HARRY'S VALENTINE

por

Julieta

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Summary: Día de San Valentín en Londres. Harry y Hermione adultos, con su vida hecha y los dos con el trabajo de sus sueños. Entonces... ¿por qué no son felices? Porque Harry tiene un problema bastante vergonzoso y Hermione no lo tiene a él. Pero el obsequio de ella cambiará ambas cosas.

Género: Romance

Clasificación: NC-17 por situaciones sexuales.

Disclaimer: Los personajes mencionados son propiedad de los que conocen el amor verdadero, basado en la amistad, el respeto y la comunicación... y una gran atracción también. ¡Ah! Pero los derechos de su uso están reservados para JK Rowling y la Warner Brothers. Espero no les moleste que los haya tomado prestados un ratito.

Dedicatoria: Para mi amiga Alejandra...a quien espero algún día poder eliminar la distancia de medio mundo que nos separa y conocerla en persona. Mientras, lo único que puedo hacer por ella es escribirle una historia cómo ésta. ¡FELIZ CUMPLEAÑOS, LINDA!

Notas de la Autora: ¡Hola a todos! Esta es una pequeña historia de amor, insipirada en un reto del foro de LPDF propuesto por Billiwig... el reto era utilizar la frase: "El masaje"... De esa idea surgió este ff, que es regalo de cumpleaños para mi bella amiga y argentina favorita: Ale (aka hibari hanakoganei). De una vez y porque sé que ella no es egoísta, quiero brindarles esta historia a mis lectores y amigos de FanFiction... como un regalo por el Día de San Valentín.

Día de las dos cosas más bellas del mundo¡el Amor y la Amistad!

Con todo mi cariño para ustedes... ¡Espero que les guste!


Parte 1

El masaje

Hermione dejó caer pesadamente su vaso de Adnams sobre la vieja y gastada mesita de madera del concurrido pub, alrededor de la cual estaban sentados Luna, Ron, Harry y ella. Carraspeó un poco al sentir un desagradable sabor amargo en la boca, ya que no estaba acostumbrada a tomar bebidas alcohólicas en casi ninguna ocasión y realmente la cerveza no era su elección más socorrida. Pero ese día de celebración, no pudo negarse a acompañar a sus amigos con una de las bebidas fermentadas más populares servidas en el pub, decisión que ahora la alegraba, ya que, si hubiese dicho: "No, gracias. Yo no bebo"... de seguro, hubiera sido un motivo de pelea entre Ron y ella, pues el pelirrojo siempre alegaba que Hermione era una quejosa aguafiestas que se largaba a dormir temprano.

Y es que esa tarde, ya había demasiada tensión en el ambiente como para necesitar otra discusión entre ellos. La chica castaña se arremolinó incómoda en su asiento de piel, mientras miraba de soslayo a su amiga Luna, y ésta le devolvió la misma mirada de hastío… de veras las dos estaban más que hartas de la actitud infantil de Ron y Harry. Pero sobretodo, de la de Harry.

El joven y famoso Buscador del equipo de Quidditch de los Puddlemore United veía fijamente su vaso de cerveza sin atreverse a levantar la vista hacia nadie... especialmente hacia los azules ojos de su pelirrojo amigo, pues sabía que encontraría enojo y reproche en ellos. Un pesado silencio los atrapaba a los cuatro, y era enteramente su culpa; se arrepintió hasta la médula de haber aceptado la invitación de ellos a "celebrar" la victoria de su equipo y que casualmente coincidió con el día de San Valentín. Ahora no sabía en qué diablos estaba pensando cuando le dijo que sí a Hermione, quien le había llamado a su teléfono celular muggle al término del partido y le había sugerido salir a tomar una cerveza con ella, Ron y Luna.

Harry había aceptado porque se sentía tan frustrado y enojado en aquel momento, que creyó que pasar una velada con sus mejores amigos (a los cuales no veía muy seguido, por no decir casi nunca) le ayudaría sobremanera a superar el sentimiento de fracaso que lo inundaba.

Un fracasado. Eso era en lo que se había convertido, ya que se había dejado ganar la Snitch en el juego… ¡Él, Harry Potter, el Buscador más joven de todos los tiempos, no pudo atrapar la Snitch! Pero de tan buena suerte para él que, aunque el Buscador del otro equipo lo había superado en rapidez y habilidad, la suma de los puntos finales había beneficiado al equipo de Harry… permitiéndoles ganar.

Pero eso no lo hacía sentir nada bien, pues no era la primera vez que le pasaba. Ya eran varios los partidos en los que había fallado… Y eso lo hacía temer por su reputación como Buscador. Temía por la renovación de su contrato en el equipo. Pero sobre todo, temía ahondar en las causas de su bajo rendimiento como deportista… El sólo pensar en ello le causaba una gran vergüenza y un terrible sentimiento de impotencia.

Ese, era el motivo por el cual estaba de un humor de los mil demonios esa tarde. Tan irascible, que a la primera broma inocente que Ron hizo sobre su pésima actuación en el juego del día, ocasionó que Harry estallara en furia y le gritara una sandez a su amigo; logrando que todos en la mesa se sumergieran en un embarazoso silencio desde aquel momento.

Pero es que ellos no sabían… ellos no podrían entender a Harry, según apreciaba él mismo. Sus amigos no lograban adivinar que su apoyo y bromas no lo hacían sentir mejor, y mucho menos ese día en particular.

El día de San Valentín. El día del amor. Y Harry no tenía ningún amor con quien estar.

En cambio, Ron y Luna se tenían el uno al otro. Eran pareja desde hace mucho ya, vivían juntos y se notaban felices. Y Hermione… De ella no lo sabía. Harry levantó la vista hacia su amiga de toda la vida preguntándose que sería de su vida amorosa. Masticó ese cuestionamiento en su mente un rato mientras veía a chica mover ociosamente su vaso de cerveza en movimientos circulares, haciendo que la bebida formara un remolino en el transparente recipiente.

