Notas:
¡Hola!. ¿Cómo tán todos por aquí?
¿Les gustó mi regalo de San Valentín?. ¡Ja, ja, ja!. ¡Qué bueno, eso me hace muy feliz! Y como lo prometido es deuda, ya llegó la segunda... ¡espero les guste igual!
En general, les agradezco a todos los que leen mis tonterías...y más a los que leen y se toman su tiempecito para dejarme un review... esto es el alimento a mi musa! Así que ya saben... para buenas historias,muchos reviews, jajaja! No es cierto... bueno, nomás poquito.
Aquí les dejo la segunda parte, que, cómo ya habrán notado... no es el final. Cómo siempre, esta autora no sabe calcular la longitud de sus historias... jejeje..XD
Parte 2
El final de la espera
Cualquiera que la conociera, sabía que Hermione Granger era una mujer de mente abierta, muy culta y conocedora de las diferentes sociedades del mundo. Devoradora de cuanto libro caía en sus manos, había aumentado su acervo cultural gracias a los viajes que tenía que realizar y que le permitían conocer de cerca lo que previamente había vislumbrado en su mente al leer. Siendo ella de ese modo no podía comportarse como una mojigata, porque hubiera sido atentar contra su esencia misma, la cual le hacía ver al sexo cómo algo completamente natural y digno de disfrutarse… Por lo tanto, el motivo de que aún fuera virgen a sus veintiséis años no era precisamente porque tuviera miedo o falsos preceptos moralistas, sino porque simple y llanamente nunca había tenido oportunidad de hacer el amor.
Hermione nunca salía con nadie. Después de Viktor, no había tenido otro novio. Todos aquellos que se lo pedían le parecían tontos… o aburridos… o feos… aunque en realidad no lo fueran. El hecho era que no había nadie con quien ella pudiera sentirse de modo alguno atraída física y emocionalmente como para iniciar una relación. A excepción, por supuesto de…
Ella escuchó cuando Harry cerraba la puerta de su departamento. Abrió sus ojos anegados de lágrimas, las cuales habían sido vertidas hasta ese momento en total silencio para que su joven amigo no la escuchara a través de la puerta de su habitación. Pero ahora que sabía que él se había ido, se sintió libre para dar rienda suelta a su dolor… sumergiendo su rostro en la almohada emitió profundos y desgarradores lamentos, mientras la empapaba con las grandes y furiosas lágrimas que sus ojos vertían sin control.
Una estúpida… eso es lo que soy. Este había sido, con creces, el peor error de toda su vida, y ahora lo pagaría. Había imaginado con gran ingenuidad que podría hacerle ese tipo de masaje al amor de su vida y salir inmaculada de ello… qué gran equivocación.
Sabía que el masaje lo puede aplicar cualquier persona, hasta un perfecto desconocido y aún así estimularía a la persona que lo recibe… que fue lo que pasó con Harry. Él nunca había visto ni vería a Hermione como una mujer digna de desearse… era sólo una amiga y ya. Harry había saltado de chica en chica buscando el amor, mientras ella lo miraba hacerlo con el corazón destrozado y amándolo en silencio.
Y eso, aunque difícil, era soportable… hasta hoy había sobrevivido a ello. Pero a partir de esa noche… Jamás podría volver a verlo a la cara… simplemente no podría. Después de haberlo visto así, sin una pizca de ropa que separara su impresionante desnudez de su mirada… después de haberlo recorrido con sus manos de pies a cabeza, sintiendo llamas ardientes en su ser… después de haberlo tocado ahí… justo ahí. Dónde una amiga jamás debe hacerlo. Lo estimuló… lo vio retorcerse y gemir de placer, al tiempo que ella se sentía tragada por su propio y avasallante deseo por él. Fue demasiado inocente de mi parte… creer que no pasaría nada por hacerlo.
Pensó que lo podría tolerar… que tal vez hasta le ayudara a sobrellevar aquellas noches dónde la imaginación la hacía perderse en fantasías plagadas de Harry y buscar su propia satisfacción entre sus sábanas… pero realmente conocer el cuerpo de su amigo, haber escuchado sus suspiros de gozo, haber sentido entre sus manos su ardiente intimidad… tornaba todo peor de lo que antes era. Porque, sencillamente, ahora que lo conocía… lo extrañaba.
Era increíble la fuerza de voluntad de la que tuvo que echar mano para no haber sucumbido a la tentación de besarlo… de probarlo… de averiguar a que sabían su piel y sus labios. No sabía que podía ser tan fuerte.
Pero. ¿adónde se había ido esa fuerza ahora? Gimió con ímpetu retorciendo la húmeda almohada entre sus manos, al sentir un terrible y conocido dolor en su parte baja del vientre… la consecuencia de sufrir deseo y pasión sin culminar.
