Todo lo que ya hayan leído en los libros de JK Rowling es pura y exclusivamente suyo. Lo demás, es completamente inventado, inspirado por el trailer y las fotografías promocionales de "Elizabethtown", película de Cameron Crowe. Sin fines de lucro.

9. Click

La noche del miércoles, Harry no pudo dormir bien. Se despertaba cada cortos intervalos de tiempo y le costaba volver a conciliar el sueño. Estaba nervioso. Mucho más nervioso de lo que recordaba haber estado en algún momento de su vida (incluso más que la noche en la que había salido con Ginny por primera vez). Y eso se debía a que al día siguiente, jueves, por la mañana, debería recibir a Hermione otra vez en su despacho.

Por un lado, estaba tranquilo porque Richard iba a estar con él, pero tenía la desagradable sensación de que algo podía llegar a salir mal por cualquier motivo y las cosas ya no podrían solucionarse.

Trató de despejar su mente de esas cosas cuando se acostó por quinta vez en la cama, luego de haber recorrido el cuarto de un lado al otro infinidad de veces. Miró al techo, pensativo. Estaba volviendo a entrar en terreno pesimista cuando alargó la mano y tomó el control remoto para encender el televisor. Hizo zapping por la siguiente media hora, buscando algo que lo distrajera y, si era posible, lo ayudara a dormir.

Cuando sintonizó una entrevista a Quentin Tarantino, su mente viajó inmediatamente a la residencia Weasley en Toulouse. Se preguntó si Ginny estaría durmiendo ya, o si estaría aún despierta. Se preguntó si ella pensaba en él con tanta frecuencia como él lo hacia en ella. Se preguntó si lo extrañaba tanto como él a ella. Y, por último, se preguntó qué pensaba ella con respecto a su extraña relación.

Mientras más lo pensaba, más confundido se sentía. No sabía cómo explicarlo, pero no tenía la más mínima idea de cómo se sentía él con respecto a su extraña relación.

A ciencia cierta, sabía sólo dos cosas. La primera de ellas, que apreciaba mucho a Ginny y que, definitivamente, sentía algo por ella. No podía catalogarlo, pero estaba completamente seguro de eso. De otro modo, se dijo, no la extrañaría tanto. Y tampoco estaría pensando en esto ahora. Lo segundo que sabía, era que disfrutaba como pocas cosas el tiempo que pasaba con ella. Hasta ese momento, el mismo había sido extremadamente poco, pero de todos modos Harry era conciente de que esperaba con ansias descomunales el momento para verla otra vez, y eso le indicaba con claridad que aquella no era una relación que él quisiera dejar en una blanca amistad.

Pensando en eso, apagó el televisor y se movió en la cama, sintiendo sueño por primera vez en la noche. Miró a través del ventanal la lluvia caer, el cielo encapotado, lleno de nubes negras arremolinadas. Un relámpago brilló peculiarmente y el trueno correspondiente no se hizo esperar. El vidrio del ventanal tembló ligeramente.

Cerró los ojos y dejó que su mente siguiera trabajando, mientras el sueño terminaba de llegar. Se preguntó porqué tenía tanto miedo de avanzar un pequeño paso más y convertir aquello en algo más comprometido que lo que era en esos momentos. Le era inexplicable la sensación que bullía en su pecho cada vez que hablaba con Ginny por teléfono, cada vez que pensaba en ella o cada vez que recordaba las salidas que habían compartido.

Con impotencia, se reprimió por tener pensamientos tan adversos. No le cabía ninguna duda acerca de lo que sentía por ella, pero a la vez le escapaba a las palabras de esa parte de su cerebro que le decía que tenía que apurar las cosas antes de que fuera demasiado tarde. No podía comprender porqué sentía la necesidad creciente de tenerla cerca, cada minuto que pasaba más y más, y, al mismo tiempo, el acto reflejo de alejarla no queriendo asumir el compromiso que en realidad quería asumir.

Suponía que en esos precisos momentos se estaba desarrollando una batalla campal entre la parte sentimental e impulsiva de su cabeza y el bando científico y racional. Y, lo peor de todo, era que él no tenía muy claro de qué lado estaba.

