Capítulo XV: Adiós, Wataru ;;
Pasaron varios días, y semanas… Como saben, el tiempo nunca deja de pasar. El partido entre Barcelona y La Coruña terminó 3-3, y Tsubasa quedó confundido pero contento cuando Sanae le contó la historia de Yato.
Nunca faltaron las batallas, y fuera de Jinko y Hyuga, los demás Arcángeles descubrieron más poderes. Taro descubrió un ataque que fuera de hacer daño, reducía a la mitad el ataque de los Contraarcángeles, el Lazo de Neblina. Genzo encontró que como Hyuga, su nuevo poder, la Brisa Pacífica era más bien curativa. Ishizaki encontró la manera de evitar ataques con el Escudo Gaia, habilidad que compartió con Wataru y su Coraza de Eris. Tooru encontró también la manera de inmovilizar a sus enemigos con la Furia Helada, mientras que Rairyuu era pura ofensiva; sus Golpes Trueno, combinación de sus poderes eléctricos y su adorada Técnica Kiai eran efectivos y poderosos. Shinobu encontró en las Cadenas Primordiales una manera de reducir la defensa de sus enemigos a la vez que evitaba que ellos atacaban gracias a su velocidad, y Tsubasa descubrió un ataque dos veces más fuerte que su Grito de los Dioses: el Destello de Amaterasu, aunque sólo podía utilizarlo dos veces antes de quedar exhausto. Sin embargo, ni Kai, ni Sanae encontraron otro poder, pues eran los que menos luchaban.
Ya Sanae llevaba dos meses de embarazo, y aunque seguía albergando la esperanza de volver a escuchar la voz de su bebé, no tuvo suerte. En cambio, encontró en el buen Yato una agradable compañía, pues Sanae descubrió que al leerle la mente podía entenderlo. Tsubasa a veces fingía estar celoso al ver que Sanae hablaba mucho con el gatito, pero sabía que en parte era su culpa, pues fuera de las batallas, sus carreras, la de futbolista y la de estudiante de Idiomas no le daba mucho tiempo. Sin embargo, el amor que sentía por su esposa nunca menguaba; al contrario, crecía no sólo por que era ella, si no porque esperaba al bebé de los dos.
En Japón, Daichi acababa de llegar de su casa después de un arduo partido de fútbol. Koudai y Natsuko estaban en casa después de haber ido al médico, pues de hecho Koudai estaba incapacitado por una fractura que sufrió después de llegar de Australia después de haber pisado por accidente une pelota de golf (hey, cosas pasan, ¿no? Oo)
-Ya llegué –dijo él, medio aburrido.
-¿Cómo te fue, hijo? –preguntó Koudai, quien tenía enyesado el pie izquierdo.
-Ganamos dos goles a cero…
-Buen resultado entonces… Tsubasa se va a alegrar de saberlo –dijo Natsuko dijo, mientras remendaba una camiseta.
-Sí, supongo… -y Daichi explotó. –Mamá, ¿cuándo podré volver a ver a mi niisan? Casi nunca le veo, y ya estoy harto de sólo poder hablar con él por teléfono en contadas ocasiones.
-Daichi… -le reconvino Koudai.
-¿Es verdad lo que digo o no? Desde que él se fue a Brasil, y después de casarse, no lo hemos visto más que una o dos veces en persona. Además con esto de que Sanae está esperando un bebé, ¿no quisieran acaso ver al hijo de mi hermano? –y ya con lagrimas en sus negros ojos Daichi corrió hacia su habitación, furioso.
-¡Ozora Daichi ven…! –comenzó a decir Natsuko, pero Koudai la detuvo.
-Déjalo, querida. A pesar de todo, nuestro hijo menor tiene razón.
-Pero…
-¿No era tu ilusión el ser abuela? ¿No quisieras ver a tu nieto, o nieta en tus brazos?
-Sí… -sin embargo Natsuko no estaba segura. –Pero Daichi ahora mismo está en la escuela, y tú con tu fractura…
-Lo que quiero decir es que después de que me recupere, o mejor dicho, en el verano iremos a Barcelona a ver a Tsubasa. ¿Te parece bien?
