Todo lo que ya hayan leído en los libros de JK Rowling es pura y exclusivamente suyo. Lo demás, es completamente inventado, inspirado por el trailer y las fotografías promocionales de "Elizabethtown", película de Cameron Crowe. Sin fines de lucro.

7. ¡Acoso!

Una vez arriba del avión, Harry tuvo la posibilidad de meditar acerca de todo lo que le había sucedido la semana anterior.

Le resultaba difícil de creer que apenas ocho días antes, su madre lo hubiera contactado para comunicarle que su padre ya no estaba entre ellos y que él tenía que viajar al corazón franco para darle el último adiós. Pero lo que le resultaba aún más difícil de creer, era que apenas ocho días antes había conocido a Ginny.

Simplemente, era inexplicable el modo en que ella lo había salvado de pasar la peor semana de su vida mediante el simple y generoso acto de acompañar a su tía a un velorio. Si eso no hubiera pasado, ninguno de los hechos subsiguientes hubiera acontecido y él estaría sumido en la más profunda de las depresiones por la temprana pérdida de su padre. Harry entendía aquel como un simple y maravilloso acto del destino.

Desde lejos, le llegó la voz de la azafata dando las indicaciones para el despegue, que él ya sabía de memoria. Salidas, cinturones, no se levante, mascarilla de oxígeno. Cada vuelo igual al anterior.

Sonrió con amargura mientras veía las marcas de pintura en la pista de despegue pasar más y más rápido a través de a ventanilla. Su vida había sido como una seguidilla interminable de despegues. Monotonía en estado peligrosamente puro.

Una infancia vivida en una de las ciudades más aburridas y poco apropiadas para un niño, asistiendo a uno de los colegios más conservadores y estrictos de toda Francia. Suponía que se había salvado de ser un magnate serio y aburrido gracias a la compañía de su hermana y a la posibilidad de viajar de vez en cuando, conociendo así nuevos paisajes, que les otorgaba el trabajo de su padre.

Sin poder evitarlo, volvió a recordar a James con melancolía. Resultaba paradójico que el hecho que él ya no estuviera lo hubiera llevado a Toulouse y, por lo tanto, a conocer a una mujer tan especial como la que era Ginny. Resultaba paradójico que, una de las peores sensaciones de su vida lo hubiera conducido a una de las mejores.

Se sorprendió ante ese pensamiento, mientras sentía el suelo del avión temblar por el trabajo de las turbinas. ¿Ya consideraba el haber conocido a Ginny como una de las mejores sensaciones de su vida? Se preguntó si eso no era algo exagerado, dado el estado de su relación con ella. Después de cortos e ínfimos segundos, se respondió que no. Más allá de que si las cosas pasaban a mayores con ella o no, Harry estaba seguro de que a esas alturas ya habían forjado el inicio de una buena amistad que no tenía por qué no continuar en el tiempo. Los dos se entendían más que bien y pasaban muy buenos momentos juntos.

Con una sonrisa inconsciente, Harry rememoró las salidas que habían compartido. Una cena acartonada, Pulp Fiction, Reservoir Dogs, Kill Bill. Definitivamente, la que menos había disfrutado había sido la primera.

-.-.-.-.-

Después de que los hubieran cambiado de mesa, podía decirse que las cosas habían mejorado considerablemente.

Ya habían cubierto el tema del lujo del local, que luego los había llevado a uno más general: la elegancia de la ciudad.

"Es un buen lugar para pasar las vacaciones" comentó Ginny, para luego llevarse a la boca el tenedor cargado de su salteado de verduras de huerta. Cuando tragó, volvió a hablar. "Aunque es algo complicado elegir lo que uno va a usar cuando sale". Soltó un suspiro. "Hasta los árboles te observan. Esta copa está evaluándonos en este preciso momento" agregó.

"Cuidado, puede que no le gustes y te haga echar de aquí" respondió él, alzando las cejas en un falso gesto de preocupación. Tomó su copa de agua, la llevó al nivel de la boca y la observó detenidamente. "Sí, sin cámaras" comentó dejándola de nuevo en su lugar.

"Ja, ja" fingió reír Ginny. "En serio. Es el modo en que me sentí esta tarde, mientras estaba de compras con mi tía. Es el modo en el que me sentí ayer por la tarde. Y, en cierto punto, es el modo en el que me siento ahora" contó, mientras levantaba su copa de vino. "Es como si quisieran asegurarse de que nadie que no pase por su control de calidad se mezcle con ellos" reflexionó, antes de tomar un poco de Square.

"¿De verdad somos tan crueles?".

