Todo lo que ya hayan leído en los libros de JK Rowling, es pura y exclusivamente suyo. Lo demás, es totalmente inventado, inspirado por el trailer y las fotografías promocionales de "Elizabethtown", película de Cameron Crowe. Sin fines de lucro.

3. Primos

-Definitivamente, el destino está encargándose de encontrarnos.- dijo una voz dulce y cantarina a su lado.
Giró rápidamente la cabeza hacia un lado y encontró a Ginny sentada a su lado, piernas cruzadas, tomando lentamente de su copa de champagne.

Él la miró un momento, cerciorándose de que realmente fuera ella y no un producto de su imaginación (que, supuso, podría haberse puesto a trabajar luego de su charla con Beth en el campo de golf).

-Hola.- saludó, después de unos momentos, cordial.

-Hola.- correspondió ella, regalándole una hermosa sonrisa. –Qué sorpresa encontrarlo aquí.-

-Lo mismo digo.-

-Vine con una tía. Estoy de visita en su casa y me pidió que la acompañara.-

-¿Quién es ella?. Tal vez la conozca.-

Ginny se volteó y buscó a alguien con la mirada por todo el lugar.

-Allí.- dijo finalmente, señalando con un dedo a la sección Juventud de James. –La mujer pelirroja.-

Harry miró por encima de su hombro hacia donde ella señalaba. Vio a Ronald hablando con la mujer, a quien él reconoció como la suegra de su hermana.

-¿La madre de Ronald?.-

-Si, exactamente.-

-Él es la pareja de mi hermana¿no lo sabías?.-

-No.- por algún motivo, esa respuesta agradó notablemente a Harry. –Digamos que no tengo con Ronald lo que se llama una relación filial. No tengo la más mínima idea de su vida.- pausó un momento y luego prosiguió. –Nos odiamos desde muy pequeños y casi no hablamos siquiera.-

-¿Porqué es eso?.-

-Ésa es una larga historia. ¿Qué hace usted aquí?.-

-Sólo Harry, por favor.- pidió él, al escuchar el trata que ella la daba al hablar. -¿Recuerdas que comenté que mi padre había muerto, en el tren?.-

-Oh, lo lamento.- se disculpó ella, recordando esa información y cayendo en la cuenta de que estaba en el funeral de James Potter, a pesar de que su tía se lo había dicho antes de salir de su casa para dirigirse allí. –No sabía que ustedes estaban emparentados, a pesar de que lo debe saber medio mundo por el renombre de los dos¿no es cierto?. Aunque no parezca, por lo del otro día en la estación, soy un poco despistada para esas cosas.-

-Lo prefiero así.-

Luego de eso, los dos callaron.

-¿Cómo está?.- preguntó Ginny luego de un rato. –Estás, perdón.- se corrigió un momento después.

-No lo sé. Creo que conmocionado es la palabra que lo define mejor. Todo ha sucedido muy repentinamente.-

-Oh.- soltó ella, sin saber muy bien qué decir.

-¿Vas a quedarte mucho tiempo en Toulouse?.-

-No, sólo dos semanas. Son las vacaciones que tengo en la empresa cada seis meses, sumado a algunos días esporádicos entre medio de algunos viajes. ¿Usted?.-

-No creo que me quede más de un par de días. Dejé mucho trabajo esperándome en Londres.-

-Tal vez debería considerar el tomar unas vacaciones¿no lo cree?. Más después de este inesperado acontecimiento.-

-¿Porqué me tratas de Ud.?.-

-No lo sé. Supongo que es la costumbre, sumado a que no lo conozco.-

-¿No me conoces?. Nos hemos visto dos veces en tres días, no nos subestimes.- bromeó. Ella rió y él sintió una extraña corriente cálida recorriendo su columna vertebral.

-¿Harry?.- llamó Beth detrás de ellos.

Él se giró y miró a su hermana por encima del hombro. –Hola, Beth. Déjame presentarte a Ginny, la prima de Ronald. Ginny, ella es Beth, mi hermana y la novia de tu primo.-

-Un gusto.- saludó la chica Potter, cordialmente, mientras le extendía una mano a la otra chica.

-Igualmente.- correspondió Ginny, devolviendo el gesto. –Es una lástima que no nos hayamos conocido antes.-

En ese momento, llegó Ronald y se unió a la conversación.

-Hola, Ginny.- saludó, con una cínica sonrisa. –Tanto tiempo. Que lugar extraño para encontrarte¿no crees?.-

-Hola, Ronald, querido primo.-

Cruzaron un par de miradas desafiantes y, luego de unos segundos, Harry decidió cortar con la incómoda situación.

-¿Necesitabas algo, Beth?.-

-Mamá te necesita.- dijo, dejando al fin de mirar alternativamente a Ginny y a Ronald.

