CAPÍTULO 45. Penitencias


Comentarios de los reviews:

Astron: Será todo lo natural que tú quieras, pero me cuesta horrores hacer conversaciones así. Soy supermasoca. Me prometí no volver a hacerlo y aquí estoy T_T

SritaA: Me alegra que te esté gustando la historia, y lo más importante: que te hayas animado a leerla cuando veo que la pareja no te interesaba ^_^º. De todas formas, todos tenemos predilección por unas u otras parejas, pero ahora es cuando te confieso la mayor herejía: cualquier pareja pega mientras se cuente la historia adecuada »_« Con lo fan que soy de las parejas canon, ¿cómo puedo decir eso? T_T Voy a fustigarme contra la pared T_T

BrendNara: Obviamente, los dos lo pasan mal, aunque cada uno a su manera. Mientras que los disgustos de Momo van más orientados al hecho de creerse no correspondida, los de Shoto vienen derivados del constante rechazo a sus avances. Puede que de una primera impresión parezca que él lo lleva mejor, pero es porque las partes de Momo están más enfocada al clásico «corazón roto» (que es más emocional), mientras que lo de Shoto es una montaña rusa de esperanzas y desesperación. El problema colectivo que ves sobre culpar a Momo es porque... ¡TODOROKI SE LO PREGUNTÓ DIRECTAMENTE! ¡¿Qué demonios tenías en la cabeza, Momo?! Ainssssss... XD Pero tranquila que aunque a veces queramos zarandearla, todos la queremos *o*

Maria Violet: Jajajaja, no me engañas... que sé que te gustan estos dramas, jajajaja. No te preocupes, que no les queda nada ya *o* . Pero en fin, la cosa es esa: Momo le trata como si estuviera al tanto de sus sentimientos y como él no dice nada, se da por no correspondida. Pero es que claro, a Shoto lo rechazó de pleno, así que, ¿cómo va a entender él las indirectas de sus sentimientos? En fin... Para llegar al festival cultural faltan 3 capítulos contando este. El cuarto será un capítulo de conexión entre esta movida en la que estamos y el famoso baile que sigo avisando que NO OS VOY A CONTAR (no os emocionéis, que el escenario del baile va a lo que va T_T). Es que tengo la sensación de que esperáis que me ponga a desarrollar las parejitas en el baile y eso no va a pasar T_T. En cuanto al estado de salud mental de Shoto... pues imagínate. Este ha sido un golpe duro. Sólo unos días antes Momo le dio esperanzas «reales» y de pronto le sale con esto. Bien no va a estar, no T_T

Taskani: Me alegra que te esté gustando tanto el fic. Intento que los personajes sean lo más fieles posibles, así que me alegra saber que os lo parece *o*. Espero que siga así, aunque me esté metiendo en un aspecto de ellos que realmente no hemos visto porque no sabemos cómo se comportarían estando enamorados. Pero bueno, hago lo que puedo ;-D

Gracias por vuestros reviews *o*. Os dejo con el capítulo de hoy que viene un poco intenso XD. Espero que os guste ^_^º


CAPÍTULO 45. Penitencias

En el salón, bajo una pequeña audiencia, Kyoka marcaba los tiempos con las palmas mientras Kaminari tocaba en solitario la canción de su actuación. En realidad, de inicio sólo habían estado ellos, los demás se habían congregado cuando les vieron practicar.

—Es increíble lo mucho que ha mejorado en tan poco tiempo —le dijo Uraraka—. Eres una buena maestra.

Kyoka se sonrojó por el cumplido, aunque sabía que la mayor parte la había hecho Kaminari, por mucho que le increpara a la primera ocasión. Se le daba bien la guitarra. Estaba siendo capaz de tocar una canción sin haber cogido nunca un instrumento. No hacía ni tres semanas que había tenido que enseñarle a colocar los dedos y, la semana anterior, aún le costaba tocar sin tener a alguien más acompañándole.

Sin embargo, no sólo había practicado con el grupo o con ella, sino que también lo había hecho por su cuenta y de ahí que ya pudiera tocarla en solitario. De hecho, se sentía tan cómodo con la canción que esa misma mañana le había pedido que le enseñara otras. Kyoka sonrió al recordar lo sucedido cuando se había negado; Kaminari se lo había tomado muy mal.

