Todo lo que ya hayan leído en los libros de JK Rowling es pura y exclusivamente suyo. Lo demás, es completamente inventado, inspirado por el trailer y las fotografías promocionales de "Elizabethtown", película de Cameron Crowe. Sin fines de lucro.

11. Presentación en sociedad I

Harry volvió a Londres el viernes por la noche. Buscó en los avisos clasificados del diario del sábado por la mañana algún anuncio que promocionara el alquiler de alguna casa de fin de semana en las afueras de la ciudad. Para su suerte y deleite, la temporada vacacional de invierno aún no había comenzado y había mucha oferta a un precio bastante inferior al normal.

Marcó con un marcador azul unos cuantos avisos interesantes. Por la tarde, se subió al auto y emprendió la marcha. Visitó al menos seis casas muy agradables, pero ninguna le convenció lo suficiente como para decidirse a elegirla.

Deambuló hasta las cinco por los alrededores de Londres, hasta que dio con la estancia perfecta: una modesta casa de dos plantas, una piscina climatizada en el jardín trasero y un establo ubicado un par de millas adentro del terreno, donde un capataz cuidaba a los caballos de los dueños, que también estaban a su disposición. Cerró el trato sin pensarlo dos veces y volvió a su departamento a empacar lo necesario.

Antes de irse, llamó a la compañía telefónica para que transfirieran su número a la casa de verano y le dejó un mensaje su madre, avisándole dónde estaba, y otro a Ginny, con el mismo propósito. Beth había hablado con él en la mañana, así que ella estaba al tanto de la situación.

Cualquiera que lo hubiera visto bajar sus valijas del auto, habría pensado que estaba mudándose a esa casa, y no que iba a pasar allí sólo un mes. Llevaba más valijas que una familia numerosa en vacaciones regulares: dos medianas, una con cada mano, y una más grande colgada al hombro derecho. En un segundo viaje, entró en la estancia con dos bolsos inmensos que tenían ruedas en la base y una larga manija plástica en la parte superior y otra valija un poco más voluminosa de lo corriente colgada al brazo izquierdo. Podía parecer la postal de un supermodelo entrando a su casa en el campo a pasar tres días, pero era la de un hombre que había vivido más cosas en tres días que las que un supermodelo podría llegar a vivir en toda su vida y estaba agotado. Era lógico, entonces, que Harry quisiera llegar a su llegar de descanso y no moverse de allí hasta que fuera inevitablemente necesario. Por eso, cuatro de sus valijas iban llenas de libros y discos, provisiones absolutamente imprescindibles para que eso se cumpliera.

Harry dejó todo en el living, recibió las copias de las llaves de la propiedad y las instrucciones para manejar el gas, el agua y la calefacción y despidió al agente de bienes raíces lo más rápida y diplomáticamente que pudo. Se dejó caer en el sillón más próximo y cerró los ojos, aliviado por haber conseguido al fin lo que anhelaba desde hacía tres interminables semanas.

Y, como era lógico, algo tuvo que impedir su memento de total tranquilidad: el sonido irrefutable del teléfono.

Se estiró con fastidio hasta el tubo, pero esa actitud dio un vuelco de 360º cuando escuchó a su interlocutora favorita del otro lado de la línea.

"Hey¿cómo estás?" saludó Ginny alegremente.

"Muy bien. Terminando de instalarme¿y tú?".

"También. Y tengo varias novedades para contarte. ¿Estás preparado?".

Harry se reclinó sobre el respaldo del sillón. "Dime".

"Bueno, primero lo primero. Tengo una oferta de trabajo en un estudio en Londres" contó, incapaz de contener la alegría que aquello le producía.

"¿En serio?" preguntó Harry, sorprendido. "¡Felicitaciones!".

"Gracias. Tengo que ir a la oficina la semana que viene a una entrevista, así que todavía no es nada seguro". Hizo una pausa y luego continuó: "Pero eso no es todo" advirtió.

