Capítulo XIX: El Primer Beso ;D
Amaneció en Japón, en Europa anocheció, y obviamente no con buenas noticias. Los presentes en la trágica batalla en Tokyo tuvieron que dar las malas noticias a los que no sabían, fuera por teléfono, por correo electrónico o personalmente.
Ese fue el caso de Ishizaki, quien al no tener entrenamiento aquel día decidió ir a acompañar a Misaki a su rehabilitación, pero tamaña fue su sorpresa al ver que quien le abrió la puerta del apartamento era… Jinko.
-Jinko-san…
-Hola, Ishizaki-san. ¿Vienes a hablar con Misaki-san?
-Eh, sí… yo… ¿Qué haces aquí tan temprano?
-¿Tan temprano?
-Sí… ¿No se supone que deberías estar en tu consultorio…?
-Ah, hola, Ishizaki-kun –interrumpió Taro. -¿Hoy no tienes entrenamiento?
-No… Misaki-kun, ¿qué pasó? Te ves terrible.
Los ojos de Taro estaban hinchados, y ni qué decir de los de Jinko.
-Es una larga y triste historia. Sigue, Ishizaki-kun.
-Sí… Y además tienes algo que explicarme.
-¿Qué?
-¿Por qué Jinko-san está tan temprano en tu casa?
-Esto es muy fácil de explicar: No es que ella haya llegado temprano. Es que se quedó a dormir anoche.
¿Qué habrá pasado por la mente de Ishizaki? Probablemente nada bueno Oo
-¿Cómo que se quedó a dormir?
-Antes que pienses cualquier cosa, te aclaro que dormí en el sofá –dijo Jinko, cruzando sus brazos. –Lo que sucedió anoche y el hecho que me haya quedado aquí están muy unidos.
-Soy todo orejas.
-¿No querrás decir oídos, Ishizaki-san?
-Nunca fui bueno para la música; por eso dije lo que dije.
Eso hizo que Taro sonriera, pero a Jinko ni le afectó. Acto seguido los tres se pusieron a hablar de lo sucedido en Tokyo la noche anterior, omitiendo algunos cuantos detalles. Al terminar de explicar el sacrificio de Rairyuu, Ryou estaba a punto de dejar escapar una lágrima, pero se contuvo.
-… y después de so regresamos acá, pero ya era muy tarde como para que la doctora se fuera a casa –narró Taro.
-¿Y no se les ocurrió pedir un taxi?
-No traía dinero encima –dijo Jinko. –Venía desde Vitalis, y eso queda cerca de aquí.
-Ah, ya… Por cierto, Misaki-kun, parece que una vez más nuestro viejo equipo irá al Torneo Nacional.
-¿Cómo?
-Nankatsu va a representar la prefectura una vez más, guiados por nadie más ni nadie menos que nuestro amigo Kagei Kai.
-Felicidades por Kai-kun –dijo Taro, sonriendo a medias.
-¿Se refieren al Kage no Tsukai? –preguntó Jinko, confundida.
-Así es.
-Veo. Bueno, debo admitir que de fútbol no sé gran cosa. En el colegio nunca me dediqué a practicar algún deporte.
-Claro, como eras una… -Ishizaki comenzó a decir, pero algo hizo que se cayera. Al parecer Taro había dejado escapar una ola de energía voluntariamente para callarlo.
-¿Una qué?
-No, nada, olvídalo –dijo Misaki, algo nervioso nnU
-Volviendo a lo que me contaron, ¿ya le avisaron a los demás? Me refiero a Tsubasa-kun y los otros.
-Kojiro debió de encargarse de avisar a Tsubasa, Sanae, Genzo y Tooru, y más tarde le avisaremos a Shinobu y Kai.
-¿Y qué creen que sucederá en Tokyo?
-Rairyuu murió y su cuerpo se convirtió en energía. Ahora forma parte de Hyuga-san, así que lo más probable es que alguien pondrá la denuncia de la desaparición de Rairyuu. Pero como no lo encontrarán, lo declararán desaparecido y nada que hacer. Supongo que sus padres quedarán deprimidos.
-Jinko-san… ¿Te diste cuenta de lo que acabas de decir? –dijo Ryou.
-¿Qué?
-Llamaste a Ikazuchi por su nombre otra vez.
La joven doctora se sonrojó con fuerza por la vergüenza que le dio.
-Bueno, ahora mismo no es momento de hablar de ello. ¿Vamos ya a la rehabilitación, Jinko-san? –preguntó Misaki, tomando sus muletas y sus llaves.
