Todo lo que ya hayan leído en los libros de JK Rowling, es pura y exclusivamente suyo. Lo demás, es totalmente inventado, inspirado por el trailer y las fotografías promocionales de "Elizabethtown", película de Cameron Crowe. Sin fines de lucro.
2. Encuentros inesperados
El ama de llaves abrió la pesada puerta de madera con semblante vapuleado.
-Oh, joven Harry.- soltó al verlo. –Es una inmensa alegría volver a tenerlo en casa.- agregó, sonriéndole tristemente.
-Bonjour, Marie.- saludó él, dándole un pequeño abrazo. –Es bueno verte.-
Harry ingresó a la mansión arrastrando los pies. Todo estaba muy silencioso y parecía que todo el mundo dormía aún.
-La señorita Beth ha llegado ayer por la noche, joven.- informó Marie. –La acompaña el joven Ronald.-
-Ronald.- repitió él en forma poco agradable. En términos diplomáticos, su cuñado jamás, en cuatro años que llevaba con su hermana, se había ganado su confianza. En términos reales, Harry jamás había aceptado al bueno para nada con el que su hermana había decidido entablar una relación.
-Su alcoba está lista desde anoche, tal como ordenó su madre.- contó. -¿Desea algo de desayunar, joven?.-
-Por favor.-
Caminaron juntos a la amplia y lujosa cocina, que tenía entrada en la puerta a la derecha de la escalera que se extendía desde el vestíbulo hacia los pisos superiores. Entraron y Harry tomó asiento en una de las sillas junto a la mesa y esperó hasta que Marie le sirvió una bandeja con un desayuno excepcional que quedó pocos segundos intacto, antes de que él lo atacara.
Luego de treinta minutos de charla que pusieron las cosas "al día", el ama de llaves lo acompañó a su cuarto, para luego excusarse y retirarse diciendo que debía preparar el desayuno para el resto de la familia presente.
Harry dejó su poco equipaje a un lado del armario y buscó en éste algún pijama que pudiera usar, para luego acostarse rendido en la cama.
Despertó unas seis horas más tarde, sintiendo más sueño que antes aún, con el Sol pegándole en forma directa en la cara a través de la ventana abierta. Intentó volver a dormir sin éxito, por lo que se levantó, se colocó una bata azul que había encontrado la noche anterior en el ropero y bajó. Encontró a su madre, vestida íntegramente de negro, sentada en la mesa de la cocina haciendo anotaciones en un cuaderno.
La mujer escuchó a su hijo entrando al ambiente y se levantó para saludarlo.
-¡Harry!.- exclamó, al tiempo que lo envolvía con sus brazos. –Qué bueno verte, hijo.-
-¿Cómo estás, mamá?.-
-He estado mejor.- contestó ella simplemente, volviendo a sentarse en su posición inicial y empezando de nuevo con las notas.
-Buenos días, Marie.- saludó Harry cuando ella entró en la cocina.
-Buenos días, joven.-
-¿Qué haces?.- preguntó Harry, sentándose a un lado de su madre, señalando el cuaderno en el que ella estaba escribiendo fervientemente.
-Una pequeña lista. Para no olvidar a nadie.-
Harry se inclinó sobre la mesa para ver la "pequeña lista" de su madre, que se extendía ya a más de media hoja, acumulando más de 100 nombres, por lo que él pudo calcular rápidamente. Allí se leían los nombres de los que eran los mejores amigos de su padre, unas cuantas estrellas de televisión que habían participado en sus producciones y familiares.
-¿Has visto a tu hermana, hijo?.- consultó Lilian, sin levantar la vista de la hoja en la que estaba escribiendo, anotando más y más nombres.
-No, y prefiero no hacerlo si está... con él.-
-No seas celoso, Harry.-
-No soy celoso.-
-Sí, lo eres. Si no¿porqué te molesta tanto Ronald?.-
-Porque es un bueno para nada y ella merece algo mejor.-
-¡Harry!.- la inconfundible voz de Beth se escuchó en ese momento. La joven entró en la cocina y fue a saludar a su hermano directamente en forma efusiva. Él pudo ver detrás de ella a su cuñado.
-Hola, Beth. ¿Cómo estas?.-
-No lo sé.- respondió ella sinceramente. –Un poco abrumada, creo.- agregó luego.
-Ronald.- saludó Harry, por cortesía, al tiempo que le extendía la mano al pelirrojo y se paraba.
-¡Cuñado!.- contestó él, jalando el brazo de Harry hacia él y dándole unas fuertes palmadas en la espalda que le hicieron toser. Siempre tan agradable. Harry volvió a tomar asiento, tratando de regular la respiración.
-Y tú¿cómo estas?.- preguntó Beth, sentándose a un lado de su hermano, mientras su madre continuaba con la lista.
