CAPÍTULO 51. No es un sueño


Notas de la autora:

Siento mucho el retraso. Llevo meses para finiquitar este capítulo y nunca terminaba de verlo bien. Pero es lo que tiene un capítulo final: como no salga bien, te puede estropear los tropecientos capítulos que le precedan T_T. Pero bueno, más o menos creo que ya sí está, así que os lo subo y vamos ya concluyendo con este fic (faltaría el epílogo).

Ainsssss, no os podéis hacer una idea de las ganas que tenía ya de terminarlo. Ha sido muy larga esta cruzada, pero ya está y, la verdad, estoy muy, pero que muy contenta de cómo me ha salido este fic. Se ha convertido en uno de mis favoritos *o* Espero que os haya gustado una mínima parte de lo que a mí me gusta porque eso ya sería mucho *o*


Comentarios de los reviews:

Kaoruca: Ahí está el tema, por eso se ha cabreado tanto. Y en este capítulo lo vas a ver »_«. Shoto ha aguantado mogollón de cosas, pero esto es otro nivel porque él lo entiende como un juego para ella cuando estás hablando de sus emociones. Pero tranquila que ya lo aclaran, que ya se termina este fic *o*

Dany1505: Jajajajaja, a mí también me gustan las demostraciones de afecto por celos, pero también te digo que en su justa medida. Hay mucha gente que se pasa tres pueblos escribiendo de ellas, pero bueno, aquí ha sido más comedido y, por supuesto, necesario para el desencadenante final ;-D

Stelar-531: No te preocupes, que hoy mismo se aclaran las cosas entre ellos. No tenéis que esperar más ;-D

Kim Ishida: Me ha costado horrores sacar este capítulo. De hecho, llevo avisando de que me supone un quebradero desde casi el principio de retomar esta historia porque nunca hemos visto a un Todoroki cabreado. Así que me ha costado mucho escribirle fuera de sus casillas. Pero bueno, espero que os guste ;-D

Daianadiaz649: Relájate que ya llega XD. Hoy leéis la conclusión del fic ;-D

Meri GoodVides: Lo siento, este capítulo me ha costado muchísimo escribirlo. Espero que te guste y haya valido la pena la espera »_«

Nothing: Pues nada, ya lo tenéis... Después de hoy, sólo faltaría el epílogo ;-D

MaguiePotterGranger: A mí, toda la escena de Bakugo me parece grandiosa; la encerrona más grande de todo el fic XD . Está claro que mi SubC no es idiota y por eso me espoileó todo eso para incitarme a escribir cómo se había llegado hasta ahí XD . En fin, me alegra que te haya gustado, ya queda poquito para terminar ;-D

Gracias por vuestros reviews *o*. Os dejo con el último capítulo enredo del fic XD. Espero que os guste ;-D


CAPÍTULO 51. No es un sueño

A Shoto se lo llevaban los demonios cuando salió a la calle a que le diera el aire. Llevaba días con la sensación de que Yaoyorozu jugaba con él, pero aquello, no sólo se lo confirmó, sino que rebasó todos los límites.

Por mucho que estuvieran en esa especie de «intento de llegar a algo», no tenía derecho a hacerle eso. Había entendido que se acercara a él durante la canción; muchas parejas habían hecho lo mismo y él se había limitado a disfrutar el tenerla abrazada a él. Sentirla pegada a él, sentir su calor, el olor de su suave perfume… le había encantado ese momento y había pensado que quería más canciones lentas para poder repetirlo. Porque, a pesar del nerviosismo por tenerla tan cerca, lo había interpretado como lo que era: un inocente baile.

Pero se le hacía evidente que Yaoyorozu lo había hecho con otra intención. Esa forma de restregarse contra él y pedirle que salieran fuera los dos sólo podía hacerlo con el objetivo de excitarle y lo había hecho a propósito; sin un mínimo miramiento de lo que eso le haría sentir a él cuando sabía positivamente que no harían nada. Eso le había cabreado como pocas cosas: mientras él estaba disfrutando de un agradable baile con la chica que quería, ella estaba incitando una respuesta más fuerte en él. ¿Y todo para qué? ¿Para divertirse? ¿Para hacerla sentir mejor? Con lo modosa que parecía, era increíble que Yaoyorozu fuese de «ésas».