"¿No¿Hay más?".

"Ajá. Hoy cuando fui a trabajar me dijeron que me habían trasladado. Y a que no adivinas dónde".

"¿De verdad¿Vienes a vivir aquí?" inquirió él rápidamente, muy contento por esa noticia en especial.

Eso significaba que iban a estar mucho más cerca, en la misma ciudad, y eso implicaba que iba a poder verla con una frecuencia mucho más razonable que con la que lo hacía en esos momentos.

"Exactamente, señor. Vuelvo a ser una londinense a partir del miércoles" confirmó ella. "Y ahora, tengo una invitación para hacerte".

"¿Invitación?" repitió él, confundido.

"Sí, invitación. Para el sábado que viene, a la casa de mi madre".

"¿Qué?" preguntó él, sorprendido. Definitivamente no esperaba eso.

"El domingo que viene es la reunión Weasley anual. Y me gustaría que vinieras. Tengo ganas de que conozcas a la parte de mi familia que no vive en Toulouse" explicó ella.

"¿Una reunión familiar?" volvió a repetir Harry, aturdido. ¿Ginny quería que él, justamente él, se presentara frente a toda su familia? "Y tu quieres que vaya".

"Sí" confirmó ella. "¿Tú quieres?".

"Ahm… ¿la verdad? No sé" se sinceró él.

"¿Porque no? O¿Por qué si?".

"Sí, porque me lo estas pidiendo tú expresamente. Y, porque, en algún punto, tengo ganas de hacerlo. Y no, porque no me imagino como podría llegar a darse la situación y eso es un tanto tenebroso".

Pausó un momento y luego continuó: "Hola, soy Harry, el amigo con pretensiones de su hija. ¿Cómo le va, señora?". Se detuvo al escuchar que Ginny se reía del comentario.

"No tienes que presentarte, si ese es el problema" aseguró ella. "Además, no eres mi amigo con pretensiones" agregó luego.

"¿No?"

"No, por supuesto que no. Eres Harry" respondió ella simplemente.

Él pensó un momento y decidió que debería preguntarle cuando la viera por eso. "Está bien, soy Harry. Pero¿de verdad crees que sea bueno?"

"No sé si sea bueno, pero tengo ganas de que vengas. De todos modos tú decides si quieres o no. Por más que yo lo desee no puedo obligarte" dijo Ginny.

"Bueno, iré. Si quieres que vaya, lo haré" aceptó él al final, luego de pensarlo rápidamente por un momento.

"¿Sí?" quiso confirmar ella, contenta.

"Ajá"

"Eso es bueno. Igualmente, supongo que vamos a hablar antes que eso¿no?".

"Tenlo por seguro. Más cuando voy a tenerte tan cerca".

"No digas esas cosas, que vas a hacer que me ruborice. Y sería una estúpida si lo hiciera por teléfono. ¿Cómo no voy a hacerlo cuando nos veamos?".

"No me importaría que lo hicieras. Te ves aún más bonita cuando lo haces".

"¡Qué descarado! No lo hago"

"Sí, sí lo haces"

"Bueno, basta. Esto está saliéndose de control. Fue suficiente actividad telefónica por un día¿no crees?".

"No, pero está bien. ¿Hablaremos el miércoles, cuando estés aquí?"

"Sí. Te llamo para darte el número nuevo¿está bien?".

"Sí, está bien. Y hablaremos de lo del fin de semana".

"No, no hablaremos nada más con respecto a eso. Vendrás, porque ya me has dicho que lo harás y ahora no puedes retractarte".

"Oh, está bien. Supongo que ya no tengo salida".

"No supones. Sabes".

ººººº

El martes bien entrada la noche, Harry estaba mirando una película sentado tranquilamente en el sillón cuando Ginny le llamó y le comentó todo acerca de su nuevo hogar y de cómo viajarían a Gent, donde vivía su madre, para la reunión familiar del domingo. Al parecer, se había encargado de organizar todo con el claro objetivo de que Harry no encontrara objeciones al paseo.