-Sí, claro…
-Voy con ustedes –dijo Ishizaki, acompañándolos. –Ya les dije que iré a la rehabilitación con ustedes.
-Gracias, Ishizaki-kun.
Lo que realmente acontecía era que Ishizaki acababa de tomar cursos de manejo y consiguió un pequeño automóvil usado. Por eso había decidido ayudar a su amigo. Al salir del edificio Misaki y Jinko vieron el auto de Ryou y quedaron sorprendidos.
-¿Les gusta mi carcacha? No es gran cosa teniendo en cuenta mi sueldo, pero al menos sirve para su cometido básico: ir de un punto A hasta un punto B.
-Es excelente que tengas un auto. Pero, ¿ya puedes conducirlo?
-La duda ofende, viejo –dijo Ryou, sacando su licencia de conducir de su billetera. –Tuve que presentar el examen varias veces, pero al final lo logré. Al fin que conducir es una necesidad, no un lujo.
-Felicidades.
Así Ishizaki, Misaki e Imawano fueron en el auto del primero hasta el hospital, donde comenzó todo el ajetreo de la rehabilitación de Taro, que iba mejorando cada vez más.
Entretanto, Kai estaba en la escuela, ayudando a arreglar el salón. Komichi no llegaría si no hasta un buen rato después, así que no estaba preocupado.
O al menos fingía no estarlo.
La noche anterior había tenido un presentimiento terrible. Después de la muerte de Wataru había tenido muchos presentimientos, pero ninguno como el último. Esperaba que ese presentimiento fallara.
Aunque lo triste era que ese presentimiento, la muerte de otro de los Arcángeles Negros, no falló, aunque todavía no lo sabía.
Siguió limpiando escritorios, tratando de no pensar. El otro joven que tuvo que limpiar el salón intentó entablar conversación con el futbolista, pero no recibió respuesta alguna. Rato después llegó Komichi, quien notó el silencio de su amigo.
-Kai-kun, ¿qué te pasa? Estás muy callado.
-Ah, hola, Komichi-chan.
-¿Qué te pasa? –volvió a preguntar la chica.
-No, no es nada importante… No prestes atención.
Pero Komichi no era ninguna tonta.
-Primero conoces al dueño de la discoteca más conocida de la cuidad y ahora me ocultas algo. Estás actuando muy sospechosamente, Kai.
-No seas curiosa, Komichi.
Ya con eso el Mensajero de las Sombras logró hacer que su amiga desistiera de saber qué le pasaba. Aunque ella sabía sobre los presentimientos de Kai, él no quería que su amiga supiera más de lo debido.
Más tarde, en clase, estaban en clase de Química, trabajando en el laboratorio. Como siempre, Kai y Komichi trabajaron juntos, pues la chica era la mejor en Química del curso. Sin embargo, si Kai de por sí era algo callado, esta vez las cosas se salían de control. Pero a la vez había algo en él; había algo que parecía no cuadrar en absoluto en el joven Mensajero de las Sombras.
No solía fruncir tanto el ceño desde que lo conoció. Desde el momento en que conoció a Kai él había sido un chico callado pero amable, siempre ayudando, siempre defendiendo a la gente que era molestada. Rara vez se le veía deprimido o demasiado serio…
Hasta hacía aproximadamente dos o tres meses, cuando sus presentimientos volvieron a aparecer.
-…pásame el matraz –oyó decir a Kai a lo lejos.
-¿Eh? ¿Qué?
-Dije que por favor me pases el matraz, que ya está a la temperatura correcta. Komichi-chan, concéntrate.
-Ah, lo siento, Kai.
-Oye, no eres tan descuidada. ¿En qué estás pensando?
-Yo… Nada. En nada.
-Haré de cuenta que te creo.
Pero la verdad era que Kai había leído la mente de Komichi y sabía que ella estaba confundida por su actitud.
Entretanto, Ishizaki observaba desde un rincón la rehabilitación de su amigo. Jinko ayudaba a Misaki, quien sudaba por el esfuerzo que estaba haciendo.
-Vamos, Misaki-san… Sólo un poco más –dijo Jinko, mientras Taro aguantaba valientemente el dolor que le atenazaba su pierna.
-A eso voy… -y una vez completó el ejercicio se dejó caer, exhausto. -¿Ya podemos tomar un descanso?
-Supongo… Sin embargo, has resistido más que lo usual, Misaki-san. Tu recuperación es inmejorable.
-¿Qué quieres decir con eso, Jinko-san? –preguntó Ishizaki, curioso.
