Disclaimer: Twilight le pertenece a Stephenie Meyer, la historia es de Simaril, la traducción es mía con el debido permiso de la autora.

Disclaimer: Twilight is property of Stephenie Meyer, this story is from Simaril, I'm just translating with the permission of the author.

Capítulo beteado por Yanina Barboza

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Despertar

Bella

Era solo otro día. Emily y yo estábamos recogiendo los restos del desayuno y preguntándonos qué preparar para la cena de los lobos cuando vi a Victoria parada en la puerta abierta. Estaba casi sin cambio alguno. Lo único que era diferente en ella era el odio que ardía en sus ojos. La última vez que la vi, me quiso comer. Ahora, su necesidad era mucho más fuerte. Ella quería mi vida.

Emily tomó mi mano y pude sentirla temblar. Su toque me devolvió a la realidad de nuestra situación. Yo iba a morir y era muy probable que Emily también lo hiciera. No podía dejar que eso sucediera. Tenía que salvarla.

—Te he estado buscando durante mucho tiempo —dijo Victoria con su voz aguda e infantil.

—Me has encontrado.

Arranqué mi mano de la de Emily y caminé hacia Victoria con piernas temblorosas.

La sonrisa de Victoria creció.

—¿No vas a correr?

—¿Cuál sería el punto?

Emily me agarró del brazo e intentó arrastrarme de vuelta, insensible por el miedo, pero Victoria la empujó perezosamente. Vi a Emily desplomarse en el suelo y sentí que el miedo se agolpaba en mi estómago. Se calmó un poco cuando vi moverse el pecho de Emily. Sentí un momento de alivio, ella todavía estaba viva, antes de que las manos firmes y frías de Victoria me levantaran y me lanzaran por encima de su hombro.

Corrió conmigo, alrededor del borde de la casa y hacia el bosque. Cerré los ojos con fuerza, no por miedo, sino en un esfuerzo por traer otra cara a mi mente. Quería volver a ver a Edward. Quería que su rostro fuera lo último que viera, pero me eludió, no pude encontrarlo.

El viento me azotó mientras corríamos, luego de repente nos detuvimos y sentí que me dejaban caer sin ceremonias al suelo. Mantuve los ojos cerrados mientras sentía su aliento frío en mi garganta y luego un dolor punzante cuando sus dientes se hundieron en mí.

Fue la sensación más desagradable que jamás sentí. No solo dolía, de hecho podía sentirla bebiendo de mi sangre, drenándome. Sentí que me debilitaba y mi corazón se desaceleraba, pero el entumecimiento de la muerte no llegó. Me mantuve consciente y viva.

Luego, una vez más, las cosas cambiaron. El peso que me sujetaba y la boca en mi garganta desaparecieron. Abrí los ojos y vi al lobo. Aunque solo lo vi en su forma de lobo una vez antes, a través de la bruma del pánico y el miedo, supe de inmediato que se trataba de Jacob. Eran sus ojos. Era su mirada llena de dolor.

Se dejó caer al suelo y se arrastró hacia mí. Extendí una mano y la apoyé en su cabeza, pasando mi mano por el grueso pelaje rojizo. Era bueno que estuviera aquí. No podía traer el rostro de Edward a mi mente, pero podía ver a otra persona que amaba.

—Hola, Jake —susurré.

Me miró y pude ver el conflicto en sus ojos. Sabía lo que tenía que hacer, por el bien de su tribu y del pueblo; tenía que eliminar la amenaza de los vampiros. Entendí. Incluso lo quería. El veneno comenzaba a extenderse y el dolor era inmenso. No quería sentir eso más de lo que quería una vida eterna sola. Intenté, solo con mirarlo, demostrarle que lo entendía.

Debe haberlo entendido. Se levantó lentamente, levantó una enorme pata y la sostuvo sobre mi pecho.

—Está bien, Jake —susurré—. Hazlo.

