Capítulo XX: La Muerte de Tooru

Entretanto en Alemania todos dormían. Genzo, Kaltz, Marie, incluso Schneider dormía. La jornada había sido larga.

En su apartamento, Genzo dormía no muy bien, después de haber recibido la terrible noticia por parte de Hyuga. Ya habían perdido a dos buenos aliados. Sin embargo, tenía pesadillas, y al fin, bañado en sudor, él despertó.

-¡¡Aaaaaah!... Me lleva; no he podido dormir bien por culpa de lo que Hyuga me contó.

Encendió la luz de su lámpara y se sentó derecho en la cama.

"Necesito dormir bien; tengo que seguir entrenando duro con el equipo, pero así parece que amaneceré más cansado que cuando me fui a dormir."

Gracias a Ishizaki y Misaki, cuando estaba en Japón, había adelantado bastante lo que escribía, pero aún seguía teniendo huecos en la historia, por lo que estaba estancada en ese instante. Miró la hora en su reloj y cayó sobre su cama otra vez; eran tan sólo las tres de la mañana.

-¡Necesito DORMIR! –exclamó al fin, molesto, y después de apagar la luz de la lámpara se acostó de espaldas a la ventana.

Pero nada servía.

Al fin Wakabayashi decidió levantarse e ir a la cocina a por un vaso de leche. Se dirigió allá, y encendió la luz de la cocina. Quedó encandilado un momento, pero después notó que una fea cucaracha estaba andando por el suelo de la cocina.

-Qué asco… -Genzo concentró sus fuerzas y rogó al cielo que la cucaracha desapareciera. En efecto, el asqueroso bicho se esfumó en una voluta de humo, como si alguien lo hubiese incinerado.

Después del incidente con el bicho, el Arcángel del Viento se sirvió un vaso de leche fría. Los dientes le dolieron un poco por la baja temperatura de la bebida, pero se sintió mucho mejor. Volvió a su habitación y se acostó otra vez. Así estaba mucho mejor. Cerró los ojos, y después de estar en duermevela por un rato, al fin logró conciliar el bendito sueño que necesitaba.

En cambio, Tooru dormía el sueño de los justos. A pesar de haber perdido ya a dos de sus buenos amigos, Tooru sabía que llorarlos no serviría de mucho. En cambio, enfocaba sus esfuerzos en cumplir lo que ellos no pudieron: salvar a la Tierra.

Por supuesto, también habló con Wakabayashi, y al parecer el arquero del Hamburgo quedó más afectado por lo sucedido que el mismísimo Arcángel del Hielo.

Siguió durmiendo, y al parecer no estaba soñando, pero igual soñara o no soñara, nunca lo recordaba.

Sin embargo, se levantó para ir al baño, más dormido que despierto y un buen rato después volvió a su cama.

Sin embargo, no pudo evitar sentir escalofríos.

Eso lo despertó de una vez. ¿Por qué tenía tantos escalofríos? En realidad la temperatura de la habitación era normal, pero temblaba como una hoja.

"¿Qué me pasa? ¿Acaso tendré fiebre?" –el joven fue por el termómetro y colocándoselo en la boca, esperó tres minutos, durante los cuales sencillamente no hizo nada.

Al fin pasaron los ciento ochenta segundos (hagan cuentas :P) y Tooru miró cuánto marcaba el instrumento.

Cuarenta grados.

-No, no me lo explico. Rara vez me enfermo, y me siento bien, pero tengo mucha fiebre. ¿Qué me pasa?

Y recordó, aunque borrosamente, que mientras hacía sus necesidades había sentido un horrible ardor.

Sin embargo, recordó que cuando era niño y tenía fiebre, le ardía al ir al baño. Sin embargo, ¿qué debía hacer?

No le quedó más opción que hacer una llamada de larga distancia; su madre sabía qué debía hacer.

Marcó el número y esperó a que contestaran, aunque su madre casi nunca salía de casa.

-Casa de la familia Akuji. Habla Moroha.

-¿Mamá?

-¿Tooru? ¿Mi Tooru?

