Disclaimer: Twilight le pertenece a Stephenie Meyer, la historia es de Simaril, la traducción es mía con el debido permiso de la autora.

Disclaimer: Twilight is property of Stephenie Meyer, this story is from Simaril, I'm just translating with the permission of the author.

Capítulo beteado por Yanina Barboza

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Estado de sitio

Agosto de 2002 - Bella tiene catorce años

Edward

Era hora. Luché con el conocimiento de que algún día Bella necesitaría conocer nuestra historia, o al menos parte de ella, durante mucho tiempo, pero supe, en el momento en que ella levantó la mirada y me confesó su amor, que había llegado el momento. Ella estaba lista.

—Vamos al prado —dije. Parecía el lugar adecuado para hablar sobre estas cosas.

Sin hablar, Bella me permitió tomar su mano y guiarla a través de los árboles hasta el sendero. Estaba ansioso por decírselo, así que mi paso fue rápido. Tropezó una vez, y reduje la velocidad para adaptarme a ella. Cuando atravesamos los árboles, solté su mano y caminé hacia adelante solo. Ella me siguió lentamente, luciendo un poco aturdida. Me hundí en el suelo y junté las manos en mi regazo; ella puede estar lista, pero yo estaba nervioso.

Se sentó a mi lado y dijo:

—No entiendo.

Sonreí. Me imaginé que su expresión era similar a la que yo tenía el día que ella me contó nuestra historia.

—Bella, ¿qué sabes sobre los viajes en el tiempo?

Ella me miró con recelo.

—No mucho. Leí un libro sobre eso una vez, pero era demasiado para mí. ¿Por qué?

—Sabes que algunos vampiros tienen dones —comencé—, dones sobrenaturales que les permiten hacer cosas que la ciencia no puede explicar. Puedo leer la mente.

Ella pareció aturdida.

—¿La mía?

Sonreí.

—No, Bella, todas las mentes menos la tuya.

Ella asintió con la cabeza, aceptando sin un pensamiento de duda. Tenía tanta fe en mí.

—Está bien.

—Hay muchos otros dones posibles; Alice tiene visiones psíquicas, Jasper puede manipular emociones, conozco a alguien con la capacidad de implantar imágenes en la mente de otra persona. Hay otros dones menos... agradables, pero no tienes que preocuparte por ellos. El punto es que estos dones existen. Un don con el que he entrado en contacto es un vampiro con la capacidad de manipular líneas de tiempo personales, para facilitar el viaje en el tiempo. Es amiga de Eleazar, uno de los miembros del aquelarre Denali, y ella, Makenna, ese es su nombre, me ayudará.

—Está bien —dijo de nuevo.

Tomé una respiración profunda.

—Bella, técnicamente no soy de esta época. Vengo de 2006.

Ella dejó escapar un suspiro.

—Vaya. Eso es solo... Vaya.

Me reí.

—Ciertamente lo es.

—¿Es así como siempre lo has hecho? —preguntó—. ¿Siempre has sido un viajero en el tiempo?

Asentí.

—Desde que eras pequeña, sí. Hice esto por ti. Quería estar contigo.

—¿Hiciste todo esto por mí?

—Haría cualquier cosa, cualquier cosa, por ti, Bella —juré—. El viaje en el tiempo no es nada.

—Guau. —Respiró hondo, asintió con la cabeza y dijo—: Entonces, ¿nos vemos también en el futuro?

—Sí, un día nuestras líneas de tiempo se pondrán al día y estaremos juntos en el presente. —Y luego tendríamos escasos meses juntos antes de que lo arruinara todo—. No tendremos que escondernos más.

Ella me sonrió.

—Esto es increíble. Quiero decir, viajar en el tiempo es una cosa, pero el tiempo real juntos. ¿Conoces a Charlie? ¿Conoces a Renée?

—Sí, conoceré a tus dos padres a tiempo y tú conocerás a mi familia.

—¿Lo haré? —Parecía emocionada—. ¿Alice y todos los demás?

Asentí.

—Todos. Te van a amar.

Parpadeó y una lágrima se deslizó por su mejilla. Seguí su camino con mi dedo.

—¿Estás molesta?

—Lágrimas de felicidad —murmuró con voz temblorosa—. Todas lágrimas de felicidad. Es solo que... he oído hablar de ellos y los amo, pero pensar que realmente podré verlos y a ti y que ya no será un secreto... es mucho.