Él calló un momento. –Sobrecargado de información.- dijo finalmente. –No estaba preparado para que esto sucediera, y todavía no sé cómo estoy supuesto a reaccionar.-
Beth alargó su mano y la entrelazó con la de él, presionándola un poco, al tiempo que le sonreía en forma torcida y triste.
-Bien, creo que ya está.- anunció Lilian un momento después. Extendió el brazo para pasarle el cuaderno a su hija. –Verifica que no falte nadie, hija, por favor. Y fíjense si quieren agregar a alguien. Le diremos luego a Carol que participe a todo el mundo.-
Con eso, salió de la cocina, dejando a sus hijos y cuñados en compañía de Marie.
Beth barrió con la mirada rápidamente la lista que su madre le había dado. –No conozco ni a la mitad de la gente que está aquí¿tú?.- le pasó el cuaderno a Harry.
Él hizo lo mismo que había hecho su hermana. -Ni a un cuarto.- y dejó el listado en el centro de la mesa. –Voy a tomar una ducha.- dijo, y se levantó para volver escaleras arriba a su cuarto.
Buscó en el armario ropa limpia y se metió rápidamente al baño.
Media hora más tarde, volvía a bajar al vestíbulo y se encontraba en la sala con su madre de nuevo.
-Hola, hijo.-
-Hola.- se sentó a su lado en el sillón y le dio un cariñoso beso en la mejilla.
-¿Cómo estas, amor?.- preguntó Lilian, mientras ponía su mano en la rodilla derecha del joven.
-Triste. Y cansado.-
-Los funerales son mañana¿te lo había dicho?.-
-No, no aún. ¿Dónde?.-
-En el centro. Ya le mandé a Carol la lista para que avise a todos.-
-¿Quiénes son todos esos que estaban en la lista?. Beth y yo no pudimos descifrar a casi ninguno, excepto la familia.-
-Formalismos.-
-¿Necesitas que te ayude con algo?.-
-No, tranquilo. Sería bueno que descanses. Supe que estuviste muy ocupado los últimos meses¿no?.-
-Sí, pero no quiero quedarme aquí. Quisiera salir a caminar un rato. Hace mucho que no estoy por aquí.-
-¿Porqué no le avisas a Beth?. Me dijo que quería hacer lo mismo anoche.-
-Está con Ronald, madre. Querrá acoplársenos.-
-Dile que no. No es tan difícil después de todo.-
-Bien, bien. Le diré. ¿Dónde está ella ahora?-
-Jardín trasero, con los perros.-
Harry se levantó y caminó por el vestíbulo. Traspasó la puerta a la izquierda de las escaleras y se encontró en el comedor, que daba a un gran ventanal, con vista al amplio jardín interno de la casa. A través del vidrio, vio a su hermana jugando con los tres rottweiler de sus padres y a Ronald sentado cómodamente en el banco blanco más allá, cerca de la fuente de agua.
Atravesó el ambiente, descorrió la hoja de vidrio transparente y salió a la frescura del día otoñal.
-Beth.- llamó.
-¿Si?.- respondió, volteándose hacia él, aún de cuclillas en el verde suelo.
-Mamá me dijo que querías salir un poco. ¿Quieres que vayamos?.-
-Oh, si.- aceptó, contenta. Caminó hasta Ronald y le dio un corto beso. –Te veo luego.-
-Pero...- empezó él.
Ella lo miró significativamente. –Te veo luego.- repitió.
Luego, se dirigió hasta Harry y entraron de nuevo en la casa. Se despidieron de su madre en la sala, dijeron que volverían en dos o tres horas más y salieron por la puerta principal.
-Así que...- empezó Harry, cuando comenzaron su caminata por el camino de adoquines que recorría el amplio jardín delantero de la propiedad. –Supe que estabas en Praga antes de esto.-
-Sí, presentando la colección de otoño.- contó, frunciendo levemente la nariz.
-¿Y cómo fue eso?. Parecía que la mayoría del periodismo de moda del mundo estaba allí por lo que vi en los noticieros.-
-No lo sé... Creo que elogian lo que hago porque a estas alturas soy un nombre hecho. Es como si quisieran criticar un cuadro de Dalí, o como si intentaran desbancar alguna película de Eastwood. ¿Entiendes lo que digo?. Como si quisieran decir que Macbeth no es una obra de arte.-
-¿Porqué dices eso?.-
-Porque yo no estoy demasiado convencida con lo que hice el último año con mis diseños. Siento que les falta algo, que no reflejan lo que quiero que reflejen.-
-¿Pasa algo, Beth?.- preguntó, preocupado. Nunca antes había oído a su hermana flaquear de aquella forma, ni dudar de lo que exponía ante el mundo entero.
-No lo sé. Siento que algo no está bien con Ronald¿sabes?.- confesó.
