Resumen: Los hombres bajo el techo del 221B de Baker Street están seguros de que solo les faltan pulir ciertos aspectos de su convivencia. Pero en todo caso ninguno hablara de dichos aspectos, al parecer.

Serie: Sherlock BBC

Personajes: Sherlock Holmes, John Watson.

Pareja: John-Sherlock.

Género: Romance, Amor.

Rating: M

Advertencias: Bondage, Sumisión, Dominación.

Capítulos: 03/20

Palabras: 1718.

Notas: Viejo reto del foro I'm Shelocked, revivido para ustedes.

Fecha: 16/11/2021 (no es la fecha original, si no el día en que edite el capítulo)

Beta Reader:

Disclaimer: Todo lo referente a Sherlock Holmes pertenece a Arthur Conan Doyle.


Sex!Lock

Capítulo 03: Bondage.

Sentía que el cuerpo le dolía como nunca antes, a pesar de que la sonrisa en su cara era la más radiante que John había visto jamás en su rostro.

—Dime que Lestrade te conto un chiste, Sherlock.

—¿Por qué habría de hacer algo como eso? —Preguntó el detective cuando la frase de John le pareció descolocada.

—Por que venimos de una escena con tres personas muertas, y tú sonríes como si fueras a recibir el mejor regalo del mundo.

—Y lo hare, créeme… -Se despojo de su abrigo, guante y bufanda, dejando también el saco sobre una de las sillas de la sala. —¿Conoces la técnica del Hojojutsu?

De más estaba decir que Sherlock se sintió muy frustrado cuando el doctor negó con seguridad, ni siquiera la había sentido nombrar. Así que el detective sería el que echaría luz sobre el desconcierto de su compañero.

—El Hojojutsu, es de alguna manera el antecesor del Shibari, técnica oriental de lo que aquí se conoce como Bondage… ¿Necesito explicarte también lo que es el Bondage? —Sherlock pregunto con sorna, viendo como el rostro del ex militar parecía encenderse en un rojo carmesí. —Es raro que te ruborices ante la mención de una técnica como esa… y no lo hagas con otras prácticas.

—No lo hago, solo que no estoy acostumbrado a hablar de sexo… tan abiertamente.

—Por qué no, el hablar de sexo es necesario para que el relacionamiento entre dos personas sea completo. Dudo que lleves a alguien a la cama, sin pregúntale antes si quiere hacerlo contigo… —Sherlock sonrió, había dejado de agregar la palabra 'mujer' cada vez que hablaba de las citas de su compañero, por lo tanto, ya no le molestaba tanto hablar de estas.

—Claro que no, pero si lo hago, es con alguien con quien tengo el deseo de hacerlo, gracias… Ahora, ¿Qué tiene que ver todo esto con el caso?

—John, John… ¡Tiene que ver! ¿Notaste las marcas sobre las piernas y los brazos? -Vio a John asentir. —Bien, ahora olvídate de la estúpida idea de Anderson y Lestrade… si fue una tortura, pero no necesariamente inclinada a ese fin…

—Espera, que quieres decir… ¿No los torturaron? —John siguió al detective hasta su cuarto, viéndolo como se ponía a revolver entre sus cosas, arrojando todo hacia el piso.

—No, el bondage sexual se utiliza a modo de inmovilizar a la persona, con una técnica de ataduras…

—No voy a preguntar cómo es que sabes eso.

—Se llama internet…

—¿Y has buscado eso es tus momentos de aburrimiento?

—No precisamente, ¿vas a dejar que termine de explicar? O quieres que hablemos de lo que tú haces cuando estas aburrido…

John volvió a sonrojarse, siempre terminaba perdiendo él, pues siempre Sherlock sabía cómo rebatir sus palabras.

—Es una técnica difícil de dominar, y peligrosa si no la sabes hacer… en este caso creo que estas son las víctimas de un juego sexual, no de un asesinato.

—¿Cómo? —Fue lo único que John pregunto, había algo… bueno, varias cosas que escapaban a su racionalización.