-Sí, soy yo. ¿Cómo estás?

-Estoy de maravilla, hijo. ¿Y tú?

-Tengo fiebre, pero no me explico por qué. Llamé para ver si sabes qué puedo hacer al respecto.

-Ay, hijo, es muy sencillo. ¿Recuerdas qué solía darte cuando te daba fiebre?

Tooru tuvo que admitir que no lo recordaba.

-Entonces escucha y haz lo que te digo; corta un limón por la mitad y ponte cada mitad debajo de tus axilas. A medida que se calienten, ve cambiándolas.

-De acuerdo, mamá. Gracias por el consejo. Dale un saludo a papá y un abrazo a Suma-chan.

-Adiós, Tooru.

-Adiós mamá.

El joven colgó el teléfono y fue a hacer lo que su madre le dijo. Rato después volvió a la cama, sin saber si el consejo de su madre serviría.

Pero sirvió.

Amaneció en Europa, y Tooru despertó fresco como una lechuga. Tuvo que cambiar los limones como cuatro o cinco veces, pero ya se sentía mucho mejor.

-Esta se la debo a mi madre –se dijo. Se alistó para un nuevo día de trabajo, desayunó y se fue a pie, pues hacía un buen día y vivía relativamente cerca de su oficina.

Sin embargo, se encontró con alguien muy conocido para él.

-Hola, Wakabayashi-kun. ¿Cómo estás?

-Podría estar mejor si no fuera porque dormí muy mal anoche –dijo el joven, que por más cansado que estuviera, siempre salía a correr.

-Se te nota. Despreocúpate; si hoy entrenas mucho y te duermes cuando estés realmente cansado dormirás como un bebé.

-Eso espero; lo que ha pasado me tiene muy afectado, ¿sabes?

-¿Y eso?

-Poco a poco los Arcángeles Negros han sido asesinados, y quién sabe… Pueda que al final maten a uno de los Blancos. Espero que eso no pase.

-Sé un poco más optimista –dijo Tooru, sacando una pastilla de menta. –Si tienes un poco de optimismo verás que todo sale mejor.

-¿En serio?

-¿Cuándo has visto que un pesimista es exitoso en la vida?

-Buen punto.

-¡Cielos! Ya me tengo que ir. Saludos de mi madre. Adiós –y Tooru se fue, mientras Genzo volvió a correr, esta vez hacia su casa.

Sin embargo, e encontró a Kaltz en la puerta de su apartamento.

-¡Herman! ¿Cómo vas?

-Hola, Genzo. ¿Te enteraste?

-No… ¿Qué?

-Marie huyó de su casa.

-¿Qué? ¿Marie Schneider?

-Sí. Al parecer no la han podido encontrar, y ni siquiera dejó una carta, ni nada.

-Sus padres deben de estar muy preocupados.

-Diste en el blanco, pero tal parece que a Karl ni le mosqueó.

"No me sorprende esto último, Herman. Si supieras lo que en realidad pasa… Un momento; sí que lo sabes."

-Bueno, me temo que sé por qué Schneider no reaccionó con la huida de Marie.

-¿Qué?

-Y tanto la frialdad de Karl, como la huida de Marie están conectadas.

-¿Cómo?

-¿Recuerdas lo que me pasaba cuando tenía quince años?

-¡No! –Kaltz quedó de piedra. -¿Otra vez los ángeles?

-Arcángeles…

-Eso.

Genzo trató de resumir lo mejor posible lo sucedido, dejando a Kaltz de piedra.

-Así que Schneider se está tomando muy en serio eso de que ustedes son rivales… ¿No?

-Tanto como que se puede decir que vendió su alma. Sin embargo, no es el único.

-¿Hay más Contraarcángeles?

-Sí. Está Pierre, el capitán de la Selección Francesa, quien ya mató a uno de los nuestros; Hino Ryoma, un jugador uruguayo-japonés que también se volvió un asesino…

-Algo he oído de él.

-Carlos Santana, el goleador de la Selección Brasilera, y un ser creado por el causante de todo este lío a partir de la esposa de Tsubasa.

