Disclaimer: Twilight le pertenece a Stephenie Meyer, la historia es de Simaril, la traducción es mía con el debido permiso de la autora.

Disclaimer: Twilight is property of Stephenie Meyer, this story is from Simaril, I'm just translating with the permission of the author.

Capítulo beteado por Yanina Barboza

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Objetivo

Enero de 2006

Bella

Realmente no estaba de humor para festejar después de mi conversación con Billy y Harry, pero me quedé el tiempo suficiente para apaciguar a Jacob antes de decirle que estaba cansada e irme a casa. Fue difícil para mí conciliar el sueño esa noche, y cuando finalmente lo hice, mis sueños estaban llenos de lobos y gritos humanos de dolor.

Mis ojos estaban ensombrecidos a la mañana siguiente, y cuando bajé a desayunar, Charlie expresó su preocupación.

—Tuve una mala noche —expliqué—. Demasiada comida en la fogata.

—¿Pasaste un buen momento?

—Claro. Jake y sus amigos son muy divertidos.

Asintió con satisfacción.

—Eso es bueno. ¿Qué harán Jake y tú hoy?

Me encogí de hombros. No hicimos planes el día anterior. Lo que me hubiera gustado hacer era volver a ver a Billy o Harry y averiguar más sobre los lobos. La idea de ellos no me llenaba con el mismo miedo que antes, pero no quería estar cerca de ellos más de lo necesario hasta que estuviera segura de que estaba a salvo. Harry dijo que nunca lastimaban a las personas intencionalmente, pero...

No intencionalmente, fue lo que dijo Harry, pero ¿qué pasa con sus víctimas involuntarias? ¿Eran los lobos los responsables de los excursionistas mutilados y avistamientos de osos? Tenía que saberlo.

—Creo que iré a La Push —indiqué—. Veré qué quiere hacer Jake.

Charlie sonrió.

—Eso suena bien. Dile a Billy que hay un juego de los Mariners esta noche que no debe perderse. Nos traeré pizza de camino a casa del trabajo, para que tú y Jake puedan tener el día libre.

—Gracias, papá.

Enjuagó su plato debajo del grifo y luego se dirigió a la puerta, poniendo una mano en mi hombro a modo de despedida. Me incliné hacia su toque, imaginando que su fuerza silenciosa era una protección real contra lo que había en el mundo.

—Estaré fuera de la estación hoy —informó—, así que si me necesitas, déjale un mensaje a Mark.

—¿Qué estarás haciendo? —pregunté.

—Hubo otro ataque: un excursionista cerca de la reserva de Makah. Hoy llevaremos a un grupo para que eche un vistazo.

Jadeé, horrorizada ante la idea.

—¡Vas tras el oso!

—Sí, Bells, alguien tiene que hacerlo. No te preocupes, no estaré solo. Los guardabosques también están enviando un equipo, y Harry viene, así que no nos perderemos. Lo juro, ese hombre conoce el bosque aquí mejor de lo que conoce las calles de La Push. Te veré esta noche.

Agarré su mano y la apreté.

—Ten cuidado, papá.

Sonrió levemente.

—Siempre lo tengo.

Lo vi irse, una sensación enfermiza y cuajada en mi estómago. Charlie iba a estar vagando por el bosque, buscando un oso, cuando con toda probabilidad el oso era un lobo con inteligencia humana. Tenía que ver a Billy.

Tiré los restos de mi cereal y agarré mi abrigo del gancho. Afortunadamente, a pesar del frío en el aire, las calles estaban limpias de hielo y pude alcanzar la velocidad máxima de cincuenta del camión para que me llevara rápidamente a La Push. Por lo general, cuando Jacob escuchaba el traqueteo del motor de mi camioneta, se encontraba conmigo fuera de la casa, ansioso por comenzar nuestro tiempo juntos, pero estaba ausente cuando me detuve. Estaba agradecida por ello. Quería hablar con Billy a solas.

Billy abrió la puerta cuando llamé y me observó con seriedad.

—Bella. Jacob no te esperaba tan temprano; está en la playa con Quil, limpiando los restos de anoche.

