Capítulo XII: La Revelación de Shiro

-¿Quién eres? –preguntó Shinobu al ver que el Contraarcángel estaba como si nada ahí. –Este es una discoteca para menores de edad. ¿Acaso vienes a pedir trabajo?

-No lo necesito… Ya tengo un bueeen empleo.

Sin embargo Jinko palideció al reconocer al joven. De inmediato pensó en cómo poder evitar que los demás salieran lastimados, e inconscientemente formó una barrera como la de los Arcángeles Blancos, pero negra.

"Supongo que no se puede evitar que lo que creamos sea de color negro" –se dijo Jinko, dándose cuenta de lo que hizo, mientras se terminaba de formar la barrera.

-¿Qué pasa, Jinko?

-¿No sabes quién es él?

-La verdad no… Y sabes que de fútbol sé poco.

-Yo también, pero lo reconocí de inmediato. Esa perforación, esa mirada sarcástica… -Jinko se veía furiosa. -¡Eres Hino Ryoma, el Contraarcángel que atacó a Hyuga-san!

-Se nota que eres muy perceptiva, Arcángel de la Oscuridad. Qué lástima que una chica bonita cómo tú se haya aliado con el Kami no Tsukai.

Jinko enrojeció de vergüenza y rabia.

-Oye, para ser un Contraarcángel eres un bocón, ¿no? –dijo Shinobu, haciendo aparecer su Látigo de Caos.

-Déjamelo a mí, Shinobu. Al fin y al cabo, soy a la que insultaron.

Jinko en un abrir de cerrar de ojos hizo que su ropa cambiara y su Hoz de Haures apareciera.

-Si estás buscando problemas, problemas tendrás –dijo ella, preparada para la pelea.

-Vaya, y yo que no quería acabar con tu cara bonita, muñeca… Pero ya veo que tendré que acabar contigo. No eres Hyuga, pero ¿qué más da?

-¿Qué dices?

-No eres la persona que quiero asesinar, pero un Arcángel es un Arcángel, sea cual sea el color de sus alas.

-No me subestimes… ¡Fuego Negro! –Jinko atacó a Hino con sus poderes, pero nada le pasó al Contraarcángel.

-¿Sabes qué significa mi nombre, verdad? Soy el Dragón Caballo de Fuego… Por eso el fuego no me afecta. Qué lástima, ¿verdad? –dijo Hino, riéndose.

-Diablos… -murmuró ella, sin saber qué hacer.

-Ahora lo único que podrían hacer es dejarse derrotar.

-¡Eso jamás! –exclamó Shinobu, furioso. -¡Los Arcángeles Negros jamás nos rendiremos como si nada!

-¿Y cómo es que lo dice alguien tan débil?

-¡Principio de los Tiempos! –el ataque de Shinobu por suerte tuvo efecto. –Al contrario que Jinko, mis poderes no provienen del fuego. Por eso te afectó mi ataque, Hino.

-Felicidades, pero no volverá a pasar. ¡Armagedón! –y el ataque de Hino mandó a volar a los dos Arcángeles Negros.

"Si existen los milagros, que ocurra uno, ¡por favor!" –pensó Jinko, malherida. Sin embargo…

-¡Furia de la Tierra!

El ataque de Ryou dio en Hino por la espalda y el Contraarcángel cayó al suelo.

-Jinko-san, Shinobu-san, ¿se encuentran bien? –preguntó Ryou, jadeando.

-Gracias a Dios llegaste a tiempo –dijo Shinobu. -¿Cómo supiste que estábamos en problemas?

-Gracias a los ataques, viejo. Vamos, tenemos que atacar a la vez antes que este idiota recupere la lucidez.

-Sí –y los tres atacaron con sus armas, pero Hino ya estaba listo para ellos; los ataques rebotaron en el Escudo de Shijin del uruguayo-japonés.