Estuvo llorando largo rato, creyendo que jamás volvería a ver a Harry… que quizá también él estaría muy avergonzado o molesto con ella… después de todo, Hermione no había sido sincera. Jamás le mencionó hasta dónde tendría que llegar con el masaje… seguramente, si le hubiese dicho, el joven nunca hubiera aceptado. Por lo tanto, de una cosa estaba segura: esa noche acababa de perder a su mejor amigo.
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El día siguiente era un miércoles laboral común y corriente y, claro, al entrenador de los Puddlemore United no le iba a importar que su Buscador estrella estuviera tan agotado por haber recibido un masaje que no se pudiera levantar de su cama esa mañana… a pesar de haber dormido como un lirón desde que posó su cabeza en la almohada.
Temblando y sin poder creer lo que había ocurrido durante la noche, Harry se incorporó y se dirigió hacia el cuarto de baño. Por un momento deseó que aquello hubiese sido un sueño, pero no… él sabía que había sido bastante real y vívido para no haber existido.
Caramba, Hermione… si me lo hubieras dicho antes.
Mientras entraba en la ducha se preguntó a él mismo si hubiera accedido a que ella le diera el masaje a sabiendas que éste lo excitaría hasta volverlo loco e incluía estimular a su "amiguito"…
Levantó su rostro hacia el agua tibia que brotaba de la regadera para lograr desperezarse y aclarar sus ideas. Tenía sentimientos encontrados hacia su amiga: por una parte se sentía pleno y satisfecho, mucho mejor que después de cualquier noche de sexo que hubiera tenido en su vida. Y eso que no eyaculé ni una gota. Se estremeció al recordar el masaje (por Dios… a "eso", yo le llamaría de otra forma) que su ex compañera de colegio gentilmente le había aplicado… y sin poderlo evitar, volvió a excitarse al pensar en ello.
Asustado, dirigió su mano hacia la llave del agua fría para abrirla de golpe con el propósito de "congelar" esos deseos que hacían que una gran erección cobrara vida en ese momento. Se quejó y sintió escalofríos al caer sobre él una gran cortina de agua helada… pero se lo merecía. Se sentía desleal y sucio por gozar recordando el masaje que tan amablemente su amiga le había dedicado.
Pero por otra parte… no pudo evitar que su mente rodara al sospechar lo estupenda y buena amante que debía ser Hermione… sintió envidia y celos de aquel que tuviera la buena suerte de haber estado con ella.
-¡Cómo puedo estar pensando en esto!. ¡Es mi amiga! -gritó desesperado mientras se jalaba de los cabellos, furioso con él mismo por imaginarla desnuda… haciendo con él algo más que sólo un masaje.
Desesperado por no poder ahuyentar de su mente esos inverosímiles pensamientos, se apoyó con los brazos estirados, las palmas contra la pared azulejada de su ducha… y agachando su cabeza para permitir que el agua fría cayera sobre su nuca, intentó practicar los ejercicios de respiración profunda y pausada que Hermione le había enseñado.
Poco a poco logró controlar su excitación y su erección desapareció… pero lo que no desapareció, para horror del chico, fueron las perturbadoras y sensuales imágenes de su amiga que su mente recreó una y otra vez durante todo el día.
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-¿Hola? –respondió ella con la voz temblorosa, pues sabía que era él. Su número aparecía en el identificador de llamadas de su aparato telefónico.
-¿Hermione? –oyó su voz ansiosa al otro lado de la línea. La chica no le contestó… temía un reproche… una recriminación por no haberle dicho la verdad. Pero Harry no decía nada… si no hubiera escuchado su respiración por el teléfono, habría creído que le había cortado la llamada.
-Hermione… -repitió él después de unos segundos. –Yo… yo quisiera hablar contigo, pero no por teléfono. Necesito verte. ¿Puedo ir a tu…?
-¡No! –lo interrumpió ella. No quería verlo, no podía verlo. No soportaría ni un minuto en su presencia sin revivir en su cerebro lo ocurrido en la noche anterior, lo cual implicaría otra madrugada de llanto e insatisfacción. –Estoy un poco indispuesta esta noche, Harry. No te puedo recibir. Lo siento.
-¿En serio? –la cuestionó él, en un tono que no dejaba a lugar a dudas que sabía que lo estaba tratando de engañar.
-Claro que es en serio. No tengo porque mentirte.
-No, Hermione… nunca me has mentido, estoy seguro de ello –hizo una pausa y añadió, mordaz: -Pero eres muy buena para no decir toda la verdad.