-Bien. Si me disculpan.- se levantó y, antes de ir a reunirse con su madre, le dedicó una sonrisa inconsciente a Ginny.

Caminó por el salón, esquivando a gente con cada paso y buscó a su madre con la mirada. La encontró un poco más allá, en la parte derecha del salón, también moviendo la cabeza de un lado a otro, aparentemente buscándolo.

-¡Harry!.- llamó. Se acercó casi corriendo a él y le habló en un apremiante susurro: -Necesito que detengas a los periodistas en la entrada. Los de seguridad dicen que alegan que el lugar es público y que debemos dejarlos pasar.- explicó, angustiada. –Por favor, cariño, haz algo.- pidió.

-Tranquila, yo me encargo.- aseguró Harry.

Luego, se dirigió a la entrada. Traspasó la puerta de madera que separaba el salón de su padre de los demás y bajó las escaleras delante suyo para llegar al vestíbulo del edificio y encontrarse allí con el desagradable espectáculo: los corpulentos hombres de seguridad formaban una especie de valla humana, reteniendo a una multitud de periodistas que intentaban acceder a las escaleras.

Una de ellos giró la cabeza hacia Harry cuando lo escuchó bajar y exclamó por encima del griterío:

-¡No quieren irse!. ¡Exigen que los dejemos pasar!.-

Él tomó aire, hinchándolo los pulmones, y habló con una voz clara y fuerte, que detuvo en forma casi inmediata la protesta de reporteros y fotógrafos.

-¡Señores!- apeló. Cuando obtuvo el silencio correspondiente, prosiguió. –Están turbando el velatorio de mi padre, por si no lo han notado. Les agradecería que se retiraran. Inmediatamente.- exigió, usando esa voz de la que ni él mismo se conocía propietario, muy parecida a la que James solía utilizar con sus hijos cuando ellos habían cometido alguna travesura.

-Este es un lugar público. ¡Deben dejarnos pasar!.- gritó alguien, que Harry no pudo identificar en la multitud.

-¿Desde cuando un lugar por el que he pagado es público?.- refutó, hablando con la misma tenebrosa voz de antes.

Nadie replicó. Harry se giró hacia el hombre de seguridad que lo había puesto al tanto de la situación cuando él había bajado. –Asegúrese de que todos salgan.-

-Sí, señor.-

Los periodistas comenzaron a protestar de nuevo, abucheando y gritando. Pero de nada les sirvió: Seguridad ya los empujaba hacia fuera, cumpliendo con las ordenes de quien los había contratado.

Harry se volteó y volvió a subir por las escaleras de madera, pensando en cuán inusual era en él ese tipo de actitud. Concluyó que había ciertas cosas que simplemente lo sacaban de sus casillas y una de ellas era justamente la falta de respeto que la mayoría del periodismo tenía para con su familia y para con él mismo.

Cuando volvió a ingresar en la sala destinada a su padre, Harry buscó de nuevo a su madre con la mirada. Ella lo vio ingresar antes y se dirigió directamente a él.

-¿Y bien?.- apremió.

-Tranquila. Los de seguridad están encargándose de sacarlos.- comunicó, acariciando el cabello de su madre con una mano.

-Oh, gracias, hijo.- soltó la mujer, aliviada. Tomó la cara de su hijo entre sus manos y le dio un sonoro beso en la mejilla. –No sé qué haría sin ti aquí.-

Él le sonrió en forma complaciente, aceptando por enésima vez en su vida lo exagerada que su madre podía llegar a ser.

La madre de Ronald, Molly, se acercó a ellos.

-Lilian, nosotras nos vamos.-

Harry se volteó hacia la mujer y vio detrás de ella a Ginny despidiéndose de Beth y de su primo.

El joven se alejó de su madre, dejándola saludando a Molly, y se acercó a los otros tres.

-¿Puedo hablar contigo?.- preguntó a Ginny en voz baja, tratando de que su hermana y Ronald no escucharan. Por supuesto, no funcionó, pero los otros dos entendieron que debían dejarlos solos. Se alejaron y Harry pudo hablar libremente.

-No sé porqué, pero me agradas en una forma increíble.- declaró, yendo directamente al grano y provocando que Ginny se sonrojara violentamente. La chica sonrió.

-Usted a mi también.-

-Por favor, no me llames así.- pidió él, poniendo cara de niño malcriado a quien no le han concedido un capricho.

Ella volvió a soltar una pequeña sonrisa. –Tú también a mi, Harry.- cambió sus palabras.

-Estaba preguntándome su puedo invitarte a cenar antes de irme de aquí.- continuó Harry, haciendo que ella se sonrojara más aún. Ginny se quedó callada, mirando al suelo. -¿Qué dices?.-

-¿Ginny?.- Molly se había acercado a ellos. –Debemos irnos, linda.-

-Dame un segundo.- pidió Ginny. –En seguida voy.-

-Bien.- aceptó la mujer. –Adiós, Harry. Cuídate.-

-Gracias por venir, Molly.-

La mujer se alejó entonces y Ginny volvió a mirar a Harry.

