CAPÍTULO 35. Distanciamientos


Comentarios de los reviews:

Caro: En el fic, Mineta sólo tiene cabida para lo mismo que en el manga. Así que si está presente en una conversación sobre chicas, hará el comentario oportuno. Este tipo de personajes no es precisamente santo de mi devoción, la verdad, pero entiendo que lo metan como punto cómico de un manga shonen. Pero si te fijas, tampoco tiene nada más. No tiene virtudes que compensen lo mucho que alguien así te echaría para atrás. Así que es difícil hacer algo serio con él... Vamos, es que ni siquiera me planteo que alguien lo haga. Es un mero personaje cómico.

Astron: Si yo entiendo que una persona no pueda actualizar así como así una historia. Para empezar, es un hobby, por lo que cualquier responsabilidad de nuestra vida irá por encima de ello (aunque luego te encuentres gente que no lo quiera entender u_uº). Pero para continuar, depende de algo que es muy volátil: la creatividad. Así que ya no es sólo que necesites tiempo libre, sino que en ese tiempo libre tu creatividad funcione. Así que lo entiendo y lo hago también para otros autores. Pero en lo personal, me joroba mucho tener una historia pendiente T_T

Mariana Elias: Al principio no avisaba, pero luego empecé a ver comentarios de: «hoy no han salido» o «para cuándo nuestra pareja» y ahora ya lo aviso para que no os llevéis chasco al ver que no salen XD. De lo que dices del traidor, para mí que es Midnight, ¿no visteis lo buena actriz que es? XD. No, hablando en serio. Si yo fuese el autor, no me la jugaba: dejaría que fuese un profesor (de hecho, yo haría que fuese el director ^o^, ¡hombre que sí! Un tipo superinteligente con tirria a la humanidad porque experimentaron con él lo indecible y ningún héroe le salvó, y que sabe todo del One for All... Si es que lo deja a huevo XD). Que sea un estudiante implica que la probabilidad de incongruencias según avance el manga sea bastante alta. Un manga no es una novela que antes de publicarla has podido retocar el principio si fuese necesario. Un manga ya tiene historia publicada; no puedes cambiar nada ya. O lo tiene muy, muy claro desde el principio quién es, o puede meter la pata bien metida. Esto no te pasa con los profesores porque casi todos tienen un perfil bajo en la historia. Si fuese un estudiante, tendría que hacer con él algo parecido a los profesores, pero eso, a su vez, tiene el peligro de llevarte a descartar gente con perfil alto. Si fuese una novela todavía, pero en una historia serializada larga... es muy arriesgado :-S

Vivianabenavidescordoba: No hacía falta que te fueses a otro fandom para saberlo. En RK estoy actualizando otro fic. En cuanto a «Recuerdos olvidados», no tengo cabeza con él porque mi creatividad está centrada en otras historias. Por eso está parada. Y por favor, dejad de pedirme la versión vieja, porque para vosotros es vuestra forma de decirme lo mucho que os gusta la historia, pero para mí es lo mucho que estáis pasando olímpicamente del trabajazo que me estoy dando arreglándolo. Y me mosqueo mogollón y me entran ganas insanas de borrarlo. Así que no lo pidáis más porque acabaré haciéndolo.

Nothing y Roayme: Me alegra que os hayan gustado ;-D

Gabe Logan: Hagakure es complicada, pero aun así, me sorprende lo poco explotado que está su personaje. Hay muy poca gente que escriba sobre ella. En cuanto a la trama TodoMomo, casi todo lo que queda es de ellos. Sólo quedan Kirishima y Ashido, que van en el capítulo siguiente a éste. Así que el resto es de la pareja principal ^_^º

Gracias por vuestros reviews *o*. El de hoy es un capítulo valle de nuestra pareja para enlazar la movida que pasó con la que viene, pero espero que os guste ;-D


CAPÍTULO 35. Distanciamientos

En cuanto Cementoss salió por la puerta del aula dando por finalizada una de las clases más aburridas de literatura moderna dadas hasta la fecha, Kaminari se apresuró a sacar su teléfono móvil y ponérselo a Jiro delante de la cara. Aquélla era una de las ideas más brillantes que había tenido para conseguir practicar solo en su habitación sin la habitual descoordinación en los ritmos y, por eso, no iba a aceptar de su parte un no por respuesta.