—¿Demasiado? —Me preocupé.

—No, nunca. No puedo esperar. —Se secó la cara y me miró a los ojos, con una brillante emoción en su rostro—. Cuéntamelo todo.


Marzo de 2005

Edward

Tomé a Bella en mis brazos y la llevé a mi habitación. Esme se adelantó a mí, y cuando llegué a la puerta del dormitorio había una cama hecha en mi sofá. Acosté a Bella suavemente y luego la cubrí con las mantas. Se hundió más en las mantas hasta que solo se vio la parte superior de su cabeza. Me senté a su lado y pasé mis dedos por sus cabellos oscuros.

Tanta ternura.

Los pensamientos de Esme se entrometieron en mi mente. Estaba maravillada por la forma fácil en que interactuaba con Bella y el amor que brillaba en mis ojos.

—Pensé que la perdería —dije en un susurro.

Se sentó ágilmente en el suelo a mi lado y tomó mi mano libre en la suya.

—Pero no lo hiciste. Ahora está a salvo. Podemos cuidar de ella.

La miré y el peso de mi dolor estaba claro en mi voz.

—Ella no debería necesitar protección en absoluto. Nada de esto debería estarle sucediendo.

Cuando me di cuenta de que amaba a Bella más de lo que quería su sangre, pensé que la pelea había terminado. Parecía que ahora la pelea recién comenzaba. Y todo por culpa mía. No era la primera vez que recibíamos a otros vampiros en casa. Debería haber pensado en eso antes de traerla aquí. Ahora, debido a mi estupidez, ella tenía dos vampiros rebeldes detrás de ella.

—No es tu culpa —contradijo Esme, sabiendo en ese sexto sentido que las madres tienen lo que estaba pensando—. ¿No has escuchado a Bella? Es el destino. Lo que se supone que va a pasar sucederá, y nada de lo que podamos hacer lo detendrá. Creo que si no hubieras traído a Bella a la casa, algo más habría sucedido para atraer a James hacia ella.

Escuché la lógica en sus pensamientos, pero no me apaciguó. Si hubiera sido más fuerte, me hubiera mantenido alejado de ella desde el principio, nada de esto estaría sucediendo.

Todo estará bien, Edward. Creo en tu amor y tú también debes hacerlo. Esme palmeó mi hombro y se fue.

Bella suspiró y se dio la vuelta.

—Te mantendré a salvo, amor —susurré—, lo prometo.

Bella durmió profundamente hasta las primeras horas de la mañana, cuando comenzó a moverse.

—Bella, amor, ¿estás despierta?

Ella gimió y comenzó a dar vueltas y vueltas. Estaba teniendo una pesadilla.

—Jasper —lo llamé en voz baja, sabiendo que me escucharía dondequiera que estuviera en la casa.

Un momento después apareció en la puerta del dormitorio. Frunció el ceño mientras reaccionaba a las emociones de Bella. Asustada, pensó, y algo más. No puedo definirlo. Es como si estuviera luchando contra eso.

Ella estaba siendo valiente. Incluso en sus sueños estaba luchando. Pasé mis dedos por su cabello y susurré palabras tranquilizadoras. No pareció consolarla mucho, continuó dando vueltas y vueltas.

Los sonidos de su pesadilla eran claros en toda la casa y escuché que los pensamientos se volvían hacia Bella y me preguntaban cómo podían ayudar.

Alice apareció en la puerta del dormitorio.

—Necesitas calmarla, o va a tener un ataque de pánico.

Me sentía inútil. Nada de lo que podía hacer era de ayuda. Miré a Jasper en busca de ayuda.

—¿Puedes ayudarla?

—Puedo intentarlo.

Él la miró y concentró su don en calmarla. Su corazón desaceleró su rápido ritmo y suspiró profundamente.

Se dio la vuelta una vez más y se hundió un poco más en la almohada.

—Gracias, Jasper —murmuró.

Los ojos de Jasper se agrandaron y Alice se rio.

—¿Cómo lo sabe? —preguntó.

—Ella es especial —respondió Alice, como si eso respondiera a todas y cada una de las preguntas—. Los dejaremos a ustedes dos solos.

Cruzaron la habitación y desaparecieron por la puerta, cerrándola detrás de ellos, dejándome solo con mi Bella.

Me incliné cerca de su cabeza y le susurré al oído.

—Te amo.

Ella sonrió en sueños.

