Todo lo que ya hayan leído en los libros de JK Rowling, es pura y exclusivamente suyo. Lo demás, es totalmente inventado, inspirado por el trailer y las fotografías promocionales de "Elizabethtown", película de Cameron Crowe. Sin fines de lucro.

4. Decisiones muy, muy importantes

-Estaba preguntándome su puedo invitarte a cenar antes de irme de aquí.- continuó Harry, haciendo que ella se sonrojara más aún. Ginny se quedó callada, mirando al suelo. -¿Qué dices?.-

-Me encantaría.- aceptó.

Vamos, tú puedes hacerlo. ¿Cuán complicado puede llegar a ser?. Lo único que tienes que hacer, es levantar el tubo y marcar unos cuantos números. ¿Qué puede salir mal?.

Con un suspiro, miró por enésima vez el papel en el que había anotado el teléfono de la casa de la madre de su cuñado. La última media hora, la había pasado sentado a un lado de la mesa del teléfono, debatido entre sus ganas de hablar con Ginny otra vez y sus nervios en punta.

Vamos, no es tan difícil. Sólo levantas el tubo, así. Luego marcas el número, así. Y luego cortas antes de que atiendan, así, para que no sepan que eras tú.

Reprimió sus ganas de darse un golpe en la cabeza. No podía explicar por qué le costaba tanto hacer aquello, si era sólo un llamado telefónico común y silvestre.

Miró el reloj de la pared. Eran las tres. Con un respingo, se dio cuenta de que debería poner el pie en el acelerador si quería llevar a comer a Ginny aquella misma noche.

Con esa idea en su mente, volvió a levantar el tubo del teléfono y marcó los números con decisión. Luego de tres tonos, lo atendieron.

"¿Hola?"

Él no respondió. La voz no quería salir de su garganta.

"Hola", repitieron del otro lado.

"Hola", contestó finalmente. "¿Podrá hablar con Ginny, por favor?", pidió. Hablaba despacio, como si tuviera que pensar detalladamente cada palabra que decía para no equivocarse de sonido.

"Ella no está ahora," la espalda de Harry se arqueó hacia delante y sus hombros se juntaron más a su torso. "¿Quiere que le diga algo?".

"No... no, está bien", atinó a decir. "¿A qué hora puedo encontrarla?".

"No sabría decirle con precisión . salió de compras con la señora Molly esta mañana y ninguna de las dos ha regresado aún".

"Oh, bien. La llamaré más tarde entonces".

"¿Quién habla, por favor?"

"Harry. Harry Potter".

°°°°°

Resultó ser que Molly Weasley era muy indecisa a la hora de comprar, o que tenía una larga lista deseos, pues ella y su sobrina tardaron en volver a casa.

Cuando lo hicieron, cerca de las seis, el ama de llames las recibió en la puerta y las ayudó a ubicar sus compras en la sala.(1)

Las dos mujeres de dejaron caer sobre los sillones y soltaron sendos suspiros, casi sincronizados.

"Había olvidado lo stresante que podía llegar a ser salir de compras contigo, tía", comentó Ginny.

La otra mujer no respondió: estaba demasiado cansada como para hacerlo.

"Creo que tomaré un baño antes de la cena", dijo Molly, de pronto. Se levantó y caminó en dirección al vestíbulo. Antes de salir, se volteó hacia Ginny. "Tú deberías hacer lo mismo, querida", recomendó, emprendiendo la marcha otra vez.

Ginny, que no estaba acostumbrada a tanto formalismo, hizo un gesto con la mano a espaldas de su tía, al tiempo que un Ni que estuviera loca susurrado salía de su boca.

Entonces, entró Julia, el ama de llaves, y se dirigió a ella.

"Señorita, esta tarde ha recibido la llamada de señor Harry Potter, cera de las tres".

La chica sonrió ampliamente al escuchar eso. Había pensado que él tal vez tardaría más en conseguir el número de la casa y llamarla.

"¿Dejó algo dicho?", preguntó con interés.

"No, sólo dijo que llamaría más tarde, como de hecho lo hizo. A las cinco."

Ginny volvió a sonreír, esta vez negando lentamente con la cabeza. Sí que está ansioso.

"La segunda vez dijo que llamaría en una hora, lo cual significa...", en ese momento, se escuchó el resonar de los múltiples teléfonos en la casa, incluido el de la sala, instalado en una mesita cerca del sillón en el que Ginny estaba sentada.

Ella y Julia lo miraron fijamente por un momento, hasta que la segunda caminó resuelta hacia él con la clara intención de atender, al ver que la primera no iba a hacerlo.

