Capítulo XXVIII: La Más Dura Batalla Ha Comenzado

Varios días después, Koudai, Natsuko y Daichi estaban alojados en casa de Tsubasa y Sanae. Cuando los padres del Kami no Tsukai recibieron la noticia de que tendrían un nieto, Koudai se emocionó mucho, al igual que Daichi, mientras que Natsuko se echó a llorar de la alegría. Aunque Koudai había intentado hacer un brindis con su hijo, recordó que Tsubasa no tomaba alcohol, pero por lo menos brindaron con refresco.

Por suerte el hijo mayor de los Ozora había salido a vacaciones, y cuando no entrenaba o tenía partido, llevaba a sus padres y su muy emocionado hermanito a conocer la ciudad. A veces los acompañaba Sanae, si se encontraba lo suficientemente bien, aunque si se sentía especialmente débil, Natsuko se quedaba.

Daichi iba a menudo a un parque cercano a jugar fútbol, aunque obviamente no entendía el español… Pero para eso estaba su hermano, con quien siempre iba, y fuera de observar a su hermano menor, tenía que firmar autógrafos.

Rivaul y su esposa fueron a visitar a los Ozora, y las veladas entre la familia japonesa y la familia brasilera eran bastante divertidas, puesto que Rivaul solía llevar una guitarra, y la tocaba muy bien. (N de A: Pues como nada se sabe sobre los pasatiempos de los personajes…)

Sin embargo, en medio de la noche Tsubasa se despertaba a veces, empapado en sudor. A pesar del alegre ambiente que ahora reinaba en su casa, tenía pesadillas. El miedo que le atenazaba desde hacía días no le dejaba en paz por las noches, y no quería decirle a nadie su miedo. Ni a Natsuko, ni a Daichi… Ni siquiera a Sanae.

Pero era ésta última la que más preocupada estaba obviamente. Una vez en que Tsubasa, Koudai y Daichi salieron, Sanae le confesó a Natsuko que estaba angustiada por su esposo.

-Pero Sanae, ¿por qué no le preguntas a Tsubasa qué le pasa?

-Considérame tonta, Natsuko-san, pero… No me atrevo.

-¿Por qué? Si ustedes son marido y mujer, no deben tener secretos.

-Lo que sucede es que Tsubasa se despierta en medio de la noche, empapado en sudor. Tiene pesadillas desde antes que ustedes llegaran.

-¿Y no tendrá algo que ver con todo lo que está pasando?

-Creo que sí –y para desgracia de ambas mujeres, en ese momento Sanae se desmayó.

-¡Sanae! –exclamó la suegra de la joven desmayada. –Oh, Dios… ¿Dónde estará Tsubasa?

Lo único que Natsuko pudo hacer fue tratar de acomodar a Sanae en el sofá y elevarle las piernas, pues pensaba que era una descompensación, pero la verdad, desconocida para ella, era otra.

Sanae estaba casi sin energías suficientes para vivir.

Aunque el pánico amenazaba con llevársela, Natsuko respiró profundamente y pensó qué hacer… Hasta que recordó que Tsubasa tenía celular. De inmediato acudió al teléfono, y marcó el número, que gracias al cielo estaba anotado en una libreta al lado del teléfono.

-Habla Tsubasa.

-Hijo, necesito que regreses de inmediato a casa.

-¿Qué pasó, mamá? ¿Le pasó algo a Sanae?

-Así es. ¡No hay tiempo! ¡Tienen que regresar!

El trayecto de regreso de los muchachos ;), que duró quince minutos, poco más, poco menos, se le hizo eterno a la mujer del cabello rizado. Aunque intentaba despertar a Sanae con todo lo que podía, nada funcionaba. Pero al oír el timbre, Natsuko se apresuró a abrir la puerta, desesperada.

-¿Qué pasó, Natsuko? –preguntó Koudai, alarmado al ver la expresión de su esposa.

-Sanae se desmayó y no despierta.

Tsubasa y Daichi se miraron, sin duda sabiendo qué pasaba en realidad, mientras Koudai intentó calmar a su esposa. De inmediato el Kami no Tsukai y su adorable hermanito corrieron a la sala, donde estaba Sanae, inconsciente.

-Tal como me lo temía… Está sin energías –murmuró Tsubasa, el terror apoderándose lentamente de él.

-Hermano…

-Daichi, supongo que lo sabes todo, ¿verdad?

-Lo sé todo desde hace mucho, niisan. La verdad no me parece justo que me ocultaras lo sucedido.

