Disclaimer: Twilight le pertenece a Stephenie Meyer, la historia es de Simaril, la traducción es mía con el debido permiso de la autora.
Disclaimer: Twilight is property of Stephenie Meyer, this story is from Simaril, I'm just translating with the permission of the author.
Capítulo beteado por Yanina Barboza
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Consecuencias
Agosto de 1993 - Bella tiene cinco años
Edward
Regresé al día siguiente y al siguiente. Durante el resto de ese verano la vi casi todos los días. No siempre pude hablar con ella; Charlie estuvo muy atento después de su accidente junto al río, y no le gustaba perderla de vista por mucho tiempo.
Dejó pasar sus menciones del "hombre brillante" como las imaginaciones de una niña. Lo cual fue bastante fortuito. En realidad no pensé mucho en lo difícil que sería mantener un secreto para una niña de cinco años.
El día que hice el primer boceto sucedió naturalmente, aunque estuve esperando el detonante, también fue uno de los más tristes.
Cuando llegué ese día, estaba tendida en el césped con una caja de lápices y crayones a su lado.
—Hola, Hombre Brillante —me saludó con una hermosa sonrisa.
—Hola, Bella. —Le devolví la sonrisa con alegría.
Por ahora decidí renunciar a las presentaciones adecuadas, no queriendo que su amigo imaginario, al menos a los ojos de Charlie, tuviera un nombre que encontraría en doce años cuando le presentaran al novio de su única hija. Estaba contando los días hasta que se pudiera confiar en que ella me mantendría en secreto.
—¿Qué estás haciendo ahí? —pregunté.
—Dibujos. Quiero dibujarte.
—Eso suena divertido. ¿Necesito posar?
Su frente se arrugó en confusión.
—¿Qué es posar?
—Es cuando te sientas muy quieto, como cuando tu mamá te toma una foto con una cámara.
—Oh. —Lo consideró por un momento y luego asintió con decisión—. Tienes que posar.
Nadie podía posar como un vampiro. Me recosté en la hierba, apoyándome sobre los codos, manteniéndome perfectamente quieto.
Me miró fijamente, evaluando mi forma, luego seleccionó un crayón y se puso a trabajar.
No sabía nada sobre las habilidades de su grupo de edad, pero era obvio, incluso para mí, que era terrible. Se olvidó de dibujarme los brazos y solo tenía una pierna. Mi cara era más grande que mi cuerpo y mi cabello era un borrón de color naranja fluorescente.
Su pobre habilidad no fue el resultado del esfuerzo. Trabajó con concentración. La punta de su lengua se asomó entre sus labios y su frente se arrugó en concentración. Durante un rato, los únicos sonidos fueron el raspado de su crayón contra la página y el latido constante de su corazón. Fue una escena cómoda. Me relajé y lo disfruté.
Cuando terminó, escribió su nombre en letras mayúsculas temblorosas y lo sostuvo para que yo lo viera.
—Es muy bueno —mentí.
—Es para ti. —Me lo tendió para que lo tomara.
Lo tomé con una sonrisa. A Esme le encantaría ver esto, a todos les encantaría. Descubrí que podía llevarme las cosas de un lado a otro. La ropa que llevaba en mi presente viajaba conmigo y el barro de mis zapatos siempre marcaba la alfombra a mi regreso. Podría llevarme esto y darles una prueba física real de mis historias.
—¿Puedo hacer un dibujo también? —pregunté.
—¿Para mí?
Eso fue incómodo. Ella nunca podría hacer pasar mi trabajo como suyo, pero el boceto existía. Lo había visto.
—¿Qué tal si hago un dibujo y lo guardo para cuando seas una niña grande? Si papá ve un dibujo que hice, lo confundiría mucho. Podría estar triste porque aprendería sobre la magia y no podría verlo también.
—Está bien.
Trató de posar como yo, apoyándose en los codos, pero no logró mantener el equilibrio. En cambio, rodó sobre su estómago y apoyó la cabeza en sus manos. Esta era la imagen que conocía.
Saqué un lápiz de la caja y comencé a esbozar su figura. Sombreé su cabello, creando reflejos con un poco de alteración al presionar. Cuando terminé, lo levanté para que ella lo viera.
—¿Qué opinas?
Lo examinó detenidamente antes de responder.