-¡Diablos! Nada funciona -exclamó Jinko, desesperada. –Si no lo derroto, me sentiré humillada por el resto de mi vida…

Y cuando menos se lo espera uno… Los milagros suceden. A Jinko se le encendió la luz en su mente.

-Quizás mi Fuego Negro no surtió efecto, pero ya encontré la manera perfecta de derrotarte, Hino –y el aura de Jinko brilló alrededor de ella. Era su furia. -¡Reclamo a mi destino por ser yo! ¡Manto de las Tinieblas!

Y un torrente de oscuridad voló de las manos de Jinko, cuya furia no cedía. El ataque cubrió por completo a Ryoma, dejando atónitos a Shinobu y Ryou.

-Bien dicen que hay que agarrar a la ocasión por los pelos –dijo Ryou.

-Y eso que a la ocasión la pintan calva –agregó el otro Arcángel Negro.

El Manto de las Tinieblas estalló, dejando a Ryoma malherido.

-¡Ahora sí me las pagarás! –dijo Jinko, con su Hoz cerca del cuello del Contraarcángel.

-¡Jinko, no lo hagas!

Ryou y Shinobu detuvieron a la furiosa joven con mucho esfuerzo.

-Si lo acabas, serás responsable de la muerte de un futbolista reconocido. Además, debe haber otra solución –dijo Shinobu, evitando que Jinko acabara con Ryoma.

-¡Suéltame, Shinobu…!

-Él tiene razón, Jinko-san.

Pero sucedió algo que nadie se esperaba…

-Si acaban con Hino, sólo lograran que Kuro busque a otro, y si acaban con todos, habrán cumplido con parte del objetivo del Guía Negro –dijo una débil voz que sorprendió a todos, incluyendo al Contraarcángel que aún estaba a un pelo de morir.

-Esa voz… ¡Estoy seguro que es la voz de Shiro! –dijo Ryou, buscando algún indicio del Guía Blanco, pero sólo vieron a Daichi ahí.

Pero a la vez Daichi parecía ausente.

-¡Daichi-kun! ¿Cómo es que logró penetrar en la barrera?

-El joven hermano del Kami no Tsukai me ha permitido tomar posesión de este cuerpo. Es la única manera en que puedo contactarme con ustedes.

Eso no podía ser posible.

-¿Cómo dices? –dijo Jinko, dejando caer su Hoz, y permitiendo que Ryoma despareciera, sorprendido por todo.

-No tengo mucho tiempo, así que seré breve. Deben unir sus fuerzas y aumentar sus niveles; los Contraarcángeles cada día son más poderosos por culpa de Kuro.

-¿Y cómo debemos hacerlo…?

-Deben buscar… en… su cora… corazón –y la posesión de Shiro finalizó. Daichi cayó al suelo, inconsciente. De inmediato Ryou corrió a atender al pequeño.

-Pobre Daichi… Se quedó sin energías –dijo el Arcángel de la Tierra. –Debemos llevarlo de inmediato a su casa, o Natsuko-san estará preocupada.

-¿Puedes llevarlo tú, Ishizaki-san? –dijo Jinko. –Estamos casi igual que él.

-De acuerdo, pero no puedo demorarme mucho; no por nada estoy en Hokkaido.

Ryou se teletransportó hasta la casa de Tsubasa, dejó a Daichi en su habitación (Natsuko no estaba en casa), y regresó a Hokkaido, donde sus compañeros le buscaban por el campo de entrenamiento como locos.

-¿Dónde estabas? –preguntó Urabe, molesto. –Te hemos buscado por todas partes.

-No preguntes.

-Pero, ¿cómo es que cuando menos te lo esperas desapareces?

-Soy así.

-No nos des esos sustos, ¿sí? –dijo finalmente Urabe, dándole un coscorrón a Ryou.

Entretanto…

-¿Dónde estoy? –se dijo Daichi cuando despertó. No recordaba nada, a excepción que su amigo imaginario Shiro le había pedido ayuda.