—No lo sé… aun. -La sonrisa radiante, aun más de la que había tenido al entrar a su departamento, hizo que a John le corriera un aterrador sudor frio por la espalda. Sherlock había encontrado lo que tanto estaba buscando. —Te necesito, John…

El rubio no tardo en negar con ahínco, mientras volvía a la sala con total premura, dejando al detective solo en el cuarto y sosteniendo aquella soga.

—Estás loco… estamos hablando de que murieron tres personas con esa 'técnica' y tu quieres que yo te ayude… ¿a qué?

—A probar una teoría. Ni siquiera tienes que quitarte la ropa, y si lo hago mejor que el idiota que los mato, algo que es obviamente seguro, a ti no te pasara nada…

—Como me tranquilizan tus palabras, Sherlock… así acepto cualquier trato contigo, créeme.

—Vamos, o podría ir a pedírselo a la señora Hudson. —John no se aguantó la carcajada… ¿Era en serio? —Aunque no quisiera, ella tiene una imagen muy maternal para mí…

¿Qué clase de poder tenía Sherlock sobre él, que no importara lo que le dijera o pidiera, así fuera la locura más grande del universo, él aceptaría sin pensarlo dos veces?

—Dijiste que no era necesario que me quitara la ropa.

—Sí, solo déjate la camisa y los pantalones… quítate los zapatos. —Sherlock contuvo a duras penas el tono de emoción en su voz. —Relájate, y me avisas si duele… lleva al menos veinte minutos todo el proceso, hecho por un profesional, claro está.

—¿Cuántos piensas que puedes tardar tu? —John lo vio moverse mientras se acomodaba en la cama detrás de él.

—Quien sabe… tal vez unos 25. —Sonrió con suficiencia, mientras doblaba la cuerda que utilizaría. —Al ser una técnica difícil de practicar, hay reglas… —Comenzó, alineando los brazos de John con su cuerpo.

—Ya que estarás concentrado en lo que haces, por un tiempo… ¿me puedes explicar porque siempre termino haciendo todo lo que me pides? —John no se sentía precisamente cómodo con la situación, pero extrañamente no había poder que lo hiciera salir de allí…

—Sí, porque confías en mi… lo cual, ya más de una vez te lo habrán dicho, no es del todo sano.

John iba a hablar cuando sintió el tirón en sus brazos, y la leve sensación de opresión en su pecho.

—¿Duele?... —Sherlock preguntó, acercándose a su oído. —Dímelo, John… porque se supone que no tiene que doler.

—Un poco… sí. —El doctor no pudo evitar jadear un poco… sintiendo que eso era una locura. ¿Cómo podía sentir excitación ante el hecho de que lo ataran? —O más bien, aprieta…

—Si no duele, está bien… de todas formas me avisas si sientes dolor.

Las cuerdas pasaron por sus brazos y luego por el troco, lentos eran los movimientos de Sherlock, atento a lo que John le pedía cuando la presión era demasiada, o muy poca, inclusive. Cuando las cuerdas llegaron a sus muslos, John sintió que le hubiese gustado no estar vestido, al menos no con ese jean tan grueso, para reconocer que era exactamente eso que despertaba en su cuerpo la sensación de ser atado.

Y tal vez se debía al hecho de que confiaría en Sherlock hasta con sus ojos vendados, pero en verdad estaba disfrutando de la experiencia, aunque casi no había carga erótica… al menos no, si quitaba a Sherlock hablándole cerca del oído, y asegurándose de su estado a cada momento.

—Recuéstate… —El detective pidió, ayudando al cuerpo del doctor a llegar a la cama, con cuidado. —Levanta tu cabeza, John… no quiero que te asfixies.

—¿Ya está, Sherlock? ¿Cuánto tiempo debo permanecer así?

—Los expertos dicen que no es recomendable que los amateurs permanezcan más de quince minutos atados. No traspasaré ese tiempo, no te preocupes… —Sherlock aseguro, mientras sus dedos paseaban por los nudos y cuerdas. Su mente recordando las marcas en las victimas, sus sentidos totalmente clavados allí, con John. —No entiendo que la gente pueda encontrar placer en este tipo de prácticas… ¿tu si, John?

