Tras haber recorrido todo el castillo por fin llegué al lugar tan esperado. Al penetrar en la habitación me encontré frente a frente con la persona menos esperada: Draco Malfoy. Que estaba haciendo ahí no lo sabía con precisión, pero de lo que estaba segura era que de alguna manera había sido él quien me había enviado aquella nota hoy a la mañana. De repente sentí que mis piernas empezaron a temblar, y sentí la invasión del temor, temor a sus intenciones, temor a la razón por la que durante toda la semana había estado recibiendo notas anónimas de un supuesto admirador secreto. ¿Por qué el malvado Sly se había gastado en enviarme todas aquellas cartas románticas sino iba a ser un truco para ilusionarme o ridiculizarme dejándome como una tonta? Pero para eso tenía que mantener su identidad en secreto y esa noche la había revelado. De pronto se me paso por la cabeza una razonable pero imposible respuesta: estaba realmente enamorado de mí.
Mis pensamientos fueron interrumpidos por una fuerte y blanca mano que me tomaba dulcemente por la cintura. Levanté la vista y en sus ojos fríos y grises encontré la respuesta a mi pregunta. La lujuria que se reflejaba en ellos era notable y a la vez discreta. Para cuando por fin reaccioné le pregunté:
- ¿Todo este tiempo fuiste tú?
Asintió lentamente.
- No entiendo… ¿por qué?
- Porque hace tiempo que tengo ganas de hacer esto.
Y en menos de un segundo tiró mi cuerpo contra el suyo y sin dejar espacio entre nosotros me besó apasionadamente en la boca. Los próximos treinta segundos fueron tan hermosos que se me hacen imposibles describir. Lentamente bajó su mano hasta llegar al cierre de mi pollera, pero no se detuvo ahí, siguió bajando hasta que por fin dio con el centro de mis glúteos, algo que disfruté placenteramente. En tan poco tiempo se me acumularon tantos sentimientos que por un momento pensé que iba a estallar de felicidad. Pero como siempre, la felicidad no dura para siempre y en este caso a mi me tocaba la difícil tarea de terminar con ella. Por un momento, había olvidado con quien estaba, pero en cuanto tomé conciencia supe exactamente que tenía que hacer. Era Draco, Draco Malfoy, mi enemigo, el motivo de mis humillaciones, el de mis llantos.
Sin perder un segundo más lo separé bruscamente de mi cuerpo.
- ¿Qué pasa? Pensé que lo estabas disfrutando tanto como yo.
- Ese es el problema, yo no soy como vos: orgulloso, arrogante, alguien que piensa que tiene a todas servidas en bandeja de plata. Conozco el truco. Soy solo una más del montón y jamás estaría con una persona que piensa así.
Me di media vuelta y regresé por donde había llegado aún sabiendo muy bien que atrás estaba dejando una oportunidad muy tentadora.
