Disclaimer: Twilight le pertenece a Stephenie Meyer, la historia es de Simaril, la traducción es mía con el debido permiso de la autora.
Disclaimer: Twilight is property of Stephenie Meyer, this story is from Simaril, I'm just translating with the permission of the author.
Capítulo beteado por Yanina Barboza
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Adiós, amor
Septiembre de 2005
Bella
No regresó.
No estaba allí cuando Carlisle suturó mi herida. No estaba allí cuando me aplicó unos vendajes blancos y limpios sobre la herida. No estaba allí cuando Alice me ayudó a quitarme el vestido manchado de sangre y ponerme la ropa con la que llegué. No estaba allí cuando le pedí a Alice que me llevara a casa.
Cuando salimos de su casa y nos dirigimos hacia mi camioneta, vi a los demás parados en el borde de la línea de árboles, Jasper, Emmett y Rosalie, pero no Edward. Los saludé con la mano, queriendo que Jasper viera el gesto más que los demás. Quería que supiera que lo entendía.
Alice condujo y yo me senté en el asiento del pasajero, con mis regalos a mi lado. El estéreo nuevo y brillante que Emmett instaló estaba en silencio y nosotros también.
Cuando regresamos a mi casa, Alice me ayudó a llevar mis cosas adentro. Charlie estaba sentado frente al televisor, pero cuando entramos, lo apagó y dijo:
—Hola, Alice. Bella, ¿tuviste un buen...? ¿Qué pasó?
Eché un vistazo al vendaje de mi brazo e hice una mueca.
—Tropecé y derribé una mesa de platos. Aunque está bien. Carlisle me suturó.
Charlie suspiró profundamente.
—No lo sé, Bells, parece que tienes mala suerte en lo que respecta a esa casa.
Forcé una sonrisa.
—Creo que es la casa la que está maldita. No creerías el desastre que hice.
Charlie se rio entre dientes.
—¿Estás bien?
—Sí, solo un poco dolorida. Tomaré un poco de Tylenol y estaré bien.
Alice colocó la caja de CD en el suelo y se frotó los brazos teatralmente.
—Estoy reconsiderando mi regalo, Bella. Es demasiado pesado para ser práctico.
Charlie se acercó y levantó la caja en sus brazos.
—Caray, Alice. ¿Qué le compraste? ¿Lingotes de oro?
Alice rio.
—No. CDs. Emmett y Jasper le regalaron un estéreo, así que pensé que le vendría bien una actualización a su biblioteca de música.
—Un estéreo, eh —intervino Charlie—. Eso es muy generoso de su parte.
—Bueno, querían hacerlo especial. Dieciocho es un gran hito.
Charlie asintió.
—Seguro que lo es.
Bostecé.
—Me voy a la cama, papá. Ha sido un día largo.
Charlie miró el reloj y asintió.
—Supongo que sí. ¿Quieres ayuda para subir tus regalos?
—No, los dejaré aquí. De todos modos, mañana pondré la mayoría de los CD en mi camioneta. Solo trata de no tropezar con ellos.
Él se rio entre dientes.
—Lo haré lo mejor que pueda.
Subí a mi habitación, Alice siguiéndome. Se sentó en la cama y cruzó las piernas debajo de ella mientras yo buscaba en mis cajones algún chándal y luego me dirigía al baño. Me saqué la camiseta por la cabeza, con cuidado de no lastimar demasiado mi brazo vendado. Carlisle adormeció la herida para los puntos, pero eso estaba empezando a desaparecer y mi piel ardía. Saqué un par de Tylenol del armario y los tomé con agua. Me recorrió un escalofrío que no tenía nada que ver con el dolor físico. Era la ausencia de Edward y su significado lo que me estaba lastimando. Obligué a mis lágrimas a retroceder por pura fuerza de voluntad y me pasé una mano por la cara para borrar las líneas de tristeza. Alice no necesitaba verme desmoronarme. Cuando volví al dormitorio, sus ojos me siguieron mientras tiraba mi ropa y me sentaba a su lado.
Apoyó una mano fría en una de las mías.
—¿Estás bien, Bella?
Me encogí de hombros.
—Ni siquiera lo sé. —Tomé una respiración profunda—. Alice, ¿me va a dejar? —Cuando ella pareció aturdida, continué—: Quería hacerlo antes, después de lo de James. ¿Esto lo va a hacer dejarme?
Ella parecía abatida.
—No lo sé. No ha decidido.
Asentí.
—Está bien.