-Mis razones tengo, Daichi.

-Querrás decir que tenías tus razones. Recuerda que ahora soy testigo de todo.

-Sí, al igual que mamá.

Y ya saben; cuando las cosas parecen que no pueden empeorar… Empeoran, pues a Tsubasa le dio un ataque muy fuerte, más fuerte que de costumbre.

-¡Tsubasa! –exclamó Daichi, al ver que su hermano caía al suelo, presa del más terrible dolor. -¡Mamá! ¡Papá! ¡A Tsubasa le está pasando algo!

En su miedo había olvidado que su padre no sabía nada sobre el secreto de Tsubasa, pero, ¿acaso el ataque de dolor tendría que obligarle a decir la verdad?

En el acto llegaron los padres de ambos muchachos, y Koudai se apresuró a ayudar a su hijo, mientras Natsuko se quedaba parada, en estado de shock.

-¡Tsubasa, reacciona! –dijo Koudai, sosteniendo a su hijo mayor, que aún estaba sufriendo el ataque. –Hijo, ¿qué te pasa?

Tsubasa no respondió, obviamente por culpa del dolor. Eso sólo desesperó más a su padre, quien ya no sabía qué hacer.

Y así como comenzó, el ataque cesó, dejando a Tsubasa jadeando, agotado y semiinconsciente. Natsuko y Daichi se vieron claramente aliviados, pero Koudai estaba cada vez más confundido.

-Tsubasa, ¿te encuentras bien? –preguntó Natsuko.

-¿Mamá, cómo está Sanae?

-Por desgracia sigue igual.

-¿Qué te pasó, hijo?

-No es nada, papá… Ya estoy acostumbrado, aunque este fue más fuerte que los anteriores.

-¿Qué dices? ¡Pareciera que te hubiese dado un infarto y dices que no es nada!

-Papá -dijo Tsubasa, en una voz más firme. –Sé lo que digo… Y prefiero que no sepas más de esto.

Dicho y hecho; Tsubasa le borró la memoria a su padre, y después de recuperar el aliento, salió corriendo del apartamento, aprovechando el instante de mareo de su padre. Entretanto Natsuko se apresuró a hacer que Koudai se sentara en una poltrona, y aunque Daichi al principio se quedó ahí, se escabulló siguiendo a Tsubasa cuando su madre no le vio.

Al salir del edificio, Tsubasa se encontró con el peor panorama que habría podido imaginar jamás.

Kuro estaba ahí… Y los Contraarcángeles, incluyendo a Kurai, estaban ahí, al parecer completamente desprovistos de voluntad, o de cualquier cualidad humana.

-Tal como lo temía… Después de la muerte de Jinko no podía quedar esto así… -y Tsubasa se concentró en formar la barrera, mientras llamaba a los Arcángeles, incluyendo a Kai y Shinobu, muy a su pesar.

-Al fin nos enfrentaremos cara a cara, Mensajero de los Dioses. Durante mucho tiempo has evitado tu destino, pero hoy no podrás evitar morir.

-¿Sabes una cosa, Kuro? Mi destino nunca ha sido predicho por nadie, y mucho menos controlado por alguien tan caprichoso como tú. No voy a morir, y no voy a dejar que venzas, Kuro.

-Hablas mucho para ser tan débil.

-Pues si tú manipulas a los demás para tu provecho y no haces gran cosa en realidad fuera de hablar y aparecer cada vez que tu hija es lastimada, creo que la débil es otra persona.

Eso hizo enfurecer al Guía Negro.

Como diría Pierre, touché.

Kuro rugió de furia y ordenó a sus Contraarcángeles atacar al Kami no Tsukai con todo lo que tenían. Como dije, Santana, Pierre, Hino y Schneider ya no tenían voluntad propia; eran prácticamente robots. Los cuatro, con sus armas sedientas de sangre, se lanzaron en dirección a Tsubasa, pero seis ataques evitaron que los seres controlados por Kuro dieran en el blanco.

-¡Tormenta del Desierto!

-¡Furia Ardiente!

-¡Saetas Oceánicas!

-¡Aurora Boreal!

-¡Principio de los Tiempos!

-¡Grito de las Sombras!

Por suerte los Arcángeles y Kai habían llegado a tiempo.

-Antes de siquiera alcanzar a hacer caer un cabello de Tsubasa, ¡tendrán que enfrentarse a nosotros! –dijo Ishizaki, con su Crescent Blade en las manos.