El problema era que las dos partes tenían puntos a favor y puntos en contra. Harry podía dejar de pensar y dejarse llevar por el impulso que le pedía a gritos que le dijera a Ginny todo lo que sentía, y así concretar aquello que rondaba por su mente desde la primera noche que habían salido juntos. Pero¿y si las cosas iban mal? Harry había perdido la cuenta de todas las relaciones frustradas que había vivido a lo largo de su vida y, realmente, ya no quería que volviera a suceder. Sabía que las mujeres con las que él había estado no la habían pasado bien después de que terminaran y, si tenía que ser sincero con él mismo, él la había pasado terriblemente mal. Harry no quería tener que volver a pasar por eso y, sobre todas las cosas, no quería que Ginny lo hiciera. Aunque, por otra parte, sabía que su relación podía avanzar y nada tenía porqué salir mal. Claro que, dada su experiencia, Harry era conciente de que eso no solía suceder en la vida real. Sabía que el amor era lo suficientemente doloroso como para pasar noches en vela pensando en qué era lo que debía hacer con tal de no volver a caer en sus garras y los martirios que le tenía preparados.

Volvió a girarse en la cama, de modo que ya no vio la luz de la luna colándose por a ventana, sino su resplandor contra la pared. Todo era demasiado complicado como para actuar en forma impulsiva y, además, ninguno de los dos era ya un adolescente como para hacerlo.

Una oveja, dos ovejas. Ya no quería pensar en eso. Tenía la sensación de que cuanto más lo hiciera, más lejana estaría la solución al dilema. Tres ovejas, cuatro ovejas. Pero la imagen seguía colándose en su mente una y otra vez. Cinco ovejas. Los dos, en medio de Toulouse, completamente solos. Seis ovejas. Ginny acercándosele y depositando en sus labios un corto pero muy sentido beso. Una sensación muy agradable recorriéndole la espina dorsal de principio a fin, envolviéndolo. ¿Cuántas ovejas? Cómo deseaba que aquello se repitiera… Una oveja, dos ovejas, tres ovejas, cuatro ovejas… Los dos, en algún lugar de la Tierra, completamente solos. Cinco ovejas, seis ovejas… siete… Un largo y muy sentido beso. Un largo beso. ¿Cuántas ovejas? Completamente solos. Ocho, nueve, diez. Millones.

ººººº

Tamborileaba nerviosa y ansiosamente la superficie del escritorio con los dedos de la mano izquierda, un codo sobre el apoyabrazos y la barbilla sosteniéndose en la mano derecha. Un gesto desesperado se evidenciaba en sus ojos, que miraban fijamente el reloj colgado en la pared. 8:50. Richard no llegaba.

El ruido del intercomunicador lo distrajo. La voz de Emily se escuchó, distorsionada por el sistema electrónico: "¿Señor Potter? El señor Williams quiere hablar con usted por la línea tres".

Saliendo de su profundo trance de histeria, Harry no se molestó en responderle a su secretara y levantó rápidamente el tubo del teléfono. Habilitó la línea tres y habló desesperadamente: "¡Richard¡¿Dónde estás!".

8:52. "Harry" dijo Richard del otro lado, muy bajo y con voz áspera. "Harry, estoy en mi casa" respondió lentamente.

"¡En tu casa!" repitió Harry, con el corazón en la boca. "¿Qué estás haciendo en tu casa¡Hermione estará aquí en menos de diez minutos!".

"Es-… Estoy… en-… Estoy enfermo, Harry. ¡Achuz! (1). No… no voy a poder ir… a la oficina hoy" explicó, hablando con mucha dificultad.

"¿Qué!" exclamó Harry, horrorizado. No… no podía ser. No podía estar pasándole eso. No, no, no, era imposible.

"Lo… Lo la- lamento, Harry. De… de ver-dad. Ayer… salí sin- sin el auto… y la lluvia me… me… ¡Achuz!… en- encontró en… en la mitad de-… la calle. No-no puedo" intentó disculparse Richard, con la voz cada vez más débil y a un ritmo más y más lento.

8:54. Harry ablandó su gesto, comprendiendo lo que sucedía, pero seguía completamente aterrorizado. ¿Qué iba a hacer ahora? La voz de Richard le llegó de nuevo desde el otro lado de la línea telefónica: "Has… has lo que- lo que creas con… conveniente, Harry. Lo- lo dejo en tus ma… manos" dijo, con un último aliento.

Harry se pesó una mano por el cabello, sin saber cómo reaccionar. Suspiró profundamente, preguntándose qué era lo que iba a hacer para sobrevivir a la segunda visita de Hermione Granger a su oficina. 8:56. "Está bien, Richard, no te preocupes" dijo al fin, luchando por contener la desesperación que seguía acumulándose en su pecho. "Sólo quédate en casa y yo… bueno, yo ya veré qué hacer" agregó, resoplando fuertemente. "Mejórate" deseó, antes de colar sin esperar una respuesta.