Pareció desgarrado por un momento, y luego sacudió su enorme cabeza de lado a lado. Su pata volvió a descansar en el suelo, y supe que mi última oportunidad de paz se esfumó. No iba a hacerlo. Lágrimas de decepción brotaron y volví a cerrar los ojos.

—Está bien, Bella —consoló en voz baja—. Yo cuidaré de ti.


El dolor fue inimaginable. Me quemó, prendiendo fuego a todas las células. Pensé que me volvería loca con eso. No quería nada más que gritar y aullar mi dolor a los cielos, pero había algo más importante que lo que quería; Jacob estaba ahí. No sabía cómo ni por qué seguía allí cuando todos sus instintos tenían que decirle que se alejara de mí, pero estaba agradecida por su presencia. Estaba asustada, más asustada de lo que nunca estuve en mi vida, y no quería enfrentar ese miedo sola.

Sentí que iba a durar para siempre, pero lentamente, muy lentamente, el dolor comenzó a salir de mí. Primero mis dedos quedaron libres y luego mis muñecas. No disminuyó, solo se enfocó en mi pecho, estrechándose hasta que estuvo centrado en mi corazón acelerado. Golpeó cada vez más rápido, hasta que, con un último golpe, se detuvo.

Me quedé quieta un momento más, disfrutando de la ausencia de la quemadura, y luego abrí los ojos. Al principio mis sentidos estaban abrumados. Podía ver todo, sentir todo, oír todo, oler todo. Y qué olor: almizclado y húmedo como un perro mojado. Me volví, buscando la fuente del olor y lo vi. Jacob.

Se veía terrible. Tenía sombras oscuras debajo de sus ojos, y su usualmente rica piel rojiza era pálida y pastosa.

—¿Estás bien, Jake? —Mi voz me sorprendió. Ahora era ligera y musical.

Jacob también pareció sorprendido. Sus ojos se agrandaron y frunció el ceño.

—Suenas rara —mencionó con voz ronca.

Me senté, con la intención de hacer que el movimiento fuera lento para no asustar a Jacob, pero sucedió rápido. Un minuto estaba acostada, al siguiente estaba sentada.

Jacob se estremeció.

—Está bien —susurré—. No te lastimaré.

Forzó una sonrisa.

—Como si incluso pudieras.

Aunque estaba equivocado. Podía sentir el poder puro surgiendo a través de mí. Podría lastimarlo si no tuviera cuidado.

—¿Cómo te sientes? —preguntó.

Me encogí levemente de hombros.

—Ya no duele. —No estaba preguntando por mi salud mental, así que no le di más detalles sobre el hecho de que aunque el dolor físico se fue, el mental todavía estaba muy presente.

—No sabía qué esperar —comentó—. Nuestras historias dicen que los vampiros están fuera de control y gobernados por la sed de sangre, pero los Cullen no son así, así que...

Edward me contó historias de los primeros años de Emmett como vampiro. Dijo que mantuvo a la familia en movimiento con sus "deslices" casi constantemente durante los primeros dos años. No sabía si eso era exclusivo de Emmett o si todos los vampiros eran iguales al principio. No me sentía fuera de control. Me sentía razonablemente tranquila.

»Probablemente deberías alimentarte por si acaso —agregó.

Tan pronto como dijo las palabras, mi garganta estalló en llamas. Me llevé una mano al cuello como si eso pudiera apagar el fuego.

—¡Duele! —jadeé, poniéndome de pie.

—Sí, lo imaginé. Un grupo de alces vinieron antes. Deberíamos poder encontrarlos de nuevo.

Asentí con la cabeza, todavía sosteniendo una mano en mi garganta.

—Está bien.

Avanzamos lentamente por el bosque, buscando una señal del alce que Jacob vio. Inhalé profundamente, tratando de encontrar un olor de algo que oliera apetitoso a través de la niebla que era el hedor de Jacob. No fue fácil y rápidamente me sentí frustrada.

—No puedo oler nada más que a ti —espeté.

Él sonrió levemente.