—Es bonito, pero no hay colores. Los dibujos deben tener colores.
Bueno, ese fue mi regaño.
—Por supuesto que es bonito —acordé, sin hacer caso de su crítica—. Es un dibujo tuyo y eres muy bonita.
—No lo soy…
Sus palabras fueron interrumpidas cuando Charlie la llamó desde la casa.
—Bells, tienes que entrar ahora. ¡Necesitamos preparar tus maletas!
¡Preparar sus maletas!
—Tengo que irme ahora, Hombre Brillante. —Se puso de pie de un salto—. Mami me llevará a casa mañana. ¿Vendrás a verme a mi otra casa?
Oh, Señor. ¿Cómo explicaría esto?
—No puedo —comencé torpemente—. Solo puedo verte cuando estás en la casa de papá.
Contuve la respiración esperando una rabieta o algo peor, pero no hubo ninguna. Solo pareció decepcionada.
—Eres como Billy y Sarah; solo te veo en verano.
Asentí con tristeza.
»¿Te veré el próximo verano?
—Definitivamente, estaré aquí el próximo verano. Lo prometo.
Me estaba atragantando con este adiós. No me preparé adecuadamente, cuando ella dijo que me veía durante los veranos en casa de Charlie, pensé que eso significaría que tendría todo el verano con ella. No consideré la posibilidad de que ella también tuviera tiempo con Renée en los meses de verano.
Se encogió de hombros.
—Está bien. Adiós, Hombre Brillante.
—Adiós, Bella.
Me dio una última sonrisa deslumbrante y luego corrió hacia la casa.
Di un paso atrás entre los árboles, agarrando los dibujos que hicimos en una mano y esperé la sensación de vértigo mientras regresaba a mi presente.
—Cuida de mi corazón —le susurré—. Lo he dejado contigo.
Enero de 2005
Edward
Ella era un demonio. Arrancado directamente de los fuegos del infierno para atormentarme. No, no era un demonio. Demonio no era una palabra lo suficientemente fuerte para lo que ella era. No conocía una palabra lo suficientemente fuerte para describirla.
El mero recuerdo de su olor fue suficiente para hacer que mi garganta estallara en llamas. Si no hubiera sido por la llegada de Alice, la habría matado allí mismo, al diablo con las consecuencias. Nadie podría culparme por ello, no si entendieran la forma en que olía. Pero Alice llegó y la vida de la niña se salvó. Por ahora.
Alice me mostró el futuro que vislumbró. Mis ojos rojos brillantes y saciados, mi rostro golpeado por el dolor mientras estaba rodeado por los cadáveres de un salón de clases lleno de estudiantes. El cuerpo de la niña aún en mis brazos.
No sería suficiente huir esta vez; nos hubiéramos visto obligados a matar aún más para cubrir nuestras huellas. Una fuga de gas, cuerpos quemados más allá del reconocimiento. La familia se habría visto obligada a separarse y huir cuando los Vulturi empezaran a sospechar.
Toda esa pérdida por culpa de una humana insignificante. Todo por ella.
Sin embargo, no importaba cuán ardientemente enumerara sus fallas, el daño que pudiera causar, no podía dejar de pensar en ella. Ella era algo más. Quizás no sea un demonio después de todo, sino una maldición. Diseñada por el destino para castigarme por todas las vidas que había tomado. ¿Por qué más me atraería de la forma en que lo hizo? ¿Por qué más estaría su mente en silencio?
Si hubiera podido leer sus pensamientos, tal vez podría haberlo entendido. Tuvo que saber cuánto me afectó; se disculpó por ello después de todo. Luego estuvo su súplica a Alice mientras me sacaban de la habitación. "Ayúdalo".
A menos, por supuesto, que se refiriese a la mención de Alice de una emergencia familiar. Una cuestión de vida o muerte fue lo que dijo Alice. Lo fue: su vida, su muerte.
Limpié la nieve que cayó en mi rostro y miré hacia la insondable extensión de estrellas sobre mí. No ayudó. Incluso esas se perdieron cuando su rostro se superpuso en su patrón.
—¿Quién eres? —pregunté en voz alta—. ¿Qué eres?
La cara que estaba encima de mí sonrió enigmáticamente y parpadeó hasta perderse de vista. ¿Era posible que un vampiro perdiera la cabeza? Ciertamente se sentía así.