-Muchachos…

-Es ahora o nunca. ¡Démosle una lección a estos Contraarcángeles! –gritó Hyuga, guantes en las manos y listo para vencer o morir en el intento.

Y un solo grito de guerra salió de las gargantas de Ryou, Kojiro, Taro, Genzo, Shinobu, Kai… Y Tsubasa.

Ishizaki contra Santana; Hyuga contra Hino; Misaki contra Pierre; Wakabayashi contra Schneider; Shinobu contra Kurai y los Tsukai contra Kuro. Los otrora rivales futbolísticos, ahora enemigos por el destino de la Tierra luchaban sin dar tregua. Era vencer o ser vencido.

Al menos eso fue lo que vio Daichi al salir del edificio, pues el ascensor no había llegado y tuvo que bajar cinco pisos por las escaleras.

-¡Hermano! –exclamó el chico al ver a todos luchando. Y sin embargo, sabía que ésta era la última, la decisiva… La Más Dura Batalla. -¡Hermano, ni se te ocurra perder!

Tsubasa alcanzó a escuchar el grito de Daichi, y lanzando el Grito de los Dioses para distraer a Kuro, voló hacia Daichi y le gritó que se fuera de ahí.

-¡Ni loco me iré! ¡Necesitas todo el apoyo que se pueda tener!

-Daichi, ¡no es una broma! ¡Vete! –pero Daichi se mantuvo en sus trece.

Resignado, tsubasa volvió a la lucha, justo cuando Kai había sido alcanzado por el Tenebris Aeternam del Guía Negro.

-¡Kai! –Tsubasa se apresuró a ayudar a su joven amigo. -¿Puedes seguir luchando?

-Si no lucho, muero, Tsubasa-kun. Juré luchar contra el Guía Negro, ¡y eso es lo que haré!

Parecía que al fin Kai había despertado otro poder.

-¡Invoco a las Sombras por el destino que me han conferido! ¡Eclipse Solar! –y la Espada de Caronte disparó hacia el cielo un haz de sombras, que Kai dirigió hacia Kuro. El poderoso ataque hizo que el ser de negro cayera al suelo, al fin con heridas, pero Kuro arremetió con más saña contra los Mensajeros.

Entretanto, Ishizaki luchaba a brazo partido con Santana. El arma del Arcángel de la Tierra era algo difícil de manejar. Por lo menos era más difícil que las kathars del brasilero.

-Santana, ¡despierta! ¡Sé que me escuchas, porque la vez pasada me oíste! ¡No quiero pelear, pero me estás obligando!

Una piedra le habría respondido con más facilidad. Santana lanzó su Apocalipsis en silencio, e Ishizaki lo contrarrestó con su propio ataque. Ambos ataques tenían el mismo poder, y estallaron en el aire, haciendo que ambos retrocedieran.

Ryou estaba ya bastante cansado, pero no cejaba en su intento de hacer despertar a Carlos. Sabía que los Contraarcángeles no estaban sordos, y hacía lo posible para que despertaran de su trance, pero parecía imposible.

Una vez más Santana atacó con sus armas, y esta vez Ryou no pudo evitarlo. Sin embargo, el Arcángel de la Tierra, más decidido que nunca, se levantó y atacó con su Crescent Blade, hiriendo de la misma manera al Contraarcángel que era su equivalente.

Misaki, con sus Shinobi Blades, y Pierre, con su capa, luchaban furiosamente. Al parecer el Arcángel del Agua estaba dando rienda suelta a la furia que contenía, pues parecía un torbellino al luchar. Pierre no se quedaba atrás, y ambos estaban muy heridos, pero Taro estaba completamente decidido: iba a hacer pagar a los asesinos de su amigo y de su novia.

Ninguno de los dos combatientes decía palabra alguna, excepto cuando Taro usaba sus poderes para atacar. Pero al parecer ya tenían sus fuerzas igualadas, por lo que los ataques explotaban en medio del aire.

Pero Pierre hizo un engaño y atacó la espalda del Arcángel del Agua, haciendo que éste cayera. Sin embargo, Misaki se levantó y golpeó a Pierre con una de sus armas. De inmediato utilizó el ataque de su amigo Wataru, la Ráfaga de Desprecio, y volvió a atacar.

¿Acaso podía ser el mismo Misaki que conocíamos? ¿O era tanta la furia que tenía él por dentro que lo convirtió en un guerrero letal?

Eso ni yo misma lo sé.