-Me encantaría.- aceptó.

-¿Sí?.- quiso confirmar él, de repente sonando más emocionado de lo normal.

-Por supuesto.- aseguró ella, sonriéndole de nuevo.

-Te llamaré, entonces.-

-Está bien. Estaré en la casa de mi tía. Deja un mensaje si no estoy¿si?.-

-Bien.-

Ginny lo miró, dubitativa.

-Tengo... tengo que irme.-

Harry le dio un suave beso en la mejilla. –Muchas gracias por haber venido.-

-No necesitas hacer eso.- contestó ella, mirándolo tristemente. –Adiós.-

-Adiós.-

Él la vio alejarse y llegar donde su tía. Las dos caminaron entre la multitud, hasta que él las perdió de vista.

Giró sobre sus talones, con una sonrisa inconsciente en el rostro. Cerca de una esquina, vio a Beth, que había estado observando la escena. Su hermana se rió ante su actitud y se acercó a él.

-Era ella¿no es cierto?. La chica del tren.-

-Sí, era ella.-

-Y¿qué pasa entre ustedes?.-

-No lo sé. Me agrada.-

-Si, eso he podido notarlo, vivaracho. ¿Crees que tenga futuro?.-

-No lo sé. Lo que creo es que es demasiado pronto para siquiera pensar en eso¿no es cierto?.-

-Ajá.- Beth lo miró y luego le dio un fuerte abrazo. -¿Cómo estás?.-

-Raro. Muy triste y muy contento a la vez.-

Beth le sonrió melancólicamente y luego lo tomó de la mano. –Vamos. Mamá quiere empezar con los memoriales.-

°°°°°

Horas más tarde, Harry estaba acostado en su cama, mirando al techo, incapaz de dormir.

Había pasado todo el día en la sala de velatorios, conversando con gente que apenas conocía y con otras a las que conocía demasiado bien como para querer charlar con ellas.

Para coronar el hermoso día, las últimas dos horas las había pasado en el salón principal del edificio velatorio, escuchando anécdotas que la gente que había asistido compartía con su padre, discursos llenos de sentimentalismos que retrataban a un James que él jamás había conocido.

Suponía que todos los presentes aquella tarde conocían una versión diferente de su padre, aunque él sabía que la única verdadera y genuina era la que él tenía grabada en su memoria.

Pero no todo aquel día había resultado tan desastroso como parecía: el haber encontrado casualmente a Ginny había cambiado la perspectiva.

La chica tenía algo que él simplemente no podía explicar, ni catalogar, pero que aún así le encantaba. Y era eso justamente lo que lo obligaba a querer pasar más tiempo con ella, llegar a conocerla mejor si las circunstancias se lo permitían.

Para eso, había tenido que ser amigable con Ronald por un rato, para lograr conseguir el número de teléfono de la casa de su madre. Luego de escuchar por más de media hora las historias nefastas que Ronald tenía para contarle acerca de su prima, finalmente lo consiguió. El papel blanco en el que lo había anotado estaba sobre el escritorio, a un lado del teléfono inalámbrico, bajo la lámpara de mesa.

Decidió que no había motivo por el cual sentirse tan nervioso. Después de todo, podía decirse que tenía una vasta experiencia en cuanto a citas, y en realidad no había una razón coherente por la cual aquella en específico lo inquietara tanto.

Pero ese pensamiento fue rápidamente reemplazado por otro, que le decía que aquella no sería una cita más, como su parte racional y científica quería hacerle creer. Había algo en ella... algo especial que él no había visto en ninguna otra chica antes.

Se volteó sobre sí y miró hacia el escritorio, al papel escrito con tinta roja. ¿A dónde la llevaría?. Repasó mentalmente todos los restaurantes de Toulouse y los que él consideraba apropiados para la ocasión. Su lista se redujo a tres nombres y entonces decidió consultar con Beth al día siguiente cuál era el más propicio.

Pensando en eso, en cabelleras rojizas y ojos verdes, sintió cómo sus párpados comenzaban a caer sobre sus ojos y lo introducían en una profunda oscuridad.

Pronto, estaba dormido.

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Gracias a SpyWitch, tabatas, Anahí, Landoms 182, RosAngels (la respuesta a tu pregunta está en tu review) y a Ana por sus reviews en el capitulo anterior.

Mil perdones por la demora!. Pronto el nuevo capitulo!.

Toda sugerencia, critica, tomatazo, ramo de flores (?) será recibido cordialmente en ese pequeño lugarcito que se llama review, al que pueden acceder con un simple click en GO. Ojalá hayan disfrutado el capitulo. Gracias a todos por seguir leyendo!

Adío!