"Bueno, no todos. Tú no, tu hermana tampoco, ni mi tío. Tu madre y mi tía sí, por ejemplo" explicó, volviendo a cargar el tenedor de comida.

"¿Mi madre?" preguntó él, haciendo lo mismo, con el entrecejo fruncido. No le había molestado, pero esa apreciación le llamaba la atención.

"Ajá" asintió Ginny. "No estoy diciendo que sea una mala mujer. Eso no puedo saberlo, porque no la conozco, evidentemente. Pero lo que sí sé es que, definitivamente, está en el círculo".

"¿El círculo?".

"Sí, el círculo. Yo creo que es algún tipo de secta, o algo por el estilo".

"¿Secta¿Mi madre está en una secta?" preguntó él, reprimiendo una risa.

"Bueno, la palabra secta suena bastante agresiva. No es eso a lo que me refiero". Tomó otro sorbo de cada copa, la de vino y la de agua. "Hay algún tipo de embajadoras que deciden quién entra al círculo de Toulouse y quién no. Como si fuera un casting, o algo así" dijo, apoyando los antebrazos sobre la mesa e inclinándose levemente hacia delante, entrecerrando los ojos.

Harry hizo lo mismo y le habló en un susurro: "¿Es algún tipo de institución? Puedo mover mis contactos y hacerte entrar a la secta de las embajadoras si quieres. Después de todo, mi madre parece ser una de las cabecillas. ¿Quieres?".

Ginny se rió suavemente y volvió a reclinarse en su silla. Tomó la copa de vino de nuevo y la sostuvo entre sus manos un momento, mirando a Harry. "Por supuesto que no" negó. "Si quiero un lugar, lo conseguiré por mí misma" agregó, levantando la barbilla. "Pero no lo quiero. Si eso existiera en realidad, jamás se me cruzaría por la cabeza intentar ser una de ellas" aclaró, y después volvió a tomar un poco de Square para luego dejar de nuevo la copa en su lugar.

Harry la miró un momento antes de responderle. "Me alegra".

ººººº

Saliendo del cine de nuevo, Ginny parecía estar más contenta aún que la noche anterior. Reservoir Dogs la había dejado en un estado aún más grave que el que había sufrido luego de Pulp Fiction.

"Qué película…" comentaba, aún en un estado de estupefacción indescriptible, mientras volvían a caminar por el centro. "No puedo creer que no la hubieras visto antes. ¿Te gustó?".

"Ajá" asintió Harry. "Mucha inventiva".

"¿Sabes?. Estuve pensando sobre lo que te dije el otro día" dijo Ginny después de unos momentos de silencio. "¿Sobre la Secta de las Embajadoras?".

"¿Sí¿Qué pensaste?"

"Que ellas son así porque les hicieron lo mismo cuando llegaron aquí".

"¿Qué?"

"Cuando mi tío se casó con mi tía, ella no era más que una ejecutiva común y corriente, tan humilde y anónima como lo es mi madre o como lo soy yo en este momento. Pero él era un consagrado escritor, famoso y adinerado que la trajo a vivir aquí, a esa casa gigante. Seguramente, antes de éste, hubo otro Club de Embajadoras que evaluaron y consideraron si ella era digna de este lugar o no. Y, conociendo a mi tía, ella hizo todo lo posible por encajar, a pesar de que lo más probable es que haya tenido que actuar como alguien más, como le decían que tenía que hacerlo". Harry meditó sus palabras y, antes que pudiera responder algo, ella volvió a hablar: "Y ellas intentan hacer lo mismo con cada mujer que llega aquí. No puedo explicarte la cantidad de instrucciones que me dio mi tía la noche que salimos a cenar. Siéntate de tal modo, Déjalo hablar, no le interrumpas, No comas demasiado y hazlo lentamente, bla, bla, bla".

"¿Tú hiciste todo eso?" preguntó Harry con una media sonrisa, deseando poderosamente que su respuesta fuera no.

"Por supuesto que no" negó ella rotundamente, simulando una gran ofensa de su parte. "Sino no estaría aquí contigo, por ejemplo".

"¿Cómo?".

"Regla número uno: nunca te muestres interesada" recitó.

Harry sufrió un shock. "¿Violaste la regla número uno¿Estás violándola ahora?".

Ginny no le respondió. Sólo se acercó un poco más y le dio un suave y sugestivo beso en la comisura de la boca. Luego se separó un poco de él y lo miró con una sonrisa seductora. "¿Qué crees tú?".

"Creo que debo impedir que sigas haciendo eso".

-.-.-.-.-

"¿Se le ofrece algo, señor?" la voz de una azafata lo devolvió al presente.