—Sin embargo, me estabas esperando, ¿no es así?

—Lo estaba. Será mejor que entres. —Se giró hacia atrás y entré en el pequeño salón de los Black. Me senté en el borde del sofá y fijé mis ojos en Billy.

—¿Sabes qué va a hacer Charlie hoy? —pregunté.

Asintió.

—Sí. Harry me lo dijo.

—¿Y crees que es seguro para él estar vagando por el bosque en busca de un "oso"?

—Él no corre ningún peligro de los lobos.

Suspiré y me froté la cara con las manos.

—Entonces, ¿qué pasa con los excursionistas mutilados? ¿Ellos tampoco corrían peligro?

—Hay un lobo ahí afuera, vigilándolos.

—¡Eso no me hace sentir mejor!

Billy juntó las manos en su regazo.

—Los lobos no son los que matan a la gente, Bella. Eso sería otra cosa.

—Entonces, ¿a quién están lastimando? —demandé—. Harry dijo que no lastimaban a nadie intencionalmente, pero eso no significa que de todos modos no vayan a hacer daño.

—Harry tiene un… interés personal en aquellos que están heridos, pero no es lo que piensas.

Crucé mis brazos sobre mi pecho.

—Entonces cuéntame.

Billy me miró por un momento, quizás decidiendo cuánto decirme, si es que algo, y luego comenzó a hablar. Me contó una historia que parecía demasiado ridícula para ser real pero, mientras hablaba con la chica que se había enamorado de una familia de vampiros humanos, le creí.

—Los hombres de nuestra tribu siempre han sido dotados con el gen del lobo —contó—. Pero no siempre se activa. Dudo que Charlie lo haya mencionado alguna vez, pero no siempre hemos sido tan buenos amigos como ahora. Crecimos juntos, pero cuando Harry y yo nos convertimos en adolescentes, sabíamos que podríamos convertirnos en lobos. Incluso lo esperábamos. Pero no podíamos decírselo a Charlie, así que nos distanciamos de él. Eres la primera humana, Bella, en conocer los secretos de la tribu que no nació como Quileute.

—Es un verdadero honor —espeté con amargura.

—Lo es —sentenció con firmeza—. Como puedes ver, Harry y yo nunca nos convertimos en lobos. Estábamos decepcionados. El gen se saltó generaciones, nos pasó de largo, hasta que llegó a los hombres que corren hoy.

—Sin embargo, no son hombres, ¿verdad, Billy? Son solo chicos.

—Los años no son la medida de una vida —explicó—. La experiencia lo es, y han experimentado mucho en sus cortos años. Puede que hayan sido chicos antes, pero ahora son hombres.

Le hice un gesto con la mano, sin querer discutir la edad mental de los lobos que me asustaba cuando teníamos cosas más importantes de las que hablar.

—Empieza con la fiebre y la rabia. Están atados a sus emociones, a su ira, y los lobos jóvenes tienen problemas con su temperamento. Por eso tu... novio... te dijo que eran peligrosos. Pueden serlo. Sin embargo, una vez que han madurado y aprendido a controlarse, están a salvo. Todos los lobos que tenemos ahora están controlados.

—¿Fiebre? —pregunté, recordando el abrazo de Embry la noche anterior—. ¿Embry es un lobo?

Billy negó con la cabeza.

—Todavía no. Es probable que lo sea pronto, pero está en las primeras etapas. Aún no se ha disparado nada en él. —Parecía decepcionado.

—¿Quieres que sea un lobo? —cuestioné.

—Quiero que él sea capaz de proteger a nuestra gente. Eso es lo que son los lobos, Bella, protectores. Quiero tantos de ellos como podamos para mantener a nuestra gente y la gente de Forks a salvo.

Negué con la cabeza.

—Está bien, esto es interesante y todo, pero no me tranquiliza exactamente que los lobos sean seguros y que no debería arrastrar a Charlie a casa ahora.

Billy parecía irritado.