No dudaba que le sobraran pretendientes, después de todo, ella era bonita e inteligente. Esa noche en particular estaba muy guapa, aunque Harry no podía definir que era lo que tenía diferente. Quizá fuera que llevaba el cabello sujeto con un moño como hecho al descuido, que permitía que muchos mechones de su rebelde cabello castaño cayeran sobre su cara y hombros. Aparte de eso, vestía como casi siempre: unos jeans ajustados y un suéter de punto.

Harry pestañeó incrédulo, pues apenas se daba cuenta que no sabía nada acerca de algún prospecto amoroso en la vida de su amiga. ¿O sería que ella era muy reservada para hablar de esas cosas con él?

Pues lo que fuera, Harry se atrevía a suponer que ella era feliz, ya que tenía un estupendo y renombrado trabajo en el Departamento de Cooperación Mágica Internacional, el cual le había permitido conocer muchos lugares del mundo en su todavía joven vida. Lo que Hermione siempre había soñado. Cualquiera estaría satisfecho de algo así. ¿no?

Además tenía un lindo departamento ahí mismo, en Londres (el cual Harry había visitado una sola vez, cuando hizo su fiesta de inauguración) y a su gato, Crookshanks. Y de seguro tendría novio, pensaba Harry, creyendo que simplemente él no lo conocía. De repente, y sumándose a su sentimiento de culpabilidad, un extraño malestar le surgió en la boca del estómago al imaginar a su amiga con algún desconocido… más le valdría a quien fuese el elegido que fuera un caballero con ella. Si no, se las vería con él. Por algo era su mejor amigo.

Sólo su amigo. Si claro, mira que buen amigo eres hoy, pensó de él mismo. Suspiró completamente avergonzado por la desagradable situación que había ocasionado aquella tarde, pero jamás se imaginó que Ron se levantaría en ese momento y, arrojando algunos billetes en la mesa, le diría a Luna:

-Vayámonos, amor… este es un día especial y no quiero arruinártelo.

-Pero Ronnie… -le suplicó ella mirando apenada a Harry y a Hermione. –Estoy segura que aquí estaremos bien.

-Ron… -empezó a decir Harry buscando la mirada de su amigo.

Ron negó con la cabeza. No parecía molesto, más bien era tristeza lo que lucía su rostro.

-Creo que a Harry le vendrá bien estar solo. Yo sé que me llamará cuando esté listo para hablar… ¿verdad, camarada?

Harry no pudo responder nada al pelirrojo por que no le dio tiempo, ya que de inmediato le inquirió a Hermione:

-¿Nos acompañas?

Ella dudó un momento, pero amablemente se rehusó. Alegó que se quedaría con Harry un poco más, pero éste supuso que sólo lo hacía por no ser el mal tercio entre Ron y Luna y no por acompañarlo a él.

Harry sabía que había arruinado todo. Sabía que tenía que disculparse; pero algo muy parecido al rencor le impidió hacerlo. Estaba molesto con Ron. No… más correctamente, estaba celoso. Celoso de que su amigo tuviera una pareja estable. Envidioso de que él pareciera tan feliz con Luna y ella con él. Imaginó que sus relaciones sexuales serían estupendas y pensar eso sólo lo enfureció más.

Hermione les dijo "Adiós" quedamente mientras la pareja se alejaba de su mesa hacia la salida después de despedirse, y entonces Harry prefirió mirar las antiguas fotografías de Londres que, empolvadas, colgaban de todas las paredes del lugar. Se sentía completamente vil… y sabía la dura reprimenda que le esperaba con su amiga.

Pero pasaron los minutos y ella no decía nada… Harry dejó de fijar su atención en algo que realmente no miraba y volteó sus ojos hacia ella. Hermione levantó las cejas y le sonrió con timidez, antes de decir:

-Qué clima horrible. ¿Verdad?

Harry no pudo menos que bufar de risa. Hermione también sonrió, quizá feliz de haber roto el hielo. Era tonto que hablara del frío y la lluvia… el clima siempre era así en esa época del año.

A Harry le pareció el comentario de ella como aquellos que haces cuando estás en una primera cita y se hubieran agotado los temas de conversación… Un momento. ¿Harry había pensado "primera cita"?. ¿Cuándo había tenido él una salida a solas con Hermione? No recordaba ninguna… siempre habían estado acompañados por sus otros amigos.

Entonces, se podía decir que sí: que ese día era su primera cita.

Mirando por la única ventana del pub a la lluvia incansable que caía en la calle, Harry se dejó dominar por la depresión de nuevo.

-El clima es un perfecto reflejo de mi sentir interior –pensó él en voz alta.

-Lo sé, Harry.

-¿Lo sabes? –la miró asombrado. ¿Cómo podría ella saberlo? Nunca había hablado de "eso" con nadie.

-Sé que estás deprimido… -empezó a decir ella, con cierto retraimiento. –Y no sólo por tu desempeño en el partido, realmente. Me imagino que, por la fecha de hoy, te sentirás solo... quiero decir, la extrañarás a ella… ¿O me equivoco?

Hermione lo miró anhelante. Harry la miró sorprendido. Pero ella se equivocaba totalmente. No era que la extrañara a ella. Definitivamente, no.

-No… -negó totalmente convencido. Hermione suspiró aliviada pero él no lo notó, pues estaba muy concentrado en sus pensamientos. Sabía que su amiga se refería a Lucy Eden, su ex novia. –No es que la extrañe a ella… es que… yo... -se calló la boca de repente. No podía creer que estuvo a punto de decirle a alguien aquello que lo tenía tan angustiado y avergonzado, así que mejor se mordió la lengua para no soltarla.

-¿Es que…? -lo animó ella a continuar, al tiempo que tomaba de su vaso con apurado ímpetu.

Harry la imitó. Se bebió el resto de la bebida de un trago, y le pidió con una seña al camarero dos vasos más.