-Significa que en menos de lo que se esperaba Misaki podrá volver a hacer lo que más le gusta; jugar fútbol.
La cara de Taro se iluminó.
-Eso significa que tendré que comenzar a buscar equipo.
-¿No que querías entrar al Jubilo Iwata?
-¿No que está demasiado lleno?
-Al menos valdría la pena intentarlo. Además, he oído algunos rumores… No son 100 seguros, pero algo es algo.
-¿Rumores de qué?
-De que alguno de los jugadores veteranos va a retirarse.
-Esa podría ser la oportunidad que Misaki-san está esperando –dijo Jinko.
-Sí, eso mismo pensé yo –dijo Ryou, pero al mirar la hora cogió prisas. –Ay, rayos, me tengo que ir; le prometí a Yukari que la recogería de la Universidad y ella sólo tiene clase por la mañana.
-Bueno, nos veremos más tarde entonces –dijo Taro, mientras se ponía de pie.
-Cuídense.
Ryou se fue, dejando a la doctora y su paciente solos.
-Qué mente tan cochambrosa la de tu amigo.
-¿Por qué lo dices?
-Cuando vio que le abrí la puerta puso una cara… Vaya idiota.
-Je, supongo que Ishizaki se confundió. Al fin y al cabo vivo solo, y no mucha gente entiende que uno puede ser amable con la gente sin tener que comprometerse a nada.
-Ah…
-Por cierto, ¿fuiste consciente de que llamaste a Ikazuchi-san por su nombre?
-La verdad no… Creo que me pasa cuando menos me lo espero, Misaki-san.
-Bueno, supongo que tan sólo son deslices de la lengua.
-¿Nunca te cansas de ser tan amable?
-La verdad… No. ¿Por qué?
-Siempre tienes una palabra amable para todo. Siempre le ves el lado bueno a todo, y siempre resistes las cosas con una sonrisa en los labios.
-¿Y es pecado ser así?
Jinko no supo qué responder.
-Bueno, supongo que no lo es –dijo Taro más para sí, aunque no pudo evitar mirar bien a Jinko. Aunque era seria, rayando en la frialdad, y tenía muy poca autoestima, en realidad era muy bonita, y muy dedicada.
Pero más que todo, era una joven cuyos frágiles sentimientos habían sido rotos una y otra vez.
-Ya vale; deja ya de mirarme –dijo Jinko, incómoda.
-Eh, lo siento. No era mi intención.
Sin embargo, Jinko no se sentía incómoda porque Misaki la mirara, si no por lo maduro, amable y comprensivo que era.
Le asustaba a veces.
-¿Seguimos con esto? –preguntó Taro, haciendo que Jinko volviera a la realidad de un susto. Pero él al estar de pie cayó al suelo por la ola de energía que ella dejó escapar del susto.
-¡Misaki-san! Lo… Lo siento.
-No te preocupes, Jinko-san. Hacía rato no me caía por culpa de una ola de energía.
-No me digas… -y la joven se apresuró a ayudar a su paciente a ponerse de pie. Sin embargo, el corazón de la joven comenzó a latir desbocadamente; era la segunda vez que pasaba.
¿Acaso ella se estaba enamorando del Arcángel del Agua?
Y Taro… ¿Acaso se había enamorado del Arcángel de la Oscuridad? Porque aunque no dejaba su sereno semblante, su corazón iba a mil por hora.
Y ya cuando el joven se pudo poner de pie… Estaban muy cerca, demasiado cerca, y no es que se dejaran llevar por el momento; fue el momento quien se los llevó sin que ellos realmente quisieran hacerlo.
-Yo… Lo siento, Jinko… No quería realmente hacerlo… -dijo Taro después de aquel beso. (N de A: Ahora mismo estoy pensando: ¡¿Pero qué rayos acabo de escribir!)
-Ni yo, pero… Para ser sincera, ya no aguantaba más, Misaki-san. Mi corazón latía como si estuviera a punto de estallarse cada vez que te acercabas a mí…
-¿Cómo? ¿Por qué?
-¡No lo sé! Digo… No sabía por qué, Misaki-kun.
-Bueno, creo que somos dos confundidos entonces… Jinko. Sin embargo, jamás olvidaré ese momento. Sería imposible hacerlo por mi parte.
-¿A cuál te refieres?
-No es necesario que te lo diga, ¿o sí?
-Oh, ese.
-¿Qué pasa, Jinko-san?
-Es que… Recordé algo que quisiera olvidar en este instante, pero no puedo.
-¿Qué es? ¿Puedes contármelo?