—¡Joder!

Estaba tan enfadado que casi le dio una patada al primer banco que se encontró de camino a los dormitorios. No esperaba que hubiera otra persona que consiguiera cabrearle tanto como lo hacía su padre. Pero mientras que lo de su padre era un odio visceral por todo lo que les había hecho sufrir a él y a su madre, lo de Yaoyorozu era algo más profundo. Que jugara de esa forma con sus sentimientos era algo que le dolía de una forma que no había sentido nunca. Y por eso mismo, no podía consentírselo más. Se sentía como un muñeco de trapo al que cogía y luego tiraba, para después cogerlo de nuevo y volverlo a tirar. Pero eso se iba a acabar.

Se apoyó con los brazos estirados en el respaldo del banco y dejó escapar el aire de sus pulmones con fuerza. Debía serenarse; igual que intentaba hacer cuando veía a su padre, debía controlar esas emociones negativas y no dejarse arrastrar por ellas. A fin de cuentas, su situación con Yaoyorozu tenía una relativa fácil solución que ya se había planteado cuando habló con Midoriya: alejarse de ella.

Y entonces, sólo le quedaría esperar a que esa cosa que había surgido por ella en esas semanas desapareciera en el mismo tiempo.

—Torodoki…

Resopló con disgusto. Porque, al parecer, el hecho de ponerlo en práctica tendría que esperar un poco más.

—Para ser la más lista de clase, no entiendes una orden sencilla…

—¿Podemos hablar?

—Si te digo que no, ¿esta vez me harás caso?

Shoto se giró y, por un desconcertante momento, pensó que no debería haberlo hecho. Se le había olvidado que Yaoyorozu tenía la capacidad de manipularle, pero, con las mismas, afianzó su resolución de tragarse lo que fuese y no permitírselo más. Se apoyó contra el respaldo del banco y se cruzó de brazos, haciendo caso omiso de sus lágrimas silenciosas.

—Qué quieres.

Yaoyorozu se frotó las manos en un gesto nervioso, aunque acto seguido se llevó una de ellas a la cara para retirar las lágrimas que le seguían cayendo y Shoto inspiró hondo para seguir mentalizándose de no compadecerse por su estado.

—Lo siento mucho —empezó con voz temblorosa—. Sé que no es excusa, pero es que me puse muy nerviosa.

—Parece que eso te pasa muy seguido —contratacó beligerante.

No se iba a ablandar; dijera lo que dijese, no lo iba a hacer. Por mucho que la viera llorar o frotarse las manos angustiada, no lo haría. Porque eso sólo conseguiría dejarle en el punto de inicio en el cual ella tenía el poder de manipularle y jugar con él hasta cansarse.

—Lo digo en serio… ¡Ponte en mi lugar! —se quejó en defensa—. No puedes culparme por que me haya sentado tan mal. No has sido muy discreto.

—¿Perdona? —dijo Shoto pasmado. ¿Tenía el descaro de intentar hacerse la víctima?

—¿Crees que no me he dado cuenta de cómo ha cambiado tu actitud en cuanto se te ha acercado?

—¿De qué hablas?

—Lo sabes perfectamente.

Shoto se tensó ante la argucia. Él no había hecho nada; la que se había extralimitado era ella. Pero le había tirado ese balón de imprecisión por si él lo cogía y conseguir así victimizarse. No se lo podía creer: que intentara voltear la situación para dejarle a él como el culpable de sus acciones, le dejó de piedra. ¿Dónde había quedado esa chica que se vanagloriaba de responsabilizarse de sus acciones?

—Esto es increíble —se mofó—. Encima la culpa será mía…

—No estoy diciendo eso.