Harry giró el cuello para mirarla y recordó, con un flash, la primera vez que había visto a Ginny.

"No, gracias" declinó con un gesto de su cabeza.

ººººº

Llegó a su casa y desempacó rápidamente. Se dio un baño para despejarse del vuelo y luego decidió dormir un rato antes de ir al estudio.

Dos horas más tarde, cerca de las ocho de la mañana, ingresó al vestíbulo de Potter/Williams.

"Buenos días, Rachel" saludó a la recepcionista.

"Buenos días, señor. Ehm… ¿Señor Potter?" llamó.

"¿Sí?" respondió él, girándose de nuevo hacia ella.

"Quería decirle que lo lamento mucho" dijo, con un gesto de compasión.

Harry frunció el entrecejo, pero decidió ser cortés respondiendo con un gracias. Luego siguió el camino a su oficina, en el tercer piso del edificio. Antes de llegar a la misma, saludó a Emily, su secretaria, que le dio sus correspondientes pésames, en el mismo dramático tono que lo había hecho Rachel. Él volvió a responder educadamente y siguió con su ruta original, deseando no cruzarse a más secretarias que estuvieran esforzándose por ganarse su simpatía.

Al entrar a su oficina, encontró a Richard esperándolo allí.

"Bienvenido, compañero" recibió jovialmente. "¿Cómo estás?".

"Bien" aseguró él. "Bien" repitió.

"¿Seguro?".

"Sí, Richard, estoy seguro" confirmó, caminando a su escritorio para luego sentarse tras él.

"Bueno, si tú lo dices… Tengo que dejarte porque tengo una cita dentro de diez minutos con un cliente. Tu agenda la tiene Emily, con todas las citas que se concretaron y toda la información que necesitas, con los documentos y, bueno, todo".

"Ahora se la pido. Gracias, Richard".

"Cualquier cosa que necesites, sólo tienes que llamarme. Estoy en mi oficina".

"Gracias".

Observó a su amigo salir del cuarto y luego oprimió el botón del intercomunicador para pedirle a la secretaria que le alcanzara su agenda. Ella lo hizo y volvió a mirarlo con pena. Él simplemente decidió ignorar eso y concentrarse en lo que tenía que hacer.

ººººº

Esa mañana cerró dos de los cuatro divorcios por común acuerdo que tenía pendientes y tuvo una entrevista con una de las clientes que demandaba a su esposo por adulterio y la parte demandada. Estuvo dos horas y media en la sala de juntas y, finalmente, él y el otro abogado no habían podido sacar nada en limpio: sus dos clientes querían quedarse con la casa en Mallorca, los dos querían quedarse con los dos Mercedes (aunque tranquilamente podrían haber conservado uno cada uno), la mujer exigía una pensión descomunal en concepto de la manutención de sus dos hijos y los dos querían el equipo de audio Home Teather más la colección completa de películas, que ascendía a más de doscientos títulos. Ninguno de los dos quería ceder y eso había llevado a un griterío descomunal que, según se enteraría después, se escuchó hasta el vestíbulo del edificio.

Cansado y con la cabeza partiéndosele en dos, agradeció el momento en que el reloj marcó las doce y media y él pudo salir a almorzar fuera del estudio. Volvió cuarenta y cinco minutos más tarde, para recibir a la millonaria cliente de la demanda por acoso.

Nada en el mundo hubiera podido prepararlo para el impacto nervioso y psicótico que sufrió al verla entrar en su oficina. En ese momento, hubiera dado todo por volver a la sala de juntas con el matrimonio Adams.

Caminando pausadamente y taladrándolo con los ojos, Hermione Granger atravesó el despacho y se sentó elegantemente en la silla destinada a los clientes frente a él.

"Hola" dijo, pestañeando mucho más rápido de lo normal y mostrándole todos los dientes en una sonrisa exagerada.

"¿Qué estás haciendo aquí?" fue lo único que él fue capaz de articular.

Hermione y él se conocían desde antes de esa entrevista, como es evidente. La joven había sido compañera de escuela de Beth y, por consiguiente, también vivía en Toulouse cuando era una adolescente. Sin embargo, habían dejado de tener contacto cuando ella había partido, luego de terminar el colegio, a los 17, en busca de una oportunidad en el mundo del espectáculo.

Harry no había vuelto a tener noticias suyas, sino hasta cuatro años antes, cuando se habían encontrado en una lujosa fiesta en Londres. Él había asistido como invitado de una de sus clientas.

Resultó ser que Hermione había probado suerte sobre las tablas sin tener respuesta alguna por parte del público. Por lo tanto, había buscado suerte bajo el escenario, pero tampoco había tenido suerte. Pero, inexplicablemente, estaba allí como la directora de la actriz que estaba ofreciendo el festejo. Harry no pudo explicarse eso, pero no se le ocurrió preguntar en ese momento. GRAN error.

