CAPÍTULO 41. Anhelos
Comentarios de los reviews:
Caro: De aquí al final es un poco montaña rusa. Ya dije hace tiempo que Todoroki iba a acabar para que lo encierren, porque las acciones de Yaoyorozu son muy contradictorias desde la perspectiva de alguien que se ha declarado a esa persona y piensa que está bien enterada. Así que ahora le véis un poco hundido, pero luego estará mejor, y luego volverá a hundirle, y luego... y luego nada, que en realidad no queda tanto fic XD Calculo que habrá como media docena de capítulos desde esta parte hasta el baile. Y el baile en sí tampoco va a durar mucho porque se va a centrar en lo que les pasa a ellos. En realidad, nunca he tenido en mente explayarme mucho con él. Sólo era el motor que incita a que ocurra todo. En cuanto a que quede la etiqueta de «agresión sexual» en su expediente... no, no va a quedar. Aizawa ya dice que va a tener que corregir ese informe porque sabe que eso no es lo que ha pasado.
Maria Violet: A mí también me hace mucha gracia imaginarme a Aizawa en modo destroyer para encontrarse a Bakugo y Midoriya. Por eso lo puse: me río un montón de imaginarlo XD . En cuanto a Shoto, evidentemente va a pasar una noche horrible (el cap de hoy), pero ¿realmente piensas que Momo se lo va a tener en cuenta? ¬_¬º pues eso... Así que no sufras XD . En cuanto a represalias por parte de Aizawa ya ves que se ha marchado sin mayor drama. Sabe que ha sido un desafortunado accidente, así que suficiente con el disgusto que se han llevado. Y en cuanto a lo de que Shoto sea una masilla... muajaja. Lee el capítulo de hoy ^o^
De Wattpad, a ver si encuentro un rato para trastear y voy subiendo un capítulo a la semana. Mi meta será no interrumpir las subidas allí, lo que se traduce en que tiene que estar acabado este fic aquí para cuando me alcance allí ¬_¬º. Quiero acabarloooo! Y, por cierto, la única que tiene que llorar (de emoción) al terminar un fic soy yo. Vosotros se supone que os tenéis que quedar con una sonrisa de haberos gustado la historia XD Lo mismo al terminar esta os puedo subir otra cosa ^_^º
Eclipseinmarcesible: Aizawa mismo ya dice que esto es algo que la directiva se espera que ocurra. Pensar que en un instituto mixto no va a haber ni un solo lío, creo que es un pensamiento demasiado ingenuo para un adulto y que ninguno tendría. E intentar controlarlo en un internado es como ponerle puertas al campo. Así que, en este caso, él se queda tranquilo sabiendo que, al menos, estos son una pareja «responsable» XD
Rodrigo: Aquí les shippea porque lo ha oído por otros compañeros. Pero como no les reprocha nada, con lo que nos podemos quedar en este fic es que tienen su beneplácito ^o^
Ghoul-love: Entiendo por tu comentario que te está gustando el fic ^_^º. ¡Gracias!
Gracias por vuestros reviews *o*. En este capítulo se me volvió a ir la pinza, pero bueno, espero que os guste ^_^º
CAPÍTULO 41. Anhelos
Ahora que el profesor se había marchado, en la habitación sólo se escuchaba el pitido rítmico del monitor de signos vitales; un sonido que indicaba que Yaoyorozu no había muerto por una estupidez.
Shoto se limpió las lágrimas que se le habían desbordado e inspiró estremecido ante aquella posibilidad. Estaba muy fría… y muy pálida. Casi no parecía ella. Apretó más su mano sana y activó su singularidad para darle calor. Tenía dos mantas cubriéndola y a pesar de todo estaba helada. Había perdido demasiada sangre y, por lo que había entendido de Recovery Girl, si seguía viva era por su singularidad.
Él ni siquiera había actuado como se esperaba de un héroe. Se suponía que reconocer el estado de los heridos era algo primordial en su profesión, pero él se había venido abajo en cuanto la afectada fue alguien importante.