—¿No me estás escuchando? Son protectores, no atacan. Están ahí afuera ahora, salvando a la gente de Forks y La Push del peligro real. Los vampiros. Son ellos los que están atacando a los excursionistas. Nuestros lobos están tratando de atraparlos.

—Pero... —titubeé—, pensé que todos se habían ido.

Tus vampiros se fueron —recalcó Billy intencionadamente—, pero hay más en el mundo, y han hecho de este su lugar de caza. Sam y los demás están tratando de atraparlos, pero los han evadido durante tanto tiempo, dejando solo olor en los cuerpos. El bosque es grande, y no podemos patrullarlo adecuadamente con solo tres. Entonces, sí, quiero más lobos, porque si lo supieran, ellos también lo querrían. Entenderían que es más que un deber lo que recae sobre ellos; es honor.

Cerré los ojos, tratando de absorber la información. Era demasiada información, demasiado rápido. Saber que había nuevos vampiros en la zona me asustó. Estos no eran los Cullen o los Denali, eran bebedores humanos, y eso los hacía peligrosos. Cualquier persona que amase podría estar en riesgo.

—¡Charlie! —jadeé—. Él está ahí afuera ahora, buscando a este oso. ¿Y si los vampiros lo encuentran?

Billy negó con la cabeza.

—Sam también está ahí fuera, cuidando de Charlie. —Abrí la boca pero él habló por mí—. Está protegido, Bella.

—Está bien, pero Charlie no es estúpido. Estoy bastante segura de que se daría cuenta de que un lobo lo sigue.

Billy rio.

—Tendrán cuidado. Tampoco quieren que los vean. Y si Charlie los ve, simplemente se lo explicaremos. Te has tomado todo esto mejor de lo que esperaba, tal vez él...

—¡No! —exclamé en voz alta—. No puedes decírselo.

Billy parecía confundido. Le expliqué sobre los Vulturi y el peligro que representaban para los humanos que conocían el secreto. Carlisle dijo que no había razón para que se enteraran, pero no iba a arriesgar la vida de Charlie con esa suposición.

—¿Hay líderes vampiros? —preguntó, pensativo—. Eso tiene sentido, supongo. Está bien, no le diremos a Charlie más de lo que necesita saber.

—Gracias, Billy —susurré.

En ese momento, sonó otro golpe en la puerta y Billy se dio la vuelta para responder. Una mujer entró en la habitación. Era hermosa, de piel satinada del color del cobre y cabello largo y oscuro. Su belleza se vio empañada por el trío de cicatrices que recorrían el lado derecho de su rostro, distorsionando su sonrisa.

—Emily, esta es Bella Swan —nos presentó Billy—. Bella, esta es la prometida de Sam, Emily.

—Es un gusto conocerte, Bella —saludó—. Sam me habló de ti: la chica que se juntaba con los vampiros. —Se enfrentó a Billy—. Entonces, ¿es por eso que querías que viniera?

Billy asintió.

—Bella está preocupada por los peligros de los lobos, y pensé que eras la mejor persona para tranquilizarla.

Ella sonrió un poco más.

—Puedo hacer eso.

Dadas las cicatrices, no parecía la mejor persona para tranquilizarme, ya que sospechaba que eran las marcas de las garras de un lobo.

—¿Te hicieron eso? —pregunté.

Pasó una mano por su mejilla, trazando el camino de las cicatrices.

—Sí, pero no fue intencional.

Me pregunté si alguien realmente pensaba que eso era tranquilizador, saber que no era intencional. A mi parecer, Emily sufrió y casi murió a manos de un lobo.

Ella me miró profundamente a los ojos, pareciendo estar buscando algo en mí.

—Estas son marcas de amor —señaló—. La persona que amo me hizo esto. ¿Tienes alguna cicatriz de la persona que amas?

Mi mano recorrió instintivamente la cicatriz de mi brazo, cubierta por mi suéter. Esa cicatriz vino involuntariamente de Edward, aunque no tuvo la intención de… Ahora lo entendía.

Ella sonrió.

—Veo que entiendes.