Apoyó las manos sobre el escritorio y cerró los ojos con fuerza, pensando a diez millones de revoluciones por segundo. No se le ocurría qué artilugios podía emplear para liberarse de esa complicadísima situación. Podía llamar a alguno de los residentes para que reemplazara a Richard. 8:58. No, no podía hacer eso. Todos ellos estaban ocupados y, además debería explicar el porqué de su repentina decisión, puesto que no solía invitar a entrevistas conjuntas a los residentes.

8:59. Tan sólo un minuto y su verdugo atravesaría la puerta. 8:59:10. Podía huir, nadie tendría porqué notarlo. 8:59:20. Podía esconderse en el piso inferior, diciendo que tenía que hacer una inspección urgente en el sector de los residentes. 8:59:30. Podía cerrar la puerta con llave, para que nadie pudiera entrar. 8:59:40. Podía decirle a Emily que mintiera, que dijera que esa mañana no había ido a trabajar. 8:59:50. Podía esconderse bajo el escritorio. 8:59:55. Sí, sí, eso haría: se escondería bajo el escritorio.

"¿Señor Potter?". Harry dio un salto hacia atrás, sorprendido, golpeándose la pantorrilla derecha con el borde de la silla. Un dolor punzante se extendió desde el lugar del impacto hacia el resto de la pierna, haciéndole trastabillar. "La señora Granger va camino a su oficina" comunicó la secretaria a través del intercomunicador.

Un segundo después, la puerta de la oficina se abrió y Hermione Granger apareció tras ella. Harry tuvo la sensación de que sus pulmones dejaban de funcionar en ese preciso instante.

ººººº

Ginebra Molly Weasley (2), más conocida como Ginny, despertó poco después de las nueve de la mañana el día jueves.

Remoloneó un rato en la cama, reticente a levantarse. Dio varias vueltas sobre el colchón, tratando de encontrar una posición agradable, aún con los ojos cerrados. No quería abrirlos. Tenía el presentimiento de que, si lo hacía, la imagen de aquel delicioso sueño se borraría de su memoria.

Volvió a moverse sobre las sábanas, recordando. Aún podía verlo claramente: ella y Harry, en el medio de una torrencial tormenta, empapados hasta la médula, dándose un colosal y grandioso beso.

Alguien golpeó la puerta, distrayéndola de sus pensamientos. "Pase" indicó, sin abrir los ojos aún. La última voz que quería escuchar a esas horas de la mañana le respondió: "Buen día" saludó Ronald, de mala gana según le pareció a ella. "Tu madre está al teléfono" avisó, y luego cerró la puerta.

Ginny abrió los ojos al fin y se levantó rápidamente. Tomó la bata azul que estaba a los pies de su cama, se la colocó y bajó las escaleras con paso ligero. Atendió en el teléfono inalámbrico que estaba instalado en una pequeña mesa a un lado de la escalera en el vestíbulo.

Habló con su madre un rato, contándole de las cosas que había hecho durante su estadía en Toulouse y de lo bien que estaba pasándola con sus tíos. Cuando su madre preguntó por cierto muchacho del que tu tío habló, Ginny dio un panorama general de lo que estaba pasando por esos días con Harry, aunque sin ahondar en detalles. No quería hacerlo por el momento.

Después de cortar la comunicación, se dirigió a la cocina, desde donde le llegaban las voces de sus tíos. Con cierta sorpresa, encontró a Beth allí, sentada junto a su primo.

Saludó a todos y se sentó con cierta reserva en una esquina de la mesa, sintiéndose incómoda y descolocada en aquel contexto. Unos minutos después, notó que, claramente, los demás habían interrumpido su tópico cuando ella había llegado. Se levantó disimuladamente y estaba por atravesar la puerta cuando la voz de Beth le llegó a los oídos.

"Espera, Ginny" dijo ella, levantándose. "¿Puedo hablar contigo un momento?" consultó, caminando hacia ella.

Ginny la miró con duda un momento. ¿De qué querría hablar con ella? Pero aceptó inmediatamente: "Sí, seguro".

Las dos salieron de la cocina y caminaron en silencio a la sala de estar. Se sentaron en un sillón de dos cuerpos y Beth no tardó en hablar: "Verás, esto va a resultarte un poco extraño, pero de todos modos tengo que preguntártelo" empezó. "¿Tú quieres a mi hermano?" preguntó de sopetón.

Ginny abrió mucho los ojos, realmente sorprendida por la pregunta y por lo directa que había sido la otra muchacha. Tardó un par de segundos en reaccionar. "Ehmm… Bueno, yo…" balbuceó, sin saber qué decir. "¿Por qué lo preguntas?" quiso saber, intentando evadir la pregunta y, al mismo tiempo, ganar tiempo para pensar qué responder.