Llevaba casi una semana en Alaska. Después de que Alice me sacó del salón de clases, ella y Emmett me llevaron al auto donde Rosalie y Jasper nos estaban esperando. Emparedado entre Jasper y Alice en el asiento trasero, les conté sobre mi encuentro con la chica. Jasper se mostró comprensivo con mi difícil situación, pero Rosalie estaba irritada. Actuó como si yo hubiera creado intencionalmente este escenario para incomodarla.
Cuando llegamos a casa, Carlisle nos estaba esperando. Alice lo llamó desde la escuela y le contó lo que sucedió. Conté mi historia una vez más, describiendo la atracción que ella tenía para mí y lo cerca que estuve de destruirlo todo.
—Estoy orgulloso de ti, Edward —me dijo—. Encontraste la voluntad de resistir. Todos entendemos lo difícil que debió ser.
Puede que estuviera orgulloso de mí, pero confiaba demasiado. Mi mente ya estaba trabajando para encontrar una manera de satisfacer mi necesidad de su sangre. Podría ir a su casa, disculparme por mis acciones, extender mi mano para estrecharla, atraerla hacia mí y luego hundir lentamente mis dientes en la suave carne de su cuello. Por fin me saciaría.
Seguí la visión en los pensamientos de Alice. La niña sonrió al verme en su puerta. Siguiendo el ejemplo de ella cuando se disculpó por lo sucedido, extendí mis brazos y ella cayó en ellos, mi mano empujó el cabello de su cuello, bajé la cabeza y la devoré.
Sabía que si me quedaba la mataría. Mientras estuviera alrededor de su olor, parecía el curso de acción más razonable. Pero solo tenía que mirar el rostro sabio y confiado de Carlisle para saber que no podía hacerlo. Me perdonaría, nos perdonó a todos, pero la muerte de esa chica lo atormentaría. Había dedicado su existencia a salvar vidas humanas. Para mí, tomar una voluntariamente sería la máxima traición para él.
Les dije adiós apresuradamente a todos, abrazando a Esme un momento más que los demás, permitiendo que mi abrazo dijera las palabras que no podía formar, luego hui. Llegué a Denali en medio de la noche. Le expliqué mi situación a Tanya, y luego hui de sus palabras comprensivas y me adentré en lo desierto.
Tanya me buscó unos días después de mi llegada. Sus pensamientos la delataron, mostrándome lo que quería discutir. Corrí de nuevo. Me vio desaparecer por el paisaje, pero no me siguió. No quería escuchar lo que tenía que decir: que Esme volvió a llamar, que la familia estaba preocupada. Ya sabía todas estas cosas.
Alice llamó anoche para decirme que el resto de la familia regresaría a la escuela hoy, que nuestra ausencia se explicó como una emergencia familiar; la expresión sombría de Carlisle y la belleza de Esme impidieron que la directora Green los cuestionara más.
Los cielos se aclararon gradualmente y el sol reemplazó a la luna como una forma de iluminación. Debería regresar a la casa, debería llamar a casa y hablar con Esme, pero todo lo que era capaz de hacer era quedarme aquí en la nieve y pensar en la chica.
Mi teléfono sonó poco después de las nueve y lo contesté sin verificar el número. Pensando que mis hermanos estarían en la escuela, esperaba que Carlisle o Esme llamaran. Me sorprendió escuchar la voz de Rosalie hablar.
—Pensé que te gustaría saber, la chica está muerta, así que puedes volver a casa ahora. No hay más sangre para tentarte.
Me puse de pie de un salto.
—¿Ella está muerta?
—Muerta o moribunda, de cualquier manera no pasará mucho tiempo —espetó descuidadamente—. Un imbécil patinó sobre el hielo, y fue la humana contra la furgoneta. La furgoneta ganó.
¿Cómo podía hablar así? Como si fuera una broma. No podía soportar oírla decir estas cosas. Cerré mi teléfono de golpe, luego, por si acaso, lo aplasté y dejé caer los pedazos al suelo. Necesitaba volver a Forks. Ahora. Tenía que saber qué sucedió. La chica no podía estar muerta, simplemente... no podía.
El hecho de que estuve planeando su fallecimiento apenas unos días atrás parecía tener poca importancia ahora. Todo lo que importaba era que tenía que hablar con alguien que pudiera decírmelo con seguridad. Agarré mi teléfono pero, por supuesto, estaba hecho pedazos.