—Eso suena más a ti. Estaba empezando a preocuparme de que te hubieras puesto toda... cosas de vampiros.

Me reí a mi pesar.

—¿Cosas de vampiros? ¿Cómo es eso siquiera una cosa?

Se encogió de hombros.

—Siempre has sido rara.

Lo consideré. Estaba haciendo todo lo posible para no mostrarle a Jacob cuánto me dolía. Debería haber muerto. Estaba preparada para morir. En cambio, me vi obligada a vivir para siempre. No tenía idea de cómo un vampiro se ganaba la muerte. Sabía que ninguno de los métodos humanos habituales funcionaría, ya que Edward me contó que Carlisle lo intentó después de su cambio. James fue asesinado, así que existía una manera, pero Edward nunca me explicó cómo funcionaba. Los lobos mataron a uno...

—Jake, ¿cómo se mata a un vampiro? —inquirí.

—Desmembrarlo y quemar los pedazos —explicó rápidamente, y luego su rostro se volvió sospechoso—. ¿Por qué quieres saber?

Levanté los brazos a los lados.

—Solo me preguntaba. Es mi vida ahora, después de todo; cuanto más sepa, mejor.

No parecía convencido, pero no me preguntó más. Caminamos un poco, y luego dijo:

—Sam y los demás pensaban en eso todo el tiempo. Ojalá hubiera estado allí. Mataron a ese otro vampiro fácilmente.

—¿Cómo lo hicieron? —cuestioné—. Quiero decir, me siento bastante invencible. No puedo imaginar nada capaz de destrozarme.

—Supongo que no te fijaste bien en mis dientes cuando era lobo —indicó—. Eso es lo que hacen, lo único que puede perforar su extraña piel. Bueno, supongo que también pueden hacerlo entre ellos, pero no veo que eso suceda.

—Le pasó a James —le recordé—, el compañero de Victoria. Los Cullen lo mataron después de que me lastimó.

—Está bien, sucede a veces —concedió—. ¿Cuál fue el problema con él de todos modos? ¿Por qué ese James quería lastimarte?

—Básicamente, yo olía bien y a él le gustaba la persecución. Él tenía un plan para matarme y luego que Edward lo cazara. Sin embargo, no funcionó.

Jacob parecía pensativo.

—No, supongo que no. —Su expresión se ensombreció—. Es una pena que no hayan matado a su pareja también, se habrían ahorrado muchos problemas.

Tenía preguntas para él, como qué fue lo que pasó en el claro, por qué cambió de opinión acerca de matarme. Necesitaba saber por qué estaba aquí y cuánto tiempo se quedaría. Por mucho que necesitaba su presencia, sabía que no podía quedarse para siempre. Billy lo necesitaba a él y también el resto de la manada. No podía abandonar su hogar por mi culpa. Las preguntas estaban en la punta de mi lengua, pero luego un sonido llegó a mis oídos y vacilé. Era el latido constante de corazones, tenía que haber al menos cuatro de ellos.

—¿Oyes eso? —susurré.

Jacob asintió.

—¿Estás lista para esto?

No respondí; simplemente me agaché y me escabullí entre los árboles hacia el sonido. Eran alces y eran magníficos. Eran casi tan altos como yo a hombros, y sus cabezas y astas se elevaban por encima de mí. No olían apetitosos, pero mi garganta estaba en llamas y sabía que su sangre ayudaría. Salté hacia adelante, derribando al más grande al suelo, enviando a los otros tres a dispersarse. Mi boca buscó el calor de su garganta y hundí los dientes a través del pelo, la piel y los músculos hasta la sangre que tenía dentro.

No tenía buen sabor, pero desde el primer flujo de sangre sentí que el dolor en mi garganta se reducía a un rugido sordo en lugar de la quemadura abrasadora que sentí antes. El alce luchó al principio, pero mientras bebía, sus movimientos se debilitaron hasta que se quedó quieto. Cuando la sangre se redujo a un hilo, me eché hacia atrás y me pasé una mano por la boca.

Jacob me estaba mirando con una mueca.