Hermione se cansó de esperar que su amigo le revelara el motivo de su malestar. Ella había supuesto, con gran desolación, que aún estaría enamorado de aquella bruja oportunista que había conocido un día; con quien había brincando a la cama por la noche y ya estaban viviendo juntos a la semana. Triste, recordó lo bastante dolida y celosa que se había sentido al leer en "El Profeta" la noticia del romance de su amigo…

Repentinamente enojada al acordarse de aquel terrible día, se bebió casi completo el vaso de cerveza que el camarero acababa de traerles. Tenía grabada a fuego en su mente aquella foto horrible, dónde Harry aparecía feliz abrazando a una rubia espectacular y mucho más joven que ellos. Lucy Eden… cómo había maldecido Hermione su nombre tantas veces.

Estaba segura que ella sólo estaría deslumbrada por la fama de Harry y por su fortuna. Sabía que no lo amaba de verdad, porque no era posible que nadie lo conociera sólo en una semana como Hermione lo conocía de años. Y nadie lo amaba como ella. No era justo… no era… ¿Por qué Harry no le podía corresponder?

Terminó su vaso de nuevo y observó que Harry también lo hacía. Pidieron una tercera ronda… y una cuarta. Ella tensa, él nervioso, cada cuál por su propio motivo. Y entonces, la oscura bebida de malta cumplió su cometido: les ayudó a desinhibirse totalmente al apurar el quinto vaso del refrescante líquido.

-Cómo te decía, Hermione –le dijo Harry, acalorado y muy seguro de que su amiga lo comprendería. –Mi problema no es ese… yo no la extraño. ¡Te lo aseguro! –reafirmó ante la mirada interrogante de ella. –Mi problema es otro… pero está ligado directamente a la razón por la que Lucy me dejó…

La castaña abrió mucho sus ojos. Se sentía un poco mareada pero totalmente liberada; era como si una valentía nueva se hubiera quedado en ella y cualquier cosa que deseara emprender pudiera ser factible y perfectamente real.

Sonrió tontamente… ya no le importaba tanto que Harry le contara lo que le tenía de mal humor. Mientras que el motivo no fuera que amara todavía a aquella bruja, nada podía ser tan terrible. Ahora se conformaba y se sentía satisfecha de estar ahí con él, platicando de lo que fuera. No se le ocurría un mejor regalo del día de San Valentín que pasarlo con Harry.

Unos días atrás había creído que estaría esa fecha especial sola, como todos los últimos años. Pero no, Ron le había llamado y sugerido esa salida. Y por supuesto, Hermione aceptó encantada. Cualquier oportunidad de ver a Harry era bienvenida.

-Está bien, Harry –contestó arrastrando un poco las palabras y negando levemente con la cabeza. –No tienes que decírmelo si no quieres, de veras…

A Harry le sorprendió y le indignó que su amiga no le interesara saber ya de su "problema". Después de todo, no se lo había confiado a nadie, y ella se daba el lujo de rechazar su revelación; eso sí que no se lo iba a tolerar. Después de todo, Hermione siempre había estado ahí, para él… siempre era su paño de lágrimas cuando necesitaba de uno.

-¡Pero es que sí te lo quiero contar, Hermione! –le espetó ofendido. –Después de todo, quizá me puedas ayudar o aconsejar algo… Ya no lo soporto más, cada vez que salgo con una chica me pasa.

Hermione entornó los ojos mientras miraba dudosa a su amigo. ¡Merlín! Aquí viene otra vez con una de sus confesiones relativas a su activa vida amorosa, pensó desesperada. Para ella siempre había sido muy difícil escuchar a Harry hablar de sus novias… claro, él no se imaginaba que la joven lo amaba como condenada y que le hacía un daño terrible oír aquellas pláticas.

-Realmente Harry, no quiero…

-Es que sufro de eyaculación precoz, Hermione –soltó el ojiverde rápidamente y de pronto. Pero al segundo de decirlo se arrepintió… sobre todo al ver la cara de sorpresa que puso su amiga.

-¿Qué tú… qué?. ¿Eyaculación precoz? –exclamó ella.

-¡Shhhh! –la calló Harry, mirando a la gente de alrededor. -¡Casi lo publicas en el periódico, sé más discreta por favor!

Hermione ahogó una risita y eso terminó de enfurecer a Harry. Pero curiosamente, él también se sintió muy bien de contarle por fin a alguien su secreto. Fue como si se soltara algo en su interior… y no sintió tanta vergüenza como lo hubiera creído al principio, pues Hermione era su mejor amiga y podía tener toda la confianza del mundo, como hasta para hablar de sexo… ¿qué no?

Lo que Harry nunca supo ni se pudo imaginar fue la malvada satisfacción que su amiga sentía en ese momento. Así que fue por eso que Lucy se fue… y las otras antes que ella. Sonriendo satisfecha, secretamente casi se alegró del "problema" de su amigo.

Y claro que la complacía saber aquello… eso quería decir que esas chicas no estuvieron nunca a la altura del ojiverde, tal como ella lo había supuesto. Pues una mujer realmente enamorada de su hombre sabe como ayudar en vez de salir huyendo.

Pero casi enseguida se arrepintió de su egoísta alegría. Ella sabía cosas, conocía mejor que nadie el triste y difícil pasado de Harry. Además, había estudiado cursos en otros países y se daba perfecta cuenta que el problema sexual de su amigo no era sólo eso. Tenía un trasfondo más profundo… traumas, vivencias dolorosas. Culpa.

Tragó saliva al intentar retener las dos lágrimas que pugnaban por salir de sus ojos marrones. Sintió tanto dolor y pena por su amigo cómo sólo alguien que ama incondicionalmente puede sentir.