—¿Y qué estás diciendo, entonces?

Momo le observó —o lo hizo a través de lo poco que le dejaban sus lágrimas—, y supo que, en ese camino de reconciliación, él no iba a dar ni un solo paso para encontrarse en algún punto intermedio.

Era iluso por parte de Todoroki pensar que no se daría cuenta: la forma en que la trataba, cómo se dirigía a ella, las sonrisas que le había sacado… incluso la había estado mirando todo el rato a través de la sala de baile.

Era obvio que había hecho la comparativa y concluido que salía perdiendo; que no merecía el esfuerzo.

Sollozó, esta vez, sin contenerlo, al darse cuenta de que Todoroki no le iba a dar ni una mínima tregua. Porque ése era el verdadero problema de lo sucedido.

Si lo analizaba con detenimiento, no era una acción que conllevara una reacción tan extrema. Pero había visto la diferencia y le había sentado fatal porque no venía de la persona que en verdad querría. O peor: la había visto a «ella» pegándose a otro y le había carcomido por dentro.

Así que, con su acción, le había proporcionado la excusa perfecta para poder deshacer sus palabras. Por eso él se estaba haciendo el desentendido en lo referido a «la otra» y, sin embargo, a ella le estaba mostrando el Todoroki más beligerante que había conocido hasta la fecha.

Su relación, fuera cual fuese, iba a terminar esa noche… lo sabía. No volverían a pasar tiempo juntos; posiblemente, no volverían a hablarse siquiera sin haber una actividad de clase de por medio.

Iba a perderle por un mal paso del que Todoroki no quería que se disculpase.

—Lo siento mucho. —Aun así, lo intentó de nuevo, reacia a permitirlo—. Ha sido culpa mía no calcular bien tu reacción al tenerla cerca. Tendría que haberlo previsto y no dejarme arrastrar por la ansiedad. Pero sentí que debía hacer algo; no podía quedarme de brazos cruzados mientras se llevaba tu atención.

—Pero ¿se puede saber de quién me estás hablando? —la detuvo muy desconcertado.

—Lo sabes bien… —Otra vez con las imprecisiones. Todoroki resopló.

—No, no lo sé.

—De esa chica que ha venido.

—¿Kemy? —Ella asintió—. ¿Y qué demonios pinta ella aquí?

Que lo preguntara con esa acritud le hizo regresar al pensamiento de que no era «la otra». Porque si lo fuese, Todoroki sabría perfectamente por qué la mencionaba.

Esta vez, cerró sus puños en la falda de su vestido. Tener que exponer de forma tan abierta cómo de insegura y celosa la había hecho sentir alguien fortuito, la hacía sentir como una niña inmadura.

—Es que… hablas con ella con tanta familiaridad… Es la única persona a la que te he oído llamar por su nombre.

—Porque no me sé su apellido —replicó en tono neutro. Era consciente de que se lo habían dicho cuando se la presentaron, pero no lo había vuelto a oír—. Ella hace que todos la llamen por su nombre; incluso los instructores lo hacen.

Momo inspiró hondo y contuvo la respiración con aprensión. Eso significaba que la había confundido con la verdadera. De modo que, movida por los celos, había actuado impulsivamente y, en el proceso, se había llevado por delante la amistad que tenían.

Se llevó las manos a los ojos para ocultar su estado. Si no era por la comparativa, su reacción se cimentaba en el simple hecho de sentarle fatal el atrevimiento. A fin de cuentas, Todoroki era un chico con una educación formal y, por lo tanto, era probable que a él también le gustaran las chicas formales —lo que, irónicamente, debería haber sido ella—. Pero se había comportado como una descarada y le había decepcionado.

¿Cómo iba a arreglarlo? Si Todoroki había cambiado su percepción de ella, le costaría hacerle creer que había sido forzado por sus celos. Todoroki estaba a la defensiva; con seguridad la había descartado.