Hermione le colgó furiosa el teléfono, aunque en el fondo sabía que tenía bien merecido el reproche de su amigo. Pero él debería entenderla… después de todo, ella sólo había querido ayudarlo a superar su problema. Y lo habían logrado, juntos. El masaje y los ejercicios de respiración habían sido un éxito. Y ella, la noche anterior en el pub, había estado segura que a Harry no le importaría que se le hubiera pasado por alto informarle de ese detalle mientras le aliviara su "inconveniente sexual"…
¡La culpa la tienen esas malditas cervezas!... juró no volver a tomar alcohol en toda su vida. Aunque no quería volver a llorar, una lágrima indómita resbaló con rapidez por su mejilla haciéndole cosquillas. Se la limpió con infinita tristeza.
-Oh, Harry… -murmuró.
El teléfono la sobresaltó de nuevo. Miró la pantallita de cristal líquido y notó que era él otra vez… Su mano se dirigió rauda hacia el auricular, pero antes de descolgar se detuvo. No… no tenía caso. Se dio la media vuelta y se alejó del aparato que sonaba incansable, rumbo a su cocina… Pasó junto a las flores que Harry le había dejado en la noche y, sacándolas del florero, las arrojó con pesadumbre a la basura.
Como autómata, caminó al refrigerador… Crookshanks necesitaba cenar. Y ella necesitaba alejarse de la fuente de su dolor.
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Pero Harry no se iba a dar por vencido tan fácilmente. Al entender que ella ya no le respondería el teléfono y sabiendo que había metido la pata con ese comentario, decidió ir a verla aún sin su permiso. Se concentró en las escaleras de su edificio con la esperanza que nadie estuviera subiendo o bajando por ellas en ese momento.
Se apareció en el rellano del segundo piso, así que apresurado subió lo que le quedaba de escalera y abalanzándose con furia sobre la puerta del departamento de la chica, llegó ante ella y tocó con fuerza… quizá más de la necesaria.
Nadie respondió… pensó abrir por medio de magia, pero obviamente una bruja como Hermione tendría protegida su puerta contra un hechizo como ese. Volvió a tocar y la llamó:
-¡Hermione! Necesito hablarte… yo… disculpa por lo que te dije en el teléfono, no era mi intención… es que…
-¡Disculpe joven! –graznó una señora de edad, flacucha y fea que se había asomado por otra puerta. –Creo que es obvio que la señorita ya está dormida o no le quiere abrir… le sugiero que se vaya o llamaré al conserje para que lo eche.
Harry la miró un momento y estuvo firmemente dispuesto y tentado a convertirla en una bonita urraca… de seguro quedaría mejor que como estaba. Pero entonces, respiró con profundidad y decidió desistir… por el momento.
-Ya me iba, señora.
Terriblemente frustrado por la actitud de Hermione, arrojó una última mirada a su puerta y preguntándose porque se negaba a verlo, se alejó muy confundido con rumbo a las escaleras.
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Todos los teléfonos de Hermione repiquetearon al otro día como locos: el de su casa, el de su oficina en el Ministerio de Magia, su celular… Es una fortuna que hayan inventado el identificador de llamadas, pensó ella sarcástica al observar el número de Harry en su celular mientras se dirigía hacia su departamento al salir de trabajar.
Lo apagó, completamente harta de escucharlo sonar. Movió la cabeza preguntándose porqué Harry no se daba cuenta que ella no lo quería ver. ¿Por qué habría de ser? Porque es un ciego sin remedio… antes era incapaz de notar el enorme amor que ella sentía por él. Y ahora no podía darse cuenta que ella ya no quería nada… ni siquiera hablarle.
Llegó a su hogar y al entrar a la cocina, casi se cae de espaldas del susto de ver una figura blanca al otro lado del cristal de su ventana. Era Hedwig… estaba posada en el alfeizar, temblando esponjada bajo el inclemente frío del ocaso. Se apresuró a abrirle, después de todo afuera estaba lloviendo y el pobre animal no tenía la culpa de nada. El ave entró en cuanto ella se lo permitió y se posó en la llave del agua de su fregadero, sacudiéndose la lluvia de su níveo plumaje y levantando su pata derecha hacia la chica. Hermione le desató la carta de Harry que traía en ella.
Con las manos temblorosas, leyó:
Querida Hermione:
En realidad no sé muy bien qué es lo que sería adecuado escribirte en este momento… tú ya sabes que soy un poco torpe para estas cosas. Lo único que sé es que eres mi mejor amiga, y no deseo perder nuestra amistad. ¿Por qué te has negado a verme y hablarme? Quiero agradecerte… no cualquier persona hubiera hecho algo así por un amigo.
Harry.
