Capítulo XXIV: Una Sorpresa para Shinobu
-¡Reclamo a mi destino por ser yo! ¡Cadenas Primordiales!
-¡Furia de la Tierra!
Los dos ataques salieron dirigidos hacia Santana mientras éste volaba a ras de suelo con las kathars en las manos. Aunque la Furia de la Tierra falló, las Cadenas Primordiales alcanzaron a atar las alas del Contraarcángel, haciendo que se detuviera dolorosamente.
-Te recomiendo que ni siquiera intentes liberarte, o perderás las alas y eso duele.
-Lo dices como si te las hubiesen arrancado –masculló Santana, luchando por liberarse.
-Shinobu …
-Si alguna vez te han herido las alas, entonces sabrás lo doloroso que es. No son tan fuertes como las demás extremidades, Ishizaki-san.
-Ah, ya –y Ryou entendió claramente.
Santana siguió luchando, hasta que las Cadenas se rompieron, disipándose como la niebla, pero Shinobu y Ryou estaban listos para hacerle frente.
-Podrán haberme detenido por un momento, pero les aseguro que no lo lograrán otra vez.
-Lo haremos una y otra vez si es necesario, Santana. No vamos a permitir que la oscuridad de Kuro se trague la Tierra. ¿O acaso has pensado que si el mundo cae bajo el Nuevo Génesis, el fútbol dejará de existir? –dijo Shinobu, sosteniendo su látigo con la mano izquierda, pues el hombro derecho (el lastimado) no dejó que usara su mano derecha, la que Shinobu usaba para escribir.
-¿Que el fútbol… dejará de existir? ¡Inconcebible!
-Piénsalo, Santana, que sé que no eres idiota –metió baza Ishizaki. -¿Acaso no hay algo que te haga pensar en que este mundo no debería ser destruido?
¿Acaso ese comentario de Ishizaki habría hecho algún efecto en el frío corazón de Carlos Santana?
Al parecer sí…
Porque Santana desapareció sin decir más.
-¿Por qué desapareció Santana después de lo que le dijiste, Ishizaki-san?
-Si quieres que te sea sincero, no tengo ni idea. Es como si entendiera que si el mundo cae bajo el influjo de Kuro el fútbol dejará de existir.
-Y no sólo eso; también la música.
-¿Eh?
-Lo siento… Debí decírtelo antes: mi gran frustración es no haber podido estudiar música.
-Ah, con razón lo que dijiste. Y si no eres músico, ¿qué estudiaste en realidad?
-Fuera de estudiar para ser D.J, lo cual era en mi tiempo libre, tuve que estudiar Administración, por orden de mi tutor.
Ahora sí Ryou no entendió nada.
-¿Tutor?
-Soy huérfano. Mi padre murió cuando yo era estudiante de preparatoria y mi madre nos dejó cuando yo tenía cinco años. No tengo ni hermanos ni primos, pero algo dentro de mí me dice que mi madre debe estar viva.
-No pierdas las esperanzas, Shinobu-san –dijo Ryou, sonriendo. –Mantén tus esperanzas y verás que la encontrarás.
"Si es que seguimos vivos"
-Gracias por tu apoyo, Ishizaki-san.
-Llámame Ryou, Shinobu-san. Al fin y al cabo, somos aliados… Y amigos.
El resto del día pasó en relativa calma en Japón, mientras que aún era de madrugada en Europa. Sin embargo, había una persona en Europa que no lograba dormir.
Tsubasa estaba en el estudio, leyendo un texto en portugués para la universidad, ya que tenía insomnio.
Había dejado a Sanae en su habitación durmiendo, mientras Yato estaba acompañando al Kami no Tsukai, entre dormido y despierto. Aunque podría haber salido, no tenía ganas de hacerlo.
-Oye, Yato…
-¿Miau?
-¿Por qué salvaste a mi esposa? –preguntó Tsubasa, a sabiendas de que no recibiría respuesta; creía que ese gato era algo tonto, pero si hay algo que Ozora Yato no era, era un tonto.
El gato miró a Tsubasa con algo de reproche, y claramente señaló su cabeza, maullando quedamente.
¿Acaso quería que le leyera la mente?
Pues Tsubasa lo hizo, y la respuesta de Yato, muy ingeniosa, por cierto, le dejó en claro que no iba a dejar que un "humano oscuro" atacara a un "humano de luz" como lo era Sanae.
Además, lo de la adopción no fue algo que realmente se esperaba, pero igual el pertenecer a una familia lo hacía feliz.
-Ya entendí, Yato… -y Tsubasa volvió a sumirse entre sus textos de portugués.