El doctor no contesto. La voz de su compañero sonaba baja, algo más grave de lo normal.

—¿Puede haber placer en la pérdida total de control?… Cuando dejas que el otro sea quien tenga la responsabilidad de los dos… —Sherlock inclinó su cuerpo hacia adelante, oía la leve respiración del rubio agitarse poco a poco. —¿Crees que eso le suma adrenalina al acto sexual?

John tragó con dificultad, ahora las manos de Sherlock no solo recorrían las cuerdas, sino también su espalda completa.

—Es excitante… sí.

—¿Lo crees?… —Sherlock no se extrañó de la respuesta.

—Sí, pero debo reconocer que no le daría tal poder a cualquiera…

—A eso me refería, John… no es sano, ponerse tan dispuesto en las manos de un sociópata… ni siquiera uno tan funcional como yo.

John jadeo cuando las manos de Sherlock rodearon sus hombros, antes de montar su cuerpo sobre la cama. El detective se acercó a su oído, dejando que solo su aliento cálido golpeara la piel del cuello.

—Ahora estas 'atado' a los deseos de mi caprichosa mente.

Las sogas se tensaron, ofreciéndole un estímulo diferente al que había sentido cuando Sherlock había comenzado a atarlo, sin embargo, no sintió dolor, y tampoco se removió… no estaba asustado; como ya lo había dicho el detective, confiaba en él… no demasiado, si no con fundamentos.

Además, él había sido un saldado, no era alguien que temiera y temblara por cualquier cosa.

Sherlock lo llevo, mental y físicamente al límite, no entendía bien el cómo, pero lo había hecho; se encontró jadeando, mientras disfrutaba el peso de su compañero y amigo sobre su espalda; y era extrañamente diferente a lo que alguna vez hubiese imaginado, pero ya no podía más.

—Sherlock basta… por favor.

—Está bien, solo no te muevas. —Sherlock bajo de él, tratando de que el doctor no se moviera. —Debo cortar las cuerdas, es más rápido… quédate quieto o te podría lastimar.

Saco de cajón de su mesa de noche, una navaja igual a la que llevaba siempre en su abrigo, y comenzó a cortar las ataduras y nudos. Libero primero los brazos de John, que cayeron laxos a cada lado del cuerpo, y luego el resto del cuerpo.

John se dejó rodar por sobre la cama, moviendo lentamente los brazos y las piernas, una vez estuvo tendido sobre su espalda.

—¿Todo bien?… ¿John, estás bien?

El rubio exhalo el aire retenido, antes de asentir. Pero Sherlock no se quedó solo con eso. Lentamente abrió la camisa de John, buscando las marcas que la experiencia le habían dejado, cerciorándose de que en verdad estuviera bien.

—¿Coinciden? —El doctor casi acabo por jadear su pregunta.

—¿Perdón?

—Las marcas… ¿coinciden con las de los cuerpos?

Claro, el caso, las muertes… se había olvidado por completo de ello. Miro a John tratando de recuperar la cordura y la normalidad al respirar.

—Puede ser, aunque la experiencia no iba apuntada a ese simple detalle, John. Ahora relájate… solo relájate.

Ni Sherlock, ni mucho menos John, supo cuánto tiempo permanecieron en silencio sobre la cama, viendo el techo, hasta que el doctor finalmente cayó dormido. Solo allí el detective opto por salir de la habitación, y no antes de cubrir el cuerpo del rubio con las mantas.

Continuará.


Notas Finales: Tercer capítulo... ¡YEY!

No voy a mentirle a nadie, mucho menos a mí misma... el Shibari se ha convertido en mi obsesión desde que lo descubrí para un reto.

Me encanta, pero es muy difícil escribir sin que suene repetitivo y aburrido. Pero la verdad es que me encanta. Y aún hay historias en que lo utilizo que jamás he posteado... espero revertir eso de alguna manera, no tan lejanamente en el tiempo.

Así que, capitulo sencillo, y espero que les haya gustado, creo que el siguiente es Corset.

Lo dejo para que se imaginen lo que puede venir... espero no decepcionarlos.