Sí… ya me doy cuenta que eres bastante torpe "para estas cosas", pensó la joven furiosa mientras releía la carta. Esa breve nota la había herido con profundidad, pues le demostraba que para Harry no había sido importante lo que pasó la otra noche y le confirmaba que él siempre la vería sólo como una amiga… ¿Y "no deseas perder nuestra amistad"?... ella estaba segura que lo que no quería perder eran los consejos y la ayuda que Hermione siempre le brindaba… Molesta, hasta creyó adivinar que quizá Harry querría repetir la sesión de masaje…
"No cualquier persona hubiera hecho algo así por un amigo…" No, claro que no… sólo una estúpida enamorada como yo.
Llorando de rabia, estrujó la carta en su mano y la arrojó al cesto de la basura con celeridad. El papel arrugado fue a hacerle compañía a unas flores marchitas que descansaban abandonadas en el fondo.
Limpiándose la cara, la chica tomó papel y un bolígrafo y, sentándose a su mesa, procedió a contestar la misiva de Harry.
Harry (aquí, con toda intención, evitó escribir "querido"):
Lamento de nuevo no poder verte pronto. Esta misma noche me has pescado por casualidad, ya que parto a uno de mis viajes a Nueva Delhi. No me busques allá, pues me hospedaré en la casa de mi novio, un gran brujo del Ministerio Hindú. Creo que no te lo había mencionado¿verdad? Es un gran tipo, pero algo celoso… ya sabes como son los orientales. Por eso no te lo he podido presentar. Regreso en seis meses si es que no me pide que me case con él. Si no es así, nos veremos a mi vuelta, si es que te sigue apeteciendo.
Hermione.
PD. Espero que tengas una recuperación total.
En toda su vida no le había escrito a Harry algo tan frío, impersonal… y falso. Esperaba que él se diera cuenta del mensaje que se ocultaba en eso… que ella ya no quería saber nada de él. Por supuesto que lo del novio era una gran falacia, pero esperaba que Harry lo creyera y no la buscara más, pues estaría consciente de que le causaría problemas con "su prometido".
No le remordía la conciencia mentirle a su amigo, pues ya estaba harta. Estaba convencida que era suficiente sufrimiento… Eran ya años de espera, de celos y frustración. Y lo del masaje de la otra noche no había hecho más que empeorar la situación, pues ahora, cada vez que viera a Harry en persona, sólo lo estaría imaginando de nuevo totalmente desnudo y rendido a sus caricias… Ya era bastante doloroso escuchar sus gemidos de placer durante sus sueños. Tenía que terminar con eso y seguir con su vida… de cualquier forma, pensaba ella, Harry nunca había sido suyo ni lo sería jamás.
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Harry estaba tumbado en su cama mirando el techo pero sin ver. Aún con los ojos abiertos estaba soñando… recreando lo que había sido de su vida hasta ese punto. La soledad de su niñez y el increíble descubrimiento de que él era un mago. Después, la amistad incondicional de Ron y Hermione, quienes se habían convertido en su familia y lo acompañaron en su peligrosa jornada para derrotar a Voldemort.
Ron y Hermione. Hermione…
-Hermione… –pensó en voz alta. La fuerza de la costumbre no le había permitido notar lo dulce que era su nombre y lo dichoso que se sentía al pensar en ella.
Con ninguna de las varias novias que había tenido antes, había encontrado la complicidad y la confianza que sentía cuando estaba al lado de Hermione. Ahora se daba cuenta que quizá a eso se debía que no durase con ellas, pues inconcientemente estaba buscando emular una relación como la que tenía con su amiga… Con Hermione era tan fácil todo… ella parecía conocerlo tan bien. Casi podía jurar que a veces le leía el pensamiento.
Recordó cómo cada vez que ocupaba un consejo o ayuda corría a su lado… ella era tan inteligente, siempre sabía que hacer, cómo apoyarlo. Siempre buena y solícita, siempre… se estremeció de pensar que aparte de todas esas cualidades que él ya le conocía, y que probablemente no le había sabido apreciar, otra faceta de su amiga que nunca se había atrevido a imaginarse por respeto a ella… se le revelaba de modo absoluto y perturbador: parece ser una grandiosa amante… es tan sensual, tan absolutamente conocedora del poder de una caricia. Debe ser fabuloso hacer el amor con ella…
Unos celos rabiosos se apoderaron de él al tratar de imaginar quien le habría enseñado a ser cómo era. ¿Quién habría sido su primera vez¿Habría sido Krum, acaso, con toda su gallardura y experiencia?... No… Hermione era muy joven todavía… Tendría que haber sido alguien que Harry no conoció… algún novio que ella tendría mientras él estaba ocupado con esas estúpidas chavalas, que sólo buscaban salir en una foto en el periódico junto a Harry.