-Koudai…
Obviamente Natsuko aceptó.
Entretanto, en Francia, Wataru había decidido salir a dar un paseo por París. Impulsándose con sus muletas, el joven estaba caminando tranquilamente, hasta que vio a alguien conocido… Con alguien más.
Azumi estaba sentada en un café, conversando con uno de sus compañeros. Por un instante Wataru sintió algo desgarrando su interior, pero después se dio un golpe en la frente.
-No seas idiota, Osorezan Wataru… Azumi es tu amiga y ex-novia; no tienes por qué sentirte celoso… -murmuró para sí, y decidió seguir caminando. Sin embargo, Azumi lo vio.
-¡Wataru-kun! ¡Por aquí!
-Ah, hola Azumi-chan… Y hola… -dijo él, sin recordar bien el nombre del joven con quien estaba hablando su amiga.
-¿Qué haces?
-Ah, sólo daba un paseo; al fin y al cabo el día está precioso.
-Muy cierto… ¿Y has sabido algo de Misaki-kun?
-¿Misaki-kun? Al parecer va a jugar en el Jubilo Iwata en un mes; ya casi está totalmente recuperado.
-Esto, perdón si interrumpo… -dijo el joven con quien Azumi hablaba antes. -¿Quién es ese Misaki del que hablan?
-Misaki Taro, un gran amigo nuestro…
-¡¿Misaki Taro! ¿Acaso él no era del PSG?
-Lo era antes del accidente –reconoció Wataru.
-Cielos… Ustedes sí que son afortunados. Conocer a una estrella como Misaki Taro…
-Es que él y nosotros fuimos compañeros de colegio –dijo Azumi, sonriendo.
-Entiendo…
-Lo siento, pero me tengo que ir. Sólo salí a dar un pequeño paseo, y una traducción larga y jugosa me está esperando –dijo Wataru, excusándose.
-Bueno, nos veremos después.
-Adiós –y Wataru se fue, aunque no pudo evitar el regañarse a sí mismo por haber estado por un instante celoso.
"Un poco más y no sería el Arcángel del Odio si no el de los Celos" –se dijo, aunque no pudo evitar echarse a reír; eso fue gracioso.
Sin embargo, no andaba muy lejos de allí cuando escuchó un grito… Y al parecer había sido Azumi quien había gritado. Intentó llegar lo más rápido que pudo, pero al parecer no lo logró. Una persona vestida de negro con una gorra puesta tenía a Azumi agarrada del cuello, y el joven que la acompañaba estaba inconsciente, y al parecer herido, pues sangraba de la cabeza.
"Esto no me gusta nada… Y tengo un mal presentimiento sobre ese tipejo…" –por suerte Wataru había aprendido a formar las típicas barreras, aunque aún se demoraba en completarlas. Sin embargo, mientras lo hacía, sabía que de algún modo debía salvar a su amiga. Concentró sus energías, logró que una diminuta piedra como las de su Ráfaga de Desprecio apareciera en su mano, y la lanzó contra el joven que tenía a Azumi del cuello. Ella ya estaba casi sin oxígeno. Por suerte la piedra dio en el blanco, y el joven soltó a Azumi, quien cayó inconsciente.
Y justo cuando la soltó, pasaron dos cosas. Uno, la barrera terminó de formarse, y dos… Wataru vio quién había atacado a su amiga.
Era otra vez Pierre.
Wataru cambió de ropas y de identidad (no es lo mismo decir que se transformó) y atacó a Pierre con su mazo.
-Vaya, vaya… Miren a quién tenemos aquí…
-¿Cómo pudiste hacer esto, Pierre? ¿Por qué atacaste a mi amiga?
-Tu amiga… No me digas… Ella es amiga de mi rival.
-Y mía para tu información.
-Bueno, podré matar dos pájaros de un tiro… ¡Némesis!
-¡Ráfaga de Desprecio! –y mientras el ataque explotó en el aire Wataru llevó a Azumi a un lugar seguro.
-No huyas, Arcángel del Odio.