-Bueno, Harry… -le dijo ella sin verlo a los ojos y usando su típico tono de sabihonda para disimular su pesar. –La eyaculación precoz no es un problema grave, te aseguro que tiene cura… Y me puedo imaginar que tiene que ver con todo lo que te pasa: de tu mala aptitud como jugador y tu mal humor y…

-¿Cómo que tiene que ver con todo lo que me pasa? –la interrumpió él bruscamente; Hermione lo miró apesadumbrada, y Harry tuvo que reconocer que ella tenía la razón. Intentando suavizar el momento, el joven mago bajó la voz y dijo: –Pensándolo bien, puede que sea así como dices… Estoy completamente desesperado por que ninguna de mis relaciones funciona… y eso me tiene en la miseria moral, y más cuando veo que todos mis amigos ya tienen una pareja y…

-Yo no.

Harry miró a Hermione a los ojos y se sorprendió de encontrarlos tristes y brillantes. Por supuesto que no sabía, y Hermione jamás le confesaría, que ella no había aceptado salir con nadie por aferrarse a la esperanza de que él algún día la viera como algo más que sólo su amiga.

-Bueno… -continuó Harry, cuestionándose sobre la aparente soledad de Hermione pero sin atreverse a preguntarle. –Lo que trataba de decirte es que esto… me estresa. Me hace enfadar. Todo el tiempo estoy pensando en ello. No sé cómo solucionarlo.

-Existen unas personas llamadas médicos, Harry… o en todo caso, quedan los sanadores como alternativa, también… -dijo ella bastante irónica, molesta por la incapacidad del joven para adivinar que ella lo amaba desde hacía años.

Harry entrecerró los ojos ante el sarcasmo de su amiga. Le extrañaba que actuara así… generalmente era muy comprensiva y cariñosa. Si no entendía que a Harry le daba demasiada vergüenza acudir a un especialista, y eso sin contar que medio mundo se enterara, entonces ellos dos no tenían más de qué hablar…

-Pero entiendo que probablemente pienses que si acudes a uno de ellos, la noticia se pueda colar a los medios… Siendo tú una figura pública del mundo mágico, esa sería una estupenda nota para periódicos amarillistas -susurró ella como si leyera sus pensamientos. –Necesitas alguno de extrema confianza.

El joven se sorprendió por millonésima vez de comprobar que su amiga lo conocía como nadie… Asintió lentamente con la cabeza, satisfecho que ella lo comprendiera, pero se congeló en su sonrisa cuando ella le aseguró:

-Yo te puedo ayudar.

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Salieron del pub "Red Lion" muy convencidos de que su plan era perfecto y no pasaría nada más que la cura total de Harry… Hermione le había asegurado que lo hacía con mucho gusto, que podía tomarlo como su obsequio de San Valentín si así lo deseaba. Ninguno se dio cuenta de que su fantástica confianza era el regalo momentáneo que unas cuántas cervezas suelen otorgar.

Afuera ya estaba oscuro. Llovía levemente y hacía un frío de los demonios; el letrero de metal del pub que portaba un león rojo se mecía ruidosamente bajo el inclemente viento de la noche. Debido al mareo ocasionado por las bebidas, acordaron que ninguno de los dos estaba apto para aparecerse en el departamento de Hermione, que era el lugar a dónde se dirigían. Así que, caminaron bajo la llovizna hacia la avenida principal en busca de un taxi.

Llegaron al hermoso parque de St. James, cuyos jardines se extienden hasta el palacio de Buckingham, hogar de la reina de Gran Bretaña. Ahí, en completo silencio y cada cual apretujado en su propio abrigo y paraguas, esperaron que pasara un carro que los llevara a salvo a la casa de la castaña. Pero conforme pasaban los minutos y el frío viento les despejaba la mente a ambos, la idea fenomenal confabulada momentos antes en el bar les iba pareciendo cada vez más aterradora, aunque ninguno se atrevió a confesárselo al otro.

Abordaron por fin el esperado vehículo, cuyo chofer recibió de Hermione las señas de un domicilio no muy lejos de ahí… Después de eso, la chica pareció encontrar muy interesante la oscuridad de la calle, pues no despegaba sus ojos de la ventana. Harry lo agradeció, pues él también estaba ocupado en sus propias cavilaciones y no quería charlar de nada.

En el nombre santo de Merlín, pensaba dándose de topes contra el frío vidrio de su ventana, ¿Qué diablos me hizo decirle a Hermione lo de mi "problema"? Qué vergüenza siento ahora… ¿qué pensará de mí?. ¡Y lo peor!. ¿Cómo pude aceptar, por todos los demonios, lo que ella me propuso?... No tengo escapatoria ya, es muy tarde… se sentiría ofendida si me niego… ella lo hace por ayudarme.

Por su parte, Hermione casi deseaba saltar por la ventana del taxi y ahogarse en la lluvia antes de volver a ver a Harry a los ojos… ¿Qué pensaba al contarle a Harry sobre su conocimiento en masajes tántricos, los cuales había aprendido en uno de sus viajes a la India?. ¿Cómo se había atrevido a decirle que ella le podía aplicar uno, haciéndolo sentir más relajado en su vida diaria y dispuesto a tener mejores relaciones sexuales?

En aquel punto su amigo se había mostrado dudoso pero evidentemente interesado, después de todo. ¿a quién no le llama la atención un ofrecimiento para mejorar su potencial sexual? Hermione le había asegurado entonces que ese tipo de masaje ayudaba enormemente a controlar su estrés, mediante una estimulación de los puntos de sensualidad en su cuerpo; aprendiendo a respirar y controlar su eyaculación el tiempo que fuera necesario… culminando en un orgasmo más pleno.

Hermione cerró los ojos aterrada al recordar la inmediata aceptación de Harry a su propuesta. Casi había saltado de la silla dispuesto a que lo masajeara ahí mismo, en la mesa del pub… En aquel momento ella se había sentido valiente, pensó que el cariño y deseo que secretamente sentía por su amigo no sería problema ni impedimento para realizarle el masaje… Pero ahora, en esa fría cabina del taxi y rumbo a su departamento, estaba empezando a ver sus sentimientos como un inconveniente bastante importante.