—Bella, eso fue repugnante.

Fue su tono inexpresivo lo que me hizo reír. Podría haber estado comentando sobre el clima. Esa fue la segunda vez que me hizo reír en la última hora cuando todo lo que quería hacer era llorar. Él era el maestro en ayudarme a atravesar las tormentas de angustia.

Me alejé del alce muerto y me pasé una mano por el frente. No lo hice tan mal para mi primera cacería, pensé. Estaba mugrienta por estar tendida en el suelo y todavía manchada por motas de mi propia sangre, pero no desperdicié la sangre de alce por mi frente. Sin embargo, me sentía sucia y sabía que pronto tendría que conseguir algo de ropa limpia.

Podía oír el correr del agua y seguí el sonido hasta un pequeño arroyo. Dejándome caer agradecida de rodillas, recogí agua en mis manos y salpiqué en mi cara y cuello, lavando la sangre.

Jacob se acercó a mí y se dejó caer al suelo.

—Estoy agotado —se quejó con un gemido.

—¿Cuándo fue la última vez dormiste? —le pregunté.

—Bueno, salimos de Forks hace unos días y estuve patrullando la noche anterior, así que unos cuatro días.

Miré alrededor de los árboles. Imaginé que ya no estábamos en Forks, pero supuse que nos habíamos mudado al parque.

—Jake, ¿dónde estamos? —inquirí.

—En algún lugar de Canadá, creo. Seguí corriendo hacia el norte hasta que tu corazón comenzó a volverse loco. Pensé que era mejor ir a un lugar remoto. Ahora estás de pie otra vez, podemos seguir adelante. No podía ir tan rápido cargándote. Alaska tiene que ser nuestra mejor opción: mucha vida salvaje para alimentarse y lugares remotos donde refugiarse.

—¿Vienes conmigo? —pregunté, maldiciendo la nota esperanzada de mi voz.

—Sí, claro. ¿A dónde más voy a ir?

—Um, a casa.

Jacob inclinó la cabeza.

—Bells, no podemos ir a casa.

—Sé que yo no puedo —convine—. Pero tú... Jake, ¿qué pasó?

Jacob se pasó las manos por la cara.

—Después de que te atacaron, te encontré en el bosque.

—Sí, lo recuerdo.

—Y Sam me dijo que me quedara contigo mientras él iba tras la pelirroja. Solo que... me dio una orden. Sam es el alfa, el líder de la manada, y puede ordenarme que haga lo que él quiera. Él... —Jacob me vio directo a los ojos—. Me ordenó que te matara, Bella.

Respiré profundamente. Pensé que era decisión de Jacob matarme y que decidió cambiar de opinión. Saber que la orden vino de Sam fue una sorpresa. Sam que me habló con dulzura y me tranquilizó. Sam que me protegió de Victoria.

»Rompí la conexión —continuó Jacob—, rechacé su orden, pero cuando hice eso, también me separé de la manada. Sam ya no es mi alfa. No tengo una manada.

—Jake —suspiré—. ¿Por qué hiciste eso?

—¡Por qué! —espetó—. ¿Por qué crees? Lo hice por ti, Bella. No pude matarte. Te amo. Sé que no es suficiente y nunca funcionaría, especialmente ahora, pero sigues siendo Bella. ¿Cómo se supone que debo matarte?

—Pero Billy... ¿Qué va a decir?

Jacob se encogió de hombros, pero pude ver la tristeza en sus ojos.

—No me dirá nada. No es como si pudiera irme a casa. Creen que te maté. Si vuelvo, verán la verdad en mí. Billy siempre lo sabe. Y si lo saben, pueden venir por ti. No querrán que otro vampiro ande por ahí.

La culpa me retorció las entrañas y el arrepentimiento. Pensar que estuve tan cerca de eso, de conseguir mi liberación, pero Jacob me salvó condenándome a una vida sola.

—Deberías haberme dejado morir —susurré—. Hubiera sido mejor.

—¿Quieres morir?