-No huyo… Sólo salvo una vida inocente –respondió Wataru, empuñando su mazo con más fuerza, y usando sus alas voló como flecha hacia el Contraarcángel. Sin embargo, éste detuvo el ataque fácilmente.
-No has cambiado en nada. Sigues siendo el mismo debilucho…
-Y tú sigues diciendo las mismas tonterías.
Ambos luchaban a muerte; ninguno daba un milímetro. Sin embargo, Pierre era más fuerte que Wataru, y lo envió contra un poste.
"Misaki-kun, o cualquiera… ¡Por favor ayúdenme!" –pensó Wataru, desesperado. Sintió un desagradable sabor en la boca y escupió. Era sangre.
-Diablos, si no llega alguien, moriré.
-¿Y acaso piensas evadir tu destino, Arcángel del Odio?
-Mi destino no es la muerte… -y mientras que Pierre lanzó otra vez su Némesis… -¡Reclamo a mi destino por ser yo! ¡Coraza de Eris!
El ataque se disipó gracias al escudo que Wataru había creado, y después de que cesó el ataque, Wataru iba a lanzar su propia Ráfaga de Desprecio cuando…
-¡Corriente Marina!
-¡Ventisca Helada!
Taro y Tooru habían llegado a tiempo.
-¿Te encuentras bien, chico? –dijo el Arcángel del Hielo, mientras Pierre estaba en el suelo, aturdido.
-Podría estar mejor…
-¿Qué pasó aquí? Hay mucha gente lastimada –dijo Taro, anonadado.
-Eso no es nada, Misaki-kun… Pierre casi mata a Azumi.
-¿Qué? ¿Qué dijiste, Wataru-kun?
-Pierre se ha vuelto un asesino. Apuesto mis traducciones a que él atacó toda esta gente con tal de captar mi atención.
-¿Dónde está tu amiga? –dijo Tooru.
-Está entre esos arbustos.
Taro se apresuró a volar hacia donde se encontraba su amiga, inconsciente, pero ya al menos respirando.
-Azumi… Azumi… Por el amor del Cielo, despierta –dijo, mientras sostenía a su amiga entre sus brazos.
-Todavía sigue inconsciente. Hay que hacer algo o podría ser peor –dijo Tooru, acudiendo. –Encárgate del Contraarcángel; yo me encargaré de ella.
-Bien –y Misaki voló hacia donde estaba Wataru, quien se estaba poniendo de pie, mientras que Pierre aún estaba algo aturdido, pero ya recuperaba la lucidez.
-¿Crees estar en condiciones de luchar?
-Tengo que hacerlo. Atacó a Azumi, y eso es imperdonable.
-Lo dices como si aún estuvieras enamorado de ella.
-¡Oye! –y Wataru se puso rojo como la grana, aunque…
-¡No me ignoren! –Pierre atacó a los dos Arcángeles, enviándolos al suelo. -¿Acaso nunca les enseñaron que jamás deben darle la espalda a su enemigo?
-¡Mira quien habla! ¡Furia Helada! –y el ataque de Tooru pegó los pies de Pierre al suelo con hielo.
-¿Cómo…?
-El predicador que predica y no aplica… Atacas a mis amigos y ni cuenta te diste que estoy aquí.
-No creas que te saldrás con la tuya –dijo Pierre, amenazador, batiendo sus alas fuertemente para poder zafar sus pies.
-Eso mismo te digo yo. ¡Ráfaga de Desprecio!
El ataque de Wataru surtió efecto, y ya el Arcángel Negro estaba a punto de acabar con el francés, pero Taro le detuvo.
-¿Estás seguro de querer eso?
-¿Qué?
-Piensa esto. Si acabas con Pierre, ¿cómo se explicaría la muerte de un futbolista tan famoso como él? Además, estoy seguro que Kuro buscaría un reemplazo.
-Je, hablan mucho y nada de lo que dicen es cierto… -y con un golpe de capa Pierre liberó sus pies del hielo.
-¡Tooru-kun! ¡Cuidado! –advirtió Taro al ver que Pierre se dirigía hacia el Arcángel del Hielo. Sin embargo éste tomó a Azumi en brazos y volando rápidamente evitó el ataque de Pierre.