Corrí de regreso a la casa de Tanya y entré en la sala de estar. Tomé el teléfono de la pared, casi aplastando las teclas en mi prisa mientras marcaba el teléfono de la casa.
—Edward, ¿qué ha pasado? —preguntó Tanya, pero le hice señas para que guardara silencio.
No hubo respuesta en el teléfono de la casa ni en el celular de Alice, pero cuando probé el de Emmett, respondió.
—Ella no está muerta —dijo a modo de saludo—. No estoy seguro de qué pasó exactamente, pero Alice está en el hospital con Carlisle y el resto de nosotros nos dirigimos de regreso a la casa. ¿Vienes a casa?
—Sí. Estaré allí tan pronto como pueda. No dejes que nadie haga planes antes de que yo llegue —demandé con firmeza.
No entendí por qué agregué esa solicitud. No existía razón alguna para que planearan algo. Fue un accidente humano, pero existía la creciente sospecha de que había más en esto. Sobre todo el sentimiento de devastador vacío que sentí cuando escuché las palabras de Rosalie.
"La chica está muerta".
Llegué a la casa alrededor de la medianoche. Todos estaban reunidos en el comedor esperándome con la excepción de Carlisle, que aún debía estar en el hospital.
Esme se apresuró a abrazarme cuando llegué, y le di un abrazo superficial antes de volver mi atención a Alice en una súplica silenciosa por información.
Un rápido destello de imágenes acudió a mi mente. La chica llegando en su camioneta. La mirada esperanzada cuando vio a mis hermanos que se convirtió en una tristeza intolerable después de un momento. Su cuidadoso avance a través del hielo, sus manos agarrando la cajuela de su camioneta. Entonces comenzó el horror. Frenos chirriantes. Un rostro aterrorizado a través de un parabrisas. La chica lanzándose fuera del camino del impacto. La furgoneta cortando el borde de su camioneta y luego girando para encontrarse con ella nuevamente. El olor a sangre espesa en el aire. Gritos y chillidos de los humanos.
Las imágenes se ralentizaron. Observé a través de los ojos de Alice mientras ordenaba a Emmett, Rosalie y Jasper que se alejaran del olor. Se movió entre la multitud de chicos que rodeaban la furgoneta y la camioneta, y se deslizó entre la pequeña brecha al lado de la chica. Sabía que ella estaría muerta, pero sentía una abrumadora necesidad de estar con ella.
—Pensé que alguien debería al menos tomar su mano —explicó Alice en voz baja.
Las imágenes continuaron. Alice se acercó a la chica. Pero no había sangre. De hecho, parecía que estaba durmiendo. De alguna manera, su cuerpo se protegió debajo de su camioneta. Su cabeza descansaba contra el asfalto en el pequeño espacio creado donde la parte trasera de la furgoneta se encontró con un poste de concreto que marcaba el borde del estacionamiento; si no hubiera estado allí, habría sido aplastada entre los dos vehículos.
Alice se dejó caer a su lado y le tomó la mano. Los ojos de la chica se abrieron y miró a Alice con clara acusación.
—¿Por qué no me advertiste? —preguntó ella—. ¿Por qué no lo viste?
Entonces los ojos se cerraron de nuevo y el agarre que tenía en la mano de Alice cayó.
Mi respiración se convirtió en un siseo cuando salí de la mente de Alice. Era exactamente la misma acusación que quería lanzarle. ¿Por qué no lo vio? Más importante aún, ¿por qué sentía que esto era culpa mía? No podía hacer nada. Ni siquiera estaba allí.
—¿Qué quiso decir con eso? —pregunté.
Alice negó con la cabeza con tristeza.
—No lo sé, no he tenido la oportunidad de volver a hablar con ella. Estaba herida. La llevaron al hospital y Carlisle me envió a casa.
—¿Está...? —No pude terminar la pregunta. No estaba seguro de querer saber la respuesta.
—No está muerta. —Rosalie sonaba molesta porque la chica continuaba existiendo—. Al menos todavía no. Sin embargo, tenemos que hacer un plan. Alice insistió en esperar a que tú y Carlisle llegaran a casa antes de que pudiéramos hablar de ello, pero todos sabemos lo que tiene que pasar ahora.