-Supongo que puedo, pero no vayas a pensar algo malo de mí.
-No se me da bien malinterpretar las cosas.
-Cuando yo tenía catorce años, me enamoré de alguien inalcanzable, aunque por obvias razones él nunca lo supo. Él estudiaba en otra escuela, y era muy popular entre las chicas, por lo que sabía que no tenía oportunidad alguna. Pero yo, al ser lo que era, y lo que ahora soy, hacía algo muy arriesgado, sólo por poder verlo. Bajo la forma de un búho solía entrar por su ventana, y me quedaba un rato viéndolo dormido…
-Así que eras tú.
-¿Cómo?
-Así que tú eras el Arcángel Negro que observaba a Tsubasa-kun por las noches.
-¿Cómo lo saben?
-Es una larga historia –y Taro se la contó. -…sin embargo, nunca supimos que fuiste tú.
-Bueno… Espero que no pienses nada malo de mí.
-¿Cómo podría? Eso sólo demuestra que eres una chica de muy buen corazón. Incluso cuando tú y nosotros éramos enemigos jurados, tú tuviste un montón de oportunidades para acabar con Tsubasa y no lo hiciste.
-No quería hacerlo, y ya te dije por qué.
-¿Y Tsubasa-kun lo sabe?
-No.
-Entiendo. No es necesario que se lo digas si no quieres hacerlo; de hecho es divertido pensar que es un misterio. ¿Y qué fue lo que pensaste cuando recordaste eso?
-Que por un tiempo estuve enamorada del Kami no Tsukai, y ahora resulta que yo…
-Y ahora resulta que…
Jinko respiró profundamente. No creía ser capaz de admitir lo cursi que se había vuelto.
-Y ahora resulta que me dejé llevar por el momento, sin querer, con su mejor amigo.
Misaki al escuchar eso se echó a reír. Jinko lo miró confundida.
-Es que es hasta gracioso pensar eso, ¿sabes? Sin embargo, puedo decirte una cosa, aunque ya debes saberla.
-¿Qué?
-Como sabes, Tsubasa sólo tenía ojos para dos cosas: El fútbol, y Sanae.
-Ajá.
-Aunque no es el único caso que ha habido. Fui testigo de un caso similar.
-¿Qué?
-¿Recuerdas a Wataru? –dijo Taro, señalándose a sí mismo.
-Oye, la duda ofende.
-Bueno, en aquella época yo vivía en París, y una amiga mía, Azumi, se enamoró de él. Fue algo a primera vista, y a Wataru le pasó lo mismo. Se ennoviaron un día antes de la Batalla Final, y sin embargo él le terminó a Azumi después de que regresamos a París.
-Algo había oído.
-Y bueno, ellos siguieron siendo amigos hasta la muerte de Wataru, aunque la verdad era que aún se gustaban, y mucho.
-Bueno, Wataru era muy guapo a pesar de su discapacidad. Y supongo que Azumi es una chica linda. ¿Y… ella te gusta? –Jinko desvió su mirada, sintiéndose mal.
-No; es una de mis mejores amigas. En realidad me gusta otra chica, bella a su manera, y dedicada a sus cosas, pero que en el pasado nadie entendía y le hacían sentir mal todo el tiempo.
Jinko no se la podía creer. Taro la estaba describiendo a ella.
-¿Acaso estás diciendo que…?
-¿Qué crees que estoy diciendo? –dijo Taro, con su típica sonrisa de caramelo.
-¿Yo… Yo te gusto?
-Mucho más allá.
Ahí sí el corazón de la chica se desbocó por completo… Y se dejó caer entre los brazos de Misaki, quien la estrechó fuertemente entre sus brazos, y de suerte no perdió el equilibrio.
-Además de todo esto, tengo que admitir una cosa: nunca antes había podido decir algo así. Siempre he sido algo tímido.
-¿Qué? Podría haber jurado que tú…
-No; es la primera vez. Nunca estuve realmente interesado en una chica, aunque no podía evitar ser muy protector con mi amiga Azumi. Pero esto es diferente.
-¿Por qué es diferente?
-Porque esta vez no protejo a una amiga. Protejo a la mujer de la que me enamoré.
Se quedaron así un buen rato… Y fuera de sonreír otra vez, Imawano Jinko, el Arcángel de la Oscuridad, musitó por primera vez el nombre del joven que la tenía entre sus brazos.
-Si esto es un sueño, no quiero despertar, Taro.
-No lo es, Jinko-chan. No lo es.
(N de A: Este capítulo me salió demasiado cursi xP)