—No, pero siempre supe que sucedería. He sabido durante años que moriría joven, al menos pensé que lo haría. Estaba preparada para la muerte, pero no estaba preparada para esto, para ser vampiro. No quiero un para siempre sin él.

El labio de Jacob se curvó hacia atrás en un gruñido.

quieres. estabas preparada. ¿Y yo, Bella? ¿Cómo se suponía que iba a vivir sabiendo que te maté? ¿Cómo se suponía que iba a mirar a Charlie a los ojos, sabiendo que maté a su única hija?

—Hubiera sido mejor, Jake.

—¡No! —gritó—. No lo sería, no para mí. Lo he perdido todo, Bella. Lo di todo por ti: mi padre, mis hermanas, mi manada, mis amigos. Lo di todo por ti, y tú sentada ahí diciendo que hubiera sido mejor si te dejaba morir, ¡es la cosa más egoísta que has dicho!

Tenía razón, lo sabía. Estaba siendo egoísta y cruel, sin considerar a todo lo que él renunció por mí.

—Lo siento, Jake —me disculpé en voz baja.

Jacob seguía jadeando de rabia, pero hizo un esfuerzo por calmarse.

—Sí. Está bien. Solo... no puedes decirme eso, Bella. No después de todo. Sé que no soy suficiente razón para vivir, para que te aferres, pero tienes que hacerlo, porque de lo contrario estaré completamente solo.

—Está bien —convine suavemente—. Estaré mejor. No iré a ningún lado.

—Bien —asintió para sí mismo y respiró hondo—. Creo que nuestra mejor apuesta es este lugar llamado Denali. Lo leí en la escuela. Hay un enorme parque nacional y hay lugares a los que los humanos no pueden llegar. Estaremos… ¿Qué pasa?

Mi horror debió reflejarse en mis ojos.

—¡No podemos ir allí, Jake!

—¿Por qué no?

—Ya hay una familia de vampiros en el área. El aquelarre Denali. Son amigos de los Cullen.

Inclinó la cabeza hacia un lado.

—¿Y eso es un problema porque...? Pensé que eso era lo que querrías, encontrarlos de nuevo. Sé que contaron la historia de que iban a Los Ángeles, pero tal vez estos Denali sepan dónde están realmente. Puedes encontrar a Edward.

Sacudí la cabeza con tristeza.

—No puedo hacer eso, Jake. No querrá verme más.

Parecía confundido, así que respiré hondo y le expliqué. Le conté sobre los veranos de mi infancia con Edward, y el último día que estuvimos juntos, cuando me di cuenta de que no estaba en el futuro de Edward. Le conté sobre la apariencia de Alice la noche que me dejó y lo que ella dijo.

—Él no quiere que yo sea un vampiro —agregué—. Pensará que he perdido mi alma. Es mejor así. Descubrirá que "morí" eventualmente, pero será mejor que él no sepa que soy uno de ellos. Al menos pensará que morí con un alma. Creerá que estoy en paz.

Jacob me miró con curiosidad.

—¿Estás segura? ¿No quieres rastrearlo y darle la opción de tomar esa decisión por él mismo?

—No, Jake. Es mejor así. La última vez que vi a Edward fue sabiendo que me amaba. No puedo soportar verlo contemplarme sin ese amor de nuevo. Podía manejarlo antes, apenas, porque tenía esperanza, ya no tengo eso.

Jacob me observó fijamente durante mucho tiempo, pareciendo sumido en sus pensamientos.

—Está bien —acordó—. Dejaré que decidas, yo tampoco tengo prisa por verlo. Pero tenemos que decidir qué hacer. No podemos quedarnos aquí, la manada ha venido así de lejos antes para probar nuestra distancia de comunicación. Si vuelven...

Entendí lo que estaba diciendo. Si volvían, alguien moriría. Ellos o yo.


Nunca me ha gustado Jacob como interés romántico de Bella, pero aquí, siendo la voz de la razón y como un buen amigo, sí me agrada.