Por un momento intentó imaginarse a él con ella… como novios, como amantes. La idea, ahora que se le ocurría, no le parecía ni enfermiza ni descabellada. Más bien… se le antojaba bastante posible y deseable… ¿habría modo que ella pudiera verlo como algo más que un amigo?
Hedwig entró como una exhalación por la ventana abierta del dormitorio, la cual Harry había dejado así a pesar del frío. Se levantó de un salto, completamente ilusionado al ver que traía una carta en su pata, que no era la que él había enviado.
-Bien hecho, amiga –le dijo feliz a su lechuza acariciándola en la emplumada cabeza. El ave le ululó agradecida y se dejó sacar el pergamino.
Harry desenrolló el papel convencido que Hermione había aceptado verlo o hablar con él, pero conforme leía el contenido su rostro se fue ensombreciendo. ¿Se va?... ¿Novio hindú?... ¿Seis meses y si es que no se casa?
Sintiéndose muy débil como para quedarse de pie, se derrumbó sobre su cama… entonces, ella sí tenía novio. ¿Por qué nunca me lo había mencionado?. ¿Por qué me aseguró que no tenía pareja? Incrédulo, miró la carta de nuevo. ¿Estaría mintiendo?
Pero. ¿por qué lo haría?
Con gran desolación, cayó en cuenta que, si lo que Hermione había escrito era verdad, entonces él acababa de averiguar con quien había aprendido ella lo que sabía del arte tántrico del masaje.
Los celos le aplastaron el corazón como si fueran un puño invisible introduciéndose de golpe en su pecho.
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Un fuerte "crack" sonó afuera de la puerta de su casa, sobresaltando a Ron y haciéndolo pegar un brinco de su sillón favorito, dónde se encontraba viendo la televisión junto con Luna. Era una actividad muggle que a ambos les fascinaba hacer, se divertían enormemente con las tonterías que pasaban en esos canales y les encantaba debatir sobre si lo que estaban mirando era real o era actuado… estos muggles son increíbles, solía decir Ron.
-Alguien nos visita –murmuró Luna mirando al pelirrojo. De inmediato, ese "alguien" tocó con vigor a su puerta.
Ron se levantó de mala gana a abrir. Quien quiera que osara interrumpirlo a la mitad de Gilmore Girls justo cuando la sexy mamá está a punto de darse un beso con el tipo desaliñado del restaurante, deberá tener una buena razón para ello, sino…
-¡Harry! –exclamó al abrir. Su ojiverde amigo estaba de pie ahí, pero tan pálido que parecía a punto de desmayarse. -¿Pero qué demonios te pasa?. ¿Te persigue una horda de admiradoras? –miró esperanzado a ambos lados de la calle, pero no vio ningún grupo de bellas brujas corriendo hacia ahí. Desilusionado, tomó a Harry del brazo y lo jaló hacia adentro.
-¡Ah! Hola, Harry –saludó Luna feliz de ver a su amigo. –Supongo que ya no estás enojado con Ronny… me da gusto.
Ron le abrió los ojos como platos en un claro gesto que pedía más discreción. Pero a esas alturas, ya sabía que pedirle eso a su novia era cómo pedirle un consejo de belleza a Snape.
Para su gran asombro, de pronto Harry lo tomó por las solapas de su camisa y realmente ansioso, le dijo:
-Ron… necesito saber algo. Y quizá tú lo sepas porque creo que has tenido más contacto con Hermione los últimos meses que yo mismo.
-Pues claro que hemos tenido contacto, Harry… ella es muy amiga de Luna, y constantemente salen juntas de compras y cosas así –le respondió un poco asustado por su actitud. -¿Por qué?
-Porque… -empezó a decir Harry mientras lo miraba indeciso. También miró a Luna, quien parecía muy divertida y entretenida por la situación. –Creo que yo…
-¡Estás enamorado de ella! -exclamó la rubia de repente, haciendo que Harry y Ron se sorprendieran y la voltearan a ver. –Vaya… hasta que te diste cuenta. Si que eres lento, Harry.
Ron miró a su amigo interrogante y con la boca abierta; y al ver la cara de perplejidad que puso ante la aseveración de Luna, no le quedaron dudas de que su novia tenía razón.
-Caramba, Harry… -murmuró. –¿Así que es eso lo que te tenía de nervios? –rió levemente y le preguntó: -¿Y ya se lo dijiste a ella?
Harry miró a Ron con el ceño fruncido.
-¿Decirle?. ¿Cómo se lo voy a decir si ella tiene novio?
-¿Novio? –inquirió el pelirrojo. -¿Desde cuándo?