Mi corazón se rompía ante la idea, pero hice todo lo que pude para proteger a Alice de eso. No quería perderlo, pero quizás era mejor que se fuera. Desde que me mudé a Forks, nueve meses atrás, casi me mataron tres veces, cuatro si se incluía la reacción inicial de Edward a mi olor. Seguramente mi suerte ya no estaba. La próxima vez, y estaba segura de que habría una próxima vez, sería de verdad. Eso sería lo que lo causaría. No quería que Edward viera eso.
Me acosté sobre las mantas y encorvé las piernas.
—Alice —llamé en voz baja—, ¿te quedarás? ¿Solo por un tiempo? Sé que quieres volver con Jasper, pero no quiero quedarme dormida sola.
—Por supuesto. —Se acostó a mi lado y se acurrucó contra mí. Todo estaba mal. Era demasiado delgada y pequeña para ser un reemplazo de Edward, pero era lo mejor que iba a conseguir por ahora.
Cerré los ojos y me obligué a dormir.
Cuando desperté, Alice no estaba y no había señales de Edward. Era poco después del amanecer y podía oír a Charlie moverse en la cocina. Moví las piernas hacia un lado de la cama y me froté los ojos. Sin previo aviso, rompí a llorar. Corrieron por mi cara, calientes y húmedas. No hice ningún esfuerzo por detener su flujo. Estaba sufriendo; estaba bien que llorara.
Mis lágrimas parecieron durar para siempre. Esperé hasta que escuché que la puerta se cerraba detrás de Charlie antes de ir al baño a ducharme, y mientras estaba de pie bajo el rocío humeante, mis lágrimas se mezclaron con el agua. Tenía que dejarlas salir ahora, ya que sabía que no podría hacerlo pronto. La escuela sucedería y mis amigos estarían allí. No podía llorar frente a ellos.
Los días que no me despertaba junto a Edward, cuando él usaba la noche para cazar, generalmente lo encontraba en la cocina esperándome cuando bajaba las escaleras. Realmente no esperaba que él estuviera allí, pero la vista de la habitación vacía todavía me dolió. Me pregunté si ya se había ido, pero luego me convencí de que no se iría sin decir adiós. Al menos haría eso por mí.
No me molesté en desayunar. No pensé que pudiera forzar la comida a través del nudo en mi garganta. En cambio, agarré mi mochila y salí. Era otro día nublado y aburrido; perfecto para Edward, pero no esperaba verlo en la escuela.
Cuando me detuve en lo que se convirtió en mi lugar habitual en el estacionamiento, vi que el lugar junto al mío donde Edward siempre estacionaba estaba vacío. Llegué un poco temprano, así que esperé en mi camioneta en caso de que Alice viniera, pero cuando sonó la primera campana, todavía estaba sola. Suspirando para mí misma, me apresuré a entrar a clase para comenzar el día de lecciones y anhelo.
Estuve distraída toda la mañana, solo escuchando fragmentos de la conversación a mi alrededor, incluso cuando claramente tenían la intención de involucrarme. Cuando salí de mi última clase antes del almuerzo, alguien me estaba esperando, pero no era la persona que esperaba. Era Ben. Me tomó de la mano y me jaló para que me parara debajo del alero del techo, donde tendríamos privacidad.
—Está bien, Swan —dijo—. ¿Qué pasa?
—No sé a qué te refieres.
Él puso los ojos en blanco.
—Te ves como si alguien hubiera matado a tu cachorro, tienes un vendaje debajo de la camisa y Edward no está aquí. ¿Qué pasó?
Tiré de mi manga hacia abajo para cubrir el vendaje.
—Me corté el brazo anoche. Estaba en casa de Edward y me caí sobre una mesa de tazones de cristal. No es gran cosa.
—Está bien, eso explica el vendaje, pero ¿qué pasa con la cara y Edward?
—Edward está ocupado hoy —mentí—. Su familia tiene cosas que hacer, así que lo necesitaban en casa. En cuanto a mi cara... —Me encogí de hombros—. Supongo que es un mal día.
Sacudió la cabeza.
—Es más que eso. Ange también lo cree. —Me miró a los ojos—. Puedes decirnos, Bella.
Negué con la cabeza.
—No hay nada que contar. Es solo uno de esos días. Ahora, necesito almorzar. Me levanté tarde esta mañana, así que no desayuné.
Suspiró y abrió la puerta.
—Está bien. Pero, Bella, cuando estés lista para hablar, sabes dónde encontrarnos.
Asentí.
—Absolutamente.
Edward
No pude volver con ella. No era solo el potente aroma de su sangre lo que me mantenía alejado, era la vergüenza. Un novio humano normal habría podido atender su herida y tomar su mano. No pude. Una familia humana normal se habría preocupado por su lesión en lugar de luchar contra la sed de sangre causada por ella. Nunca sentí tanta vergüenza.