—Eres muy mezquina —se había quejado dolido—. No me esperaba eso de ti.

—No quiero enseñarte cosas que puedas mezclar con la actuación —se había defendido ella. Eso pareció calmarle, aunque siguió mirándola con mala cara, inconforme—. Cuando pase el festival, te enseñaré incluso a leer partituras, si quieres.

Todo él resplandeció igual que si hubiera activado su singularidad y la sonrisa que le dirigió le provocó un vuelco a su corazón.

—¿Me lo prometes?

Kyoka le había devuelto la sonrisa, feliz.

—Sí.

Presagiaba que iba a tener un problema con él, pensó mientras Kaminari terminaba la canción. Midoriya y Kirishima le felicitaron por sus avances al tiempo que Kaminari proclamaba el descubrimiento que había supuesto para él tocar ese instrumento.

Yaoyorozu entró en ese momento atravesando como una bala el salón en dirección a los ascensores. Ni siquiera saludó.

—Eh, Yaoyorozu, ¿quieres ver cómo toco la canción solo? —le propuso Kaminari, orgulloso de mostrar sus avances.

Yaoyorozu negó y pulsó el botón sin agregar nada más.

—Llevas varios días sin vernos, te sorprenderá —insistió él.

—Ahora… no puedo —dijo con voz rota.

No pasó desapercibido para nadie. Todos se quedaron de piedra y Yaoyorozu volvió a pulsar el botón del ascensor repetidas veces como si eso fuese a hacerle ir más rápido.

—¿Qué ha pasado? —preguntó Kyoka preocupada.

En cuanto dio dos pasos hacia ella, supo que iba a echarse a llorar. Concretamente, supo que si no lo estaba haciendo ya era porque se estaba conteniendo. Las puertas del ascensor se abrieron y Yaoyorozu marcó su piso con la misma insistencia que antes.

Cuando desapareció de su vista, Kyoka miró hacia los demás, igual de aturdidos que estaba ella.

—¿Estaba llorando? —inquirió Uraraka.

No, pero poco le faltaba, pensó Kyoka.

—¿Se habrá peleado con Todoroki? —intervino Kirishima. Todos le miraron con atención y él se encogió de hombros—. ¿No se supone que quedan por las tardes?

—Voy a ver —dijo Kyoka inquieta.

Se fijó en que el ascensor aún estaba por el tercer piso y decidió atajar por las escaleras. Subió deprisa hasta el quinto y se dirigió a su habitación donde ya podía oír sus sollozos a través de la puerta.

—Yaomomo, ¿estás bien? —preguntó tras tocar la puerta. No obtuvo respuesta e intentó girar la manilla. Estaba cerrada—. Yaomomo, ábreme. Sólo quiero que hablemos… —Volvió a llamarla cuando sus sollozos aumentaron y, con ellos, también subió su nivel de nerviosismo—. ¡Yaomomo, abre! —Golpeó de nuevo la puerta con más fuerza ante su silencio y para ella se acabaron las buenas maneras—. ¡Ábreme o tiro la puerta abajo!

Unos segundos después el característico clic de la cerradura le indicó que Yaoyorozu estaba abriendo. Tenía los ojos rojos, pero un semblante pétreo que le escamó por todo el cuerpo.

—Ahora no puedo hablar. —Inspiró hondo y continuó—: Por favor, vete.

Tan serena… tan contenida. Medio minuto atrás la había oído llorar a través de la puerta, hecha polvo. ¿Y ahora aparecía ante ella diciéndole educadamente que se largara?

—¿Estás de broma? ¡Mírate! —Qué duro debía ser tener que alcanzar esos estándares—. No pienso dejarte así.

—Jiro…

Kyoka entró en la habitación haciendo caso omiso de su petición y cerró la puerta con seguro.

—Déjame ayudarte. Seguro que no es tan grave —intentó consolarla.

—Yo misma sé que no lo es, pero no puedo evitar sentirme así de mal.

Kyoka la instó a moverse hacia la cama y ambas se sentaron allí. Tenía el sentimiento encontrado de no poder dejarla en ese estado aun sabiendo que el hecho de estar allí era lo que estaba haciendo que Yaoyorozu no pudiera desahogarse.

—¿Te has peleado con Todoroki? —probó con la hipótesis de Kirishima. Ella negó y Kyoka suspiró algo más relajada—. Bien, porque por un momento pensé que habíais roto.