—Yo también.


La casa era un hervidero de actividad por la mañana. Emmett y Jasper estaban luchando afuera. Lo justificaron como preparativos para James y Victoria, pero sabía que realmente solo se estaban divirtiendo.

Esme, Alice y Carlisle estaban en la cocina mirando la gran cantidad de electrodomésticos y aparatos que teníamos y preguntándose por dónde empezar. Nunca antes habíamos tenido un humano en la casa que requiriera alimentación, y estaban emocionados de experimentar. Esme tenía algunos recuerdos humanos de la cocina, por lo que fue la designada chef mientras Alice y Carlisle la ayudaban.

Rosalie estaba sola en el garaje, desahogando su irritación trabajando en el jeep de Emmett.

Me reí entre dientes cuando escuché a Alice y Esme discutir el desayuno de Bella en voz baja. Estaban siendo un poco ambiciosas en mi mente, planeando wafles y panqueques para tentarla.

—Probablemente sería feliz con cereal —les dije—. No suele convertir sus comidas en un espectáculo.

—Silencio —amonestó Alice—, nos estamos divirtiendo aquí.

Riéndome entre dientes, pensé en nuestra situación. Estábamos en un estado de sitio, esperando que James y Victoria regresaran, pero aquí estábamos actuando como si fuera la primera pijamada de Bella. Que en cierto modo lo era. Me alegré de sus actitudes relajadas. Bella estaría lo suficientemente ansiosa cuando despertara sin que todos actuáramos como si estuviéramos a punto de ser atacados por los sabuesos del infierno.

Finalmente se decidieron por los wafles solos, y Esme se puso a trabajar. Carlisle estaba cortando fruta y Alice estaba batiendo un tazón de masa, mientras Esme jugueteaba con los controles de la waflera.

Volví mi atención a Bella. Ahora eran más de las nueve, pero no mostraba signos de despertarse. Estaba relajada y en paz, y yo estaba agradecido por ello. Descansé mi cabeza en la almohada a su lado y me pregunté cómo se sentiría dormir. Ella se veía tan pacífica. Hubiera dado cualquier cosa por poder acostarme a su lado y descansar.

Mis pensamientos se vieron perturbados por un repentino estrépito en la planta baja y la apertura de una puerta. Me incorporé de un tirón, inmediatamente alerta a los sonidos de James y Victoria, pero venía de la cocina, y los sonidos eran los de un desayuno bien intencionado que iba irremediablemente mal.

Bella se movió y levantó la cabeza de la almohada.

—Algo se está quemando —murmuró adormilada.

—Ese sería tu desayuno, amor.

Parpadeó y se frotó los ojos.

—¿Cómo quemas cereal?

Carlisle estaba escuchando nuestra conversación desde la cocina y se rio entre dientes al escuchar su pregunta. Alice y Esme, por otro lado, estaban decepcionadas. Se divirtieron preparando la comida antes de que todo saliera mal. Pensaron en presentarle a Bella un desayuno perfecto, y ahora todo lo que tenían para ofrecer eran wafles que parecían haber pasado por una hoguera y rodajas de fruta. Fruta de la que Carlisle se sentía particularmente satisfecho, ya que él fue quien la preparó.

—Creo que esperaban hacer algo un poco más grandioso para ti —comenté.

—Eso es dulce —convino con una sonrisa—, pero no hay necesidad de que se tomen tantas molestias.

—Créeme, se divirtieron mucho intentándolo.

Luchó por salir de las mantas que se entrelazaron alrededor de sus piernas mientras dormía y se puso de pie.

—Necesito un momento humano.

—Adelante.

Se tambaleó con los pies dormidos hasta el baño y cerró la puerta con un clic. Alice apareció en mi puerta sosteniendo un montón de ropa y sonriendo ampliamente.

—Tienes que bajar las escaleras.

Fruncí el ceño.

—¿Por qué?

—Porque Bella no trajo ropa con ella, y no querrá que la mires mientras le doy esto para que se las ponga.

—Alice, no creo que tu ropa le quede bien a Bella.

Ella puso los ojos en blanco.

—Compré algunas prendas para Bella hace un tiempo. Tenía la sensación de que serían útiles, y tuve razón.

Ella le dio a la puerta una mirada intencionada y entendí la indirecta. Bajé a la cocina donde Esme estaba tirando los malditos wafles a la basura.

