinko, pensativa. -¿No podría ser porque Daichi sabe algo de ya-sabes-quién?

-¿Yo-sé-quién? ¿A quién te refieres?

-Al Guía Blanco, Misaki-san.

-Es una posibilidad que no se puede descartar.

-Yo estaría más preocupada por lo que vendrá.

-¿Por qué?

-Bien que lo sabes, Misaki-san. Los Contraarcángeles no están pintados en la pared; nosotros hemos comprobado el poder de dos de ellos.

-Sí… Tú luchaste contra Santana y yo contra El Cid Pierre. Sin embargo, casi no pude luchar contra mi rival.

-Me temo que en ese momento nosotros los Arcángeles Negros no podíamos ayudar.

-No creas; Wataru me dio tiempo aún a costa de sus muletas.

-En todo caso, ahora tendremos que luchar todos juntos; o estamos unidos en la lucha, o moriremos divididos –dijo Jinko, sus ojos más serios que nunca.

-Más de acuerdo no puedo estar –dijo el dulce Arcángel del Agua, logrando por primera vez arrancar una sonrisa de la fría doctora.