Cuando Alice la llevó a casa, la seguí a pie, incapaz de estar con ella pero detestaba dejarla sola también, a pesar de que mi hermana estaba con ella. Escuché su conversación con Charlie y me maravillé de la manera fácil en que lo manejó, cuando todavía debía estar temblando de miedo por lo sucedido.
Cuando Bella hizo su pregunta, "Alice, ¿me dejará?", me di cuenta de que eso era exactamente lo que necesitaba hacer. Hasta entonces, estuve reaccionando a cada crisis individual, pero ahora me vi obligado a mirarlo con una razón fría y dura. Bella casi muere esta noche. Si Jasper no hubiera sido retenido por Emmett, habría sido asesinada. Si Carlisle no hubiera estado allí, podría haberse desangrado. Si no hubiera encontrado la fuerza para correr, podría haberla matado. Siempre supe que era un riesgo para Bella ser parte de nuestro mundo, pero el hecho de que la gente que amaba casi terminara con su vida me lo recordó con una claridad sorprendente.
Sabía lo que tenía que hacer.
Esperé a que la respiración de Bella cayera en el suave ritmo del sueño antes de acercarme a la casa.
—Alice, necesito que vengas a casa conmigo ahora —pedí.
Sabía que estaba destrozada. Quería estar allí para Bella, pero al mismo tiempo, necesitaba estar con Jasper. El hecho de que Bella estuviera durmiendo ahora mientras Jasper la necesitaba le permitió salir de la cama y bajar las escaleras. Echó un vistazo a Charlie, solo para ver que se había quedado dormido en el sofá. Sonrió levemente y salió. Nos encontramos al lado de la casa, y ella me abrazó antes de que tuviera la oportunidad de hablar.
—Lo lamento, Edward. —Lo lamentaba. Lamentó no poder quedarse con Bella mientras sangraba. Lamentó no haber visto lo que iba a pasar antes de que sucediera. Lamentó que yo estuviera sufriendo. Nada de eso fue culpa suya. Era mía. Yo fui quien causó esto. Metí a Bella en esta situación, aunque no podía arrepentirme. Bella me dio los mejores meses de mi existencia al dejarme ser parte de su vida. El problema fue que la puse en riesgo.
—Vamos, Alice —dije—, deberíamos volver.
Corrimos juntos por el bosque, tan silenciosos como la luna sobre nosotros. Mientras corría, pensé. Sabía lo que tenía que hacer ahora, pero tenía miedo. Tenía que dejarla. El único consuelo que tenía era que ella podría vivir sin mí. No sabía si yo podría hacer lo mismo. Ella estuvo tranquila cuando le preguntó a Alice si me iba a ir. No la sobrecogió la emoción. Me amaba, lo sabía, pero no era tan devota a mí como yo a ella. Eso facilitaría las cosas.
Jasper y Emmett estaban apoyados contra la balaustrada del porche. Habría sido la imagen del ocio si no fuera por el hecho de que sus ojos estaban apretados por la preocupación.
Jasper abrió la boca para hablar cuando me vio, pero levanté una mano para detenerlo. Sabía lo que diría y no necesitaba oírlo. No fue culpa suya. Él era un vampiro. El olor a sangre recién derramada era demasiado para él. Fue una reacción natural. Sabía que él nunca lastimaría intencionalmente a Bella. Lo que sucedió estuvo fuera de su control tanto como fuera del mío.
—Necesito hablar con todos ustedes —indiqué.
Alice tomó la mano de Jasper y entraron juntos a la casa. Emmett me dio una mirada larga y escrutadora y luego los siguió conmigo pisándole los talones.
Nos reunimos en el comedor, Carlisle sentado a la cabecera de la mesa y Esme a su lado. Mi asiento habitual quedó vacío porque decidí quedarme de pie. Esme tomó mi mano y la apretó brevemente.
Ordené mis pensamientos y me armé de valor para decir lo que tenía que decir.
—Voy a dejar a Bella.
Esperé mientras reaccionaban a la noticia. Esme jadeó y Alice se apoyó en el hombro de Jasper. Emmett fijó sus ojos en mí, luciendo turbulento. El único que no reaccionó fue Carlisle, y eso es porque me conocía. Desde el momento en que me vio entrar en la habitación, supo que yo estaba seguro de esta decisión. Me conocía demasiado bien para esperar algo menos.
—Si estás decidido, te apoyaremos —concretó.
Respiré hondo antes de decir lo que tenía que decir a continuación.