—Él y yo no somos novios —reveló, y aunque Kyoka la había escuchado negarlo anteriormente, dadas las circunstancias por fin la creyó.

—¿Me tomas el pelo? —alucinó. No había nadie de su clase y ni de unas cuantas más de los alrededores que no lo pensaran—. ¡Pero tú me dijiste que sí! —se defendió.

—Jamás he dicho algo parecido. Me dijiste que tenía suerte por tenerle al lado y pensé que te referías a tenerle en el pupitre de al lado.

—¿Por qué iba a decir que eso es tener suerte? —replicó extrañada—. Nos podrían haber movido de sitio con el cambio de semestre.

—¿Y qué iba a saber yo lo que es para ti tener suerte o no?

Kyoka abrió la boca para decir algo, aunque al final se quedó sin saber qué. Se desinfló y la miró con atención valorando todo eso.

—Me cuesta creer que no estéis juntos —dijo al fin—. De verdad que lo parecéis.

—Pues créeme que no lo estamos. Es más —añadió con amargura—, a él le interesa otra chica.

—¡¿Qué?! —Si el hecho de que no fuesen pareja ya la había sorprendido suficiente, aquello le hizo rebasar algún tipo de límite desconocido—. ¡¿Quién?!

—Alguien de fuera; no sé quién es.

Vio que a Yaoyorozu le tembló la barbilla y al final se llevó una mano a los ojos. Aquello era algo doloroso para ella y supo, sin género de dudas, que si no eran novios era cosa de Todoroki.

—Pero tú sí le quieres a él —concluyó.

Yaoyorozu asintió y rompió a llorar. Y Kyoka sintió una opresión en el pecho que la hizo querer llorar a ella también. Era como un mal chiste. Todos pensaban y bromeaban con la idílica relación de esos dos, cuando Yaoyorozu estaba viviendo la angustia de un amor unidireccional.

—Lo siento mucho —le dijo con la voz temblorosa.

Ver a alguien tan contenida como Yaoyorozu deshecha de esa forma la conmocionaba. Su cabeza jamás habría podido concebir una imagen de ella en ese estado. Yaoyorozu era comedida, recta. Era una «señorita» de familia rica y exquisitos modales. Seguro que de entre todas las normas de etiqueta que le habrían inculcado, había alguna que decía que no podía deshacerse así delante de alguien. Lo aseguraba porque, de otra forma, no sólo debería poder imaginarse a Yaoyorozu llorando como cualquier otra chica de su edad, sino porque tampoco ninguna de ellas le habría abierto la puerta de esa manera en medio de una crisis.

Y eso no era bueno… Ya fuesen modales de etiqueta o no, tenía que dejar que lo soltara todo. Sólo entonces podría sentirse algo mejor.

—¿Estás así porque te ha rechazado? —le preguntó con suavidad.

Casi podía hacerse un escenario de ella confesando sus sentimientos y Todoroki diciéndole que había otra persona.

Sin embargo, Yaoyorozu negó y Kyoka ya no supo por dónde tirar. Porque no tenía ni idea de qué le había podido hacer Todoroki más grave que un rechazo.

—¿Y qué te ha hecho?

—Nada.

—Algo ha tenido que ser —presionó.

—No. No ha hecho nada. He conseguido lo que quería —le dijo entre más lágrimas—. Ha aceptado venir al baile conmigo, que es lo que he querido desde que lo propusieron. Pero desde entonces no puedo parar de llorar. ¿Te lo puedes creer? —dijo con un humor fingido—. Debería estar contenta, pero me ha sentado fatal.

Era evidente que se estaba perdiendo algo porque lo que decía no tenía sentido. Si realmente le quería, conseguir que la acompañara al baile era una oportunidad para intentar girar las tornas a su favor.

Le dio unos suaves masajes en la espalda de consuelo e intentó hundir ese nudo en el pecho que sentía por su angustia. Lo que sea que había pasado entre ellos la había dolido hasta el punto de hacerla sentirse así. Y si algo sabía, era que guardarse ese tipo de cosas era peor. Se enquistaban y después se hacía difícil conseguir eliminarlas. Tenía que dejar que lo expulsase, pero no podía dejarse llevar por su desesperación. Debía dejar que se cayera, pero que a la vez supiera que iba a estar allí con ella, firme, para ayudarla a levantarse.

