Capítulo X: La Oscuridad Proveniente del Amor
-Ah, no se me ocurre más… Tendré que preguntarle a Tsubasa lo que pasó porque no sé qué pasó exactamente –se dijo Genzo, estirando sus fuertes brazos. –Pero a esta hora debe de estar durmiendo.
Había estado escribiendo desde que llegó de hacer su rutina de correr por las calles, y aún se sorprendía que no se perdía en Shizuoka a pesar de lo cambiada que estaba la ciudad. Esporádicamente podía venir, y eso que esta vez había decidido venir debido a que necesitaba darle un descanso a sus manos… Aunque ahora las cansaba usando un portaminas.
-Aún a estas alturas me sorprende que yo escriba estas cosas… Y yo que no era precisamente bueno en las clases de literatura.
-Señor, tiene una llamada –le avisó una criada a la puerta. –Parece que es una llamada desde Alemania.
-De acuerdo… -Genzo caminó hacia el teléfono más cercano, sorprendido por la llamada. A esta hora Tooru y los demás debían de estar dormidos.
-Hola, habla Wakabayashi.
-¿Genzo? Soy Marie, Marie Schneider.
-¡Marie! ¿Qué se supone que haces despierta a estas horas? Estás en preparatoria.
-Lo sé, pero necesitaba hablar contigo por algo que me preocupa muchísimo.
-¿De qué se trata?
-Se trata de… Karl –dijo la chica en susurros. -Perdona si te hablo en susurros, pero él está cerca y no quiero que me escuche.
-¿Qué pasa con él?
-Cada día actúa más raro. Se ha vuelto tan frío como el hielo; tanto que ya le tengo miedo.
-¿Por qué deberías de tenerle miedo? Karl es tu hermano, y él no sería capaz de lastimarte, ¿o sí?
-Ya ni sé. size6 (N. de A: Me sorprende que por primera vez en mi vida no pongo a Marie de villana)
-¿Qué tan frío está actuando?
-Ya no sale con sus compañeros, no nos habla, incluso tapó las ventanas de su cuarto para que no entre la luz. Además hoy llegó con unos raspones en la cara que no parecen ser por una caída, como él pretextó.
"Esto no me gusta nada… Por lo que me dice Marie, Karl estaría actuando como… Como un ser oscuro. ¿Acaso será un Contraarcángel?" –pensó el Arcángel del Viento, preocupado.
-¿Genzo?
-Sí, sigo aquí. Es que me cogió por sorpresa lo que dijiste. ¿Has hablado con Herman sobre esto?
-Sí, pero no tiene tu número de celular, así que me tocó romper mi alcancía y comprar una tarjeta de llamadas.
-Veo. En todo caso, Marie, necesito que me hagas un favor.
-¿Cuál?
-Necesito que estés MUY PENDIENTE de lo que haga tu hermano, y HAGAS LO QUE HAGAS, te mucho cuidado.
-De acuerdo, Genzo. Gracias.
-¿Para qué son los amigos? Adiós.
-Adiós –y en ambos lados de la línea colgaron los teléfonos.
"¿Qué hacer? ¿Qué hacer?... A esta hora todos están dormidos, y los que están en Japón ocupados… Será mejor esperar entonces. Sin embargo, pueda que por esperar termine siendo el culpable de la muerte de alguien…"
Sin embargo, recordó que tenía un importante favor que hacer; tenía que ir a Osaka a entregar el encargo que Tooru envió para su familia. Dicho y hecho tomó el paquete, su billetera y se fue a la estación de trenes.
-El tren con destino a Osaka llegará en cinco minutos. Favor esperar detrás de la línea amarilla –oyó el Arcángel del Viento en cuanto llegó. No le quedaba mucho tiempo para comprar su tiquete, así que se apresuró, pero la fila para la taquilla era muy larga.
-¿Y ahora qué se supone que voy a hacer? Oh, creo que ya tengo una buena idea.
¿Qué tramó el arquero? Pues aprovechando el tumulto que había, se convirtió en una abeja y entró al tren.