Tenía que haber revisado la herida del costado, pero no lo había hecho porque sólo parecía una herida abierta. Era el brazo el que había atraído toda su atención y lo decía tanto por Yaoyorozu como por él. Pero la tenían que haber revisado.
No pudo evitar llevarse una mano temblorosa a la frente cuando pensó en la ambulancia. Recovery Girl tenía razón: a los heridos no había que moverlos, pero él lo había hecho en cuanto ella le dijo que tenía frío. Había sido muy negligente en su actuación. Se había alterado tanto que había actuado sin pensar y eso casi había supuesto un desastre para ella. Incluso le había dicho que le costaba respirar, pero no había pensado que la herida del costado pudiera ser tan grave. Se lo había achacado a que se estaba desangrando y, sin embargo, podría haber provocado un final trágico por haber actuado como no debía hacerlo.
Desde luego, se merecía el suspenso del examen de licencias y con razón.
Miró su brazo vendado suspendido por el arnés. Sabía perfectamente lo que había ahí debajo: una cicatriz de bordes irregulares desde la muñeca hasta la axila. Una horrorosa cicatriz tan visible como la suya. Yaoyorozu era una chica preciosa. Era un hecho para todo el que la viera que sería la clase de heroína que no sólo se ganaría la vida con su trabajo, sino que haría una fortuna siendo el rostro de un montón de anuncios.
Y él la había dejado marcada… por su impaciencia. Porque no había sido capaz de esperar unos días más para controlar su singularidad antes de quedar con ella.
Apretó más su mano con cuidado de no tocar la vía.
Iba a odiarle.
—Lo siento —susurró sobrecogido—. Lo siento mucho…
Iba a odiarle y estaría agradecido si la única consecuencia fuese que no volviera a hablarle. No podría lidiar con la animadversión de Yaoyorozu. No podría aguantar que le mirara con desprecio.
Se le encogió el pecho al pensarlo. Era algo que le generaba una seria confusión. A un nivel lógico le costaba entender cómo algo tan reciente podía escalar tanto en su lista de prioridades. Yaoyorozu estaba en lo más alto, junto con su meta de ser un héroe y sacar a su madre del hospital. Y era algo que había surgido en escaso mes y medio.
Por eso, aunque intentara mentalizarse de que ese accidente retrocedería su relación a lo que era dos meses atrás, sabía que no era cierto. Ya no podía verla como una simple amiga; no quería que fuese una simple amiga. Ansiaba una relación con ella, pero por su impaciencia había perdido toda oportunidad de tenerla.
Shoto percibió que el ritmo de los pitidos había ido ralentizándose desde que la llevaron a la habitación. No era algo perceptible al momento, sino que fue algo comparativo con el paso del tiempo. Miró el monitor y comprobó que el número de pulsaciones por minuto había bajado. Le tocó el rostro por reflejo y comprobó que seguía fría… incluso más fría que antes, diría. Seguía perdiendo calor y por eso sus pulsaciones continuaban bajando.
Una de las enfermeras entró poco después y comprobó sus constantes. Revisó las dos botellas de suero que colgaban y cuando las vio vacías se las quitó.
—No nos quedan más —explicó la mujer mientras dejaba la mano de Yaoyorozu libre de tubos y la metía bajo las dos mantas—. Tendrá que pasar la noche como está.
—Le han bajado las pulsaciones y está muy fría.
La enfermera sacó la manta que quedaba en el armario y se la puso sobre las otras dos.
—Está bajo mínimos en un montón de aspectos. Lo que le hemos suministrado no da para compensar todo —le dijo mientras terminaba de arroparla—. Pero no te preocupes: si estuviera en peligro la habríamos trasladado a un hospital. Sin embargo, es importante que su cuerpo descanse. Mañana podremos hacer más por ella.
—Gracias.
La mujer salió de la habitación y Shoto contempló de nuevo a Yaoyorozu. Seguía muy pálida. Tal y como había dicho la enfermera, había gastado todas sus reservas lipídicas —si no más— en mantenerse con vida, por lo que era normal que no pudiera generar calor corporal. El suero que le habían dado lo debía haber empleado en recuperar componentes vitales para el funcionamiento de su cuerpo. No tenía reservas suficientes para mantenerse caliente.