"Te lo diré una vez que me hayas respondido" aseguró Beth, hablando tranquilamente. "¿Entonces¿L quieres o no?".

Inconscientemente, Ginny se alejó un poco de ella, acomodándose en su asiento. Súbitamente, una suave puntada le atravesó el pecho. Ella se llevó una mano a la parte izquierda del mismo, extrañada. Desde allí, una calida sensación se expandió hacia el resto del cuerpo. Frunció el entrecejo, volteando la cabeza en dirección contraria a Beth.

"¿Estás bien?" preguntó Beth, preocupada por aquello.

"Sí, sí" confirmó Ginny, asintiendo automáticamente. Tan repentinamente como había aparecido, aquella sensación desapareció. Volvió a mirar a la hermana de Harry. "No lo sé, Beth, no…" pausó un momento, sintiendo que la calida corriente de antes regresaba. Se quedó callada, tratando de descifrar qué significaba aquello. "Sí… Sí lo quiero" se escuchó decir, aunque no estaba pensando sus palabras. Salían de su boca sin más, sin que ella pudiera detenerlas. "Sí" volvió a asentir, escuchándose más fuerte y ahora más conciente de lo que estaba diciendo.

Se detuvo y volvió a llevarse una mano al pecho. Estaba confirmándole a Beth que quería a Harry, algo de lo que ni ella misma estaba segura. ¿Realmente era así? Ginny, pensó mientras escuchaba a Beth hablar muy despacio, como si estuviera muy lejos de ella y no a su lado. No podía entender lo que le estaba diciendo.

Y cayó en la cuenta. Había dicho inconscientemente, por algún extraño motivo que ya no le interesaba descubrir, lo que realmente sentía: quería a Harry Potter. Aturdida por ese descubrimiento, sintió de pronto que la voz de Beth le llegaba con claridad otra vez: "… porque él no la ha pasado bien en los últimos años. Sólo quería asegurarme de que no estuviera imaginando cosas que no son".

Ginny asintió, sin saber a qué se refería la otra muchacha. "Ajá" dijo, tratando de que no se notara que no la había escuchado.

"Bueno, yo debo volver. Gracias, Ginny" se excusó Beth, levantándose del sillón y caminando hacia la salida.

ººººº

Hermione avanzó peligrosamente hacia el escritorio. Harry se dejó caer en la silla, con el dolor de su pantorrilla incrementándose y los nervios en punta.

Al igual que lo había hecho el lunes anterior, la mujer se sentó elegantemente frente a él y cruzó las piernas sugestivamente. "¿Y bien?" preguntó después de unos minutos de silencio.

"¿Y bien, qué?" respondió Harry a su vez, sin saber a qué se refería ella.

"¿Lo has pensado?" volvió a preguntar Hermione, levantándose de su asiento y comenzando a caminar por el despacho.

"¿Qué cosa?". Empezaba a ponerse impaciente.

Hermione no respondió inmediatamente. Se paseó por la oficina campantemente y se detuvo a estudiar los diplomas de Harry, colgados en sus correspondientes marcos en una de las paredes. Luego, se volteó hacia él y caminó en dirección al escritorio otra vez. Él veía venir sus intenciones y se levantó rápidamente de su silla, olvidando por un momento el dolor de su pierna y dirigió sus pasos en dirección contraria. Hermione volvió a seguirlo y lo alcanzó, puesto que él no podía avanzar muy rápido. Se vio acorralado contra la pared de nuevo, incapaz de escapar esta vez.

"Esto" contestó Hermione peligrosamente, mientras una de sus manos se deslizaba por su cinturón, con la clara intención de desabrocharlo.

"Hey, hey, hey". Harry se las arregló para salir de aquella comprometedora posición y se alejó un poco de ella. "¿Se puede saber porqué te empeñas en esto, si sabes que no voy a hacer nada contigo?".

"Bueno, supongo que eso puede cambiarse" replicó Hermione. Se había sorprendido un poco ante la reacción de él, pero volvió rápidamente al ataque.

"Te aseguro que no" negó él, manteniéndose a una distancia prudencial.

"¿Y porqué no? Si no tienes ningún compromiso, yo tampoco… ¿A quién le hace mal si nos divertimos un poco nosotros dos, eh?" dijo ella, poniendo una mano en las caderas.

"¿Quién dijo que yo no tengo ningún compromiso?" preguntó Harry de pronto, utilizando una carta inesperada.

"¿Cómo?" interrogó Hermione, incapaz de ocultar la sorpresa esta vez. "¿Estás con alguien?" inquirió frunciendo el entrecejo.