¿Qué tenía que pasar ahora? Claramente la chica sabía algo, pero ¿cómo podría saber lo que Alice es capaz de hacer?
Escuché los sonidos de un automóvil girando desde el suave asfalto de la carretera hacia el camino de tierra. Carlisle estaba en casa. Un minuto después, el suave zumbido del motor se cortó cuando se detuvo frente a la casa. Esme se apresuró a saludarlo y traté de ordenar mis pensamientos. Registró mi olor en la casa y suspiró aliviado. Bienvenido a casa, hijo.
Entró en el comedor, se quitó el pesado abrigo y lo tiró sobre una silla vacía.
—Bella va a estar bien —aseguró, hundiéndose en una silla—. Tuvo una suerte increíble de no sufrir heridas peores que las que sufrió. Tiene una conmoción cerebral desagradable, pero vivirá.
Fue la primera vez que escuché a cualquiera de nosotros usar su nombre real; ella siempre fue "la chica". Descubrí que me gustaba escucharlo; le sentaba bien.
—Eso es genial —espetó Rosalie con sarcasmo—. Va a vivir, así que estamos todos jodidos.
—No necesariamente —contradijo con calma—. ¿Qué fue exactamente lo que dijo, Alice? —Él ya había escuchado esto, pero quería reiterarlo en todas nuestras mentes antes de abordar el tema.
—Me preguntó por qué no le advertí, por qué no lo vi.
—Lo que prueba que ella sabe algo —acusó Rosalie—. Alguien debe haber cometido un desliz. Alice, has actuado raro con esta chica desde el principio. ¿Has estado hablando con ella? ¿Contándole tus secretos?
¿Cómo actuó Alice raro con ella? Al parecer, me perdí algunas cosas durante mi ausencia.
—Sí, Rosalie —masculló sarcásticamente—. He estado con todos ustedes desde que Edward se fue a Alaska, pero me escapé para decirle a Bella que puedo tener visiones del futuro, solo para que tengan una excusa para matarla ahora.
—Bueno, ¿de qué otra manera podría haberlo sabido? —cuestionó Rosalie.
—No sabemos si lo hace —indiqué con cuidado—. Puede que se haya referido a una advertencia de parte de Alice en el sentido literal. Después de todo, tenías una mejor vista del camino de la camioneta.
Fue un argumento bastante débil, y todos lo sabíamos, pero no se me ocurrió nada más que decir en su defensa.
—Ella sabe algo —agregó Jasper en voz baja—. Hay algo en esta chica que me pone nervioso. Piensa en su reacción hacia Edward.
—Y qué si ella es rara. Eso no significa que tengamos que matarla —argumentó Emmett razonablemente.
—No vamos a matarla —ordenó Carlisle con firmeza—. Es una chica inocente que no ha hecho nada malo. No es su culpa que su sangre llame a Edward, y su declaración a Alice, aunque desconcertante, no es un riesgo para nosotros.
Rosalie parecía rebelde, pero no iría en contra de Carlisle. Jasper, por otro lado, tuvo un comienzo de vida muy diferente al del resto de nosotros, y no iba a permitir que las palabras de Carlisle le dictaran si creía que Alice estaba en peligro.
—Hay demasiado en juego aquí para permitirle vivir —opinó, todavía en ese mismo tono tranquilo y mesurado.
Sentí que algo parecido al odio se agitaba en mí. Jasper era mi hermano, había sido parte de nuestra familia durante más de medio siglo, pero en ese momento era una amenaza.
Me arqueó una ceja, sintiendo mis emociones y cuestionando la causa detrás de ellas. Yo tampoco lo entendía realmente. Ella era solo una niña. Una chica con la sangre más tentadora que jamás había encontrado, era cierto, pero una chica al fin y al cabo. ¿Por qué me importaba tanto lo que le sucediera?
—Si ella no estuviera aquí, Edward podría quedarse —engatusó Rosalie. Esperaba que el amor de Carlisle por mí lo convenciera.
—Detente, Rosalie —advirtió con firmeza, sabiendo exactamente lo que ella estaba haciendo. Apenas pudo ocultar su disgusto por sus manipulaciones.
—¿Qué piensas, Alice? —preguntó Esme, hablando por primera vez—. ¿Crees que ella sabe algo?