Miró el termostato de la pared. El profesor Aizawa no mentía cuando dijo que hacía calor. Pero a Yaoyorozu no parecía servirle de gran cosa. Lo mejor habría sido cubrirla con una manta eléctrica, pero si no se la habían dado era porque no disponían de una. Las que tenía no le servirían de mucho porque no había calor que retener si ella no lo generaba.
Apretó más su mano cuando le pasó por la cabeza la idea de arrimarse a ella para dárselo él con su habilidad. Pero del mismo modo, le neutralizó el decoro. Se montaría un escándalo en el instituto si le pillaban metido en la cama con ella por mucho que lo hiciese por su estado. Con toda seguridad, él acabaría expulsado. Y Yaoyorozu ya no sólo cargaría con una cicatriz, sino también con una indiscreción adolescente en su haber.
Volvió a mirar el termostato. Estaba al máximo y no podía subirse más. En circunstancias normales, cualquiera habría abierto ya una ventana. Debían estar a veintiséis o veintisiete grados, pero para una persona sin calor, esos grados no eran suficientes.
Shoto le tocó de nuevo su pálido rostro y se inquietó. Sabía que no había peligro o las enfermeras estarían haciendo algo, pero imaginaba que la culpa estaba echando leña a su propio fuego. A fin de cuentas, estaba así por él… y eso fue lo que le hizo tomar su decisión.
Se quitó los zapatos mientras le echaba un vistazo a la puerta. La enfermera no volvería mientras los signos vitales de Yaoyorozu no cayesen. Quizás la baja temperatura no fuese crítica, pero era innecesario que lo padeciera después de haber tenido su vida pendiendo de un hilo. Lanzó al suelo la camisa que le habían dejado y, con cuidado de no moverla mucho, se metió en la cama con ella.
Tenía frío el cuerpo entero, lo notó a través de la ropa que llevaba. No era un frío que pusiera en peligro su salud, pero tenía la piel helada. Shoto activó su singularidad y, aunque renuente en un inicio, al final optó por meter su mano por debajo de su ropa.
Estaba sudando por el horroroso calor que hacía en esa habitación y las mantas no ayudaban precisamente. Pero, a pesar de todo, cubrió en parte su cuerpo para darle más calor. Deslizó su mano por su vientre y su cintura cuando el decoro dio paso al atrevimiento. Estaba escuálida y se le notaban los huesos. Aunque Yaoyorozu era una chica delgada, estaba rellena donde tenía que estarlo. Para tener dieciséis años, estaba muy desarrollada, de ahí que estuviera convencido de que calentaba las fantasías de un montón de estudiantes, incluidas las suyas.
Yaoyorozu suspiró en su inconsciencia y, sobrecogido, la aferró más contra él.
Que su cabeza empezase a divagar por otros derroteros no cambió su resolución de confortarla. Aun así, se limitó a meter su mano hasta acariciar sus caderas y aprisionar su pierna entre las suyas para darle calor por todo el cuerpo. Ante un caso de congelamiento, lo más indicado era dar calor al torso, pero su moral no le permitía aprovecharse así de ella.
El hueco bajo las mantas se caldeó y la respiración de Yaoyorozu se fue tornando más profunda y relajada. Su piel poco a poco se desprendió del frío para adquirir una tibieza reconfortante. Su mano se aferró a su cintura para presionar su cuerpo contra el de él. Y ese atrevimiento del que había hecho gala por fin se convirtió en desazón.
Posiblemente, aquello fuese lo último que obtendría de ella: unos furtivos toques antes de que no volviera ni a mirarle. Se incorporó un poco para observar su rostro. Había perdido el color cetrino para lucir un ligero sonrosado. Ahora que bajo las mantas había calor, por fin se transfería a ella. Su mano errante abandonó su cintura para acariciarle suavemente las mejillas.