"No, deja", la frenó Ginny, antes de que Julia respondiera, poniendo la mano derecha sobre el teléfono. "Yo contesto, gracias", dijo, al tiempo que el aparato volvía a sonar.

Julia se retiró con un Con permiso y entonces Ginny respondió.

"¿Hola?"

"Hola, quisiera saber si Ginny ya ha regresado".

"Sí, la señorita ha vuelto ya. ¿Quién habla ahí?", contestó Ginny, poniendo la voz ceremoniosa que hubiera utilizado un recepcionista en aquellos sofisticados hoteles de París.

"Ehm... Soy Harry Potter, quién ha llamado antes¿recuerda?".

"Oh, sí, recuerdo", y se quedó callada. Podía escuchar la respiración nerviosa del joven al otro lado de la línea.

"Y... Bueno, podría... ¿Hablar con ella?", preguntó, desconcertado.

Ginny no pudo contenerse y rió estridentemente. Cuando se calmó, pudo responder.

"Hola, Harry", saludó, utilizando su verdadera voz.

"¿Eras tú?".

"Ajá".

"Pero qué bromista has salido¿no?".

"No pude evitarlo, lo lamento".

"¿Cómo estás, de todos modos?"

"Bien, gracias. Aunque un poco cansada".

"Oh, creo que mis planes deberán esperar para otro día, entonces".

"¿Qué planes?"

"Bueno... Creí que, bueno, tú sabes..."

"¿Qué?"

"Ehm, bueno, que tal vez nosotros podríamos, bueno..."

"Cuanta introducción. Espero que lo que tengas para proponer valga la pena".

"Bueno, quería saber... si podemos cenar juntos".

Ginny se quedó callada, el tubo en su mano. Aunque Harry había dicho que lo haría, ella jamás había considerado como real la posibilidad de esa comida, y menos tan pronto.

A pesar de es, la idea le agradaba. Y mucho.

"No tengo problema con eso".

"¿De verdad?".

"Por supuesto que no"

"Bien, eso me alegra".

Ginny sonrió tontamente al escuchar ese comentario.

"¿Estaría abusando si te pidiera que fuera esta noche?", preguntó Harry.

"¿Esta noche?".

"Sí, esta noche. Aunque comprenderé que quieras dejarlo para otro día. Me has dicho que te sentías un poco cansada."

La chica consideró sus palabras. Era cierto, estaba exhausta, pero tenía muchísimas ganas de volver a verlo, en una situación menos comprometido que la última. Aunque no iba a morirse si no salí con él es noche, aceptó su invitación gustosamente.

"¿Está bien si paso a buscarte a las ocho?"

"Sí, perfecto"

"Bien. Entonces te veo luego¿si?"

"¡Pero si no tienes la dirección!"

"No te preocupes, se la pido a Ronald".

"No. No lo metas en el medio, por favor. Anota".

°°°°°

Nerviosa, sin saber exactamente por qué, salió del baño a las siete y diez.

Le había avisado a si su tía que no cenaría con ella aquel día hacía un rato, cuando había subido las escaleras en dirección a su cuarto. Molly había preguntado, evidentemente, a dónde tenía pensado ir, puesto que no tenía conocimiento de que Ginny tuviera amigos en Toulouse.

"Voy a comer con... alguien", había respondido ella, evasiva.

Molly había levantado una ceja en señal de sospecha, pero Ginny no había revelado nada más.

"Bien. Dile a Harry que envíe saludos a su casa de parte mía¿si?".

Abrió el armario y suspiró. Debía encontrar, entre lo poco que había llevado, algún atuendo adecuado para la situación.

Seleccionó varias mudas, pero todas le parecían demasiado informales, a pesar de que no tenía idea de dónde irían a cenar. (Pero estamos en Toulouse, y es de noche, pensó.)

Finalmente, luego de diversas evaluaciones, se quedó con dos opciones: podía utilizar una pollera negra de satén (que le llegaba un poco más debajo de las rodillas), con una blusa azul de Lycra, con unas sandalias abiertas a juego; o, en su defecto, tenía como opción una amplia pollera colorada, ribeteada y bordada con estilo hindú y una remera negra con escote en V (Bastante generoso para una primera cita, pensó). Ninguna de las dos opciones terminaba a de convencerla. Después de pasar más de veinte minutos frente al espejo, muy indecisa (más de lo que ella misma podía soportar estar), decidió que lo mejor sería pedir consejo a Molly: no conocía a nadie que tuviera más estilo que su tía.

Salió de su cuarto y caminó por el pasillo hasta que llegó a la habitación de Molly: tocó la puerta y su tía apareció detrás de la misma.

"¿Pasa algo, querida?", preguntó, poniéndose un aro dorado en la oreja derecha.