Harry sugirió, no sin antes mencionar cuánto la extrañaba y cuántas ganas tenía de verle, que él podría pasarle a buscar por su departamento y juntos podrían tomar un café, o algo parecido. Sin embargo, Ginny declinó la oferta lamentándose mucho, puesto que tenía que levantarse muy temprano al otro día (y dudaba que pudiera dormirse fácilmente por el cambio de horario que le había significado la mudanza de Ámsterdam a Londres).

Con pesar, Harry aceptó que recién al otro día por la noche podrían verse, luego de que ella terminara con su horario. Acordaron que él estaría esperándole en la estación central de Londres y, desde allí, irían a dar una vuelta por ahí.

A partir de esa conversación, a Harry le llevó un tiempo considerable poder conciliar el sueño, pero al día siguiente se levantó inusualmente temprano. Estaba inquieto, ansioso. Decidió tratar de matar un poco de tiempo con una caminata alrededor de (al menos temporalmente) su casa, pero eso no funcionó. Intentó entonces una visita al establo. Habló con el cuidador de los caballos y se llevó uno para dar un paseo. En esa oportunidad, al contrario que en la anterior, el entretenimiento consiguió distraerlo: se perdió en el campo y estuvo más de una hora tratando de encontrar el camino de vuelta.

Cuando entró de nuevo a la casa, eran las siete. Rápidamente, se dio una ducha y se vistió. Sacó el auto del garage a las 7:45, y manejó tranquilamente por la autopista que lo llevaría a la ciudad. A las 8:20, ya estaba estacionando frente a la estación central de trenes, esperando por Ginny. Quince minutos más tarde, ella salió, miró a los lados y, cuando lo divisó en el auto, sonrió.

Se dirigió a él con paso ligero y, luego de que Harry destrabara las trabas automáticas de las puertas, se subió al asiento del acompañante. Le dio un beso en la mejilla y él tardó en reaccionar.

"¿Todo bien?" preguntó ella, al verlo tan ensimismado.

Harry parpadeó y respondió: "Sí, sí, todo bien. ¿Cómo te ha ido?".

"Bien" dijo ella, pasándose un dedo por la punta de la nariz. "Fue un buen primer día de trabajo".

"¿Y la entrevista?" quiso saber él, poniendo en marcha el auto.

"Mañana, temprano" contestó Ginny, bajando un poco la ventanilla. Buscó en la cartera algo y luego de ató el pelo con una gomita elástica que había sacado de ella.

"¿Estás nerviosa?"

"Ahora no mucho. Pero supongo que hoy no podré dormir y mañana estaré allí una hora antes de lo que debería hacerlo" explicó. "¿Adónde estamos yendo?" consultó luego, mirando al frente a través del parabrisas.

"No sé. ¿Dónde quieres ir?".

"A comer. Muero de hambre" respondió ella, para luego morderse el labio inferior con un gesto de sufrimiento.

"Bien. A comer será entonces" acató Harry, volteando la vista hacia ella al tiempo que se detenía frente a un semáforo en rojo.

Ginny alargó la mano y tomó la de él, que estaba sobre la palanca de cambios. Harry bajó la mirada y observó cómo sus frágiles y finos dedos se confundían con los propios, más largos y fuertes.

Una bocina sonó fuertemente tras ellos, pero ninguno de los dos la escuchó.

ººººº

"Supongo que cuando lleguemos no habrá nadie todavía" dijo Ginny, mientras cerraba el bolso de mano. Se lo colgó al hombro. "Lo más probable es que todos lleguen mañana en la mañana, y se vayan en la noche. Viven relativamente cerca, aunque tal vez pasen la noche en la casa, no lo sé" explicó, saliendo del cuarto. Harry se levantó del sillón y le siguió a la puerta. "Así que no habrá mucha actividad social para ti por hoy" agregó, mientras cerraba la puerta del departamento. Colocó la llave en la cerradura y la giró dos veces a la izquierda.