—Todos vamos a dejar a Bella.
No se lo esperaban. Ni siquiera Alice con sus visiones imaginó que eso era lo que les pediría.
Sabía quiénes objetarían vehementemente mi decisión, y no me decepcionaron cuando Alice y Emmett comenzaron a hablar entre sí en su prisa por hacerse oír.
—¿Me estás tomando el pelo?
—¡No puedo!
—Puedes y lo harás —sentencié con firmeza—. Bella necesita que hagas esto. No te he pedido nada en todos nuestros años juntos. He seguido adelante cada vez que ha habido una necesidad sin quejarme. Los he apoyado a todos. Les pido que me apoyen a mí también.
Jasper asintió.
—Iré.
—¡Jazz! —jadeó Alice.
Jasper negó con la cabeza con tristeza.
—Me agrada Bella, es de la familia, pero está en peligro si nos quedamos. Casi la mato esta noche. No puedo quedarme sabiendo que podría volver a pasar.
—Gracias, Jasper —dije en voz baja.
—Obviamente, iré —agregó Rosalie—, toda esta debacle ya ha durado bastante. Deberíamos dejarla con la vida humana que quiere.
Esme me miró suplicante.
—¿No hay forma de que puedas hacer que funcione?
Negué con la cabeza.
—Desearía que la hubiera, más que nada, pero simplemente no la hay. Rosalie tiene razón, Bella quiere cosas que yo no puedo darle, y está en peligro de perder cualquier posibilidad de eso si nos quedamos. Lo he planeado durante semanas para irme cuando llegue el momento adecuado, y el momento es ahora. Lo mejor para Bella es que se sumerja en su vida humana, y no puede hacer eso con nosotros aquí. Ya le he cambiado su infancia, trayendo lo sobrenatural a ella; no arruinaré su futuro también.
—¿Estás seguro de que esto es lo mejor para ella? —cuestionó Emmett—. ¿Qué pasa si lo que ella quiere eres tú? Puede que ya no tenga la oportunidad de tener una vida humana. Como dijiste, cambiaste su pasado, cambiaste su presente, todos lo hemos hecho estando aquí, ¿de verdad crees que puede olvidar todo eso y sumergirse en una vida completamente humana?
—No tendrá otra opción si no estamos aquí —sentencié—. No quiero dejarla, Em. Ella es mi vida. Pero no puedo ser egoísta. Tengo que dejarla ir.
Asintió lentamente.
—Supongo. Iré, si eso es realmente lo que quieres, pero se siente mal.
Me giré hacia Alice. Ella sería la más difícil de convencer, lo sabía.
—Alice, por favor —rogué—, necesito que hagas esto por mí.
—Ella es mi amiga, Edward —gimió.
—Lo sé —asentí con tristeza—, sé que no quieres hacer esto, pero si la amas, lo harás. Es lo mejor para ella.
Ella miró la mesa pulida y asintió.
—Iré.
Solté un suspiro de alivio. Sabía que ahora los tenía a todos de mi lado. Carlisle y Esme vendrían porque se los pedí. Todos estaban de acuerdo.
—Gracias —manifesté con fervor.
Alice me miró y su expresión estaba devastada.
—Iré, pero quiero que sepas que nada ha cambiado.
Cruzó por su mente la imagen de Bella como un vampiro.
Negué con la cabeza con firmeza.
—Eso no pasará.
Estuve tentado de ir a la escuela al día siguiente, de tener un día más de recuerdos de nosotros juntos a los que aferrarme, pero me resistí. Quizás le daría a Bella falsas esperanzas de nuestro futuro juntos si me quedaba. No quería eso. En cambio, ayudé a los demás a empacar la casa por la mañana. Carlisle llamó al hospital y les dijo que no podía regresar. Era una historia simple, una oferta de trabajo en Los Ángeles. El hospital siempre supo que perderían a Carlisle. Le pagaban mal por su nivel de habilidad, y nunca tuvieron la creencia equivocada de que se quedaría mucho tiempo. Eso no quiere decir que estuvieran contentos, pero ¿qué podían hacer?
El acuerdo a regañadientes que conseguí para irme se vio ligeramente obstaculizado por mi solicitud final: que se fueran sin decir adiós. Ese era un punto inamovible en mi mente. ¿Por qué alargar el proceso? El adiós de Bella y mío sería lo suficientemente doloroso para los dos. Ella no necesitaba pasar por eso con todos ellos. Alice accedió y le escribió una carta para que se la entregara, lo cual prometí hacer, pero no detallé cómo.