Él se contuvo de decirle todo lo que pensaba acerca de ese tema y dejó que ella siguiera hablando, ya que percibía que ella necesitaba hacerlo.
-Ha estado muy extraño los últimos meses. Diciendo que no se siente cómodo con su vida.-
-Al fin.- se le escapó.
-¿Cómo?.-
-Nada.-
-Harry...-
-Bien, bien. Lo diré. Nunca creí que él fuera lo mejor para ti. Creo que mereces algo mejor que él.-
-¿Qué?.-
-Eso, Beth.- se detuvieron cerca de un cerco vivo que delimitaba la cancha de golf. –Creo que eres demasiado para estar con un tipo como él.-
-¿Qué tiene de malo?.- no estaba enojada, como él pensaba que lo estaría, sino que sonaba más curiosa que otra cosa. Parecía que estaba esperando desde hace tiempo tener esa charla con su hermano.
-No lo sé.- contestó él, sinceramente. –Es demasiado... no sé como decirlo.- se pasó una mano por el cabello, tratando de encontrar la palabra adecuada. –Normal. Es demasiado normal.- terminó.
-¿Normal en qué sentido?.-
-No sé en qué sentido, Beth. Es... trabaja en la bolsa, por favor. Es demasiado capitalista para esta familia.-
Beth se rió suavemente.
-¿Es eso lo que no te gusta de él?.-
-Ronald es... es demasiado diferente a nosotros.-
-Y por eso es que me gusta tanto estar con él. Creo que funciona como un cable a tierra para mí¿sabes?. Me baja de esa nube a la que suelen subirme.-
-¿Y qué es lo que sientes que está mal entonces?-
-Siento que él no está contento. Y eso me hace pensar que tal vez sea yo la que no lo hace feliz. Lo que me hace sentir incompleta, como si no estuviera cumpliendo con lo que debería¿comprendes?.-
Harry asintió levemente, tratando de que el planteo de su hermana encajara en su cerebro de alguna manera. Miró a los lados y vio que aún estaban parados junto al cerco vivo.
-¿Golf?.- preguntó, empezando a caminar otra vez, hacia la tranquera que les permitiría ingresar.
°°°°°
Tres horas más tarde, los hermanos volvían a salir por la baja puerta de madera, habiendo tenido una charla y un gran partido de su deporte favorito que los había puesto al día después de casi dos años de encuentros muy esporádicos que no les habían permitido hacerlo antes.
Caminaron de nuevo por el camino de adoquines.
-Creo que deberías llamar a la compañía y consultar si te pueden dar algún tipo de información para contactarla.- aconsejó Beth. Harry le había comentado sobre Ginny y de las ganas que tenía de volver a verla, por alguna razón inexplicable. –Después de todo, eres Harry Potter. Dudo que se nieguen a darte los datos que solicites, sean cuales sean.-
-Sí, lo sé. Pero sería demasiado fácil. Además¿qué le diría?. Hola, Ginny. Mira, pedí tu teléfono en la compañía de trenes porque necesito verte otra vez. No sé porqué, ni para qué, pero simplemente necesito hacerlo.- pausó un momento antes de continuar. –No sería una conversación normal y ella pensaría que tengo algún problema de orden neurológico, o algo parecido.-
-No lo creo, pero piénsalo.-
Siguieron caminando en silencio hasta que Harry volvió a hablar.
-No sé si es el momento adecuado para decirlo, pero papá me pidió que no lo enterráramos cuando muriera.-
-¿Cómo?.- preguntó Beth, parando sus pasos súbitamente.
-Dijo que quería que arrojáramos sus cenizas en el Rin. En el último salto, en Basilea.- contó, bajando la mirada.
La muchacha calló unos minutos.
-Mamá morirá cuando se lo digamos. Sabes lo religiosa que es.-
-Sí, lo sé. Pero hay que hacerlo. Es lo que papá quería.-
-Sí, de eso no hay duda. Hay que hacerlo ahora, porque está organizando todo fervientemente para mañana. Hay que frenar su carro.-
-Vamos.-
Terminaron de recorrer el camino de piedra unos cinco minutos más tarde y volvieron a entrar en la casa familiar. Buscaron a Lilian en la sala, pero no estaba allí. Fueron a la cocina a consultar con Marie dónde estaba.
-Está en el ático con el joven Ronald.- contestó el ama de llaves. –Dijeron que estaban buscando cosas del señor James para mañana.-
-Gracias.- agradeció Harry, antes de volver a salir con su hermana por la puerta.
Subieron por las escaleras hasta el primer rellano y luego giraron a la izquierda, para tomar una escalera secundaria por la que subieron dos pisos más, hasta encontrar en la mitad del pasillo una tercer escalera que se extendía desde una trampilla abierta en el techo. Subieron por ella y se encontraron con Lilian y Ronald, revolviendo baúles viejos.