Ya que, y aunque trataba de negárselo a ella misma, el sólo hecho de pensar en darle un masaje a Harry (¡y un masaje tántrico, por Dios!) la excitaba enormemente. Significaba que podría ver al joven Buscador, objeto de sus secretos deseos, desnudo… y por si fuera poco lo tocaría… acariciaría todo su cuerpo… todo.

La vocecita de su conciencia le decía que no sería honesto de su parte brindarle un masaje a su amigo, pues ella lo amaba y lo deseaba con desesperación desde hacía años… Pero no podía evitar ilusionarse con la sola idea. No quería ni podía arrepentirse. Sabía que si se echaba para atrás, Harry podía sospechar que él significa algo más para ella. Y Hermione no podría soportar que el muchacho lo supiera…

Por que él jamás la vería como algo más que sólo la-amiga-en-quien-confío-mis-problemas-pero-no-amo.

Además estaba el hecho de que una sola sesión de masaje comúnmente no bastaba para arreglar ese problema. Y la chica no sabría si sería capaz de repetirla las veces que Harry lo necesitara.

Llegaron a su departamento después de unos minutos, Harry pagó el viaje y ambos bajaron a la negrura de la noche. Había dejado ya de llover pero el clima gélido se había acrecentado.

Estremeciéndose y no precisamente de frío, Hermione abrió la puerta del edificio sin dirigirle palabra alguna a Harry. Subieron las escaleras hasta el tercer piso y ella abrió la puerta de su hogar. Lo invitó a pasar con un gesto y una sonrisa mustia, al momento que un viejo y cariñoso Crookshanks saludaba al joven restregándose contra sus piernas.

-Hola, amiguito…

-¿Un té, Harry?

Él levantó la vista del gato hacia ella y se preguntó si debía aprovechar esa última oportunidad de salir corriendo de ahí. No se atrevió a hacerlo por temor a herir su susceptibilidad, así que le aceptó la bebida.

-Con dos de azúcar y…

-Leche. Ya sé, Harry. Siéntate, por favor.

Dejando sus mojados abrigos en el perchero de la entrada, fueron a la cálida y bien iluminada cocina de la chica y Harry se sintió tan cómodo que se preguntó porque no visitaba más frecuentemente a su amiga… entonces pensó que había descuidado mucho su amistad con ella. Demasiado entrenamiento de Quidditch… demasiadas parrandas con amigos… demasiadas novias celosas.

Mientras ella le ponía una taza enfrente y le servía de una humeante tetera, Harry le sonrió.

-Así que estuviste en India –le dijo, pero de inmediato se sintió estúpido por ello.

Ella también sonrió y se sentó a su lado.

-En India… y en Tailandia, Alemania, México, Argentina, Somalia… y mil lugares más, Harry. Es lo bello de mi trabajo. Es lo mejor que tengo.

Mejor dicho, es lo único que tengo, pensó tristemente.

Los dos se ocuparon de beber su té sin decir más. Ninguno lograba entender que era lo que los había llevado a esa situación tan comprometedora. Harry estaba totalmente apenado por haberle dicho aquello a su amiga y tener que recibir un masaje de su parte… intentaba imaginarse que sería como cualquier otro como de los tantos que había recibido durante su larga carrera deportiva.

Hermione se aclaró la garganta y soltó de repente, hablando con rapidez:

-Quiero que sepas Harry (y lo sabrías si leyeras un poco más y te informaras) que tu problema no se debe a que seas… -se sonrojó con furia, –un mal amante… Quiero decir, esto no es más que una consecuencia de la vida que has llevado… los problemas a los que te has enfrentado. Las muertes de tus seres queridos. Eso ha provocado que la energía que circula por tu cuerpo se estanque…. Y supongo, que en tu caso, siendo un mago tan poderoso… esa energía debe ser impresionante.

Harry la miró conmovido por sus palabras y abrió la boca para agradecerle cuando ella, nerviosa en extremo, se levantó de golpe llevando su taza al fregadero y, acto seguido, salió de la cocina a toda prisa. Volvió un minuto después con una botellita y una toalla impecablemente blanca, la cual le arrojó a Harry con un poco de brusquedad.

-Ponte cómodo… yo tengo que colocar música suave. Es parte del tratamiento.

Salió de nuevo, dejando a Harry completamente espantado. ¿Acaso ella esperaba que él se desnudara ahí, en medio de su cocina? Debía estar demente. Harry se dirigió al cuarto de baño, mientras que algo en su interior le gritaba que saliera de ahí ahora que todavía podía hacerlo. Pero no lo hizo. La oferta de su amiga era muy tentadora como para rechazarla.

Más energía, plenitud, orgasmos más controlados y placenteros… una mejor vida sexual… ¿cómo decirle que no a eso? Armándose de valor, se despojó de sus viejos jeans, su sudadera y su camiseta cuando escuchó la voz de la chica a través de la puerta del baño:

-¿Harry? Tienes que quitarte todo… ¿escuchaste? Todo.

-¿Qué? –le espetó sorprendido. -¿Por qué?

-¡No preguntes! Tienes que confiar en mí. Es importante que confíes. Es parte del...

-…Tratamiento, lo sé.

Refunfuñando, Harry lo hizo. Se quitó todo. Entonces, se envolvió la toalla con la mayor solidez que pudo y salió. Sorprendido, escuchó venir desde el aparato reproductor de música que Hermione tenía en su sala de estar, los acompasados acordes de "El bolero" de Ravel.

Un momento. Eso le recordaba algo… alguna vez había visto una vieja película dónde, mientras tocaban esa melodía, los protagonistas hacían el…

-Por acá, Harry –le llamó ella desde la sala. Interrumpido en sus pensamientos, el joven entró en la habitación a medio iluminar, donde Hermione movía de lugar su mesa de centro con ayuda de su varita.

-No esperarás que me acueste ahí. ¿verdad?. ¡Es casi el suelo! –le replicó aterrado señalando el tapete persa.