"No recuerdo nada… Y me duele la cabeza."

"Llegaste a tiempo para evitar que mataran a uno de los enemigos de tu hermano, Daichi." –le respondió Shiro débilmente.

-Cielos, ya sé qué debe sentir Zato-1 de Guilty Gear. Compartir mi cuerpo con alguien me está enloqueciendo.

"Ni tanto… no es como en ese… ¿cómo le llamas?"

-Videojuego.

¿No se nota que Shiro no sabe nada del mundo actual?

-En todo caso, quiero también ser capaz de recordar lo que hago.

"Por desgracia no se puede. No se pueden compartir recuerdos; perderías la memoria poco a poco hasta no recordar nada."

-Si tanto insistes –y Daichi encendió el televisor de la casa. Estaban dando una de sus series favoritas. Más tarde llegó Natsuko, junto con unas amigas de ella.

-Daichi, hijo, ¿ya hiciste tus deberes?

-Sí, mamá. Ya las hice.

-Me parece bien. ¿No ha llamado alguien?

-No ha sonado el teléfono en toda la tarde, mamá.

-Espero que no olvides que tu padre va a llegar pronto.

-¿Papá vendrá pronto? ¿Y cómo es que no me avisas?

-Se me olvidó.

El chiquillo se enfurruñó. Molesto regresó a ver su serie que estaba por terminar, mientras Natsuko se encogió de hombros y siguió conversando con sus amigas.

-¿Y qué has sabido de tu hijo mayor? –preguntó una de las otras damas a Natsuko.

-Bueno, parece que seré abuela pronto. Mi hijo y mi nuera están esperando un hijo o hija.

-¡Dios! Tan jóvenes y esperando hijo.

-Recuerda que ellos se casaron hace poco –dijo otra señora.

-Bueno, no puedo decir nada. Yo me casé con Koudai también muy joven, así que me temo que es la misma situación.

-Hablando de tu esposo, ¿él ya sabe sobre la buena nueva?

-No. En cuanto llegue de su viaje por Oceanía le contaré. El correo es demasiado lento.

-Ay, Natsuko… Eso de ser esposa de un marino no debe ser fácil.

-Pero así es como vivo, y a pesar de todo soy feliz.

Las señoras siguieron conversando animadamente. Mientras tanto, Daichi apagó el televisor, pues su serie había terminado y después de esa seguía una que no le gustaba.

"Estoy seguro que mi madre no me quería decir que papá está por llegar… Eso no es justo."

"No creo que haya sido por eso" –le respondió Shiro mentalmente, mientras recuperaba las poquísimas fuerzas que podía por ser meramente un espíritu esta vez.

Entretanto, en Europa, Wataru estaba en su casa, haciendo traducciones.

-¿Miau? –dijo Hester, su gato, mientras Wataru releía lo que estaba traduciendo, y para variar, no tenía los lentes de contacto puestos, si no un par de gafas rectangulares.

-¿Qué pasa, Hester? ¿Se te acabó la comida o estás curioso?

-Miaaaau…

-Sabes que la curiosidad mató al gato, ¿verdad? –dijo Wataru, pues su gato estaba curioso por saber qué hacía. –Estoy corrigiendo mis traducciones. Con un poco de esfuerzo y suerte puedo terminarlos hoy y me pagarían de contado. Si lo logro, prometo que te traeré unas sardinas.

En esas sonó el timbre de su apartamento.

-¿Quién es?

-¡Soy yo, Azumi!

-Ya voy para allá.

Wataru concentró su poder, tomó la identidad del Arcángel del Odio y caminó hacia la puerta.

-Hola, Azumi-chan… ¿Cómo estás?

-Wataru… Estás bajo tu verdadera identidad, ¿verdad?

-Bueno, ambas son mi verdadera identidad. Sigue.

-Vale, pero preferiría que usaras tus muletas. Verte caminar como si nada me da escalofríos.