—Buenos días, Edward. ¿Cómo estás hoy? —preguntó alegremente.

Consideré su pregunta. Debería estar abrumado por la ansiedad por Bella y la amenaza que representaba James, pero el hecho de que ella estuviera aquí ahora y a salvo superó esa preocupación. Sabía que pronto tendríamos que enfrentarnos a ellos nuevamente, pero por el momento estaba contento de tener a Bella en mi casa conmigo. Se sintió bien.

—Estoy bien —respondí finalmente.

Carlisle me sonrió. No hay pecado en disfrutar de su compañía. Ella está aquí ahora donde podemos protegerla. Todo estará bien.

Asentí y me senté a su lado en uno de los taburetes de la isla central. Pude escuchar claramente la conversación de Alice y Bella mientras se vestía, pero intenté bloquear las voces para permitirles privacidad.

Emmett y Jasper terminaron su pelea y entraron a la cocina.

—¿Cómo está Bella esta mañana? —inquirió Jasper.

—Probablemente tú lo sepas mejor que yo. —Él, por supuesto, habría agregado una idea de cómo se sentía ella.

—No soy omnipotente —masculló con ironía—. Mi rango es limitado. No puedo sentirla tan bien como todos ustedes. Es una cuestión de familiaridad.

—Ella está bien, creo. Se acaba de despertar.

Escuché los sonidos de Bella y Alice bajando las escaleras. Un par de pasos fueron lentos y cuidadosos, mientras que los otros apenas se distinguieron contra la alfombra de felpa.

—Buenos días, Bella —saludó Carlisle cuando entró en la habitación—. ¿Cómo te sientes hoy?

Ella le sonrió.

—Estoy bien. Perdón por todo el drama de anoche. Parece que estoy constantemente enloqueciendo contigo.

—Es completamente comprensible —rebatió—. Has tenido un buen motivo para estar molesta. Además, es bueno practicar mis habilidades con la familia por fin.

Ella sonrió.

Jasper me llamó la atención. Un placer abrumador ahora. Le gusta que la consideren como de la familia.

Tiene sentido. Bella estuvo pensando en mi familia como si fuera suya durante años. Viviendo mis historias de ellos. Ahora que los conocía por sí misma, el afecto solo podría haber aumentado. Por su parte, mi familia, con una excepción, pensaba en ella como familia también, incluso Jasper, quien recientemente planeó terminar con su existencia.

Carlisle empujó el plato de fruta fresca hacia ella.

—Como médico te recomiendo un desayuno saludable. Y resulta que te he preparado unas frutas.

Ella sonrió.

—Órdenes del doctor, ¿eh? Bastante justo.

Se sentó a mi lado y empezó a comer.

—Si me disculpas, estaré en el salón —se excusó Carlisle, llevando a Esme de la mano. Era consciente de la posible vergüenza de Bella al ser observada mientras comía.

Emmett no tenía el tacto de Carlisle; se sentó frente a Bella y la miró comer con ávido interés.

—¿Así de bueno? —preguntó.

Ella asintió.

—Sí. Carlisle puede cortar frutas como un profesional.

Escuché la risa de Carlisle desde el salón.

—¿Cuál es el plan para hoy? —inquirió Alice, como si no lo supiera ya.

Bella se encogió de hombros.

—Bueno, necesito llamar a Charlie. Hacerle saber que estoy aquí y bien, omitiendo la parte del vampiro loco en el dormitorio, y luego el día es tuyo para planearlo.

—Estamos algo limitados —agregué secamente—. No es seguro para nosotros salir solos. —De lo contrario, me hubiera gustado volver al prado.

Como si mis palabras fueran el recordatorio de todo lo que estaba sucediendo, todos se pusieron rígidos. Jasper estaba recostado contra el mostrador, pero cuando reaccionó al estado de ánimo de la habitación, se enderezó.

—¿Has visto algo, Alice? —preguntó Bella.

Alice negó con la cabeza.

—Siguen parpadeando dentro y fuera de mi vista. No hay nada concreto.

—Todavía no entiendo cómo saben de ti —le dije.

—Bueno, ¿quién más sabe sobre las visiones de Alice? —preguntó Bella pragmáticamente.

Lo consideré.

—Solo nuestros amigos Peter y Charlotte, y el aquelarre de Denali.

—¿Y se lo habrían dicho a alguien? —cuestionó ella.