"Eso es un alivio. Al menos tendré algún tiempo para mentalizarme" comentó él.

Ginny no le respondió. Salieron del edificio y se subieron al auto, habiendo dejado antes la valija de ella en el baúl, junto a la de él. "Pero voy a contarte quienes van a estar seguro, así tienes una vaga idea" anunció, cruzándose el cinturón de seguridad. Harry arrancó y emprendieron el camino al aeropuerto. "Mi madre, Sarah. Te atormentará con preguntas incómodas todo el día, pero estoy segura de que tú podrás zafarte de ellas".

"¿Y si no?" preguntó él, preocupado ante esa posibilidad.

"Lo harás. No tienes más que decir la verdad. Seguramente vas a estar abochornado la mayor parte del tiempo" en ese punto, Harry la miró aterrorizado "pero… en fin" concluyó ella, encogiéndose de hombros.

"Puedo quedarme más tranquilo, entonces" dijo él irónicamente.

"Luego están Gala y Helena, mis hermanitas (1)" continuó ella, sin prestarle atención al comentario de él. "Gala tiene siete y Helena cinco. Son un par de angelitos cuando quieren y les conviene, pero pueden llegar a ser aún peores que mi madre, así que cuídate de ellas" advirtió Ginny, sonando realmente seria. Harry se preguntó, cada vez más preocupado y horrorizado, si el fin de semana en la casa Weasley había sido una buena idea. "Y, por último, Albert".

"¿Tu padre?" preguntó Harry, evaluando mentalmente tentativas descripciones que Ginny podría darle de su padre, considerando las que le había dado de su madre y hermanas. Podía imaginarse un hombre muy grande, un gesto enfadado y un ¿Cuáles son tus intenciones, muchacho? muy serio. Por eso, la respuesta de la chica le sorprendió sobremanera.

"Oh, no" negó Ginny, con un gesto de la mano. "Mi padre se fue al almacén hace veinte años y nunca volvió. Yo supongo que no encontró el camino de vuelta" dijo de sopetón, como si quisiera que aquel momento pasara lo más rápido posible.

Harry sintió esas palabras como si fueran un baldazo de agua fría. Notó cómo Ginny se quedaba callada de pronto, mirando profundamente por la ventana. Lo primero que se le ocurrió preguntarle fue si le habían demandado por abandono del hogar, si el hombre se había hecho cargo de manutención. Inmediatamente, se dio cuenta de que eso era lo peor que podría hacer en su vida entera si lo hacía. Optó por no decirle nada, así que se tragó sus palabras. Ahora varias cosas tenían más sentido: el cariño casi sobrenatural de ella para con su tío, la evasión constante del tema familiar…

"Albert es el esposo de mi madre" escuchó Harry que Ginny decía. Había vuelto a mirar al frente y tenia una actitud que le dijo a él claramente que el tema no volvería a salir a la luz en sus conversaciones. Hablaba con naturalidad de nuevo. "Él es el padre de Gala y Helena. Él y mi madre están juntos hace un poco más de doce años" contó. "Probablemente sea con quien te lleves bien desde le principio; él es realmente muy agradable, y nunca haría el tipo de cosas que mi madre o las diablitos sí. No creas que son tres arpías, pero es un poco difícil ganarse su confianza, sólo eso".

Harry viró el volante para ingresar en el estacionamiento del aeropuerto. Aparcó en el primer espacio libre que encontró.