Hino y Hyuga luchaban, aunque Kojiro tenía una desventaja. El Escudo de Shijin de Hino era un gran obstáculo a superar, pero el Tigre difícilmente se puede dar por vencido.

-Rayos… Ese Escudo me tiene entre la espada y la pared, valga el chascarrillo… ¡Furia Ardiente! –y de las manos del Arcángel del Fuego salió una explosión de fuego y rayo, que por desgracia dio en el escudo. Hino contraatacó con su Armagedón, que por suerte Hyuga evitó. Pero mientras evitaba el ataque, Kojiro vio que Ryoma había soltado el escudo momentáneamente… La oportunidad perfecta para usar la Técnica Kiai.

"Esto es por Rairyuu…" –y Hyuga lanzó golpes de aire, al fin lastimando a Hino. Y aunque varios de esos golpes dieron en el Contraarcángel, éste esquivó los últimos ataques y lanzó su mortal escudo contra Kojiro, hiriendo una de las alas del Arcángel del Fuego.

Éste cayó al suelo, presa del terrible dolor en una de sus alas, pero usó su Llamarada de Fénix, y se lanzó hacia arriba, evitando el arma de Hino y dándole un certero puñetazo en la cara.

Genzo y Schneider no luchaban tan cara a cara debido a sus armas. Los dos atacaban a la vez, pero Genzo estaba más lastimado.

-Esto va de mal en peor… Pero al menos tengo que agradecer que Schneider esté tan mudo como un muro –murmuró entre dientes el Arcángel del Viento, esquivando el arma de Schneider y atacando con su propia arma. Sin embargo, Schneider usó su Oblivion, y casi da en Wakabayashi, de no ser porque éste usó su Aurora Boreal y anuló el ataque. Ambos ataques estallaron, haciendo que tanto el japonés como el alemán retrocedieran. Una vez más Schneider atacó con su arma, pero Genzo retrocedió, y aprovechando que la cadena de su arma era más larga, atacó con su arma, golpeando el estómago de su rival.

-Esto va por Tooru, Herman y tu misma hermana, Schneider… ¡Aurora Boreal! –y el ataque dio en Schneider. A pesar de los ataques que recibió, el Contraarcángel seguía en el aire, su cara completamente inexpresiva, y sus ojos como dos fríos cubos de hielo.

Shinobu la estaba pasando mal contra Kurai. Estaba bastante herido, y al parecer la maligna creación de Kuro disfrutaba con la pelea. Pero, ¿qué podía hacer si era él a solas contra Kurai?

"Dicen que sólo los ángeles y Arcángeles hacen milagros por intervención divina, pero, ¿dónde están los milagros cuando los necesitas?"

Al contrario que los Contraarcángeles, Kurai hablaba mucho, pero más que todo era su aterradora risa la que salía. Era prácticamente una niña cruel que gozaba lastimando a algún animalillo… Y Shinobu era la víctima.

El mortal yo-yo dio en el Arcángel del Caos, lastimándolo de consideración y haciendo que éste escupiera sangre.

-Rayos… Si no me ayuda alguien, seré el próximo en morir –murmuró Shinobu, cayendo al suelo y haciéndose el muerto para poder recuperar sus energías.

Kurai podía ser muy poderosa y sedienta de sangre y conocimiento, pero era muy ingenua. Creyó que el Arcángel Negro estaba muerto, y al ver que el Guía Negro luchaba contra dos del bando bueno, decidió acabar con Tsubasa…

Pero algo detuvo su ataque.

¿Qué detuvo el mortífero ataque del ser maligno?

-¡Sa, Sanae! –exclamaron todos ahí, incluyendo a Daichi, que estaba fuera de la barrera. Estaba muy débil, y se veía muy cansada, pero no pensaba dejar que Kurai lastimara la persona que ella más amaba en el mundo.

-No dejaré que lastimes a mi esposo, quien quiera que seas… -dijo ella, su Báculo de Bastet entre sus manos.

-¿Y quién crees que eres? –dijo Kurai, riéndose.

-Soy la única de los Arcángeles que te puede vencer. Pueda que yo esté muy débil por tu culpa, pero soy la única que puede vencerte.

¿Cómo era que Sanae sabía de Kurai?

-¡Nadie me puede vencer! ¡Yo soy invencible! ¡Ondas Mortales! –y el ataque dio en Sanae, que a pesar de la fuerza del ataque no se movió de su lugar.