Pero Hermione no le contestó de inmediato… lo estaba mirando casi con la boca abierta. Harry se ruborizó… se sentía muy expuesto así, sólo con una toalla envuelta, para que encima ella lo estuviera viendo de ese modo…

Como si de repente reaccionara, ella quitó los ojos de su semidesnudez y mirando su tapete, le dijo:

-Te voy a colocar unos cobertores, por supuesto –su voz sonaba muy rara, como si tuviera la boca seca. –No creerás que tengo una mesa de masajes. ¿o sí? Además, este tipo de masaje se aplica así… Y ni creas que me dedico a esto profesionalmente… sólo es un hobby. Únicamente amigos.

Si claro… sin contar a Harry, creo que "cero" es la cantidad exacta de veces que he hecho este masaje. Era verdad que lo había aprendido en uno de sus tantos viajes a la India, pero sólo lo había hecho por pasar el rato… bueno, tal vez esperaba aplicarlo algún día, cuando tuviera una pareja amorosa… pero ésta nunca había llegado.

-Ya veo –respondió él y miró cómo la chica convocaba un par de suaves y mullidas cobijas para hacer más confortable su estadía en el tapete.

Hermione le dirigió una sonrisa tan nerviosa que parecía maniaca…

-Recuéstate boca abajo, por favor. Y relájate.

Para ti es muy fácil decirlo… no estás desnuda bajo una pequeña toallita, pensó Harry un poco molesto.

-Voltea a otro lado mientras me acuesto… me puedes ver –le exigió en un tono un tanto infantil.

Hermione rodó los ojos pero accedió. Harry se arrastró sobre los cobertores cuidando de no moverse la toalla de lugar. Se recostó completamente, sintiendo todos los músculos de su cuerpo tan tensos que creyó que podría brincar a la menor provocación. Y si se hubiera percatado de la mirada lujuriosa que su amiga le dirigía, realmente hubiera saltado…

Hermione lo miraba sin poder creer en su buena suerte. En medio de las brumas del deseo avasallante que sentía por Harry, pudo bendecir a Ron y a Luna por haberlos dejado solos en el pub. Cualquier miedo o inseguridad que hubiese sentido antes, se fue muy lejos de ahí al observar el apetecible cuerpo de su amigo de toda la vida.

Y no era porque tuviera una tremenda musculatura… de hecho, se podía decir que Harry tenía la figura muy normal de cualquier joven de veintitantos, delgado y no muy alto. Pero lo que marcaba la diferencia entre mirar a Harry semidesnudo a cualquier otro hombre… era el enorme amor que siempre le había profesado en silencio. Amor imposible que con el paso del tiempo se acompañó de un deseo irrefrenable… el cual llevaba a Hermione a tener que buscar su propia satisfacción en aquellas noches en las que el sólo recuerdo de Harry le impedía dormir.

Sabía que pagaría cara la consecuencia de mirar al chico así… de tocarlo y masajearlo. Sabía que sin poderlo evitar, su propio cuerpo respondería a semejante estímulo… pero no le importaba. Tendría más "material" con qué fantasear y soñar en sus noches de desvelo.

Así que, decidida a pagar más tarde la factura por semejante atrevimiento, tomó una pequeña botella que había dejado en la mesita y la destapó. Vertió una pequeña cantidad de ese líquido denso en su mano y la frotó suavemente con la otra con el propósito de entibiarlo.

-Te voy a aplicar un aceite especial, Harry… es una mezcla de almizcle y sándalo. Ayuda a despertar el instinto… este, el instinto sensual.

Harry sólo gruño algo que pareció ser un "bueno". Tenía la cabeza sumergida entre sus dos brazos cruzados a la altura de su rostro, de modo que su espalda se le torneaba perfectamente, bien marcados los músculos de la misma. Hermione sintió un escalofrío al hincarse a la izquierda de él y mirarle de cerca. Sus ojos recorrieron el camino de su cuerpo hacia abajo, brincando rápidamente la zona cubierta por la toalla y admirando sus dos fuertes y bronceadas piernas.

Crookshanks maulló desde un rincón apartado, al tiempo que se marchaba de la habitación como si supiera que él no necesitaba ver aquello. Hermione ni siquiera lo notó.

-Necesito tus dos brazos, Harry… Estíralos hacia los lados. Sí, así está bien.

Ella cerró los ojos y reprimió un quejido al posar sus manos en la pierna izquierda. Empezó a deslizarlas en toda la extensión de la misma, preocupándose por untar el perfumado aceite… desde el tobillo hasta el borde de la toalla en el robusto muslo del chico. Sentía pequeñitas descargas eléctricas en sus manos al percibir la dureza de los músculos de la pierna… y sonreía al hacer nudo los pequeños vellos de la misma.

Si hubiera podido ver el rostro de Harry se hubiera asustado de lo mucho que el chico apretaba los ojos y labios… parecía estar reprimiendo un grito o algo parecido.

La verdad de las cosas era que estaba disfrutando enormemente las manos de Hermione deslizarse por su piel, y eso lo asustaba. Y más se espantó al notar que ella desparramaba más aceite tibio sobre su lado izquierdo de la espalda y brazo…

-Estoy despertando primero la sensualidad de tu lado izquierdo Harry… luego haré lo mismo con el derecho. ¿Está bien?

Sin esperar respuesta y aplicando más energía, la chica comenzó a masajear desde el tobillo del joven hasta su mano, pasando por toda la pierna, la espalda y el brazo… pero vadeando la zona cubierta por la toalla. Harry empezó a relajarse, disfrutando de la suave presión que su amiga ejercía sobre sus tensos músculos.

Suspiró mientras Hermione se levantaba para cambiar y aplicar el mismo tratamiento del lado derecho del cuerpo del chico… quien ya estaba empezando a deleitarse y a sentirse en plena confianza, como si eso fuera cosa de todos los días. Era simplemente delicioso… agradeció que su amiga hubiera aprendido a hacer semejante masaje.