—Eso no es lo que ha pasado. —Eso tenía que ser la superficie de lo sucedido, pero era el trasfondo lo que la había puesto así—. Yaomomo, cuéntame. ¿Qué es lo que te ha sentado fatal?

Yaoyorozu se quitó las lágrimas con rabia y la miró con dureza.

—Que soy su penitencia.

Kyoka la miró de hito en hito sin comprender.

—¿De qué hablas?

—¡De esto! —respondió levantando su brazo vendado—. Del accidente.

—Eso no es verdad.

No podía creer que Todoroki fuese al baile con Yaoyorozu por culpabilidad, aunque esa idea también podía venirle porque aún le costaba asimilar que le interesase otra chica que no fuese ella.

—¡Sí que lo es! Sabía que no quería ir. Me lo dijo desde el primer día —explicó tan rápido que a Kyoka le costó seguirla—. Pero yo no quería ir sola, así que recordé lo que hizo Uraraka e intenté pedírselo como un favor entre amigos. Pensé que no se negaría en favor de nuestra amistad, pero ¿qué es lo que me ha dicho? —Levantó otra vez el brazo, con disgusto—. Que lo hace por esto.

Y volvió a echarse a llorar.

—Yaomomo… —susurró.

—Dios, qué ingenua fui… —se dijo a sí misma entre lágrimas—. Él mismo me lo dijo en la clínica: que haría cualquier cosa por mí. Y yo pensando que iba a intentar considerar mis sentimientos en detrimento de esa otra por voluntad propia —espetó con rabia—. Pero no… Lo que en realidad quería decir era que ése sería su castigo por haberme hecho esto.

Se echó a llorar y lo hizo mucho. Kyoka pensó que incluso le daría congoja. Estaba tan impresionada que se le cayeron las lágrimas, a pesar de que se había prometido no hacerlo por ella.

La abrazó y dejó que siguiera llorando contra su hombro. Le costaba creerse algo así, pero al mismo tiempo, era consciente de que un sentimiento de culpabilidad llevaba a las personas a hacer cosas impensables.

Aun así, le sorprendía mucho que Todoroki le hubiera dicho algo como eso de forma tan directa. Desde luego, no era la persona más cálida que conociera, precisamente. Pero era de una insensibilidad tal, que no se la esperaba.

—¿Y no será que lo has entendido mal?

Yaoyorozu se separó de ella y la miró descompuesta.

—¿Y cómo se puede entender mal eso?

—No lo sé… —contestó sin argumentos que darle—. Pero es que no me cuadra. Se me hace difícil imaginar a Todoroki haciendo algo así… o, mejor dicho, haciéndote eso a ti —se corrigió.

Porque quizás para ella eso era lo más relevante. Desde fuera parecían la pareja perfecta. El trato que le daba a Yaoyorozu no se lo daba a ninguna más.

—Tienes que hablar con él y aclarar lo que ha pasado —continuó con convicción—. De lo contrario, tu amistad con él se resentirá, y ya nunca sabrás si hace las cosas por compromiso o porque eres tú.

La vio serenarse un poco mientras lo consideraba y le dio un ligero apretón en el hombro para animarla.

—Yaomomo…

Ella negó con rapidez.

—No me veo capaz de hablar con él ahora —la interrumpió con voz temblorosa—. Mucho menos de esto…

Kyoka sonrió.

—Lo sé —concordó—. Estás muy alterada ahora mismo. Primero tienes que recomponerte. —Cambió el apretón de su hombro por los suaves masajes consoladores que le había dado al principio y añadió—: Pero cuando estés mejor, habla con él. No puedes quedarte con esa incertidumbre dentro.

—¿Y si mi dice que es por culpabilidad? —murmuró sobrecogida.

Kyoka suspiró y frunció los labios contrariada.

—Entonces, tu amistad con él tendrá un serio problema.


— * —


Fin del Capítulo 45

13 Diciembre 2020


Notas finales:

Como os dije, ya véis que la pobre se ha llevado un disgusto de campeonato. Pobrecillaaaaa... »_« . El otro acabará con camisa de fuerza, pero ésta tampoco se va de rositas T_T . Ains... pero tranquilos que ya os queda poco para estar juntitos *o*

Espero que os haya gustado el capítulo ;-D

¡Saludos!