Me contó la historia de ella y Sam, explicándome la impronta y cómo rompió el corazón de su prima para amarla. Me contó sobre el día en que le hicieron las cicatrices, el hecho de que Sam perdió el control por un segundo y su cara fue el precio. Ahora entendía por qué los peligros eran personales para Harry. Sam rompió el corazón de su hija y dejó cicatrices en el rostro de su sobrina.

—Ahora tiene un control ejemplar —finalizó—, y sé que no estoy en peligro por él. ¿Tienes el mismo consuelo en los vampiros que amas?

—Edward nunca me haría daño —concreté. Él se iría antes que lastimarme.

—¿Y los otros? —preguntó ella.

Incliné la cabeza, incapaz de mirarla a los ojos y mentirle. Jasper, a quien amaba como a un hermano, podría lastimarme, pero si él estuviera aquí, aún querría estar cerca de él, sabiendo que eso era un riesgo. Uno hace cosas estúpidas por las personas que ama.

»Entiendo —musitó—. Los lobos son peligrosos, al igual que tus vampiros. Eso no los hace malos. Son buenos.

Asentí. Yo también lo entendía. Incluso fue más fácil para mí. Saber que los lobos no estaban lastimando a la gente, que incluso los estaban protegiendo, lo hizo más fácil. Solo tenía que evitarlos y estaría a salvo.

La puerta se abrió entonces, aunque nadie tocó, y mi decisión de evitar a los lobos se puso a prueba cuando Sam Uley entró. Sus ojos brillaban con una emoción desconocida, pero cuando vio a Emily, brillaron con una adoración no disimulada. La tomó en sus brazos, presionando besos en sus labios y las líneas de sus cicatrices.

Aparté la mirada. El evidente amor y devoción entre ellos actuaron como un cuchillo en mi estómago, recordándome a Edward y lo que perdí.

Cuando Billy se aclaró la garganta, levanté la vista a tiempo para ver a Sam soltar a Emily y ponerse serio.

—Matamos a uno de los vampiros —informó.

Billy juntó las manos, claramente jubiloso.

»No ha terminado todavía —agregó Sam—. Una todavía se escapó. La vimos por primera vez. Es una mujer. Estuvimos cerca de atraparla también, pero se fue a la bahía y la perdimos.

—Sin embargo, mataron a uno —intervino Billy—. Es un vampiro menos que pueda dañar a la ciudad.

Sam asintió.

—Supongo. Algo me dice que la pelirroja va a ser más difícil de atrapar...

Sam siguió hablando, pero para mí era un ruido blanco. Una palabra resonó en mi mente: pelirroja. Las piezas encajaron y la vergüenza se apoderó de mí. Yo. Todo era por mi culpa. Los excursionistas fueron asesinados, los chicos se estaban arriesgando como lobos para proteger la ciudad, cuando todo el tiempo su objetivo era yo.

—¡Bella! —ladró una voz. Sentí manos calientes rodear mis brazos y un par de ojos marrones oscuros fijos en los míos. Era Sam—. ¿Conoces a este vampiro?

Asentí.

—¿Es un Cullen? —preguntó Billy intensamente. Estaba seguro de saber lo que estaba pensando. Si era un Cullen matando gente, el tratado era nulo, pero estaban en desventaja de enfrentarse a un aquelarre de siete con solo tres lobos.

Negué con la cabeza.

—¡Háblanos! —espetó Sam, sacudiéndome un poco.

—Victoria —suspiré—. Su nombre es Victoria.

—¿Sabes por qué está aquí? —demandó Sam.

Asentí.

—Sí. Ella está aquí por mí.

Me tomó tiempo contarles toda la historia. Emily se sentó a mi lado en el sofá, sosteniendo mi mano mientras yo tartamudeaba y balbuceaba en mi historia. Les dije todo. Cómo James siguió mi olor desde la casa de los Cullen. Cómo me atrapó en mi habitación, preparándose para matarme cuando Edward llegó y me salvó. Le conté cómo James y Victoria atrajeron a la familia de Edward a Canadá para alejarlos y luego vinieron a atacarnos a mí y a Alice. Estaba temblando y al borde de las lágrimas cuando terminé, cuando la horrible verdad se apoderó de mí.