—No Peter y Charlotte —respondió Jasper de inmediato—. Sospechan profundamente de otros vampiros. —Captó la mirada interrogante de Bella—. Tuvieron la misma introducción a esta vida que yo tuve. No nos deja abiertos a nuevos conocidos. —Lo cual era una señal de cómo Bella se infiltró en sus afectos. Jasper todavía estaba indeciso sobre el aquelarre Denali.

—¿Se lo dirían los Denali a alguien? —sugirió Bella.

—No lo creo —indicó Alice, aunque su tono era incierto.

—Eleazar podría hacerlo si conociera a alguien con suficiente interés en los dones, pero no puedo imaginarlo diciéndole nada a James —soltó Emmett—. Sabíamos que estaba un poco trastornado desde el principio. —Apretó los puños.

Y, sin embargo, los invitaron a nuestra casa de todos modos. Amaba a mi familia y no los culpaba por lo sucedido, pero deseaba que hubieran tenido un poco de precaución con James y su aquelarre.

—¿Crees que deberíamos llamarlos y preguntar? —propuso Emmett.

Al escuchar nuestra conversación, Carlisle y Esme regresaron a la habitación.

—Puedo llamarle —se ofreció Carlisle tomando el teléfono de su base—. También podemos advertirles que esperen a Laurent.

Presionó las teclas rápidamente y un momento después, la voz de Tanya se escuchó a través de la línea.

Carlisle. ¿Estás llamando a Eleazar de nuevo?

—En realidad, estoy llamando para hablar con todos ustedes. Estamos en lo que podrían llamar una situación tentativa, y estoy pidiendo ayuda.

¿Qué ha sucedido?

—Nos encontramos en el extremo receptor de una atención no deseada.

¿Ha habido un desliz? —preguntó.

Jasper frunció el ceño. Habían pasado décadas desde su último desliz, pero no era inimaginable que volviera a suceder. Solo unos pocos meses antes estuvo muy cerca de otro. Casualmente, fue el mismo día en que casi lo destruí todo de todos modos.

—No, sin accidentes —anticipó Carlisle—. Es solo que conocimos a otro aquelarre ayer y se han interesado hostilmente en nuestra familia.

La voz de Tanya se tensó de inmediato.

¿Necesitas que vayamos allá?

Los ojos de Carlisle buscaron los míos y escuché la pregunta en su mente. ¿Deberíamos?

Negué con la cabeza. Si parecía que no podíamos proteger a Bella solos, les permitiría que nos ayudaran. Pero por ahora, confiaba en que podríamos manejarlo. Valoraba demasiado a nuestra familia extendida como para ponerlos en riesgo. Además, Bella no quería que los pusieran en peligro por su bien. Respetaría eso. Llegaría un momento en el que sería adecuado que la conocieran, pero todavía no lo era.

—No, pero gracias por tu oferta. Podemos manejar la amenaza en este momento. Si eso cambia, serás la primera en saberlo. Te llamo porque uno de los miembros del aquelarre que se opone a nosotros sabe sobre el don de Alice y estaba preguntándome si conocieron a alguien y quizás le contaron sobre nosotros.

No hemos conocido a nadie nuevo durante años, y nunca le hemos contado a nadie sobre tus dones acumulados. No te haríamos eso, Carlisle —sonaba herida y me sentí culpable por sospechar de ellos.

Carlisle también escuchó el dolor en su tono.

—Me disculpo por preguntar. Debería haberlo sabido mejor.

Sí, deberías —observó Tanya bruscamente, y luego su tono se suavizó—. ¿Estás seguro de que no podemos ayudarte?

—Hay algo que puedes hacer por nosotros. Uno de los miembros del aquelarre que conocimos es amistoso, y tenemos razones para creer que se dirige hacia ustedes. Aunque confío en él, me gustaría que supieras que sus viejos compañeros del aquelarre podrían buscarlo de nuevo. Si lo hacen, deben estar en guardia. Son peligrosos.

Carlisle, ¿en qué te has metido? —preguntó ella.

—No hemos hecho nada malo —aseveró—, simplemente estamos protegiendo a uno de los nuestros.

Bella se tensó cada vez más a medida que avanzaba la conversación. Envolví un brazo alrededor de sus hombros y besé su cabello. Esme vio mi movimiento y nos sonrió a los dos.

Carlisle se despidió de Tanya y terminó la llamada.

—No saben nada al respecto —anunció para beneficio de Bella.