Azumi cerró la puerta, mientras Wataru se teletransportó hacia su cuarto, donde estaban sus muletas y volvió a la normalidad.

-Hola, Hester.

-Miaau.

-Ahora sí. ¿Cómo estás?

-Bien. ¿Y tú?

-Como ves, trabajando y recuperando lo que había perdido hace tiempo.

-Ah, sí, tus poderes.

-¿Quieres algo de tomar?

-No, gracias. Acabo de tomar una malteada.

-Entiendo.

-¿Te han vuelto a atacar?

-No. ¿Por qué preguntas?

-Digo, me puse a pensar, y si Pierre anda tras de Misaki-kun, lo más probable es que te ataquen.

-Eres buena señalando lo obvio.

-¡Oye!

-No es por contradecirte, Azumi, pero si así fuera, ya me habrían atacado otra vez. Yo creo que Kuro debe de estar planeando algo… Y lo que sea que esté planeando, no me agrada.

-¿Qué crees que podría estar pasando?

-Bueno, no estoy seguro, pero al menos sé que entre los Contraarcángeles están Pierre, y Karl Heinz Schneider.

Azumi palideció.

-¿Karl Heinz Schneider? ¡Es el capitán de la Selección Alemana de Fútbol!

-Ah, cierto que sabes algo de fútbol.

-Oye, ¿no hay manera de contactar a Misaki-kun?

-Sí, si no contamos con su e-mail.

-¿Cómo dices?

-Cuando Misaki me salvó, me dijo que había conseguido un celular. Esto me va a costar caro, pero lo llamaré.

-Entonces no lo hagas… Más bien dame el número y lo llamaré desde mi casa.

-¿Cómo?

-Me sale más barato llamarlo desde mi casa. Además, como tú dices, estás mal de fondos.

-Definitivamente no te entiendo.

-Pienso lo mismo de los hombres.

Sin embargo, un bufido de Hester zanjó la discusión que amenazaba con formarse. En la ventana estaba pegada una fea polilla. Azumi dejó escapar un grito, asqueada, pero Wataru estaba seguro que no era una polilla.

-Azumi-chan, huye.

-¿Qué dices?

-Estoy más que seguro que eso no es una polilla.

-¿Y entonces?

-¡Sólo haz lo que te digo!

La chica, sorprendida ante la dureza del Arcángel Negro hizo caso, y salió corriendo de la casa, con Hester siguiéndole los pasos.

-Vaya… Nunca dejas de ser perceptivo, ¿verdad?

-No… Y menos con mis enemigos –y para salvar sus cosas Wataru se teletransportó a un lugar donde estaba seguro que nadie interferiría; las afueras de París. Pierre apareció detrás de él, listo para atacarlo, pero Wataru se volteó rápidamente, quedando frente a frente con el Contraarcángel.

-¿Por qué decidiste llegar hasta aquí.

-Al contrario que mis amigos, no soy capaz de formar barreras, y mi deber es evitar que lastimes a inocentes.

-Bueno, no voy a negar que este lugar es muy bonito. Elegiste bien tu tumba.

-Mi tumba, mi destrucción… Cambia de libreto, viejo.

-¿Por qué voy a negar la verdad? ¡Némesis!

-¡Diablos! ¡Ráfaga de Desprecio! –Wataru utilizó sus lascas de obsidiana para evitar el ataque, y utilizando sus poderes (aunque olvidando sus alas) saltó.

"Dios, es la primera vez que logro saltar…" –pero no debía distraerse. Una vez logró recuperar el aliento, hizo que su antiguo traje y su maza aparecieran.

-¡Ahora sí estamos frente a frente, El Cid Pierre!

-¡Eso quisieras! –y el francés arremetió con su afilada capa. Wataru detuvo el ataque con su arma, y pensando rápido asestó una patada al estómago de Pierre.

Surtió efecto.