Eso era todo, lo que me mataría. No era un lobo; era un vampiro, pero no uno de los que amaba.

—Tiene sentido —comentó Sam—. En nuestras historias, se vuelven locos cuando matan a su pareja. Ya que tú eres la razón por la que la suya está muerta, se supone que ella vendría por ti.

Emily envolvió un brazo alrededor de mis temblorosos hombros y le lanzó una mirada de reproche.

Sam se disculpó en voz baja.

—Esto es bueno —expandió—, de esta manera sabemos lo que quiere. Podemos protegerte y tener una mejor oportunidad de atraparla.

Me pregunté si debería decirle que era inútil tratar de protegerme, que estaba destinada a morir de cualquier manera, pero no lo hice. Si me estaban protegiendo, también estaban protegiendo a Charlie, y eso era lo que me importaba ahora, mantener a mi padre a salvo.

—Necesito hablar con los demás —murmuró Sam.

—Quiero irme a casa —pedí en voz baja. Quería muros familiares y cosas a mi alrededor, como si también pudieran mantenerme a salvo.

—Yo te llevaré —ofreció Emily, pero Sam negó con la cabeza.

—La llevaré. Estará más segura conmigo.

Me puse a temblar y me dirigí hacia la puerta.

Billy dijo mi nombre mientras giraba la manija.

—Bella, estarás bien —prometió—. Te protegeremos.

La gente seguía diciéndome eso, que estaría bien. Me pregunté si alguna vez volvería a ser verdad.

Emily salió conmigo, con un brazo alrededor de mis temblorosos hombros. Las lágrimas corrían por mis mejillas.

Estaba a punto de subirme a la camioneta cuando escuché que alguien gritaba detrás de nosotros.

—¡Oye! ¿Qué estás haciendo con ella? —Era Jacob y sonaba furioso. Nunca lo había escuchado así antes.

—Estoy bien, Jake —indiqué, aunque mi voz ahogada y las lágrimas negaron la calidad tranquilizadora de mis palabras.

—¡Aléjate de ella! —gritó Jacob, corriendo hacia nosotros. Vi que en realidad estaba temblando, estaba tan enojado.

—Entra en la camioneta, Bella —ordenó Sam.

Hice lo que me dijo sin dudarlo y me arrastré a lo largo del asiento para que Emily también pudiera hacerlo. Ambas observamos a través del parabrisas mientras Jacob se detenía frente a Sam y le empujaba por los hombros.

—¿Qué estás haciendo, dándole órdenes así? —escupió él—. ¿Qué le hiciste?

—No hice nada —articuló Sam—. Cálmate, Jacob.

—Al diablo con eso —espetó Jacob—. Bella, sal de ahí.

Negué con la cabeza. No estaba segura de lo que estaba pasando, pero sabía que no era seguro para mí estar ahí con ellos.

El temblor de Jacob aumentó, y Sam estaba tratando de disuadirlo, cuando tronó un repentino rugido de rabia de parte de Jacob, y lo siguiente que supe fue que estaba mirando a los ojos de un monstruoso lobo marrón rojizo. Una fracción de segundo después, sonó otro; Sam también estaba transformado.

—Bella —pidió Emily en voz baja—, dame las llaves.

Se las entregué, mis ojos se clavaron en Jacob. Estaba encogido en el suelo, y el lobo negro, Sam, se alzaba sobre él.

Emily puso en marcha el motor y habló en voz baja:

—Estarán bien. Sam está usando el comando alfa para controlar a Jacob. Él no saldrá herido, pero tampoco herirá a nadie más. Mira, ya se van.

Era cierto. Jacob casi se estaba metiendo en el bosque y Sam lo seguía. Vi a Billy observándolos a través de la ventana, con una aturdida expresión de asombro en su rostro.

—Bella —me llamó Emily—, ellos estarán bien; y tú también.

¿Lo estaría? Acababa de ver a mi mejor amigo convertirse en hombre lobo. Un vampiro rebelde venía por mí, y recayó sobre mi Jacob y sus amigos protegerme.

Estaba lo más alejada de estar bien.