-De Sara… Sama…

-Sanae.

-Eso. Y, ¿recuerdas que una vez hablaste con Marie y te dijo que tenía miedo de Karl?

-Sí.

-Bueno, creo que ella le tiene miedo a su hermano por lo frío que se ha vuelto. Se puede decir que siente la oscuridad que invadió a su hermano.

-Y eso que Karl era frío desde antes.

-Sí. Creo que ya tenía demasiado miedo como para poder soportar ver a su hermano. Tenemos que encontrar a Marie y llevarla a un lugar seguro.

-¿Y cómo harás eso sin que Karl se entere?

-Eso, amigo mío, es lo que tengo que pensar.

Sin embargo, no notó que cerca de allí había un insecto no muy común… Que estaba escuchando todo.

"Con que Kaltz también lo sabe todo… No voy a dejar rastro de ninguno de los dos."

De inmediato el bicho comenzó a revolotear cerca de Genzo y Herman, fastidiándolos.

-¿Más insectos? Deberían fumigar este edificio –dijo Genzo, que golpeó al insecto con su gorra, mandándolo al suelo. Obviamente quedó bastante maltrecho.

-¿Cómo que más insectos?

-En la madrugada fui por un vaso de leche y había una cucaracha en la cocina.

-Qué asco…

-Lo sé, pero me deshice del insecto.

-Así como me desharé de ustedes –dijo una voz detrás de ellos. Schneider estaba allí, aunque bastante lastimado.

-¡Schneider!

-¡Karl!

-Qué lástima, Herman… No quisiera que salieras lastimado, pero veo que sabes demasiado. Hubiese sido mejor que no supieras nada. Y Genzo, ¿cómo es que te preocupas por mi dulce hermanita, eh?

-¿Tiene algo de malo? Al fin y al cabo, ella no tiene la culpa de ser hermana de un ser que le vendió su alma al diablo.

-No me gustan los chistes sobre el diablo.

-¿Y qué es Kuro entonces? No me vengas con que es un ser celestial.

Eso dejó a Schneider callado.

-Herman, huye. No tienes que ver en esto –dijo Wakabayashi en un susurro.

-Pero… ¿Y si Schneider intenta atacarme?

-Por eso te digo que huyas. No podré evitar que te ataque si te quedas, pero si huyes podré detenerlo. Hazlo.

-De acuerdo –y Kaltz comenzó a correr lejos, aunque Schneider lo notó e intentó atacar al amigo de Genzo, pero el Arcángel del Viento lo detuvo con su Viento Huracanado.

"Que nadie salga lastimado, que no le pase nada a Kaltz ni a los demás, que nadie lo recuerde…" –Genzo formó la barrera y se lanzó en pos de Schneider, lanzando sus flechas. Aunque algunas alcanzaron a herir a Karl, éste contraatacó con su extraña arma, hiriendo una de las alas de Wakabayashi.

-Rayos… ¡Reclamo a mi destino por ser yo! ¡Brisa Pacífica!

-Je, se me había olvidado que eres capaz de curar heridas… Pero te saldrá caro. ¡Oblivion!

-¡Ni lo sueñes! ¡Ventisca Helada! –Tooru había llegado a tiempo, usando su ataque para desviar el letal ataque de Schneider.

-Vaya… El Arcángel del Hielo. Me pregunto cómo es que entre ustedes logran saber si uno de ustedes es atacado.

-Es mejor malo conocido que bueno por conocer.

-Tooru-kun, ¿no deberías estar trabajando? –preguntó el arquero japonés, ya recuperado de su herida.

-¿Eso importa ahora?

-Dos contra uno… De no ser porque son unos debiluchos ya habría protestado por el juego sucio.

-¿Juego sucio? No me hagas reír, que no estoy de humor –dijo Genzo. –Tú intentaste atacar a Herman, que no tiene manera de defenderse de tus ataques.

-La culpa es de él por saber demasiado.

-¿Sabes? Me da asco penar que yo te conocí y hasta te enseñé a jugar videojuegos –dijo Tooru.