-Oh, esto estaría bien.- decía la mujer, extendiendo frente a ella una pequeña camiseta del seleccionado inglés de fútbol. –Él la amaba cuando niño.- comentó.
-Hola.- saludó Harry en voz fuerte, al ver que ninguno de los dos se percataba de que su hermana y él acababan de llegar.
-Oh, Harry, Beth. Estábamos juntando cosas para mañana. Pienso que será un bonito homenaje a su padre.-
-Sí... nosotros también.- intervino Beth. –Pero tenemos que hablar contigo, madre. ¿Ronald?.-
El joven comprendió la indirecta rápidamente y bajó por la endeble escalera, dejando a lo que quedaba de la familia Potter reunida en el ático.
-¿Qué pasa?.- preguntó rápidamente Lilian, al notar cierto nerviosismo en los rostros de sus hijos.
-Verás...- empezó Harry, pero rápidamente calló. No sabía cómo decírselo, porque sabía que no reaccionaría nada bien. Más considerando lo sensible que debía estar por razones evidentes.
Beth lo miró de reojo y comprendió que él no podía hacerlo. Tomó las riendas del asunto.
-Es sobre papá.-
-¿Qué...?.-
-Él quería ser cremado después de muerto. Quería que arrojáramos sus cenizas en el Rin, mamá.-
Lilian abrió los ojos, sorprendida.
-¿Qué?.-
-Me lo dijo hace años en Basilea.- contó Harry, esperando que su madre no tomara demasiado dramáticamente las novedades.
-¿Y porqué no me lo dijo a mí?.- preguntó, indignada.
-No lo sabemos. Suponemos que sabía que la idea no te gustaría demasiado. No le gustaba pelear contigo.-
-Oh...-
Los tres callaron, tratando de asimilar toda la información que les había caído encima los últimos dos días: James Potter se había ido para no volver, ellos debían quemar sus restos y viajar a Suiza, para tirar lo único que quedaría de su paso por el mundo al Rin.
-Bien, creo que es lo que tendremos que hacer.- dijo finalmente Lilian. –Si eso es lo que James quería, es lo que haremos.-
°°°°°
Al día siguiente, los pocos habitantes de la mansión Potter despertaron temprano para arreglar los últimos detalles del velatorio de James.
Cerca del mediodía, los cuatro –Harry, Lilian, Beth y Ronald- fueron conducidos a la sala de sepelios en el centro de Toulouse por uno de los chofer de la familia.
Allí, terminaron de ultimar pequeñeces y ubicaron en forma cronológica los objetos más apreciados por James en el vestíbulo. Una hora más tarde, los que habían sido participados al "último adiós" por la asistente personal de la familia, Carol, comenzaron a llegar, con sus producidos trajeados y condolencias correspondientes.
Después de media hora de recibir dramáticos pésames y estrechar manos desconocidas, Harry comenzó a cansarse de tanta presión social y decidió hacer una excursión al baño.
Cerró la puerta y puso la traba manual. Se sentó en el taburete y escondió la cara entre las manos, agotado.
Toda su vida había estado en contra de esos ridículos velatorios, en los que la familia del difunto estaba obligada a convivir por horas con rostros –en su mayoría- extraños y –la mayor parte del tiempo- de falsa pena.
Tomando aire en un profundo suspiro, volvió a destrabar la puerta y salió. Se arregló el traje frente al espejo y volvió a ser partícipe de la agradable fiesta.
Sin embargo, soportó sólo otros veinte minutos. La llegada de su odiosa prima –que por cierto había estado enamorada de él toda su infancia, y no lo había dejado vivir tranquilo durante la misma- lo saturó, por lo que decidió ir a tomar un trago al bar que su madre había dispuesto para los borrachos tíos bonachones de la familia.
Pidió un wisky doble y se dejó caer pesadamente sobre un sillón de tapiz violeta un poco más allá.
-Definitivamente, el destino está encargándose de encontrarnos.- dijo una voz dulce y cantarina a su lado.
Giró rápidamente la cabeza hacia un lado y encontró a Ginny sentada a su lado, piernas cruzadas, tomando lentamente de su copa de champagne.
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Gracias a natyyy, SpyWitch, Anahí, Neckna (no, no esta basada en la película. Y si, cada uno tiene impresiones diferentes cuando va a un lugar desconocido), Alejandra13, Ana, tabatas y marce por sus reviews en el capitulo anterior.
Toda sugerencia, critica, tomatazo, ramo de flores (?) será recibido cordialmente en ese pequeño lugarcito que se llama review, al que pueden acceder con un simple click en GO. Ojalá hayan disfrutado el capitulo. Gracias a todos por haber leído!
Adío!
