Trabajo en un lugar que podría ser considerado… pecaminoso. Bueno, nunca me sentí pecadora trabajando allí. A veces me siento horrible acerca de lo que he hecho y cómo me gano el dinero. No soy una prostituta, si eso es lo que está preguntando.

Cada día me siento culpable, porque he desperdiciado el tiempo y el dinero de mi padre. Soy una fracasada, a donde quiera que vaya.

No importa lo que haga, ni a dónde vaya. Siempre me sentí así, en mi antigua vida, viviendo con mi padre y luego aquí, en mi nueva vida en Japón , y ahora me doy cuenta de que no encajo en cualquier lugar, así que, todo el tiempo me estoy preguntando ¿Estoy destinada a estar sola?

Lo curioso es que siento que en esta otra vida, oscura y pecaminosa, puedo sentirme libre, libre para elegir mi camino, pero a costa de mi dignidad y mi independencia y así, puedo tener esta visión de la persona que quiero ser. Pero entonces, ¿cuál es el costo de éste camino? ¿Huir a Japón y pasar mis días haciendo un trabajo que no me importa y luego pasar mis noches, sola? Tengo amor propio, hago muchas buenas obras, pero déjeme decirle, Padre, las buenas obras no calientan la cama por la noche, y me lleno de esta terrible clase de desesperación porque no puedo tener ambos y quiero ambos. Quiero una buena vida, y deseo pasión y romance. Pero cada mañana me miro en el espejo, y solo veo a una mujer solitaria y sucia, y no importa cuán duro lo intente, no puedo dejar de sentir que "Kohaku Nakamura" se ha convertido en sinónimo de basura y repugnancia, a pesar de que he hecho todo lo posible por escapar de esa sensación…

—Tal vez deberíamos seguir con esto la próxima semana.

Estuvo callada durante mucho tiempo después de su última frase, su respiración era temblorosa. No necesitaba ver el interior de su cabina para saber que apenas se podía sostener, y si estuviéramos en una cabina moderna, habría sido capaz de tomar su mano o tocar su hombro o algo. Pero aquí, no podía extender ninguna comodidad que no sean mis palabras y sentía que se encontraba más allá de absorber las palabras ahora mismo.

—Oh. Está bien. Yo… ¿tomé demasiado tiempo? Lo siento, realmente no estoy acostumbrada a las reglas.

—No, en absoluto —dije suavemente—. Pero creo que es bueno para comenzar, ¿no?

—Sí —murmuró. Podía escucharla recogiendo sus cosas y abriendo la puerta mientras hablaba—. Sí, supongo que tiene razón. ¿Así que… no hay ninguna penitencia o algo que debo hacer? Cuando busqué en google "confesión" la semana pasada, decía que a veces hay penitencia, como decir un Ave María o algo.

Discutiendo conmigo mismo, salí de la cabina, pensando que sería más fácil explicar la penitencia y arrepentimiento en su cara en lugar de a través de esa pantalla estúpida, y luego me congelé.

Su voz era sugerente. Su risa era incluso más sugerente. Pero ni cerca de lo hermosa que era ella. Tenía el cabello rubio, ni muy largo ni muy corto, era pálida, piel pálida, resaltada por el labial rojo brillante que llevaba. Su cara tenía pómulos delicados, finos y grandes ojos de color aguamarina, el tipo de rostro que atisbé en portadas de revistas de moda. Pero fue su boca la que me atrajo, tenía unos labios… Dios, Kohaku Nakamura era una dulce tentación.

Y antes de que pudiera detenerme, pensé, quiero mi pene en esa boca.

Quiero esa boca gritando mi nombre.

Quiero…

Miré hacia el frente de la iglesia, hacia el crucifijo.

Ayúdame, oré silenciosamente. ¿Esto es algún tipo de prueba?

—¿Padre Ishigami? —solicitó.

Tomé una respiración y envié otra rápida oración para que no notara que quedé paralizado por su boca.

—No hay necesidad de penitencia ahora. De hecho, creo que venir aquí a hablar es un pequeño acto de contrición en sí mismo, ¿no?

Una pequeña sonrisa se alzó en su boca y quería besar esa sonrisa hasta que estuviera presionada contra mí y pidiera que la tomara.

¡ Santa mierda, Senku, ¿En qué diablos estas pensando?!

Dije un Ave María mental para mí mismo mientras ajustaba la correa de su bolso en un hombro.

—Así que, ¿tal vez nos vemos la semana que viene?

Mierda. ¿Podría realmente hacer esto otra vez en siete días? Pero luego pensé en sus palabras, tan llenas de dolor y sombría confusión, y una vez más sentí las ganas de consolarla. Darle algún tipo de paz, una llamada de esperanza y vitalidad de la que podría alimentar su nueva vida, completarla por sí misma.

—Por supuesto. Esperaré por ello, Kohaku. —No quería decir su nombre, pero lo hice y cuando lo dije, lo dije en esa voz, que ya no utilizaba, esa que solía usar para hacer que una mujer caiga sobre sus rodillas y alcance mi cinturón sin tener que decirlo como un favor.

Y su reacción envió una sacudida hacia mi pene. Sus ojos se ensancharon, sus pupilas se dilataron, y su pulso en el cuello saltó. No solo era mi cuerpo teniendo una respuesta increíblemente sin precedentes al suyo, sino que se vio afectada tanto como yo.

Y, de alguna manera, hacía todo mucho peor, porque ahora era solo la delgada línea de mi autocontrol era lo que me impedía que la doblara sobre la banca y azotara ese culo blanco cremoso por ponerme duro cuando no quería estarlo, por hacerme pensar en su boca traviesa cuando debo de estar pensando en su alma eterna.

Aclaré mi garganta, tres años de incansable disciplina era lo único que mantenía aún mi voz.