-Gran cosa… Total los videojuegos dejaron de gustarme hace mucho –y Karl se lanzó a atacar al Arcángel del Viento.

"Se está ensañando conmigo… Esto no me gusta. Si sólo se dedica a atacarme, soy hombre muerto."

Sin embargo, ¿qué podía hacer Genzo? ¿Contraatacar? ¿Defenderse? ¿Esperar un milagro?

Sólo había una cosa por hacer: Luchar hasta el final.

Tomó su arco y apuntó con una de sus flechas hacia Karl, totalmente concentrado. Rogándole al cielo por un milagro, la disparó, y no fue pequeña su sorpresa al ver que no había sido una sola, si no una miríada de flechas las que volaron con dirección a Schneider. Obviamente éste no pudo defenderse de todas, por lo que quedó bastante lastimado.

-¿Cómo hiciste eso? –preguntó Tooru, sorprendido.

-¿Quieres saber la verdad? Ni yo mismo sé qué pasó.

-Nada mal… Nada, nada mal. Creo que no debí subestimarlos…Tanto. Pero les aseguro que no van a tener tanta suerte ahora.

-¿Qué? ¿Acaso éste nunca se rinde? –dijo Genzo, cansado ya.

-¿Cómo podría? Si Pierre y ese estúpido mitad uruguayo pudieron cumplir con su deber, ¿por qué no puedo hacerlo yo?

-Porque no te lo vamos a permitir. ¡Viento Huracanado!

-¡Ventisca Helada!

Como había sucedido antes, entre Taro y Wataru, que en paz descanse, los ataques del Arcángel Blanco y el Arcángel Negro se fusionaron en uno, formando una especie de águila que atacó directamente a Schneider. Sin embargo, éste resistió bien el ataque, y atacó con su Oblivion.

Genzo resultó golpeado por el ataque, pero el efecto secundario no se desencadenó por suerte, mientras que Tooru al estar prácticamente ileso evitó el Oblivion fácilmente.

-Huyen de mis ataques… ¿No que me iban a detener?

-¿Y acaso crees que nos vamos a dejar golpear por tu ataque? Vaya que eres un idiota –dijo Genzo.

-Mide tus palabras, Wakabayashi. Nadie me llama idiota y se sale con las suyas.

-Y tú mide las consecuencias de tus actos. ¡Reclamo a mi destino por ser yo! ¡Furia Helada! –Tooru utilizó su ataque congelante, con el cual pegó los pies de Schneider al suelo.

-¡Buena jugada, Tooru!

-¿Qué esperas?

-Nada… ¡Viento Huracanado!

-Ni sueñes que me derrotarás con mis pies congelados. ¡Oblivion! –y el ataque de Schneider contrarrestó el viento creado por Wakabayashi.

Claro, toda esta batalla tenía a los Arcángeles exhaustos, pero Schneider estaba tan fresco como una lechuga recién cortada.

Sin embargo, ninguno de los presentes notó que Kaltz aún seguía ahí, y por alguna razón veía todo lo sucedido.

"Genzo, Tooru, no se rindan. No se rindan por lo que más quieran" -y claro, ver que sus amigos estaban haciendo un enorme esfuerzo por la Tierra le hizo pensar que debía contribuir con su granito de arena.

Iría a buscar a Marie y ponerla a salvo de su tétrico hermano.

"Les deseo la mejor de las suertes, amigos… Así como ustedes hacen su mayor esfuerzo, yo también haré el mío" –y salió con dirección a su casa para buscar sus papeles; tendría que tomar un avión urgente para poder ir a salvar a Marie.

Dicho y hecho; cada quién hacía su mayor esfuerzo.

Sin embargo, Schneider intentó despegar sus pies del suelo con el mango de su arma, pero no funcionó.

-¿Qué rayos?

-Te recomiendo que ni siquiera lo intentes, Schneider. A medida que vayas golpeando el hielo que cubre tus pies, se irá extendiendo por tu cuerpo. Quién sabe; pueda que al final quedes convertido en un cubo de hielo –advirtió Tooru, con una sonrisa macabra.