Azumi, Herman, Marie (quien estaba aún en Hamburgo, a salvo)… Todos dormían plácidamente. Incluso se debe admitir que los Contraarcángeles estaban dormidos (son seres humanos después de todo)
Rato más tarde, Tsubasa decidió irse a dormir, después de cerrar el libro que leía. Apagó la lámpara del estudio, y entró a la habitación lo más calladamente que pudo, tratando de no despertar a su esposa. Se acostó y cayó al fin en el bendito sueño que necesitaba, aunque soñó con cosas muy descabelladas… Que al final no recordó.
Amaneció en Europa (en Japón era las 2 de la tarde…) y Sanae se despertó con frío. A pesar de ser primavera, ella tenía mucho frío, a pesar de usar un camisón bastante abrigador.
"Qué raro… Sé que es primavera, casi verano, pero tengo mucho frío."
Puso una mano sobre su vientre, pensando en su bebé. Hacía ya un buen tiempo que no oía la voz de su bebé, pero al menos el hecho de que aún siendo una cosita diminuta dentro de ella había hablado en su mente la calmaba.
Y además no sabía por qué presentía que tenía un niño. No le habían hecho ecografías, así que todavía no sabía si era niño o niña, pero presentía que su bebé sería varón.
La debilidad de los días anteriores seguía latente, pero no había vuelto a hacer que la joven se desmayara o se mareara, por suerte. Había vuelto a sus clases de español, y aunque la maestra y los compañeros de Sanae la observaban con algo de temor por lo sucedido la vez pasada, nada le pasó.
-Será mejor que me coloque algo encima; tengo mucho frío –se dijo la joven, yendo al guardarropa y colocándose un saco de lana.
Fue a la cocina y comenzó a preparar el desayuno para ella y Tsubasa, aparte de ponerle croquetas a Yato.
Y hablando del Rey de Roma, Yato entró a la cocina al oler las croquetas, pues tenía muchísimo hambre.
-Buenos días, Yato.
-Miaaau.
-Pensé que habías salido por la noche. Pero bueno, me alegra que estés aquí, minino.
-Miaa…
-Pues no quiso salir –dijo otra voz, asustando a Sanae, y causando que el interlocutor de la joven se cayera.
-¡Tsubasa! No me tomes por sorpresa, por el amor de Dios…
-Pensé que me habías visto… -respondió el joven, sobándose la espalda, justo en donde se había golpeado al caer.
-Estaba distraída.
-En fin. ¿Qué hay para desayunar?
-En eso estoy… ¿Te parece bien que haga una tortilla de huevos?
-¿A esta hora no sería muy pesado?
-No me refiero a una tortilla con papas, Tsubasa. Me refiero a una tortilla común y corriente. Un omelette.
-Ah… Ya entiendo. Me parece genial –y el estómago del Kami no Tsukai agradeció la idea rugiendo como un león, haciendo que Tsubasa quedara rojo de vergüenza y Sanae se echara a reír, mientras Yato los veía a los dos con algo de confusión.
"¿Qué pasa entre estos humanos?" –pensó el gato, antes de comenzar a comer sus croquetas de pescado (sus favoritas)
Entretanto en Japón, en una ciudad algo lejos de Shizuoka, una mujer de edad madura estaba leyendo en Internet las noticias de su cuidad natal, y no fue pequeña su sorpresa al leer un artículo interesante:
"Dueño de Vitalis contraerá matrimonio mañana.
El reconocido ex–D.J y ahora gerente y dueño de Vitalis, considerada la discoteca juvenil más popular de la ciudad, Kurobane Shinobu, contraerá mañana matrimonio, después de varios años de noviazgo. Se rumora que aunque la ceremonia y la fiesta serán discretas, varios personajes reconocidos de la ciudad asistirán. Entre los probables invitados se encuentran Ishizaki Ryou, defensa del Jubilo Iwata; Misaki Taro, reconocido futbolista que se halla en la ciudad por una rehabilitación después del grave accidente que sufrió, y la joven promesa del fútbol de Shizuoka, Kagei Kai. Todos ellos son al parecer amigos del novio…"
La mujer leyó y releyó el artículo, sin creer lo que leía. Al parecer no le era desconocido el nombre de Kurobane Shinobu.
-Mamá, ¿te sucede algo? –preguntó un joven de edad universitaria. –Estás pálida.
-No es nada, Takanori. Sólo estaba leyendo las noticias de Shizuoka.
-Aún no entiendo por qué lees las noticias de Shizuoka si no vivimos allá.
-Yo nací en Shizuoka, hijo.
-¿Sólo por eso? –preguntó Takanori, quien por alguna razón era muy parecido (sin que él lo supiera) a nuestro Shinobu.