El Contraarcángel cayó al suelo, sin aire, pero listo para atacar. Wataru retrocedió, esperando. Esperando a que Pierre contraatacara…

Y a que pasara un milagro.

-Je, nada mal. Nunca me esperé que dieras una patada teniendo en cuenta que en realidad usas muletas, mon ami.

-Déjate de estupideces, Pierre.

-Qué lástima… ¡Némesis!

-¡Nunca aprendes la lección! ¡Ráfaga de Desprecio!

Sin embargo, Wataru no tuvo tanta suerte esta vez. El ataque dio de lleno en él, enviándolo al suelo en medio de un espeluznante dolor.

"Así que fuera del ataque hay efectos secundarios… Diablos, ¡tengo que levantarme!"

Pero al parecer nadie venía.

-¿Qué voy a hacer…?

-¿Qué tal rendirte?

-Antes prefiero comerme un zapato… ¡Ráfaga de Desprecio!

El ataque logró hacer que Pierre desviara la vista, y Wataru se teletransportó hacia arriba, cayendo en picado sobre Pierre, quien contraatacó con su capa, dejando a Wataru malherido. Ya el Contraarcángel iba a acabar con el Arcángel Negro, mas sin embargo…

-¡Ni lo sueñes, Pierre! ¡Corriente Marina!

-¡Misaki-kun!

Taro estaba ahí, no furioso, pero sí molesto… Aunque igual creo que para Misaki-kun debe ser muy difícil salirse de casillas.

Pierre quedó aturdido un momento, pero su furia se concentró al ver al Arcángel del Agua ahí.

"Que nadie salga lastimado, que nadie inocente esté involucrado, que nadie lo recuerde…" –ya era costumbre para el Arcángel del Agua formar la barrera.

-Llegas justo a tiempo –dijo Wataru, tratando de levantarse.

-Hice lo que pude… Azumi me llamó.

-¿Fue Azumi? Gracias al Cielo.

-Sí.

-¡No me ignoren! ¡Némesis!

-¿Qué no te han enseñado a no interrumpir? ¡Ráfaga de Desprecio!

-¡Corriente Marina!

Misteriosamente los dos ataques se combinaron, formando flechas de agua al principio, y después… una especie de monstruo marino que engulló a Pierre, y al estallar el ataque lo dejó herido de consideración.

-Oye, ¿sabes si alguna vez aparte de esta los ataques de un Arcángel Blanco y un Arcángel Negro se han combinado de esta manera? –dijo Wataru, sorprendido.

-No.

-En todo caso, ahora sabemos que juntos somos más fuertes.

-Esto no se va a quedar así.

-¿Acaso crees que puedes contra nuestros poderes combinados, Pierre? Tú mismo te diste cuenta que nuestros poderes unidos son tan o más fuertes que los tuyos.

-Je, y eso que aún no los desarrollo del todo –y en medio de juramentos el Contraarcángel desapareció. Wataru cayó rendido sobre el suave césped, mientras Taro se sentó trabajosamente.

-¿Han encontrado nueva información? –preguntó el Arcángel del Odio, exhausto.

-Muchísima. Ya sabemos quiénes son TODOS los Contraarcángeles.

-Sé de Pierre y Schneider…

-También están Carlos Santana, goleador brasileño y rival de Tsubasa, Hino Ryoma, quien es uruguayo-japonés y odia a Hyuga… y Kurai.

-¿Kurai? No conozco ningún Kurai.

-Es mujer. Tenemos sospechas de que Kurai fue creada a partir del Arcángel del Amor.

-¿De la esposa del Kami no Tsukai?

-Así es.

-Debe ser muy poderosa –dijo Wataru, sintiendo un escalofrío.

¿Y qué tal que ellos hubiesen sabido que Shiro también estaba en esta tierra, gracias al menor (sin contar al bebé que espera Sanae ;)) de los Ozora, Daichi?