-Tooru, deja de sonreír así… Me incomoda –dijo Genzo ¬¬U.

-¡Eso quisieras tú! ¡Oblivion! –pero ni siquiera el ataque de Schneider logró liberar sus pies. En cambio, sus alas se estaban congelando.

-¿No te lo advertí?

-Ya verás cuando me deshaga de este horrible hielo… -y Schneider seguía luchando con la fría cobertura de sus pies. Entretanto Tooru se acercó al Arcángel herido.

-¿Te encuentras bien?

-Podría estar mejor, amigo. Lo que me alegra es que por lo menos Herman logró salir de aquí sano y salvo.

-Sí… -pero Tooru se veía algo cansado.

-¿Qué te pasa?

-Tengo que hacer una confesión –y en susurros Tooru admitió que si la Furia Helada estaba durando tanto era porque él mismo decidía la duración de ésta, a cambio de su energía.

-Será mejor que te cures; no creo poder resistir más.

-Ya lo dijiste. ¡Reclamo a mi destino por ser yo! ¡Brisa Pacífica! –y ambos Arcángeles se curaron de sus heridas, aunque sus energía no se restablecían. Al fin Tooru acabó con el control de su Furia Helada y Schneider al fin logró liberarse. Jadeaba, pero seguía con más energías que los Arcángeles.

Sin embargo, esta vez no iba a dejar cuentas sin pagar.

Una vez destrozó el hielo de sus alas, el Contraarcángel se lanzó en pos de Wakabayashi, aunque éste lo esquivó. Sin embargo, Schneider tomó impulso y se lanzó en dirección a Tooru, quien también evitó el ataque, y para rematar atacó con su alabarda.

Sin embargo, eso fue el peor error que pudo haber cometido.

Schneider evitó el ataque de Tooru y volvió a atacar a Genzo con su arma, y éste salió gravemente herido. Claro, Tooru se apresuró a sacar a su amigo de allí, y Schneider en ese momento hizo algo casi imposible: Usó su Oblivion y atacó con su arma a la vez, causando un golpe de gracia inusitado.

Pero no fue Genzo el afectado por el coup de grace.

-¡TOORU! ¡NO! –Genzo exclamó al ver que la armadura de su amigo se hizo añicos.

-Genzo…Huye… ¡Ahora!

El Arcángel del Viento se teletransportó detrás de Schneider, y vio con terror en sus ojos que el arma del Contraarcángel había atravesado el cuerpo del Arcángel del Hielo. Claro, al sacar la afilada punta del arma, Karl causo daños más graves, y sonriendo malignamente intentó ver si Wakabayashi estaba detrás de Tooru, pero se llevó un chasco, pues Genzo no estaba allí, si no que se concentró y lanzó su Viento Huracanado con toda la furia de su ser, dejando a Schneider inconsciente.

Una vez estaba inconsciente su enemigo, Genzo voló hacia su amigo agonizante.

-Tooru…

-Hasta aquí… Llegué –alcanzó a musitar Tooru, pues le costaba mucho trabajo respirar.

-No hables.

-Venga a… los que… hemos muerto… Y… usa el… poder… que…me… queda.

-Te dije que no hables, Tooru.

-Demasiado… tarde, Genzo. Cuida de…mi… fa…mi… -y Tooru por desgracia no alcanzó a terminar la frase. El Arcángel muerto se convirtió en energía y entró al magatama de Genzo, haciendo que éste evolucionara… Y su arma cambiara por completo. De ser un arco y flechas… Pasó a ser una bola con púas unida a una cadena con un pequeño mango.

"Eres el verdadero Arcángel del Viento ahora, Wakabayashi-kun… Con tu poder y el mío… Vencerás a la Oscuridad."

-Tooru, juro que vengaré tu muerte. Lo juro por lo más sagrado que tengo en mi vida… Schneider, esto lo pagarás muy caro, porque nadie se mete con mis amigos –y Wakabayashi dejó escapar un grito de furia, más fuerte que cualquier otro grito que él hubiese proferido.

Era el grito de un Arcángel herido en lo más profundo.