"Va a ser la primera vez que no pague un tiquete de tren… Y será la última por todo lo que sé. Odio no hacer las cosas como deben ser."
Revoloteó sobre las cabezas de los pasajeros hasta encontrar un lugar cómodo donde posarse: encima del maletín de un ejecutivo. El viaje pasó sin contratiempos, y varias horas después el tren se detuvo en Osaka. Los que habían abordado el tren salieron, y con ellos el Arcángel convertido en abeja. Él estaba confundido, pero tenía la dirección de la familia de Tooru en el bolsillo de la chaqueta, y necesitaba encontrar un callejón donde volver a la normalidad. Al fin encontró un viejo callejón desierto, y ahí el joven volvió a ser el arquero del equipo japonés.
-Veamos… Tengo que llegar a esta dirección, pero no me ubico. Lo mejor será llamar a la casa de la familia de Tooru y preguntar cómo llegar, o si no tomar un taxi… Creo que por eso prefiero Shizuoka.
-Oiga, ¿tiene horas? –preguntó alguien detrás de él.
-Son las doce y veintiséis –respondió él sin voltear.
-Pues bien, entrégueme su reloj y todo su dinero o nos aseguraremos que lo pague caro.
Era un atraco.
-Vaya, vaya, pero si es el mismísimo arquero de la Selección Nacional de Fútbol. ¿No se supone que vive en Alemania?
-Lo que haga o deje de hacer no es problema suyo, y ya déjenme en paz. No saben de lo que soy capaz.
-Uy, qué miedo… -dijo uno de los atacadores.
-Si no me creen, intenten golpearme –Genzo tenía preparada una buena artimaña: usaría sus poderes para que el golpe se les devolviera. De hecho uno de los atracadores, un auténtico gorila, intentó golpear la cara de Wakabayashi, pero ni siquiera alcanzó a tocarlo; el golpe se detuvo en el aire y el impulso que llevaba se revirtió.
-¡Cómo…! Eso es imposible –dijo uno de los atracadores. -¿Acaso Wakabayashi es un brujo o qué?
"Que se vayan de aquí y no recuerden lo sucedido… Que olviden que los derroté y no me busquen más…" –y pensado y hecho los maleantes se fueron, dejando al arquero ileso y con todas sus pertenencias.
Harto ya de tener tantos problemas, Wakabayashi tomó un taxi y le dio la dirección de la casa de la familia de Tooru. El taxista lo llevó hasta una buena casa en las afueras de la ciudad, donde después de pagar el taxi y tocar el timbre, le abrió una mujer menuda de cabello entrecano.
-¿Sí? ¿Qué desea, joven?
-Traigo un paquete de parte de Akuji Tooru.
-¿Cómo? ¿De parte de mi Tooru?
-Disculpe… usted es…
-Soy la madre de Tooru. Qué pena, por favor, siga.
-Esto, de acuerdo.
Genzo y la madre de Tooru entraron a la casa, y de inmediato entraron a la sala, que estaba decorada al estilo antiguo.
-Oh, no sabe cuánto le agradezco que haya venido aquí. Tooru rara vez puede enviarnos algo…
-Lo sé, y por eso él me pidió el favor de hacerlo.
-Entiendo. Perdón por no haber preguntado antes, pero ¿quién es usted?
-Oh, lo siento. Soy amigo de Tooru. Mi nombre es Wakabayashi Genzo.
-¿Wakabayashi Genzo? ¿Acaso no es usted el arquero de la Selección Japonesa de Fútbol?
-Eh, sí… Así es.
-Vaya que tiene buenos amigos entonces. Por cierto, mi nombre es Akuji Moroha. ¿Desea algo de tomar?
Genzo se sintió algo incómodo con toda la atención que la madre de Tooru le ofrecía, pero aceptó.
-Bien. ¡Suma, por favor prepara el té!
-Sí –escuchó a alguien decir en la cocina.
-Perdone. Es mi hija la que está en la cocina.
-Entiendo. ¿Ustedes son de Osaka?