Hermione, al contrario de él, estaba tan abrumada que tenía su entrecejo totalmente arrugado mientras intentaba no disfrutar de manera indebida las caricias… ¿qué caricias? Masaje, Hermione… es masaje, no caricias, se dijo con firmeza sin poder dejar de percibir la suavidad de la piel de Harry en sus palmas.

Nerviosa, sintió un ligero estremecimiento al terminar con su lado derecho… gateando sobre el tapete, se dirigió hacia las piernas del muchacho…

-Harry… -llamó casi sin voz. -¿Puedes abrir un poco las piernas?

-¿QUÉ? –exclamó él levantando la cabeza.

-¡Harry! Te dije que debías tenerme absoluta confianza… vamos, ábrete un poco. Necesito colocarme ahí.

El joven ojiverde la miró incrédulo… entonces ella introdujo sus manos resbalosas de aceite entre sus muslos y los empujó con suavidad hacia fuera… deteniéndose cuando consideró que ella cabría de rodillas en el espacio dejado en medio.

Se acomodó hincada de frente a la espalda de Harry, quien cerró los ojos espantado y bajó de nuevo la cabeza golpeándose contra el tapete. Apretó los labios para evitar dejar salir un quejido de placer al sentir las manos de su amiga deslizarse al mismo tiempo, una en cada pierna, desde el tobillo hasta el principio de la toalla.

-Esto es para armonizar ambos lados de tu ser… derecho e izquierdo –murmuró ella lentamente, sintiendo la presión de los muslos interiores de Harry sobre sus piernas. Aunque Hermione vestía unos jeans, creía que la sensación era demasiado buena como para soportarla.

Abandonando sus fuertes piernas, continuó con su espalda… de la misma manera, con ambas manos al mismo tiempo. Se inclinó un poco sobre Harry para alcanzar sus hombros y poder continuar el camino de sus brazos… Casi gime al notar las nalgas de Harry contra su vientre. Tuvo que hacer gala de toda su fuerza de voluntad para no dejarse caer completamente sobre el joven y saber que se sentía oprimir sus senos contra su espalda.

Harry se había quedado inmóvil y completamente mudo… pero respiraba con agitación, completamente azorado por la evidente excitación que estaba empezando a experimentar. Se sintió bastante mal por sentir aquello por Hermione, su amiga… su casi hermana.

Afortunadamente, a Hermione le pareció oportuno el momento para aclarar:

-Es natural si te sientes estimulado, Harry… quiero decir, ese es el propósito del masaje… pero la condición es que debes respirar profunda y pausadamente. Inténtalo. Es parte del…

-Tratamiento –masculló él, alegrándose que su amiga le confirmara que su excitación no era enfermiza… pero se preguntó porque no le había dicho antes que sentiría aquello con el masaje. Un detalle muy importante como para pasarlo por alto. ¿no?

-Ahora voy a friccionarte la columna… esto es con la intención de estimular tu chakra y que puedas liberar tu energía para que recorra tu cuerpo con libertad.

Harry se preguntó que diablos sería "charco" o lo que fuera que ella hubiera dicho… pero no pudo expresar la pregunta en voz alta porque estaba totalmente en trance… era, por mucho, la situación más sensual en la que se hubiera encontrado jamás en su vida. Y pensar que sólo era un masaje… Hermione estaba moviendo sus manos sobre la columna vertebral de Harry de un modo circular, desde el coxis hasta la nuca, como si dibujara una serpiente en su espalda.

-Recuerda… -le dijo ella en un susurro. A Harry se le antojó su voz como la cosa más dulce que hubiese oído. –Debes controlar tu respiración… hazla lo más profundo que puedas. Es parte del…

Harry no escuchó más… estaba volviéndose loco. Pero curiosamente, no era imposible hacer lo que Hermione le pedía. Podía respirar con profundidad a pesar de tener la erección más firme que había tenido en mucho tiempo, tanto que le dolía por tenerla contra el tapete de su amiga.

La chica se sentía sudar… y ciertamente no era por la actividad del masaje. Se mordía el labio inferior y cerraba los ojos espantada al oír los gemidos de placer que Harry emitía con cada exhalación. Ella sabía que así iba a ser… y se daba cuenta que Harry no estaba en absoluto excitado por ella, sino que era resultado del masaje. Era una reacción natural, ya que el propósito del mismo era lograr que la persona recibiera placer sensual sin recurrir al acto sexual… sin importar quien fuera la dadora del masaje.

Apretó su mandíbula furiosa con ella misma por haberse colocado en esa situación tan dolorosa… tener a Harry excitado por sus caricias (¡masaje, Hermione!) casi bajo ella… pero saber que no era por ella. Se odió por bocona… deseó no haber aprendido nunca esa técnica. Pero el hecho era que su amigo había necesitado su ayuda y ella, no pudo negársela… como siempre.

Se quejó sabiendo que era lo que seguía a continuación. Llevando sus manos hasta el final de la espalda de Harry, bajó la toalla con lentitud, dejando el firme trasero de su amigo a la vista. Se había propuesto no ver… pero la verdad es que no pudo quitarle los ojos de encima. Lo curioso es que su amigo ni siquiera reclamó… Ella supuso que en ese momento él estaba totalmente entregado a sus sensaciones como para preocuparse por esa nimiedad.

Sintiendo que nada en su vida la había preparado para aquello, levantó un poco los brazos como preparándose… antes de posar sus aceitosas manos sobre cada nalga de Harry y deslizarlas desde la base de las mismas hasta los omóplatos de su amigo. Y de regreso. Una y otra vez. Por unos minutos que parecieron la eternidad.

Él gemía quedamente. Ella gimió con furia. Hermione podía sentir su propia excitación mojarle su prenda íntima, como una burla permanente de su deseo irrealizable de ser poseída por Harry. Apretó sus piernas en un intento por calmar sus ansias… mientras seguía implacable deslizando con fuerza sus manos sobre el cuerpo de su amigo.