—Lo siento… Lo siento mucho —sollozó sin control—. No debí hacer algo tan osado, pero estaba tan celosa que no pensé con claridad. Además, aunque ahora sé que no es la chica que quieres, ¿cómo iba a saberlo antes?

—¿Qué? —murmuró Todoroki desconcertado.

—¿Una chica deslumbrante que se presenta de repente y con la que te tratas con tanta familiaridad como para llamarla por su nombre? ¿Cómo no iba a pensar que era ella? —protestó—. Y encima no parabas de mirarla todo el tiempo…

—Yaoyorozu…

—No te puedes hacer una idea de lo agobiada que me sentía —continuó sin hacerle caso—. En lo único que podía pensar era en que tenía que conseguir que dejaras de prestarle atención… y yo… yo… —rompió a llorar—. Lo siento mucho. No debí hacerlo —repitió, aunque, esta vez, a Todoroki empezó a costarle entenderla—. Sé que es complicado para ti y que debería dejarte más tiempo. Intentar cambiar tus sentimientos hacia otra persona de forma racional, no es sencillo. Yo estoy segura de que no podría hacerlo. Por eso valoro mucho que lo intentes. Pero por mucho que quiera confiar en ti, no puedo evitar que me asalte la duda.

Shoto la miró casi sin pestañear. No daba crédito a lo que estaba oyendo. Y como Yaoyorozu había entrado en una especie de crisis por la que no le escuchaba, la había dejado terminar con su discurso.

Era como una mala broma. Con increíble estupor, Shoto se dio cuenta de que Yaoyorozu no estaba al tanto de que la quería a ella. Y lo que era peor: por alguna extrañísima razón, se pensaba que estaba interesado en otra.

¿Cómo demonios había llegado a eso?

—¿Es una broma? —interrogó perplejo. Estaba tan alucinado que incluso el hecho de saber que, al parecer, era correspondido, se le estaba pasando por alto.

—No, nunca he sido más sincera —le aseguró—. Te prometo que no volveré a hacer un movimiento tan osado para acercarme a ti. Te daré el espacio que necesites… pero no puedes pedirme que reniegue de lo que siento por ti.

Debería estar feliz… lo sabía. Pero lejos de estarlo, en lo único que podía pensar era en el mes angustioso que le había hecho pasar. La continua incertidumbre le había carcomido por dentro y había condicionado mucho su trato con ella. Había sido todo muy espinoso y en su afán por intentar conservar cierta normalidad con ella, había actuado de forma irreflexiva en varias ocasiones. Dios… ¡pero si incluso casi la mata!

Y todo porque ella no había tenido a bien entender una declaración sencilla. ¿En qué cabeza cabía que pudiera estar interesado en otra chica? ¿Todo lo que había pasado entre ellos se debía a que había malentendido —nadie sabía cómo— una declaración normal y corriente?

Se reiría si no hubiese sido todo tan horroroso. Tenía un cabreo que se lo llevaban los demonios. No tenía claro si zarandearla sin más, zarandearla con fuerza o hacerlo hasta hacerla perder el equilibrio. Lo que sí tenía claro era que quería hacerlo.

—¡Maldita sea, Momo! —gritó tan exaltado que ella incluso dio un brinco—. ¿Cómo has podido llegar a una conclusión tan absurda?

—¿Absurda?

—No me lo puedo creer… ¿Cómo es posible que pienses que quiero a otra? —contestó enfadado.

—Porque me dijiste que estabas enamorado…

—Y lo estoy —corroboró—. De ti.

A Momo se le abrieron los ojos por la incredulidad en cuanto lo procesó. Que lo dijera de una forma tan directa e inesperada, la impresionó mucho. Y, sin embargo, en lo único que podía pensar era en el calvario que había vivido pensando que había otra chica en su corazón porque no había sido claro.

—¿Y cómo crees que voy a saberlo si no me lo dices? —contratacó ella.