-Desde… ¡Maldición Ron, no lo sé! –Harry lo soltó y empezó a caminar en círculos por la sala de estar de sus amigos, como un león enjaulado. -¡Eso es precisamente lo que quería que tú me dijeras!. ¡Sólo sé que me acabo de dar cuenta que la amo y que la deseo como a nadie y…! Y… justo ella me acaba de escribir diciendo que se larga a la India con un noviecito oriental que le enseña la maldita manera de aplicar unos masajes que son como el cielo y… que probablemente se case con él y… -agregó tristemente y casi sin voz: -…yo no sé como diablos voy a vivir sin ella.
Ron y Luna se voltearon a ver… Ambos soltaron la risa para más confusión de su amigo.
-¡Pero si serás tontito, Harry! –exclamó la chica ante el azoro del joven mago. -¡Ella no tiene novio en la India! Es más, ni siquiera va ir para allá… Hermione me aseguró en una ocasión que había pedido que la dejaran de mandar a ese país porque no soporta el clima… ha viajado tanto ahí que ya está cansada de hacerlo.
Harry juraba que sintió que la sangre le volvía a circular con una rapidez tal que se mareó.
-¿Estás segura?
-Absolutamente… Hermione no tiene ni ha tenido novio. Ella te espera, Harry…
-¿Qué quieres decir con que me espera? –preguntó tragando saliva, pero presintiendo la respuesta y creyéndose tan feliz que podría saltar de gozo.
-Ella siempre te ha querido, camarada –le aseguró Ron, sonriendo. -¿De veras no te habías dado cuenta?
Harry negó lentamente con su cabeza, encontrándole de repente sentido a todo… Ella me espera, se repitió en la mente mientras su corazón daba un vuelco de felicidad al darse cuenta de todo lo que esa sencilla frase implicaba.
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Y realmente ella lo seguía esperando…
Aunque el objetivo de la sarta de mentiras que le había escrito a Harry había sido que ya no la buscara más y la dejara tranquila para poderlo olvidar; lo cierto es Hermione no podía evitar pensar en él todo el tiempo. Y muy en el fondo de su corazón, en ese lugarcito dónde nuestro cerebro no tiene mando ni acceso, deseaba fervientemente que Harry no se diera por vencido e intentara localizarla.
Pero ella misma le había dicho que se iría a India… entonces¿por qué Harry la buscaría ahí, en su departamento de Londres o en su trabajo si creía que ella estaba en Nueva Delhi con su supuesto novio?
Ya habían pasado dos días desde que le había mandado con Hedwig aquella misiva y él ni siquiera le envió una nota de regreso… ni un "te deseo un buen viaje" o un "me da gusto que vayas a dejar de ser una solterona"… o algo, lo que fuera. Deprimida, se imaginó que Harry sólo la quería ver para pedirle que le aplicara otro masaje, no porque de verdad la estimara… este pensamiento la hizo temblar de rabia y dolor.
Lloró en silencio y sus lágrimas se mezclaron con el agua que la cubría hasta los hombros, ahí en la tina de su baño. Intentó calmarse mientras terminaba de aplicarse jabón en su esbelto cuerpo y salió del ardiente calor de la tina para cubrir su desnudez con su bata de algodón.
Lentamente se calzó sus pantuflas y salió del baño. Al otro día era domingo, lo cual implicaba que podría dormir hasta tarde… eso le vendría bien, pues ya tenía varias noches de desvelo encima. Insomnio acompañado de desconsuelo. De nostalgia por una vida dónde todo era más fácil, pues tenía la amistad de Harry. Y ahora, ni siquiera eso…
Mientras se acomodaba el cabello en una coleta tras la nuca, se encaminó a su cocina para prepararse un té que le ayudara a relajarse… de lejos percibió la luz encendida y se extrañó. No recordaba haberla dejado así…
Se detuvo en el pasillo a un par de metros para intentar escuchar algo fuera de lo normal. Alcanzaba a percibir los ronroneos de Crookshanks ahí mismo, y eso la tranquilizó. Sabía que si había algo peligroso en la casa, su inteligente gato sería el primero en percibirlo. De cualquier manera, caminó despacio e intentando no hacer ruido hasta llegar al borde de la entrada de su cocina iluminada…
Pegada a la pared, asomó sólo su cabeza y entonces lo vio… Él estaba sentado en su comedor, con los pies sobre otra silla y con Crookshanks en su regazo. Acariciaba indolentemente al animal, que parecía encantado con la presencia del joven jugador de Quidditch. ¿Y quién no…?
Aunque su primera reacción fue la de esbozar una enorme sonrisa, se contuvo para no delatar su alegría. Salió de su escondite tratando de mantener un semblante serio y fue cuando Harry levantó la mirada hacia ella. Él se levantó tan de improviso que el pobre Crookshanks cayó al suelo y salió de la cocina a toda velocidad bufando de indignación. Hermione se quedó en el umbral, con las manos en la cintura y con una cara, que ella esperaba, pareciera de enojo.