"¿Porqué te detienes? Pensé que querías llevar el auto en la bodega…"

Harry apagó el motor y se movió en el asiento para mirarla de frente. Ginny frunció el entrecejo ante su actitud, pero hizo lo mismo. Él levantó una mano y le acarició suavemente la mejilla, tomándola por sorpresa. Ella dio un respingo, pero no hizo nada por evitar el gesto. "Moveré cielo y tierra si es necesario, pero terminarán aceptándome¿si? Sé que es importante si queremos que esto funcione, y eso es lo que más quiero". Ginny le sonrió, y él devolvió esa mirada cálida. "No te preocupes, todo saldrá bien".

ººººº

Cuando el avión llegó a destino, el Sol ya había caído desde hacia un rato considerable. El cielo estaba coloreado de un negro casi profundo, aunque un tenue resplandor rojizo seguía presente en el horizonte. Las primeras estrellas comenzaban a verse en el cielo cuando Harry viró el volante y se introdujo en la carretera que los llevaría de Bruselas a Gent.

A medida que avanzaban, Harry y Ginny podían sentir cómo cierto nerviosismo crecía en el ambiente, a pesar de que habían conversado todo el vuelo y habían decidido que, de hecho, no había razón para preocuparse. Por su parte, Harry temía lo que podría llegar a encontrar en la casa Weasley. Según lo que Ginny le había dicho, aunque él tenía la leve sospecha de que ella había exagerado un poco, iba a tener que ser precavido con sus actos y dichos los dos días que pasarían allí. Tenía la sensación de que la familia de Ginny le tenía preparado algún tipo de reto, aunque la idea sonara descabellada.

Ella, por otro lado, también estaba preocupada. A pesar de que hacía tiempo que no vivía en la casa de su madre, hacia casi siete años, iba frecuentemente de visita. La mayoría de las veces que lo había hecho en los últimos cuatro años, había estado acompañada del novio de turno. Casualmente, luego de esas presentaciones en sociedad, sus noviazgos caían en la decadencia absoluta. Ginny estaba segura de que su familia espantaba en cierta forma a sus relaciones, pero no era algo que les recriminara a ellos. En realidad, eso era algo bueno según su punto de vista. Para ella, que su pareja y su familia congeniaran era un factor determinante en la continuidad de la relación. El hecho de que el hombre que tuviera al lado no superara el "control de calidad", era un claro signo de que aquello no podía seguir adelante. Y, ahora que Harry iba a conocer a su familia, esperaba, con un deseo tan fuerte como nunca había sentido, que las cosas salieran bien.

El viaje duró tan sólo una hora, puesto que la ruta estaba inusitadamente despejada del habitual tránsito.

Los dos bajaron del auto, después de un momento de silencio, que los dos utilizaron en contemplar la casa. Tenía dos plantas, una fachada antigua y un camino de piedras en el pequeño jardín delantero que conducía a la puerta de entrada. A Harry le hizo acordar mucho a la casa de su madre en Toulouse; la diferencia era que la que estaba mirando ahora era mucho más… simple.

Con las valijas, envueltas en el nylon que le habían puesto en el aeropuerto de Londres, en la mano, los dos caminaron a la puerta sin decir nada. Ginny tocó el timbre luego de una última mirada para Harry y los dos esperaron. Unos segundos después, Sarah Weasley abrió y los invitó a pasar efusivamente.

"¡Ginny, hija!" exclamó al ver a la pelirroja. Sin darle la oportunidad de responder, la envolvió en un abrazo asfixiante, al tiempo que la arrastraba dentro de la casa. Harry les siguió con cautela y cerró la puerta tras ellos.

"Bueno, mamá, está bien" escuchó él que Ginny trataba hablar, ahogadamente y sin demasiado éxito. La mujer al fin la liberó y ella tuvo la posibilidad de respirar. Se acercó a Harry. "Mamá, él es Harry. Harry, ella es Sarah, mi madre" presentó, con cierta reserva.

La mujer le miró un momento más y luego volteó su vista hacia Harry. Le sonrió y le extendió la mano. "Un gusto, Harry. Me alegra que hayas venido para conocernos y para que nosotros podemos hacerlo también".