-No precisamente. En realidad el padre de Tooru es de Yokohama, yo nací en Akita, Suma nació en Okinawa y Tooru nació en Hokkaido. Hemos viajado mucho debido al trabajo de Kusuke.
-¿A qué se dedicaba, o dedica el padre de Tooru, Moroha-san?
-Es militar.
-Entiendo… Me recuerdan a un amigo mío cuyo padre es pintor (y en Shizuoka ya-saben-quién estornudó)
-Veo.
-Ah, por cierto, aquí está el paquete que Tooru les envió –dijo Genzo, sacando el paquete que llevaba en su bolsillo. No era muy grande, pero era algo pesado.
-No sabe cuánto le agradezco el favor que nos hace, Wakabayashi-san…
-Madre, aquí traigo el té –dijo Suma, la hermana menor de Tooru, quien al contrario que su hermano, tenía los ojos casi completamente redondos. –Espero que les aproveche.
-Suma-chan, quédate, por favor. Quiero presentarte a la persona que nos trajo el encargo de Tooru.
-¿De Too-chan?
-Así es.
-Mucho gusto. Soy Wakabayashi Genzo.
-Mi nombre es Akuji Suma. El gusto es mío –dijo la chica, que aunque sabía quién era Genzo, trató de mantener la compostura todo el tiempo.
Rato después, Wakabayashi se despidió de Moroha, Suma y Kusuke, quien llegó después, muy cansado… Y una vez Genzo lo vio, supo de dónde sacó Tooru sus rasgos.
-Bueno, no quiero tener que tener tantos problemas. El té es el mejor que he tomado y la familia de Tooru es muy amable, pero debo regresar ya a Shizuoka –se dijo, mientras caminaba.
-¿Qué? ¿Tan pronto? A duras penas te acabo de encontrar –escuchó decir a una voz detrás de él… Una voz sospechosamente conocida.
-¿Quién anda ahí? –dijo Genzo, volteándose, y quedando boquiabierto con lo que veía.
¿Era ella?
No, no era ella.
La persona que había hablado era demasiado parecida a Sanae, pero tenía un aura maligna a su alrededor. Al parecer nadie notaba que ella y él estaban ahí. Al principio ella estaba simplemente vestida de negro, pero la 'falsa Sanae' creó una barrera oscura a su alrededor y de inmediato sus ropas cambiaron… Y mucho.
-¡Sanae! Pero… ¿Qué significa esto?
-No soy precisamente la Sanae que conoces, Arcángel del Viento... –dijo ella, ahora ataviada con un escotado vestido rojo, cintas blancas en los delicados pies, y una mirada maligna en los ojos, aparte de tener un yo-yo en las manos. –Y al contrario que los Contraarcángeles, soy invencible.
-¿Qué dices? –Genzo estaba aterrado. -¿Cómo que no eres la Sanae que conozco? ¡Tienes que serlo! ¡Sólo ella sabe quiénes somos todos nosotros!
-No soy la Sanae que conoces del todo… Aunque sí, en parte también lo soy…
Genzo presintió que se avecinaba una batalla. Intentó formar la barrera para las batallas, pero…
-Ni te molestes. Ya lo hice… Y más bien prepárate para luchar, Arcángel del Viento. ¡Ondas Mortales! –la 'falsa Sanae' extendió sus manos a los lados, y unas ondas negras volaron de sus manos. Por poco acierta, pero Genzo actuó rápidamente.
-Qué fuerte es… Sin embargo no me puedo dejar vencer. ¡Viento Huracanado! –Genzo contraatacó, pero el ser de rojo esquivó el ataque fácilmente, y desplegó un par de alas demoníacas.
Era el ser que Hyuga había visto en sueños. Era Kurai, el ser que el Guía Negro había creado.
"Si alguien me escucha, si alguien puede, ¡por favor ayúdeme!" –pensó Genzo desesperadamente, mientras esquivaba los ataques de Kurai y atacaba en vano. Pero al parecer nadie le escuchó, hasta que…
-¡Corriente Marina!
-¡Alto Voltaje!
-¡Fuego Negro!