Muy por el contrario, había entablado conversación con ella con gran soltura y simpatía. Demasiada. Una copa por aquí, una copa por allá y, de alguna forma, los dos habían terminado enredados en un cuarto de la gran mansión en la que se estaba desarrollando la fiesta.

Horas más tarde, Harry se enteraría que Hermione no sólo era casada, sino que lo estaba con un gran productor de teatro. Bingo. Era esa la razón por la que ella, a pesar de su escaso (y casi inexistente) talento había llegado allí.

Con horror, Harry se había dado cuenta de lo que eso significaba: su ascendente carrera como abogado peligraba si alguien llegaba a saber de ese encuentro. (Podía leer los titulares: Harry Potter, abogado, en relaciones idílicas ilegales con una casada). Y la reputación y status de ella también, puesto que su marido era un anciano muy celoso. Ante eso, los dos acordaron que saldrían de la habitación lo más disimuladamente posible y se acoplarían a la fiesta poniendo cualquier excusa por su ausencia.

Después de esa noche, Harry procuró no volver a tener contacto con ella y eso se le hizo bastante fácil, puesto que parecía ser que Hermione tampoco quería saber nada más, ya que nunca volvió a intentar comunicarse. Hasta ahora.

Ahora Hermione, así como así, aparecía sin más en su despacho, luego de aquel mal trago.

"Veo que no has perdido tu caballerosidad" comentó irónicamente ella, ante su recibimiento.

"No tengo tiempo para esto" respondió él bruscamente. "¿Qué es lo que estás haciendo aquí?".

"Bien, te lo diré. He venido a visitarte, bonito" declaró descaradamente, mientras se levantaba de su silla y rodeaba el escritorio para inclinarse sobre Harry.

Él la miró horrorizado y se levantó rápidamente, huyendo del contacto y alejándose lo más posible de ella. "¿Qué te has vuelto loca?".

"Para nada, querido" negó ella, volviendo a acercarse. Harry volvió a retroceder, caminando hacia atrás.

"Pues lo parece" dijo, dando más pasos tratando de mantenerla a una distancia prudente. Creyó que la respiración se le cortaba cuando sintió la pared sobre su espalda y vio a Hermione avanzando peligrosamente hacia él.

La mujer volvió a sonreír como si tuviera ganas de comérselo y detuvo sus pasos frente a él. Le pasó un dedo por la mejilla y el volteó la cara. "No trates de escaparte de mí".

"Sería bueno que me explicaras que es todo esto" dijo Harry, tratando de ganar tiempo mientras evaluaba su posición: no tenía forma de escapar. "Creí que esa noche nos había quedado claro que a ninguno de los dos nos convenía que nadie se enterara de lo que había sucedido y ahora te apareces en mi oficina como si nada. ¿Qué pretendes?".

"Sólo un poquito de atención" respondió ella, deslizando su ardiente dedo por su pecho.

Harry decidió que era suficiente y la tomó por los hombros para empujarla hacia atrás, permitiéndose caminar lejos de ella. "Sería mejor que dejaras de hacer eso" dijo, tratando de respirar con normalidad de nuevo, pero se le estaba haciendo difícil. "Recuerda que estamos en mi estudio y que tu esposo debe estar esperándote abajo".

"Ah, ah, ah. Ya no más" negó ella, mostrándole su mano derecha, desnuda. "El viejito se cansó de mí".

Harry abrió la boca con terror. ¿Cómo haría ahora para sacar a una muy entusiasta Hermione Granger de su despacho?

ººººº

Gracias a tabatas, Alkas, sanarita31, Ginny Potter W, Kiiandy Black, jamesandmolly y a amsp14 por sus reviews en el capitulo anterior.

¡Hola, muchachada!. ¿Cómo están todos?. Espero que muy bien.

Yo estoy reportándome una vez más desde Atlántida, esta vez con un dolor de cabeza insoportable (creo que deberé dejar de poner como excusa mi salud, o generaré real preocupación…), aunque sigo parándola de lo mejor.

No tengo mucho para comentar acerca de este capitulo; sólo que extrañé a Ginny, aunque ella estuvo bastante presente.

Toda sugerencia, critica, tomatazo, ramo de flores (?) será recibido cordialmente en ese pequeño lugarcito que se llama review, al que pueden acceder con un simple click en GO. Ojalá hayan disfrutado el capitulo. Gracias a todos por haber leído!

Un beso muy grande a todos.

Adío!