-Bueno… No sólo por eso.
El joven se veía confundido. ¿Por qué su madre pensaba tanto en Shizuoka?
-Anda, mamá. Dime qué te pasa… O si no me tendrás más preocupado.
La mujer no sabía si decirle la verdad a su hijo… El hijo que nació de su segundo y último matrimonio. Su segundo esposo tenía una buena pensión por haber sido gerente en una empresa hacía tiempo, y el fruto de aquel matrimonio, Takanori, era un prometedor estudiante de Derecho.
Sin embargo, la señora le ocultaba un secreto a su hijo, pues ella y su esposo habían quedado en no decirle al joven hasta que estuviera listo.
Tenía un hijo, varios años mayor que Takanori.
-Hijo, creo que tendré que contarte la verdad. Tu padre y yo habíamos hablado esto, y habíamos decidido no contártelo hasta que te graduaras de la universidad y vivieras tu propia vida.
-¿Qué pasa?
-La verdad…
-Mamá… Me asustas.
-La verdad, Takanori… Es que tienes un hermano mayor.
-¿Un hermano mayor? ¡Imposible! ¡Tú y papá llevan muchos años de casados! Sería imposible que tuviera un hermano mayor… A menos que uno de ustedes dos hubiese estado casado antes.
La señora bajó la mirada.
-No te equivocas, hijo. Fui yo la que se casó por segunda vez.
-¿Por qué?
-Mi primer esposo, Mitsuji y yo éramos muy jóvenes e inexpertos, y creíamos que seríamos felices casados, pero me di cuenta que no fue así, y por eso decidí dejarlos a él, y al hijo que tuve de él.
-¿Y qué pasó?
-No sé nada de ellos desde que los dejé… Hasta hoy.
-¿Cómo que hasta hoy? ¿Cómo se llama mi hermano? Tengo derecho a saberlo, mamá.
-Lee el artículo que estaba leyendo, hijo.
-¿Cuál?
-El del matrimonio.
Takanori miró la pantalla de la computadora, y leyó atentamente el artículo. No podía creerlo. ¿Tenía un hermano mayor que se iba a casar?
-Mi hermano… ¿Se llama Kurobane Shinobu?
-Sí. El padre de él y yo le pusimos por nombre Shinobu, que significa "vida desde la muerte".
-¿Y por qué ese nombre tan tétrico?
-Porque los médicos creían que había nacido muerto, pero engañó a todos… Y míralo ahora: se va a casar.
El joven volvió a leer el artículo, asombrado.
Y lo que ni él, ni la madre de él sabían era que Shinobu era un Arcángel Negro, y que habían sido sus poderes los que le salvaron la vida al nacer.
De regreso en Shizuoka, Shinobu estaba en una tienda de alquiler de levitas junto al padrino de la boda. Entretanto, la madrina y la novia estaban en casa de los Kurobane ;), discutiendo sobre qué peinado llevaría la novia. Estaban observando catálogos de peinados, y como el cabello de la novia de Shinobu era más bien largo, había mucho de dónde escoger.
-¿Qué dices de éste? –preguntó Jinko, señalando un sencillo pero bonito peinado.
-Bueno, ten en cuenta cómo es el velo, Jinko.
-¿Cómo es?
-Bueno, es el mismo velo que usó mi madre –y la novia de Shinobu sacó el velo que iba a usar de una caja que tenía guardada en su armario. Era una cosa preciosa; el delicado encaje y la coronita estaban tan bien cuidados que parecían casi nuevos.
-¡Qué belleza…! Bueno, viendo eso, creo que no sería conveniente el peinado que yo pensaba.
-¿Lo ves?
Rato después lograron encontrar el peinado perfecto para la novia, teniendo en cuenta el velo, mientras que Jinko se inclinó por la solución más sencilla: Alisarse su ya liso cabello del color del azabache.
-Y por cierto, ¿dónde andarán los muchachos? –se preguntó la novia.
-No te preocupes por ellos –le dijo Jinko, tranquilizándola. –Saben defenderse muy bien, aunque Taro tenga su lesión.
-¿Aún sigue lesionado?
-Realmente falta poco para que pueda volver a las canchas –y para variar, Jinko sonrió.
Rato después llegaron los muchachos, con los trajes alquilados. A Shinobu le costó un poco de trabajo encontrar zapatos de su talla (no sé en Japón, pero si fuera Colombia, sería muy complicado hallar zapatos talla 43-44), mientras que Taro tuvo problemas con el traje por ser tan delgado.
-¿Cómo les fue?