-Falta más que eso para lograr destruirme, Contraarcángel.
-¿Ah, sí? ¡Némesis! –y el ataque de Pierre dio en Tooru, que a pesar de todo evitó que Azumi saliera mal librada del aterrizaje. Sin embargo, el Arcángel del Hielo sufría un dolor terrible por los efectos secundarios del ataque de Pierre.
Y para rematar la barrera de Wataru comenzaba a disiparse debido a que éste estaba perdiendo poco a poco sus fuerzas.
-La barrera… ¡Misaki-kun, forma otra barrera! ¡Se me están acabando las energías!
-De acuerdo.
Y mientras Taro se encargaba de hacer otra defensa, Wataru usó sus alas y atacó a Pierre, aunque éste contrarrestó el poderoso Mazo de Eris con su capa.
Las cosas seguían igual, y al parecer Pierre tenía un solo objetivo: ver a alguno de los Arcángeles muerto.
Tooru le había dado respiración boca a boca a Azumi (recuerden que el aliento de Tooru huele permanentemente a menta :wink:), y la joven despertó, aunque se quedó escondida, permitiendo a los tres Arcángeles luchar con más libertad.
¿Pero acaso Pierre era incansable?
Ya no sabían cuanto tiempo llevaban luchando, pero Pierre a pesar de sus heridas no se veía cansado, mientras que Taro y Tooru ya se veían cansados, por no hablar de Wataru, quien se veía realmente exhausto.
Entretanto, el gato de Wataru, Hester, había estado dormido cuando se despertó, sobresaltado. Tenía un mal presentimiento, y ya sabemos cuán astutos son los miembros de la familia de los Félidos. Gracias a que su amo siempre dejaba una ventana abierta para que el apartamento no oliera mal, el gato encontró una manera de salir. Saltó a las ramas de un árbol cercano, bajó hasta el suelo y corrió hacia donde su instinto le indicaba. Sin embargo, la ciudad era enorme a los ojos del pobre Hester, y creía no poder llegar, pero su preocupación pudo más y llegó hasta la plazoleta donde la batalla estaba librándose.
La barrera había sido pensada para seres humanos, no para animales, y por ello el minino logró atravesarla fácilmente. Esquivó los ataques desviados y llegó hasta donde Azumi y Wataru estaban, pues éste último por su condición se había encargado de defender a la joven aún a costa de su propia vida.
-¡Miaaaaaauuuu! –exclamó el gato al ver que Wataru estaba muy lastimado.
-Hester… ¿Qué rayos haces aquí? –dijo Wataru, sorprendido de ver quién estaba ahí.
-Creo que se preocupó por ti –dijo Azumi, mientras estaba recostada contra un muro.
-Sin embargo no nos eres de mucha ayuda en este instante. Regresa a casa.
-Miaa…
-¡Dije que te vayas a casa! –exclamó Wataru, furioso.
-Wataru-kun…
-No quiero ver a nadie morir. No quiero que nada les pase a ninguno de ustedes. ¿Entienden?
Sin embargo, ni Azumi, ni Hester se movieron de su lugar.
Pero Pierre lanzó un feroz ataque contra Taro, dejándolo inconsciente.
-¡Misaki-kun! –exclamaron los presentes, a excepción de Pierre, quien sonrió malignamente. Tooru distrajo por un instante al Contraarcángel, mientras Wataru voló a recoger a su amigo inconsciente.
-Azumi-chan, cuida de Misaki-kun. Hester, ayúdala. Yo iré a luchar.
-Pero…
-Si no hago el último esfuerzo, mi lucha será en vano.
Tomó una vez más su arma, y voló a luchar al lado de Tooru, quien ya también estaba muy cansado.
-Vaya, vaya… Volviste.
-Y no por una revancha precisamente.
Al parecer la furia de Wataru le había dado nuevas fuerzas, y luchó frente a frente con Pierre mientras Tooru se quedaba a la espera por si algo pasaba.