Bella suspiró y se acurrucó en mi abrazo.

—No tengo más ideas —musitó decepcionada.

—Nadie espera que tengas todas las respuestas, amor —señalé.

—Habla por ti mismo —indicó Rosalie desde la puerta. Entró para escuchar la última llamada de Carlisle—. Tengo una pregunta para ti. Si sabes tanto sobre su pasado juntos y el futuro de Edward, ¿por qué no sabes sobre esto?

La barbilla de Bella sobresalió.

—Porque él no me lo dijo.

—¿Por qué no? —cuestionó Rosalie.

Bella se encogió de hombros.

—Probablemente porque no quería asustarme. Y porque no habría hecho ninguna diferencia. Aun así habría atraído a James de alguna manera, incluso si no fuera porque mi olor estaba aquí. Dije que no se puede cambiar el futuro y no se puede. El Edward que me conocerá de niña recordará esta conversación y no podrá hacer nada al respecto. Puede que lo intente, pero las palabras no saldrán. Lo he visto así antes; es como si estuviera amordazado por las reglas.

Me preguntaba cómo se sentiría eso para mí. ¿Qué conocimiento esperé impartir en sus recuerdos? ¿Estaba tratando de advertirle de este momento, o aún nos quedaban otras pruebas por enfrentar?

—Así que, con todo tu conocimiento, eres una inútil —expuso Rosalie mordazmente, y Emmett puso una mano en su brazo en silenciosa advertencia.

Las lágrimas brotaron de los ojos de Bella y gruñí bajo en mi garganta.

—Y a pesar de todos tus años de experiencia, todavía tienes que aprender la más básica de las cortesías humanas —replicó Bella enojada.

Rosalie volvió a abrir la boca, pero Carlisle la interrumpió.

—Eso es suficiente, Rosalie. Sean cuales sean tus sentimientos personales, Bella es una de nosotros ahora, y la trataremos como tal.

—Vamos, Bella. Vamos a elegir una película —intervino Alice en un tono falsamente alegre, jalando de su mano.

Bella se dejó llevar y me giré hacia Rosalie.

—Te quiero, Rose. Eres de la familia. Pero te juro que si le hablas así a Bella de nuevo, te arrepentirás.

—Oye —dijo Emmett—, no nos dejemos llevar. Rose lamenta lo que dijo, ¿no es así?

En lugar de responderle, Rosalie se echó el pelo a la espalda y salió de la habitación.

Emmett la miró y frunció el ceño.

—Ella no lo dice en serio, Edward. Está tensa es todo. Sabes que no le gusta el cambio, y esto con James nos tiene a todos nerviosos.

Abrí la boca para contrarrestar su argumento, pero la voz de Bella llamó mi atención hacia ella cuando una imagen que no era la mía vino a mi mente.

—Alice, ¿estás bien?

Alice no estaba bien; estaba atrapada en una visión, y yo fui arrastrado con ella. Era una calle desconocida en una ciudad desconocida. Dos vampiros se alimentaban salvajemente de una sola hembra humana. La chica era joven y tenía el pelo castaño oscuro. Mientras la observaba, cayó al suelo como basura y los dos vampiros se sonreían el uno al otro con expresiones crueles compartidas. Busqué un letrero en la calle o un punto de referencia para ubicar la escena. Era un edificio blanco al fondo con pintura blanca descolorida y amplias ventanas con postigos. La imagen se estaba desvaneciendo cuando vi el nombre: The Victoria Edelweiss Club.

—¡Victoria! —jadeé.

—¿Qué hay con ella? —preguntó Emmett.

Negué con la cabeza.

—El lugar, no la persona. Están en Canadá.

Alice entró en la cocina, seguida por una Bella de aspecto confuso.

—¿Lo has visto? —inquirió ella.

Asentí con la cabeza y me apresuré a pasar junto a ella hacia el salón donde dejé mi computadora portátil. La abrí y busqué la dirección del club que vi. Estaba en James Bay. Era casi como si hubieran elegido el lugar para burlarse de nosotros. James Bay, Victoria.

Alice miró la pantalla por encima de mi hombro.

—Ese es el lugar —sentenció—. Estoy segura.

—¿Cuándo van a estar allí? —pregunté.

—Pronto. Se sentía cerca y todavía había luz del día.

—¿Qué viste? —cuestionó Bella.