—Pero ¿cómo que no te lo dije? —le recriminó—. Fui muy claro contigo y, además, he soportado un montón de situaciones que no habría hecho por nadie. ¡Si incluso estoy en este baile por ti! —adujo, como si eso fuese argumento suficiente.

—Lo hiciste como castigo por el accidente…

—¿Y por qué iba a hacer algo así?

—Me cogiste del brazo herido y me dijiste que no me acompañabas por hacerme un favor. ¿Qué otra cosa iba a pensar?

Shoto se tensó, sin saber a qué se estaba refiriendo con el tema del brazo. Lo único que recordaba era que le había querido dejar claro que no aceptaba ir con ella por «amistad».

—Precisamente lo que es: que no lo hago como un favor de amistad, sino porque te quiero.

—Debiste ser más claro —le acusó.

—¿Más claro? Pero ¿cuánto más querías que lo fuese? —increpó ofendido—. ¡Si te pedí que fuésemos novios y me rechazaste!

—¡Eso no es verdad!

—Por supuesto que lo es —contratacó beligerante—. ¿Sabes cómo me sentí cuando te vi salir corriendo diciendo que ibas a morirte? —le recriminó—. Estoy seguro de que hay formas más suaves de rechazar a alguien.

Momo se quedó blanca como el papel. Aquel momento era imposible de olvidar. Estaba en su top del top de las conversaciones bochornosas que había vivido en su vida. Pero por cómo había sido la conversación con Ashido y Hagakure, ni se le había pasado por la cabeza que le estuviera proponiendo una relación.

—Oh, Dios mío… —se lamentó llevándose las manos a la cara—. ¡Oh, Dios mío!

¿En serio era culpa suya? Aunque no podía ser de otra forma si la intención de Todoroki en ese momento fue la que estaba diciendo. Recordaba perfectamente haberle dejado tirado en el pasillo; se había sentido culpable por ello. Y ahora se enteraba de que había sido una proposición sincera, no una recriminación.

No se lo podía creer. Se había pasado un mes en esa agobiante relación por no haber podido razonar que aquella proposición fuese originada por un interés verdadero en ella.

—Lo siento… No lo entendí así… —se disculpó.

Pero el que no entendía que no lo entendiese era él. No había podido ser más directo con ella. Le había pedido que fuesen novios, había hablado con ella de forma abierta de sus sentimientos e incluso estaba aguantando ese estúpido baile porque, como bien le dijo semanas atrás, sólo iría allí porque la quería. ¿Qué más necesitaba para entenderlo? ¿Unas luces de neón?

Estaba muy cabreado.

—No me lo puedo creer; se supone que eres una chica lista —le reprochó—. ¿Cómo pudiste malentender algo tan simple? ¿Te puedes hacer una idea de lo que me has hecho pasar?

Momo negó, pero no porque no lo supiera; ella misma había pasado su propio calvario. Pero entendía que Todoroki tuviera que desahogarse por todo lo sufrido debido a su malentendido.

—Pues eso no me basta —replicó sin compasión—. Mira lo que pasó la semana pasada. Estaba tan impaciente por recuperar una mínima normalidad en nuestra relación, ¡que casi te mato!

Y, sin embargo, ella estaba tan feliz… Todoroki mostraba un cabreo monumental, pero Momo no podía pensar en otra cosa que no fuese que era a ella a la que quería. ¡Le había conseguido! Al chico de su clase que estaba en un pedestal.

Se echó a llorar de alivio. Oía de fondo a Todoroki seguir diciendo cosas, pero había dejado de escucharle inmersa como estaba en su propia burbuja de felicidad. No podía creérselo. Se había desesperado tanto por él, que no terminaba de creerse que de repente todo se fuese a acabar. Las noches de insomnio, los celos, las estrategias… todo. Su relación iba a pasar de ser espinosa como lo estaba siendo a algo totalmente nuevo y desconocido.

Y sabía que sería para mejor.

Le abrazó de pronto cuando ya no pudo contenerse más y le pasó sus brazos por el cuello para pegarse a él. Logró lo que esperaba: que se callara. Pero con ello también se tensó como no lo había estado hasta el momento.