Entretanto, Taro seguía inconsciente, mientras Azumi usaba sus fuerzas para llevarlo a un lugar seguro. A pesar de que sólo pesaba sesenta y dos kilos, Taro resultaba muy pesado para Azumi por sus alas y demás.
-Diantre… Pesa mucho… -y como era la única persona que estaba dentro de la barrera (fuera de los Arcángeles, el Contraarcángel y el gato), no podía pedir ayuda.
Así estaban las cosas. Azumi luchando por llevar al Arcángel inconsciente a un lugar seguro y Tooru y Wataru luchando contra Pierre.
Sin embargo…
Pierre notó que Azumi estaba llevando a Taro a un lugar seguro junto a Hester, y después de lanzar su Némesis para distraer, éste se dirigió hacia donde estaban la joven, el gato persa y el Arcángel desvanecido, pues se le había presentado la oportunidad de cumplir con su objetivo en bandeja de plata.
Pero Wataru lo vio, y usando las pocas fuerzas que le quedaban voló para evitar las intenciones de Pierre.
En esos momentos Taro despertó y se dispuso a defender a Azumi con lo que quedaba: su cuerpo.
-¡Esta vez si lograré mi cometido, Arcángel del Agua! ¡Nunca más me molestarás! –gritó Pierre, mientras su capa de vampiro se preparaba pasa asestar el golpe de gracia… el golpe de gracia que no mató a Taro… el golpe de gracia que acabó con el Arcángel del Odio.
La capa de Pierre destrozó la armadura y el magatama de Wataru, asestándole un golpe fatal. El Contraarcángel ni siquiera se dio cuenta de a quién había asesinado; tan cegado estaba por su ambición y sed de sangre. Tooru vio lo sucedido y voló a quitar a Pierre de ahí con un certero golpe de alabarda. El Contraarcángel, ya satisfecho de haber asesinado a alguien (aunque no notó bien a quién) cayó al suelo, con una sonrisa macabra, pues estaba al fin sin energías.
Sin embargo, ni Taro ni Azumi vieron lo sucedido debido a que el magatama de Wataru explotó al ser destruido y causó una explosión dentro de la barrera. La explosión dejó a Azumi desmayada, pero Taro y Hester resistieron bien.
Una vez la explosión cesó, Wataru cayó al suelo, agonizando. Tooru y Taro se apresuraron a intentar salvarle la vida, pero sus esfuerzos serían en vano.
-Wataru-kun, Wataru-kun… ¿Por qué hiciste eso? –exclamó Taro entre lágrimas.
-¿Crees que iba a dejar que Pierre acabara contigo mientras estabas inconsciente? –dijo el Arcángel Negro débilmente.
-Pero…
-Escúchame bien, Misaki-kun… Los Contraarcángeles son mucho más… Mucho más fuertes que todos nosotros unidos, y no me imagino cuánto poder tendrá Kuro.
-No hables.
-Sólo te pido dos favores… -Wataru tosió largamente. –Primero, dile a Azumi que a pesar de que fui yo quien le terminó, nunca dejé de quererla.
-¿Y segundo?
-Usa tu poder y el mío combinado… Y derrota a… los… Contraarcángeles. Por favor… venga… mi… -y Wataru exhaló por última vez. De inmediato, y por alguna razón desconocida para todos, el cuerpo de éste se disolvió... Convirtiéndose en energía pura y entrando al magatama de Taro.
"Mi poder ahora es tuyo… Ahora somos uno solo… Ahora eres el auténtico Arcángel del Agua"-eso fue lo último que Taro escuchó en su mente… Pues por primera vez en su vida, el joven Arcángel del Agua se enfureció.
-Pierre… Cómo pudiste… Por qué lo hiciste… ¿¿¡¡Cómo pudiste matar a uno de mis amigos? –exclamó, temblando de ira, y en ese momento, su armadura se transformó. De ser el viejo traje que tenía desde los quince años, ahora era una armadura más elaborada, más hermosa y resistente… Y su Tridente de Poseidón cambió por completo. Ahora tenía unas cuchillas unidas a los protectores de sus brazos.
Taro había evolucionado gracias a Wataru… Y a su propia furia.