Cuando vi a la familia alejarse de la casa por última vez en nuestra caravana de autos a la hora del almuerzo, me fui a la de Bella. No estaría en casa de la escuela hasta dentro de una hora, pero quería sumergirme en su aroma y nuestros recuerdos todo el tiempo que pudiera. Fui a nuestro prado, el lugar de muchos días felices juntos este verano, y me recosté en la hierba un rato, inhalando el aroma de las flores silvestres y recordando. Cuando escuché el ruido característico de su camioneta, fui a la casa y la esperé al borde del bosque.
Ella no sonrió cuando me vio. Me observó con cautela mientras salía de la camioneta y caminaba hacia mí.
—Te extrañé hoy —murmuró en voz baja.
Me dolió el corazón escucharlo. Quería tomarla en mis brazos y consolarla, pero no pude. Tenía que ser fuerte. Ella necesitaba que yo fuera fuerte, para aliviar el dolor de lo que iba a suceder al no darle falsas esperanzas ahora.
—Camina conmigo —le pedí. No quería hacer esto en un lugar que guardaba nuestros recuerdos. No quería que recordara esta conversación cuando estaba en casa o en nuestro prado. Tenía que ser un lugar neutral.
Ella deslizó sus dedos en los míos. Tanto disfruté como odié el contacto. Tenía miedo de no tener la fuerza para dejarla ir ahora, pero al mismo tiempo era maravilloso sentir su calor una última vez para sostenerme cuando me fuera.
No fuimos muy lejos, solo fuera de la vista de la casa, y luego retiré mi mano de la de ella a regañadientes.
—Está bien —dijo—, hablemos.
Me obligué a sonar indiferente, cuando era lo último que quería hacer.
—Bella, nos vamos.
Su cabeza se inclinó hacia un lado.
—Está bien. Cuando dices "nos"...
—Me refiero a mí y a mi familia.
Cerró los ojos por un momento, y cuando los abrió estaban mojados.
—Todos ustedes.
—Creo que eso es lo mejor —sugerí en mi mejor imitación de frialdad—. Es el momento. La gente está empezando a notar que no estamos envejeciendo, especialmente Carlisle, y pensamos…
Me interrumpió presionando sus cálidos dedos contra mis labios.
—Por favor... no me mientas. No es necesario. Esto es sobre lo que pasó en la fiesta, ¿no es así?
La miré a los ojos, a esta magnífica mujer, y sentí mi determinación vacilar rápidamente. Nunca podría ser rápido o indoloro. Hacer esto iba a destrozar mi corazón. ¿Por qué no debería demorarme en ello?
—No puedo quedarme —mascullé—, no es seguro.
Ella se frotó los ojos.
—Pero te amo.
No pude decirlo. No pude darle este recuerdo para lastimarla cuando me fuera.
—Tú también me amas —enunció.
Negué con la cabeza, aunque lo que quería hacer era declararle devoción eterna a ella y a ninguna otra.
—Me amas. —Tenía una pizca de ira en su tono ahora—. Sé que lo haces, Edward. Me amas tanto que irás a mi pasado solo para estar conmigo de nuevo.
Incliné la cabeza.
—Sí, te amo. Siempre te amaré. Pero eso no cambia nada. Tengo que…
—Tienes que irte —terminó por mí. Parpadeó y una lágrima se deslizó por su mejilla—. Lo sé. Siempre has tenido que dejarme. Siempre. Siempre he sido la que ha tenido que esperarte.
—No tienes que esperar más —interrumpí—. Este será el final. No volveré a perturbar tu vida. —Tenía que creer eso. Si supiera la verdad, podría pasar años esperándome. Tenía que dejarla libre.
Ella negó con la cabeza y las lágrimas comenzaron a caer en serio. Sabía que estaba tratando de controlarlas, pero estaba abrumada.
—Por favor, no te vayas —rogó con voz ahogada.
—Tengo que hacerlo. Es la única manera.
—Pero te amo.
—Y desearía que eso fuera suficiente —musité—, sin embargo, no lo es. Te amo lo suficiente como para dejarte ir.
Eso era todo. Tenía que irme antes de perder el control de mí mismo y de mis emociones. Tenía que irme mientras aún tuviera fuerzas. Le di un beso en la frente y le susurré:
—Adiós, Bella.
—¡Edward! —la escuché llamarme, pero ya estaba fuera de su vista.
Los sollozos se apoderaron de mí y los sofoqué detrás de mi puño.
—Adiós, Bella —susurré—. Cuida mi corazón. Lo dejé contigo.
Y Edward se fue...
Paciencia, no desesperen, que ya casi llegamos a la parte que todos esperamos ;)