—¿Puedes… echarme la bronca luego? —le pidió entre sollozos. Tardó un poco, pero sintió las manos de Todoroki posarse en su cintura y apretarla contra él—. Es que… estoy demasiado feliz para atender a lo que me dices.

Shoto inspiró entrecortadamente al escuchar esas palabras. Por supuesto, ella también había estado angustiada ese tiempo. De hecho, Yaoyorozu se había pasado las últimas semanas convencida de que le gustaba otra.

Nunca entendería cómo una chica tan lista como ella podía ser la protagonista de una estupidez tan grande, pero eso aplacó su enfado de una forma eficiente.

Suspiró con resignación hasta dejar sus pulmones vacíos y deslizó sus manos hasta su espalda para abrazarla más a él.

O quizás sí que era lista y por eso estaba obviando todo para recrearse en ese momento de descubrimiento en vez de enfadarse por algo ya pasado. Si él había tenido que batallar con un supuesto rechazo, ella había tenido que hacerlo con los celos, por mucho que se los hubiera inventado. No quería ni pensar lo que habría sido pasar tiempo con ella con el convencimiento de que amaba a otro.

La aferró más fuerte, sin poder evitar traer a su memoria la vez que lo hizo en la clínica cuando pensó que sería la última vez que lo haría. Pero ahí estaba ahora: sujetándole con la misma fuerza mientras sollozaba feliz. La diferencia era tan abismal, que por fin sintió recorrerle por el cuerpo la agradable sensación de un amor correspondido.

Y del mismo modo que le vino la comparativa del abrazo, también lo hizo el insulso beso que le había robado durante su convalecencia. Quería hacerlo de verdad; esa idea le había quemado a fuego lento desde entonces. Y no estaba muy seguro de soportar el transcurso de un inicial noviazgo mientras llegaba ese momento.

La separó un poco y retiró los rastros de lágrimas que tenía en sus mejillas con el deseo de que ese atrevimiento del que había hecho gala esa noche no se hubiese esfumado.

No quería esperar más.

—Voy a besarte.

No era una petición: fue una declaración de intenciones. Y tal y como pudo comprobar Momo, fue con todo.

La besó con un ansia que no se esperaba y ella respondió como la descarada que había descubierto que era varias semanas atrás. Pero no lo pudo evitar; le había anhelado por un tiempo que se le había hecho infinito, de modo que le recibió en su boca, aunque se le hizo obvio que él tampoco sabía muy bien qué hacer.

No le podía importar menos… La mutua inexperiencia mostrada mientras se rozaban sólo le decía que era el primer beso para ambos. No tenía ni idea de que fuese tan territorial, pero quizás el hecho de llevarse el disgusto de que hubiera otra, la hacía sentirse tan complacida de ser la primera en su corazón.

Soltó un ligero gemido involuntario ante ese pensamiento. Era la primera y esperaba ser la última.

Pasó sus brazos por sus hombros para rodearle y dejó que sus manos la estrecharan por la cintura. La fuerza de sus dedos hablaban por sí solos de la tormenta interna que había sufrido él también. No quería soltarla y ella no estaba dispuesta a que lo hiciera. Intentaba seguirle el paso a ese beso eufórico que buscaba arrasar y marcar. Pero los dos eran inexpertos y se les hacía dificultoso respirar.

Momo rompió el beso ante la abrumadora emoción que le estaba encogiendo el pecho y, de nuevo, se echó a llorar de forma descontrolada. No entendía cómo se podía estar tan feliz y no morir por ello.

—¿Estás bien? —se preocupó él tras pensar que quizás se había sobrepasado. Pero ella asintió entre lágrimas.

—Es que no me lo creo —titubeó bajo una sonrisa—. Seguro que mañana me levantaré y pensaré que sólo ha sido otro sueño.

Shoto se separó de ella lo justo para sacar de su bolsillo el llavero que le había regalado. Yaoyorozu lo miró con una sonrisa conmovida.