Y eso no era lo peor…

Deteniéndose y retirándose de entre las piernas de Harry, le pidió:

-Voltéate.

Extrañamente, Harry lo hizo sin chistar, como si estuviera esperando esa orden desde mucho tiempo antes. Ni siquiera se preocupó por el estado de la toalla… aunque ésta se mantuvo milagrosamente en su lugar, tapando aquello que debía cubrir, para buena suerte de la chica.

Ella se colocó de nuevo en la misma posición… entre las piernas de Harry, quien no tuvo problema en abrirlas para darle espacio entre ellas. Hermione le tomó una pantorrilla para levantarle un poco la pierna… Harry hizo lo mismo con la otra.

La chica alcanzó su botellita de aceite, y repitiendo el proceso, comenzó con el masaje del lado izquierdo… desde la punta de los dedos de su pie hasta la mano… paseando y oprimiendo a su paso pantorrilla, muslo, abdomen, pecho y brazo. Harry estaba con los ojos cerrados, disfrutando en plenitud de aquello… su respiración volvía a ser profunda y acompasada. Estaba logrando controlarla.

Pero estaba bastante estimulado. Hermione lo sabía porque podía notar su erección bajo la toalla. Jamás había visto esa parte íntima de ningún chico… no en vivo, pues las prácticas de aquel masaje las había hecho con muñecos, no con personas. Pero ese enorme bulto no podía significar otra cosa. Se preguntó cómo sería y que se sentiría tocarlo… y asustada, sabía que lo averiguaría en un momento.

Por un tentador segundo pensó desesperada en brincarse aquella parte del masaje… pero sabía que si lo hacía, todo lo demás habría sido en vano. Harry necesitaba aquello… requería llegar al casi orgasmo para poder aprender a evitarlo.

Gimiendo aterrada, ella tomó más aceite de la botella y se vertió un poco en su mano izquierda… se dio cuenta que ambas manos le estaban temblando. Sin darle tiempo a Harry de reaccionar, le quitó la toalla y abriendo los ojos totalmente sorprendida, tomó por asalto pero con extrema suavidad, la enorme erección de su amigo.

Harry gimió y abrió los ojos.

-¡Hermione!. ¿Qué diablos…?... ¡Mmhhh!... por Dios...

Volvió a cerrarlos mientras se retorcía y gemía fuertemente, totalmente complacido por "el masaje" que la azorada muchacha le brindaba en su parte íntima. Crispó los puños sobre la alfombra, como si quisiera sostenerse de algo para no tener que aferrarse a la chica. Ella se espantó, pues a pesar de su inexperiencia creyó que lo haría terminar pronto… y ese no era el plan.

-¡La respiración, Harry! –le urgió en voz alta. -¡Contrólate! Tienes que aguantar…

Harry le hizo caso… mientras suspiraba con profundidad, su amiga le masajeaba con delicadeza alrededor de su parte íntima, en un intento de ayudarle a controlarse. Cuando notó que el chico dominaba completamente su respiración, volvió a acariciar (¿qué no era masajear?) con extrema suavidad, alternando ambas manos y variando la intensidad, según notara la excitación de Harry salirse de control. Contrariamente a lo que ella se había propuesto, estaba gozando junto con Harry de aquello… estaba maravillada de la suavidad de la piel de aquella parte del cuerpo de su amigo. Totalmente sobrecogida de poderlo hacer sentir tanto tan sólo con sus manos…

Esto se prolongó por tanto tiempo, que si Harry se hubiese fijado en el reloj le hubiera sorprendido al punto de no creerlo. Lo cierto es que llegó un momento que el joven mago se arqueó de espaldas, dominado por una fortísima sensación que parecía hacerle explotar su interior y que le recorrió todo el cuerpo en oleadas de gran placer. Pero ni una gota de semen salió de él.

Hermione lo soltó por fin y él abrió los ojos sintiéndose muy cansado. Su mente se negaba a aceptar eso. ¿Era posible?. ¿Había gozado tanto y ni siquiera había eyaculado?

-Lo lograste, Harry… -dijo ella con una sonrisa torcida. Se sentía completamente infeliz, totalmente insatisfecha de su propio y enorme deseo hacia su amigo. Creyendo que no podría soportar un minuto más sin soltar el llanto, decidió escapar antes de que fuera tarde. Sin mirar a Harry a los ojos, le dijo con la voz embargada de dolor: –Eso te ayudará bastante… ahora sólo tienes que buscarte una chica y probar lo que has aprendido.

Y mientras que Harry trataba de recuperar su ritmo de respiración normal, Hermione se puso bruscamente de pie y salió con rapidez de la habitación. Su voz temblorosa se escuchó a lo lejos al decirle:

-Por favor, Harry… vístete y vete.

-¡Hermione!. ¡Espera! –jadeó él completamente exhausto. No entendía que pasaba… ni con él ni con su amiga.

Pero ella no volvió. Él escuchó que se cerraba una puerta y supuso que sería la de su habitación.

Tomándose un par de minutos para descansar, se levantó y fue al baño a vestirse. Estaba tan confundido que no sabía si sería adecuado tocar a la puerta del dormitorio de su amiga para despedirse. Al final, no se atrevió.

Se dirigió a la cocina y buscó algún florero entre los gabinetes. Encontró uno y lo tomó. Despacio y sintiéndose muy aturdido, como si lo que acababa de vivir no hubiera sido real, colocó el recipiente en la mesa de Hermione y sacando su varita, balbuceó:

-Orchideous.

Un hermoso ramo de flores brotó de la punta de su varita. Harry lo tomó y con gran cariño, lo acomodó en el florero. Feliz día de San Valentín, amiga, pensó con tristeza.

Sintiéndose flotar entre nubes y con las piernas temblando, salió del departamento, mientras se preguntaba con infinito dolor si esa noche había recuperado autocontrol y perdido a Hermione al mismo tiempo. Si era así, entonces le había salido caro.