-¿Cómo entraste? –le preguntó en voz baja.
-Me aparecí –respondió él, también con el semblante adusto. La sondeó con sus verdes ojos… ella los pudo sentir atravesarle el alma como si fueran rayos x. Tragó saliva sumamente nerviosa y negó con su cabeza al decir:
-No es verdad. Mi departamento tiene hechizo anti…
-No para mí –la interrumpió Harry sonriéndole con picardía.
Hermione casi se derrite por su sonrisa, al tiempo que sintió un escalofrío bajarle furioso por la espalda al recordar que Harry era uno de los pocos que tenían permiso de aparecerse en su hogar. Lo había previsto así como medida de seguridad por si acaso, el día que implementó ese hechizo. ¿Cómo lo pude olvidar?
Dolorosamente, también se acordó el por qué de su negativa para ver a Harry ya que él la recorrió de arriba abajo con una rara mirada, como si estuviera cargada de deseo… pero no podía ser. Hermione estaba segura, de que se estaba haciendo ilusiones falsas. Él no podía estar ahí por otra razón que no fuera la de reclamarle o pedirle cuentas por el engaño.
-¿Qué quieres ahora? –le inquirió ella con gran brusquedad.
Harry pareció sorprenderse de manera desagradable por su actitud hostil. La miró por un momento a los ojos, mientras fruncía un poco su boca en un claro gesto de concentración.
-Creo que me debes una explicación, amiga -dijo él, y a Hermione no le pasó desapercibida la manera irónica con la que había pronunciado la última palabra. Se enfureció de repente. Después de todos los años de amistad incondicional, se atrevía a colarse en su departamento y burlarse de ella.
-Yo no te debo absolutamente nada, Harry James Potter –le murmuró ella en un tono tan gélido como el clima de afuera. –Y te agradecería que me dejaras sola.
Pero Harry no pareció amilanarse. Esbozó una sonrisita jovial e introduciendo sus manos en los bolsillos de sus jeans, le susurró de un modo que erizó todos los vellos de la chica:
-Me debes… más de lo que crees.
Y lo que yo te debo a ti… años de un amor secreto. Fui un ciego… pero ahora puedo ver, pensó Harry pero no se lo dijo. Y añadió en el mismo tono sensual:
-Me mentiste. Una y otra vez. Quiero saber por qué.
Contrariamente a sus deseos, Hermione se quebró ante las emociones que la embargaban por ver a Harry de nuevo cuando ya lo hacía perdido para siempre. Por un loco momento pensó echar por tierra su plan para alejarlo… deseó que volvieran a ser los amigos de toda la vida. Pero su cerebro, lúcido e incorrupto ante el fuego del amor que sentía por el joven, le exigió la negativa de eso… No seas estúpida… Su cercanía sólo te hace sufrir.
-¿Por qué dices que te mentí? –alegó ella desesperada, intentando ganar tiempo para seguir librando su batalla interna. –No recuerdo…
Harry rió azorado mientras miraba hacia otro lado. Hermione sabía que su respuesta había sido una idiotez, pero no se le había ocurrido nada más inteligente que decir. Dile que se vaya de una vez, se dijo con terror.
Su amigo la miró de nuevo… ella no pudo adivinar qué sentimiento dominaba al joven. O estaba furioso o estaba… ¿qué estaba? Parecía arrojar fuego por los ojos.
-Nunca me dijiste lo del masaje de manera completa. Me trajiste engañado a tu departamento… jamás aclaraste que yo me excitaría y que tú me tocarías ahí –le espetó, fingiendo estar furibundo. -Eso es mentir por omisión, Hermione.
Hermione abrió la boca espantada. ¿Eso quería decir que no le había gustado?. ¿Qué no le había servido? Pero…
-¡Lo hice porque si te decía la verdad nunca hubieras aceptado! –se defendió ella atemorizada. Y luego agregó tristemente: -Y esa noche, allá en el pub, todo me parecía tan fácil e inocente…
Harry rió de nuevo, ante el asombro de la chica. Se indignó bastante. ¿Por qué se estaba burlando así de ella?
-¿Sabes que creo yo? –le dijo cuando dejó de reír, mirándola fijamente a los ojos. –Creo firmemente que lo hiciste porque en realidad, tú deseabas tocarme…
La chica se ruborizó y entrecerró los ojos muy herida, le sorprendió sobremanera que su amigo dijera aquello… ¿En qué momento le cambiaron a su Harry por ese patán sin cerebro que estaba en su cocina?