Pero la sorpresiva acción de Kaminari consiguió sobresaltar a Jiro y ésta se echó hacia atrás de forma refleja.

—¿Qué haces?

—Quiero grabar cómo cantas —replicó con la condescendencia propia de quien dice una obviedad.

—¿Perdona?

—Cuando practico solo en mi habitación me cuesta más que cuando lo hago contigo —explicó—. Y he llegado a la conclusión de que es porque no tengo tu voz para guiarme.

Jiro ni siquiera fingió el mirarle por unos momentos como si le estuvieran diciendo una tontería… y es que lo era. Porque el hecho de que le resultara más fácil tocar la guitarra cuando estaban juntos, era porque ella le corregía para que tocara mejor, no por su voz.

—No es porque yo cante —repuso con un suspiro cansado—. De hecho, mi voz es una interferencia que podría confundirte porque puede coger otro ritmo distinto a lo que tienes que tocar.

—No es verdad —refutó enérgico—. Cuando toco solo me falta tu voz de fondo. Así que canta —le exigió con el teléfono más cerca del rostro que antes.

Jiro volvió a observarle con el mismo desconcierto que antes, pero esta vez se giró hacia el pupitre de Kaminari para enfrentarle. Y entonces, pensó detenidamente en sus palabras mientras le bajaba el brazo para apartarle de su cara.

Por desgracia, algo de razón sí que podría tener, reflexionó. Kaminari no sabía leer partituras ni podía tocar de oído. Para la representación musical de la clase se estaba limitando a aprenderse la canción de memoria. Y como siempre practicaba con ella —ya fuese solos o en grupo—, podría estar aprendiéndose la canción con el resto de acompañamientos. Era posible que el resto de integrantes le estuviera marcando un ritmo a lo que él tenía que tocar y de ahí que no se concentrara solo.

—No me voy a poner a cantar en medio de clase.

—¿Eso quiere decir que lo puedes hacer luego? —preguntó esperanzado.

—No, tampoco —se negó, para disgusto de Kaminari—. Si quieres oírme, tendrás que ensayar conmigo.

—Ya practicamos juntos un montón de horas —se quejó él—. ¿En serio quieres que sean más? Te vas a aburrir.

Jiro cogió uno de sus conectores y empezó a juguetear con él. Kaminari observó esa acción involuntaria que sabía que ella hacía cuando se sentía incómoda.

—Bueno… —empezó cohibida, con un encogimiento de hombros—, todo sea por el bien de la actuación.

Kaminari se irguió cuando vio un ligero sonrojo formarse en sus mejillas y, con ello, tuvo un momento de lucidez —que no supo bien de dónde le vino—, que le dijo que aquella era la forma de Jiro de proponerle pasar más tiempo juntos.

Su rostro dibujó una sonrisa pícara al darse cuenta de que, a pesar de que ella le había recriminado ser más directo a la hora de pedirle cosas, Jiro no era capaz de acatar sus propias palabras. Así que se apoyó en el pupitre de manera relajada y supo que ese gesto la puso nerviosa cuando la vio mirar hacia otro lado.

—¿Estás segura de eso? Porque podría acapararte mucho tiempo —añadió con sorna.

—Y qué remedio me queda —contratacó ella—. Eres un idiota que todavía no ha sido capaz de aprenderse una simple canción.

Fue una provocación, una de tantas de las que tenían cada día. Pero a diferencia de otras, esta vez no le entró al juego porque fue consciente de que ésa era su manera de desviar el hecho de haber sido ella la que le pidiera pasar más tiempo juntos.

Y Jiro lo notó. Miró hacia la pizarra, con un sonrojo más intenso que el anterior.

—Que sepas que, a partir de ahora, te va a quedar poco tiempo para hacer deberes —se jactó Kaminari.

Jiro resopló y se frotó los ojos con resignación.

—Me lo he buscado —susurró.

Kaminari se rio.

Y Momo sintió mucha envidia.

No había podido quitar sus ojos de esa escena en medio de una clase llena de conversaciones de fondo. Ella quería poder hacer eso también. A pesar de lo sucedido días atrás entre ellos, Kaminari y Jiro podían tratarse sin problemas como siempre. Quizás podría deberse a que ellos sí tenían conocimiento de que había un ligero interés mutuo.