Los tres ataques dieron en Kurai, que a pesar de todo salió ilesa, pero estaba algo aturdida. Genzo volteó a ver quiénes habían llegado, y no pudo sentirse más agradecido. Jinko, Rairyuu y Taro estaban allí.
-Gracias a Dios llegan –dijo, volando hacia donde ellos estaban.
-No pudimos llegar antes sin poder disimular. Ishizaki-kun no puede venir porque está en Hokkaido –aclaró Taro.
-No importa…
-¿Quién es ella? ¿No se supone que es la esposa del Kami no Tsukai? –dijo Rairyuu, señalando a Kurai, que aún estaba algo mareada.
-Es ella y a la vez no es ella. Tengan muchísimo cuidado. Es peligrosísima.
-Pues no perdamos tiempo. ¡Fuego Negro! –Jinko atacó a Kurai, pero el ataque no surtió efecto.
-¿Acaso creen ustedes que sus simples ataques me van a hacer daño? ¡Ondas Mortales!
El ataque dio en todos, pero por alguna extraña razón seguían vivos.
-Es… muy… fuerte –murmuró Taro, apoyándose en su Tridente y apretando los dientes por el dolor de su lesión.
-Bien que nos lo advertiste, Wakabayashi –agregó Rairyuu, mientras Jinko no se levantaba.
-Je, tienen suerte que mis poderes no estén del todo desarrollados… Al fin que acabo de nacer. Pero a la próxima… No tendrán tanta suerte. Tan cierto como que soy Kurai –y como si nada desapareció, y junto con ella la barrera.
-¿Cómo que acaba de nacer…? Esto ya se sale de lógico –dijo Jinko, incrédula después de que todos volvieran a la normalidad.
-Quién sabe… En este mundo patas arriba casi todo es posible, Jinko –dijo Rairyuu, quien no pudo evitar quejarse del dolor.
-Ni que lo digan. Esto parece de cuento de ciencia ficción o de terror –agregó Taro, mientras Genzo tragaba saliva, nervioso por el inocente comentario de su amigo. Nadie sabía de su idea.
-En todo caso, ¿qué hacías aquí en Osaka, Wakabayashi-san?
-Entregando un paquete que Tooru envió a su familia.
-¿A Moroha-san? –preguntó Rairyuu.
-¿La conocen?
-Bueno… Una vez eres parte de todo este asunto, difícil no conocer a la señora que hace el mejor té verde de Japón.
-En todo caso sólo vine a cumplir el favor que Tooru me pidió. Y ahora con permiso… -y Wakabayashi desapareció. Los demás hicieron otro tanto; a pesar de todo tenían cosas que hacer.
Sin embargo, el terror de los días pasados no era más que un mal recuerdo comparado con el pánico que la temible Kurai había causado.
Entretanto, Kuro estaba meditando, en dondequiera que se encontrara, cuando apareció su más vil creación, riéndose.
-¿Ahora qué pasó, mi niña? –preguntó, mientras se ponía de pie.
-Yo no sé cómo es que los otros tienen problemas con esos tontos Arcángeles, Kuro-sama.
-Ten en cuenta que aunque sean Contraarcángeles, Santana y los demás también son simples humanos, Kurai. No como tú y yo, que no somos humanos.
-¿Y tú qué eres? –preguntó Kurai con tono infantil.
-Fui un mensajero de la oscuridad antes… Y ahora soy lo que soy. En cambio tú –dijo Kuro, tocando la cara de Kurai con uno de sus huesudos dedos. –Eres más poderosa que cualquiera porque eres el lado oscuro de un ser de luz… Es decir, eres la Oscuridad proveniente del Amor.
-¿Qué significa eso?
Kuro suspiró de resignación. Aunque Kurai era físicamente perfecta y tremendamente poderosa, era como un polluelo recién nacido, y fuera de tener sed de sangre, también estaba sedienta de saberlo todo.
-Naciste del lado oscuro del Arcángel del Amor… Y aunque esa es tu gran fortaleza, mi niña, también puede ser… Tu punto débil.
-Yo no tengo puntos débiles. Soy invencible. Fuiste justamente tú quien me lo dijo.