—Quizás esto te ayude —le sugirió.

—¿Lo has traído? —le preguntó con ilusión.

—Lo llevo a todas partes.

Yaoyorozu sonrió, con esa sonrisa deslumbrante que adoraba y, esta vez, fue ella la que le besó. Que no tuviera reticencias en acercarse a él, le dejó una agradable sensación en el pecho. Al ser una chica de familia refinada, más de una vez se le había pasado por la cabeza que tuviera reparos con el contacto estrecho en una relación. Y por eso no podía sentirse más complacido de que a ella le pasara lo mismo que a él y quisiera más contacto.

Le pasó la mano por su cabeza, para poder juntarla más a él y profundizar ese beso. No se iba a cansar de hacerlo; al menos no durante un buen tiempo, lo sabía. Era consciente de que la ansiedad por no ser correspondido, ahora se tornaría en ansiedad por no poder estar con ella ante la falta de intimidad de la residencia.

Pero sabía que podría batallar mejor con eso que con lo anterior, aunque tuvieran que inventarse clases exclusivas de estudio en su habitación.

Yaoyorozu sonrió contra sus labios y se separó de él lo justo para mirar su mano, donde un llavero idéntico al que le había regalado apareció allí.

—Al fin lo tengo… —dijo llevándoselo al pecho con emoción—. Así sabré que esto no ha sido un sueño.

Shoto asintió y sonrió al verla tan feliz. Podía entender cómo se sentía porque el temía que le sucediera lo mismo. Pero entonces, Yaoyorozu se tensó por completo y le agarró del brazo preocupada rompiendo su propia burbuja de felicidad.

—¡Oye! ¿Y qué le vamos a decir a la clase? No hace ni una semana que desmentimos los rumores.

Shoto se encogió de hombros, pues aquello no podía preocuparle menos en esos momentos.

—Por mí, que siga así… —le sugirió—. Los rumores fueron en parte los causantes de la confusión. Y sin contar con que no estaría de más que, por un tiempo, los únicos que lo supiéramos fuésemos nosotros.

Yaoyorozu le observó con una intensidad que le hizo patente que había puesto en marcha todos los engranajes de su cerebro para evaluar la situación. Pero después de sonreír y volver a abrazarse a él, supo que había llegado a la conclusión de que su propuesta era la que más les beneficiaba.

—Sí, supongo que sí… —concordó feliz tras soltar un suspiro—. Así nos dejarán tranquilos para disfrutar de esto.

Shoto la abrazó de vuelta, complacido en lo más profundo por esa calidez de felicidad que le inundó todo el cuerpo; un sentimiento que le había evadido por muchos años hasta casi hacérsele desconocido.

Pero tras una larga espera, ahí estaba de nuevo… gracias a Momo…

Y él se preocuparía de que siempre fuese así.


— * —


Fin del Capítulo 51

14 Noviembre 2021


Notas finales:

Bueno, bueno, bueno... tres mil años después llegamos a la conclusión. Y como os dije, mi meta con este fic era conseguir que entrara en el canon ^o^. Así que ellos están juntos, pero nadie lo sabe. Y tú puedes continuar leyendo el manga (o viendo el anime, que ya nos ha alcanzado) y no he destrozado nada ni he variado su argumento, muajajajajajajaja. Además, como nos está quedando bien claro que aquí el amigo Kohei Horikoshi no nos va a regalar romance ni por error, pues nada, no me va a destrozar mi fic y yo me lo puedo tomar como mi final verdadero para estos dos *o*

En fin, espero que os haya gustado el capítulo y haya merecido la pena tanta espera, ya no sólo de este capítulo sino de todo el fic, porque ha sufrido varios altibajos importantes T_T Obviamente, queda el epílogo, pero la historia ya está terminada, así que podéis respirar sin la ansiedad de qué demonios va a pasar ahora. Lo subiré en 15 días, finalizando el mes ;-D

¡Saludos!