Pero, en su caso, ni era ligero ni era mutuo. Se había quedado literalmente hecha polvo cuando Todoroki le dijo que había otra persona en la ecuación. Ese golpe no se lo había esperado. Habían hablado de sus amistades previas y él le había dicho que no había tenido ninguna. Pero eso no implicaba que no pudiera estar interesado en alguien de forma romántica. Había mucha gente que se sentía atraída por otros sin necesidad de interactuar; sólo con ver lo que hacían. Y a Todoroki podría haberle pasado algo similar. A fin de cuentas, no había estado encerrado en casa.

Pero dentro de lo malo, tenía un punto a su favor bastante grande. Eso era lo que la mantenía con esperanza. A diferencia de esa chica, ella podía pasar mucho tiempo con él. Prácticamente vivían juntos. De modo que tenía la esperanza de conseguir que esos sentimientos de atenuaran y pudiera fijarse en la chica que sí tenía delante. Pero no tenía una idea clara de qué podía hacer para eso. Nunca había interactuado mucho con chicos; no sabía qué hacer para atraerlos.

Le miró de reojo. Todoroki no se había movido de su sitio en toda la mañana y tampoco había hablado gran cosa con nadie. Ni siquiera cuando empezó a correr por la clase el pequeño espectáculo que habían dado Ojiro y Hagakure en el pasillo. Había tenido la ligera impresión de que no se había enterado del tema. Parecía abstraído más que distante.

Y sabía a ciencia cierta que era por la conversación del día anterior. Se suponía que habían quedado en tratarse como siempre, pero casi ya no sabía lo que era eso. Desde hacía un tiempo todo era tenso entre ellos. Por mucho que intentaran retomar una normalidad, ambos tenían que ser conscientes de que era una normalidad forzada. Luego, en ese terreno, tampoco sabía muy bien qué hacer para cambiar ese ambiente entre ellos.

Estaba perdida por completo en lo que respectaba a Todoroki.

—Yaoyorozu —la llamó él, como si le hubiera invocado. Ella se sobresaltó.

—¿Sí?

—Esta tarde tenéis ensayo para la representación musical, ¿no?

—Ah, sí.

—Bien.

No dijo nada más y Momo se quedó desconcertada ante esa conversación venida de la nada.

—¿Por qué lo preguntas? —dijo con curiosidad.

—Porque eso me deja tiempo para practicar lo del fin de semana —contestó.

—¿No quieres que lo vea? —replicó con un matiz dolido.

—Recuerda que es una sorpresa.

Eso la animó y Shoto sonrió por dentro. Hablar de sus prácticas en el patio solía tener ese efecto. De hecho, Yaoyorozu se puso a comentar distintas hipótesis sobre qué había pensado en un vano intento de sonsacarle.

A veces tenía la sensación de que aquél era el único tema seguro entre los dos. Si las cosas se torcían, sus prácticas «ya no tan clandestinas» conseguían relajar el ambiente. Le ponía nervioso que Yaoyorozu se mantuviera tan silenciosa a pesar de que era algo que antes no le sucedía. Era increíble cómo algo que dos meses atrás era normal, ahora le dejara inquieto hasta el punto de tener que iniciar él una conversación.

Estuvieron hablando de ello hasta que poco después empezó la última clase de la mañana. Por la tarde tuvieron entrenamiento de singularidades por lo que no volvieron a coincidir. Pero ese pequeño rato distendido entre las últimas clases de la mañana le instó a concentrarse en su entrenamiento particular. Si aquél era su tema seguro por excelencia, tenía que conseguir pasar el mayor tiempo posible con ella en ese entorno. Y para eso, primero tenía que lograr perfeccionar la técnica. Cuando lo hiciera, volverían a tener momentos en los que no se encontrara con una Yaoyorozu incómoda o presionada.

Que era lo que necesitaba para conseguir su objetivo final con ella.

Cuando regresó al anochecer, aún estaban sus compañeros ensayando en el salón principal. Aparte de ellos, había otros más que estaban observando la actuación. A pesar de que a veces se sentía como acoplado al ambiente amistoso que se generaba entre sus compañeros cuando estaban en la residencia, la música y sus consecuentes parones para matizar mejoras le hizo envolverse en él. Tanto actores como espectadores estaban concentrados en el mismo objetivo, a diferencia de la rutina habitual donde sus compañeros formaban pequeños grupos y él muchas veces se mantenía al margen sin saber en cuál incluirse.