Mirarla le quitaba el aliento. No dejó de hacerlo por un buen rato, consciente de que no podría hacer algo parecido estando ella despierta. Había algo en Yaoyorozu que lo atraía mucho, como una luz a la polilla. Deslizó suavemente los dedos por sus labios rosados con cierto anhelo. Se sentía acalorado y no tenía nada que ver con la habitación. Maldijo por lo bajo cuando sintió que su cuerpo se tensaba y apoyó su frente con la de ella.
No era sólo que la quisiese; Yaoyorozu también le generaba una respuesta física que hasta la fecha no había tenido con ninguna otra chica que hubiera visto. Tampoco era como si hubiese perdido mucho tiempo en ese tipo de cosas, pero no había sentido hasta el momento esa atracción que había percibido en otros compañeros suyos por ellas.
No sabía que pudiera sentir algo tan fuerte hacia otra persona. Le había pillado de improviso por completo. Como si algo se hubiera estrellado contra él y sin avisar de que venía.
Y había perdido toda oportunidad de tenerla.
—Te quiero, Momo —le susurró antes de juntar sus labios con los de ella.
Fue un beso suave; apenas unos roces que le dejaron con ganas de más. Estuvo tentado de abrir sus labios para probar otro tipo de beso más profundo, pero finalmente se contuvo cuando entendió que la falta de respuesta por parte de ella le dejaría más frustrado de lo que ya estaba.
Además, no podía hacerle eso, pensó cuando juntó de nuevo su frente con la de ella. Yaoyorozu no se merecía que la persona que la había dejado marcada obtuviera de ella lo que le diera la gana, por encima de sus deseos. Si llegara a enterarse de lo que le estaba haciendo, le daría una paliza y con razón. Se había metido en su cama, le había toqueteado el cuerpo y encima, ahora, también la besaba. Sus actos ya no tenían nada que ver con su crítico estado, pero en esos momentos se sentía deprimido… y desesperado. Era la primera chica de la que se enamoraba; la primera de la que se sentía atraído. Le habría gustado que Yaoyorozu fuese la chica de sus primeras veces, pero aquello sería lo máximo que obtendría de ella: su primer beso robado en la inconsciencia de su convalecencia.
Definitivamente, deberían expulsarle. Sin embargo, ser consciente de ese hecho no le hizo dejarla sola. Continuó proporcionándole el calor que necesitaba y la observó dormir hasta que recobró un color más sano en sus hundidas mejillas.
Sólo entonces se permitió dejarla tranquila.
— * —
Fin del Capítulo 41
11 Octubre 2020
Notas finales:
Joé, con el estudiante modelo ^o^. Aprovechándose de una pobre Yaoyorozu convaleciente. ¿Qué modales te han enseñado en casa? XD
Que sepáis que este capítulo no estaba contemplado en su día, pero cuando me puse a escribir toda esta parte me dio uno de esos arrebatos por estar escribiendo demasiado tiempo temática juvenil y... bueno, Shoto pagó las consecuencias ^o^. La verdad es que dudé mucho entre dejarlo o modificarlo, igual que dudé entre dejar el que la besara o no. Desde luego, eso no lo tenía contemplado para nada y no sé qué os habrá parecido »_« . Pero como decía al principio, se me fue la pinza y al final lo he dejado. Ya avisé tiempo atrás que había tenido un incidente con el final de esta parte porque terminó de otra forma a la que había previsto, y eso iba por este capítulo y el que viene. Esta parte me dejó un poco bloqueada porque se me podría torcer el conectar esto con lo que tengo planeado. Pero bueno, al final se ha quedado como lo escribí.
Espero que no os haya descolocado mucho el actuar de Shoto y os haya gustado el capítulo ;-D
¡Saludos!
PD: Ahora en serio, como muchas me habéis dicho que estudiáis, entiendo que "la audiencia" de este fic es bastante joven (comparado con el dinosaurio que soy yo, obvio T_T). Así que dejo el aviso de que lo que ha hecho Todoroki no se hace bajo ningún concepto en la vida real ¬_¬º. Esto es cosa de la ficción y porque sabemos que ellos se quieren. Pero imaginaros que alguien os pille por la calle y os besara ni ton ni son. Pues no, evidentemente está muy mal. Así que no lo hagáis vosotros/as tampoco.