-Sin embargo, recuerda que bajo ninguna circunstancia debes permitir que el Arcángel del Amor te toque. ¿Me hice entender, Kurai?
-Sí, Kuro-sama –y en medio de una risotada entre infantil y maligna Kurai se esfumó.
-Podrá ser mi arma secreta, pero no sirvo para cuidar niños definitivamente.
¿Cómo reaccionaron los Contraarcángeles cuando Kurai 'nació'?
Hino no pudo evitar quedarse boquiabierto. Cierto que Sanae (la verdadera) es bonita, pero Kurai era de una belleza oscura: despampanante y despiadada.
Karl la miró de arriba abajo, pero prefirió mantenerse al margen, aunque no pudo evitar sentirse ligeramente atraído por ella y su frialdad.
Pierre no pudo más que comenzar a mostrarle las pocas cosas que él consideraba rescatables del mundo, como las rosas y los caballos. Sabía que Kurai estaba ávida de conocimiento, y eso le pareció excelente para 'lucirse' con la 'hija' del Gran Guía.
Y a Santana la dio la misma. Él nunca había tenido un gusto particular por las mujeres, aunque en esas cuestiones era recto. Sencillamente era demasiado frío como para pensar en esas cosas.
Sin embargo… ¿Qué dirían los que vivían en Europa al saber que la Oscuridad surgida de Sanae había nacido?
Amaneció en Europa, y con el sol se despertaron los Arcángeles que vivían en España, Francia, Italia y Alemania. Tsubasa se levantó temprano, evitando despertar a su esposa (quien estaba por alguna extraña razón más pálida) y se preparó para su viaje a La Coruña. Sin embargo, sonó el teléfono de la casa, y él se apresuró a contestar.
-Hola, casa de la familia Ozora. Habla Tsubasa –ya era costumbre para ellos contestar en español por si cualquier cosa.
-¿Tsubasa-kun? Soy yo, Misaki.
-¡Misaki-kun! ¿Cómo va todo por allá? Mi madre me contó que ya tenemos más aliados.
-Por suerte así es… Pero llamo para advertirte algo muy grave.
-¿Qué dices?
-Hoy Wakabayashi-kun estaba en Osaka…
-¿Qué hacía él por allá? No tenemos conocidos en esa ciudad.
-Entregó un encargo. Como decía, él estaba en Osaka, después de entregar el encargo que le habían pedido que enviara, cuando alguien lo atacó.
-¿Alguien lo atacó? ¿Fue Santana?
-No. Lo atacó Sanae… O al menos eso pareció
-Es imposible que Sanae haya hecho eso. No se movió en toda la noche y además le tengo prohibido luchar.
-¿Cómo es eso?
-Sólo mi madre lo sabe, pero Sanae y yo vamos a ser padres.
-Entonces… Kuro debió crear una Sanae maligna, o algo así.
-¿Por qué?
-Ten en cuenta que somos cinco Arcángeles Blancos y cinco Arcángeles Negros. ¿Y no pueden ser sólo cuatro Contraarcángeles, verdad?
-Cierto.
-Está Santana por Ishizaki e Imawano y Pierre por Wataru y yo… Y no sé quiénes más estén metidos en todo este lío.
-Habrá que preguntar.
-Sería alguien por Kojiro e Ikazuchi y por Wakabayashi y Akuji… Y teniendo en cuenta esto, ¿No crees que Shinobu y Sanae también tendrían un equivalente en poder?
-Sí, pero… No me explico eso de la otra Sanae –Tsubasa estaba muy confundido y pensativo.
-Tsubasa-kun… ¿No has notado algo raro en Sanae últimamente?
-Pues lo único raro es que ella ha tenido un hormigueo extraño, y ayer la encontré inconsciente en el piso de la casa. Según ella tuvo un ataque de dolor.
-Yo creo que eso podría ser…
-¿Qué?
-Espero estar equivocado, Tsubasa-kun… Pero creo que Kurai, ese ser que atacó a Wakabayashi-kun… Es la misma Sanae, o una parte de ella al menos
-¡¡¿¿!