-Como siempre, todo a veces tiene una que otra complicación –respondió Shinobu tranquilamente. –Definitivamente no es fácil tener pies tan largos en Japón.
Esto último lo dijo en broma.
-Si tú lo dices –dijo Misaki, quien había visto pies más grandes pero no lo iba a decir.
-En fin. ¿Y a ti como te fue, Taro-kun?
-Pues les costó un poco de trabajo encontrar mi talla, pero al final lo lograron.
-Ah, claro, como Misaki-kun es tan delgado… -y todos, incluyendo al aludido, se echaron a reír.
Rato después, Jinko y Taro salieron del apartamento de los Kurobane, y se fueron al apartamento del futbolista a dejar las cosas, pues Misaki vivía más cerca del lugar de la boda que Jinko (ella vivía casi en el extremo opuesto de la ciudad)
-¿No te molesta que yo me quede en tu casa hoy?
-¿Realmente debería molestarme? –preguntó Taro, medio en broma, medio en confusión.
-No sé… Es que la vez pasada fue porque yo estaba muy afectada por varias cosas…
-Pero no pasó nada. Anda; esta vez te quedarás en mi habitación.
-¿Y tú?
-Yo dormiré en el sofá para que estés cómoda.
Jinko se rehusó a ello, pero Taro quería evitar malas interpretaciones, por lo que él se mantuvo en sus trece.
Pasó el día, llegó la noche, y con ella el nerviosismo en Shinobu y su novia. Debido a los famosos agüeros, la novia del Arcángel del Caos tuvo que ir a quedarse a la casa de su madre, mientras que el novio se quedó en el apartamento, completamente solo.
"Ya falta muy poco, y no puedo evitar sentirme muy nervioso. Supongo que así se sienten casi todas las parejas que están por casarse."
El ex-D.J estaba escuchando algo de jazz, cuando sonó el teléfono. De inmediato Shinobu puso pausa en el CD y fue a contestar.
-¿Hola? Habla Kurobane.
-¿Kurobane? ¿Padre o hijo?
-Kurobane Shinobu –respondió el Arcángel Negro, recalcando su nombre. Pero por alguna razón se colgó el teléfono.
"Alguna persona que encuentra divertido el molestar a la gente…" –y sin embargo, por alguna extraña razón, la voz se le hacía vagamente familiar. Si embargo, el teléfono volvió a sonar, y Shinobu contestó algo más secamente de lo que realmente quería.
-¿Hola? Habla Kurobane.
-¿Shinobu-san? Soy yo, Tsubasa.
-Ah, hola. Creía que eras esa persona que me acababa de llamar.
-¿Cómo dices?
-Olvídalo.
-Llamé para felicitarte por tu boda. Con que te unes al grupo de los felizmente casados, ¿eh?
-Sí… -y la conversación siguió por un buen rato.
El día siguiente amaneció sencillamente perfecto. Ni una nube en el cielo, y el sol brillaba esplendorosamente. La boda prometía ser bellísima.
Taro y Jinko despertaron en la casa del futbolista, ella en la habitación de él y él en la sala, por mero respeto.
Shinobu despertó con muchos nervios, y a la vez una alegría inmensa.
La novia de éste también estaba muy nerviosa… Y ni qué decir de los invitados.
El día pasó tranquilamente entre los preparativos y la llegada de los invitados. La ceremonia comenzó tranquilamente, mientras el sacerdote daba su típica misa de matrimonio… Hasta que se oyó a alguien exclamar el nombre del novio justo antes de que el padre preguntara a Shinobu si aceptaba o no.
Todo el mundo, incluyendo al novio (que había hecho el increíble esfuerzo de aguantar la luz sin sus lentes oscuros)
-Shinobu… -la voz venía de una mujer de edad mayor, acompañada de un joven casi idéntico a Shinobu.
-¿Quién… es usted? –preguntó el novio. -¿Cómo es que interrumpe la boda?
-Shinobu… Supe que te casabas, y sólo vine a felicitarte… Hijo.
-¿Hijo? –Shinobu no podía creerlo. ¿Qué había dicho esa mujer?
-Ella es tu madre, hermano –dijo el joven que acompañaba a la madre de Shinobu.
-¿Hermano?
-Shinobu, cariño… Yo, yo lamenté el haberte dejado cuando tenías tan sólo cinco años, pero yo era demasiado joven, demasiado inexperta… -y la señora no pudo decir más. Primero porque se echó a llorar, y segundo, porque Shinobu corrió hacia ella, sus ya adoloridos ojos castaños llenos de lágrimas.
Era la mejor sorpresa que había podido recibir en su vida: Volver a ver a su madre, el día de su boda.