—James y Victoria. Están en Canadá. Hemos visto su ubicación. Si nos damos prisa, podemos atraparlos. —Su corazón tartamudeó y me volví para mirarla—. Todo estará bien, amor. Esto es lo que estábamos esperando.

Sacudió la cabeza, como si rechazara un pensamiento perturbador.

—¿Y si es una trampa para ti? James está al tanto de las visiones de Alice. ¿Y si le han mostrado esto a propósito para llevarte allí?

Todos consideramos sus palabras cuidadosamente. Incluso si era una trampa, éramos más que ellos.

—No creo que sea un problema —participó Carlisle eventualmente—, los superamos en número y estamos preparados.

Bella se hundió en el sofá y escondió su rostro entre sus manos.

—Estará bien, amor —consolé, apartando sus manos de su rostro; sus ojos estaban llenos de lágrimas—. Te mantendré a salvo.

—¿Quién los mantendrá a ustedes a salvo? Todos ustedes. Van a luchar contra ellos por mi culpa. ¿Y si les pasa algo?

Jasper llenó la habitación con su influencia tranquilizadora y sus hombros se relajaron, aunque todavía tenía el ceño fruncido.

»Eso no es justo, Jasper —regañó ella, frunciendo el ceño.

—Te estás preocupando innecesariamente —explicó sin pedir disculpas—. Podemos protegernos bien.

—Sí. Te preocupas demasiado —agregó Emmett—. Te va a dar una úlcera.

Bella sonrió con pesar y miró nuestras manos entrelazadas.

—No me gusta esto. Se siente mal.

—Sea como sea, te mantendré a salvo —juré—. Ahora tenemos que decidir cómo vamos a manejar esto.

—¿Quién se quedará con Bella? —preguntó Esme—. Puedo hacerlo, si quieres.

Amaba a Esme y sabía que ella se preocupaba por Bella, pero no me sentiría cómodo dejando a Bella con nadie más que conmigo. Aunque sabía que no podía pedirle a mi familia que lucharan solos por mí.

Alice me miró. Me quedaré, Edward. Yo también la amo.

Eso era cierto. Alice amaba a Bella casi tanto como yo. Era la única a la que podía confiarle la vida de Bella.

—¿Te importa? —pregunté.

Ella sacudió su cabeza.

—Soy la mejor opción. Puedo ver si se avecina cualquier cosa, y sabes que puedo protegerla.

—¿Te quedarás? —le preguntó Jasper. Trató de ocultarlo, pero se sintió aliviado de que ella estuviera fuera de peligro.

Ella asintió con la cabeza y dio un paso en su abrazo.

—Sí. Dejaré que tú y Emmett se diviertan.

—Genial. —Emmett se frotó las manos con alegría—. Entonces, ¿estamos listos para irnos? No queremos perder nuestra oportunidad.

—¿Puedes ver si esto funciona, Alice? —pidió Carlisle.

Ella sacudió la cabeza.

—Los veo a todos llegar allí, pero no puedo ver nada de la pelea en sí. Todavía hay una decisión por tomar.

Asintió pensativo.

—Bueno, como dijo Emmett, no queremos perder nuestra oportunidad. Sugiero que nos vayamos ahora.

Conscientes de la privacidad del momento, Bella y yo nos quedamos solos. La puse de pie y la encapsulé en mis brazos. Apoyé la mejilla en su cabello y aspiré bocanadas abrasadoras de su aroma para que se quedaran conmigo mientras estábamos separados. Fue solo el conocimiento de que la estaba protegiendo lo que me permitió dejarla.

Se apoyó en los talones y me miró a los ojos.

—Por favor, cuídate.

—Lo prometo.

—Y apresúrate a volver a casa conmigo.

—Lo haré. Debes hacerme una promesa a cambio. No te preocupes por mí. Estaré bien, todos lo estaremos.

Ella asintió.

—Haré mi mejor esfuerzo.

Nuestro momento brillante terminó cuando nuestra familia regresó a la habitación.

—¿Estamos listos? —preguntó Carlisle y asentí.

Eché una última mirada escrutadora a Bella, memorizando cada rasgo, y luego me volví hacia la puerta y seguí a mi familia afuera.

Escuché el profundo suspiro de Bella y las palabras tranquilizadoras de Alice.

—Estará bien, Bella. Puede cuidarse solo.

Podría, y con Bella confiada al cuidado de Alice, enfoqué mi mente en la pelea que tenía por delante.