Para ser una persona que se vanagloriaba de querer pelear en solitario, era curioso que prefiriese los objetivos comunes en el día a día. Pero era lo que en esos momentos le hacía sentirse más seguro a la hora de socializar con sus compañeros. A pesar de las incipientes amistades que había ido forjando, la más afianzada con diferencia era la de Yaoyorozu, la cual, paradójicamente, era la que más andaba en la cuerda floja.

La observó mientras tocaba, concentrada en la partitura, pero con la seguridad de años familiarizada con ese instrumento. Shoto se tuvo que contener para no suspirar de complacencia ante la imagen.

Yaoyorozu era demasiado atractiva para su propio bien; un imán agradable para los ojos de cualquier chico. Eso, en más de una ocasión, había empezado a crearle cierto agobio, porque el abanico de potenciales novios que tenía una chica como ella era demasiado amplio para su gusto. Ya no sólo porque era difícil que no le entrara al ojo a una parte importante de chicos de su alrededor, sino porque si además conocieran a la persona que se escondía tras esa envoltura, encontrarían a una chica que era fácil de querer —que venía a ser lo que le había pasado a él.

Así que saber que ella no tenía el mismo interés que él, en ocasiones le hacía flaquear el ánimo porque sentía que cualquiera podría adelantársele.

—Cuando les ves entrenar así, ¿no te apetece ensayar la ambientación también? —preguntó Midoriya con tono divertido.

Shoto despegó sus ojos de Yaoyorozu para centrarse en el foco de la interrupción, sólo para encontrarse al chico sentado a su lado mirándole con atención. Se había abstraído tanto en sus pensamientos sobre ella que ni siquiera sabía desde cuándo estaba ahí.

—Porque a mí sí —continuó—. Aún faltan casi tres semanas y apenas tienen errores. Así que, si algo sale mal, será por nosotros. No dejo de pensar en cosas como que Aoyama se caiga y se rompa una pierna —añadió con voz lúgubre—. Hay tantas cosas que pueden salir mal…

La ambientación iba a ser una parte muy importante del espectáculo que querían dar. Tenían previsto hacer algo muy llamativo y complejo, por lo que no le extrañaba que Midoriya pudiera preocuparse por todo lo que podría torcerse.

—Es cuestión de asegurar bien el arnés —dijo para tranquilizarle.

Midoriya miró a la chica en la cual, pocos segundos antes, él tenía puestos sus ojos.

—Yaoyorozu toca muy bien —comentó sin más—. Es la única a la que nunca he visto que la tengan que corregir.

Shoto se inquietó ante ese elogio repentino hacia ella de parte de alguien como Midoriya. Quizás fuese por sus anteriores reflexiones que lo tenían susceptible, pero no pudo evitar que se le saltara el corazón en cuanto escuchó a otro chico hablar bien de ella. Sin embargo, solo tardó dos segundos en recapacitar sobre la posible intención de esas palabras, porque con la misma rapidez que se sobresaltó, se dio cuenta de dos cosas importantes.

La primera, que no sabía cuánto tiempo Midoriya le habría estado mirando antes de hablarle, por lo que podría haberse fijado en la atención desmedida que le daba a Yaoyorozu puesto que no había echado ni un ligero vistazo al resto de integrantes de la banda. Y la segunda —y la más importante—, que todos pensaban que eran novios.

Incluso sin saber Midoriya que ya estaban al tanto del rumor extendido, dado que era de los pocos a los que podía considerar amigo, podría no tener una segunda intención más allá de simplemente estar siendo amable al comentar cosas buenas de «su novia».

—Por lo que sé, Yaoyorozu ha tocado el piano desde que era niña —corroboró Shoto.

—Y aunque no fuese así, seguro que tocaría igual. Ella lo hace todo bien —añadió con una sonrisa.

Shoto le observó por unos instantes valorando si aquello podría ser, en realidad, un sondeo en busca de su reacción. Sabía por Yaoyorozu que, aunque no la habían creído, ella había intentado desmentirlo ante las chicas… algo que no había hecho él. Pero no sabía si su intento había trascendido a los chicos, del mismo modo que no sabía si éstos estaban siquiera al tanto del chivatazo de Ashido.