-Eso no es verdad –le dijo ella lentamente, como para dejar bien en claro cada palabra. –Es lo más estúpido que has dicho en tu vida, Potter. Y eso ya es decir demasiado. Tengo modos de comprobarte que ese masaje se aplica de ese modo y que yo jamás lo hice por tocarte… ¡lo hice por ayudarte con tu dichoso problemita!. ¡Eres un tonto y un desagradecido por creer eso de…!
Se interrumpió cuando Harry se sacó un pequeño libro del bolsillo trasero de su pantalón y lo arrojaba a la mesa de la cocina. Hermione miró atónita el título: "El Tantra y los masajes sensuales".
-Yo sé que esos masajes se aplican así, Hermione –dijo él tranquilamente, mientras Hermione no despegaba sus ojos del librito aquel. –Por primera vez en mi vida, hice lo que tú… tuve una duda y he buscado respuestas en un libro. Pero el hecho de que me hayas ayudado con la mejor voluntad del mundo no te daba derecho a traerme engañado… ¿No te das cuenta que arruinaste nuestra amistad?
Hermione sintió que algo se le quebraba en su alma al escuchar a Harry decir eso. Sin levantar la mirada, aunque ya no estaba viendo el libro en realidad, sólo atinó a decirle a voz de cuello:
-Lo sé, Harry… sé que lo arruiné –lo miró a los ojos y terminó de susurrarle: -¿Por qué crees que ya no te quería volver a ver?. ¿Por qué crees que te mandé esa carta?... pensé que ya no me buscarías más.
Se miraron unos largos momentos sin decir nada más… ella parpadeaba furiosamente con la esperanza de cerrarle la salida a las lágrimas que exigían escapar por sus marrones ojos, mientras que Harry parecía anonadado por la confesión de la chica. De repente, ella le soltó:
-¡Pero que te quede claro que no lo hice por tocarte, como tú presuntuosamente crees!. ¡Lo hice por ayudarte! –bajando la voz, completó: -Pero piensa lo que quieras. De cualquier forma nuestra amistad ha terminado.
Silencio. Denso y pesado. Se miraron a los ojos: ella tratando de adivinar porque la mirada de él parecía brillar… él, pensando si su idea no había sido tan buena como antes lo había creído.
Porque Harry tenía un plan. Sabía que Hermione esperaba por él. Que durante todos sus años de amistad había esperado por Harry… y esa noche, él daría por finalizada esa espera de la que había dejado de ser sólo su amiga…
Pero no se lo diría directamente, porque temía su rechazo… Por eso fingía enojo, quería acorralarla para que aceptara su propuesta. Tenía un as bajo la manga y lo jugaría.
-Quiero que me digas si lo de ese novio hindú es verdad –le exigió de repente, en un tono que él había intentado sonara frío.
Ella parpadeó un momento, pero sosteniéndole la mirada, le respondió con un balbuceo:
-No… no lo es. Lo inventé… lo siento.
Harry sintió una felicidad tan grande que tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no sonreír y seguir fingiendo enojo. Se daba cuenta con gran alegría que todo lo que Luna y Ron le habían dicho era verdad. Intempestivamente, ella le reclamó, sacándolo de sus cavilaciones:
-Pero me parece que tú has caído tan bajo como yo, Harry –se veía tan triste que él se conmovió. –Eso de ir y comprar un libro de Tantra sólo para averiguar si el masaje como yo te lo apliqué era así en realidad… es verdaderamente repugnante que dudes así de mí.
-No –contestó con rapidez, sorprendiéndola. –No lo hice por eso… no dudé de ti nunca. Lo hice porque… yo también quería aprender.
Hermione lo miró como si no hubiera entendido esa parte.
-¿Aprender?... ¿Qué diablos querías aprender?
Harry sonrió de un modo tan extremadamente voluptuoso, sin asomo de burla ni broma, que Hermione creyó presentir, por un dichoso momento, lo que Harry había aprendido en ese libro… lo que se había enseñado a hacer… por ella y para ella. Un golpe de calor la sacudió en su bajo vientre sin poderlo evitar… ¿sería posible?
-Me debes algo… -repitió él quedamente. –Y me lo quiero cobrar.
-¿De qué demonios hablas? –susurró ella, pero temblando ante la casi certeza de saber la respuesta.
Harry sacó su varita y sin dejar de sonreír de aquella forma que ponía tan nerviosa a la chica, dijo:
-Accio aceite.
A punto de un paro cardiaco, Hermione vio pasar volando junto a ella su propia botellita de aceite para masaje, la cual terminó en la mano izquierda de Harry. Empezó a respirar rápidamente, creyendo que sus emociones la sobrepasarían. Por Merlín bendito, Harry quiere darme un masaje…
Ahora la cuestión era si ella se lo permitiría.