"A mí también me alegra haber venido, señora. Es un gusto" respondió él cordialmente, aceptando el gesto de Sarah.

"Nada de señora, que no tengo setenta años" replicó la mujer, negando frenéticamente con la cabeza. "Sólo Sarah".

En ese momento, una niña pequeña llegó corriendo desde una puerta que estaba a la derecha. "¡Mami, mami, mira lo que le pasó a Stacy!" exclamó acercándose a Sarah, con una muñeca en la mano. Harry pudo ver que el juguete tenía la cabeza en un ángulo extraño. La niña llegó junto a su madre y le extendió a Stacy, pero entonces notó que Harry y Ginny estaban allí también. La pobre Barbie desfigurada fue a parar al piso y la pequeña se abalanzó sobre Ginny, abrazándole fuertemente a la altura de las rodillas. "¡Hermanita!" gritó, con su vocecita aguda.

Ginny le acarició la cabeza un momento y luego se puso en cuclillas frente a ella. "¿Cómo está la princesa de la casa?".

"Stacy se lastimó" comentó la niña, volviendo al punto donde había dejado caer su muñeca. La levantó del suelo y se la enseñó a su hermana. "Debe de dolerle mucho" dijo lastimosamente.

"Oh, si" asintió Ginny, tomando la Barbie entre sus manos. "Creo que puedo hacer algo por ella" aventuró tentativamente, mientras movía la articulación del cuello de la muñeca despacio. Un momento después, se la extendió a su dueña, como nueva. "¿Ves? Ya está". La pequeña sonrió, contenta. "Gala, quiero presentarte a Harry" le dijo, levantándose y señalándole al moreno. "Harry, ella es Gala".

Harry dudó un momento, pero luego se agachó frente a Gala como Ginny lo había hecho un momento antes. "Hola" saludó simplemente. Le extendió la mano y Gala la rodeó con sus pequeños dedos, para luego sacudírsela violentamente de arriba hacia abajo.

"¿Tú eres el novio de Ginny?" preguntó la niña, con aparente inocencia.

Aunque Harry se sorprendió ante la pregunta, le respondió sin vacilaciones: "No" negó. "Aún" agregó en un susurro, sólo para que Gala pudiera escucharle. La pequeña le sonrió pícaramente y salió corriendo de nuevo. Se perdió de vista tras la puerta por la que había entrado.

Harry volvió a levantarse y él y Ginny compartieron una mirada. Ella le sonrió. Había escuchado perfectamente lo que le había dicho a su hermana. Sarah carraspeó y los devolvió a la realidad: "Llegaron justo para la cena. Dejen las maletas aquí, ya después las subirán".

ººººº

Cuando terminaron de cenar, Gala y Helena estaban muertas de sueño. Sarah las hizo despedirse de todos y se las llevó con ella, para hacerlas acostar. Al contrario de lo que Harry había pensado que sucedería, la mujer no se despachó con millonadas de preguntas, como parecía que iba a hacerlo. Albert se quedó un momento más con ellos, pero luego se retiró para reunirse con su esposa escaleras arriba y darles los correspondientes besos de las buenas noches a sus hijas.

Ginny se volteó hacia Harry en cuanto el hombre salió del comedor. "Eso fue sumamente extraño" comentó ella.

"¿Si? Yo creo que todo marchó bastante bien" respondió él, encogiéndose de hombros. Tomó un sorbo de su vaso de agua.

"Mamá no empezó con sus cuestionarios de comisaría y Gala y Helena no te han hecho nada… Es realmente muy extraño" replicó ella, frunciendo el entrecejo. Luego suspiró y ablandó su gesto. Se inclinó sobre Harry y dejó su cabeza reposar sobre el hombro derecho de él.

Estuvieron unos minutos en silencio. Luego, Sarah entró en el ambiente y Ginny se levantó de su posición inmediatamente.