"Bueno… sí" asintió Harry, dándose cuenta de que eso no era completamente verdad.

Hermione pareció desconcertada por algunos momentos, pero luego volvió a adoptar su actitud inicial. "Bueno, eso no importa. Ella no está aquí ahora¿no es cierto? Y yo no voy a decirle nada" dijo, volviendo a acercarse.

"Hermione… basta. Deja de hacer eso" pidió él, sin saber cómo seguir evadiéndola. "¿Vale la pena estar rogándome?" preguntó, decidiendo usar la táctica del "no – amor propio".

"No estoy rogándote nada" refutó Hermione, volviendo a acorralarlo, esta vez contra la puerta del despacho. "Sólo estoy proponiéndote… y bueno, persuadiéndote".

"Deberías haber notado ya que no vas a conseguirlo. Te he dicho que estoy con alguien" dijo él, volteando la cara.

"¿Y eso que tiene? Puedes engañarla, no sería la primera vez" replicó ella, levantando las manos hacia su rostro.

Ante ese comentario, Harry reaccionó y le tomó las muñecas con fuerza. "No haré eso" dijo, muy serio de pronto. Por algún motivo, esas palabras le habían tocado en una forma muy diferente a todas las anteriores. Él jamás engañaría a Ginny y le dolía que alguien se atreviera siquiera a insinuarlo. Un momento… ¿Ginny¿En qué momento ella se había convertido en la hipotética persona con la que se suponía que él estaba?

"Oh, vamos" insistió Hermione. "¿Estás enamorado de ella? No me hagas reír…" continuó, con voz burlona.

Pero aquella no había sido ninguna broma para él. "Sí" afirmó, sorprendiéndose de sus propias palabras. Casi como un acto reflejo, empujó a Hermione hacia atrás, mientras veía cómo la expresión de ella se transformaba en una de completo desconcierto. "Sí, estoy enamorado de ella" aseveró, ahora completamente dueño de sus palabras. "Sí. Así que vete. Llévate tu dinero, cuéntale al mundo entero lo que pasó esa noche, no me importa. Porque jamás me envolvería contigo de nuevo". Se volteó hacia la puerta y la abrió con un gesto brusco. "Vete. Has lo que te plazca, pero vete" ordenó, con voz firme.

Hermione abrió y cerró la boca varias veces, buscando qué decir. Más humillada de lo que hubiera estado nunca, tomó su cartera del respaldo de la silla en la que se había sentado y salió de la oficina con los ojos llenos de lágrimas.

Él nunca volvió a saber de ella, salvo por una noticia en los diarios que anunció a los pocos días que Hermione había vuelto con su esposo. Nunca ningún medio mencionó nada acerca de un encuentro fogoso en la casa de una famosísima actriz entre una directora de teatro y un abogado.

Sin embargo, cuando Harry cerró la puerta tras ella, no le importaba eso. No pensaba en el medio millón que había perdido, ni en la posibilidad de que Hermione revelara lo que él siempre había deseado acallar. No. Pensaba en ella. Y en lo que había descubierto.

Se apoyó contra la puerta cerrada, muy conmocionado como para moverse. Estaba enamorado de Ginny Weasley.

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1: No pude resistirme a la ridícula representación escrita que todos le damos a nuestros estornudos. ¿Quién dice realmente ¡Achuz! cuando estornuda?

2: En esta historia, Ginny no tiene como segundo nombre Molly por su madre (que no se llama así, por cierto), y mucho menos por su tía. Es por su abuela, a quien conoceremos pronto.

Gracias a sanarita31, jamesandmolly, tabatas, Niniel204, Kiiandy Black y a amsp14 por sus reviews para el capitulo anterior.

¡Hola¿Cómo están todos? Espero que muy bien.

Bueno, compensando el desastre del capitulo anterior, llegamos a uno de los capítulos más importantes de Cuando Harry conoció a Ginny. ¡Al fin! Esperaba con ansias que llegara el momento en que pudiera contarles esta parte de la historia que me gusta tanto…

No tengo nada para decir esta vez, salvo que espero que hayan notado la magia cursi que incluí (traté de resistirme, pero me fue realmente imposible). Todo lo demás está más que claro (terminé de corregir el capitulo hace días y no puedo borrarme esta sonrisa boba de la cara…).

Los veo en el próximo capitulo: El último salto del Rin

Toda sugerencia, critica, tomatazo, ramo de flores (?) será recibido cordialmente en ese pequeño lugarcito que se llama review, al que pueden acceder con un simple click en GO. Ojalá hayan disfrutado el capitulo. Gracias a todos por haber leído!

Un beso inmenso para todos.

Adío!