-Eso es lo que quieres creer… ¡Grito del Corazón! –y aunque las Ondas Mortales de Kurai habían hecho mucho daño, no fue nada comparado con el efecto que el ataque de Sanae tuvo en su parte oscura, y eso que al ser ambas la misma persona, también afectó al Arcángel del Amor, aunque en menor grado.

Kurai estaba muy herida, tanto físicamente como en su enorme orgullo. Por primera vez en su existencia había alguien capaz de herirla.

-Esto no se va a quedar así… ¡Ondas Mortales!

-Un ataque no funciona igual dos veces –y Sanae esquivó el ataque. Las pocas energías que le quedaban le permitieron esquivarlo y aterrizar al lado de Shinobu, bastante cansada.

-Sanae-san… ¿Estás bien? –preguntó el Arcángel del Caos, preocupado.

-Lo que estoy es cansada, Shinobu-san.

-No me sorprende, Sanae. Ese ser de rojo en realidad… Es parte tuya.

-¿Es parte mía?

-Sí… Y tal parece que mientras tú te has debilitado, ella, es decir, Kurai, se ha vuelto cada vez más fuerte.

-Así que se llama Kurai… -y de inmediato algo hizo clic en ella. Ya sabía qué le hacía falta. Kurai era parte de ella… Su parte oscura.

-Shinobu, ¡eso es! Kurai y yo somos la misma, porque ella es mi lado oscuro. Por eso se ha vuelto tan fuerte; por el influjo de Kuro.

El Guía Negro palideció muchísimo más al ver que Sanae había descubierto la verdad, mientras seguía luchando contra Tsubasa y Kai.

-¡Deja ya de decir cosas sin sentido! –y Kurai se lanzó a atacar a Sanae, enardecida, pero Shinobu se interpuso, usando sus Cadenas Primordiales. Por lo menos sirvió para que el Arcángel del Caos, más recuperado, se llevara a Sanae de allí.

-¡Shinobu! –exclamó el Kami no Tsukai.

-¡Tsubasa-kun, no te distraigas por ningún motivo! ¡Yo me encargaré de Sanae, aunque me cueste la vida! –respondió el ex-D.J., mientras esquivaba otro ataque de Kurai.

-Pero, Shinobu-san… -murmuró Sanae.

-Pero nada, Sanae. Te llevaré a un lugar seguro; este no es sitio para una futura madre.

Y cuando la había dejado en un lugar más o menos seguro, algo atravesó la armadura de Shinobu y casi da en Sanae, quien cayó al suelo.

-Al fin lo logré –oyó decir a Kurai, triunfante.

-¿Qué…?

-Sanae… ¿Es…tás bien? –dijo Shinobu entrecortadamente.

-¡Shi, Shinobu-san! Kurai, Kurai te atravesó por completo…

-¿Qué? –y el Arcángel del Caos miró hacia su armadura, que estaba casi destrozada. Podía ver una de las cuchillas del mortífero juguete del ser de rojo atravesando su estómago.

Por supuesto, Kurai no se iba a quedar de brazos cruzados. Intentó recuperar su yo-yo, pero Shinobu no lo permitió. Tenía agarrada la cuerda del juguete, tan dura y afilada como una cuerda de piano con una mano, mientras que con la otra tenía su Látigo de Caos listo para atacar.

Y tan rápido como pudo, se volteó y atacó con su arma.

Kurai dejó escapar su arma-juguete por al sorpresa, mientras el látigo la hería en su delicado y maligno rostro. Una vez más vio su negra sangre, y dejó escapar un grito agudísimo, cual banshee.

El atronador grito aturdió a casi todos ahí, haciendo que todas las peleas se detuvieran por un instante, aunque los Contraarcángeles se demoraron menos en recuperarse.

-¿Acaso eres tan ingenua y tan tonta que no puedes reconocer tu propia sangre? –dijo Shinobu, mientras un charco de su propia sangre se formaba a sus pies. Ya no le quedaba mucho tiempo, y nada podría curarle.

-Mi propia… sangre… ¿Mi propia sangre? –chilló Kurai, aterrada. -¡No puede ser!

-Pues créelo… Sanae-san, usa lo que queda de mi energía para vencer a este monstruo… Y por favor, no dejes que nada le pase a mi esposa, ni al bebé que espera…

-¿Qué?

-Venga a los otros… ¡Y no permitas que el Nuevo Génesis ocurra! –y en medio de ese último grito Shinobu se desvaneció, convirtiéndose en energía pura. Pasó a ser parte de Sanae…

Que comenzó su evolución en medio de la tristeza de ver al último Arcángel Negro morir.