"Sí. No sé qué demonios podemos usar, porque no sé a dónde iremos.-

"Oh. Este es un claro caso para Súper Molly". Las dos rieron con ganas ante el comentario y caminaron de nuevo al cuarto de Ginny.

Una vez allí, Molly evaluó lo que su sobrina había considerado como posibilidad.

"Mmmm...", vaciló, mirando detenidamente los conjuntos. "No están mal, pero creo que no es lo indicado. ¿Dónde está el vestido que compramos hoy?".

"¿Vestido?. ¿Qué vestido?", preguntó Ginny, confundida.

"El vestido azul, Ginny".

"Oh". Lo había olvidado. Aquella mañana, Molly se había empeñado en comprárselo, pero ella no estaba muy contenta con la idea (no porque no le gustara la prenda, sino porque no le agradaban los obsequios que no tenía una razón específica). Supuso que por eso no lo había considerado siquiera como posibilidad. "Está abajo, supongo".

"Iré por él", anunció la mujer, y salió del cuarto.

Mientras esperaba que su tía regresara, Ginny revisó el maquillaje que tenía disponible, corroborando que tenía lo necesario. Luego, cepilló su cabello, para que el mismo no se secara como quisiera y luego ella no tuviera que batallar contra una bola enredada de pelos.

A las ocho menos cinco, Molly estaba dando el visto bueno a su apariencia:

Había optado finalmente por el vestido. La parte superior era bien ajustaba al cuerpo, si mangas. Luego, a partir de la cadera, la tela aumentaba para dar paso a una falda que se extendía en corte evasse, hasta las rodillas de la muchacha.

Sus pies estaban calzados en unos zapatos negros, que tapaban los dedos y los talones, pero no el empeine.

Como accesorios, Ginny llevaba un collar de cuentas negro y un sobre también negro como cartera.

Se había maquillado poco, utilizando delineador negro para los ojos y un leve toque de sombra azul para sus párpados.

Su cabellos, finalmente dominado, estaba sostenido en un prolija cola de caballo, no demasiado tirante.

"Te ves maravillosa", elogió Molly, dando aplausos pequeños y emocionados.

°°°°°

Estacionó el auto frente a la casa y apagó el motor. Respiró profundo un par de veces y bajó. Oprimió el botón de la alarma en el control remoto en su mano y la misma se accionó, provocando un ruido mecánico con el cual las trabas de seguridad bajaron, asegurando las puertas.

Caminó, vacilante, despacio. Subió los escalones de piedra y se encontró frente a la puerta. Con un último suspiro, como si estuviera tomando coraje, tocó tres veces la puerta con la gran arandela dorada dispuesta para tal fin y esperó. Segundos más tarde, el ama de llaves abrió.

"Buenas noches", saludó la mujer, cordial.

"Buenas noches", respondió él. "Vengo a buscar a Ginny", anunció, para luego tragar fuerte.

El motivo de tal comportamiento, era que Harry estaba más nervioso que nunca. No podía recordar una ocasión en la que hubiera tenido que procesar tanto mentalmente sus acciones antes de llevarlas a cabo. No sabía qué era lo que había ocurrido esa vez, pero tampoco estaba demasiado interesado en averiguarlo: en cierto modo, se sentía... bien.

"Le avisaré. Pase, por favor", invitó, abriendo la puerta y cediéndole el paso.

Harry entró en la casa y se quedó parado en el vestíbulo, sobrecogido, como si él mismo no hubiera vivido en una casa muy parecida a esa la mayor parte de su vida, mientras Julia se retiraba escaleras arriba.

Unos minutos más tarde, Julia volvió a bajar del piso superior, pero no se detuvo a decirle nada: siguió su camino directamente hacia la cocina. Casi inmediatamente después, Molly bajó también las escaleras.

"Hola, Harry, querido", saludó, dándole un coqueto beso en la mejilla. "Ginny baja enseguida".

"Gracias".

Y entonces, en el descanso de las escaleras, apareció ella. Involuntariamente, Harry abrió la boca en un gesto de incredulidad.

Ginny bajó las escaleras y se reunió con él.

"Hola", saludó.

"Ho-Hola", respondió él, para luego cerrar la boca.

"¿Vamos?".

"Sí, sí. Vamos".

°°°°°

1: A pesar de que no conozco el real, el Toulouse de esta historia deben imaginarlo como las áreas residenciales australianas: casonas unifamiliares, con mucho pero mucho espacio verde en medio de ellas. Gente pudiente vive en este Toulouse, si lo quieren poner así.

Gracias a SpyWitch, jamesandmolly, RosAngels, Ana y a kikadlc por sus reviews en el capitulo anterior.

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Adío!