"Les preparé tu cuarto, Ginny. Las camas gemelas, ya sabes" dijo, sin mirarlos.

Ginny levantó una ceja, pero no replicó nada. "Gracias. Creo que ya nos vamos a dormir, porque ha sido un día un tanto agitado. ¿Harry?". Le ofreció la mano luego de levantarse de su silla. Caminaron juntos a la puerta.

"Que duerman bien" deseó Sarah, con una mirada maliciosa que ninguno de los otros dos advirtió. "Mañana todos llegan temprano, Ginny" anunció, antes de que salieran.

"Está bien, no hay problema" respondió Ginny.

"Buenas noches" dijo Harry, siguiéndole afuera.

Los dos buscaron las valijas del vestíbulo, donde las habían dejado al entrar, y subieron las escaleras. Tomaron el pasillo a la izquierda y entraron en la segunda puerta. Y dentro, no encontraron las camas gemelas que Sarah había dicho, sino una cama matrimonial, muy grande, que parecía ser muy cómoda. Harry frunció el entrecejo, muy confundido. ¿Qué se suponía que significaba eso?

"Sabía que iba a hacer algo como esto" dijo Ginny de pronto, con resignación.

"¿Qué?" fue lo único que salió de la boca de Harry, que seguía un tanto abrumado.

"¿No escuchaste que nos dijo abajo que había puesto las camas gemelas aquí? Estoy segura de que está haciendo esto sólo para hacernos sentir incómodos, y sobre todo a ti" explicó, tratando de contener una risa. "Pero no va a ganarnos" agregó luego, dejando la valija en el suelo y caminando hacia la cama. Cuando llegó a esa altura del cuarto, descorrió con un solo movimiento el acolchado y se volteó hacia Harry. "¿Y bien? Vamos, desempaca y durmamos ya, porque sino no vamos a poder levantarnos mañana".

"¡No!" respondió Harry, reaccionando al fin y cayendo en la cuenta de lo que aquello significaba. "No vamos a dormir juntos, Ginny" agregó. Ante la mirada desconcertada de ella, decidió explicar mejor las cosas. "Escucha, estamos en la casa de tu madre, todos acaban de conocerme y además, ni siquiera somos novios" enumeró.

"Aún" se permitió decir Ginny, cambiando la mirada.

"Aún" repitió Harry, siguiendo su jueguito. Luego se dio cuenta de lo que estaba haciendo y volvió a adoptar la actitud anterior. "Vamos, en serio, no es apropiado" dijo, serio.

"Pero no podemos hacer nada. Los otros tres cuartos están ocupados por las niñas y mi madre y Albert" explicó, aceptando que Harry tenía razón y que lo que ella proponía no tenía sentido.

"No lo sé, puedo dormir en ese sillón que hay abajo" propuso Harry, encogiéndose de hombros.

"No voy a dejar que hagas eso" negó Ginny rotundamente. "Puedo dormir en el suelo y tú en la cama, y así mamá no tiene porqué enterarse del inconveniente".

"No voy a dejar que hagas eso" imitó Harry. "Pero podemos hacerlo. Yo duermo en el piso¿si?".

"¡Harry¿En qué lugar un invitado duerme en el suelo? No, no, no. Yo lo haré".

Harry advirtió que no iba a hacerle cambiar de opinión por las buenas. Ella era más que testaruda y él lo sabía perfectamente. Así que decidió usar las armas negras. Apartó el bolso que había dejado en el suelo con un pie y caminó hasta donde estaba ella. "Escucha, no me interesa dormir en el piso, o en el techo si es necesario" empezó, mirándole complacientemente y acariciándole la mejilla con el pulgar. "Sólo quiero que esto salga bien" continuó, siendo sincero a pesar de que estaba tratando de persuadirla. "¿Está bien?".