Por lo que iba conociendo de Midoriya, su actitud hacia los que le rodeaban tendía a ser complaciente, por lo que era más propio de él que estuviera señalando cosas positivas de la que creía que era su novia para hacerle sentir bien, que buscando una confirmación de los rumores. Pero si por casualidad estuviera esperando una aclaración sobre su relación con ella, se iba a quedar igual que como vino. Ni se le pasaba por la cabeza mentir sobre ello, pero Midoriya no le había hecho una pregunta directa.

Y él no tenía pensamiento de aclararlo por propia voluntad.

Por eso, esperaba que nadie le preguntara sobre el tema; lo último que quería era tener que decir que era un rumor falso. Porque lo que en realidad quería era justo lo contrario: poder decir que era verdad.

—Yaoyorozu es una chica muy competente —dijo sin revelar más.

Midoriya asintió y volvió su mirada hacia ella.

—Supongo que es por venir de una familia rica, pero lo cierto es que le pega más un piano que un teclado electrónico, ¿no crees? —le preguntó.

—Sí.

Un piano de cola y un vestido de gala; ésa era una imagen que podía crear perfectamente en su cabeza mientras la veía tocar junto al resto de sus compañeros. Era una imagen que le encantaría no tener que imaginar y poder verla algún día con sus ojos, pero no como un asistente más de una convención de héroes cualquiera.

No. El día que ocurriera le gustaría estar allí… con ella.

Pero para eso, primero tendría que conseguirla para él, aunque no tuviera mucha idea sobre cómo hacerlo. Pero lo que sí sabía era que no iba a perder contra ningún potencial novio oportunista; bajo ningún concepto lo haría.

Porque rara vez perdía… y no iba a permitir que ésta fuese una de ellas.


— * —


Fin del Capítulo 35

8 Septiembre 2019


Notas finales (o desvaríos de la autora obviables):

No tengo muy claro de dónde ha salido la segunda parte del capítulo, pero aunque no lo podáis entender del todo porque no sabéis lo que va a pasar, dejadme a mí misma maravillarme por enésima vez de mi SubC. Para que os hagáis una idea, tenía escrito hasta el entrenamiento de la tarde como desde hace dos semanas. De hecho, pensé que podría actualizar el fic a la siguiente semana desde el último, pero me quedé ahí porque no sabía cómo continuarlo. Eso son como unas 1200 palabras (los capítulos que subo rondan de media los 2000-2200, para que os hagáis una idea, y éste al final ha pasado de las 2500). Por eso estuve valorando eliminarlo, a pesar de que necesitaba un capítulo que mostrara... digamos ¿el estado de ánimo? de ambos personajes para encarar lo que van a hacer frente a la charla que tuvieron.

Así que ayer hice un: «venga, SubC, haz algo, a ver si podemos subir mañana el capítulo ¬_¬º». Y yo que empiezo a ver que escribo unas divagaciones de Todoroki que parecen de relleno con una conversación rara con Midoriya y cuando estoy llegando al final pienso: «Pero ¿qué neura es ésta? Se va a quedar sin subir, fijo T_T» (y era una pena, porque me gusta mucho la escena de Kaminari y Jiro al ser la primera en la que él ve una «reciprocidad» en el interés de ella). Así que lo releo todo a ver qué demonios estoy poniendo y de repente se me enciende la luz con lo que viene... y es que es súperlisto O_o.

Igual lo mismo alguno piensa que toda esa parte (que es medio capítulo) no tiene mucha cosa, pero es que yo veo ladrillos que antes no había en cosas que pasarán y que no estaban del todo bien cogidas. ¡Si es que es más majo...*o*!

En fin, el capítulo siguiente lleva con parte escrito desde hace milenios, aunque estoy un poco ahí-ahí sin saber cómo continuarlo. Es el capítulo dedicado a Kirishima y Ashido y está quedando larguillo (así que no sé si será un capítulo solo o acabaré dividiéndolo). Dependerá de si se les complican o no las cosas (vamos, de mi estado anímico el día que me ponga a escribirlo, vaya... ^_^º). En fin, a ver qué pasa con ellos...

¡Saludos!