—No lo creo. Estoy tratando de ver qué pasará si hablo con ella mañana, pero no puedo porque su futuro es muy confuso. —Le lanzó a Jasper una mirada significativa.
—¿Podríamos dejar de planear matar a la chica por un momento para que Alice pueda revisar su bola de cristal, por favor? —Emmett estaba tratando de aliviar la tensión, pero su humor se desinfló ante tanta ansiedad.
Alice cerró los ojos y se concentró, de nuevo se encontró con un blanco incierto que significaba que todavía alguien estaba conspirando contra nosotros.
—Jazz, por favor —rogó en voz baja. Él estaba indefenso ante sus ruegos. Tan pronto como él abandonó su plan, el futuro se aclaró de inmediato.
Alice buscó por el futuro inmediato de Bella, pero fue arrastrada hacia una fecha indefinida y desconocida.
Jadeé cuando la imagen se aclaró. Alice y Bella de pie en un campo verde. El sol brillaba, proyectando prismas de luz sobre la piel de Alice. Sus brazos estaban entrelazados y cada una se perdía en sus carcajadas.
Inmediatamente después de esa visión vino otra. Era la misma escena, brazos entrelazados, risas, pero ahora el sol iluminaba ambos brazos. Cuando Bella abrió los ojos, eran el topacio de un vampiro vegetariano.
—¡No! —siseé.
Alice asintió con entusiasmo.
—¿Ves lo firme que es? No hay duda; ella será uno de nosotros.
—¿Bella va a ser un vampiro? —preguntó Carlisle con incredulidad.
—Sí —afirmó Alice felizmente, con un brillo fanático en sus ojos—. Será transformada y será mi amiga.
Estaba eufórica ante la perspectiva. A ella le parecía la situación perfecta. Para mí era lo peor. Bella era demasiado buena, demasiado inocente para esta vida.
Una vez más, la dirección que estaban tomando mis propios pensamientos me detuvo. ¿Cómo es que pasé de compararla con un demonio enviado para destruirme a protegerla de los planes eufóricos de mi hermana?
—¿Cómo es que sucederá? —pregunté. Si supiera el detonante, tal vez podría cambiar la visión.
Alice cerró los ojos y volvió a deslizarse hacia el futuro. Esta vez la visión tardó más en llegar, pero una vez que lo hizo, fue tan sólida como la otra.
Bella era humana, sus mejillas enrojecidas de sangre y sus ojos iluminados de felicidad. Yo era el mismo que era ahora, como lo había sido desde que tenía diecisiete años y el veneno de Carlisle terminó de quemar su camino a través de mí, haciéndome lo que soy. No, no era exactamente el mismo. Sonreía como nunca antes, la felicidad en mis ojos era inconfundible. Bajé mi rostro para encontrarme con el de Bella y nuestros labios se encontraron en un beso. Mientras me alejaba, mi mano trazó la curva de su mejilla.
—Te amo, Bella.
La visión terminó y Alice me miró a los ojos con una sonrisa de alegría.
—¿Cómo puede ser eso correcto? —jadeé.
—No lo sé, pero está sucediendo —dijo alegremente—. Esa es aún más sólida que las demás.
—¿Qué está sucediendo? —inquirió Esme.
—Edward y Bella, los vi juntos —reveló—. Están enamorados, o al menos lo estarán pronto. No parecía tan lejano. Él va a ser tan feliz.
Esme sonrió felizmente.
—Oh, Edward, esto es maravilloso.
—¡No! —Mi voz era un gruñido bajo—. No puede ser. No puedo amarla. Ella es humana.
—No por mucho tiempo —cantó Alice—. Me pregunto cómo sucederá.
Su mente se aceleró con posibles escenarios. Uno popular me mostró transformándola, lo cual era completamente ridículo.
—Mira de nuevo, Alice —exigí. Fijé mi voluntad en evitarlo, en rechazar este futuro.
Alice buscó, pero no mostró cambios. La misma escena se repitió una y otra vez, sin importar el curso de acción que eligiera.
De alguna manera, en algún lugar, me iba a enamorar de Bella Swan.
Y sabemos que Bella ya está enamorada de Edward, así que solo es cuestión de cuánto tiempo luchará él contra sus sentimientos...
Cuéntenme qué les pareció ;)