Ginny pareció pensarlo un momento. Se vio claramente en sus ojos que quería replicar, pero no dijo nada. Sólo asintió suavemente con la cabeza y entonces los dos se dispusieron a dormir.

Lo que ninguno de los dos sabía, era que, en el pasillo, a un costado de la puerta, Sarah Weasley había oído toda su conversación. Y, por el gesto satisfecho que tenía dibujado en la cara, parecía que le había gustado lo que había escuchado. Se volteó cuando escuchó el movimiento dentro del cuarto de su hija mayor y caminó con paso sigiloso el poco espacio que la separaba de su propia habitación. Entró en ella y encontró que Albert estaba esperándola, leyendo un libro, en la cama.

Cuando atravesó la puerta, el hombre levantó la vista y la miró acusadoramente. "¿Por qué esa cara de que acabas de hacer algo malo?".

Sarah se rió por lo bajo. "¿Yo?. ¿Algo malo? No me ofendas" respondió dramáticamente, con una mano en el pecho. Buscó en el armario su camisón y se cambió rápidamente, para luego reunirse bajo las sábanas con su marido.

"Vamos¿qué hiciste?" preguntó Albert de nuevo, sin rendirse.

"Yo nada, ya te lo dije. Harry sí" corrigió, de nuevo con esa sonrisa satisfecha.

"¿Qué?" preguntó el hombre, confundido.

"Digamos que evadió hábilmente el primer obstáculo que le puse, sólo eso" respondió Sarah, evasiva.

"Te encanta verlos sufrir" comentó Albert, dejando el libro que había estado leyendo antes sobre la mesa de luz. Apagó el velador y se acomodó más cerca de su esposa. "Promete que nunca cambiarás".

"Ni lo sueñes".

ººººº

1: Gala, por la esposa de Salvador Dalí. Helena, por Helena de Esparta y luego de Troya.

Gracias a Alkas, amsp14, jamesandmolly, tabatas, Niniel204 y a Danitabf por sus reviews para el capitulo anterior.

¡Hola!

Se preguntarán qué es lo que estoy haciendo aquí, tanto tiempo antes de lo planeado. Verán: me fui el jueves pasado de viaje y a los cinco días, ya quería estar de vuelta en Buenos Aires. Les dije a mis papás que quería volver antes, si podía hacerlo en micro. Y ellos dijeron que no, porque íbamos a volver todos juntos antes: ellos también extrañaban horrores Buenos Aires, al igual que mi hermana. Así que acá estamos de nuevo, en la porteña. A pesar de todo lo malo que tiene, no puedo vivir demasiado tiempo lejos de mi ciudad dorada.

Y, a pesar de que estuve siete días afuera, volví con muchísimo material bajo el brazo. Y la verdad, tengo que reconocer que el "no hay mal que por bien no venga" es completamente cierto. Un claro ejemplo es lo que pasó con esta historia.

Como saben, al borrarse todo lo que tenía escrito, hubo que reconstruir todo. Y el fruto de eso es que los cuatro capítulos finales de Cuando Harry conoció a Ginny son sustancialmente diferentes ahora a lo que eran en un principio. De hecho, su estructura es completamente diferente: muchas cosas que estaban desaparecieron y muchas otras se agregaron.

Y, si tengo que ser honesta, me gustan mucho más las nuevas versiones, aunque sólo haya terminado este capitulo por ahora (para los otros tres ya hay borradores y miles de notas, no se preocupen). Ojalá que a ustedes también.

Espero poder terminar de escribir Presentación en sociedad II antes de irme de nuevo (eso va a pasar el viernes 4 de febrero). Prometo hacer todo lo posible.

Toda sugerencia, critica, tomatazo, ramo de flores (?) será recibido cordialmente en ese pequeño lugarcito que se llama review, al que pueden acceder con un simple click en GO. Ojalá hayan disfrutado el capitulo. Gracias a todos por haber leído!

Un beso gigante para todos. Que estén bien!

Adío!